LA TRANSFORMACIÓN DE VALORES A PRECIOS

LA llamada transformación de valores a precios es el tema que inspiró las mayores críticas hacia El Capital y la teoría del valor trabajo. Dado que en un capítulo posterior utilizaremos el método de Marx para derivar los precios de producción, presentamos ahora el tema. Comenzamos examinando la cuestión tal como se le presentó originariamente a Ricardo; explicamos luego la solución de Marx; las críticas neoricardianas y su debate, y por último la solución propuesta por la escuela del Nuevo Enfoque, que vuelve a lo esencial del planteo de Marx e influyó decisivamente en nuestro trabajo. Puntualizamos que no es nuestro objetivo ofrecer una historia completa de las controversias que se han desarrollado a lo largo de más de un siglo de debates113, sino brindar una guía para la comprensión de las cuestiones centrales implicadas y una explicación de por qué optamos por la solución de Marx. Por otra parte presentamos dos discusiones que han atravesado la teoría del valor: el debate sobre la posibilidad de medir los valores; y el llamado problema de la producción conjunta. Estas cuestiones nos permitirán responder a algunas críticas que se han dirigido a la teoría y ahondar en la relación entre valores y precios.

Valor y tasa de ganancia en Ricardo

El problema de la relación entre los tiempos de trabajo y los precios se le planteó a Ricardo a raíz de no poder conciliar su teoría del valor con el hecho empírico de que capitales de igual magnitud deben rendir, tendencialmente, la misma tasa de ganancia. Se puede explicar el tema, en su aspecto esencial, con un ejemplo numérico. Supongamos la existencia de dos capitales de igual magnitud, 4 libras esterlinas cada uno, que se aplican en dos ramas distintas de la economía, A y B, para generar respectivamente los bienes X e V. Las 4 libras se invierten en el salario; se trata de trabajos simples y tanto X como Y insumen un año de trabajo por unidad de producto. El valor generado por cada obrero en cada una de las ramas durante el año es de 5 libras esterlinas. Sin embargo, existe una diferencia entre X e Y; mientras X puede salir inmediatamente a la venta después de producido, Y necesita un año de estacionamiento (supongamos que se trata de vino). Durante ese año -y según la teoría del valor trabajo- no se agrega valor a Y. Si se define la tasa de ganancia como valor del producto - costo / costo, tenemos: En la rama A el bien X se produce en un año. Se vende a su valor = 5 libras. Costo = 4 libras de salario. Tasa de ganancia: 25% anual.

En la rama B el bien Y se produce en un año; se deja descansar otro año. Se vende a su valor = 5 libras. Costo en salario = 4 libras. Tasa de ganancia: 25% en dos años; 12,5% anual.

De manera que, si X e Y se venden a precios directamente proporcionales a sus tiempos de trabajo, la tasa de ganancia anual en B es la mitad que en la rama A. Pero Ricardo era consciente de que las tasas de ganancia de capitales de igual magnitud tienden a igualarse. Es que si la tasa de ganancia en un sector es superior al promedio durante un tiempo más o menos prolongado, los capitales fluirán hacia ese sector, generando una oferta superior a la demanda y la consecuente caída de los precios. Por lo tanto Ricardo sabía que hay precios tendenciales que generan una tasa de ganancia promedio igual para todas las ramas de la economía, y alrededor de los cuales fluctúan los precios del mercado. Como hemos visto en el anterior capítulo, Ricardo también había llegado a la conclusión de que detrás de esos precios existe un principio regulador, consistente en la cantidad de trabajo humano invertido en la producción, que determina los "precios naturales". Pero entonces surgía la dificultad de conciliar ese principio regulador con los precios que deben generar una tasa de ganancia promedio igual. En el ejemplo anterior, si queremos igualar las ganancias, las mercancías X e Y no pueden venderse según sus tiempos de trabajo invertidos. La igualación de la tasa de ganancia parece entrar en contradicción con la ley del valor trabajo. Ricardo no pudo resolver esta cuestión. Se dio cuenta de que los precios, en la medida en que determinan una tasa media de ganancia, son distintos a los precios directamente proporcionales a los valores; pero, como observa Marx, en lugar de derivar los precios de mercado de los valores, termina admitiendo que los valores....

... son determinados por influencias independientes del tiempo de trabajo, y que la ley del valor resulta invalidada en forma esporádica por dichas influencias...114

De esta manera abría el camino para que sus oponentes atacaran su teoría del valor. En realidad, las dificultades de Ricardo para derivar los precios de los valores eran inherentes a su sistema, porque al no estudiar la especificidad de la forma del valor, pasaba por alto el carácter contradictorio que anida ya en la forma más simple del valor, entre el contenido -el trabajo invertido- y su expresión monetaria, el precio. De ahí que Ricardo quisiera resolver de manera directa la relación entre los valores y precios, sin atender a las mediaciones que conectan los tiempos de trabajo invertidos con el movimiento de los precios. En particular, Ricardo no había logrado desentrañar el secreto de la producción de la plusvalía115; por lo tanto no podía dar cuenta de cómo la ganancia, y la tasa media de ganancia, pueden derivarse del valor. Y éstas son mediaciones esenciales para derivar los precios de mercado de los precios directamente proporcionales a los valores. De ahí que la tasa media de ganancia aparezca en su sistema como un hecho dado, que no "encaja" en su teoría del valor. Estas dificultades no pudieron ser superadas por sus continuadores, y contribuyeron a la disolución de la escuela en los años posteriores a la muerte de Ricardo.

La solución de Marx

Marx heredó el problema de Ricardo, pero en los dos primeros libros de El Capital continuó trabajando sobre la hipótesis de que los precios eran directamente proporcionales a los tiempos de trabajo invertido. Dado que en vida sólo alcanzó a publicar el primer libro de El Capital, un importante crítico, Böhm-Bawerk, dijo que Marx no había terminado su obra porque no podía resolver el problema que había dejado Ricardo. Sin embargo es un hecho que Marx había dejado una solución en borradores que ya estaban escritos cuando publicó el primer libro, en 1867. Su solución se conoció finalmente en 1894, cuando Engels publica el tercer libro de El Capital. Marx estudia en esencia el mismo problema que Ricardo, pero en lugar de trabajar con los distintos tiempos de rotación de los capitales, lo hace a partir de las distintas composiciones medias de capital. O sea, Marx analiza que sucede con los precios cuando la relación entre capital constante /capital variable varía entre las ramas, siendo iguales las tasas de plusvalía (esto es, la relación entre, plusvalía y capital variable). Si las mercancías se vendieran a precios directamente proporcionales a los tiempos de trabajo, las tasas de ganancia serían muy distintas. Para ilustrarlo, suponemos tres ramas de producción, con capitales de 100 unidades en cada una, pero con composiciones de valor (o sea, relaciones de capital constante/capital variable) distintas. Suponemos la tasa de plusvalía igual en todas las ramas; en este caso, del 100%. Si rigen precios directamente proporcionales a sus valores, tenemos:

Tabla 1
Rama Cap. cte Cap. var. Plusv. Precio valor Tasa de gan. %
A 90 10 10 110 10
B 80 20 20 120 20
C 70 30 30 130 30

