Capítulo 14

ERA el último día del año y los días pasaron más que deprisa.

Todos esperaban ansiosos a que llegase Jackes con el autobús con el que irían a la sala de fiestas, todos, salvo Greg y Emma que irían en un coche con el actor y con Libby.

Liberty había decidido no ir con el vestido transparente que la agencia de Cheist había enviado, en cambio vestía mejor que bien con su ropa sencilla: un vaquero ajustado hasta las rodillas, un ajustado corsé con un ribete ancho de pelo de color marrón claro, sin tirantes, y los preciosos zapatos de Givenchy que Majestic le había enviado. Su melena clara se recogía en un moño suelto que dejaba toda su espalda y su cuello al aire.

Cheist no había dicho nada sobre su atuendo, pero tampoco había dejado de mirarla. Ya solo quedaban 3 semanas para que todo terminase, y solo había logrado enamorarse aún más de ella. Esa noche celebraban el fin de año y pretendía empezar el siguiente con una confesión. Llevaba dos días practicando ante el espejo, preparándose a sí mismo el discurso que le diría esa noche. El paso de las horas le había puesto cada vez más nervioso, aun iba a su lado fingiendo que estaba bien.

Greg conducía detrás del autobús del equipo y pronto llegaron al enorme aparcamiento en el que había algunos coches y un par de furgonetas.

—A tu agencia le molestará que no lleve su vestido —se lamentó.

—A nosotros nos habría molestado que lo llevases —respondió Greg, dando un codazo a su amigo, que iba en completo silencio.

—Por supuesto, Libby. Si no ibas cómoda no importa si les molesta —dijo Emma— Además, como chica he de decir que siento envidia de lo bien que te queda esa ropa...

—¡Gracias! —rió Liberty, rodeando a los tres en un abrazo.

La fiesta había empezado. Todos iban perfectos, los chicos elegantes y las chicas preciosas.

Cuando Erin vio llegar a la directora de Venus junto a los otros tres supo rápidamente por qué David había caído rendido por esa chica. Era preciosa, pero por muy bonita que fuera ella no entraba en sus planes y, tan pronto como se fijó en su mano entre la del actor no dudó en acercarse.

Emma dio un toque ligero en el brazo de Liberty, alertándola de que soltase a Cheist, pero este, lejos de dejarla ir aun estrechó su mano con más fuerza.

—Señorita Barlow, supongo —su voz trataba de sonar amable, pero todos notaron el rechazo que se escapaba en el trasfondo de sus palabras— Cheist, Emma, Gregory...

—Será una gran fiesta... —dijo Gregory.

—No tienes ni idea... —murmuró, creyendo pasar inadvertida— Puedes devolver el vestido. A menos que lo lleves bajo ese estrecho corsé no lo estás usando...

—Era indecente que vistiera así. Y tampoco la habría dejado salir de casa sin ropa.

—¿Sin ropa? ¡Ja!

Erin debía reconocer que no le gustaba Liberty, Hal le había hablado bien de ella, pero sabía que no era trigo limpio. Que invitase a su casa a tres hombres solteros viviendo ella totalmente sola era más que sospechoso y, creyendo no equivocarse, pensó que quizás trataría de conquistar a la estrella. Evidentemente, no tenía ni idea de quien era ella para el actor.

Gregory no dejó que esa arpía siguiera tratando de ofenderla. Miró a su amigo y tiró de ella hacia la pista de baile, donde todo el equipo bailaba.

Cheist trató de quitarse de encima a Erin, pero pronto empezó a preguntar sobre la película, acaparando la atención de Emma y de él.

Había pasado más de una hora, quedando escasos 15 minutos para las 12 y Erin seguía entreteniéndolo con el claro objetivo de que no se acercase a la hotelera. David había estado ignorando lo que decía sin poder encontrar el momento para ir hacia Libby. Realmente necesitaba confesar quien era y su representante no le daba la menor oportunidad.

Uno de los reporteros bailaba cerca de Liberty sin darse cuenta de que beber demasiado le estaba haciendo perder el equilibrio continuamente. Cada dos por tres chocaba con uno y con otro y, en uno de los muchos traspiés, vertió el contenido azul de su copa sobre la ropa de la muchacha.

Cheist, que no había apartado sus ojos de ella, corrió para ayudarla, dejando a Erin con la palabra en la boca. Se quitó la americana y le cubrió los hombros, pero ella rechazó el ofrecimiento para poder ir al baño y asearse. Sin pensarlo entró con ella.

