–– 27 ––
‘Peter me dijo
en una ocasión que la política es un negocio que no encaja
con los guerreros. Peter era un guerrero. No importa en que se
haya terminado convirtiendo, fue algo bueno para la Alianza el que
nunca olvidara sus primeras lecciones'
- Causa y Efecto, Prensa de Avalon,
3067
El Nagelring,
Tharkad
Provincia de
Donegal
Alianza
Lirana
23 de Marzo del
3067
Una temprana
brisa mañanera se colaba a través de las puertas abiertas del
hangar, transportando consigo los olores de la nieve y el
refrigerante de mechs. Los gritos y ovaciones de los guerreros que
se preparaban para la batalla resonaron a través del cavernoso
espacio, muchas de ellas dirigidas hacia Peter mientras este
cruzaba el oscuro ferrocemento del hangar.
Se montó en la
diminuta plataforma elevadora que uno de los técnicos del Nagelring
había hecho descender cerca del pie de un Fafnir, el mech que
había hecho suyo. Mirando fijamente por encima de sus piernas
cuadradas y del compartimiento ventral que contenía el juego de
contramedidas electrónicas, Peter se elevó hacia la cabina.
Esta, encajada entre los dos inmensos hombros, estaba protegida a
ambos lados por las enormes cámaras de aceleración de sus
rifles gauss pesados.
La maquina de
cien toneladas estaba pintada con el azul de los Steiner y
acentuada con trazos dorados. Era la única maquina de entre
toda la fuerza de asalto que podía reclamar los colores de la
Guardia Real, la unidad tradicional de los Arcontes. La única
insignia que portaría a la batalla era la de la
Alianza Lirana, un puño enguantado colocado sobre un campo en
forma de diamante. Mientras el elevador le llevaba a la
cabina, Peter alcanzó a pasar una mano sobre el diseño pintado
en colores llamativos en el frontal de la maquina de guerra.
Estaba frió al tacto. Los fuegos internos del corazón
del Fafnir estaban todavía contenidos,
esperando a que el avatar fuera devuelto a la vida.
– Para la batalla
de hoy dejé Saint Marinus, – murmuró Peter para sí mismo mientras
el ascensor alcanzaba la cabina y se detenía. Para esta lucha
se había apropiado de parte de la campaña de Víctor y la había
hecho suya.
¿Creería Víctor
que Peter estaba codiciando de nuevo el alcanzar la gloria? ¿Que
todavía era tan temerario y egocéntrico como lo había sido
durante la catástrofe de Bellerive? Recordó aquella
trágica noche como si hubiese sucedido la semana pasada y no
diez años atrás. Fue un montaje, pensado para que su lanza
persiguiera a un grupo terrorista. Los ciudadanos habían sido
asesinados antes de que su fuerza entrara en escena.
Quinientas cincuenta y tres personas muertas, no a causa de lo que
él hizo, sino a causa de quien era.
¿Y quien era él?
Esa era la pregunta que había esperado responder cuando se retiró a
Saint Marinus. Una respuesta que todavía buscaba
encontrar.
Trepando a la
cabina, Peter hizo descender la cubierta y esperó mientras los
retractores sellaban el exiguo espacio. Los acondicionadores
de aire se encendieron con otro interruptor. Arrodillándose en el
reducido espacio tras el sillón de mando se deshizo de su ropa
de abrigo y su piel se arrugó con el todavía gélido aire.
Cuando finalmente se acomodó en el asiento vestía únicamente las
botas de combate, unos pantalones cortos y el chaleco
refrigerante, todo lo que iba a necesitar hoy.
El motor de
fusión cobró vida con un zumbido bajo conforme Peter encendía los
interruptores y hacia correr los diagnósticos. Giroscopo,
sensores, armas,... todos en verde. Busco por encima de su cabeza
y encontró su neurocasco descansando en un estante. Se lo
ajusto sobre la cabeza, ciñéndolo bien y apretando la correa
contra el mentón. Un pequeño cable caía desde el casco, y Peter lo
introdujo en un conector empotrado a un lado de su sillón de
mando. Su chaleco refrigerante quedo conectado igualmente al
sistema de soporte vital, esperando a que se caldeara la
cabina. Estaba casi listo para salir.
– Informe de
sistemas, – dijo la computadora, habiendo terminado su propia serie
independiente de comprobaciones y procedimientos de encendido.
