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Christoffer Pierce. Conozco
vagamente a ese hombre, lo cual es lo mismo que
decir que recuerdo su nombre. Su charretera indica
que la defensa fallida de Salat fue
su ultima contribución a la guerra civil,
pero hubo otra, mas tarde.
– Causa y Efecto, Prensa de Avalon,
3067 –
Salat,
Tikonov
Marca
Capalense
Federación de
Soles
26 de Junio del
3065
El Sargento
Christoffer Pierce hizo avanzar su JagerMech de setenta toneladas a lo
largo de la Avenida Kowloon, la calle principal del centro de
Salat, inspeccionando los cañones artificiales de la
oscura ciudad. La pesada lluvia era como un millar de
diminutos mazos aporreando contra el blindaje que envolvía su
escultural battlemech, amortiguando las luces de las farolas,
atenuando su brillo.
Cada manzana de
la ciudad era un corredor oscuro roto fugazmente en breves y
parpadeantes tramos donde la tranquilizadora luz rompía la
negrura contra el ferrocemento, haciéndole guiños en lugar de
las ausentes estrellas.
El tamborileo de
la lluvia, el balanceo de la forma de andar del JagerMech,... en
cualquier otra ocasión Pierce podría haberlo encontrado
tranquilizador. No esta noche. La constante charla de fondo que
se filtraba a través de su sistema de comunicaciones se
encargaba de ello. Un chorro continuo de nuevas alarmas
mezcladas con fragmentos de ordenes e informes de combate. El 15º
de Caballería Ligera de Deneb había penetrado por otro sector
de Salat.
– ....no podemos
verles. Estamos perdiendo la señal térmica con este chaparrón
–.
– Dos señales, un
aerodeslizador, y un Penetrator. Cuadrante sudoeste,
localizados sobre Di-san y Huar. Entre la Tercera y Flower
–.
– Solicito apoyo
en la zona industrial –.
– ... estamos
siendo forzados a retirarnos... –.
– ¡ Disparad a
ese maldito Typhoon con todo lo que tengáis
–.
Y la batalla por
Tikonov continuaba.
Christoffer
pertenecía a la Sexta Compañía del 3º de Lanceros de Crucis, los
Lanceros de Tsamma de la Coronel Vineman, uno de los muchos
regimientos que se disputaban el planeta de Tikonov, ya fuera
en nombre del Príncipe Víctor Steiner-Davion o de su hermana,
Katherine. Tres meses antes, esta tenia que haber
sido la
Batalla de la guerra civil, con el Príncipe Víctor en el
planeta y tres veces mas tropas concentradas en cada bando.
Iba a ser el gran empuje de Víctor, diseñado para saltar por encima
del conflictivo espacio lirano y establecer una fuerte base de
operaciones en la Federación de Soles para las fuerzas
aliadas. El principio del Fin, había prometido la Coronel Vineman.
Una idea bienvenida después de dos años y medio de dura y
desesperada lucha.
Después de
aquello, el Príncipe se había marchado, abandonando Tikonov y
retrocediendo hasta el espacio lirano. Para reagruparse, de
acuerdo con las declaraciones oficiales. Para recuperarse, decían
los chismorreos de radio macuto. Se rumoreaba que Víctor
Davion había quedado tan profundamente afectado por la muerte
de Omi Kurita que había perdido las ganas de luchar. Pierce no lo
creía. No podía creerlo, al igual que un buen número de mentes
iguales a la suya. Ellos sabían que Tikonov era un importante
mundo de por sí, pero en el gran telón de fondo de la guerra civil,
era solo uno de las muchas piedras en el camino hacia Nueva
Avalon, capital de la Federación de Soles y sede del poder
de Katherine. ¿Cuál seria la finalidad de luchar en nombre del
Príncipe Víctor si éste no regresaba?.
