21. Consejos para la clase en grupo

Tanto si das clases para perros adultos como para cachorritos, aquí van algunos consejos útiles:

1. Empieza siempre en hora. Si tu clase está programada para empezar a las 19:00 y sólo hay dos equipos perro y dueño, empieza de todas formas con la clase. Si esperas continuamente a los rezagados, tus alumnos verán que está bien llegar tarde. Si comienzas las clases en hora, los alumnos se presentarán puntualmente, incluso antes; a nadie le gusta perderse algo. Tampoco hace daño recompensar de vez en cuando a la primera persona que llega, o a los que llegan puntualmente. La recompensa incluye dulces (excepto chocolate, que es tóxico para los perros), cupones que pueden ser recogidos y canjeados luego por premios, clickers o cualquier otro objeto pequeño, divertido y barato que se te ocurra.

2. Los dueños suelen estar nerviosos el primer día de clase. Cálmalos sugiriéndoles que no comparen la actuación de sus perros con otros de la clase. Los perros, igual que las personas, aprenden a su ritmo. Lo maravilloso es que cada perro, independientemente de su habilidad al principio, mejorará a lo largo de la clase. También conviene decirles que no se sientan avergonzados con los ladridos u otro tipo de «mal comportamiento» que presenten sus perros. Después de todo ¡no se necesitaría la clase si los perros fuesen ya perfectos!

3. Si bien es crucial dar cierta información, ten cuidado de que tus clases no se conviertan en conferencias. Si se necesita mucho tiempo de clase para tratar un tema, preséntalo mejor en forma de apuntes impresos. Las personas procesamos sólo un pequeño porcentaje de la información que se da en forma de conferencia, así que unos apuntes impresos es tu mejor apuesta. Continúa con el ritmo de la clase. Explica un ejercicio, demuéstralo con el perro de un alumno (intenta utilizar cada perro al menos una vez a lo largo del curso) y luego corrige a los alumnos mientras practican. Alterna los ejercicios con juegos para hacer la clase estimulante. Si ves que los alumnos se están poniendo tensos o frustrando durante un ejercicio, haz una pequeña pausa. Invítales a que paren, se estiren y respiren profundamente. Eso relajará tanto a las personas como a los perros y te dará tiempo para pensar cómo dividir el ejercicio en fracciones más pequeñas para que todo el mundo tenga éxito.

Sé tan positivo con los alumnos como lo eres con los perros. ¡Esto es sumamente importante! Algunos instructores son excelentes con los perros, pero les faltan habilidades sociales. Mejor que decirle a un alumno o alumna que lo está haciendo mal, dilo de forma positiva, por ejemplo, «está bien para empezar, ahora intenta hacerlo así…». A nadie le gusta que le digan que está haciendo algo mal, especialmente delante de un grupo. Si tienes que señalar algo que se está haciendo de forma incorrecta, espera hasta que se acabe el ejercicio y luego dirígete a toda la clase en conjunto: «¡Buen trabajo todo el mundo! Hay que tener cuidado con estas cosas…». La única razón para hacer notar a una sola persona delante del grupo es para señalar algo positivo. Recuerda, una buena clase de obediencia motiva tanto a los perros como a las personas, y hace que se sientan bien consigo mismos. También es agradable dar gracias o recompensar por hacer buenas preguntas o por hacer un ejercicio especialmente bien.

4. Estructura tus clases de forma que los ejercicios que requieren más energía, como la llamada, se hagan al principio de la clase, mientras que los de baja energía como quieto o échate se hacen hacia el final, cuando los perros están agradablemente cansados. Una estructura inteligente es otra vía más para hacer que todos lo consigan.

5. Haz que las instrucciones y los conceptos sean sencillos. Las analogías son útiles para llegar adonde quieres. Por ejemplo, si alguien no entiende que hay que recompensar al perro cuando hace algo bien, podrías ponerle este ejemplo: «digamos que cada vez que cojas esa silla para sentarte, vengo corriendo y te doy cincuenta euros. ¡Apuesto a que pronto te sentarías a menudo en esa silla! Lo mismo pasa con tu perro. Si cada vez que se echa tranquilamente en su cama, vienes enseguida y le das su juguete, se echará tranquilo en esa cama mucho más a menudo». Compara esto con decir: «Cada vez que tu perro muestre el comportamiento apropiado, dale un refuerzo positivo». Aunque la última frase es correcta, la gente captará la primera mejor.

