–– 24 ––
‘Los meses de
Noviembre y Diciembre del 3066 fueron meses de espera mientras
el llamamiento a la resistencia de Katherine nos empantanaba
en multitud de desesperadas batallas defensivas. Ningún ERC o
regimiento salió ileso, y perdimos dos unidades, aunque
reconozco que la Guardia Ligera de Davion había sido ya
prácticamente destruida en Nueva Syrtis.’
- Causa y Efecto, Prensa de
Avalon, 3067
Marismas de Daring, Nueva
Avalon
Marca
Crucis
Federación de
Soles
28 de Diciembre del
3066
Mientras avanzaba
a paso ligero a lo largo de un lecho seco, el Daishi de Víctor
dejaba polvorientas huellas en la arcilla naranja, un rastro
que rápidamente se convertía en un sendero bien firme tras el
paso de la docena de mech que le seguían. El conocido largo y
abrasador verano del interior del continente de Rostock había
desecado por fin las marismas de Daring, tragándose incluso la
más diminuta charca creada por las anteriores lluvias de
primavera.
La dura y
agrietada planicie se extendía a lo largo de cientos de kilómetros,
desde un horizonte a otro, haciendo que fuese difícil creer en
la existencia de vida nativa en Nueva Avalon. Víctor conocía
la verdad. Sabia que, aunque la mayor parte de Nueva Avalon era
ahora verde y acogedor, antiguamente todo había sido como lo
que se veía ahora mas allá de su cabina. Un planeta
alienígena. Desolado. Inhóspito. Y aun así, posiblemente el mundo
más importante de toda la Esfera Interior.
El 10º de
Guardias Liranos marchaba en pequeñas columnas, unidades de mechs
con el tamaño de una compañía apoyadas por dos lanzas de
vehículos blindados. Columnas independientes, entre sí que se
abrían a uno y otro lado de la posición de Víctor, formando arcos
irregulares que se extendían hacia el norte y el sur mientras
el príncipe trataba de maniobrar para acorralar al, en
retirada, 17º de Húsares de Avalon.
Reinhart Steiner
comandaba el brazo norte de la maniobra. Kai Allard-Liao se sumaba
al disminuido brazo sur de los Guardias con lo que quedaba de
la Legión Extranjera. Disminuido porque Víctor había dejado a
dos compañías bajo el mando del primer oficial de Reinhart,
Cale Eidt, como unidad de protección para Yvonne, quien
viajaba a medio día de distancia con uno de los regimientos de
infantería móvil de los Espectros.
Las columnas de
los flancos habían visto poco combate, esperando su oportunidad
para caer sobre el cuerpo principal de los lealistas. Hasta el
momento, los Húsares habían demostrado ser hábiles para
escabullirse de los dientes de la dispuesta trampa. Víctor podía
moverse, pero entonces una de sus columnas quedaba al
descubierto frente a las picaduras de los cañones automáticos
ligeros o las salvas concentradas de CPP, lanzadas tras los
montículos de piedras aluviales, que dejaban el sendero
sembrando con trozos de blindaje y charcos de metal
fundido enfriándose rápidamente. En tal caso Víctor debía
volver a encararse con sus atormentadores, empujándolos a
escapar de nuevo pero concediéndoles un tiempo
precioso.
La fuerza de
retaguardia de los Húsares conocía bien su trabajo, y habían
montado una fuerte y muy móvil oposición. Aunque no eran lo
suficientes como para retenerlo completamente, si lo eran para
retrasar a Víctor y a sus Espectros, frenándoles lo suficiente como
para ir ya seis horas por detrás del horario establecido para
enlazar con Tancred Sandoval. Pese a todo, las nubes de polvo
que se elevaban en el flanco oriental le decían a Víctor que el
cuerpo principal de los Húsares estaba cerca, y que casi tenia
a su gente en posición. Sonrió, recordando si acaso que esta
no era la primera vez.
En las ultimas
dieciséis horas, el regimiento mixto de los Húsares se había
retirado de una línea defensiva a otra, buscando alguna salida
y encontrando solo dunas y bloques de piedra detrás de las
cuales obtener quizás treinta minutos de descanso. Lo que quedaba
de su escuadrón de helicópteros les avisaba cuando Víctor se
aproximaba o cuando lanzaba alguna maniobra de flanqueo,
dándoles tiempo para prepararse antes de volver a
huir.