Supongamos, a fines heurísticos, que las mercancías se vendieran a estos precios; los capitales fluirían hacia C, la rama de mayor tasa de ganancia. Esto generaría una sobreoferta de productos en C, a la vez que una carencia de los productos de A, y eventualmente de B. De manera que los precios de C bajarían y los precios de A subirían, hasta que en promedio las tasas de ganancia se igualaran. Desde el punto de vista analítico, esa tasa de ganancia común surge de dividir la suma de las plusvalías (en nuestro ejemplo. = 60) por el conjunto del capital invertido (en nuestro ejemplo = 300). La tasa media de ganancia es del 20%, y los precios se establecen a partir de un recargo sobre los costos, que comprenden la suma del capital constante más el variable. Los precios que resultan, que Marx llama de producción, garantizan una tasa de ganancia igual en todas las ramas. En el ejemplo anterior:

Tabla 2
Rama Cap. cte. Cap. var. Plusv. Precio Valor Tasa media ganancia % Precio de Producción
A 90 10 10 110 20 120
B 80 20 20 120 120
C 70 30 30 130 120

Así los capitales que tienen una menor proporción de capital variable que la media, venden a un precio de producción superior al precio directamente proporcional al valor. Lo inverso sucede con los capitales que tienen una mayor proporción de capital variable que la media. La ley del valor se cumple, en el sentido que los valores globales producidos reaparecen en el producto final, y las ganancias apropiadas por los capitales equivalen a las sumas de plusvalías; o sea, de valores generados por los plustrabajos. Pero los precios individuales de las mercancías ya no se corresponden a los tiempos de trabajo invertidos, en forma estricta, en cada rama.

Es importante precisar que esta transformación de los precios obedece al método de exposición, a la lógica del desarrollo de los conceptos. Esto es, cuando Marx trabaja en los tomos 1 y 2 de El Capital con precios directamente proporcionales a los valores, lo hace no porque estos precios existan en el capitalismo, sino porque lo exige el progreso del análisis. En Teorías... Marx aclara esta cuestión: si la formación de la tasa media de ganancia "no afecta la dimensión absoluta de la plusvalía total", sino sólo "altera su distribución entre las diferentes esferas", es fundamental tratar la manera cómo se determina esa plusvalía a partir del tiempo de trabajo socialmente necesario antes dé estudiar la tasa de ganancia y los precios de producción116. Sólo así pueden derivarse los precios de producción del valor. Y este mecanismo implica la existencia de procesos competitivos en cuyo seno se encuentra la movilidad de capitales. Es que la nivelación de la tasa de ganancia

...presupone ya movimientos del capital en todas las direcciones, o una distribución, determinada por la competencia, de todo el capital social entre sus distintas esferas de empleo117.

Son las diferencias persistentes de precios por encima o debajo de los precios de producción las que provocan las migraciones de capitales de una rama a la otra, con el resultado de la nivelación de la tasa de ganancia; de esta manera también se distribuye

...la masa total de tiempo de trabajo social entre las distintas esferas de la producción, de acuerdo a las necesidades sociales118.

Por lo tanto en este proceso, y como sostienen Duménil y Lévy, la tasa de beneficio actúa como la variable significativa y clave de estos movimientos; es que los capitalistas maximizan su ganancia

...tomando en cuenta la masa de fondos disponibles, es decir, maximizan su tasa de beneficio. Esta preocupación es, por naturaleza, comparativa119.

Se imponen algunas aclaraciones accesorias. En primer lugar, los precios de producción no son los precios a los que finalmente se venden las mercancías; los precios de mercado estarán afectados por las ofertas y demandas, por oscilaciones aleatorias y otros factores. Por lo tanto los precios de producción son tendenciales; se supone, además, un equilibrio entre las ofertas y las demandas, pero hemos visto en el anterior capítulo que esto en absoluto es necesario para sostener el esquema. En segundo término, es de destacar que la formación de los precios de producción no tiene nada de especialmente "misterioso". Obsérvese que, en cierto sentido, recuerda la práctica del mark-up, o recargo sobre costos, que utilizan las contabilidades de las empresas y que ha sido tomado como método de formación de precios por los kaleckianos e incluso por algunos neoclásicos de tendencia keynesiana120. La diferencia con estos planteos es que en el caso de Marx el recargo o mark-up está regido por la ley del valor; esto significa que no es arbitrario, no depende del grado de monopolio o de factores más o menos subjetivos, sino de la relación entre el conjunto del plusvalor generado y el valor invertido en la producción121. Esta determinación a su vez se relaciona con que a un valor producido se corresponde un poder de compra equivalente. Ese valor producido también se corresponde con los bienes en los que se puede gastar la plusvalía -ya sea para invertir o para consumo del capitalista- y el salario. En tercer lugar, el precio de producción es la forma en que se realiza el valor cuando la mercancía es un producto del capital, no del productor simple de mercancías. De manera que siempre estamos ante la realización de valor, o sea, la objetivación de trabajó humano abstracto. En éste respecto, cuando se habla de "transferencia" de plusvalía no debería entenderse como una transferencia de unidades físicas de valor, sino en el sentido que el valor generado en una rama productiva es realizado en otra; es en este sentido que utilizaremos el término "transferencia". Por otra parte, y en relación a lo que acabamos de explicar, no debería hablarse de "transformación de valores: a precios de producción", como muchas veces se ha llamado a este esquema. Esto porque los valores siempre aparecen bajo la forma de precios, y por lo tanto la transformación es en realidad desde precios proporcionales a los valores a precios de producción. Por último, hay que enfatizar que ya en la; forma precio está contenida la posibilidad de una incongruencia cuantitativa entre valor y precio.

Críticas a la transformación de Marx

Entre fines del siglo 19 y principios del siglo 20 comenzaron a formularse las críticas al procedimiento de Marx que luego adquirirían la característica de "clásicas" y serían aceptadas durante muchos años por los propios marxistas. La crítica la inició Wilhem Lexis, en 1885; y fue continuada y profundizada por Tugan-Baranovsky y Ladislaus Bortkiewicz a comienzos del siglo 20. Fue Bortkiewicz quien, además, formuló matemáticamente la solución que se convertiría en el modelo Inspirador de la mayoría de las soluciones posteriores. En lo esencial la crítica sostiene que en el esquema de Marx los gastos de los capitalistas en capital constante y variable están considerados en términos de valor, en tanto las producciones totales se expresan en términos de precio. Pero en el capitalismo domina el precio; por lo tanto así como el producto se expresa en precios, también el capital empleado en la producción debe expresarse en precios. Esto es, Marx no habría sido consecuente, porque habría dejado pendiente la transformación a precios de producción de los insumos. En palabras de Bortkiewicz:

No se puede aceptar como válida esta solución [la de Marx] del problema, porque aquí se excluyen de la conversión de los valores en precios los capitales constantes y variables, mientras que en cambio el principio de la cuota de ganancia igual... debe implicar también a estos elementos122.

