Capítulo 5

HACÍA una semana que el equipo de Venus había llegado a Bravetown y 4 días que habían retomado los rodajes. Por suerte para Cheist eran pocas las escenas que debían rodar con él y, con más suerte aún, podía quedarse en casa un rato más, detestaba las congregaciones de curiosos que se formaban alrededor de ellos cuando rodaban en exteriores.

Cheist llevaba más de 1 hora en el baño y Liberty estaba desesperada, necesitaba orinar con urgencia. Llamó insistentemente una decena de veces, pero Cheist disfrutaba de su burbujeante y espumoso baño, ignorando que otras personas pudieran necesitar el único excusado de la casa.

Caminaba de un lado al otro del pasillo, trataba de distraerse con cualquier cosa pero, lo que antes era solo ganas de hacer pis, poco después se convirtió en dolor, pensó incluso en ir al hotel para poder usar uno de los baños, pero de pronto se armó de valor y abrió la puerta, entrando en el baño y sentándose en la taza.

—Maldita sea, ¿estás loca? ¡Está ocupado! —gritaba Cheist, apartando la cortina sin reparar en que iba desnudo completamente.

—Lo siento, es solo que iba a morirme si no lo hacía.

—¿Y mi intimidad?

—Lo siento... —repitió— vosotros no tenéis problemas con veros desnudos, pero para mí resulta un tanto violento entrar así. Mi intimidad también está siendo amenazada ¿sabes? —murmuraba, con una sonrisa y expresión de placer.

Cheist se levantó dentro de la bañera para reclamarle que hubiera entrado de ese modo pero ella, tan pronto como le vio, apartó la mirada ruborizada, esperaba que se hubiera cubierto con la cortina, con las manos tal vez, pero no lo hizo, y sin querer se fijó en su bajo vientre, en el fino hilo de pelo oscuro que bajaba del ombligo.

Liberty se puso en pie adecentando su ropa y, en el momento en el que Cheist quiso bloquearla en busca de una explicación, resbaló con el agua que él mismo había sacado de la bañera y cayó, tirándola al suelo y quedando sobre ella.

Erin, la mandamás de la agencia de talentos de Cheist, había oído que se estaban quedando con la dueña del hotel y, cuando Hal le contó lo bonita que era su casa, contactó con él por videoconferencia para que se la mostrase.

Le había enseñado el precioso patio, la cocina, el salón, los dormitorios que ocupaban él, Greg y Cheist y, desconociendo que hubiera alguien en el baño, desconociendo lo que estaba pasando dentro, abrió la puerta con la cámara del móvil enfocando directamente hacia el frente, Cheist estaba completamente desnudo y encima de Libby, en una postura más que comprometedora y con todas sus vergüenzas al aire.

—Lo siento —musitó el asistente, cerrando la puerta tan deprisa como la había abierto y con expresión de sorpresa.

—Maldita sea... ¿sabes que nunca antes me han pillado en una situación incómoda? ¿Sabes que nunca antes he tenido un momento tan embarazoso como este? —regañó, como si ella tuviera la culpa de que estuvieran en esa posición.

—Quítate de encima y tapate —dijo ella, tratando de contener la risa lo más que podía.

Definitivamente era una situación embarazosa, pero solo para él, Libby iba vestida y decente.

Lo miraba desde el suelo, tratando de que no se notase mucho que estaba a punto de empezar a reír.

—¡Largo!

Libby se puso en pie a toda prisa y corrió hacia la puerta, ya casi no podía aguantar más.

Al salir, Hal estaba frente a la puerta, como si le hubieran puesto pausa, y en cuanto ella acerró la puerta estallaron en risas, haciendo que Cheist replicase desde dentro.

El asistente desvió la mirada hacia la camiseta blanca de la muchacha, ésta tenía empapada, una gran silueta de una mano a la altura de su pecho y ésta se transparentaba ligeramente, dejando intuir el color y la forma de su ropa interior. Ella siguió su mirada y apartó la tela, acercándose a la cara del asistente y empujándola con la otra mano.

—Eres un pervertido —rió, empujándolo con la otra mano.

—Lo siento, no me malinterpretes, es solo que me preguntaba si Erin habría visto la mano ahí puesta —Libby puso cara de consecuencia y ambos empezaron a reír nuevamente.

A la hora de la comida Tanto Hal como ella seguían riendo cuando recordaban el incidente mientras Cheist resoplaba, indignado por lo que había pasado.

