LA TRANSFORMACIÓN DE VALORES A PRECIOS
LA llamada transformación de valores a precios es el tema que inspiró las mayores críticas hacia El Capital y la teoría del valor trabajo. Dado que en un capítulo posterior utilizaremos el método de Marx para derivar los precios de producción, presentamos ahora el tema. Comenzamos examinando la cuestión tal como se le presentó originariamente a Ricardo; explicamos luego la solución de Marx; las críticas neoricardianas y su debate, y por último la solución propuesta por la escuela del Nuevo Enfoque, que vuelve a lo esencial del planteo de Marx e influyó decisivamente en nuestro trabajo. Puntualizamos que no es nuestro objetivo ofrecer una historia completa de las controversias que se han desarrollado a lo largo de más de un siglo de debates113, sino brindar una guía para la comprensión de las cuestiones centrales implicadas y una explicación de por qué optamos por la solución de Marx. Por otra parte presentamos dos discusiones que han atravesado la teoría del valor: el debate sobre la posibilidad de medir los valores; y el llamado problema de la producción conjunta. Estas cuestiones nos permitirán responder a algunas críticas que se han dirigido a la teoría y ahondar en la relación entre valores y precios.
Valor y tasa de ganancia en Ricardo
El problema de la relación entre los tiempos de trabajo y los precios se le planteó a Ricardo a raíz de no poder conciliar su teoría del valor con el hecho empírico de que capitales de igual magnitud deben rendir, tendencialmente, la misma tasa de ganancia. Se puede explicar el tema, en su aspecto esencial, con un ejemplo numérico. Supongamos la existencia de dos capitales de igual magnitud, 4 libras esterlinas cada uno, que se aplican en dos ramas distintas de la economía, A y B, para generar respectivamente los bienes X e V. Las 4 libras se invierten en el salario; se trata de trabajos simples y tanto X como Y insumen un año de trabajo por unidad de producto. El valor generado por cada obrero en cada una de las ramas durante el año es de 5 libras esterlinas. Sin embargo, existe una diferencia entre X e Y; mientras X puede salir inmediatamente a la venta después de producido, Y necesita un año de estacionamiento (supongamos que se trata de vino). Durante ese año -y según la teoría del valor trabajo- no se agrega valor a Y. Si se define la tasa de ganancia como valor del producto - costo / costo, tenemos: En la rama A el bien X se produce en un año. Se vende a su valor = 5 libras. Costo = 4 libras de salario. Tasa de ganancia: 25% anual.
En la rama B el bien Y se produce en un año; se deja descansar otro año. Se vende a su valor = 5 libras. Costo en salario = 4 libras. Tasa de ganancia: 25% en dos años; 12,5% anual.
De manera que, si X e Y se venden a precios directamente proporcionales a sus tiempos de trabajo, la tasa de ganancia anual en B es la mitad que en la rama A. Pero Ricardo era consciente de que las tasas de ganancia de capitales de igual magnitud tienden a igualarse. Es que si la tasa de ganancia en un sector es superior al promedio durante un tiempo más o menos prolongado, los capitales fluirán hacia ese sector, generando una oferta superior a la demanda y la consecuente caída de los precios. Por lo tanto Ricardo sabía que hay precios tendenciales que generan una tasa de ganancia promedio igual para todas las ramas de la economía, y alrededor de los cuales fluctúan los precios del mercado. Como hemos visto en el anterior capítulo, Ricardo también había llegado a la conclusión de que detrás de esos precios existe un principio regulador, consistente en la cantidad de trabajo humano invertido en la producción, que determina los "precios naturales". Pero entonces surgía la dificultad de conciliar ese principio regulador con los precios que deben generar una tasa de ganancia promedio igual. En el ejemplo anterior, si queremos igualar las ganancias, las mercancías X e Y no pueden venderse según sus tiempos de trabajo invertidos. La igualación de la tasa de ganancia parece entrar en contradicción con la ley del valor trabajo. Ricardo no pudo resolver esta cuestión. Se dio cuenta de que los precios, en la medida en que determinan una tasa media de ganancia, son distintos a los precios directamente proporcionales a los valores; pero, como observa Marx, en lugar de derivar los precios de mercado de los valores, termina admitiendo que los valores....
... son determinados por influencias independientes del tiempo de trabajo, y que la ley del valor resulta invalidada en forma esporádica por dichas influencias...114
De esta manera abría el camino para que sus oponentes atacaran su teoría del valor. En realidad, las dificultades de Ricardo para derivar los precios de los valores eran inherentes a su sistema, porque al no estudiar la especificidad de la forma del valor, pasaba por alto el carácter contradictorio que anida ya en la forma más simple del valor, entre el contenido -el trabajo invertido- y su expresión monetaria, el precio. De ahí que Ricardo quisiera resolver de manera directa la relación entre los valores y precios, sin atender a las mediaciones que conectan los tiempos de trabajo invertidos con el movimiento de los precios. En particular, Ricardo no había logrado desentrañar el secreto de la producción de la plusvalía115; por lo tanto no podía dar cuenta de cómo la ganancia, y la tasa media de ganancia, pueden derivarse del valor. Y éstas son mediaciones esenciales para derivar los precios de mercado de los precios directamente proporcionales a los valores. De ahí que la tasa media de ganancia aparezca en su sistema como un hecho dado, que no "encaja" en su teoría del valor. Estas dificultades no pudieron ser superadas por sus continuadores, y contribuyeron a la disolución de la escuela en los años posteriores a la muerte de Ricardo.