Vinculada a esta crítica se planteó -Tugan Baranowsky fue el primero en hacerlo, contemporáneamente a Bortkiewicz- que también era equivocado el cálculo de la tasa de ganancia, ya que Marx la calculaba en términos de valores, S/(C+V), cuando debía hacerlo en precios. Es claro que Marx necesitaba la tasa de ganancia para calcular los precios de producción, pero en el mundo real los capitalistas calculan la tasa de ganancia tomando en cuenta los precios de producción, no los valores. De manera que Marx necesitaba también los precios de producción para calcular la tasa de ganancia, y la tasa de ganancia para calcular los precios de producción. Aparentemente había entrado en un círculo vicioso.

Bortkiewicz presentó entonces un procedimiento por el que daba solución a ambos problemas, consistente en un sistema de ecuaciones en el cual los productos entraban como insumos. Para esto consideró una economía compuesta de tres ramas: la productora del bien de producción, la productora del bien de consumo para los trabajadores, y la productora del bien de lujo, en que se gasta la plusvalía. La tasa de ganancia a determinar es uniforme en las tres ramas. Introdujo luego tres coeficientes que transforman los valores de los medios de producción y de los medios de consumo en precios de producción, que se determinan simultáneamente con la tasa de ganancia. De esta manera quedó armado un sistema de 3 ecuaciones (las 3 ramas de producción) con 4 incógnitas (3 coeficientes + la tasa de ganancia). Por lo tanto era necesario eliminar una incógnita. Bortkiewicz procedió entonces a considerar el artículo de lujo (por ejemplo, oro) como "numerario", con un precio = 1. Al hacer el cálculo, la suma de los precios fue igual a la suma de los valores y la suma de las plusvalías fue igual a la suma de las ganancias. Aparentemente el método de Marx había sido sólo corregido y mejorado, como el propio Bortkiewicz consideró su trabajo. Sin embargo esta coincidencia numérica con los resultados de Marx se conseguía a costas de una condición sumamente restrictiva: la composición en valor de la industria que produce oro debía ser igual a la composición media en valor del conjunto de la economía, de manera que el valor del oro coincidía en este caso con su precio123. Sólo así la suma de todos los valores sería igual a la suma de los precios y la suma de las plusvalías igual a la suma de las ganancias. En cambio, si la composición en valor en la industria que produce oro no coincide con la media, la suma de los valores será distinta a la suma de los precios. Para entender por qué, supongamos que la composición en valor en la industria que produce el oro es superior a la media. En este caso, el precio del oro será superior a su valor. Pero como por hipótesis se estableció que el precio del oro = valor del oro = 1, la única forma en que el precio del oro sea superior a su valor, es que el precio total de las mercancías sea "menor que su valor total".124 El caso inverso sucederá si la composición del valor en la rama del oro es inferior a la media: el precio total de las mercancías será mayor que su valor total. De manera que la suma de los valores de las mercancías no podía coincidir con la suma de sus precios, salvo en un caso especialísimo. Apareció por lo tanto una discrepancia en los cálculos que se consideró fundamental, ya que Marx había afirmado que, según la ley del valor, la suma de los valores debía ser igual a la suma de los precios.

A partir de aquí las "correcciones" se sucedieron. Entre las más destacadas estuvo la de Seton125. Seton decidió no limitarse a tres industrias y postuló la existencia de n industrias, donde una industria producía el numerario. De manera que ahora había n ecuaciones y n + 1 incógnitas (los n coeficientes de transformaciones de precios más la tasa general de beneficio). De nuevo había que eliminar una incógnita; para esto, podía establecerse que el precio de la mercancía numerario fuera = 1, como había hecho Bortkiewicz. O también, y ésta fue la solución propuesta por Seton, agregando otra ecuación. Esta nueva ecuación podía formarse igualando la suma de los valores a la suma de los precios; o bien igualando la suma de las plusvalías a la suma de las ganancias. En definitiva, cualquiera de estas alternativas debía postular una invariancia, o sea, una suma de valores que fuera igual a una suma de precios. En síntesis: o el valor del numerario era igual a su precio (cuando se igualaba a 1); o la suma de las ganancias era igual a la suma de las plusvalías; o la suma de los precios, era igual a la suma de los valores. Establecida alguna de estas invariancias, siempre surgirían otras discrepancias, a no ser que se adoptaran hipótesis extremadamente restrictivas, como la que vimos sobre el numerario y la composición en valor de la industria que lo produce. Por otra parte, la tasa de ganancia calculada en términos de valores ahora tampoco coincidía numéricamente con la tasa de ganancia calculada en términos de precios. Sí se comprobó que había un caso en que la suma de los valores coincidía con la suma de los precios, y la suma de las plusvalías con la suma de las ganancias, que era bajo el supuesto de que toda la plusvalía se acumulara. Pero era también bastante restrictivo126. En cualquier otro caso surgían discrepancias, y de aquí la acusación de "inconsistencia" de la transformación de valores a precios. Pero además de inconsistencias numéricas, la profundización del análisis basado en las matrices de insumo producto llevó a recusar lisa y llanamente la necesidad misma de una teoría del valor trabajo. Es que dada una matriz productiva A127, de orden n-1 en la cual cada elemento an representa la cantidad física de la mercancía i-ésima necesaria en la industria j-ésima para generar una unidad de la mercancía j (o sea, las columnas representan industrias); dados también un salario w (escalar) y un vector de trabajo an (trabajo directo por unidad producida de cada bien), se puede resolver un sistema de ecuaciones por el cual quedan determinados todos los precios (el vector p) y la tasa de ganancia (π). En términos algebraicos:

(pA + w) (1 + π) = p

Donde p = vector precio

A = matriz de insumos por unidad de producto

an = vector de coeficientes de trabajo directo

w = salario

x = tasa de ganancia

Ahora la crítica afirmaba que además de incoherente, la teoría del valor era redundante, ya que los precios y la tasa de ganancia podían ser determinados sin pasar por el valor. Llegados a este punto vamos a examinar con algún detalle en dónde reside la imposibilidad de efectuar la transformación de la manera en que se había planteado. A partir de esta clarificación volveremos a examinar la vieja solución de Marx.

Las dificultades de la transformación

En este apartado seguimos estrechamente a Cogoy (1977) quien, en nuestra opinión, presenta la explicación más clara de por qué se produce la incongruencia entre valores y precios al momento de intentarse la transformación de la manera que vimos. No se trata sólo de la expresión en términos de numerario, como tal vez pensó Sweezy, sino de un problema "estructural" que inevitablemente surge siempre que se plantee una economía en la cual no toda la plusvalía se acumule.

Para verlo, supongamos una pequeña economía compuesta por dos ramas industriales que producen acero v trigo, respectivamente, utilizando como insumos acero, trigo y trabajo. Suponemos también que para producir 30 unidades de trigo se utilizan 5 unidades de trigo, más 10 de acero, más 100 unidades de trabajo; y para producir 42 unidades de acero se utilizan 21 unidades de trigo, más 14 de acero, más 14 de trabajo. Tenemos entonces

5 t + 10 a + 100L ► 30 t

21t + 14 a + 14L ► 42 a

Un cálculo sencillo nos dice que en una unidad de trigo se contienen 6 unidades de trabajo; y que en una unidad de acero se contienen 5 unidades de trabajo. Anotemos, para la discusión que haremos hacia el final del capítulo, que algunos autores consideran que éste es un método adecuado para calcular el valor de los bienes. Bastaría, en principio, disponer de una matriz de insumos y productos en la cual las diversas industrias mantuvieran una Interdependencia.

