Capítulo 2
TIEMPO actual:
Un fuerte estruendo le sobresaltó, haciendo que se sentase, casi instantáneamente, en la pequeña cama portátil que había acomodado en un rincón del set de rodaje.
—Lo siento, Cheist, culpa mía —se disculpó Logan, el tipo de iluminación al que se le habían caído los andamios, haciendo un ruido ensordecedor.
—No importa... —refunfuñó, levantando la manga de la camisa para mirar la hora—Solo una hora...
Por culpa de su trabajo había temporadas en las que David apenas podía dormir, el maquillaje cubría sus ojeras, el café en grandes dosis camuflaba el sueño y sus papeles de don juan ocultaban el mal humor por culpa del poco descanso del que disfrutaba.
Una hora, eso era lo que había dormido desde que la directora de su nueva película le concediese permiso para descansar, una hora y, completamente desvelado no pudo más que levantarse.
Se incorporó, dando un puntapié al catre plegable y caminó hasta el salón improvisado, donde parte del equipo dormía entre sillas, mesas o en el suelo, y se acercó al pequeño sofá en el que estaba sentada Emma, la mandamás del equipo.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Adelante, dispara —respondió la mujer, colocando tras la oreja un mechón de pelo naranja—rojizo que se había venido hacia adelante y le molestaba en los ojos.
—¿Cuánto queda para terminar en esta locación? Necesito un descanso urgente, así no puedo trabajar.
—Aún te quedan 12 escenas, Cheist, pero depende de ti cuando terminemos. Tenemos reserva en Garamond Ville para dentro de 10 días de modo que has debido rodarlas, si o si, para entonces.
—Entonces preparaos, pienso terminarlas ya.
—¡Así me gusta! Que trabajes motivado, aunque solo sea para descansar...
A David le gustaba su trabajo, a pesar de lo duro que resultaba a veces. Siempre pensó que hacían magia: un par de escenarios, unos cuantos trajes y una cámara y, lo que eran solo frases, tomas y cortes, acababa siendo una película maravillosa con la que cientos de miles de personas se emocionaban de mil y una forma distinta.
Venus era su último proyecto, una historia de amor entre un humano y Venus, la diosa del amor y la fertilidad. Particularmente no le gustaban las historias de ese tipo, en la que ambos están tan enamorados que absolutamente nada puede quebrar esa relación, detestaba que la gente creyese que existían amores de ese tipo, pero lo detestaba aún más porque él mismo fue víctima de ese pensamiento años atrás. Pese a todo, eran las películas para las que más solicitado estaba y las que más dinero le hacían ganar. Y, después de terminar con las presentaciones y los viajes de promoción de la película, tenía previsto descansar una temporada, unos meses tal vez, al menos eso era lo que él pensaba.
Estaba preparado para la doceava escena, la última, al fin, habían pasado cinco días y se encontraba al límite, casi no había dormido nada y ya, ni el café, ni bebidas estimulantes conseguían mantenerlo despierto.
—¡Corten! —Gritó Emma— Maldita sea Cheist, ¡Largo! ¡Vete a dormir!, hemos rodado la misma parte 53 veces y no hay manera.
—Voy a dormir, pero lo haré en mi casa, cuando terminemos la escena.
—Terminar la escena...esto... —se levantó furiosa y se acercó a él— esto es un auténtico horror —señaló sus ojeras, sus ojos visiblemente cansados y luego hacia la cámara— eso lo capta todo y no pienso grabar nada más hasta que te veas en condiciones.
—Descansaré en mi casa, Emma.
—Para eso has de conducir 3 horas, así que haz el favor de ir a dormir ahora mismo, seguiremos cuando hayas descansado —pidió— Greg, llévale aunque sea por la fuerza, me niego a rodar ni una sola escena más sin que haya descansado. Esa cara no inspira amor sino terror, así que si no quiere, oblígale.
Greg era, aparte de compañero, amigo de Cheist. Lo había sido durante toda su infancia y lo fue también de Libby, antes de su ruptura con David. Después de que se fuese de repente de Bravetown éste convenció a sus padres para ir con él unos días, sabía por Debra que se había marchado y sabía que le necesitaría. Poco después terminó viviendo con los Coleman, como si fuera uno más de la familia. Lo sabían todo el uno del otro, y también sabía Greg acerca de la venganza que había estado planeando hacia esa chica que le había convertido en el tipo frio pero seductor que era ahora.