– Todas las lecturas son normales. Iniciando protocolos de
seguridad –.
– Peter
Steiner-Davion, General al mando de la Fuerza de Asalto Tharkad –.
Se avergonzó un poco de su rango adoptado, sabiendo que era
mas bien un cargo honorífico, no uno ganado a pulso. No
todavía.
– Patrón de voz
reconocido, General Peter Steiner-Davion. Procediendo a la
comprobación final, – dijo la computadora, preguntando por su
clave de seguridad privada. Los patrones de voz podían ser
falsificados. La clave privada era una frase que Peter
personalmente había introducido y que solo él conocía. La
había sacado del Libro Inacabado, de cuando lo estudiaba en
Saint Marinus.
– Envuélvete de
rectitud, – dijo, – porque es armadura suficiente –. Con eso,
fortaleció su animo para la batalla venidera. Ahora si
estaba listo.
...
Peter había
entrenado duro durante las ultimas semanas para pilotar
aquel Fafnir capturado. La
maquina de cien toneladas era lenta, pero estaba bien armada y
muy bien blindada con casi noventa toneladas de aleación
especial Durallex. Al parecer, necesitaría cada gramo de esa
protección mientras se aclimataba de nuevo a las realidades
del campo de batalla, y el Glaciar North Ten era un terreno de
aprendizaje muy traicionero.
Aproximadamente a
medio camino entre el Nagelring y Ciudad Tharkad, el glaciar podía
convertirse en un laberinto de feroces y rápidos torrentes
cuando llegaba la primavera y el hielo empezaba a fundirse
por la acción de las fuertes lluvias. De momento, metidos aun
dentro del largo invierno de Tharkad, la extensión de diez
kilómetros de territorio era una peligrosa mezcla de charcas
heladas, grietas y rocas arrastradas por el hielo, todo ello
bajo un manto de nieve fresca. Añade a eso los ingentes
esfuerzos hechos por los lealistas para sembrar vibrominas a
través de importantes tramos del glaciar y el resultado eran
las fuerzas de Peter recortando trabajosamente las
distancias.
Nondi Steiner
dirigía personalmente este asalto fuera de Ciudad Tharkad, un hecho
que sorprendió a Peter hasta que vio a las fuerzas reunidas en
su contra. El Primero de Guardias Reales encabezaba
el movimiento, con el 24º de Guardias Liranos y el 11º de
Arcturianos guardando los flancos. La 66º División de los
ComGuardias los seguía como reserva estratégica, con el Capiscol
Dag Kesselring tan dispuesto a entrar en la lucha como Morgan
había predicho.
Nondi había
movilizado a casi todo el ejercito del planeta en su intento de
detener el avance de Peter. Aquellas eran buenas tácticas
liranas. Reunir tantas fuerzas como fuera posible contra el
problema en cuestión, agachar la cabeza y lanzarse de frente.
Contando también a los cuatro regimientos de
infantería blindada y mecanizada desplegados por su tía,
ciertamente ella ganaba en números.
Su estrategia
casi funcionó al principio, en las primeras horas de la batalla.
Hizo que la fuerza de Peter se sacudiera de punta a punta y
detuvo cualquier avance directo hacia Ciudad Tharkad, pero Peter se
recobro de la embestida gracias a la calidad de las tropas
bajo su mando. Eso, y el hecho de que sus
fuerzas aerospaciales combinadas hubieran barrido el cielo
dejándolo limpio de pilotos lealistas.
La maniobra de
fuerza bruta también le arrebató a su tía una gran cantidad de
iniciativa táctica. Confiando en la mayor experiencia de sus
comandantes subordinados, Peter permitió que su fuerza de asalto
se disgregase, dividiendo al ejercito lealista mientras les
daban caza.
El 4º de Rangers
de Skye, con su estilo reconocido, condujo al 11º de Guardias
Arcturianos a una alegre persecución que les impidió
reagruparse durante seis horas, sin importar hacia que lado se
decantara la batalla. Los demás se congregaron entorno a las
extensiones minadas del glaciar North Ten. El 1º de Demonios
de Kell compartía el centro de la línea aliada con el 20º de
Arcturianos de Peter. Phelan aguardaba enfuruñado por detrás
con su 4º de Guardias de los Lobos, dispuesto a taponar
cualquier posible brecha.