Veamos ahora qué sucede si se introduce el capital, el trabajo asalariado y la ganancia. En este caso, y de acuerdo al método sraffiano, el sistema se podrá resolver siempre que esté dada alguna de las variables distributivas. A los efectos de nuestra discusión, y siguiendo a Cogoy, planteamos supuestos que nos acercan a un sistema "a lo Marx". Esto significa que consideramos que los salarios se fijan antes de la producción128. Sin embargo, y a diferencia de Marx, el salario lo establecemos en determinadas unidades físicas de producto; en el ejemplo que estamos estudiando, consideramos que cada unidad de trabajo recibe un salario de 0,025 unidades de trigo. De manera que en la producción de trigo se pagan 2,5 unidades de trigo en salario, y en la> producción de acero se pagan 0,35 unidades de trigo. Ambas cifras se pueden sumar a los respectivos montos de capital constante en trigo Invertidos en las industrias. Se forma luego un sistema de ecuaciones, donde el precio final será igual al costo (medios de producción + salario) multiplicado por (1+π), tenemos:

(7,5 Pt + 10 Pa) (1 + π) = 30 Pt

(21,35 Pt + 14 Pa) (1 + π) = 42 Pa

Pt = precio del trigo; Pa = precio del acero

Tenemos así un sistema de dos ecuaciones con tres incógnitas (π y dos precios). Para resolverlo debemos eliminar una incógnita. Para ello establecemos que el acero es la mercancía numerario, de manera que Pa = 1. Ahora el sistema tiene solución, ya que resulta una ecuación de segundo grado. La solución numérica es n = 41,7% y Pt =0.7319. De esta forma se muestra que es posible llegar a precios y ganancia a partir de los coeficientes de in- sumos de bienes y trabajo; aunque Cogoy procura demostrar, en oposición a los teóricos neoricardianos, que en el cálculo de precios y beneficios está implícito el cálculo en términos de valores. Obsérvese que en este enfoque los precios son una expresión directa de la tecnología productiva, y en particular del trabajo Invertido, de manera directa o indirecta. Es una concepción muy distinta a la de Marx, donde el precio tiene una relación contradictoria, dialéctica, con el trabajo invertido; volveremos luego sobre este importante problema.

Con lo planteado hasta aquí tenemos los elementos para comprender por qué la transformación que analizamos en el apartado anterior de precios-valores a precios de producción mostraba incongruencias. Recuérdese que en el esquema de transformación de Marx las ramas que emplean más mano de obra relativa venden a precios de producción menores que los precios-valores. Hay por lo tanto una "transferencia" de plusvalía de las ramas de menor composición orgánica de capital a las ramas de mayor composición orgánica de capital. Volviendo al ejemplo anterior de dos ramas productivas, supongamos que la plusvalía está representada en el producto por 1 unidad de acero y 2 unidades de trigo. Supongamos también que, a fin de lograr la igualación de la tasa de ganancia, 1 unidad de valor generada en la rama del acero se transfiere al precio del trigo. Por lo tanto, 1 unidad de valor reaparece en ½ unidad de valor que se agrega a cada unidad de trigo. De esta manera la suma de la plusvalía se iguala a la suma de la ganancia. Vayamos ahora a los insumos. Si se quiere operar la transformación de valores a precios, también aquí debe realizarse la transferencia de valor desde el acero al trigo. Pero es claro que esto sólo será congruente con la transferencia realizada por el lado del producto si la proporción entre trigo y acero del lado de los insumos es igual a su proporción del lado del producto. En cambio, si la proporción es distinta, la transferencia genera inconsistencias. Para verlo, supongamos que del lado del insumo tenemos 3 unidades de trigo por cada unidad de acero. De manera que ahora la transferencia de 1 unidad de valor desde el acero al trigo se reparte en 1/3 de valor que se agrega a cada unidad física del trigo. Pero entonces del lado del producto (donde se realiza la plusvalía) se agrega ½ unidad de valor a cada unidad de trigo y del lado del insumo se agrega 1/3 de valor a cada unidad de trigo. Por lo tanto jamás puede haber congruencia entre la suma de los valores y la suma de los precios, y la suma de las plusvalías y la suma de las ganancias, a menos que la composición física de ambos lados sea la misma. Pero este caso sólo se da cuando el conjunto de la plusvalía se acumula. Este resultado, que había descubierto Morishima matemáticamente, se explica desde el punto de vista económico por lo que acabamos de ver.

Una respuesta de los marxistas y el método iterativo

A partir de la crítica neoricardiana los estudios sobre el valor recibieron nuevo impulso, en particular en lo referente a las diferencias entre Ricardo y Marx. Varias fueron las contribuciones importantes, pero aquí destacamos la de Anwar Shaikh (1977), no sólo porque aclaró muchas de las diferencias entre Ricardo y Marx en la cuestión del valor, sino también porque desarrolló un procedimiento de transformación, llamado iterativo, que comenzó a ubicar la cuestión en un plano dinámico129. En primer lugar, Shaikh subraya que en rigor el problema no trata acerca de la transformación de "valores a precios", sino de "precios directamente proporcionales a los valores" a "precios de producción". Por lo tanto, si se quiere plantear que los precios no coinciden mecánicamente con los valores no es necesario ir hasta el tomo 3 de El Capital, basta con leer con cierta atención el capítulo primero del tomo 1 para advertir que Marx ya en ese nivel plantea que existe una relación no mecánica, dialéctica, entre la sustancia -el trabajo humano- y la forma, la expresión monetaria. De manera que

...las magnitudes monetarias son siempre distintas, tanto cualitativa como cuantitativamente, de las magnitudes de valor130.

En consecuencia, y en segundo término, Shaikh plantea que la cuestión gira en torno a un cambio en la forma del valor; es la transformación desde la expresión directa del valor, precios directos, a la forma más compleja, los precios de producción. Alude a un cambio en la forma. La composición y distribución de los valores de uso es la misma, la masa de mercancías que circulan es la misma, y es el mismo el valor agregado total, se trate de precios directos o precios de producción131. Por supuesto, la cuestión cambia desde el punto de vista del capitalista individual, ya que no podrá vender sus productos a precios directamente proporcionales a sus valores, sino a precios que tiendan a generar una tasa de ganancia similar entre las diferentes ramas de la economía. Pero que se trate de un cambio de la forma implica que existe un límite diríamos "estructurar para el recargo de ganancia que puede realizar cada capitalista sobre los costos de producción. Esto significa que...

...existen límites a los efectos de las diferentes formas del valor, y que estos límites surgen precisamente de las magnitudes de valor cuya distribución se realiza a través de estas formas monetarias132.