La solución de Marx
Marx heredó el problema de Ricardo, pero en los dos primeros libros de El Capital continuó trabajando sobre la hipótesis de que los precios eran directamente proporcionales a los tiempos de trabajo invertido. Dado que en vida sólo alcanzó a publicar el primer libro de El Capital, un importante crítico, Böhm-Bawerk, dijo que Marx no había terminado su obra porque no podía resolver el problema que había dejado Ricardo. Sin embargo es un hecho que Marx había dejado una solución en borradores que ya estaban escritos cuando publicó el primer libro, en 1867. Su solución se conoció finalmente en 1894, cuando Engels publica el tercer libro de El Capital. Marx estudia en esencia el mismo problema que Ricardo, pero en lugar de trabajar con los distintos tiempos de rotación de los capitales, lo hace a partir de las distintas composiciones medias de capital. O sea, Marx analiza que sucede con los precios cuando la relación entre capital constante /capital variable varía entre las ramas, siendo iguales las tasas de plusvalía (esto es, la relación entre, plusvalía y capital variable). Si las mercancías se vendieran a precios directamente proporcionales a los tiempos de trabajo, las tasas de ganancia serían muy distintas. Para ilustrarlo, suponemos tres ramas de producción, con capitales de 100 unidades en cada una, pero con composiciones de valor (o sea, relaciones de capital constante/capital variable) distintas. Suponemos la tasa de plusvalía igual en todas las ramas; en este caso, del 100%. Si rigen precios directamente proporcionales a sus valores, tenemos:
Tabla 1 | |||||
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Rama | Cap. cte | Cap. var. | Plusv. | Precio valor | Tasa de gan. % |
A | 90 | 10 | 10 | 110 | 10 |
B | 80 | 20 | 20 | 120 | 20 |
C | 70 | 30 | 30 | 130 | 30 |
Supongamos, a fines heurísticos, que las mercancías se vendieran a estos precios; los capitales fluirían hacia C, la rama de mayor tasa de ganancia. Esto generaría una sobreoferta de productos en C, a la vez que una carencia de los productos de A, y eventualmente de B. De manera que los precios de C bajarían y los precios de A subirían, hasta que en promedio las tasas de ganancia se igualaran. Desde el punto de vista analítico, esa tasa de ganancia común surge de dividir la suma de las plusvalías (en nuestro ejemplo. = 60) por el conjunto del capital invertido (en nuestro ejemplo = 300). La tasa media de ganancia es del 20%, y los precios se establecen a partir de un recargo sobre los costos, que comprenden la suma del capital constante más el variable. Los precios que resultan, que Marx llama de producción, garantizan una tasa de ganancia igual en todas las ramas. En el ejemplo anterior:
Tabla 2 | ||||||
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Rama | Cap. cte. | Cap. var. | Plusv. | Precio Valor | Tasa media ganancia % | Precio de Producción |
A | 90 | 10 | 10 | 110 | 20 | 120 |
B | 80 | 20 | 20 | 120 | 120 | |
C | 70 | 30 | 30 | 130 | 120 |
Así los capitales que tienen una menor proporción de capital variable que la media, venden a un precio de producción superior al precio directamente proporcional al valor. Lo inverso sucede con los capitales que tienen una mayor proporción de capital variable que la media. La ley del valor se cumple, en el sentido que los valores globales producidos reaparecen en el producto final, y las ganancias apropiadas por los capitales equivalen a las sumas de plusvalías; o sea, de valores generados por los plustrabajos. Pero los precios individuales de las mercancías ya no se corresponden a los tiempos de trabajo invertidos, en forma estricta, en cada rama.
Es importante precisar que esta transformación de los precios obedece al método de exposición, a la lógica del desarrollo de los conceptos. Esto es, cuando Marx trabaja en los tomos 1 y 2 de El Capital con precios directamente proporcionales a los valores, lo hace no porque estos precios existan en el capitalismo, sino porque lo exige el progreso del análisis. En Teorías... Marx aclara esta cuestión: si la formación de la tasa media de ganancia "no afecta la dimensión absoluta de la plusvalía total", sino sólo "altera su distribución entre las diferentes esferas", es fundamental tratar la manera cómo se determina esa plusvalía a partir del tiempo de trabajo socialmente necesario antes dé estudiar la tasa de ganancia y los precios de producción116. Sólo así pueden derivarse los precios de producción del valor. Y este mecanismo implica la existencia de procesos competitivos en cuyo seno se encuentra la movilidad de capitales. Es que la nivelación de la tasa de ganancia
...presupone ya movimientos del capital en todas las direcciones, o una distribución, determinada por la competencia, de todo el capital social entre sus distintas esferas de empleo117.
Son las diferencias persistentes de precios por encima o debajo de los precios de producción las que provocan las migraciones de capitales de una rama a la otra, con el resultado de la nivelación de la tasa de ganancia; de esta manera también se distribuye
...la masa total de tiempo de trabajo social entre las distintas esferas de la producción, de acuerdo a las necesidades sociales118.
Por lo tanto en este proceso, y como sostienen Duménil y Lévy, la tasa de beneficio actúa como la variable significativa y clave de estos movimientos; es que los capitalistas maximizan su ganancia
...tomando en cuenta la masa de fondos disponibles, es decir, maximizan su tasa de beneficio. Esta preocupación es, por naturaleza, comparativa119.
Se imponen algunas aclaraciones accesorias. En primer lugar, los precios de producción no son los precios a los que finalmente se venden las mercancías; los precios de mercado estarán afectados por las ofertas y demandas, por oscilaciones aleatorias y otros factores. Por lo tanto los precios de producción son tendenciales; se supone, además, un equilibrio entre las ofertas y las demandas, pero hemos visto en el anterior capítulo que esto en absoluto es necesario para sostener el esquema. En segundo término, es de destacar que la formación de los precios de producción no tiene nada de especialmente "misterioso". Obsérvese que, en cierto sentido, recuerda la práctica del mark-up, o recargo sobre costos, que utilizan las contabilidades de las empresas y que ha sido tomado como método de formación de precios por los kaleckianos e incluso por algunos neoclásicos de tendencia keynesiana120. La diferencia con estos planteos es que en el caso de Marx el recargo o mark-up está regido por la ley del valor; esto significa que no es arbitrario, no depende del grado de monopolio o de factores más o menos subjetivos, sino de la relación entre el conjunto del plusvalor generado y el valor invertido en la producción121. Esta determinación a su vez se relaciona con que a un valor producido se corresponde un poder de compra equivalente. Ese valor producido también se corresponde con los bienes en los que se puede gastar la plusvalía -ya sea para invertir o para consumo del capitalista- y el salario. En tercer lugar, el precio de producción es la forma en que se realiza el valor cuando la mercancía es un producto del capital, no del productor simple de mercancías. De manera que siempre estamos ante la realización de valor, o sea, la objetivación de trabajó humano abstracto. En éste respecto, cuando se habla de "transferencia" de plusvalía no debería entenderse como una transferencia de unidades físicas de valor, sino en el sentido que el valor generado en una rama productiva es realizado en otra; es en este sentido que utilizaremos el término "transferencia". Por otra parte, y en relación a lo que acabamos de explicar, no debería hablarse de "transformación de valores: a precios de producción", como muchas veces se ha llamado a este esquema. Esto porque los valores siempre aparecen bajo la forma de precios, y por lo tanto la transformación es en realidad desde precios proporcionales a los valores a precios de producción. Por último, hay que enfatizar que ya en la; forma precio está contenida la posibilidad de una incongruencia cuantitativa entre valor y precio.