– Peter, aquí Dan
–. La voz del Coronel Daniel Allard tenia un punto forzado, como si
estuviera a punto de decir algo que ninguno de los dos quería
oír. Así era. – Hemos aguantado muy bien hasta ahora. Quizás
sea el momento de preguntarnos como queremos que sea la lucha de
hoy –.
Mala, decidió
instantáneamente Peter, sorprendido por su súbita determinación
pero aferrándose a ese sentimiento visceral. Nondi no mostraba
signos de capitulación, y ciertamente no tenia ninguna
reticencia a lanzar a su ejercito a la boca del lobo para
detener cualquier avance. – Si no es hoy, será mañana, –
dijo tiñendo con su frustración la voz captada por el
micrófono. – Estamos demasiado igualados para que cualquier
bando tome ventaja –. Sabía que cada día que la guerra civil se
alargara en Tharkad era otro día de lucha continuada en otros
mundos de la Alianza.
Si Peter estaba
dispuesto a pagar la factura del carnicero, mejor sería pagarlo
aquí que a lo largo de una docena de mundos y con las vidas de
miles de buenos soldados que simplemente habían tenido
la desgracia de estar bajo el mando de una
tirana.
– Esto parece una
receta para el desastre, – le recordó Dan. – El 24º se está
volviendo más agresivo –. En su mapa estratégico Peter pudo
verlo. Los Demonios de Kell estaban clavados entre el Primero
de Guaridas Reales y el 24º de Liranos, justo mientras el 20º
de Arcturianos de Peter luchaba en una pinza entre los
Guardias Reales de Nondi y la división de los ComGuardias de Dag
Kesselring.
– Un error ahí
fuera será fatal –.
Peter se mostró
de acuerdo, y después rompió la conversación durante un momento
cuando un Viking de la ComGuardia
súbitamente abandonó a su victima inicial para amenazar a Peter con
la amplia silueta de sus lanzaderas de mísiles. Las alarmas
sonaron llamando la atención de Peter mientras elViking desaparecía
tras la nube gris formada por las estelas de sus
mísiles.
No había forma de
evitar la aporreante lluvia de cabezas explosivas, al menos no con
el lento Fafnir. Peter se apretujó en su
asiento, deteniéndose para poder absorber los mísiles con ambos
pies plantados en el suelo. Su juego de contramedidas
electrónicas Guardian rompió el blanco adquirido por
el Viking, algo que hizo disminuir el
asalto, pero que no impidió que cerca de medio centenar de mísiles
machacaran todo el costado derecho de su mech. Un puñado de
ellos golpearon el lateral de la cabeza del Fafnir, desconchando el blindaje y
agrietando una de las ventanas de ferrocristal.
Los atronadores
impactos dejaron zumbando los oídos de Peter mientras él colocaba
sus propios puntos de mira sobre la tenue nube gris y buscaba
alViking. El
retículo cambio del rojo a un parpadeante dorado, y entonces
ardió interrumpidamente cuando su sistema de puntería encontró un
blanco seguro. Peter preparó al Fafnir, inclinándose hacia
adelante para contrarrestar el enorme retroceso de sus dos
rifles gauss pesados al disparar sus masas hipersónicas. Las
dos alcanzaron al Viking en la pierna
izquierda mientras la nube terminaba de disiparse con un
ligero viento.
Uno de los
proyectiles gauss se encajó en la cadera, encallando la
articulación. El segundo atravesó la junta del tobillo,
dejando coja a la maquina de noventa toneladas y prácticamente
inmóvil en el sitio.
Peter rápidamente
volvió a su frecuencia principal. – Segunda compañía, muévanse al
oeste. Presionen a la ComGuardia –.Ya había visto como dos
lanzas de blindados pesados de los ComGuardias se movían
al rescate del Viking, pero quedarían rápidamente
atrapados en un fuego cruzado si su compañía personal
le ayudaba a aislar al herido mech de
asalto.
