Epilogo

 

‘Cada final trae consigo un nuevo principio.’ 

Causa y Efecto, Prensa de Avalon, 3067

 

Solitude, Arc-Royal
Cordón de Defensa de Arc-Royal
Alianza Lirana

26 de Agosto del 3067

Morgan Kell no estaba disponible para darle la bienvenida a Víctor cuando este desembarcó en Arc-Royal, en su lugar había enviado un video mensaje a Víctor para que se le uniera lo mas pronto posible en Solitude. El tono de Morgan era tenso, y su rostro parecía la mascara de un político, algo que parecía extraño ya que solo Víctor recibiría el mensaje. A menos que hubiera otros en la sala mientras este se grababa, decidió finalmente Víctor, gente ante la cual Morgan no quería mostrar ningún sentimiento.
Eso en si mismo era una advertencia.

 

Pese a todo, el traslado de su hermana a lo largo del espacio de la Federación de Soles y a través del de la Alianza Lirana había transcurrido sin no pocos momentos de tensión cuando algún ocasional noble o comandante oportunista fomentaba las protestas publicas. Poco después, todo se acababa con años de evidencias recopiladas y las declaraciones firmadas tanto de Yvonne como de Peter que dejaban totalmente y sin perjuicio alguno a Katherine bajo la autoridad de Víctor. La mayor parte de los lealistas se retiraban con alguna bravuconada o amenaza para desaparecer finalmente en silencio. Solo en la estación de recarga de Blue Diamond tuvo lugar algo remotamente parecido a una confrontación armada, y fue a causa de un piloto suicida intentando llevar a cabo su propia y ultima venganza contra Víctor.

 

Conforme el sedan de Víctor descendía por la rampa de la Nave de Descenso, comprobó primero que el transporte blindado que llevaba a Katherine le seguía a corta distancia. Después echó una mirada a las cuatro lanzaderas de corto alcance posadas en un campo cercano. Una estaba claramente marcada con los colores de ComStar. Otra mostraba la cabeza triangular de los Demonios de Kell. Las dos ultimas llevaban las insignias del Clan de los Lobos, así que, por ahora, no había grandes sorpresas.

 

La gente de Phelan Kell había hecho un buen trabajo con tan poco tiempo. Cuatro meses fue todo lo que Víctor fue capaz de darles, y ahora aquí estaba: toda una nueva instalación construida en mitad de la Selva Grungurtel de Arc-Royal. Aunque por fuera parecía una estación de investigación, poseía una enorme torre equipada con todas las comodidades que Katherine podía razonablemente desear, sin contar su libertad. Tendría además un brazalete enjoyado que funcionaria como localizador, permitiéndole un acceso limitado a las áreas circundantes. Solo para asegurarse de que permanecía cerca y de que nadie trataba de ir a buscarla, los Lobos en el Exilio estacionarían allí un contingente militar equipado con mechs. Víctor no podía imaginar a ningún miembro de los Clanes accediendo a ayudarla, sin importar cuanto tratara Katherine de convencerlos.

 

Tras atravesar la entrada, el conductor de Víctor siguió las indicaciones hasta un parking subterráneo. Víctor dejó entonces a Katherine bajo la atenta mirada de los lobos de Phelan sabiendo que su interferencia solo les insultaría. Además, Tiaret estaba con ella.

 

Gaving Dow estaba esperándole cuando salió del ascensor en el nivel administrativo de Solitude. Los ojos amarillo-verdosos estaban iluminados por la curiosidad, algo que desapareció solo ligeramente cuando vio que Víctor había subido solo. El Capiscol vestía sus nuevas vestiduras, teñidas fuertemente de dorado y rojo para denotar su nueva posición.

 

– Buenas tardes, – dijo Víctor formal y secamente, – Primer Capiscol –.
– Puede llevaros algún tiempo el acostumbraros, Víctor, pero creo que lo lograreis–. Dow sonrió ampliamente, sin esconder el placer que le producía su nueva posición como principal capiscol del Primer Circuito. – Siempre lo hacéis –.
– Escuché que estuvisteis en la cuerda floja, – dijo Víctor, aunque solo para el continuo deleite de Dow.