Salat era el
ultimo campo de batalla donde se ponían a prueba sus creencias. La
ciudad estaba situada encima de una importante ruta comercial,
una de las muchas fichas de dominó que habían caído antes
de que las fueras de tierra leales a Katherine montaran un
serio asalto para recuperar la bahía de Arano y
sus importantes instalaciones de producción de battlemechs. A
la Sexta Compañía solo le habían proporcionado recursos
suficientes para posponer la caída de Salat, pero nunca serian
suficientes para mantener la ciudad indefinidamente. Eran una
fuerza de contención, su trabajo consistía en retrasar
el avance de los lealistas de Katherine y dar a las fuerzas de
Víctor tiempo suficiente para preparar una fuerte defensa un
poco mas lejos.
Eran una
distracción. Prescindibles.
Pierce agito la
cabeza, sintiendo la tensión allá donde su neurocasco se apoyaba
pesadamente sobre las hombreras acolchadas de su chaleco
refrigerante. Sostuvo sus mandos apretándolos
desesperadamente, sus dedos le dolían mientras acariciaban los
gatillos en el borde de su recorrido. Buscando al enemigo, sus
ojos se precipitaban desde su pantalla táctica hasta un monitor
seleccionado para dar una imagen térmica, y de ahí hacia el
parabrisas de ferroglass salpicado por la lluvia que
rodeaba la cabina del mech. Estaban ahí fuera, el 15º de
Deneb, desperdigados a través de la ciudad y
haciendo retroceder a los Lanceros de Tsamma. Por si
necesitara mayor prueba, unos iconos azules
neutrales parpadearon sobre su monitor súbitamente. Mostraban
a la compañía medica de los Lanceros tomando la Avenida
Kowloon a sus espaldas, retirándose hacia el limite sudeste de la
ciudad con mas heridos. Mientras llegaban, vio lo que era una
larga columna de vehículos de rescate y de transporte. Pierce
se imaginó que debían estar sacando a los restos de la
compañía de infantería que se dispersó cuando el 15º de Deneb
asaltó la alameda oriental de Salat. Y el resto del 15º no debería
estar muy lejos.
En la siguiente
esquina, una forma borrosa contra el fondo oscuro de la calle
atrajo su atención. La imagen térmica no era de mucha ayuda en
este chaparon, la lluvia atenuaba gran parte de las
variaciones de temperatura dejando solo una ligera diferencia
de color, pero era mejor que usar imágenes de resonancia
magnética en una ciudad llena de vigas y estructuras metálicas. Fue
lo suficientemente buena para identificar al vehículo como un
tanque ligero de apoyo Hunter. Hizo descender sus puntos de
mira sobre la sombra, y después los apartó en cuanto dejo de
parpadear en negro para pasar a un rojo de alarma. Su monitor
táctico identificó el icono del vehículo como el de un tanque
Lancero, una de sus propias unidades de apoyo en
Salat.
Logró una
identificación positiva a tiempo de evitar un terrible error, pero
no a tiempo de salvar al Hunter. Un proyectil gauss enemigo
rebotó en el ferrocemento y se enterró en el costado derecho
del tanque, desencajando una de sus orugas y dejándolo varado
en mitad de la intersección. Desde mas allá de la esquina, dos
lanzas gemelas de fuego de láser escarlata se clavaron en él y
atravesaron el blindaje quebrado. Destriparon al tanque en
menos de un segundo, incinerando a la tripulación y rompiendo
los depósitos de munición. La torreta saltó por los aires como
una pepita cuando es aplastada, derramando una bola de fuego
por toda la encrucijada.
Astillas y
metralla repiquetearon contra la parte baja de las piernas
del JagerMech. Pierce redujo la marcha,
cambiando los dos cañones automáticos rotatorios a su gatillo
principal y lanzando sus puntos de mira hacia la calle oculta
justo en el momento en que un Cestus salía y avanzaba hacia la
intersección. Al igual que su JagerMech, el Cestus tenia una forma
vagamente humanoide, con un grueso torso y unos hombros
encorvados. Echando a un lado el cascarón arruinado
del Hunter, se adentró en la
intersección. El battlemech pintado en tonos caqui tenia todo
su costado derecho cruzado por cicatrices, sin duda debidas a
un combate anterior. Teniendo cuidado con los edificios por detrás
del Cestus, Pierce trabajó para enfocar
su computadora de tiro sobre el costado dañado.