A partir de aquí se puede comprender el significado de la transformación iterativa que realizan Shaikh o Morishima. El método iterativo consiste en partir del procedimiento de Marx, pero en lugar de detenerse en el primer cálculo de los precios de producción se continúa el proceso en una segunda, tercera y más "rondas", introduciendo en cada una de ellas los precios de producción obtenidos en las rondas anteriores como precios de los insumos. Por ejemplo, supongamos que tenemos tres ramas de producción, la I productora de medios de producción; la II, productora de medios de consumo, y la III, productora de bienes de lujo. Supongamos que como resultado del primer cálculo de precios de producción, los precios de producción de la rama I se elevan con relación a los precios directamente proporcionales a los valores en un 10%; que los precios de producción de la rama II bajan con relación a los precios directos el 5%; y que los precios de producción de la rama III bajan un 10%. En la segunda ronda los capitalistas de cada rama comprarán sus insumos -medios de producción- o pagarán el valor de la fuerza de trabajo - medios de consumo masivo- a los nuevos precios de producción. Por lo tanto en esta ronda habrá que calcular nuevos precios de producción; y estos nuevos precios de producción entrarán luego en la tercera ronda. Siguiendo este método rápidamente se converge hacia los precios de producción de Bortkiewicz; con lo cual se desarticulaba en buena medida la critica neoricardiana.

La reformulación del Nuevo Enfoque

A partir del análisis de Cogoy hemos visto que la transformación, tal como se estuvo planteando durante años, es imposible de lograr. De hecho se puede sostener, como hace Cogoy, que entre las estructuras de valores y precios existe un vínculo más o menos estrecho, pero no dejan por ello de ser dos estructuras que parecen discurrir por carriles distintos. Sin embargo la cuestión estaba mal planteada desde el inicio, y éste es el aporte que realiza en años recientes la corriente llamada del Nuevo Enfoque133. Aunque en nuestra opinión ya trabajos como el de Shaikh preparaban el camino hacia esta solución. En primer lugar, por destacar que Marx no discutió en el tomo 3 de El Capital la transformación "de valores a precios", sino de los precios directamente proporcionales a los valores a los precios de producción. Con ello estaba afirmando que no existen dos estructuras más o menos independientes, una de valores y otra de precios. Los valores siempre aparecen como precios, y por lo tanto la plusvalía no aparece como plustrabajo, sino bajo la forma de dinero. En segundo lugar, porque al extender el procedimiento de Marx a una segunda ronda, donde los insumos ya se contabilizan como precios de producción, de hecho Shaikh o Morishima superan la cuestión de "transformar" los "valores de los insumos", como pretendía hacer la crítica tradicional. Es que aun suponiendo que en el punto de arranque del proceso iterativo tuviéramos "valores" -precios directamente proporcionales a los tiempos de trabajo- en los insumos, en la segunda ronda ya tenemos precios de producción. Por lo tanto la transformación en esta segunda ronda, y en las sucesivas, comprende sólo la distribución de la plusvalía entre las ramas productivas. De ninguna manera está planteada ya la necesidad de "transformar" los insumos. Y en esencia el Nuevo Enfoque dice esto mismo: los insumos no deben ser transformados, porque el capitalista compra a precios de producción; o mejor dicho, a precios de mercado que oscilan en torno a los precios de producción. Incluso ya en Marx está contemplada esta cuestión, porque cuando discute la transformación demuestra que era consciente de que las primeras columnas de su cuadro correspondían en realidad a precios de producción134. Sin embargo, y posiblemente debido al carácter de borradores que tenían los textos, ha habido una interpretación no del todo rigurosa de algunos pasajes claves del capítulo 9 del tomo 3, que trata de la transformación. Ramos Martínez y Rodríguez Herrera demuestran al respecto, a partir de un análisis riguroso y en nuestra opinión concluyente, que para Marx, cuando los precios de las mercancías ya no son directamente proporcionales a los valores, el capital constante y variable pasan a ser precios que no necesariamente se corresponden con sus valores. Esto es, el capital constante es una suma de dinero que el capitalista dispone para reemplazar los medios de producción, y el capital variable es una suma de dinero destinado a salarios, que es usado por los trabajadores para comprar sus medios de subsistencia y corresponde a los precios de los bienes salariales, y no a sus valores135.

En cualquier caso, y más importante que lo que "verdaderamente dijo Marx", está el hecho al que hicimos referencia, que los capitalistas adquieren el capital constante, y los trabajadores sus medios de subsistencia, en términos de precios. Se concluye entonces que lo único que tiene lugar cuando se determinan los precios recargando una tasa media de ganancia sobre los costos es una distribución de la plusvalía entre los capitalistas. El procedimiento de Marx, por lo tanto, refleja una realidad del mundo capitalista, y toda la cuestión de la transformación pierde contenido.

Este enfoque, por otra parte, permite superar la visión estática a que inducen las soluciones basadas en el modelo de Bortkiewicz. Es que la resolución de los sistemas de ecuaciones exige una única tasa de ganancia para todas las industrias y empresas. Sin embargo, aún admitiendo como hipótesis simplificadora una tasa media de ganancia entre las ramas, es necesario suponer también que dentro de cada rama industrial no existen diferentes tasas de ganancia, producto de las diferencias de productividad. Veremos en un capítulo posterior el rol que juegan estas diferencias en la generación de plusvalías extraordinarias, que a su vez están en el centro de la dinámica capitalista. Pero las soluciones "a lo Bortkiewicz" no pueden captar este rasgo básico del capitalismo. En el capítulo anterior habíamos señalado que los modelos basados en las matrices insumo-producto no podían dar cuenta de "lo nuevo", y que esto inducía a una perspectiva en el fondo estática de la economía. Ahora vemos que el problema se potencia por la imposibilidad de admitir los diferenciales de tasas de ganancia intrarramas.

Pero además, y como subraya el Nuevo Enfoque, la solución Bortkiewicz elimina el tiempo real que es inherente a toda producción. Es que la resolución simultánea de las ecuaciones exige que los precios de los bienes usados como insumos sean exactamente iguales a los precios de esos bienes cuando son productos. Este supuesto podría admitirse de forma muy provisional, y en tanto no se tengan en cuenta los cambios de productividad; pero si se quieren introducir los cambios de productividad en la transformación "a lo Bortkiewicz", el sistema de ecuaciones deja de tener validez136. Para verlo, supongamos que en el tiempo 1 se produce un bien a en la industria A, que es utilizado luego en el tiempo 2 como insumo por la industria B para producir el bien b. El capitalista de B paga por a su precio de producción (supongamos que es igual a su precio de mercado) y lo emplea durante el tiempo 2 para producir b. Al finalizar el tiempo 2 el precio que ha pagado por a entra en los componentes del capital constante, sobre el que recarga la tasa media de beneficio. En tanto no haya cambios en la productividad en la industria A, esto es correcto. Pero supongamos que durante el tiempo 2 se produce un aumento en la productividad de la industria A, de manera que bajan los precios de producción de los bienes a. El capitalista de B ha comprado el bien a al finalizar el tiempo 1 al precio de producción "viejo". Pero dado que el valor de a ha disminuido, el valor de su capital constante debe considerarse disminuido en consecuencia. Recuérdese lo que explicamos en el capítulo anterior, el valor es tiempo-de trabajo social mente necesario actual, presente. Si otros productores de B ya están comprando el bien a como insumo a los precios nuevos, los capitalistas de B que tengan a como stock deberán considerar esta caída. O se a, sufren una desvalorización de parte de su capital; una desvalorización que ocurre en "tiempo real", en el curso del proceso productivo. Esta situación es muy común en el capitalismo -un régimen que se caracteriza por la revolución permanente de las fuerzas productivas- y no se puede captar con los esquemas "a lo Bortkiewicz".