 

Víctor carecía todavía de toda la información acerca de la maniobra política, pero parecía que la Primus había tenido que reconocer el titulo y las nuevas responsabilidades de Dow para impedir una cuestión de confianza e incluso la posibilidad de un segundo cisma. Dow aparentemente había usado su posición como capiscol marcial temporal para construir una base de poder suficientemente fuerte con tal propósito.

 

Paradójicamente, Dow permanecía bajo la supervisión de Víctor, tras haber dimitido y permitido que este recuperara su anterior posición como capiscol marcial autónomo. En realidad, al principio, había bloqueado cualquier regreso de Víctor y de los pocos supervivientes de la 244º División. Solo dio su brazo a torcer después de que Víctor hiciera juramento publico ante ComStar de que nunca volvería, bajo pena de inmediata censura, a poner cualquier interés personal en los asuntos de los Estados sucesores por delante de los intereses de ComStar.

 

– ComStar necesita lideres fuertes, Víctor Davion. Podéis ser uno de ellos, algún día quizás, cuando esté seguro de que habéis dejado atrás vuestros lazos nacionalistas –.

 

Víctor asintió cortésmente y después se giró para adentrarse en el centro administrativo. Las amplias ventanas alineadas a un lado de la sala, lanzando su mirada hacia la distante pradera que se detenía justo ante el ferrocemento de la pista de aterrizaje. – ¿Tiene la Primus ordenes para mí? –.

– Solo que debéis acompañarme en Noviembre a Tharkad, a la Conferencia de la Liga Estelar. Con la guerra civil finalizada, Capiscol Marcial Davion, creemos que es importante que seáis visto bajo la guía del Primer Circuito de ComStar. Compartiremos la mesa de ComStar –.

 

Traducción: lo que Gavin Dow quería era ser visto como un líder político y como la verdadera fuerza dirigente de ComStar. Víctor estuvo a punto de irse de la lengua, pero se distrajo cuando las puertas del ascensor se abrieron de nuevo y Katherine fue escoltada al interior de la sala por Tiaret y un mechwarrior del Clan de los Lobos. Los dos esperaron a que la prisionera recuperara su compostura y Dow aprovecho para intercambiar un educado saludo con Katherine. Ella, sin embargo, era de todo menos cordial.

 

– Parece que nuestra relación no fue tan beneficiosa después de todo, – dijo ella, su voz competía en frialdad con sus ojos.
– ¿De verdad? – Dow enarcó una ceja, sus ojos brillaron sarcásticamente. – He obtenido de ella todo lo que quería –.
– Yo pensé lo mismo en una ocasión, – dijo ella. – Vea a donde me ha llevado –. Paso entre los dos hombres de ComStar sin molestarse en comprobar si sus dos guardias la seguían. Para ella podrían haber sido simples cortesanos dada la atención que les brindó.

 

Víctor tenia que concederle cierto crédito a su hermana. Había aguantado mucho mejor de lo que habría esperado la constante humillación de ser prisionera. Por supuesto, en su propia mente, ella no era una prisionera. Todavía pensaba que había sido simplemente apartada del poder, pero que siempre tendría una puerta abierta para alcanzarlo de nuevo. El trabajo de hoy de Víctor era cerrar esa puerta y tirar la llave.

 

Alguno de sus sentimientos debió mostrarse en su rostro. – No descansareis tan fácilmente como pensáis,– dijo Dow mirando fijamente la retirada de Katherine. Cuando Víctor le miró inquisitivamente, el Primer Capiscol simplemente agitó la cabeza. – Tenéis a gente que os aguarda, Capiscol Marcial. Os veré en Tharkad –. Haciendo una inclinación sobre con las palmas de sus manos unidas, Gavin Dow sonrió fugazmente y después se volvió para coger el ascensor que le devolvería a su propia lanzadera.

