Capítulo 12
DESPUÉS de un día más que intenso en el que casi no habían podido dejar de mirarse llegó la hora de ir a casa.
En vista de cómo habían actuado todo el día, Emma pidió a Hal que se quedase en el hotel, buscó una excusa para retenerlo hasta que fuera lo suficientemente tarde y luego ya no pudiera volver por la hora de llegada.
Cuando Libby y Cheist entraron en casa ella corrió a la cocina, apenas había logrado comer nada por los nervios y necesitaba beber agua, Greg había tenido que quedarse a pasar la noche en Dawsonville por culpa de la riada y Hal estaba en el hotel por lo que estaban totalmente solos y con esa tensión que crecía por momentos.
David se metió en su cuarto con el corazón acelerado, era como si esa fuera de nuevo su primera vez. Sabía que Hal no iba a volver y sabía que era muy probable que terminasen en la cama de alguno de los dos, si no era ella quien le buscaba a él sería él quien la buscase a ella, de eso estaba seguro, y eso era lo que le tenía más nervioso.
Mientras Libby seguía escondida en la cocina él decidió darse una ducha. Sacó del armario un pantalón de deporte viejo que usaba de pijama, sacó una camiseta entallada que marcaba sus definidos, aunque no musculados brazos y cruzó el pasillo con dirección a la ducha. Su sorpresa vino cuando al abrir la puerta del baño la encontró totalmente desnuda.
Liberty miró hacia la entrada con los ojos abiertos de par en par, pero Cheist no cerró, se quedó mirándola con una sonrisa encantadora. No sabía con qué taparse, se cubrió como pudo con un brazo y con una mano.
—Hey, ¿No piensas cerrar? —preguntó totalmente ruborizada.
—Yo... —respondió, repentinamente excitado.
Evidentemente no iba a cerrar. Dio un par de pasos y, dejando caer la ropa que llevaba en las manos, sujetó su cara y se acercó para besarla, haciendo que le mirase totalmente turbada. Caminó, sin permitir que se apartase y sin dejar de besarla, hacia la bañera, obligándola a que diera un par de pasos atrás. Esta estaba casi llena de agua caliente, y desprendía un intenso aroma a vainilla por las sales que había vertido ella unos minutos atrás.
David se apartó ligeramente y se agachó, levantándola en volandas un segundo después.
—David, ¿qué haces? —preguntó sin saber cómo cubrir sus vergüenzas.
—Ahora lo verás.
Sin aclarar nada la dejó con cuidado dentro de la bañera y empezó a desnudarse, haciendo que ella se tensase por momentos. ¿Acaso pretendía meterse con ella? En efecto, tan pronto como dejó caer su ropa interior contra el suelo, se agachó y la besó nuevamente, metiendo una pierna entre las de ella.
El nivel del agua subió hasta el mismo borde, pero a ninguno pareció importarle, él estaba demasiado excitado como para pensar en algo que no fuera su ex y ella estaba demasiado sorprendida. Nunca antes le había pasado eso con un chico, nunca nadie la había sorprendido de ese modo, y ni qué decir de entrar en la baño con ella.
Agachado frente a ella, entre sus piernas, llevó las manos a su cintura y la obligó a incorporarse y a sentarse sobre él.
Ninguno decía nada, solo se miraban a los ojos, ella dejándose llevar por él, y él dejándose llevar por esa entrega.
Sin dejar de mirarla empezó a acariciar su piel, mojando las partes de su cuerpo que aún no se habían sumergido, pero al llegar a sus pechos y notar las duras protuberancias desvió la mirada hasta sus dedos y, mirándola de nuevo a los ojos llevó la boca hasta los pezones, mordiendo suavemente uno y luego el otro. Liberty se dobló hacia atrás, ofreciéndose por completo, pero él la hizo sentarse de nuevo y la besó.
—Esto...Lib esto es...
—Me estás matando.
—Me confundes. Por tu tono no sé si te gusta o si lo detestas.
—No me gusta, me...ah me... —lo miraba con ojos suplicantes—me encanta, Cheist. Me gusta mucho, pero hace mucho que no...