—Venga tío, hazle caso, descansa un poco, luego, cuando termines de rodar la última parte podemos ir a celebrar antes de que vayas a casa... —y ahí estaba ese amigo convincente que, con cuatro palabras dichas de la forma correcta podía hacerle cambiar de opinión en un santiamén.
Cheist dio un puñetazo juguetón en el estómago de su amigo y se dirigió al saloncito, dormiría en el sofá, aunque no pretendiera hacerlo por más de una hora.
Esa era la primera vez que Emma trabajaba con Cheist, lo había elegido a él de entre todos los actores que le habían sugerido porque, aparte de atractivo, era un éxito de taquilla seguro. Recientemente había sido nombrado el hombre más atractivo del año, lo que, además, le hacía el más codiciado y solicitado de todos los hombres.
Pese a todo, con otro jamás había tenido que repetir tantas veces una escena de amor realista, no sabía si porque estaba demasiado cansado, si porque estaba frustrado por tantas repeticiones o si simplemente no sabía actuar de esa forma, algo que no tenía sentido.
Llevaba un buen rato durmiendo cuando, víctima de una pesadilla se despertó sobresaltado, frotó levemente sus ojos y, al mirar el reloj se sonrió.
—Cuatro horas... —murmuró antes de estirarse y ponerse en pie.
—Hey dormilón... —dijo Greg entrando en el saloncito— ¿estás más despejado?
—Estoy como nuevo, y con unas ganas locas de terminar esa maldita escena.
Como un rato antes golpeó su estómago y siguió caminando hasta que Greg corrió tras él y, rodeando su cuello con un brazo se descolgó con peso muerto a su lado, algo con lo que los dos chicos empezaron a reír. Parecían adolescentes pero no les importaba lo que los demás pensasen, su relación era casi más de hermanos que de simples amigos.
Esta vez no llevó, ni tanto tiempo, ni tantas tomas, en un par de horas había terminado satisfactoriamente y Emma le dio el permiso que necesitaba para ir a su casa, no sin antes salir a celebrar sus mini vacaciones con Greg, y Hal, su asistente y vigilante encubierto quienes, pese a no poder faltar a los rodajes, también tuvieron un permiso para ausentarse unas horas.
Los tres chicos salían del edificio cuando, de repente, David recordó que Emma le había pedido que vaciase el camerino, de forma que, mientras unos se dirigían al pub en el que tomarían unas copas, el otro iría a recoger las cuatro pertenencias que guardaba en aquella habitación, un par de chaquetas, unos libros, algunos pares de zapatos y poco más.
El aparcacoches de la entrada se llevó el vehículo mientras Cheist entraba en el local, la sonrisa de satisfacción por saber que podría descansar en su casa no se borraba de su cara. Caminaba hacia la barra cuando notó el teléfono vibrando en su bolsillo, sabía que era Emma, la directora del rodaje y, tras comprobar en la pantalla que era su número se llevó el aparato a la oreja.
—Es una catástrofe, es una auténtica catástrofe —lloriqueaba dando golpes.
—Tranquilízate y dime qué es lo que pasa.
—Necesito que os reunáis conmigo y con el resto del equipo en el edificio Velvet cuanto antes.
—¿Ha pasado algo?
—Sí, ahora os cuento, no tardéis por favor —su voz sonaba angustiada.
—Está bien, pero procura tranquilizarte, Emma, ahora nos vemos.
Lejos de lo que hubiera hecho en otro momento se acercó a los chicos, que reían de algo mientras tomaban la primera de sus copas y tiró de ellos, diciéndoles que tenían una reunión de emergencia en las oficinas de la productora.
Los muchachos subieron al coche del actor y condujeron lo más deprisa que pudieron hasta allí. Debía tratarse de algo serio.
Emma caminaba nerviosamente por la sala, alrededor de la mesa donde todos estaban sentados y en silencio.