 

Frunciendo el ceño, Víctor acepto esta segunda advertencia y siguió a Katherine al interior del centro administrativo, una cámara circular que parecía mas una sala de conferencias que cualquier otra cosa. Mesas de metal dispuestas en un semicírculo, de cara a la puerta, y tras ellas una grada con asientos para los espectadores. Se parecía mas a una sala de lectura o a una sala de entrevistas. Entre los científicos de los Clanes quizás esa era una necesidad administrativa.

 

Morgan Kell le esperaba justo al otro lado de la puerta, y su mano buena enseguida se alzo para apretar la de Víctor tan pronto como este entró. – Tenemos un nuevo problema, – dijo Morgan tranquilamente, en voz baja, algo que Víctor podría haber adivinado por la severa mirada de Phelan.

 

El Khan de los Lobos en el Exilio se sentaba sobre la mesa con los brazos cruzados desafiantemente mientras miraba fija y furiosamente a otro guerrero de los clanes que permanecía cerca vestido con atuendo formal, incluido el casco y mascara ceremonial forjado con la representación totémica de una enorme cabeza de lobo.

 

Galen Cox permanecía a un lado junto a Isis Marik. Galen parecía ocupado en sus propios pensamientos, aunque Isis estaba claramente preocupada por algo. Tiaret, Víctor lo notó, se movió protectoramente delante de Katherine dándose cuenta de algo que aparentemente él había pasado por alto. Víctor devolvió su atención al guerrero enmascarado.

 

– ¿Tiene algún asunto pendiente aquí? –preguntó.
– Yo diría que si, – dijo el hombre con su dura y seca voz, e instantáneamente Víctor se puso tieso al reconocerla. El guerrero se quitó el casco y lo colocó bajo el brazo con dignidad marcial. Aunque Víctor había pensado que estaba preparado para cualquier sorpresa que le aguardara, solo podía permanecer completamente anonadado mientras Vladimir Ward, Khan del otro Clan de los Lobos se plantaba ante él en Arc-Royal. 
– Khan Ward, – dijo Víctor sin alterar la voz, tratando de recuperarse de su metedura de pata mental.
– No estaba al corriente de que se le hubiera garantizado paso seguro hasta Arc-Royal –. Lanzó unamirada hacia Phelan quien negó con la cabeza.
– Ni lo pedí ni recibí una garantía de safcom. Si se requiere que me habrá paso a la fuerza, lo haré –. Vlad cambio solo ligeramente su mirada hacia Phelan, y la animosidad que saltó entre ellos habría hecho que Víctor sacara un arma de haber tenido una. Phelan la tenia, en una funda pegada a su pierna derecha, pero mantuvo las manos bien lejos de ella. Vlad volvió su mirada de nuevo a Víctor. – Eso no tiene nada que ver con nuestros asuntos, Víctor Davion –. 
– No sabia que tuviéramos asuntos que discutir, – dijo Víctor, captando su sonrisa de superioridad ante se desconcierto. Según la forma de pensar de los Clanes, que te hubieran pillado desprevenido era signo de una mente perezosa.
– No hay necesidad de ninguna discusión. Estoy aquí para tomar posesión de vuestra prisionera –.
– ¿Me esta desafiando por Katherine? – la mente de Víctor saltó, intentando averiguar porqué un Khan de los Clanes se preocuparía siquiera por la caída de su hermana.
– ¿Desafiaros? Aff –. Vlad pareció mas que dispuesto a esa idea. – Si lo preferís así –. Sus oscuros ojos se movieron de Víctor a Katherine. 
– Víctor presintió una amenaza encubierta. – ¿O? –.
– La guerra, – prometió Vlad. – Os advertí en una ocasión que mis Lobos no estaban vinculados por el Gran Rechazo, pero que honrarían la tregua de Tukayyid. Esa tregua expiró en Mayo de este año. ¿Estáis preparado para hablar en nombre de vuestras antiguas naciones y enviarlas de vuelta a la batalla tan rápidamente? – preguntó. – Yo sí –. Víctor pasó una mirada rápida por todos los presentes. Phelan parecía dispuesto a luchar, pero él siempre estaba dispuesto. Morgan esperaba con estoica neutralidad. Víctor volvió a mirar a Vlad. – ¿Me está proponiendo que si le doy a Katherine obtendremos la paz? –.
– No os prometo anda salvo atacar si no me dais lo que he venido a adquirir. Podéis elegir creerme o no Víctor Davion –.