—Oh... entonces supongo que eso quiere decir que estás...
Con un movimiento rápido se colocó de forma que el siguiente paso debía darlo ella. Y así fue. Empujó contra él, dejando ir un gemido excitante que él calló con un beso. Ambos siguieron moviéndose, sacando de la bañera exagerados montones de agua mientras ella subía y bajaba sobre él, con sus manos en la cintura, guiándola en sus movimientos, llevándola al éxtasis.
Liberty salió de encima de él con la frente sudorosa, por el calor, por lo que acababan de hacer y por el cansancio y apoyó la espalda contra su pecho y la cabeza en su hombro.
—Ha sido...
—Sí, pero no he disfrutado como habría podido... no cabíamos bien y me hacía daño en los codos, además ha sido demasiado rápido... —se quejó medio en broma.
—Si dejas que me reponga...
—Vaya... eso es una insinuación en toda regla —ella rió, cubriéndose la cara con las manos— acepto, y te cito entre mis sábanas en no más de dos horas, eso es lo que el pequeño Cheist tardará en estar listo para otra batalla.
Después de una ducha en condiciones y de recoger debidamente los restos de agua, producto de ese inolvidable encuentro, fueron a la cocina sin poder separarse uno del otro. Mientras ella preparaba café Cheist la miraba, analizándola. Esos 10 años parecían no haber pasado ahora que estaban “juntos”, a pesar de que había pasado mil y una noches de sexo desenfrenado con chicas de las que no recordaba ni sus nombres ni sus caras, a pesar de las citas con las que ella hubiera podido salir.
Libby lo sacó de su trance poniendo una taza frente a él y sentándose sobre su pierna en una silla.
—¿Qué te pasa? —preguntó, cubriéndose la boca con la taza, aspirando el aroma del café.
—Pensaba...me preguntaba con cuantas veces vas a pagarme el que yo no lo haya disfrutado del todo...
—¿Solo puedes pensar en eso? —rió avergonzada.
—No —canturreó— también puedo pensar en lo sexy que eres, en lo bien que me has tratado este mes, en lo deliciosas que son tus comidas... —su mirada decía que no mentía y tanto halago llenó sus ojos de estrellas.
Dicho y hecho, un par de horas más tarde Liberty acudía a su cita con Cheist, en el dormitorio del actor.
Se despertó con una sonrisa en los labios, sentía el calor de ese chico por todo su cuerpo, sentía su piel pegada a la suya. Se giró levemente, poniéndose boca arriba para mirarse a sí misma y comprobar que había sido cierto, pero Cheist la abrazó de nuevo, manteniendo los ojos cerrados.
—No es necesario que te mires para comprobarlo, fue real, anoche nosotros...
Liberty cubrió su boca con una mano mientras se cubría la cara por la vergüenza, ni siquiera había habido premisas, ni siquiera habían salido a citas o se habían insinuado, simplemente se habían dejado llevar por el deseo y eso era lo que la avergonzaba, ella no era así, aunque con él no pudiera ponerse frenos.
—Buenos días...
—Y tan buenos... despertar así es lo mejor que hay.
—Y tú estás acostumbrado a esto, supongo... —de pronto se sintió un poco celosa, se sintió una más.
Él no le respondió, pero eso no hizo más que confirmar lo que le había dicho.
Se apartó despacio y, cubriéndose con las sábanas se sentó en la cama, dejando toda su espalda al aire.
Cheist no pudo resistirse a esa visión, se arrastró por el colchón hasta ponerse tras ella, la rodeó con sus brazos y empezó a besar su espalda, subiendo desde su cintura hasta su nuca, rodeando con besos su cuello y haciendo que se girase y le mirase para besarla en los labios.
—Buenos días, mi hermosa hotelera...
Libby sonrió como una tonta ante el remolino de sensaciones que ese hombre despertaba en ella cuando la miraba así o cuando usaba ese tono con ella.
Tratando de parecer lo más natural posible salió de la cama, completamente desnuda y empezó a recoger la ropa del suelo para vestirse, pero él no iba a dejar que lo hiciera tan fácil, sabía que era muy posible que la magia desapareciera cuando ella saliera de ese dormitorio así que sin pensarlo salió de la cama igual que ella y la abrazó.