La infantería ya
había sido sacrificada, abandonada en la Cordillera de Borge, donde
la Legión Extranjera se había hecho cargo de cerca de
seiscientos prisioneros. Los siguientes fueron los restos del
5º de Guardias de Donegal, y después las maquinas más lentas de los
propios Húsares.
Los vehículos
blindados y los mech iban señalando el camino de los Húsares, como
la basura tirada en una autopista, conforme los regimientos
lealistas iban siendo reducidos a dos batallones reforzados.
Aun así, se mantenían juntos, luchando con feroz resistencia y
avanzando lentamente hacia la inevitable conclusión final: no
había lugar a donde huir.
– Víctor, les
tenemos –. La voz de Kai era clara y fuerte, teñida con una
ansiedad que, Víctor sabia, era la única concesión que se
permitía su amigo. En la batalla, Kai normalmente era
tan escueto como mortífero.
– Casi les hemos
tenido durante medio día, – dijo Víctor, estirando los músculos de
su cuello para darles algún descanso. Tras dieciséis horas
seguidas en la cabina, el esfuerzo estaba empezando a hacer
mella en él. Una fuerte sequedad persistía en su garganta, y tragar
le resultaba doloroso. – Esta vez lo quiero acabado
–.
– No, quiero
decir que tenemos a Ardan Sortek y a algunos de los Húsares de
Ceti. Sus fuerzas acaban de hacer contacto con el extremo sur
–.
Los dolores
musculares de Víctor y todas sus preocupaciones sobre la
deshidratación fueron olvidadas al momento mientras comprobaba
en el monitor su mapa estratégico. No había señal ni del
trasnpondedor de Tancred ni del de Ardan, pero tampoco aparecía la
de Kai, dada la distancia y las dunas petrificadas que les
separaban a ambos.
Aun así tomo las
buenas noticias como lo que eran. Fantásticas, de hecho. Hasta ayer
Tancred había estado separado de él por el 3º de Rangers y los
restos del 17º de Húsares. El que Víctor estuviera tan cerca
significaba que había logrado llegar a tiempo de dar auxilio a su
acosado amigo.
Reinhart Steiner
había estado monitorizando la frecuencia de mando, y fue un paso
por delante de Víctor. – ¿A que está esperando Tancred? –
preguntó. – Que traiga a su gente –.
– El 3º de
Rangers se encuentra todavía entre él y nosotros, y rompieron las
frecuencias de seguridad del 2º hace dos semanas –. La voz de
Kai había perdido parte de su entusiasmo.
– Tancred envió a
Sortek para ayudarnos a coordinar los esfuerzos para coger al
3º desprevenido y aplastarlo –.
Víctor parpadeó.
Conocía lo duro que la destrucción del 3º de Ranger de Robinson
debía ser para Tancred. Aunque había sido una unidad de
Katherine a capa y espada, todavía tenía fuertes lazos de
unión con la Marca Draconis. La Marca Draconis de
Tancred.
– ¿Que dice Ardan
sobre el tiempo de que disponemos?¿A que distancia está el 3º?
–
– Cincuenta
kilómetros. Ahora quizás menos. Unos cuarenta minutos
–. Víctor comprobó la localización de Reinhart y vio que su
primo estaba casi en posición para
cerrarle la
puerta al 17º. – En cuarenta minutos estaremos metidos de lleno en
nuestra propia batalla, – estimo Víctor. – No queremos que
Tancred nos los eche encima entonces –.
– Dejemos
entonces que los Húsares se larguen, – dijo la voz de Reinhart con
sencillez, pese a que Víctor sabia que debía estar
cociéndose.
– Si Kai inicia
el asalto y mi brazo retrocede ante la presión, abrirán el cerco.
Verán la salida, Víctor, la cogerán y saldrán corriendo como
han hecho en todas las ocasiones, pero para entonces no podrán
ir a ayudar al 3º –.