 

Víctor se lo creía. No necesitaba el nada sutil gesto de Phelan para creer que Vlad haría justo lo que decía. Tampoco se le escapaba el que había dado su palabra al Primer Circuito de no se entrometerse en asuntos ajenos a ComStar, y la encarcelación de Katherine definitivamente caía dentro de ese terreno. Incluso si se interpretaba que si era asunto de ComStar dada la referencia de Vlad a la tregua de Tukayyid, Víctor no podría empujar a Yvonne y a Peter a una nueva guerra cuando había otra posible vía de salida. Sin saberlo, Vlad le había arrinconado contra un muro muy espeso.

 

– Aff, le creo, – dijo Víctor con un encogimiento de hombros. – Tómela entonces –. Discretamente observó el rostro de Katherine y se dio cuenta del destello de triunfo que iluminó sus ojos. ¿Que estaría pensando ella acerca de que Vlad hubiera venido en su busca? Nunca lo sabría. – Si este su precio, Vlad tómela y bienvenido sea. Hoy ha hecho un buen negocio –.

 

La puya hizo su efecto, Víctor prácticamente había acusado al Khan de los Lobos de actuar como un comerciante, una delicadeza que Vlad no dejo escapar y con la cual su rostro se enrojeció de rabia. Pero el guerrero de los Clanes había conseguido el objetivo de hoy, y por ello se esforzó en esbozar una sonrisa desafiante para dejar bien claro a Víctor que aunque el comentario de hoy sería ignorado no sería olvidado.

 

Como Capiscol Marcial, Víctor no había tenido otra salida.

 

*****

 

– ¿Estas loco? – fue la primera pregunta que Phelan le hizo tras la marcha de Vlad Ward y Katherine, con la puerta apenas cerrada tras ellos.
– Quizás, – dijo Víctor. – Pero si viste alguna otra salida a todos nuestros problemas no la oí –. Morgan Kell no desestimo las implicaciones que Víctor había dejado colgando para todo el mundo. 
–¿Solución? –. Miro inquisitivamente a Víctor. ¿Dónde puedes ver eso? –. 
– Cautiva o no, la presencia de Katherine siempre seria una preocupación para nosotros en Arc-Royal, ¿correcto? – Espero la respuesta afirmativa de todos. – Así que ahora que ha sido aceptada por los Clanes, – acentuó la palabra cuidadosamente, – Phelan, ¿qué hizo eso con tu credibilidad en la Esfera Interior? –
– Hizo que fuera condenadamente difícil conseguir cualquier cosa sin tener que pelear hasta la ultima concesión –. Una mirada de naciente comprensión iluminó sus ojos castaños. – No esta mal, Víctor. Eso seria para Katherine incluso peor que encerrarla lejos –. Se frotó la barbilla con una mano enguantada.
– Aun así, me fastidia dejar que Vlad se la lleve después de todo lo que nos costó traerla aquí –. 
– Si, – se mostró de acuerdo Víctor. – Y consideré rechazarlo, hasta que pensé en la penitencia que Katherine tendría que pagar realmente por sus crímenes. No sé que ve él en ella o que juego se traen entre manos los dos, pero veo una sola manera de que Vlad saque algún provecho de Katherine –. Morgan se adelantó en esta ocasión a su hijo. – Tendrá que convertirla en una guerrera –.