Con los días, Greg se dio cuenta de que David no estaba actuando como se suponía que lo haría, sabía que el segundo día se había visto con ella por la noche. Después de escucharla salir en medio de la noche, se vistió para seguirla, pero, justo al abrir la puerta de su dormitorio vio a David salir, luego estaba el incidente del baño, él no lo había visto, pero Hal le contó como los había encontrado mientras hacía una videollamada con Erin, supo que no había sido un incidente intimo sino accidental, aun así le molestaba que su amigo no actuase como debiera, que fuera menos duro de lo que se suponía sería, pero lo que más le molestaba era que ella le gustaba.

Liberty nunca le gustó como chica, se reían mucho juntos, y le encantaba que quisiera a su amigo como lo hacía, pero después de su ruptura la veía más como una especie de bruja devora—hombres que como a la dulce muchacha de antes. Todo eso antes de reencontrarse con ella 10 años después, Liberty era exactamente igual que años atrás, no era nada parecido a como la imaginó y no enamorarse de ella era casi imposible.

Cheist quería hacerla sufrir, pero si conseguía acercarse un poco más a ella él sería quien lo impediría.

Estaban en el salón, el actor estaba en el alfeizar, leyendo su parte del guión, por la mañana tendría la escena del beso y debía leer bien como debía ser. Hal estaba con el resto del equipo y Libby leía un libro, acomodada en el sillón rosa, cerca de la chimenea, y cubierta con una manta de lana blanca.

—He alquilado un coche para estos dos meses... ¿necesitas que te lleve a algún sitio? —después de decirlo se sintió ridículo ¿cómo iba ella a saber si necesitaría que la llevase a algún sitio?

—No, Greg, estoy bien, además, tengo mi choche, ¿recuerdas? —sonrió, algo que hizo reír a Cheist, que supo, por el sonido nasal de su amigo, que se había sentido ridículo— pero si quieres podemos ir a la ciudad, en lugar de mi coche destartalado podemos ir en el tuyo.

—¡Hecho! ¿Salimos en una hora?

—¡Claro!

Como si hubiera sido invitado Cheist se puso en pie y corrió a su cuarto para vestirse apropiadamente, cubrió su cabeza con una gorra, sus ojos con unas gafas oscuras y una gruesa bufanda en el cuello. Una vez listo salió a la calle y, apoyado en la puerta esperó a que salieran, él también iba a ir a la ciudad.

Cuando Greg y Liberty estuvieron arreglados se acercaron a la puerta debatiendo dónde ir, Libby quería enseñarle el nuevo edificio que habían construido, mientras él prefería ir a uno de los puentes sobre el rio, uno de los puentes en los que a ambos extremos había cosas interesantes, a un lado un restaurante intimo bastante romántico, al otro lado un enorme edificio de ocio.

Al salir se encontraron a Cheist disfrazado de incognito y no pudieron evitar ponerse a reír.

—¿Vienes? —preguntó la muchacha, Greg negaba con la cabeza, como pidiéndole que no le preguntase.

—¿Es una salida de parejas? ¿No puedo ir?

—No, claro que no es una salida de pareja, vamos a la ciudad...

De mala gana Gregory le abrió la puerta del coche, no quería tener que lidiar con él en lo que él consideraba una cita, pero después de que ella le preguntase no podía decirle que no podía ir.

Puesto que una cena íntima de tres no era muy normal, después de que Libby les enseñase el fabuloso rascacielos, fueron al centro de ocio al que Greg propuso ir.

En la primera planta había un par de salas de bolos, una seria, donde siempre se reunían los más mayores o los grupos serios para competir y la otra un poco más desenfadada y más juvenil. Al entrar Liberty empezó a dar pequeños saltitos, chinchándoles con que iba a ganarles, pero el actor empezó a quejarse de que eso no le gustaba, de forma que subieron a la segunda planta. Decenas de juegos llamaban la atención de Greg, que invitaba a la muchacha a probarlas con él.

Como si fuera una adolescente corrió a una máquina de fotos, arrastrando con ella a los dos chicos que la acompañaban y, los metió en la cabina, donde decenas de opciones hacían de una foto simple una imagen graciosa.

Con cada disparo hacían una postura diferente, muecas, gestos graciosos, pero Cheist no se movía, permanecía ahí, de brazos cruzados, mirándolos como si fueran personas raras hasta que Libby se llenó de confianza y decidió molestarle.

Sabía que llevaba las gafas para que nadie le reconociese, pero con la cortinilla nadie podía saber quién era, de modo que tiró hacia atrás de la gorra y le quitó las gafas, soltándolo sobre su bolso y su chaqueta.