Críticas a la transformación de Marx
Entre fines del siglo 19 y principios del siglo 20 comenzaron a formularse las críticas al procedimiento de Marx que luego adquirirían la característica de "clásicas" y serían aceptadas durante muchos años por los propios marxistas. La crítica la inició Wilhem Lexis, en 1885; y fue continuada y profundizada por Tugan-Baranovsky y Ladislaus Bortkiewicz a comienzos del siglo 20. Fue Bortkiewicz quien, además, formuló matemáticamente la solución que se convertiría en el modelo Inspirador de la mayoría de las soluciones posteriores. En lo esencial la crítica sostiene que en el esquema de Marx los gastos de los capitalistas en capital constante y variable están considerados en términos de valor, en tanto las producciones totales se expresan en términos de precio. Pero en el capitalismo domina el precio; por lo tanto así como el producto se expresa en precios, también el capital empleado en la producción debe expresarse en precios. Esto es, Marx no habría sido consecuente, porque habría dejado pendiente la transformación a precios de producción de los insumos. En palabras de Bortkiewicz:
No se puede aceptar como válida esta solución [la de Marx] del problema, porque aquí se excluyen de la conversión de los valores en precios los capitales constantes y variables, mientras que en cambio el principio de la cuota de ganancia igual... debe implicar también a estos elementos122.
Vinculada a esta crítica se planteó -Tugan Baranowsky fue el primero en hacerlo, contemporáneamente a Bortkiewicz- que también era equivocado el cálculo de la tasa de ganancia, ya que Marx la calculaba en términos de valores, S/(C+V), cuando debía hacerlo en precios. Es claro que Marx necesitaba la tasa de ganancia para calcular los precios de producción, pero en el mundo real los capitalistas calculan la tasa de ganancia tomando en cuenta los precios de producción, no los valores. De manera que Marx necesitaba también los precios de producción para calcular la tasa de ganancia, y la tasa de ganancia para calcular los precios de producción. Aparentemente había entrado en un círculo vicioso.
Bortkiewicz presentó entonces un procedimiento por el que daba solución a ambos problemas, consistente en un sistema de ecuaciones en el cual los productos entraban como insumos. Para esto consideró una economía compuesta de tres ramas: la productora del bien de producción, la productora del bien de consumo para los trabajadores, y la productora del bien de lujo, en que se gasta la plusvalía. La tasa de ganancia a determinar es uniforme en las tres ramas. Introdujo luego tres coeficientes que transforman los valores de los medios de producción y de los medios de consumo en precios de producción, que se determinan simultáneamente con la tasa de ganancia. De esta manera quedó armado un sistema de 3 ecuaciones (las 3 ramas de producción) con 4 incógnitas (3 coeficientes + la tasa de ganancia). Por lo tanto era necesario eliminar una incógnita. Bortkiewicz procedió entonces a considerar el artículo de lujo (por ejemplo, oro) como "numerario", con un precio = 1. Al hacer el cálculo, la suma de los precios fue igual a la suma de los valores y la suma de las plusvalías fue igual a la suma de las ganancias. Aparentemente el método de Marx había sido sólo corregido y mejorado, como el propio Bortkiewicz consideró su trabajo. Sin embargo esta coincidencia numérica con los resultados de Marx se conseguía a costas de una condición sumamente restrictiva: la composición en valor de la industria que produce oro debía ser igual a la composición media en valor del conjunto de la economía, de manera que el valor del oro coincidía en este caso con su precio123. Sólo así la suma de todos los valores sería igual a la suma de los precios y la suma de las plusvalías igual a la suma de las ganancias. En cambio, si la composición en valor en la industria que produce oro no coincide con la media, la suma de los valores será distinta a la suma de los precios. Para entender por qué, supongamos que la composición en valor en la industria que produce el oro es superior a la media. En este caso, el precio del oro será superior a su valor. Pero como por hipótesis se estableció que el precio del oro = valor del oro = 1, la única forma en que el precio del oro sea superior a su valor, es que el precio total de las mercancías sea "menor que su valor total".124 El caso inverso sucederá si la composición del valor en la rama del oro es inferior a la media: el precio total de las mercancías será mayor que su valor total. De manera que la suma de los valores de las mercancías no podía coincidir con la suma de sus precios, salvo en un caso especialísimo. Apareció por lo tanto una discrepancia en los cálculos que se consideró fundamental, ya que Marx había afirmado que, según la ley del valor, la suma de los valores debía ser igual a la suma de los precios.
A partir de aquí las "correcciones" se sucedieron. Entre las más destacadas estuvo la de Seton125. Seton decidió no limitarse a tres industrias y postuló la existencia de n industrias, donde una industria producía el numerario. De manera que ahora había n ecuaciones y n + 1 incógnitas (los n coeficientes de transformaciones de precios más la tasa general de beneficio). De nuevo había que eliminar una incógnita; para esto, podía establecerse que el precio de la mercancía numerario fuera = 1, como había hecho Bortkiewicz. O también, y ésta fue la solución propuesta por Seton, agregando otra ecuación. Esta nueva ecuación podía formarse igualando la suma de los valores a la suma de los precios; o bien igualando la suma de las plusvalías a la suma de las ganancias. En definitiva, cualquiera de estas alternativas debía postular una invariancia, o sea, una suma de valores que fuera igual a una suma de precios. En síntesis: o el valor del numerario era igual a su precio (cuando se igualaba a 1); o la suma de las ganancias era igual a la suma de las plusvalías; o la suma de los precios, era igual a la suma de los valores. Establecida alguna de estas invariancias, siempre surgirían otras discrepancias, a no ser que se adoptaran hipótesis extremadamente restrictivas, como la que vimos sobre el numerario y la composición en valor de la industria que lo produce. Por otra parte, la tasa de ganancia calculada en términos de valores ahora tampoco coincidía numéricamente con la tasa de ganancia calculada en términos de precios. Sí se comprobó que había un caso en que la suma de los valores coincidía con la suma de los precios, y la suma de las plusvalías con la suma de las ganancias, que era bajo el supuesto de que toda la plusvalía se acumulara. Pero era también bastante restrictivo126. En cualquier otro caso surgían discrepancias, y de aquí la acusación de "inconsistencia" de la transformación de valores a precios. Pero además de inconsistencias numéricas, la profundización del análisis basado en las matrices de insumo producto llevó a recusar lisa y llanamente la necesidad misma de una teoría del valor trabajo. Es que dada una matriz productiva A127, de orden n-1 en la cual cada elemento an representa la cantidad física de la mercancía i-ésima necesaria en la industria j-ésima para generar una unidad de la mercancía j (o sea, las columnas representan industrias); dados también un salario w (escalar) y un vector de trabajo an (trabajo directo por unidad producida de cada bien), se puede resolver un sistema de ecuaciones por el cual quedan determinados todos los precios (el vector p) y la tasa de ganancia (π). En términos algebraicos:
(pA + w) (1 + π) = p
Donde p = vector precio
A = matriz de insumos por unidad de producto
an = vector de coeficientes de trabajo directo
w = salario
x = tasa de ganancia
Ahora la crítica afirmaba que además de incoherente, la teoría del valor era redundante, ya que los precios y la tasa de ganancia podían ser determinados sin pasar por el valor. Llegados a este punto vamos a examinar con algún detalle en dónde reside la imposibilidad de efectuar la transformación de la manera en que se había planteado. A partir de esta clarificación volveremos a examinar la vieja solución de Marx.
