21
—¡Agarraros bien! —gritó Han Solo.
Tenel Ka logró llegar hasta un asiento al lado de Bajocca mientras el Halcón Milenario despegaba de la pista abierta delante del viejo templo, y se puso el arnés de seguridad.
—Ese caza TIE viene hacia aquí y no parece tener muy buenas intenciones —dijo Han mientras él y su copiloto wookie accionaban frenéticamente interruptores y calibraban los sistemas de puntería del armamento—. Espero que Tionne haya conseguido poner a salvo a todos los estudiantes Jedi.
Sus asientos se inclinaron hacia atrás cuando el Halcón Milenario empezó a subir en un pronunciado ángulo, con sus impulsores sublumínicos rugiendo detrás de él. El caza TIE imperial atravesó el cielo por encima de ellos como un ariete aullador.
Han Solo empuñó los controles con expresión sombría. Su mandíbula estaba tensa y sus hombros rígidos. En aquel momento no tenía ninguna forma de saber si sus hijos estaban a salvo o si aquel enemigo imperial los había matado a los dos, de la misma manera en que el piloto había intentado desintegrar a Bajocca y Tenel Ka.
Tenel Ka deseó poder tranquilizarle, pero ella tampoco sabía nada. Colocó bien las tiras sobre la armadura de escamas de reptil que cubría su pecho, todavía jadeando de cansancio debido a su larga carrera a través de la jungla. La estridente voz metálica de Teemedos resonó de repente junto a ella.
—¡Le pido disculpas, ama Tenel Ka, pero no puedo ver absolutamente nada! Su red anticolisión ha bloqueado mis sensores ópticos.
Tenel Ka liberó el artefacto plateado de su prisión, y Teemedos dejó escapar lo que parecía un suspiro de alivio.
—Ah, sí, mucho mejor. Ahora puedo ver perfectamente. ¡Oh, cielos! —exclamó con voz alarmada—. No quería que me rescatara de esa horrible jungla sólo para que todos pudiéramos acabar hechos pedazos persiguiendo a ese caza TIE.
Bajocca soltó un gruñido, y volvió la mirada hacia el pequeño androide traductor con obvia sorpresa y alivio.
—Esto es tuyo, Bajocca —dijo Tenel Ka—. Lo encontré en la jungla.
Entregó a Teemedos al joven wookie, que aceptó con gratitud al diminuto androide y expresó su agradecimiento con un balido wookie.
Han Solo hizo virar el Halcón Milenario en un apretado giro, y sus motores rugieron detrás de ellos mientras perseguían al caza TIE.
—Va a hacer una pasada de ataque —dijo Han—. Pero no está disparando sus armas, aunque no sé por qué.
Tenel Ka volvió la cabeza hacia la mirilla de la cabina y contempló cómo el caza TIE que había ayudado a reparar se deslizaba velozmente y a muy baja altura sobre el Gran Templo, aparentemente decidido a sembrar la destrucción..., pero sus cañones láser no hicieron fuego.
—Voy a atraer su atención, Chewie —dijo Han—. Tú abre un canal de comunicación, ¿de acuerdo? Ese tipo les ha hecho algo a mis chicos..., y quiero averiguar dónde están.
Chewbacca gruñó y extendió su largo brazo peludo para mover unos cuantos interruptores en el panel de control del Halcón Milenario.
Han hizo dos disparos de advertencia. Haces de cegadora claridad pasaron junto a los cuadrados planos que eran las alas del caza TIE, enmarcándolo pero sin causar ningún daño.
—Atención, piloto del TIE —dijo Han—. No irás a ninguna parte si no averiguo dónde... —hizo una pausa—, dónde están los dos jóvenes Caballeros Jedi. Estás en el centro de mi punto de mira, así que tus opciones son muy sencillas: ríndete o te borraremos del cielo.
Una voz ronca y seca surgió del sistema de comunicaciones.
—Rendirse es traición —dijo el piloto, y después cortó la conexión.
El caza TIE salió disparado hacia arriba en una trayectoria imposiblemente empinada, subiendo en el aire por encima del frondoso verdor de las copas de los árboles. Después, la nave imperial viró en una maniobra evasiva.
—Muy bien —dijo Han, y su ira resultaba evidente—. Esta vieja nave se ha enfrentado con muchos cazas TIE en el pasado, así que podemos añadir uno más a la lista. Dale a fondo, Chewie.
El Halcón Milenario salió disparado hacia adelante en otra brusca aceleración mientras Chewbacca manipulaba los controles.
—¡Oh, no! —gimoteó Teemedós—. No puedo verlo. Que alguien me tape los sensores ópticos.
Han gastó un segundo en lanzar una mirada al androide, y descubrió que Bajocca tenía a Teemedós sobre su regazo.
—Es como volver a tener a Cetrespeó con nosotros —dijo—. Creo que tal vez tengamos que hacer unos cuantos ajustes en esa programación.
—Oh, cielos —dijo Teemedós.
Bajocca gruñó una sugerencia desde atrás, que fue secundada estrepitosamente por su tío.
—Buena idea —dijo Han—. Antes probaremos suerte con el rayo tractor. Quizá, sólo quizá, podamos llevar esa nave hasta el suelo sin destruirla. De esa manera podremos obtener alguna información. Si se lo pedimos por favor, tal vez se muestre un poco más dispuesto a cooperar.
Chewbacca conectó el generador del rayo tractor del Halcón Milenario, y lanzó el haz invisible como si fuese una red hecha con un campo de fuerza para capturar a la nave imperial.