Moviéndose mas
cerca, Peter asignó sus dos laseres de alcance extendido a su
gatillo principal y disparó de nuevo. Esta vez
el Viking tuvo mas problemas para
enviar una buena salva de mísiles, ya que Peter había
traspasado el alcance optimo de disparo. Solo una docena de mísiles
golpearon esta vez alFafnir, difícilmente los
suficientes para hacer vibrar al monstruoso diseño. Los laseres de
Peter escarbaron feos surcos a lo largo de la cabeza y la
cintura delViking. Uno de sus rifles gauss pesados
encontró una herida en el pecho y la atravesó hasta
compartimiento del giróscopo. El Fafnir reculó por acción del
fuerte retroceso, pero Peter lo mantuvo erguido.
El Viking estaba acabado. Su
estabilizador cayó hecho pedazos a través del cascarón roto
mientras su giróscopo desgarraba él mismo su dañado
compartimiento. La maquina de asalto cayó sobre su espalda,
y el piloto escapó en su asiento eyectable antes de
arriesgarse a cualquier otro ataque por parte de las enormes
armas del Fafnir.
Observando al
mechwarrior dirigir su paracaídas hacia la retaguardia enemiga,
Peter esperó que pudiera encontrar rápidamente una escuadra de
infantería. Pantalones cortos y traje refrigerante no eran rival
para el invierno de Tharkad.
– ¿Alguna idea? –
pregunto Dan en el siguiente interludio. Su oportuna voz no dejaba
duda de que había estado monitorizando la rápida batalla de
Peter por si necesitaba que alguien le rescatara.
En su vida
pasada, Peter se habría tomado tal preocupación como un insulto a
sus propias habilidades. Ahora le daba la bienvenida. Le
recordaba que tenia mayores obligaciones ahí fuera que sus
simples caprichos, por lo que rápidamente evaluó la situación.
Su Fafnir estaba aguantando bien,
increíblemente bien de hecho, considerando que cada lealista
de los alrededores aprovechaba cualquier oportunidad
para atacarle. Su compañía había hecho un buen trabajo con los
blindados de la ComGuardia, solo una lanza consiguió escapar
del fuego cruzado. Peter sacudió la cabeza ante los repetidos
intentos de los ComGuardais por aguantar frente a un
regimiento con apoyo completo. Si no fuera por los
Guardias Reales....
Ese pensamiento
fraguó una nueva idea. Peter comprobó su monitor estratégico, donde
la computadora trabajaba con las cambiantes líneas de batalla
para tratar de crear un esbozo coherente de mapa.
Nondi Steiner todavía se mantenía en el centro de la línea del
Primero de Guardias, pero, con un decentemente ejecutado plan,
había lanzado mas fuerzas contra los Demonios de Kell que contra
los Guardias Arcturianos de Peter. Era algo predecible,
considerando que los Demonios de Kell eran una fuerza de elite
y estaban perfectamente apoyados por un batallón de infantería
equipado con armaduras de batalla.
Eso colocaba aun
más presión sobre el Capiscol Kesselring y su división de clase
Ypsilón, la cual alineaba menos de la mitad de las fuerzas
propias de un regimiento con apoyo completo
– Dan, – llamó
Peter cambiando a su frecuencia de mando. – Necesito que reúnas a
los Demonios de Kell y los lances contra el 24º de Guardias
Liranos. Gira, golpea su flanco y consigue la atención del
Primero de Guardias Reales. Atrae a Nondi hacia el Este y ten
a Phelan preparado para detener cualquier intento de
contraataque. No los rechaces, simplemente mantenlos ocupados en
esa posición–.
Dan comprendió
rápidamente la importancia de esa maniobra. – ¿ Que vas ha hacer tú
mientras nosotros nos enzarzamos a porrazos? –.
– Conduciré a mí
20º directamente a los dientes de esa maldita división de
ComGuardias. También quiero apoyo aéreo. Digamos en cinco
minutos. El Capiscol Kesselring tratará de aguantar, y nosotros
les haremos pedazos –.
– ¿Que os hace
estar tan seguro de que Kesselring se quedará y de que romperéis
sus líneas? – Esa era la voz del Mariscal Alden Gray,
comandante permanente del 20º de Arcturianos. Su tono grave
revelaba su preocupación por que Peter estuviera dispuesto a
lanzar a su unidad a una carnicería solo por
un presentimiento.
Peter respetó a
aquel hombre por poner a sus hombres en primer lugar. – Porque yo
solía ser como él, – dijo como explicación rápida. – Mantendrá
su posición. No puede siquiera concebir el desastre, no
hasta que sea demasiado tarde. En cuanto rompamos sus líneas,
los Guardias Arcturianos deberán girar hacia la retaguardia
del Primero de Guardias Reales. –.