Las dificultades de la transformación
En este apartado seguimos estrechamente a Cogoy (1977) quien, en nuestra opinión, presenta la explicación más clara de por qué se produce la incongruencia entre valores y precios al momento de intentarse la transformación de la manera que vimos. No se trata sólo de la expresión en términos de numerario, como tal vez pensó Sweezy, sino de un problema "estructural" que inevitablemente surge siempre que se plantee una economía en la cual no toda la plusvalía se acumule.
Para verlo, supongamos una pequeña economía compuesta por dos ramas industriales que producen acero v trigo, respectivamente, utilizando como insumos acero, trigo y trabajo. Suponemos también que para producir 30 unidades de trigo se utilizan 5 unidades de trigo, más 10 de acero, más 100 unidades de trabajo; y para producir 42 unidades de acero se utilizan 21 unidades de trigo, más 14 de acero, más 14 de trabajo. Tenemos entonces
5 t + 10 a + 100L ► 30 t
21t + 14 a + 14L ► 42 a
Un cálculo sencillo nos dice que en una unidad de trigo se contienen 6 unidades de trabajo; y que en una unidad de acero se contienen 5 unidades de trabajo. Anotemos, para la discusión que haremos hacia el final del capítulo, que algunos autores consideran que éste es un método adecuado para calcular el valor de los bienes. Bastaría, en principio, disponer de una matriz de insumos y productos en la cual las diversas industrias mantuvieran una Interdependencia.
Veamos ahora qué sucede si se introduce el capital, el trabajo asalariado y la ganancia. En este caso, y de acuerdo al método sraffiano, el sistema se podrá resolver siempre que esté dada alguna de las variables distributivas. A los efectos de nuestra discusión, y siguiendo a Cogoy, planteamos supuestos que nos acercan a un sistema "a lo Marx". Esto significa que consideramos que los salarios se fijan antes de la producción128. Sin embargo, y a diferencia de Marx, el salario lo establecemos en determinadas unidades físicas de producto; en el ejemplo que estamos estudiando, consideramos que cada unidad de trabajo recibe un salario de 0,025 unidades de trigo. De manera que en la producción de trigo se pagan 2,5 unidades de trigo en salario, y en la> producción de acero se pagan 0,35 unidades de trigo. Ambas cifras se pueden sumar a los respectivos montos de capital constante en trigo Invertidos en las industrias. Se forma luego un sistema de ecuaciones, donde el precio final será igual al costo (medios de producción + salario) multiplicado por (1+π), tenemos:
(7,5 Pt + 10 Pa) (1 + π) = 30 Pt
(21,35 Pt + 14 Pa) (1 + π) = 42 Pa
Pt = precio del trigo; Pa = precio del acero
Tenemos así un sistema de dos ecuaciones con tres incógnitas (π y dos precios). Para resolverlo debemos eliminar una incógnita. Para ello establecemos que el acero es la mercancía numerario, de manera que Pa = 1. Ahora el sistema tiene solución, ya que resulta una ecuación de segundo grado. La solución numérica es n = 41,7% y Pt =0.7319. De esta forma se muestra que es posible llegar a precios y ganancia a partir de los coeficientes de in- sumos de bienes y trabajo; aunque Cogoy procura demostrar, en oposición a los teóricos neoricardianos, que en el cálculo de precios y beneficios está implícito el cálculo en términos de valores. Obsérvese que en este enfoque los precios son una expresión directa de la tecnología productiva, y en particular del trabajo Invertido, de manera directa o indirecta. Es una concepción muy distinta a la de Marx, donde el precio tiene una relación contradictoria, dialéctica, con el trabajo invertido; volveremos luego sobre este importante problema.
Con lo planteado hasta aquí tenemos los elementos para comprender por qué la transformación que analizamos en el apartado anterior de precios-valores a precios de producción mostraba incongruencias. Recuérdese que en el esquema de transformación de Marx las ramas que emplean más mano de obra relativa venden a precios de producción menores que los precios-valores. Hay por lo tanto una "transferencia" de plusvalía de las ramas de menor composición orgánica de capital a las ramas de mayor composición orgánica de capital. Volviendo al ejemplo anterior de dos ramas productivas, supongamos que la plusvalía está representada en el producto por 1 unidad de acero y 2 unidades de trigo. Supongamos también que, a fin de lograr la igualación de la tasa de ganancia, 1 unidad de valor generada en la rama del acero se transfiere al precio del trigo. Por lo tanto, 1 unidad de valor reaparece en ½ unidad de valor que se agrega a cada unidad de trigo. De esta manera la suma de la plusvalía se iguala a la suma de la ganancia. Vayamos ahora a los insumos. Si se quiere operar la transformación de valores a precios, también aquí debe realizarse la transferencia de valor desde el acero al trigo. Pero es claro que esto sólo será congruente con la transferencia realizada por el lado del producto si la proporción entre trigo y acero del lado de los insumos es igual a su proporción del lado del producto. En cambio, si la proporción es distinta, la transferencia genera inconsistencias. Para verlo, supongamos que del lado del insumo tenemos 3 unidades de trigo por cada unidad de acero. De manera que ahora la transferencia de 1 unidad de valor desde el acero al trigo se reparte en 1/3 de valor que se agrega a cada unidad física del trigo. Pero entonces del lado del producto (donde se realiza la plusvalía) se agrega ½ unidad de valor a cada unidad de trigo y del lado del insumo se agrega 1/3 de valor a cada unidad de trigo. Por lo tanto jamás puede haber congruencia entre la suma de los valores y la suma de los precios, y la suma de las plusvalías y la suma de las ganancias, a menos que la composición física de ambos lados sea la misma. Pero este caso sólo se da cuando el conjunto de la plusvalía se acumula. Este resultado, que había descubierto Morishima matemáticamente, se explica desde el punto de vista económico por lo que acabamos de ver.