—Chicos tengo algo importante que deciros, Bacon Hills... ellos han tenido una plaga de no sé qué y debido a la fumigación que han tenido no podremos rodar hasta dentro de dos meses.
—¿Dos meses? Pero eso es...
—En dos meses tiene que estar la película en los estudios de la productora —respondió a la pregunta a punto de ponerse a llorar otra vez.
—No te preocupes —empezó Greg— seguro que todo se arregla.
—Necesitamos que se arregle, necesito que, si conocéis un pueblecito arrebatadoramente bonito, acogedor y romántico me lo hagáis saber cuanto antes.
David bajó la mirada al suelo, recordando el pueblo donde nació y creció, recordando a la culpable de su corazón roto, imaginando cómo se vería después de 10 años. Siempre tenía esos pensamientos, de hecho no pasaba ni un solo día que no recordase lo ocurrido, que no alimentase su sed de venganza con ese recuerdo desagradablemente doloroso, de repente se le ocurrió que esa era una oportunidad de oro que no podía desaprovechar, se puso en pie, llamando la atención de los demás y propuso ir a Bravetown contando que Greg era de allí y las cosas maravillosas que su amigo le había contado.
Greg lo miraba con el ceño fruncido, se suponía que estaba haciendo un bien, pero sabía perfectamente por lo que quería ir, y sabía que no sería capaz de estar por su trabajo una vez la viera.
—Muchas gracias Cheist, agradezco que me lo hayas sugerido, estaré el resto del día tratando de contactar con Bravetown y, en cuanto sepa algo os lo hago saber. Por si acaso pensad en otras alternativas.
Todos en la sala se pusieron en pie y Cheist, lejos de esperar a Greg huyó tan deprisa como pudo, sabía que le iba a recriminar por ello y prefería atenderle por teléfono que tener que verle la cara mientras le decía que eso no estaba bien.
Subió a su coche y un par de minutos después ya estaba en la carretera que le llevaría a su mansión en la playa.
Al llegar a su preciosa casa tecleó el código de seguridad de la entrada y caminó, con un gesto de agotamiento hasta su dormitorio. Tras pulsar un botón, la enorme cristalera se volvió completamente oscura, dejando la habitación en penumbra.
No hacía ni una hora que se había dejado caer sobre el colchón cuando, como siempre, Liberty se colaba en sus pensamientos, sus bonitos ojos azul violeta, su largo cabello castaño que en verano se aclaraba con el sol hasta ser completamente rubio, la suavidad de sus labios al besarle... Se sentó en el borde de la cama con las manos formando dos apretados puños y, poco después se llevó una mano al pecho y la otra a la frente, ¿Es que nunca iba a dejar de dolerle esa ruptura? Una fracción de segundo es lo que tardó su cabeza en idear un plan. Quería hacerla sufrir del mismo modo que ella se lo había hecho a él, hacer que se retorciera de dolor cada vez que recordase su nombre, cada vez que viera el amor a su alrededor, así que, en cuanto llegasen a Bravetown la buscaría, encontraría un modo de acercarse, fingir quererla y luego destrozarle el corazón diciéndole que ella no era lo suficientemente atractiva, y luego se marcharía sin más. Ahora sólo quedaba que su improvisado plan de llevar el rodaje a Bravetown saliera bien.
Eran las 6 de la mañana cuando el teléfono empezó a sonar. En otro momento lo habría lanzado contra un sofá, contra el suelo o contra cualquier sitio, pero esta vez esperaba esa llamada, esa llamada que le confirmase si irían o no. La suerte estaba de su lado, Emma había pasado las horas movilizando Bravetown y organizándolo todo y, tan pronto como lo tuvo todo bien zanjado llamó a Cheist. En 4 días debían estar rodando en su pueblecito natal y tendría 2 meses para dar a la insensible Liberty su merecido.
Sus días de descanso los pasó hecho un manojo de nervios. A medida que se acercaba el día de volver a aquel pueblo, de ver a Libby, no estaba tan seguro de que su plan de venganza surtiera efecto, quizás ella estaría felizmente casada, a lo mejor incluso con hijos, quizás no le reconocería, o no le creyera, igual ni siquiera vivía allí...