Dejó que la idea
vagara sin rumbo fijo cuando dos viejos tanques Burke giraron
hacia él. Uno cayó en una grieta oculta, rompiendo su oruga y
quedando en posición precaria. El otro siguió su ruta. Como si
Peter necesitara mejor ejemplo de la testarudez de los
ComGuardias. Cedió uno de sus proyectiles pesados gauss
al Burke, aplastando su blindaje frontal de
tal manera que un solo soldado a pie podría haberlo atravesado
y liquidado a toda la tripulación personalmente. El tanque dio la
vuelta y huyó, dejando a su compañero a merced de cualquier
guardia arcturiano que quisiera enfrentarse a sus tres CPP y
reclamar una victima más.
– ¿Y después? –
preguntó Dan. Sus Demonios de Kell estaban ya moviéndose en una
maniobra de flanqueo cumpliendo la petición de
Peter.
– Entonces
dejaremos sin trabajo a mi tía Nondi, – dijo Peter. Respiraba
profundamente, sintiendo el nuevo peso añadido a su lista de
desgracias. – Destruiremos al Primero de Guardias Reales
–.
A pesar de lo
seguro que estaba sobre Dag Kesselring, los planes de Peter
dependían de una suposición peligrosa. Esperaba que las tropas
de los ComGuardias fueran tan determinadas e inflexibles como lo
era su comandante. No lo eran. La 66º no se rompió, se
plegaron, formando, mas por accidente que por designio
expreso, la respuesta perfecta al ataque de Peter. Espalda contra
espalda con el regimiento de Nondi, los ComGuardias detuvieron
el avance de Peter mientras los Guardias Reales golpeaban al 4º
de Guardias de Phelan.
Eso no
significaba el que las tropas de los ComGuardias pudieran resistir
eternamente frente a los Guardias Arcturianos, una unidad que
doblaba su numero y se sentía mas a gusto con las operaciones
en climas fríos que la mayoría de unidades presentes en el
campo. Su línea estaba siendo ya perforada por los blindados
más ligeros y rápidos de Peter, y lo que quedaba corría serio
peligro de ser dividido en unidades aun más pequeñas y
diezmado poco a poco.
Peter se añadió a
sus miserias adoptando una posición sólida y disparando sus rifles
gauss pesados en ciclos alternativos protegiéndose del fuerte
retroceso. Cada dos salvas, cambiaba a sus laseres, preocupado
de gastar demasiada munición. Su aproximación frugal le hizo perder
algunas victimas seguras, pero hizo que el Fafnir continuara
siendo un peligro cuando finalmente puso a prueba
la resolución de algunos ComGuardias cercanos.
Dos Tessens, que carecían de sus camaradas
necesarios para formar una devastadora lanza C3, se giraron y
huyeron hacia la retaguardia. Justo en medio de la primera
pasada de la cobertura área aliada.
Dos
omnicazas Jagati de los Guardias de los Lobos
descendieron por debajo de las nubes grises pasando a menos de
doscientos metros del suelo. Sus primeros disparos alcanzaron a
los Tessen con CPP y laseres de
pulso. Tiraron a uno de ellos al suelo sin piernas y dejaron al
otro presa del pánico. LosJagatis alcanzaron también a pasar
por la retaguardia de los Guardias Reales, esparciendo mas
destrucción justo cuando un par de Stingrays de la Guardia
Arcturiana llegaban tras ellos realizando una segunda
pasada.
Llamar al
paraguas aerospacial que tan cuidadosamente había reservado había
sido el ultimo as en la manga de Peter. Si los lealistas
enviaban a sus propios cazas en el momento adecuado podría darse
un nuevo cambio en la superioridad área, pero a pesar de todo
había valido la pena. La Guardia Real era la piedra angular de
Nondi. Una vez movida toda la estructura de los lealistas caería
por su propio peso.
– Empujadles
duro, – metió prisa Peter a sus hombres a través de la frecuencia
general. – Romped su línea antes de que sean ellos quien nos
rompan a nosotros –.