Lo primero que hizo tan pronto como se vio a solas con ella fue llevar las manos a sus mejillas y atraerla para besarla.

—¡No! —Se quejó con una sonrisa— ¿Qué pasa si nos ven?

—Ya no me importa.

—Ahora no... —pidió, apartándose y besando su mejilla—Dios, te abrazaría pero... —señaló el pelo de su corsé teñido de azul.

Sin dejar que siguiera hablando se giró hacia la izquierda y del dispensador de la pared sacó un enorme montón de servilletas. Las humedeció bajo el grifo y empezó a frotar la ropa de Liberty, que lo miraba con una sonrisa.

Había cambiado tanto desde que había pisado Bravetown la primera vez, era tan diferente que parecía otra persona.

Tan pronto como Cheist consideró que la mancha azul había desaparecido, empezó a frotar con paños de papel secos.

Al fondo, en el salón donde estaba teniendo lugar la fiesta, se escuchaba una voz en los altavoces. Erin. Al principio solo parecía desear un buen año a todos los presentes, pero después de unos minutos sonó el nombre de Cheist en la megafonía.

—Creo que te llaman... —dijo Libby, deteniendo las manos de Cheist, que frotaban el corsé vigorosamente.

—No, creo que no...

—David —él alzó la mirada— te han llamado...

El actor resopló y, después de llevar la mano tras su cuello y besarla como llevaba necesitando hacer toda la noche salió del servicio para ver qué querían.

Erin esperaba que apareciera con ella, con Liberty, pero en vista de que llegaba solo empezó a llamar a quien ella consideraba un estorbo para sus planes.

Liberty terminaba de limpiar su ropa cuando escuchó que la llamaban a ella. De pronto empezó a ponerse nerviosa, deseó que no tratasen de ponerla en evidencia por enamorarse de un imposible, deseó que no volvieran a mencionar su nombre, pero toda la sala se había quedado en silencio y la voz de Erin resonó en todo el lugar, nombrándola nuevamente.

Salió del aseo con el pulso totalmente acelerado.

—Y ahí tenemos a la princesa de la fiesta —señaló, haciéndola palidecer al ver que estaba sobre el escenario al lado del actor.

Él la miraba con los ojos de par en par, temiéndose lo peor. Negaba sutilmente con la cabeza, pidiéndole que no se acercase, pero ella seguía avanzando, mirando a su alrededor sin entender nada.

—Vamos sube, querida. Hay una noticia importante que quiero daros a todos.

Greg supo que tramaba algo y se acercó a Liberty para impedir que subiera al escenario. Tiró de ella hasta donde estaba Emma para protegerla de Erin.

—¿Por qué...?

—No te preocupes, mocosa. Esa loca siempre planea algo.

—No te preocupes, Libby, todo saldrá bien... —antes de que Emma terminase de hablar Erin empezó con su discurso.

—Son cinco años los que lleva David con nosotros. Todo el mundo lo conoce, todo el mundo lo ama —después de nombrar la palabra amor miró a Libby, que seguía protegida por esos dos— y por eso me satisface daros esta primicia. ¡David Cheist, nuestra estrella más brillante, se casa en primavera con la preciosa y despampanante Lessa O’Connell! —empezó a aplaudir, esperando ser respaldada por todo el mundo, pero solo la siguieron los reporteros, sus 4 acompañantes de la agencia y Hal.

Libby se había quedado totalmente helada ¿La había embaucado cuando realmente estaba prometido? Se fijó en el escenario, donde permanecía Cheist inmóvil, mirándola pero como si no lo hiciese.

Sin decir una palabra a nadie salió fuera del local. El aire soplaba con fuerza, deshaciendo su recogido y enfriando sus hombros desnudos, aun así no le importó. Paseó por los alrededores con pequeños pasos, tratando de convencerse de que no tenía sentimientos por David y diciéndose a sí misma que no tenía sentido sentirse como se sentía, pero era imposible. Caminó despacio sin pensar dónde iba hasta darse cuenta que estaba en la carretera, con dirección a casa.

Eran pocos los kilómetros que separaban Bravetown de la ciudad, y no le importaba caminar con esos tacones hasta su casa. Posiblemente no le dolerían los pies tanto como le estaba doliendo el corazón.

No pasó mucho hasta que un coche se paró en medio de la carretera.

Sin pensarlo, tanto Greg como Emma bajaron del coche, frenándola para que no siquiera caminando por la carretera, sola, a oscuras y en medio de la noche, arriesgándose a que cualquier loco quisiera hacerle daño, la metieron en el asiento trasero y arrancaron, de vuelta a Bravetown.

