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Redmondtown, Irlanda, 1965

En la mansión de los Osborn no reinaba la paz, pero las razones no eran precisamente económicas. Durante los años de encarcelamiento, Seamus había perdido el control sobre su esposa, que mostraba una abierta inclinación hacia Aidan en detrimento de William. Después, Barbara convenció a Seamus para que enviara a su hijo a un internado en Dublín y recibiera una buena educación, pues el día de mañana se haría cargo de los negocios. Mientras tanto, ella se encargó personalmente de educar y malcriar a Aidan. Entre sus planes estaba introducirle en el negocio desde pequeño, igual que Seamus había hecho con Derry, su padre, y relegar así al legítimo heredero. Sin embargo, Aidan no cumplía con las expectativas que Barbara había proyectado para él. Era un joven caprichoso y egocéntrico, y mostraba escaso interés por ayudar a su tío en los negocios de la pesca o el ganado. Sus fechorías eran muy comentadas en el pueblo, sobre todo entre los vecinos mayores, que recordaban aún los escándalos y peleas que protagonizó su padre cuando tenía su edad.

En 1965, William Osborn había concluido sus estudios y regresó al hogar familiar. Era un joven taciturno y callado. Se debía a la lealtad de Seamus y procuraba eludir a Barbara, la mujer de su padre, a quien ni siquiera le unía un lazo de afecto o cordialidad. Desde el regreso al hogar había advertido signos de hostilidad por parte de Aidan y Barbara. Ésta apoyaba siempre a su sobrino-nieto, y no desaprovechaba la ocasión de poner en evidencia a William ante su marido en beneficio del otro joven. Los encontronazos entre ambos comenzaron a repetirse con demasiada frecuencia hasta que la situación se hizo insostenible. Una tarde, Seamus advirtió que William presentaba el rostro lleno de moretones. La noche anterior había coincidido en el Club Náutico con Aidan y éste comenzó a molestar a la joven que le acompañaba. Tras un primer intento razonable por parte de aquél para solucionar el contratiempo, Aidan insistió, dominado por una excesiva carga etílica que le llevó a dar el primer golpe a su rival. A partir de ese momento se enzarzaron en una pelea hasta que fueron separados por el grupo de clientes, que asistían atónitos a la violenta disputa entre el hijo y el sobrino-nieto de Seamus Osborn.

Al tener noticias de aquel altercado, el armador tomó una resolución que desequilibraría por completo la vida familiar, expulsando a Aidan del palacio y ordenando su traslado a Dublín. Barbara no aceptó de buen grado la decisión de su marido y, por más que luchó por hacerle cambiar de idea, no lo consiguió. Sin embargo, le sirvió de excelente excusa para dejar aquellos solitarios parajes e instalarse definitivamente en su residencia de la capital, donde viviría con el joven Aidan. Seamus no se inmutó ni trató de convencerla, al contrario, les dejó marchar.