Los puntos de
mira brillaron en un color dorado oscuro y Pierce apretó el
gatillo. Sus dos cañones automáticos rotatorios escupieron
varios centenares de balas, cada una de ellas con punta de
uranio empobrecido y con poder suficiente para parar en seco a
un mech. El cañón automático del brazo izquierdo erró
ampliamente el blanco y desmenuzó la fachada de ladrillo de una
ferretería desierta, pero el CA rotatorio del brazo derecho
del JagerMech encontró su premio con un
largo y destructivo chorro de proyectiles. Esquirlas del
blindaje llovieron sobre la calle para mezclarse con los fragmentos
de cristal, los trozos de piedra y los charcos.
Pero
el Cestus no estaba tan seriamente
dañado como a Pierce le hubiera gustado. Se mantuvo firme
bajo un asalto tan salvaje apoyándose sobre su pierna
izquierda. Después se enderezó y devolvió el favor con todo lo
que tenia a mano. Sus laseres principales dibujaron cicatrices
fundidas a lo largo del costado izquierdo de Pierce, y el
rifle gauss escupió su proyectil de níquel-hierro para escarbar un
poco sobre el blindaje central del JagerMech. Las lanzas de corta
vida de luz rubí procedentes de los laseres secundarios
del Cestus mermaron mas blindaje de su
brazo izquierdo, las gotas sisearon al caer sobre las oscuras
y húmedas calles. El JagerMech se tambaleó hacia la
derecha, con su pie izquierdo demasiado atrasado para dar
seguridad, y Pierce se agacho hacia la izquierda con un exagerado
movimiento torcido. El voluminoso neurocasco transformó su
propio sentido del equilibrio en una señal que alimentó
el giróscopo del mech. Pierce escucho una aguda queja mientras
el giróscopo enloquecía tratando de mantener el equilibrio
del JagerMech. La maquina tembló sobre sus
piernas y Pierce pudo al fin invertir el paso y salir marcha
atrás.
– Aquí Pierce, en
Kolwoon, – dijo. Su micrófono activado por voz captó sus palabras,
emitiéndolas por la frecuencia general. – Un Hunter ha caído.
Enfrentándome a un Cestus –. No hubo respuesta
directa, solo fragmentos continuos de otras
batallas.
El JagerMech se estremeció de
nuevo cuando el Cestus de la Caballería enfoco
sobre él sus laseres, rebanando todo el blindaje de su brazo y
pierna izquierda a excepción de una fina capa. La
computadora de tiro de Pierce no podía obtener un buen ángulo
sobre el costado ya dañado del Cestus, y sus puntos de mira
parpadearon alternando el dorado y el negro de un blanco parcial.
Apretó sus gatillos lanzando una extra larga llamarada de la
boca de sus cañones automáticos rotatorios, gastando rondas de
munición al por mayor y desmenuzando el blindaje desde la
rodilla izquierda del Cestus hasta su hombro derecho,
y desde la parte izquierda de su cadera hasta su bulbosa
cabeza.
Aunque Pierce
dudaba que eso fuera suficiente para detener a Cestus totalmente,
el castigo que habían acumulado las planchas del mech enemigo
resultó ser demasiado por el momento. El piloto del Cestus perdió el
control positivo de su maquina de sesenta y cinco toneladas. Se
estremeció inclinándose hacia atrás, y después lo compensó
echándose hacia adelante, aplastando accidentalmente un coche
aparcado mientras su pie derecho salía disparado desde debajo.