 

Víctor asintió. – Creo que eso le hará algún bien, y le permitirá conocer algo del honor marcial. Sabemos que la ascensión de Phelan fue fulgurante, pero incluso entre los Clanes, primero debes aprender a obedecer antes de poder mandar. Quizás quede alguna esperanza para la eventual rehabilitación de Katherine –.

– Y puede que no, – le advirtió Morgan, sin compartir el obvio placer de su hijo ante la idea de Katherine sufriendo el programa de entrenamiento de los Clanes. – Pese a ello creo que has tomado la decisión correcta –.

 

Así lo creía Víctor. Y estuvo encantado de dejar finalmente los asuntos oficiales y pasar un rato alegre entre amigos. Isis acepto un ligero apretón tras haber viajado a Arc-Royal para ayudar a diseñar la jaula de oro de Katherine. Galen Cox parecía demasiado sombrío para alguien que volvía a encontrarse con un amigo después de dos años.

 

– Esta no es la clase de reunión que habría esperado tener, Jerr.., perdona, Galen –. Víctor sonrió tímidamente. – Me llevara un tiempo acostumbrarme de nuevo a tu nombre –.
– A los dos nos costara algún tiempo, Víctor, aunque Hohiro ha estado ayudándome. Ha estado usando el nombre de Galen desde que Katherine lo soltó en la conferencia de la Liga Estelar –. Se adelanto y le ofreció su mano. – Tendré que volver a recordar mi nombre –.

 

Víctor aceptó su breve apretón de manos. – Es lo justo. De todas las victimas de Katherine, Galen Cox es la única a la que podemos resucitar –. Eso trajo consigo una nueva oleada de tristeza, por supuesto, pero Víctor estaba aprendiendo a vivir con la melancolía. Al menos esa tristeza ya no eclipsaba los buenos momentos vividos junto a Omi Kurita.

 

– He leído el informe preliminar que enviaste por delante, – dijo con la voz ligeramente baja. Isis se movió para colocar una mano sobre su brazo y ofrecerle algo de apoyo, algo por lo que Víctor le estaba agradecido. – ¿Esta muerto? ¿No hay duda alguna? –. Galen asintió, confirmando la muerte del asesino. – Minoru me enseñó su cabeza –.
– Entonces todo ha terminado, – murmuró Víctor para si mismo.
– No Víctor, – dijo Galen, mas afligido de lo que Víctor le había visto nunca, mas incluso que después de la muerte de Omi. – Todo se ha vuelto más complicado –.

 

No ofreció ninguna explicación inmediata, sacó un diminuto lector electrónico de su bolsillo y lo sopesó en la palma de su mano. Silenciosamente se lo paso.

 

Víctor encendió la pantalla y observó el texto contenido en ella. Parecía la entrada a algún tipo de informe medico, aunque la conexión se le escapó durante tres confusos segundos. Una mano helada descendió sobre su corazón mientras pasaba las paginas hasta la cabecera del informe y leía el nombre impreso en el.

 

OMI KURITA
Su autopsia.

 

Cuando Víctor encontró de nuevo fuerzas, su voz era apenas poco mas que un graznido. – ¿Cómo es de fiable la información? – fue todo lo que se le ocurrió preguntar mientras pasaba las paginas de nuevo, mucho mas lentamente esta vez, buscando en el texto la anterior referencia.

 

Galen se quedó mirando el suelo. – Víctor, la encontré yo mismo. Mas que eso, creo.... Theodore Kurita me dio carta blanca para ayudar en la investigación, pero podría haber enterrado ese informe, o haberlo alterado de haberlo querido. Quería que yo lo encontrara Víctor. Quería que tú lo tuvieras para que lo supieras sin que él tuviera que hacer ningún tipo de declaración oficial –.

 

El silencio reinó durante largo rato mientras los demás esperaban a ver si compartía las noticias o pedía que le dejaran solo. Isis Marik finalmente le dio un ligero apretón en el brazo. – ¿Víctor? –.