Sobre la medición de los valores. Planteamiento

Una de las discusiones conexas a los debates sobre la transformación y el uso de las matrices insumo-producto es la referida a la posibilidad de medición de los valores. Se ha discutido extensamente, y se sigue discutiendo, hasta qué punto los tiempos de trabajo socialmente necesarios se pueden medir utilizando las matrices. Existen al respecto dos posiciones opuestas: por un lado, la de aquellos que sostienen que los tiempos de trabajo socialmente necesarios son registrables empíricamente, y que además es posible demostrar que no existen en la práctica grandes desviaciones entre los precios directamente proporcionales a los valores y los precios de mercado o los precios de producción. Por otra parte, los marxistas -particularmente los teóricos del Nuevo Enfoque- que afirman que estos cálculos no tienen sentido porque los valores no se pueden calcular. La discusión tiene Importancia porque alude al carácter inasible o no de los valores, y en este sentido nos permite completar la discusión sobre el cálculo de los tiempos de trabajo que hemos iniciado en el capítulo anterior. Presentaremos entonces, en primer lugar y de manera resumida, lo esencial del cálculo de valores que realizan quienes sostienen que los valores se pueden medir. En segundo término presentamos las principales objeciones que se hacen a esta posición y en tercer tugar daremos nuestra visión del tema, que podría calificarse de "centrista" entre las dos posturas polares.

Las mediciones del valor a partir de los análisis insumo-producto

Al presentar el trabajo de Cogoy tuvimos ocasión de mostrar, con una sencilla economía de dos ramas, cómo sería posible calcular valores ("trabajo invertido") en base a los coeficientes técnicos de la producción. A pesar de que en ese ejemplo no existe capital, y por lo tanto no existe ganancia, ilustra el punto de partida del método que pretende calcular los valores en las economías capitalistas modernas. Para captarlo en su sustancia, volvamos a la matriz A, de orden n - 1, de los coeficientes de insumos por unidad de cada producto. Se supone que la matriz es productiva, lo que significa que permite que la producción de un bien, por lo menos, supere la necesidad de reemplazo de los insumos. Consideremos también la matriz unitaria I de orden n - 1; el vector columna Q, de las n - 1 cantidades físicas producidas; y el vector columna Y de las n - 1 cantidades físicas que constituyen la demanda final. Es evidente entonces que

Cantidades producidas - Cantidades insumidas en la producción = Demanda final del producto. En símbolos:

(I - A)Q = Y

Con un simple pasaje de términos, tenemos:

Q = (I - A)−1 Y

La matriz (I - A)−1, que se conoce como inversa de Leontief, tiene un significado económico importante. Para comprenderlo, observemos que el vector Q nos está diciendo qué cantidades físicas Q1 Q2, ... Qn-1 son necesarias producir para obtener un producto neto Y−1 Y−2, ... Yn-1. De manera que cada una de las Q; serán superiores -o iguales en algunos casos- a las Y, ya que comprenden no sólo las cantidades que entran en el producto neto, sino también las cantidades que deben ser reemplazadas como insumos. De aquí se deduce el significado de los coeficientes de la inversa de Leontief. Si utilizamos la letra griega p para los coeficientes de la matriz (I - A)−1, cada ßij representa la cantidad de mercancía i que es necesaria para obtener una unidad de mercancía j. Obsérvese que hay una diferencia con el significado que le atribuíamos a los que habíamos visto cuando hablamos de la matriz productiva A. En este último caso nos referíamos a las cantidades directas de insumos i que se necesitan para producir una unidad de mercancía j. Por el contrario, en la inversa de Leontief cada coeficiente ßij representa las necesidades totales -directas e indirectas- de mercancías necesarias para obtener las mercancías que constituyen el producto neto.

Para ilustrarlo con el ejemplo que presenta Pasinetti (1984), supongamos que tenemos una economía de sólo dos industrias, trigo y acero, y que la matriz A nos dice que para producir 1 unidad de trigo hacen falta 0 unidades de trigo y 0,3 unidades de acero, y que para producir 1 unidad de acero hacen falta 0 unidades de acero y 0,6 unidades de trigo. Estas son entonces las necesidades directas de trigo y acero para generar una unidad de trigo y una de acero. Pero a su vez, para producir las 0,3 unidades de acero y 0,6 unidades de trigo hacen falta nuevos insumos de acero y trigo. De manera que un nuevo cálculo -utilizando la matriz A- nos dará nuevos requerimientos de trigo y acero; y luego habrá que calcular los insumos necesarios para estos últimos. Se trata por lo tanto de una serle que tiende a cero, dado que en cada ronda los requerimientos son menores. Pues bien, la inversa de Leontief es el resultado de todas estas rondas; en el cálculo hay un resto que es despreciable, porque en cada ronda disminuye la cantidad de insumos necesarios. De la misma manera, con la inversa de Leontief se puede calcular la cantidad de trabajo directa e indirecta necesario para obtener cada unidad de producto final. Recordando que an = vector de coeficientes de trabajo directo, se podría obtener el vector valores v:

v = an (I - A)−1

que representaría las cantidades de trabajo directo e indirecto necesarias para producir cada unidad de bien final. Se obtiene así un vector de trabajo "verticalmente integrado"137.

Esta ha sido entonces la base para los cálculos de valores emprendidos por Shaikh (1984), Petrovic (1987) y Ochoa (1989), entre otros, y para examinar la correlación entre valores y precios, a partir del uso de las matrices de insumo-producto de la economía de Estados Unidos (Shaikh y Ochoa) y Yugoslavia (Petrovic). Los resultados que obtuvieron estos autores parecieron confirmar, en principio, la ley del valor trabajo. Esto es, los precios de producción presentaban una estrecha relación con la evolución de los valores, o sea, con los tiempos medios de trabajo, calculados con las matrices. Además, Shaikh y Ochoa insistieron en que las desviaciones entre los valores y precios de producción -que tantos ríos de tinta hicieron correr- eran muy pequeñas. La razón se puede explicar de forma intuitiva. Recuérdese que en el esquema de transformación de Marx las diferencias entre los precios directamente proporcionales a los valores y los precios de producción se originan en las amplias diferencias en las composiciones de valor entre las ramas industriales. Sin embargo, Marx tenía en cuenta sólo la composición de las industrias directas, y no todos los requerimientos de trabajo y de capital constante implicados directa o indirectamente en la producción. Cuando se tienen en cuenta estos últimos, las diferencias se achican notablemente, dado el carácter altamente integrado de la industria moderna. Esto es, si bien en la rama de producción directa de un cierto bien a la composición C/V puede ser menor que el promedio, al "remontarse hacia arriba" en la cadena productiva encontraremos Industrias que proveen los insumos indirectos necesarios para la producción de a con composiciones C/V superiores al promedio. De manera que las diferencias se compensan, y cuando se hallan los precios-valores de la manera indicada los resultados no divergen demasiado de tos precios de producción. Más aún, a veces se encontraron correlaciones más estrechas entre los precios de mercado y los precios valores, que entre los precios de producción y los precios de mercado.