Sus hombros derribaron la farola más cercana, la cual termino
enterrada bajo la masa blindada mientras el mech se derrumbaba
sobre la calle. Pero ahora, una nueva amenaza solicitaba la
atención de Christoffer.
Otro battlemech
avanzaba hacia él desde el fondo de la Avenida Kolwoon, una masa
sombría que llenaba por completo toda la oscura calle. Si
había estado enmascarada tras la figura del Cestus o si
simplemente había tomado la avenida desde una calle lateral
tenia poca importancia. Lo que sí tenia importancia era
la información incluida sobre su icono en el monitor táctico.
La boca de Pierce se secó con el regusto metálico del miedo
mientras leía la etiqueta. BNC-6S. UnBanshee.
– Mech de mando,
– grito mientras pasaba sus cañones automáticos a ciclo corto y
apretaba los gatillos. Forzado demasiado fuerte y demasiado
rápido, el cañón de su brazo derecho se averió. El otro
escupió una larga lengua de fuego hacia el mech que se
aproximaba, estrellando proyectiles de ochenta milímetros
contra su pecho. – Banshee, 6S, En Kow... – fue todo lo que
pudo decir antes de que el rifle gauss pesado
del Banshee parpadeara con una descarga
de sus bobinas y acelerara una masa de doscientos cincuenta
kilos de níquel-hierro hasta velocidades hipersónicas directa al
costado derecho de su JagerMech.
Incluso en
condiciones inmaculadas, el blindaje del Jag no podía soportar esa
clase de castigo. Las placas destrozadas por el impacto
cayeron sobre el suelo en forma de gruesos pedazos y
esquirlas afiladas como cuchillas. Los soportes de titanio se
doblaron como si fuesen de goma espuma, se retorcieron y
terminaron colapsando sobre sí mismos con el lamento del metal
torturado. Una de las estructuras de apoyo rotas perforó un
agujero a través del escudo del reactor, dejando escapar gran
parte del calor al interior del mech. Otra de las estructuras
atravesó su maciza computadora de tiro, destruyendo esa
importante pieza del equipo. Una lluvia de chispas afloró por la
herida y cayo al exterior, apagándose rápidamente con la
lluvia.
– ¡ Pierce! – La
voz del Capitán Kremmins casi se perdía en la nube de estática. Por
la pobre calidad de la transmisión Pierce supuso que el mando
de la compañía debía encontrarse cerca del otro extremo de
la ciudad, bloqueada en los talleres. – Pierce, retrocede...
al limite de la ciudad –.
Pero no había
lugar al que Pierce pudiera correr. Detrás de él, la columna de
infantería en retirada y los vehículos médicos continuaban
pasando por la calle. Cortar el contacto y escapar les dejaría
vulnerables, y Pierce no se hacia ilusiones de que los
lealistas honraran la retirada. No apuntarían a las
unidades medicas, no directamente, pero el resto eran blancos
legítimos, y si los médicos se encontraban
en medio.....
El calor subió
hasta la cabina a través de las planchas del suelo, perlando de
sudor su piel desnuda. Después, otro proyectil alcanzó
su JagerMechprocedente del arma pesada de
raíles, arrancando del hombro su brazo derecho. Con él se fue
su CA rotatorio, el cual cayo al suelo al igual que un pedazo
de acero aplastado. Afortunadamente, esa era el arma averiada,
inservible para sus propósitos de todas formas. Coloco de
nuevo sus puntos de mira sobre la silueta del Banshee y la lleno
de multitud de disparos procedentes de los laseres de pulso
montados en su torso central. Estos aguijonearon al
enemigo como si fueran avispas esmeraldas, el fuego de uno de
ellos impactó impotentemente sobre el pavimento mojado de la
calle y otro hizo poco mas que escarbar una pequeña herida en la
pierna izquierda del Banshee. El Cestus se levantó
apoyándose sobre su brazo izquierdo y disparó un proyectil gauss
sobre la pierna derecha del JagerMech, y añadió un láser sobre su
mismo flanco. El Banshee abrió también fuego con
su cañón automático, el calibre diez centímetros cobró vida
súbitamente con llamas y metal letal. Proyectiles de uranio
empobrecido penetraron también en su pierna derecha, atravesando su
ultimo blindaje y aplastando el actuador oculto tras la
rodilla del JagerMech.