Una respuesta de los marxistas y el método iterativo
A partir de la crítica neoricardiana los estudios sobre el valor recibieron nuevo impulso, en particular en lo referente a las diferencias entre Ricardo y Marx. Varias fueron las contribuciones importantes, pero aquí destacamos la de Anwar Shaikh (1977), no sólo porque aclaró muchas de las diferencias entre Ricardo y Marx en la cuestión del valor, sino también porque desarrolló un procedimiento de transformación, llamado iterativo, que comenzó a ubicar la cuestión en un plano dinámico129. En primer lugar, Shaikh subraya que en rigor el problema no trata acerca de la transformación de "valores a precios", sino de "precios directamente proporcionales a los valores" a "precios de producción". Por lo tanto, si se quiere plantear que los precios no coinciden mecánicamente con los valores no es necesario ir hasta el tomo 3 de El Capital, basta con leer con cierta atención el capítulo primero del tomo 1 para advertir que Marx ya en ese nivel plantea que existe una relación no mecánica, dialéctica, entre la sustancia -el trabajo humano- y la forma, la expresión monetaria. De manera que
...las magnitudes monetarias son siempre distintas, tanto cualitativa como cuantitativamente, de las magnitudes de valor130.
En consecuencia, y en segundo término, Shaikh plantea que la cuestión gira en torno a un cambio en la forma del valor; es la transformación desde la expresión directa del valor, precios directos, a la forma más compleja, los precios de producción. Alude a un cambio en la forma. La composición y distribución de los valores de uso es la misma, la masa de mercancías que circulan es la misma, y es el mismo el valor agregado total, se trate de precios directos o precios de producción131. Por supuesto, la cuestión cambia desde el punto de vista del capitalista individual, ya que no podrá vender sus productos a precios directamente proporcionales a sus valores, sino a precios que tiendan a generar una tasa de ganancia similar entre las diferentes ramas de la economía. Pero que se trate de un cambio de la forma implica que existe un límite diríamos "estructurar para el recargo de ganancia que puede realizar cada capitalista sobre los costos de producción. Esto significa que...
...existen límites a los efectos de las diferentes formas del valor, y que estos límites surgen precisamente de las magnitudes de valor cuya distribución se realiza a través de estas formas monetarias132.
A partir de aquí se puede comprender el significado de la transformación iterativa que realizan Shaikh o Morishima. El método iterativo consiste en partir del procedimiento de Marx, pero en lugar de detenerse en el primer cálculo de los precios de producción se continúa el proceso en una segunda, tercera y más "rondas", introduciendo en cada una de ellas los precios de producción obtenidos en las rondas anteriores como precios de los insumos. Por ejemplo, supongamos que tenemos tres ramas de producción, la I productora de medios de producción; la II, productora de medios de consumo, y la III, productora de bienes de lujo. Supongamos que como resultado del primer cálculo de precios de producción, los precios de producción de la rama I se elevan con relación a los precios directamente proporcionales a los valores en un 10%; que los precios de producción de la rama II bajan con relación a los precios directos el 5%; y que los precios de producción de la rama III bajan un 10%. En la segunda ronda los capitalistas de cada rama comprarán sus insumos -medios de producción- o pagarán el valor de la fuerza de trabajo - medios de consumo masivo- a los nuevos precios de producción. Por lo tanto en esta ronda habrá que calcular nuevos precios de producción; y estos nuevos precios de producción entrarán luego en la tercera ronda. Siguiendo este método rápidamente se converge hacia los precios de producción de Bortkiewicz; con lo cual se desarticulaba en buena medida la critica neoricardiana.
La reformulación del Nuevo Enfoque
A partir del análisis de Cogoy hemos visto que la transformación, tal como se estuvo planteando durante años, es imposible de lograr. De hecho se puede sostener, como hace Cogoy, que entre las estructuras de valores y precios existe un vínculo más o menos estrecho, pero no dejan por ello de ser dos estructuras que parecen discurrir por carriles distintos. Sin embargo la cuestión estaba mal planteada desde el inicio, y éste es el aporte que realiza en años recientes la corriente llamada del Nuevo Enfoque133. Aunque en nuestra opinión ya trabajos como el de Shaikh preparaban el camino hacia esta solución. En primer lugar, por destacar que Marx no discutió en el tomo 3 de El Capital la transformación "de valores a precios", sino de los precios directamente proporcionales a los valores a los precios de producción. Con ello estaba afirmando que no existen dos estructuras más o menos independientes, una de valores y otra de precios. Los valores siempre aparecen como precios, y por lo tanto la plusvalía no aparece como plustrabajo, sino bajo la forma de dinero. En segundo lugar, porque al extender el procedimiento de Marx a una segunda ronda, donde los insumos ya se contabilizan como precios de producción, de hecho Shaikh o Morishima superan la cuestión de "transformar" los "valores de los insumos", como pretendía hacer la crítica tradicional. Es que aun suponiendo que en el punto de arranque del proceso iterativo tuviéramos "valores" -precios directamente proporcionales a los tiempos de trabajo- en los insumos, en la segunda ronda ya tenemos precios de producción. Por lo tanto la transformación en esta segunda ronda, y en las sucesivas, comprende sólo la distribución de la plusvalía entre las ramas productivas. De ninguna manera está planteada ya la necesidad de "transformar" los insumos. Y en esencia el Nuevo Enfoque dice esto mismo: los insumos no deben ser transformados, porque el capitalista compra a precios de producción; o mejor dicho, a precios de mercado que oscilan en torno a los precios de producción. Incluso ya en Marx está contemplada esta cuestión, porque cuando discute la transformación demuestra que era consciente de que las primeras columnas de su cuadro correspondían en realidad a precios de producción134. Sin embargo, y posiblemente debido al carácter de borradores que tenían los textos, ha habido una interpretación no del todo rigurosa de algunos pasajes claves del capítulo 9 del tomo 3, que trata de la transformación. Ramos Martínez y Rodríguez Herrera demuestran al respecto, a partir de un análisis riguroso y en nuestra opinión concluyente, que para Marx, cuando los precios de las mercancías ya no son directamente proporcionales a los valores, el capital constante y variable pasan a ser precios que no necesariamente se corresponden con sus valores. Esto es, el capital constante es una suma de dinero que el capitalista dispone para reemplazar los medios de producción, y el capital variable es una suma de dinero destinado a salarios, que es usado por los trabajadores para comprar sus medios de subsistencia y corresponde a los precios de los bienes salariales, y no a sus valores135.
En cualquier caso, y más importante que lo que "verdaderamente dijo Marx", está el hecho al que hicimos referencia, que los capitalistas adquieren el capital constante, y los trabajadores sus medios de subsistencia, en términos de precios. Se concluye entonces que lo único que tiene lugar cuando se determinan los precios recargando una tasa media de ganancia sobre los costos es una distribución de la plusvalía entre los capitalistas. El procedimiento de Marx, por lo tanto, refleja una realidad del mundo capitalista, y toda la cuestión de la transformación pierde contenido.
