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‘Si Palabra de
Blake era una condensación de todo lo peor de la
vieja organización de ComStar, he de creer que en los Hombres
del Príncipe he visto una condensación de lo mejor.
Dedicación, integridad, y la visión, no de lo que debe ser
hecho para el futuro, sino de lo que se necesita hacer, hoy,
para servir a ese futuro.’
– Causa y Efecto, Prensa de
Avalon, 3067
Paso de
Kalakos
Cordillera Olympus,
Thorin
Teatro de Operaciones
Libertad
Alianza
Lirana
12 de Agosto del
3065
El vicecapiscol
Rudolf Shakov nunca olvidaría este momento.
Sujeto en el
sillón de mando de su Exterminator de sesenta y cinco
toneladas, subiendo la cuesta cubierta de maleza del Paso de
Kalakos, a la cabeza del grupo de ataque, desafiaba a cualquiera de
los pilotos aerospaciales del 11º de Arcturianos a hacer otra
pasada sobre él. El único aparato que lo había intentado ya
era ahora restos humeante dispersos sobre cientos de metros
cuadrados de roca montañosa, después de haberse encontrado con
el fulminante fuego de cobertura de los vehículos de defensa
antiaérea Partisan de Shakov. No le
importaría impartir otra lección a los pilotos.
Dos Lucifer mas picaron después,
pero abortaron la pasada cuando los Partisan saturaron el aire
con barreras superpuestas de fuego antiaéreo. Los pilotos
dieron la vuelta, volviendo al caótico combate aéreo que
arreciaba sobre el Paso y los picos de la cordillera Olympus de
Thorin, confiando mejor este combate en tierra a las capaces
manos de los battlemechs. Las maquinas de pies metálicos
permanecían desafiantes a cada lado del paso, unas pocos
intentando provocadoras carreras a lo largo del
terreno abierto o luchando por alcanzar las alturas de las
laderas. El aire de la alta montaña resplandecía con el fuego
de laseres coloreados como gemas. Los rayos formaban arcos desde
los cañones de proyección de partículas en forma de barril,
culebreando detrás de los laseres para partir el blindaje formando
grandes glóbulos fundidos. Las alarmas gimieron anunciando la
llegada de mísiles, y el sistema antimisiles del pecho
izquierdo delExterminator engulló largas cintas
de munición mientras formaba un escudo contra las cabezas
explosivas que se aproximaban.
Un momento
inolvidable. Shakov recordaría todo acerca de él. Donde estaba y
que estaba haciendo cuando su oficial superior
cayó.
La 244º División
de la ComGuardia no era una extraña en la guerra civil. También
conocidos como los Hombres del Príncipe por su temprana
adopción de Víctor Steiner-Davion como Capiscol Marcial
en ComStar, habían estado metidos en ella casi desde el primer
disparo. Abandonando ComStar para seguir a Víctor, habían
salvado la vida del Príncipe en Newtown Square y raramente se
habían separado de su lado desde entonces. Por razones de
seguridad expuestas por Morgan Kell, la 244º había
sido permanentemente separada de la fuerza de escolta de
Víctor en su retirada desde Tikonov. Al Capiscol Irelon,
comandante de los Hombres del Príncipe, no le había gustado, pero
no tuvo mas elección que acceder finalmente.
El mismo Shakov
no estaba tan seguro acerca de ello, pero él y los demás oficiales
seguirían las ordenes, al menos por respeto a la seguridad del
Príncipe Víctor. Aparte de eso, todos ellos sabían que no
había vuelta atrás a ComStar. Allá donde Víctor había sido
capaz de ‘dejar de lado’ sus deberes y nombrar un capiscol
marcial temporal, los Hombres del Príncipe habían sido capaces de
desafiar las ordenes para ir tras él. Los mech caídos solo
podían ser reparados con equipamiento rescatado de diseños liranos
o federados. Los hombres caídos no podían ser totalmente
remplazados. Lenta y dolorosamente, el desgaste carcomía a los
Hombres del Príncipe, restringiendo el tipo de misiones en las que
podían tomar parte. Durante muchas de las ultimas semanas,
habían sido asignados a tareas de escolta de convoys
de suministros. La única razón de que hoy estuvieran
defendiendo el Paso de Kalakos era porque no había ninguna
otra unidad disponible para evitar que un batallón del 11º de
Guardias Arcturianos arrasara el campamento base de los
aliados.
Esperando el
inevitable retraso, Shakov luchó con su Exterminator para alcanzar la
cima cubierta de escombros. Una lanza de apoyo con mísiles
perteneciente al 11º de Arcturianos guardaba ya las
alturas. Haciendo llover cientos de cabezas explosivas sobre
la afianzada posición de los ComGuardias, estaban amenazando
con forzarles a abandonar el Paso.