El cómo Pierce
logró mantener en pie al asediado mech nunca se supo. La perdida de
su brazo derecho le empujo en una dirección, y el daño sobre
su pierna le lanzó en otra, las dos acciones mas o menos
se cancelaron mutuamente. Por muy poco. Unido a su sillón de
mando, estremecido por el duro asalto, Pierce se sentía como
si estuviera dando tumbos metido dentro de una hormigonera. Sabia
que él era todo lo que protegía a la columna en retirada, pero
no había habido ningún esfuerzo consciente para engañar a la
gravedad en esta ocasión. Era pura suerte, y dudaba que la tuviera
dos veces.
– !Hemos escapado
¡ – grito alguien de la columna. Habían salido de Kolwoon y estaban
lejos de cualquier inmediato peligro. – Salga de ahí, Sargento
–.
– No voy a ir a
ninguna parte, – dijo Pierce en voz baja, sin saber si el micrófono
había captado sus palabras o no. Apretando sus gatillos, sus
laseres escarbaron mas blindaje de cada pierna del Banshee. Después
se preparó para la inevitable respuesta de la maquina de asalto
mientras el Banshee encendía su cañón
automático con determinación. Las trazadoras atravesaron el
chaparrón, y unas pocas de ellas unieron los dos avatares
combatientes.
Cuando la primera
trazadora rebotó sobre su parabrisas de ferroglass con una
llamarada blanca, Pierce casi soltó una carcajada ante aquel
gesto tan ineficaz. Pero detrás vino la fuerza completa del
cañón automático de diez centímetros para aporrearle,
astillando el parabrisas mientras el Banshee paseaba
la destrucción a lo largo de la cabeza del JagerMech. Fue peor que
antes, y la cabina tembló bajo la fuerza asesina mientras los
aplastantes ecos de los proyectiles se mofaban del repiqueteo
inicial de la pesada lluvia. Lanzado contra el arnés de
seguridad, Pierce a punto estuvo de quedar inconsciente cuando
un fuerte martillazo alcanzó el lateral de su neurocasco, pero
fue devuelto a la consciencia por el desafinado y doloroso
puño que estremeció todo su cuerpo. Tuvo un instante de perfecta
lucidez, mirando los agujeros en el ferroglass y observando la
lluvia entrar en su cabina y mezclarse con las salpicaduras
de sangre del interior de su parabrisas.
Sintió primero el
dolor mordiente en su rodilla derecha, después en su brazo y en su
hombro. Su mano había caído del mando de control. Echando un
vistazo hacia abajo, vio que la tenia parcialmente amputada a
la altura de la muñeca y que casi se desprendía del brazo. La
sangre salía en cálidos borbotones, salpicando su muslo
desnudo, su sillón y su destrozado panel de control. Pierce levantó
su mirada hacia el parabrisas de ferroglass de nuevo, mirando
fijamente la lluvia mientras la masa
sombría del Banshee continuaba avanzando
pesadamente. A la luz de las farolas apenas pudo ver una insignia
de un caballo de ajedrez, la insignia del 15º de
Deneb.
Frunció el ceño.
– Ni siquiera son una unidad Steiner –.
En esos últimos
segundos, trató de recordar por qué los Lanceros de Tsamma estaban
luchando contra otra unidad que, nominalmente, también formaba
parte de la Federación de Soles. Entonces el rifle gauss
pesado del Banshee amputó su arruinada pierna
derecha por debajo, y no pensó en otra cosa que en la caída y
el desentonado impacto que venia después.