Este enfoque, por otra parte, permite superar la visión estática a que inducen las soluciones basadas en el modelo de Bortkiewicz. Es que la resolución de los sistemas de ecuaciones exige una única tasa de ganancia para todas las industrias y empresas. Sin embargo, aún admitiendo como hipótesis simplificadora una tasa media de ganancia entre las ramas, es necesario suponer también que dentro de cada rama industrial no existen diferentes tasas de ganancia, producto de las diferencias de productividad. Veremos en un capítulo posterior el rol que juegan estas diferencias en la generación de plusvalías extraordinarias, que a su vez están en el centro de la dinámica capitalista. Pero las soluciones "a lo Bortkiewicz" no pueden captar este rasgo básico del capitalismo. En el capítulo anterior habíamos señalado que los modelos basados en las matrices insumo-producto no podían dar cuenta de "lo nuevo", y que esto inducía a una perspectiva en el fondo estática de la economía. Ahora vemos que el problema se potencia por la imposibilidad de admitir los diferenciales de tasas de ganancia intrarramas.
Pero además, y como subraya el Nuevo Enfoque, la solución Bortkiewicz elimina el tiempo real que es inherente a toda producción. Es que la resolución simultánea de las ecuaciones exige que los precios de los bienes usados como insumos sean exactamente iguales a los precios de esos bienes cuando son productos. Este supuesto podría admitirse de forma muy provisional, y en tanto no se tengan en cuenta los cambios de productividad; pero si se quieren introducir los cambios de productividad en la transformación "a lo Bortkiewicz", el sistema de ecuaciones deja de tener validez136. Para verlo, supongamos que en el tiempo 1 se produce un bien a en la industria A, que es utilizado luego en el tiempo 2 como insumo por la industria B para producir el bien b. El capitalista de B paga por a su precio de producción (supongamos que es igual a su precio de mercado) y lo emplea durante el tiempo 2 para producir b. Al finalizar el tiempo 2 el precio que ha pagado por a entra en los componentes del capital constante, sobre el que recarga la tasa media de beneficio. En tanto no haya cambios en la productividad en la industria A, esto es correcto. Pero supongamos que durante el tiempo 2 se produce un aumento en la productividad de la industria A, de manera que bajan los precios de producción de los bienes a. El capitalista de B ha comprado el bien a al finalizar el tiempo 1 al precio de producción "viejo". Pero dado que el valor de a ha disminuido, el valor de su capital constante debe considerarse disminuido en consecuencia. Recuérdese lo que explicamos en el capítulo anterior, el valor es tiempo-de trabajo social mente necesario actual, presente. Si otros productores de B ya están comprando el bien a como insumo a los precios nuevos, los capitalistas de B que tengan a como stock deberán considerar esta caída. O se a, sufren una desvalorización de parte de su capital; una desvalorización que ocurre en "tiempo real", en el curso del proceso productivo. Esta situación es muy común en el capitalismo -un régimen que se caracteriza por la revolución permanente de las fuerzas productivas- y no se puede captar con los esquemas "a lo Bortkiewicz".
Sobre la medición de los valores. Planteamiento
Una de las discusiones conexas a los debates sobre la transformación y el uso de las matrices insumo-producto es la referida a la posibilidad de medición de los valores. Se ha discutido extensamente, y se sigue discutiendo, hasta qué punto los tiempos de trabajo socialmente necesarios se pueden medir utilizando las matrices. Existen al respecto dos posiciones opuestas: por un lado, la de aquellos que sostienen que los tiempos de trabajo socialmente necesarios son registrables empíricamente, y que además es posible demostrar que no existen en la práctica grandes desviaciones entre los precios directamente proporcionales a los valores y los precios de mercado o los precios de producción. Por otra parte, los marxistas -particularmente los teóricos del Nuevo Enfoque- que afirman que estos cálculos no tienen sentido porque los valores no se pueden calcular. La discusión tiene Importancia porque alude al carácter inasible o no de los valores, y en este sentido nos permite completar la discusión sobre el cálculo de los tiempos de trabajo que hemos iniciado en el capítulo anterior. Presentaremos entonces, en primer lugar y de manera resumida, lo esencial del cálculo de valores que realizan quienes sostienen que los valores se pueden medir. En segundo término presentamos las principales objeciones que se hacen a esta posición y en tercer tugar daremos nuestra visión del tema, que podría calificarse de "centrista" entre las dos posturas polares.
Las mediciones del valor a partir de los análisis insumo-producto
Al presentar el trabajo de Cogoy tuvimos ocasión de mostrar, con una sencilla economía de dos ramas, cómo sería posible calcular valores ("trabajo invertido") en base a los coeficientes técnicos de la producción. A pesar de que en ese ejemplo no existe capital, y por lo tanto no existe ganancia, ilustra el punto de partida del método que pretende calcular los valores en las economías capitalistas modernas. Para captarlo en su sustancia, volvamos a la matriz A, de orden n - 1, de los coeficientes de insumos por unidad de cada producto. Se supone que la matriz es productiva, lo que significa que permite que la producción de un bien, por lo menos, supere la necesidad de reemplazo de los insumos. Consideremos también la matriz unitaria I de orden n - 1; el vector columna Q, de las n - 1 cantidades físicas producidas; y el vector columna Y de las n - 1 cantidades físicas que constituyen la demanda final. Es evidente entonces que
Cantidades producidas - Cantidades insumidas en la producción = Demanda final del producto. En símbolos:
(I - A)Q = Y
Con un simple pasaje de términos, tenemos:
Q = (I - A)−1 Y
La matriz (I - A)−1, que se conoce como inversa de Leontief, tiene un significado económico importante. Para comprenderlo, observemos que el vector Q nos está diciendo qué cantidades físicas Q1 Q2, ... Qn-1 son necesarias producir para obtener un producto neto Y−1 Y−2, ... Yn-1. De manera que cada una de las Q; serán superiores -o iguales en algunos casos- a las Y, ya que comprenden no sólo las cantidades que entran en el producto neto, sino también las cantidades que deben ser reemplazadas como insumos. De aquí se deduce el significado de los coeficientes de la inversa de Leontief. Si utilizamos la letra griega p para los coeficientes de la matriz (I - A)−1, cada ßij representa la cantidad de mercancía i que es necesaria para obtener una unidad de mercancía j. Obsérvese que hay una diferencia con el significado que le atribuíamos a los que habíamos visto cuando hablamos de la matriz productiva A. En este último caso nos referíamos a las cantidades directas de insumos i que se necesitan para producir una unidad de mercancía j. Por el contrario, en la inversa de Leontief cada coeficiente ßij representa las necesidades totales -directas e indirectas- de mercancías necesarias para obtener las mercancías que constituyen el producto neto.