– De acuerdo, –
dijo Víctor. – Dejaremos que se vayan, pero primero démosles una
buena tunda para que la recuerden cuando se retiren a Albion.
Reinhart, intenta cerrar la trampa una segunda vez antes de
salir en retirada. Kai, hazlo simplemente lo mejor que puedas. Y
pon a esos regulares de Ceti de Ardan al frente de tu línea.
Quiero que los Húsares piensen que Tancred ya ha enlazado con
nosotros –.
Sus dos
subordinados acataron sus ordenes sin mas discusiones. Su inmediata
aceptación sorprendió a Víctor, quien había esperado al menos
cierto debate o refinamiento del plan.
Relegó a otro
momento el preguntarse por la espontaneidad de sus planes antes de
que pudiera disipar cualquier ultima duda. Había demasiadas
cosas para las que uno simplemente no tenia tiempo e la cabina
de un mech. Cuestionarse a sí mismo encabezaba la
lista.
..............................
Hacia rato que
Víctor se había desprendido de su neurocasco y de sus ropas sudadas
de mechwarrior, cambiándolas por un mucho mas fresco uniforme
de campo. Una barrita energética y una bebida deportiva con
sabor a naranja era su única concesión a la alimentación, a
pesar de los educados argumentos dados por un medico de los
Espectros primero y por Kai y su hermana después.
Venia de realizar
una inspección del perímetro de tiendas establecido por su 34º de
Infantería Móvil justo cuando la ultima compañía del 2º de
Rangers de Robinson llegaba. El Templar de Tancred guardaba la
retaguardia. El nuevo mech fue el ultimo en detenerse y agacharse
dentro de la improvisada área de estacionamiento, en realidad,
un gran pedazo de terreno triangular dispuesto entre un montón
de rocas y dos líneas de vehículos blindados
aparcados.
No constituyó
ninguna sorpresa para Víctor el que Tancred hubiera optado por
traer su compañía en ultimo lugar. En una situación similar,
después de haberles pedido tanto a sus hombres durante una
larga y desesperada campaña, Víctor habría hecho lo
mismo.
Alcanzó a Tancred
mientras este descendía desde su cabina por medio de una escala
metálica. Él saltó al suelo cuando todavía le quedaban algunos
escalones y le dio un fuerte abrazo. Era la primera
oportunidad que habían tenido desde la Conferencia de la Liga
Estelar dos años atrás para agradecer personalmente a su amigo
toda la ayuda que le había proporcionado
tan desinteresadamente. Kai e Yvonne esperaron pacientemente,
aunque Yvonne cambiaba su peso de un pie a otro,
reprimiéndose.
– Estas hecho un
desastre, – dijo Víctor sosteniendo a Tancred por los brazos y
estudiándole.
Para ser
sinceros, Tancred, pese a que su tez pálida era típica de todos los
Sandoval se veía unos cuantos kilos más delgado. Venia además
de un periodo de veintiocho horas de poco sueño y con el sudor
seco todavía incrustado en la piel. Los restos de ese sudor
impregnaban su traje refrigerante y sus pantalones, marcándose
en sus ojos.
– Bien, tu tienes
un aspecto fantástico, Víctor. Condenadamente bueno de hecho, si
lo comparamos con los informes que obtuvimos el año pasado –.
Para cualquier otro esas palabras habrían sido ofensivas, pero
los ambarinos ojos de Tancred no mostraban nada salvo respeto
por su amigo y antiguo soberano.
– Sí. Estoy mejor
–. Víctor hizo un gesto a Kai. – Él me dio un tirón de orejas, y lo
mismo hizo Isis–.
– ¿Isis Marik
está aquí? – Tancred miro alrededor. Le fue obviamente difícil
apartar los ojos de Yvonne en cuanto la encontró. Pero apenas
había unos pocos mechwarriors del 2º de Rangers observándolos
desde una prudencial distancia, y cerca solo quedaba Ardan Sortek,
descendiendo de su propio Templa r, un poco mas despacio que
el joven duque.
Kai negó con la
cabeza. – Está en Brunswick, – le dijo a Tancred incluso mientras
Yvonne finalmente se lanzaba a sus brazos. Si Yvonne se
preocupó por el desaliñado estado de Tancred, no lo demostró.