Fue trabajo de
Shakov silenciar a los mech equipados con mísiles. El afuste de
largo alcance del Exterminator escupió una salva de
los suyos propios, atrayendo la atención de un Cobra mientras trabajaba para
acercar sus laseres y ponerlos en funcionamiento. El arco
relampagueante blanco azulado del CPP de un compañero de lanza
centelleó al pasarle, trinchando a un Whitworth arcturiano
mientras una ráfaga de fuego de láser y las pesadas trazas de
cañón automático descendían la ladera desde la posición
lirana. Dardos esmeraldas de laseres de pulso masticaron la rodilla
izquierda de Shakov, propagando un temblor por todo el mech
justo cuando la llamada llegó.
– ¡Mech caído! –
Grito el Adepto Kevin Bills. – Es..., por la sangre de Blake,
es...– Por el timbre y el sonido de su voz, podría haber
estado sentado justo al lado de Shakov en la cabina. Su conmoción,
paso clara y alta a través del sistema de comunicaciones de
los ComGuardias, el mejor de toda la
Esfera Interior.
– Irelon, – dijo
otra voz. – El Capiscol ha ...,– Shakov esperaba oír decir ‘caído’,
esperaba que informaran que el Excalibur de Raymond Irelon
había sufrido un impacto severo. Una pierna. Un giroóscopo
quemado. Cualquier cosa excepto.... – ...muerto –.
Un entumecedor
centelleo de negación se arrastro sobre él, y le detuvo,
apartándole del asalto. Puso su mirada sobre la esquina
superior izquierda de su neurocasco para conectar la nueva
Tecnología de Simulación Óptica, después parpadeo un numero de
veces preestablecidas para acceder a su canal privado de
comunicaciones con los otros oficiales. Recientemente desarrollada
por ComStar, la TSO permitía una comunicación manos libres
completa. Activada por la simple vista, simplemente contaba
los parpadeos.
– Kevin,
¡Informe! Confirme que Irelon ha caído y esta fuera de juego
–.
– Afirmativo
Vicecapiscol Shakov –. Bills sonaba estremecido y al borde de la
histeria. – Recibió un impacto de gauss directo en la cabina.
El proyectil atravesó su parabrisas –.
El monitor
lateral de Shakov era demasiado pequeño para dar buenos detalles, y
él no estaba dispuesto a dar la espalda a la cercana posición
lirana para observar la batalla de abajo. Tomando una firme
bocanada de aire, empujo sus puntos de mira sobre
el Cobra. El retículo ardió con el profundo
dorado de un blanco adquirido, y apretó los gatillos para
lanzar una nueva salva de mísiles.
– ¿Cuál es el
estatus de nuestra línea? –.
– DeLuca y yo
estamos manteniendo el centro, – dijo Bills, nombrando a su primer
comandante de nivel II. – Quienquiera que este llevando las
cosas en los Guardias, no creo que se haya dado cuenta de a
quien han.....matado –.
Eso era solo a
causa de que la General Linda McDonald no estaba al mando de este
avance. McDonald era la comandante del 11º de arcturianos, y
se había enfrentado a los Hombres del Príncipe en
Tikonov. Ella nunca olvidaría los battlemech de los oficiales
ComGuardias.
– No vamos a
darles la oportunidad de darse cuenta de ello, – dijo Shakov,
después parpadeo sobre una frecuencia abierta de
mando.
– Vicecapiscol
Bills, – prosiguió, promocionando al otro hombre en el acto,
invistiéndole con suficiente autoridad para esperanzadoramente
sacarle de su conmoción, – hágase cargo de la batalla de
abajo. Asuma formación Flecha-Escalada-Izquierda y prepárese
para cargar contra la línea arcturiana. Que los mech se
concentren en el centro. Blindados e infantería blindada, rompan
por los flancos y eviten que cualquier maquina nos ciña y
venga por detrás –.
Shakov era el
siguiente en la cadena de mando, pero ahora estaba en muy mala
posición para reagruparlos. Esperó que la promoción
instantánea de Bills diera al resto de los Hombres del
Príncipe suficiente confianza para seguirle. Kevin Bills era
un joven oficial, ascendido rápidamente conforme los Hombres
del Príncipe continuaban perdiendo oficiales de alto rango en la
guerra civil. Se tomaba las ordenes como si fueran palabras
del mismísimo Jerome Blake y, ahora mismo, Shakov necesitaba
eso mas que nada.