 

– ¿Sabias algo de esto? – Él miró fijamente a Isis y encontró tan solo preocupación en sus castaños ojos. Le acercó el lector. – Isis ¿ sabias algo de esto? –. Su respiración era entrecortada mientras esperaba su respuesta, su pecho estaba tan apretado que apenas podía respirar. Trató de dar un paso y se encontró que no podía mantenerse en pie. Tuvo que apoyarse sobre la mesa para mantener el equilibrio y no caer. 
– N-no, – dijo Isis, después de una lectura rápida de los datos. Su voz era baja y temerosa, como la de un niño. – No Víctor, te juro que no –.

Ella hizo amago de devolverle el lector, pero Víctor le indicó que se lo pasara a Morgan y a Phelan. Víctor no lo necesitaba. Las palabras impresas en el fósforo de la pantalla habían quedado grabadas en sus retinas, allá donde su cerebro no podía pensar en nada más. Estaba allí, impreso donde se colocaban las anotaciones importantes sobre el historial de salud familiar y donde se incluían los detalles especiales.

 

“Detalles observados,” así empezaba, “ de un antiguo embarazo. La cicatriz episiotomial indica un parto natural”

 

Un parto. Un nacimiento.

 

Debió ser mientras estaba lejos luchando en los mundos de los Clanes, ya que Isis no había tenido conocimiento de que Omi estuviera embarazada. Todo encajaba. Incluida la promesa que Omi le había hecho cinco años atrás.

 

“Hay algunos asuntos que tenemos que discutir, “ le había dicho en Mogyorod, “ tu y yo. Asuntos importantes. Personales. Quizás...” Omi se había abrazado fuertemente a si misma, apretando los brazo contra su cintura. Pensando en su bebe. “Víctor, nunca me interpondría en el recuerdo de tu hermano, pero quizás sepa algo que pueda aliviar tu dolor”. Recordó su fugaz y misteriosa sonrisa. “Sin embargo no puedo prometerte que no te complicará la vida inmensamente”.

 

Víctor había pensado en aquel entonces que ella podría estar barajando la idea de un matrimonio formal. Ahora quedaba claro que ella estaba dispuesta a ofrecerle esperanza para su futuro juntos de la única manera que creía capaz. Por aquel entonces el intento de asesinato les separó, y Omi mantuvo el secreto. Se lo llevó consigo a la tumba.

 

– Víctor, – dijo Galen suavemente, sacándole de su largo silencio. – Víctor, ¿estas bien? –.

 

Todos le estaban mirando. Galen con una disculpa en sus ojos. Isis con cierta cantidad de energía nerviosa. Las miradas de Morgan y Phelan fluctuaban entre su intención de darle su apoyo y varias clases de indignación moral. Tiaret.... parecía satisfecha. Bien, por supuesto que lo estaba. Entre los Clanes los guerreros quedaban inmortalizados a través del derecho de sus genes a producir hijos. Tiaret sin duda encontraba justo el que Víctor finalmente hubiera tenido descendencia. No por primera vez, Víctor se encontró dando mentalmente las gracias a la Elemental por su perspectiva.

 

– Me siento...., – dijo haciendo una pausa para considerarlo un poco más. – Me siento bien. De verdad. Creo que me gusta el hecho de que algo de mi vida con Omi siga vivo ahi fuera. Después de todo, se supone que este es tiempo de mirar hacia adelante –. Sonrió débilmente a todos los presentes y se alzó, sus piernas todavía flaqueaban, pero le aguantaron sin problemas. – Tengo que poner orden en mi propia vida, pero al menos sé que hay algo por lo que continuar. Esto significa que parte de nosotros, de Omi y de mí, ha sobrevivido. Y eso es lo que somos después de todo –. Hizo un gesto hacia los Kell, hacia Galen y hacia Isis. – Supervivientes –.