Se enganchó a él con un desesperado alivio que a Víctor le recordó
a sus reuniones con Omi. Su sonrisa palideció durante un
momento, pero le era imposible estar en desacuerdo con la
elección de su hermana, y seguramente no les envidiaría a ninguno
de los dos este momento de felicidad. Intercambio una triste
sonrisa con Kai, quien también echaba de menos a su esposa y
su familia.
– Esta en la Isla
de Mograyn, – dijo Kai, continuando. – En las instalaciones de
producción de mech que hay allí. Está tratando de deshacer
algo del daño que Katherine ha causado con todas sus llamadas
a la desobediencia civil –.
– Tendríamos que
haber estado aquí hace un mes si eso no hubiera funcionado tan
bien. Solo un veinte por ciento de la población de Brunswick
respondió realmente a sus peticiones de desafiar nuestra
ocupación del continente, pero un veinte por ciento de la fuerza
laboral dejando de repente sus trabajos fue suficiente. Nos
dejó bastante malparados. Nos costó al 23º de
Guardias Arcturianos antes de que lográramos ponernos de nuevo
en pie –.
– ¿Cómo de mal ha
quedado el 23º? – preguntó Tancred por encima del hombro de
Yvonne.
Un incomodo
silencio fue su respuesta. El 23º de Guardias Arcturianos ya no
existía. – No fueron nuestras únicas perdidas, – dijo Víctor
tras un momento, – pero sí las mas graves.
También está la
Guardia de Asalto, que absorbió un contraque de dos semanas que
podría habernos hecho salir de Brunswick–. Agitó la cabeza. –
Solo puedo imaginarme el daño que Katherine habría logrado si
hubiese obtenido una respuesta cercana al cincuenta por ciento
en sus llamadas a la resistencia –.
– No creo que
jamás tuviera esa clase de apoyo, ni siquiera aquí en Nueva Avalon,
– dijo Tancred. Liberó a Yvonne y después se paso la mano por
sus negros cabellos. Normalmente llevaba el pelo corto,
tonsurado, como era tradicional entre los hombres de Robinsón.
Sin embargo en esta ocasión lucia el pelo largo y enmarañado,
tras pasar horas bajo el neurocasco, y sin duda pocas áreas no
le picaban irritadas después de muchos días dejando crecer la
barba.
– Oí que sus
planes pudieron ser abortados en Albion, – dijo Ardan Sortek
uniéndose a la conversación. Contemporáneo del padre de
Víctor, Ardan alardeaba de una saludable buena forma que no
había desaparecido con la edad. Su pelo, ahora blanco como la
nieve, era señal de sus años, pero sus ojos mostraban la misma
luz que habían tenido durante su periodo como Secretario de
Defensa. – Eso sin mencionar que inspiró a una buena cantidad de la
gente de Ciudad Avalon a salir a las calles a protestar por su
usurpación –.
– Solo les ha
costado seis años decidirse, – dijo secamente Tancred. Víctor
asintió lentamente, y después empujó a todo el mundo hacia una
apresuradamente erigida tienda de campaña. – Creo que todos
hemos aprendido duras lecciones últimamente. Katherine se merecía
unas cuantas –.
– Si existe una
cuota, creo que todos la habéis llenado -. Yvonne sonó mas
esperanzada que segura.
Víctor ni
siquiera se hacia ilusiones. De hecho, hoy había aprendido otra
lección, temiendo que algo fuera mal en la batalla, esperando,
deseando, que sus amigos le corrigieran. Había sido un plan
nacido de las prisas y la necesidad, pero eso no hizo que sus
decisiones fueran peores o mejores de lo que podrían haber
sido dos o diez años antes. Si acaso, ahora estaba haciendo
uso de toda la experiencia acumulada. Víctor sabia que había
llegado el momento de reconocer el hecho de que la única
persona que todavía dudaba de él era él mismo. Pero entender eso
y saberlo, aceptarlo sin reservas ni preguntas, eran dos cosas
totalmente distintas. Todavía tenia que trabajar en
ello.
Debería
desprenderse de sus dudas antes de acercarse a la ultima defensa de
Katherine en Ciudad Avalon.