—Emma quería que...
Cheist la calló con un beso, no iba a dejar que estropease el momento con lo que sabía que venía después, ir al hotel, estudiar el guión y acordar qué escenas rodarían primero.
Hasta ese momento no se dio cuenta de lo bajita que era, o de lo mucho que él había crecido después de dejar de verla, Libby siempre llevaba tacones y eso hacía que tuviera una falsa perspectiva. Cuando ella miró hacia arriba se sonrojó.
—¿Por qué se ruboriza usted, señorita Barlow?
—Por nada, señorito Cheist.
—No llevas cubiertas tus vergüenzas, ¿es por eso? Anoche no te importó, y no te ruborizaste ni una vez...
Liberty puso las manos a la altura de sus pectorales y lo empujó hacia atrás sin poder decir nada, se agachó a por su ropa pero Cheist estaba decidido a no dejarle salirse con la suya, se agachó y acto seguido la levantó en volandas, dejándola sobre la cama para estirarse sobre ella.
Antes de poder hacer nada más empezó a sonar la melodía de su teléfono.
—Maldita sea... —murmuró mirando hacia la mesilla
—Te lo dije, te dije que...
—No digas nada más, listilla, te libras ahora, pero recuerda que vivimos bajo el mismo techo y... —sin que pudiera terminar de hablar sonó la puerta, Hal entraba con alguien más.
Cheist se apartó, dejando que se levantase y se vistiera, la última persona que quería que se enterase de lo suyo con ella era Hal, había tratado de ocultarlo mucho tiempo, pero él siempre supo que era un espía de Erin y sabía lo que ésta había hecho con otros miembros de su agencia.
—¿Te importa que nos vean salir juntos? —preguntó la muchacha sin saber qué hacer.
—Prefiero que no... —le respondió, acariciando el borde de su mandíbula mientras miraba fijamente hacia sus labios— Hal es...
De nuevo se vio interrumpido con un par de sonoros golpes en la puerta y ella actuó por él, recogió el edredón del suelo y se lo echó por encima mientras ella se metía en el armario, entre la ropa del actor.
Hal volvió a llamar, solo que esta vez abrió la puerta.
Por suerte Cheist había actuado rápido y fingía estar dormido.
Justo cuando el asistente salía por la puerta pateó un sostén blanco y se giró para preguntar qué significaba eso, en esa casa sólo vivía una chica y que en el suelo hubiera ropa interior solo podía significar una cosa.
—¿Estás despierto? ¿Cheist, te has acostado con Liberty?
—No es asunto tuyo, Hal.
—Responde, ¿es de Liberty o no?
—No, no lo es, anoche me traje a casa a una chica, ella dormía en su cuarto... pregúntale. ¿Crees que ella quiere algo conmigo? ¿Que se acostaría con un tipo como yo?
—No lo sé. Emma te quiere en el hotel en una hora, parte del equipo está de vuelta y con las pilas cargadas.
David asintió asqueado, eso era lo que más odiaba, y lo que más había odiado años atrás, apartarse de ella obligatoriamente.
Cuando Hal cerró la puerta y lo oyó salir de la casa corrió al armario, donde Libby esperaba con una sonrisa.
—Siento que haya resultado así, pero dime, ¿esto... esto termina así? ¿Me rechazarás?
—¡No! Pero este ritmo no va a poder mantenerse con Gregory o Hal.
—Hmm...amor clandestino tampoco suena muy mal, pero...
—No quieres que se enteren, ¿verdad? —Cheist negó con la cabeza, mirando las manos de ella entre las suyas
—Normalmente no me importa que se me relacione con una o con otra, pero esta vez es distinto y me gustaría seguir así, aunque fuera en secreto. Hal es...
Libby no dejó que dijera nada más. Tomó su cara entre las manos y le besó.
No mucho después que ella, Cheist salía del dormitorio con la sensación de haber pasado la mejor noche de su vida con la única mujer que podía hacerle sentir de esa forma.