6. Recuérdales a los dueños que integren lo que han aprendido sus perros en las situaciones cotidianas. Una vez que el perro aprende a sentarse, el dueño tiene que hacerlo sentar antes de las comidas, de salir de paseo y cualquier otra situación que el perro perciba como recompensa. (Esta es una buena práctica de dirección).

7. Incluye juegos de la vida real en tu clase. Por ejemplo, hacia el final de unas sesiones de siete semanas con un grupo de adultos, hice que los alumnos jugaran a un juego que incorporaba deja, sienta, quieto y junto. Llené una bolsa de la compra de papel con hueveras vacías, botellas de plástico y otros recipientes, casi hasta el punto de caerse. Se había preparado un recorrido lleno de galletas en platos, juguetes y otras distracciones. Cada dueño tenía que zigzaguear por el recorrido llevando la bolsa, con el perro al lado sin correa, diciéndole deja cuando fuese necesario. Al final del recorrido había una puerta (fabrícala colocando dos asientos un poco separados si no hay una puerta real). El perro tenía que sentarse y esperar mientras el dueño hurgaba en su bolsillo en busca de la llave y luego hacía la pantomima de colocar la llave en la puerta y abrirla. El juego es muy divertido y utiliza las habilidades aprendidas por perros y dueños. Y lo mejor de todo, es una buena práctica de situaciones de la vida real.

8. Una vez que se ha enseñado una habilidad, los alumnos deben ayudar a su perro a generalizarla. En otras palabras, simplemente porque el perro entienda lo que significa sienta, no quiere decir que lo vaya a hacer independientemente de las circunstancias. Por ejemplo, un perro aprende que sienta significa que tiene que sentarse mirando hacia el dueño. Luego, cuando se espera que se siente paralelo a su amo para iniciar la marcha, el perro se sienta enfrente del dueño para poder mirarle. Después de todo, el perro intenta ponerse mirando al dueño ya que sienta significa precisamente eso. Para el perro es importante «cambiar el escenario». Sienta, por ejemplo, debe practicarse en diferentes posiciones como de frente al dueño, al lado del dueño, con el dueño a cierta distancia e incluso con el dueño sentado. Si bien al principio es importante que los dueños practiquen en casa sin distracciones, anímalos a que practiquen en habitaciones diferentes, en el jardín, delante de casa, fuera y luego en distintos lugares lejos de casa.

9. Las clases pueden ser caóticas a veces, especialmente si trabajas con un gran número de perros. Enseñar a los dueños a que recompensen a sus perros para que presten atención, especialmente en la primera o segunda clases, ayudará mucho. Si haces una clase de adiestramiento con clicker, haz que los dueños hagan clic y recompensen al perro cada vez que les mira. Si la clase no es con clicker, haz que los dueños digan ¡sí! cada vez que el perro les mira, y luego lo recompensen. Tus clases serán mucho más tranquilas y sin problemas si consigues que los dueños mantengan la atención de sus perros.

10. Indícales a los dueños que una de las mejores herramientas de adiestramiento es su propio comportamiento. Muéstrales el lenguaje corporal humano y cómo afecta a los perros. Diles que el estrés y la calma se transmiten a través de la correa. Ensaya con alumnos qué hacer cuando un perro se vuelve reactivo. Indica (¡agradablemente, claro!) cuándo los dueños están comenzando a levantar la voz o a ponerse tensos, o cualquier influencia negativa de su propio comportamiento sobre el perro.

11. Cuando des clases en grupo, encontrarás todos los tipos de personalidad (y me refiero a las personas, no a los perros). Algunos serán revoltosos; otros querrán contar largas y complejas historias de sus perros; habrá quienes harán más preguntas de las que tengas tiempo de responder, y otros discutirán lo que digas. Los libros de la sección Recursos sobre el trato con personas te serán de gran ayuda. Si alguien es real y repetidamente revoltoso, habla en privado con esa persona tras la clase, o llámala durante la semana y trata de resolver el problema.

12. Aunque es genial ser el centro de atención y escuchar los comentarios sobre lo maravilloso que eres, no se trata de ti. Un buen instructor está allí para apoyar a los alumnos y a sus perros y para hacer que ellos destaquen. Al fin y al cabo, no eres tú a quien los perros tendrán que escuchar. Los alumnos deben pensar que eres un buen profesor, claro, pero más importante, deben salir contentos con todo lo que han aprendido ellos y sus perros y sintiéndose confiados en que ellos son buenos adiestradores.