El caza TIE se bamboleó y se desvió a un lado cuando el rayo tractor consiguió establecer una presa parcial, pero el piloto lanzó chorros alternos por sus motores iónicos y logró liberarse, subiendo en una apretada espiral que hizo que Han lanzara un silbido de reluctante admiración.
—Este tipo es bueno —dijo—. ¡Vamos detrás de él, Chewie! Velocidad máxima.
El caza TIE, como si lo considerase su única posibilidad de escapar, descendió velozmente hacia el verdor de los árboles massassi. Esquivó las ramas que se alzaban hacia él como dedos ennegrecidos de brujas allí donde los relámpagos y los incendios habían quemado la jungla, siguió bajando para seguir los cursos serpenteantes de los ríos y pasó como una exhalación sobre cañones repletos de vegetación..., todo ello con el Halcón Milenario persiguiéndole implacablemente.
Si se tratara meramente de una cuestión de velocidad, los motores más potentes del Halcón Milenario hubiesen podido alcanzar al caza TIE y obligarlo a descender, pero la maniobrabilidad con que podía moverse la pequeña nave por entre las peligrosas copas de los árboles daba una clara ventaja al piloto imperial.
Pero Han Solo le ganaba en decisión.
—¿Qué has hecho con mis chicos? —gritó por el canal de comunicaciones.
Resultaba obvio que no esperaba ninguna respuesta, pero el piloto respondió en un tono repentinamente calculador para gran sorpresa de todos.
—¿Son tus hijos, piloto? Cuando los dejé estaban vivos..., pero la jungla es un sitio peligroso. No hay forma de saber si aguantarán el tiempo suficiente para que los rescates.
Tenel Ka se maravilló ante aquella brillante estrategia.
—Es un truco —dijo—. Quiere que abandones la persecución.
—Lo sé —dijo Han, volviéndose hacia ella. Su rostro estaba ceniciento—. Pero ¿y si es verdad?
El piloto del TIE utilizó el corto instante de vacilación de Han para decidirse por su mejor oportunidad de huir, subiendo en línea recta y lanzándose; hacia el espacio. Los motores iónicos gemelos rugieron a través de la cada vez más tenue atmósfera.
Chewbacca reaccionó lanzando un chillido. El copiloto wookie puso los aceleradores al máximo sin aguardar a que Han diera la orden. El Halcón Milenario salió disparado en pos del caza TIE con un ondulante velo blanco de calor surgiendo de sus motores sublumínicos traseros.
La aceleración incrustó a Tenel Ka en su asiento, y torció el gesto al sentir cómo el tirón de las gravedades adicionales le estiraba la piel. Cerró los ojos. Bajocca gruñó junto a ella al sentir la presión, pero Han y Chewbacca parecían acostumbrados a someter sus cuerpos a semejantes tensiones.
El luminoso cielo de un azul lechoso se fue oscureciendo, volviéndose de un color púrpura oscuro a su alrededor a medida que seguían ascendiendo. Las estrellas destellaron cuando el Halcón Milenario entró en la noche del espacio. La borrosa esfera de Yavin, el gran gigante de gas anaranjado, llenó la mayor parte de las mirillas de su cabina.
El caza TIE empezó a moverse en zigzag para despistar a su perseguidor, cambiando de curso a intervalos aleatorios y consumiendo una gran cantidad de energía.
—Quizá todavía podamos causarle alguna avería lo bastante seria para capturarle con el rayo tractor —dijo Han con la voz enronquecida por la tensión.
Chewbacca pilotó el Halcón Milenario mientras Han se encargaba de los sistemas de armamento.
—No consigo centrar la mira —dijo.
El caza TIE seguía ascendiendo a toda velocidad sobre la joya verde que era la luna selvática.
El Halcón Milenario se pegó a él, siguiéndolo muy de cerca en el arco de su angosta órbita. Han disparó repetidamente sus cañones láser, pero los haces escarlata fallaron el blanco.
Han golpeó el panel de control con el puño.
—¡Estáte quieto un momento! —gritó.
Y entonces, como obedeciéndole, el caza TIE se detuvo en el centro de la parrilla de puntería del sistema de armamento. El indicador de centrado se iluminó, y Han soltó un chillido lleno de excitación.
—¡Te pillé! —exclamó, y presionó los dos botones de disparo.
Pero el caza TIE salió disparado hacia adelante en el último instante posible con una increíble exhibición de velocidad, convirtiéndose en un puntito de luz que brillaba como el metal fundido. Se fue encogiendo en la repentina lejanía que lo había separado del Halcón Milenario, aullando en su incontenible avance con la velocidad lumínica instantánea..., y se sumergió en el hiperespacio con un estallido silencioso.
—No es culpa mía —dijo Han Solo, contemplando boquiabierto el blanco desvanecido y dejando que sus manos temblorosas se apartaran de los controles de disparo—. ¡Un caza TIE no tiene motores de velocidad lumínica! Es un aparato de corto alcance.
Bajocca gruñó una explicación, y Tenel Ka asintió.
—¿Que Jaina hizo qué? —exclamó Han con incredulidad—. Pero ese hiperimpulsor era para que se entretuviera con él, no para que lo instalase. Tendrá que darme muchas explicaciones cuando la vea...
Han se calló, comprendiendo de repente dónde estaban los gemelos.
—Olvidémonos del caza TIE. ¡Vamos a por los gemelos! —dijo.
Cambió el curso del Halcón Milenario y fue en línea recta hacia la esfera verde esmeralda de la luna selvática de Yavin.