Para ilustrarlo con el ejemplo que presenta Pasinetti (1984), supongamos que tenemos una economía de sólo dos industrias, trigo y acero, y que la matriz A nos dice que para producir 1 unidad de trigo hacen falta 0 unidades de trigo y 0,3 unidades de acero, y que para producir 1 unidad de acero hacen falta 0 unidades de acero y 0,6 unidades de trigo. Estas son entonces las necesidades directas de trigo y acero para generar una unidad de trigo y una de acero. Pero a su vez, para producir las 0,3 unidades de acero y 0,6 unidades de trigo hacen falta nuevos insumos de acero y trigo. De manera que un nuevo cálculo -utilizando la matriz A- nos dará nuevos requerimientos de trigo y acero; y luego habrá que calcular los insumos necesarios para estos últimos. Se trata por lo tanto de una serle que tiende a cero, dado que en cada ronda los requerimientos son menores. Pues bien, la inversa de Leontief es el resultado de todas estas rondas; en el cálculo hay un resto que es despreciable, porque en cada ronda disminuye la cantidad de insumos necesarios. De la misma manera, con la inversa de Leontief se puede calcular la cantidad de trabajo directa e indirecta necesario para obtener cada unidad de producto final. Recordando que an = vector de coeficientes de trabajo directo, se podría obtener el vector valores v:
v = an (I - A)−1
que representaría las cantidades de trabajo directo e indirecto necesarias para producir cada unidad de bien final. Se obtiene así un vector de trabajo "verticalmente integrado"137.
Esta ha sido entonces la base para los cálculos de valores emprendidos por Shaikh (1984), Petrovic (1987) y Ochoa (1989), entre otros, y para examinar la correlación entre valores y precios, a partir del uso de las matrices de insumo-producto de la economía de Estados Unidos (Shaikh y Ochoa) y Yugoslavia (Petrovic). Los resultados que obtuvieron estos autores parecieron confirmar, en principio, la ley del valor trabajo. Esto es, los precios de producción presentaban una estrecha relación con la evolución de los valores, o sea, con los tiempos medios de trabajo, calculados con las matrices. Además, Shaikh y Ochoa insistieron en que las desviaciones entre los valores y precios de producción -que tantos ríos de tinta hicieron correr- eran muy pequeñas. La razón se puede explicar de forma intuitiva. Recuérdese que en el esquema de transformación de Marx las diferencias entre los precios directamente proporcionales a los valores y los precios de producción se originan en las amplias diferencias en las composiciones de valor entre las ramas industriales. Sin embargo, Marx tenía en cuenta sólo la composición de las industrias directas, y no todos los requerimientos de trabajo y de capital constante implicados directa o indirectamente en la producción. Cuando se tienen en cuenta estos últimos, las diferencias se achican notablemente, dado el carácter altamente integrado de la industria moderna. Esto es, si bien en la rama de producción directa de un cierto bien a la composición C/V puede ser menor que el promedio, al "remontarse hacia arriba" en la cadena productiva encontraremos Industrias que proveen los insumos indirectos necesarios para la producción de a con composiciones C/V superiores al promedio. De manera que las diferencias se compensan, y cuando se hallan los precios-valores de la manera indicada los resultados no divergen demasiado de tos precios de producción. Más aún, a veces se encontraron correlaciones más estrechas entre los precios de mercado y los precios valores, que entre los precios de producción y los precios de mercado.
Cuestiones cualitativas en la medición de los valores
Las objeciones más importantes que suscitan estos intentos de comprobación empírica de los valores se relacionan con mucho de lo que hemos discutido acerca de la relación entre valores y precios, y las insuficiencias de las matrices insumo-producto en general. Recapitulemos algunas cuestiones que ya hemos apuntado. En primer lugar, las matrices deben suponer una producción, estrictamente circular; esto es) "lo nuevo" no puede ser comparado en términos físicos. Esta cuestión no pudo ser "salvada" en los trabajos que comentamos. Por ejemplo, Ochoa no trabaja con matrices de coeficientes técnicos, sino mide los insumos como costos en dólares constantes por unidad de producto. De manera que los coeficientes integrados que surgen en la inversa de Leontief son dólares (deflacionados) directos e indirectos de capital por dólar de producto. Gracias a este procedimiento Ochoa convierte un dólar constante (en su caso el de 1972) en una medida del producto físico. Los coeficientes integrados son por lo tanto dólares directos e indirectos de capital y horas-hombre directas e indirectas utilizadas por dólar de producto. Pero la consecuencia es que el cambio cualitativo queda eliminado por hipótesis. Lo cual es un inconveniente grave, tratándose del sistema capitalista.
Por otra parte, para calcular el nivel de los precios Ochoa establece una constante de proporcionalidad (µ) entre los valores y los precios de mercado, cuya dimensión es horas-hombre/dólar. Esto es, establece de manera directa una relación entre trabajo y dinero, lo cual requiere que la suma de los productos sectoriales a precios-valores (o precios directos) sea igual a la suma de los productos sectoriales a precios de mercado. Pero de esta manera los valores son directamente precios. Con lo cual la contradicción dialéctica entre valores y precios y los problemas de realización sencillamente desaparecen. Estamos de lleno en una problemática ricardiana; esto es, no hay problemas de venta; en ese esquema los valores, determinados por los coeficientes técnicos, son directamente precios (las sumas de trabajos invertidos son iguales a los precios). Los desequilibrios entre valores y precios no pueden registrarse, cuando en la realidad del capitalismo permanentemente existen modificaciones, sea por el lado de las condiciones técnicas de producción, o de demanda, que hacen imposible esta coincidencia. Además, y por esta misma razón, el concepto de capital vertical mente integrado también es pasible de cuestionamientos. Por ejemplo, es necesario considerar qué porcentaje del desgaste de la maquinaria es incluido por el capitalista en el producto final. Es lo que se llama el cálculo de amortización. Pero este cálculo no tiene nada de sencillo ni es mecánico, porque una vez introducidas las máquinas en la producción, sus valores de reproducción sufren fuertes variaciones. Por ejemplo, un cambio tecnológico que moderniza determinada máquina genera comúnmente un descenso fuerte del valor de los capitales ya instalados, y por lo tanto variaciones en los cálculos de amortización. Este fenómeno, muy común, no hay manera de registrarlo con el cálculo en base a las matrices; en todo caso hay que postular una tasa de amortización constante. Algo similar se puede decir con respecto a la integración vertical de los trabajos. Si bien muchos trabajos complejos son reducibles a unidades de trabajo simple, y éstos a su vez tienen por lo general una relación con los salarios, esa relación está lejos de ser unívoca o directa. Las tasas de plusvalía pueden variar mucho si, por ejemplo, trabajos complejos, generadores de alto valor agregado, reciben -por cuestiones que tiene que ver con tradiciones, relaciones de fuerza- salarios relativamente bajos; o si, por el contrario, trabajos más simples gozan de salarios relativos más altos. Todos estos factores de desequilibrio hacen que en la práctica sea muy difícil calcular los tiempos de trabajo efectivos y los valores. De aquí que los partidarios del Nuevo Enfoque consideren que este tipo de cálculos no tiene sentido alguno.