– Si avanzamos,
tenderemos que pasar por debajo de esos lanzadores de mísiles –. La
voz de Bills alcanzó el estrecho y metálico tono de una
transmisión privada. Shakov estuvo encantado de ver que
él tenia suficiente sentido para conmutar una frecuencia
privada. – Nos costará –.
Empujando hacia
adelante el acelerador, Shakov lanzó su Exterminator hasta su mejor
velocidad cuesta arriba. Los atrincherados liranos entraron
rápidamente en el alcance de sus laseres, y él paso las armas
a su gatillo principal.
– Ellos van a
dejar de ser un problema, – dijo fríamente, solo lo suficientemente
alto para que su micrófono activado por voz lo captara y
transmitiera.
El Cobra descendió por la
pendiente unos metros, el mechwarrior se interpuso entre la oleada
de ComGuardias y el resto de su lanza. Mala elección. Mejor
habría sido el Nightsky con su mortífera
hacha o incluso el Catapult, que cargaba incluso un
cincuenta por ciento mas blindaje que el Cobra. A pesar de todo,
elCobra era el diseño mas moderno, y
el comandante de lanza enemigo probablemente pensaría que por
ello era superior en todas las situaciones.
No era así. Los
laseres de alcance extendido de Shakov incidieron en el mech como
cuchillos escarlatas, convirtiendo el blindaje en charcos
sobre las grietas y huecos de la pendiente mientras
un Lancelot sumaba sus propios laseres
y un CPP para quemar mas del revestimiento de protección.
El Cobra se tambaleó bajo el
asalto, doblando una rodilla en un esfuerzo por mantener la
posición. La mayor parte de su fuego de respuesta, en forma de
grandes salvas de mísiles, se perdió ampliamente a tan
escasa distancia. Las pocas cabezas de guerra que llegaron lo
suficientemente cerca fueron interceptadas por los últimos
disparos de su sistema antimisiles. Mientras tanto, la fuerza de
asalto de los ComGuardias se dividió en dos mientras
un Wyvern y el Raijin de la
Adepta Marrit saltaban en el aire con sus propulsores de
salto. Se alzaron por encima de la posición lirana sobre grandes
chorros de plasma súper recalentado, y después descendieron
preparados para agazaparse en la pendiente.
Con el hacha en
alto para soltar un tajo decapitador, el Nightsky fue mas rápido en
reaccionar, encendiendo sus propios propulsores de salto se
lanzó contra el Exterminator de Shakov. Sin
embargo, la Adepta Marrit en su Raijin no estaba dispuesta a
dejar a su comandante en tal apuro. Su CPP perforó la espalda
delNightsky,
deslizándose a través de la protección del motor y salpicando de
titanio fundido la peonza del giróscopo. Aun así, el ataque no
fue lo suficientemente devastador hasta que el Lancelot giro también sus
armas contra el Nightsky, el cual solo logró un corte
tímido sobre el hombro de Shakov. Después de eso, el brazo con
el hacha cayó al suelo de la pendiente, amputado a la altura del
hombro por la segunda descarga del Lancelot. El resto
del Nightsky lo siguió un momento
después en cuanto el Lancelot y el Raijin formaron
equipo de nuevo para reclamar una pierna y quemar completamente el
giróscopo lirano.
Por su parte,
Shakov continuó concentrándose en el Cobra. El Catapult ciertamente podría haber
causado mas problemas para la lucha en el paso con sus afustes
Arrow IV, pero estaba siendo presionado por el Wyvern lo
suficientemente fuerte como para renunciar a cualquier otra barrera
de fuego. Y lo mas importante, el Cobra sin duda pertenecía al
comandante de lanza lirano. Shakov no estaba dispuesto
a dejarlo marchar sin algún tipo de compensación.
No le llevó mucho
tiempo encontrarla. Con cuatro laseres trabajando
al Cobra a quemarropa,
Shakov logró tumbar al otro mech y mantenerlo en el suelo. Una
descarga de energía se filtró a través de uno de los
actuadores superiores de la pierna del Cobra. Otra abrasó su brazo
izquierdo hasta dejar solo un ennegrecido soporte esquelético
y un afuste de mísiles arruinado. El calor se filtró en la cabina,
formando gotas de sudor que se deslizaron a través de la
oscura perilla e Shakov y por su cuello. El aroma del vapor
recalentado característico de una sauna le avisó de que sus niveles
de calor estaban expandiéndose demasiado, pero aguantó y
continuó disparando sus laseres tan rápido como podía
alternarlos.
Sus cuatro
laseres finalmente se deslizaron profundamente sobre el pecho
del Cobra, alcanzando su deposito de
munición y esparciendo kilojulios de energía sobre las cabezas
explosivas. Una brillante explosión naranja surgió del corazón
del Cobra, pasando rápidamente a un fuego
dorado característico de un catastrófico fallo del reactor.