Nuevos informes
le llegaron conforme sus oficiales subordinados reclamaban fuego de
apoyo o advertían de un nuevo campo de minas en el que se
habían metido. A través de los ventanales de
ferrocristal delanteros pudo ver como uno de
sus Stilettos perdía una pierna por
culpa de una vibrobomba y caía sobre la nieve y sobre, al
menos, otras dos minas. Una de ellas arrancó la cabeza
del Stiletto, desgajando la cabina y
arrancando la mayor parte del torso superior.
Peter maldijo por
lo bajo. Había poco que pudiera hacer salvo tener esperanzas de que
el soldado caído hubiera podido evitar mayores perdidas de
vidas. – No, – dijo en voz alta. Había algo mas que podía
hacer. Empujando su acelerador hasta el tope, hizo avanzar a
su Fafnir a máxima velocidad, mas de
cincuenta kilómetros por hora.
Dan Allard estuvo
al tanto de la maniobra antes de que Peter hubiera podido dar media
docena de pasos. Estaba a dos kilómetros, envuelto en una
batalla totalmente diferente entre sus Demonios de Kell y el
24º de Guardias Arcturianos, pero aun así tenia un ojo puesto
sobre el hombre que se llegaría a convertir
en Arconte.
– Peter, estás
demasiado adelantado. ¡Retrocede! ¿Que crees que estas haciendo?
–.
– Ejercer mi
derecho a la responsabilidad personal, – Peter no se molestó en
seleccionar su canal privado.
– Estoy haciendo
un ajuste en las líneas de batalla. Ahora mismo –.
Apuntó con sus
laseres sobre un distante tanque pesado Manticore de los Guardias
Reales, aprovechándose de un daño anterior hecho por los cazas
aerospaciales e inmovilizando la torreta en
su posición.
– 20º de Guardias
Arcturianos, presionen a la Guardia Real, – ordenó. Cambió entonces
a la frecuencia del regimiento de apoyo de los Guardias, un
regimiento mixto de blindados e infantería blindada.
– Coronel Amzel,
limpie los restos de la 66º División detrás nuestro –.
La carga funcionó
mas o menos como había esperado, deseado, que funcionara. Su
compañía personal le siguió inmediatamente, avanzando tras su
estela, con las armas puestas a máximo alcance mientras
se apresuraban a alcanzar a Peter. El riesgo estaba en lo que
hiciera el resto del 20º de Guardias Arcturianos.
El Mariscal Gray
podría estar en mitad del intercambio de disparos, o a lo mejor
vacilando durante unos pocos segundos. En realidad era algo
que no importaba. Un momento después, estaba arengando
las tropas a seguir a su general y se había unido a la carga a
pesar de su proximidad a una lanza de ComGuardias. Desde la
retaguardia llegó el regimiento de apoyo de los Guardias, asaltando
lo poco que quedaba de las posiciones de los
ComGuaridas.
Un nuevo par de
cazas terminaron con el Manticore por Peter y sacaron de
sus escondrijos tras el tanque a una escuadra de armaduras de
batalla Fenrir. Estos eran unidades de flanco de
la propia Nondi, encargadas de impedir que el 20º golpeara por
retaguardia la línea de los Guardias Reales. Una de
las armaduras de cuatro patas cayó bajo las punzadas del láser
de pulso de Peter, el soldado que iba en su interior quedo
sellado dentro de un cascaron blindado de aleación fundida. Después
de eso, sus laseres de alcance extendido seccionaron un brazo
y una pierna de una segunda armadura.
El par
de Fenrirs restante saltaron hacia él
con potentes zancadas. Uno de ellos subestimó la distancia,
y termino cayendo agazapado justo delante de él. Peter
simplemente se limitó a avanzar, y el cuadrado
pie del Fafnir lo hizo
papilla.
El ultimo se
colocó a su costado, usando su trío de ametralladoras para
descascarillar su blindaje. Un Bushwacker de la compañía de Peter
le respondió con fuego de cañón automático y prácticamente
partió la armadura Fenrir por la mitad.
Con muy pocos
segundos para respirar, Peter comprobó su pantalla táctica. Muy
poco quedaba de la 66º división de los ComGuardias. Algunos
blindados ligeros y mech rápidos dispersos corrían por delante
del regimiento de apoyo de Peter, pero no quedaba mucho más.