¿Es posible una tercera posición?
Tal vez, y a título provisorio, sería posible esbozar una "tercera posición" entre ambas posturas, consistente en afirmar que, si bien las objeciones que acabamos de ver obligan a tomar los cálculos con muchas precauciones y matizaciones, sin embargo podrían ayudar a establecer algunas correlaciones tendenciales entre la evolución de los precios de largo plazo y los cambios en los tiempos de trabajo socialmente necesarios. Así, el "abaratamiento" que hemos visto en las últimas décadas de muchos productos-por ejemplo en electrónica y computación- puede relacionarse con la caída tendencial de los tiempos de trabajo empleados en su fabricación138. Hemos visto, por otra parte, que los propios capitalistas procuran medir los tiempos de trabajo e incluso en algunos casos "cotizan" las horas de trabajo en el mercado. Por supuesto, estos tiempos de trabajo sólo aparecen en la superficie bajo la manera cosificada de las expresiones monetarias de los valores. Estamos entonces ante una vínculo contradictorio, que se manifiesta a través de bruscas oscilaciones en los movimientos de largo plazo. Por otra parte, esta tendencia a la baja de los precios a medida que aumenta la productividad estaría en la base de las tendencias deflacionarias de los últimos años, que acompañan los avances de la productividad.
La producción conjunta
La segunda discusión, que estuvo vinculada a los debates en torno al valor y los precios, tuvo por origen la producción conjunta. Por producción conjunta se entiende un proceso del cual salen como productos dos o más bienes. El problema se puede presentar con un ejemplo. Supongamos la producción de ovejas, de las cuales se extrae carne y lana; tenemos así una rama que utiliza trabajo para generar dos bienes. Por lo tanto podemos conocer, en principio, la cantidad de trabajo necesario para producir la carne y la lana, pero no hay manera de determinar cuál es la cantidad de trabajo que corresponde a cada uno de estos productos. O, para presentarlo con el ejemplo de Cogoy de una economía de dos ramas productivas, trigo y acero, supongamos ahora que con trigo y acero, más trabajo, se consigue trigo y acero en un mismo proceso productivo; por ejemplo:
2t + 4a + 2L->6t+5a
A diferencia de cuando teníamos dos ecuaciones con dos incógnitas (las unidades de valor de trigo y acero), aquí tenemos sólo una ecuación con las dos incógnitas. Por lo tanto el sistema no tiene resolución. Para resolver el caso de la producción conjunta los economistas -por ejemplo Sraffa (1961)- se han acostumbrado a introducir un segundo proceso productivo. Suponen que en este segundo proceso se emplean Insumos y producen bienes en distintas proporciones que el primer proceso. De esta manera consiguen las dos ecuaciones con las dos incógnitas. A partir de aquí, y en casos especiales, surgen "valores negativos" y precios positivos, o "plusvalías negativas" y ganancias positivas139. Por otra parte, dado que hoy existen (en química, petroquímica) muchos procesos productivos en los que aparece más de un producto, muchos autores dieron al caso de la producción conjunta un carácter de generalidad tal que parecía marcar el quiebre definitivo de la teoría del valor trabajo.
Pero la producción conjunta no demuestra el quiebre de la teoría del valor trabajo, sino las falencias de los enfoques meramente técnicos y físicos del valor. Esto es, vuelve a mostrar la Imposibilidad de establecer los valores y precios en base a un determinismo técnico. No se trata de una cuestión de matemáticas, sino de comprensión del carácter social del valor y de la relación entre éste y los precios. Subrayemos al respecto, y en primer lugar, el carácter extremadamente restrictivo que se impone a la resolución del problema: la cantidad de procesos debe ser igual a la cantidad de bienes que se producen de manera conjunta, a fin de que la cantidad de ecuaciones pueda igualarse a la cantidad de incógnitas. Y esto deberá ser así, se trate del cálculo de los "valores", como de los precios de equilibrio y la tasa de ganancia en un esquema sraffiano. Por lo tanto ya no basta con postular que existe una única tasa de ganancia para todas las industrias; que la producción es estrictamente circular; que no hay problemas de realización ni de ventas; ni que el dinero es un simple numerarlo. Ahora, a todos estos supuestos "clásicos" de los neoricardianos hay que agregar que los procesos en cada rama deben existir en una cantidad tal como para que el economista pueda armar la cantidad exacta de ecuaciones para presentar su solución de precios y tasa de ganancia. Sin embargo de lo que trata la ciencia no es de encontrar salidas elegantes -en lo formal- para las cuestiones económicas, sino explicaciones de la realidad. Así, es un hecho que en la industria real el número de procesos de producción conjunta no tiene por qué coincidir siempre con la cantidad de productos. Esto es lo que hay que encarar. Pero el tema se simplifica enormemente si salimos de la problemática estrictamente neoricardiana y recordamos que jamás los precios están determinados sólo por las condiciones de producción, sino surgen de una articulación entre ésta y el mercado.
Yendo ahora al ejemplo de la producción conjunta de carne y lana de oveja, los tiempos de trabajo objetivados en la producción de la oveja establecen un límite estructural para el valor de la carne y la lana de conjunto. Pero cuánto de ese valor corresponderá a la carne y cuánto a la lana dependerá, entre otros factores, de la demanda en el mercado, esto es, del tiempo de trabajo socialmente necesario que la sociedad esté dispuesta a entregar por cada uno de estos productos. Entra aquí un elemento de contingencia, que se relaciona con la oferta y la demanda. Dentro de los límites establecidos por la ley del valor, los precios de cada uno de los bienes experimentarán oscilaciones. Sí el día de mañana, por ejemplo, se descubre otro producto de la oveja para el que hay demanda, el valor agregado por el trabajo humano en la oveja se distribuirá entre los tres bienes. Por lo tanto no hay en esto ningún misterio. El debate sobre la producción conjunta fue en esencia una tormenta en un vaso de agua, provocada por la entronización del álgebra matricial y el intento de reemplazar el estudio económico con este instrumento.