El Cobra simplemente cesó de existir,
expandiéndose casi hasta lo imposible en una bola de fuego
incandescente que levantó alExterminator de Shakov, lanzándolo
hacia atrás, tirándolo de espaldas cuesta abajo por la
pendiente y dejando que se deslizara ásperamente hacia
el fondo del Paso. Shakov soltó sus mandos de control y agarro
los brazos de su sillón con una fuerza frenética. Lanzado
contra sus correas de sujeción, se imaginó metido dentro de un
bidón de acero rodando cuesta abajo. Después, por un
momento, no pudo imaginar nada mas.
–.... caído y
ardiendo–. Transmitiendo los resultados de la batalla por la
frecuencia general, la voz de la Adepta Marrit mantuvo a
Shakov al borde de la consciencia. – Igual está el Catapult.
El Whitworth esta de regreso
hacia sus propias líneas –.
– ¿El
vicecapiscol Shakov? –. Ese era Kevin Bills, buscando todavía
alguna confirmación del estado de Shakov, aunque aparentemente
esperaba lo peor si estaba hablando directamente con
Marrit.
– Ha caído.
Todavía está en el suelo, – dijo ella.
– Caído, – graznó
Shakov, su lengua estaba espesa y palpitaba de dolor debido a haber
recibido mas de un mordisco. – Caído.... pero todavía por aquí
–. ¿Se había quedado inconsciente? Eso parecía, aunque pensó
que debía de haberse quedado atontado después de rodar por toda la
pendiente. – Tome un atajo –. Casi el mismo que el Capiscol
Irelon, directamente fuera de la guerra.
Ese pensamiento
le despejo, arrastrándole de vuelta a la inmediata batalla. Girando
su Exterminator hasta quedar de
frente, Shakov lo elevó y lo puso en pie. – Informen, – ordenó
tratando de dar sentido al nuevo panorama que se divisaba
desde el fondo del Paso. Las profundas grietas que aparecían en el
ferroglas de su parabrisas no ayudaban, pero la única lucha
parecía estar en el extremo mas alejado del Paso, con
unos pocos últimos vehículos, incluidos sus tanquesPartisan, avanzando a
toda velocidad.
– El 11º está
retrocediendo, – le informó Bills, sonaba aliviado. – Hemos
atravesado el centro justo en el momento en que perdían su
paraguas de mísiles. Espere un.... –. Hubo una pausa mientras
recibía un informe privado. – Nuestra escuadra
de Kagas acaba de interceptar
al Whitworth que perdió en la
falda de la montaña. No volverá a unirse a la lucha. Aunque
uno de nuestros vehículos está ardiendo –.
Una tripulación
de tres hombres, seguramente muertos, asumió Shakov. Los Hombres
del Príncipe no podrían afrontar mas intercambios como este.
Se quedarían sin hombres antes que los lealistas liranos
se quedaran sin mechs.
– ¿Retroceden
para reagruparse o para retirarse? – preguntó son tono
afilado.
– Se retiran. Han
cedido el Paso completamente, Vicecapiscol Shakov –.
– Persígalos
hasta la Gran Meseta, y retroceda después. Usaremos los vuelos de
reconocimiento para seguirles hasta que crucen el río
–.
Bills lo
entendió, y Shakov inicio con su Exterminator el largo trecho a lo
largo del Paso. Mas allá, detrás de él, el Wyvern y
el Raijin descendieron la ladera de la
montaña sobre sus propulsores. Seguro y sin prisas ahora,
el Lancelot tomo un abrupto sendero
para bajar de las alturas. Shakov vaciló, después dio
la vuelta para acercarse a la línea original de los
ComGuardias. A medio kilómetro hacia la salida Sur del Paso,
pudo encontrarse la todavía oscura forma que había sido
elExcalibur del Capiscol Irelon.
Un recuerdo de la cara del Capiscol afloró en la mente de
Shakov, mirándole con aquel severo rostro y su pelo de hierro
gris apretado en una trenza que le colgaba sobre un
hombro.
‘ No importa lo
que pase,’ había dicho Irelon con su voz grave, –‘llevaremos al
Príncipe a Nueva Avalon’. Ese había sido el propósito de
Raymond Irelon. Sintió ahora el peso de un deseo
moribundo. Pero lo harían, por él. No importaba como, se juró
Shakov, los Hombres del Príncipe aterrizarían en Nueva Avalon
para luchar junto a su Príncipe y Capiscol Marcial.
A condición de
que ambos se encontraran de nuevo. – Víctor, – respiró
suavemente, cuidando de que su micrófono no captara su voz. –
Víctor, ¿Dónde estas?–.