Dos o tres battlemech de asalto habían capeado la primera
tormenta de ataques. Peter leyó la etiqueta incluida en uno de los
iconos como la de un venerable Spartan. Un tesoro perdido de la
primera Liga Estelar, una maquina de museo que solo podía
pertenecer al Capiscol Dag Kesselring. Forcejeó brevemente con una
compañía completa de tanquesVedette, reclamando tres de esos
vehículos antes caer finalmente bajo la potencia combinada
de sus cañones automáticos ligeros. Después todo terminó para
él.
Mientras Peter
volvía su atención sobre el asalto frontal, vio aparecer a mas
cazas aerospaciales picando desde los cielos nublados,
ablandando los flancos y dejando numerosos caminos abiertos hacia
la retaguardia de la línea de mech de Nondi.
– Avanzaremos
justo a través de ellos, – ordenó, – sigan sus líneas hasta la
espalda del Primero de Guaridas. El Coronel Amzel tiene
labores de limpieza. Vamos a ir en ayuda del 4º de Guardias de
los Lobos, y nos vamos ya –. Y que el Libro Inacabado ayudase
a quien se pusiera en medio.
Nadie lo
hizo.
Con Peter
dirigiendo al 20º de Guardias Arcturianos a través de la
devastación, Dan Allard súbitamente hizo girar a sus Demonios
de Kell lejos del 24º de Liranos y golpeó también a los Guardias
Reales. Asediados desde tres lados, los lealistas no sabían
hacia donde volverse, y la presión sobre los Lobos de
Phelan disminuyó.
Los guerreros de los Clanes montaron un contrasalto que desmentía
su menor numero y que terminó destripando el centro de la
línea, rompiendo definitivamente a los Guardias Reales en
dos grupos.
Peter vio
el Hauptmann de Nondi sosteniendo el
centro de una de las formaciones. Se giró e intentó abrirse
paso lejos del creciente desastre. Dan Allard estuvo a punto de
cazarla, pero desistió cuando la compañía ligera de los
Guardias se interpuso directamente en el camino de los Demonios. Su
sacrificio dio tiempo suficiente a Nondi para escapar al
frente de un destrozado batallón mixto de mech y
blindados. Nada más.
– Dejad que se
vayan, – ordenó Peter mientras el 24º de Liranos avanzaba contra la
retaguardia de los Demonios de Kell, ya fuera en busca de
venganza o simplemente tratando de unirse a la retirada. Hizo
dar la vuelta a Phelan y a Dan formando una sólida línea para
contener al 24º, mientras su propia Guardia Arcturiana
eliminaba a los rezagados. Su tía regresaría a Ciudad Tharkad, lo
sabia, pero ahora mismo era más importante reclamar una
victoria contundente que arriesgarse a extender demasiado sus
fuerzas.
Avanzó a través
de una improvisada barrera de fuego láser, silenciando a
un Falconer del 24º con
sus rifles gauss mientras su compañía de mando arrollaba a una
lanza doble de aerodeslizadores. Poco después Dan Allard le
llamó por la frecuencia general.
– Peter, el
General Riskind del 24º pregunta por términos de rendición –. Eso
lo dijo en beneficio de toda la fuerza aliada, la cual
rápidamente rompió en vítores. Después cambió a un canal
privado.
– Aparentemente
tu tía les ordenó cargar de frente y al infierno con las perdidas.
Cualquier cosa con tal de derribarte –.
Era una más de
las criaturas de Katherine. Peter recordó a su tía como la mujer
razonable y la comandante compasiva que antaño había sido.
Susurrar suficiente veneno a los oídos de alguien podía
eventualmente enfermar su mente.
– Incondicional,
– ordenó Peter. – La única garantía que Riskind obtendrá de mí es
que no quiero desperdiciar mas vidas –.
– Creo que lo
aceptará –.
También lo creía
Peter. Con la 66º división de los ComGuardias destruida y la
rendición de la 24º de Guardias Liranos, a su tía le quedaba
poco más aparte del 11º de Arcturianos y los restos de sus
dos regimientos de la Guardia Real. No era suficiente. Peter
tendría que llevar de vuelta a sus fuerzas al Nagelring para
reabastecerse, y todavía quedarían una o dos refriegas por delante,
pero nada podría detener ahora el avance de los aliados. La
puerta había sido abierta, y Ciudad Tharkad descansaba
ante ellos.
El final estaba a
la vista.