Cuestiones cualitativas en la medición de los valores

Las objeciones más importantes que suscitan estos intentos de comprobación empírica de los valores se relacionan con mucho de lo que hemos discutido acerca de la relación entre valores y precios, y las insuficiencias de las matrices insumo-producto en general. Recapitulemos algunas cuestiones que ya hemos apuntado. En primer lugar, las matrices deben suponer una producción, estrictamente circular; esto es) "lo nuevo" no puede ser comparado en términos físicos. Esta cuestión no pudo ser "salvada" en los trabajos que comentamos. Por ejemplo, Ochoa no trabaja con matrices de coeficientes técnicos, sino mide los insumos como costos en dólares constantes por unidad de producto. De manera que los coeficientes integrados que surgen en la inversa de Leontief son dólares (deflacionados) directos e indirectos de capital por dólar de producto. Gracias a este procedimiento Ochoa convierte un dólar constante (en su caso el de 1972) en una medida del producto físico. Los coeficientes integrados son por lo tanto dólares directos e indirectos de capital y horas-hombre directas e indirectas utilizadas por dólar de producto. Pero la consecuencia es que el cambio cualitativo queda eliminado por hipótesis. Lo cual es un inconveniente grave, tratándose del sistema capitalista.

Por otra parte, para calcular el nivel de los precios Ochoa establece una constante de proporcionalidad (µ) entre los valores y los precios de mercado, cuya dimensión es horas-hombre/dólar. Esto es, establece de manera directa una relación entre trabajo y dinero, lo cual requiere que la suma de los productos sectoriales a precios-valores (o precios directos) sea igual a la suma de los productos sectoriales a precios de mercado. Pero de esta manera los valores son directamente precios. Con lo cual la contradicción dialéctica entre valores y precios y los problemas de realización sencillamente desaparecen. Estamos de lleno en una problemática ricardiana; esto es, no hay problemas de venta; en ese esquema los valores, determinados por los coeficientes técnicos, son directamente precios (las sumas de trabajos invertidos son iguales a los precios). Los desequilibrios entre valores y precios no pueden registrarse, cuando en la realidad del capitalismo permanentemente existen modificaciones, sea por el lado de las condiciones técnicas de producción, o de demanda, que hacen imposible esta coincidencia. Además, y por esta misma razón, el concepto de capital vertical mente integrado también es pasible de cuestionamientos. Por ejemplo, es necesario considerar qué porcentaje del desgaste de la maquinaria es incluido por el capitalista en el producto final. Es lo que se llama el cálculo de amortización. Pero este cálculo no tiene nada de sencillo ni es mecánico, porque una vez introducidas las máquinas en la producción, sus valores de reproducción sufren fuertes variaciones. Por ejemplo, un cambio tecnológico que moderniza determinada máquina genera comúnmente un descenso fuerte del valor de los capitales ya instalados, y por lo tanto variaciones en los cálculos de amortización. Este fenómeno, muy común, no hay manera de registrarlo con el cálculo en base a las matrices; en todo caso hay que postular una tasa de amortización constante. Algo similar se puede decir con respecto a la integración vertical de los trabajos. Si bien muchos trabajos complejos son reducibles a unidades de trabajo simple, y éstos a su vez tienen por lo general una relación con los salarios, esa relación está lejos de ser unívoca o directa. Las tasas de plusvalía pueden variar mucho si, por ejemplo, trabajos complejos, generadores de alto valor agregado, reciben -por cuestiones que tiene que ver con tradiciones, relaciones de fuerza- salarios relativamente bajos; o si, por el contrario, trabajos más simples gozan de salarios relativos más altos. Todos estos factores de desequilibrio hacen que en la práctica sea muy difícil calcular los tiempos de trabajo efectivos y los valores. De aquí que los partidarios del Nuevo Enfoque consideren que este tipo de cálculos no tiene sentido alguno.

¿Es posible una tercera posición?

Tal vez, y a título provisorio, sería posible esbozar una "tercera posición" entre ambas posturas, consistente en afirmar que, si bien las objeciones que acabamos de ver obligan a tomar los cálculos con muchas precauciones y matizaciones, sin embargo podrían ayudar a establecer algunas correlaciones tendenciales entre la evolución de los precios de largo plazo y los cambios en los tiempos de trabajo socialmente necesarios. Así, el "abaratamiento" que hemos visto en las últimas décadas de muchos productos-por ejemplo en electrónica y computación- puede relacionarse con la caída tendencial de los tiempos de trabajo empleados en su fabricación138. Hemos visto, por otra parte, que los propios capitalistas procuran medir los tiempos de trabajo e incluso en algunos casos "cotizan" las horas de trabajo en el mercado. Por supuesto, estos tiempos de trabajo sólo aparecen en la superficie bajo la manera cosificada de las expresiones monetarias de los valores. Estamos entonces ante una vínculo contradictorio, que se manifiesta a través de bruscas oscilaciones en los movimientos de largo plazo. Por otra parte, esta tendencia a la baja de los precios a medida que aumenta la productividad estaría en la base de las tendencias deflacionarias de los últimos años, que acompañan los avances de la productividad.

La producción conjunta

La segunda discusión, que estuvo vinculada a los debates en torno al valor y los precios, tuvo por origen la producción conjunta. Por producción conjunta se entiende un proceso del cual salen como productos dos o más bienes. El problema se puede presentar con un ejemplo. Supongamos la producción de ovejas, de las cuales se extrae carne y lana; tenemos así una rama que utiliza trabajo para generar dos bienes. Por lo tanto podemos conocer, en principio, la cantidad de trabajo necesario para producir la carne y la lana, pero no hay manera de determinar cuál es la cantidad de trabajo que corresponde a cada uno de estos productos. O, para presentarlo con el ejemplo de Cogoy de una economía de dos ramas productivas, trigo y acero, supongamos ahora que con trigo y acero, más trabajo, se consigue trigo y acero en un mismo proceso productivo; por ejemplo:

2t + 4a + 2L->6t+5a

A diferencia de cuando teníamos dos ecuaciones con dos incógnitas (las unidades de valor de trigo y acero), aquí tenemos sólo una ecuación con las dos incógnitas. Por lo tanto el sistema no tiene resolución. Para resolver el caso de la producción conjunta los economistas -por ejemplo Sraffa (1961)- se han acostumbrado a introducir un segundo proceso productivo. Suponen que en este segundo proceso se emplean Insumos y producen bienes en distintas proporciones que el primer proceso. De esta manera consiguen las dos ecuaciones con las dos incógnitas. A partir de aquí, y en casos especiales, surgen "valores negativos" y precios positivos, o "plusvalías negativas" y ganancias positivas139. Por otra parte, dado que hoy existen (en química, petroquímica) muchos procesos productivos en los que aparece más de un producto, muchos autores dieron al caso de la producción conjunta un carácter de generalidad tal que parecía marcar el quiebre definitivo de la teoría del valor trabajo.