—¿Por qué te has ido así? —Preguntó Greg— a todos nos ha sorprendido, pero habría sido mucha peor noticia si nos hubiéramos enterado de que te ha pasado algo —regañó.

—Déjala, Greg. Está en Shock.

—Estoy bien... sólo quería caminar —decía con un hilo de voz.

—¿Estás bien? Tus ojos no dicen lo mismo. Estás llorando.

Liberty llevó las manos a su cara solo para confirmar que Greg tenía razón, pero tan pronto como la notó mojada arrancó a llorar desconsolada.

—Sólo ha estado jugando conmigo —dijo entre sollozos— Yo tenía la esperanza de... Yo quería...

Emma iba a empezar a hablar para consolarla como fuera, pero Greg puso una mano en su rodilla y negó con la cabeza. Sabía bien que Liberty no había llorado nunca hasta su adolescencia, y que tendía a reprimir sus emociones cuando ella consideraba que eran absurdas o que no era el lugar para hacerlo. Estaba realmente herida, y dejarla llorar para que se desahogase era lo único que podían hacer por ella.

Al llegar al hotel, Libby trató de volver a casa, pero Emma no la dejó. Ambos trataron de entretenerla para evitar que estuviera sola.

Al llegar a casa Liberty no estaba. La llamó un centenar de veces pero, a pesar de dar señal ella no respondía. Hal entró con una sonrisa triunfal, Cheist se casaría con la actriz más guapa del panorama actual y se sentía feliz por él, todo lo contrario que el actor, que lejos de estar feliz quería matar a alguien.

—Joder Cheist, ésta será la boda del siglo —dijo mientras bebía un vaso de agua.

Inesperadamente David se dio la vuelta y estrelló el puño contra su cara. Sin darle tiempo a reaccionar. Se acercó a él, empujándolo contra la nevera y tiró de las solapas de la camisa, obligándolo a ponerse de puntillas.

—¿La boda del siglo, dices? —Dijo, mirándole a los ojos con la ira dibujada en su cara— eres un maldito metomentodo, todo se ha ido al traste por tu culpa. Estás despedido. Estás despedido y te vas ahora mismo.

No dijo más ni permitió que Hal lo hiciera, tiró de su ropa, arrastrándolo por el suelo y abrió la puerta de su habitación para que metiera sus pertenencias en su maleta.

Hal lo miraba aterrado, nunca antes había visto esa faceta suya, no sabía qué había hecho mal, aun así obedeció.

—¿Es por Liberty? —preguntó retorico antes de cerrar la cremallera de la maleta.

—No tienes ni idea de cuánto es por ella. Ahora ya lo sabes. Largo.

—¿Y actúas así por una tía?

—No mereces que te cuente nada, además estás despedido. Eres totalmente ajeno a mí, así que no te importa mi vida. Y si ya has terminado lárgate antes de que termine contigo.

El ex asistente salió de la casa de Liberty sin saber dónde ir. Si se le ocurría acercarse al hotel probablemente recibiría reprimendas por parte de Emma quizás incluso de Gregory, quien tenía la certeza de que estaba bien al tanto de las cosas de David.

Arrastró su maleta con dirección a la entrada del pueblo, donde había una parada de autobús.

Pasaban de las 4 de la mañana cuando Liberty entraba acompañada de Greg. Cheist no se había ido a dormir, ni siquiera estaba en su habitación, esperaba en el salón para poder aclarar el asunto. Ella no lo miró, se abrazó a Greg y, después de que este le diera un beso en la frente entró en su habitación.

Al actor corrió al dormitorio de Libby, pero su amigo le detuvo con una mano en su pecho.

—No le hagas esto...no te voy a impedir que entres, pero creo que no quiere verte. Lo que ha pasado en la fiesta nos ha chocado a todos, pero ella...

—Maldita sea Greg, yo no sabía nada...

—Pero sabías lo que pretendía la agencia.

—Sí, eso sí, y que esa maldita rata era su espía, pero nunca pensé que pasara así.

—Su espía... ¿Hal? —Cheist asintió— Ya verás como se arregla, David, ya verás como se arregla. Pero ahora déjala descansar. Mañana tienes todo el día para hablar con ella.

Libby solo escuchaba murmullos tras la puerta, pero tampoco quiso saber de qué hablaban. Se metió en la cama sin quitarse la ropa ni el maquillaje y deseó que la noche pasase lo más deprisa posible.