—Eres actor, actúa como si te estuvieras divirtiendo.

Cheist acercó las manos a su cara y la estiró, haciendo que la sonrisa de la muchacha se tensase aún más.

—David para, le vas a hacer daño.

—No me hace daño —dijo, presionando el botón de la máquina y tomando la instantánea— ahora es mi turno.

Con la sonrisa dibujada en la cara llevó las manos al rostro de Cheist y lo estiró como había hecho con ella. Cheist empezó a reír aun sin querer, con su sonrisa era imposible no hacerlo, en cambio Greg, por su forma de mirarles parecía molesto.

De repente unos brazos la rodearon y la levantaron del suelo. La instantánea esta vez mostraba a Gregory levantando a Liberty en volandas, a ella mirando al actor con expresión de sorpresa y a Cheist mirando a Greg con cara de pocos amigos.

Al salir de la máquina tenían al menos 10 fotos distintas, algunas de ellas también en pegatinas.

—Dame tu móvil —pidió ella, frenando al actor y tendiéndole la mano.

—En mi teléfono no vas a pegar nada de eso...

—¡Vamos!, ¡dámelo!

Greg metió la mano en el bolsillo de su amigo y se lo ofreció mientras el otro replicaba por ello, tratando de quitárselo de las manos, ella rápidamente puso en la tapa trasera el adhesivo en el que ambos estiraban sus caras y se lo devolvió, pero David no iba a dejar que “estropease” la impoluta apariencia de su teléfono con una pegatina de ellos dos juntos, aunque le hiciera gracia que hubiera puesto la misma imagen en el suyo, llevó las uñas al borde de la pegatina y empezó a pellizcar insistentemente.

—¡No la quites, Cheist! Sólo déjala ahí hasta que os vayáis, luego ya no veré si la quitas o no...

—Eso David, no le hagas el desplante...

La quitaría igual, aunque no quisieran. Sin decir nada dejó el móvil de vuelta en el bolsillo.

Cuando llegaron a casa era entrada la noche, por suerte los chicos irían a cenar al hotel y Libby no tenía que preparar nada. Cuando sus compañeros de piso se marcharon ella aprovechó para darse un baño relajante y sentarse cómodamente en su cama para leer el guión después, pese a haber ayudado con las locaciones y presenciado parte del rodaje, la historia le parecía fascinante y, siempre que tenía un hueco se ponía a leer.

Pasaba de la media noche cuando la puerta de su dormitorio se abrió. Libby corrió para cubrirse, nunca dormía nadie en su casa y no estaba acostumbrada a estar en su dormitorio completamente vestida, siempre estaba con su camiseta de dormir y su ropa interior.

—Greg, ¡me has asustado! —se quejó, frunciendo el ceño.

—Lo siento, ya me voy...

—¡No! —Sonrió— es solo que estoy acostumbrada a vivir sola...

—Yo solo venía porque...Bueno... es un poco difícil para mídecir esto... —ella lo miraba con las cejas arqueadas, como si no creyese esa timidez que nunca le había caracterizado—Creo que me gustas...

—¿Cómo?

—Si... no sé cómo ha sido, hace realmente poco que nos vemos pero no sé... estás preciosa y eres tan como antes... Séque no hay nadie a tu lado y pensaba que... Olvídalo...creo que me he vuelto loco...

Sin dar tiempo a que ella respondiera nada salió del dormitorio, cerrando la puerta y dejándola perpleja con una confesión que nunca esperó.

Cheist había escuchado la puerta de Greg, pero no le dio importancia, podía ser que fuera al baño, o a la cocina, o a fumar al patio, podía ser incluso que saliera a pasear a media noche como hizo él el primer día, pero lo siguiente que escuchó fue la puerta de Libby y a ésta quejándose. Sin detenerse a pensar salió de su habitación con sigilo y caminó descalzo por el pasillo para escuchar, a hurtadillas, eso que Greg tenía que decirle en medio de la noche. De pronto le oyó decir que le gustaba y eso fue más de lo que esperaba de ese amigo que siempre le alentó para que se vengase de ella. De repente su cabeza empezó a imaginar todo tipo de escenas intimas entre ellos dos y se vio a si mismo sin saber qué hacer, Greg estaba traicionándole como nunca esperó que hiciera. Antes de que escuchar una respuesta por parte de ella o de seguir escuchando qué más tenía que decirle, volvió a su habitación. ¿Y ahora qué?