Pero la producción conjunta no demuestra el quiebre de la teoría del valor trabajo, sino las falencias de los enfoques meramente técnicos y físicos del valor. Esto es, vuelve a mostrar la Imposibilidad de establecer los valores y precios en base a un determinismo técnico. No se trata de una cuestión de matemáticas, sino de comprensión del carácter social del valor y de la relación entre éste y los precios. Subrayemos al respecto, y en primer lugar, el carácter extremadamente restrictivo que se impone a la resolución del problema: la cantidad de procesos debe ser igual a la cantidad de bienes que se producen de manera conjunta, a fin de que la cantidad de ecuaciones pueda igualarse a la cantidad de incógnitas. Y esto deberá ser así, se trate del cálculo de los "valores", como de los precios de equilibrio y la tasa de ganancia en un esquema sraffiano. Por lo tanto ya no basta con postular que existe una única tasa de ganancia para todas las industrias; que la producción es estrictamente circular; que no hay problemas de realización ni de ventas; ni que el dinero es un simple numerarlo. Ahora, a todos estos supuestos "clásicos" de los neoricardianos hay que agregar que los procesos en cada rama deben existir en una cantidad tal como para que el economista pueda armar la cantidad exacta de ecuaciones para presentar su solución de precios y tasa de ganancia. Sin embargo de lo que trata la ciencia no es de encontrar salidas elegantes -en lo formal- para las cuestiones económicas, sino explicaciones de la realidad. Así, es un hecho que en la industria real el número de procesos de producción conjunta no tiene por qué coincidir siempre con la cantidad de productos. Esto es lo que hay que encarar. Pero el tema se simplifica enormemente si salimos de la problemática estrictamente neoricardiana y recordamos que jamás los precios están determinados sólo por las condiciones de producción, sino surgen de una articulación entre ésta y el mercado.

Yendo ahora al ejemplo de la producción conjunta de carne y lana de oveja, los tiempos de trabajo objetivados en la producción de la oveja establecen un límite estructural para el valor de la carne y la lana de conjunto. Pero cuánto de ese valor corresponderá a la carne y cuánto a la lana dependerá, entre otros factores, de la demanda en el mercado, esto es, del tiempo de trabajo socialmente necesario que la sociedad esté dispuesta a entregar por cada uno de estos productos. Entra aquí un elemento de contingencia, que se relaciona con la oferta y la demanda. Dentro de los límites establecidos por la ley del valor, los precios de cada uno de los bienes experimentarán oscilaciones. Sí el día de mañana, por ejemplo, se descubre otro producto de la oveja para el que hay demanda, el valor agregado por el trabajo humano en la oveja se distribuirá entre los tres bienes. Por lo tanto no hay en esto ningún misterio. El debate sobre la producción conjunta fue en esencia una tormenta en un vaso de agua, provocada por la entronización del álgebra matricial y el intento de reemplazar el estudio económico con este instrumento.

Valor, mercado mundial y globalización
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_073.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_074.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_075.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_076.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_077.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_078.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_079.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_080.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_081.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_082.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_083.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_084.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_085.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_086.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_087.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_088.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_089.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_090.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_091.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_092.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_093.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_094.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_095.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_096.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_097.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_098.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_099.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_100.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_101.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_102.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_103.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_104.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_105.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_106.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_107.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_108.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_109.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_110.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_111.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_112.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_113.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_114.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_115.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_116.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_117.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_118.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_119.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_120.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_121.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_122.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_123.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_124.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_125.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_126.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_127.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_128.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_129.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_130.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_131.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_132.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_133.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_134.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_135.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_136.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_137.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_138.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_139.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_140.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_141.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_142.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_143.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_144.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_145.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_146.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_147.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_148.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_149.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_150.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_151.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_152.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_153.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_154.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_155.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_156.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_157.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_158.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_159.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_160.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_161.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_162.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_163.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_164.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_165.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_166.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_167.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_168.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_169.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_170.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_171.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_172.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_173.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_174.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_175.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_176.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_177.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_178.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_179.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_180.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_181.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_182.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_183.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_184.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_185.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_186.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_187.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_188.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_189.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_190.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_191.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_192.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_193.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_194.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_195.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_196.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_197.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_198.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_199.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_200.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_201.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_202.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_203.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_204.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_205.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_206.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_207.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_208.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_209.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_210.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_211.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_212.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_213.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_214.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_215.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_216.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_217.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_218.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_219.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_220.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_221.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_222.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_223.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_224.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_225.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_226.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_227.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_228.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_229.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_230.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_231.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_232.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_233.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_234.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_235.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_236.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_237.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_238.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_239.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_240.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_241.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_242.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_243.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_244.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_245.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_246.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_247.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_248.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_249.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_250.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_251.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_252.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_253.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_254.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_255.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_256.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_257.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_258.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_259.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_260.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_261.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_262.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_263.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_264.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_265.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_266.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_267.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_268.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_269.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_270.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_271.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_272.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_273.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_274.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_275.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_276.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_277.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_278.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_279.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_280.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_281.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_282.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_283.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_284.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_285.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_286.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_287.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_288.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_289.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_290.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_291.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_292.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_293.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_294.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_295.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_296.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_297.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_298.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_299.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_300.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_301.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_302.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_303.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_304.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_305.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_306.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_307.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_308.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_309.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_310.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_311.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_312.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_313.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_314.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_315.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_316.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_317.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_318.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_319.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_320.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_321.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_322.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_323.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_324.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_325.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_326.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_327.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_328.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_329.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_330.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_331.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_332.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_333.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_334.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_335.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_336.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_337.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_338.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_339.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_340.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_341.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_342.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_343.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_344.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_345.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_346.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_347.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_348.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_349.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_350.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_351.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_352.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_353.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_354.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_355.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_356.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_357.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_358.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_359.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_360.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_361.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_362.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_363.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_364.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_365.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_366.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_367.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_368.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_369.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_370.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_371.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_372.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_373.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_374.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_375.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_376.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_377.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_378.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_379.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_380.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_381.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_382.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_383.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_384.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_385.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_386.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_387.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_388.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_389.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_390.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_391.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_392.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_393.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_394.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_395.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_396.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_397.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_398.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_399.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_400.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_401.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_402.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_403.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_404.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_405.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_406.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_407.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_408.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_409.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_410.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_411.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_412.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_413.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_414.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_415.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_416.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_417.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_418.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_419.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_420.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_421.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_422.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_423.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_424.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_425.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_426.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_427.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_428.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_429.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_430.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_431.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_432.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_433.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_434.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_435.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_436.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_437.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_438.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_439.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_440.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_441.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_442.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_443.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_444.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_445.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_446.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_447.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_448.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_449.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_450.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_451.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_452.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_453.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_454.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_455.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_456.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_457.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_458.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_459.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_460.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_461.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_462.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_463.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_464.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_465.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_466.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_467.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_468.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_469.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_470.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_471.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_472.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_473.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_474.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_475.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_476.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_477.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_478.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_479.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_480.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_481.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_482.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_483.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_484.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_485.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_486.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_487.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_488.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_489.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_490.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_491.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_492.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_493.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_494.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_495.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_496.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_497.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_498.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_499.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_500.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_501.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_502.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_503.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_504.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_505.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_506.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_507.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_508.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_509.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_510.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_511.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_512.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_513.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_514.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_515.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_516.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_517.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_518.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_519.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_520.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_521.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_522.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_523.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_524.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_525.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_526.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_527.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_528.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_529.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_530.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_531.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_532.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_533.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_534.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_535.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_536.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_537.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_538.xhtml