17
Bajocca estaba lanzando gritos de confusión y alarma dentro del templo iluminado con antorchas que albergaba la Academia Jedi. Agitaba sus largos y peludos brazos de un lado a otro para subrayar la urgencia de la situación. No sabía cómo conseguir que le entendieran, y sólo sabía que tenía que advertirles de la presencia del caza TIE y obtener ayuda para Jacen, Jaina y Tenel Ka.
Tionne y los otros estudiantes Jedi agrupados a su alrededor se estaban poniendo cada vez más nerviosos. Ninguno de ellos podía hablar el lenguaje de los wookies.
—No podemos entenderte, Bajocca —dijo Tionne—. ¿Dónde está tu androide traductor?
Bajie volvió a palmearse la cadera y dejó escapar un sonido lleno de consternación. Nunca había imaginado que le trastornaría tanto no tener al parlanchín androide junto a él.
—¿Dónde están Jacen, Jaina y Tenel Ka? —preguntó Tionne—. ¿Se encuentran bien?
Bajocca volvió a lanzar un rugido y señaló la jungla, intentando explicarlo todo.
—¿Hubo algún accidente? ¿Están heridos? —preguntó Tionne.
Sus ojos color madreperla estaban muy abiertos y su cabellera plateada ondulaba a su alrededor como si estuviese viva. Sus largas y delicadas manos agarraron el peludo brazo de Bajocca.
Cuando cantaba baladas Jedi a los estudiantes congregados en la gran sala de audiencias su voz había sonado sedosa y llena de calma, pero en aquel momento sus palabras tenían un duro matiz cristalino y estaban impregnadas por la decisión irresistible de un auténtico Caballero Jedi.
Bajocca intentó pensar cómo explicárselo, pero su creciente frustración hacía que le resultara cada vez más difícil. No disponía de palabras que pudieran comprender. Sí, podía señalar la jungla, pero ¿cómo describir un caza TIE estrellado, un piloto imperial que había sobrevivido a la colisión y que los gemelos eran rehenes suyos?
Los jóvenes Caballeros Jedi habían mantenido su proyecto completamente en secreto mientras estaban haciendo reparaciones en la nave estrellada. Jaina había querido que el caza reparado y mejorado fuese una sorpresa que pudiera enseñar a los otros estudiantes, pero el haberlo mantenido en secreto estaba trabajando contra ellos. Nadie podía adivinar de qué estaba hablando Bajocca, y nadie conocía la existencia de la nave estrellada.
Tampoco sabía qué había sido de Tenel Ka. ¿Había muerto, o se las había arreglado para escapar? ¿Estaría perdida en la jungla, siendo acechada por depredadores en aquel mismo instante? Bajocca dejó escapar un gemido lleno de abatimiento y preocupación.
Incapaz de seguir conteniéndose por más tiempo, Bajie les soltó toda la historia en una ruidosa serie de gruñidos y rugidos wookie. Todos los que le rodeaban se fueron alterando cada vez más, incapaces de descifrar ni una palabra de lo que estaba diciendo. La frustración acabó imponiéndose, y Bajie golpeó una pared de piedra con los puños y pasó junto a Tionne y los otros estudiantes Jedi para internarse en las frías sombras del Gran Templo.
—¿Adonde vas, Bajocca? —gritó Tionne.
Pero el joven wookie no le respondió.
Bajie seguía estando cansado, pero los otros no pudieron alcanzarle. Sus largas y musculosas piernas le llevaron por los serpenteantes pasillos de la vieja ruina de piedra, desplazándole con sólo una casi imperceptible cojera. Llegó sin aliento a la sala que había sido el viejo centro de mando cuando el templo servía como base rebelde. Luke Skywalker lo había conservado tal como estaba para mantenerse en contacto con el resto de la Nueva República.
Bajocca sabía que su tío Chewbacca seguía en el sistema de Yavin, cerca del gigante gaseoso anaranjado en el que Lando Calrissian había instalado su explotación minera orbital para buscar gemas corusca. Si consiguiera establecer contacto con el Halcón Milenario y hablar con su tío, él podría explicárselo todo directamente. Chewbacca —junto con Han Solo, el padre de Jacen y Jaina— sabría qué había que hacer.
Bajie se dejó caer en un asiento delante de una consola y soltó un suspiro de alivio. El centro de mando estaba lleno de las únicas cosas que le parecían familiares en aquel momento dentro de la Academia Jedi: equipo electrónico y ordenadores. Bajocca sabía con toda exactitud cómo comunicarse mediante ellos.
Manejó los controles con veloz decisión, pulsando los botones adecuados con sus dedos terminados en garras. Cuando Tionne y los demás lograron alcanzarle y entrar en el Centro de Comunicaciones, Bajocca ya había establecido un canal de comunicación con el Halcón Milenario.
Tionne comprendió inmediatamente lo que estaba haciendo y asintió.
—¡Buena idea, Bajocca! —exclamó, y esperó junto al joven wookie mientras un Han Solo que parecía muy adormilado respondía a la llamada.
—Sí, aquí Solo... ¿Quién llama? ¿Luke? ¿Es la Academia Jedi?
Bajocca soltó un balido wookie en el micrófono, esperando que el piloto humano pudiera entenderle.
Tionne se inclinó sobre Bajocca antes de que pudiera seguir, y habló por el receptor vocal.
—Ha ocurrido algo, general Solo. Los gemelos y Tenel Ka han desaparecido, y Bajocca está intentando contarnos lo que ha sucedido. Pero no consigue hacer que le entendamos. Ha perdido su androide traductor.
Chewbacca entró en el canal de comunicaciones con un rugido de sorpresa. Bajie, muy excitado, volvió a explicarlo todo lo más deprisa que pudo en el lenguaje wookie. Chewbacca soltó un rugido de ira, y Han volvió a hablar.
—Calma, viejo amigo... He oído la mayor parte, pero algunos de los detalles quizá se me hayan escapado. ¿Era algo sobre un caza TIE estrellado y un soldado imperial que los ha tomado como rehenes?
Los dos wookies emitieron ruidosos asentimientos.
—De acuerdo, no os mováis de ahí. ¡Vamos de camino! —dijo Han—. Podemos desconectar la nave de la estación de Lando en unos segundos, y de todas maneras ya nos estábamos preparando para salir de aquí. El Halcón Milenario estará allí dentro de unas dos horas..., creo que a mediados de la mañana local. ¡Mantened la calma, y preparaos para ayudarme a luchar para recuperar a los chicos!
Bajie y Chewbacca lanzaron un nuevo rugido de asentimiento. Tionne contempló al joven wookie con el rostro lleno de asombro.
—¡Un caza TIE! ¿Imperiales aquí? Deprisa, hemos de hacer que todo el mundo se prepare por si atacan.
El Halcón Milenario atravesó el intenso azul de la atmósfera con un cegador destello blanco surgiendo de sus motores sublumínicos traseros y se dirigió hacia las antiguas estructuras massassi. Bajie estaba en la pista de descenso delante del Gran Templo, ardiendo en deseos de ver a su tío. El joven wookie recibió a la nave agitando sus peludos brazos mientras se aproximaba.
La claridad del amanecer se iba volviendo más cálida a cada minuto que pasaba. Las dos horas que el Halcón Milenario había necesitado para partir de Yavin, el gigante gaseoso, y llegar a la luna de las junglas le habían parecido las más largas de toda su vida a Bajie.
Bajie retrocedió hacia la sombra del templo mientras el Halcón Milenario se posaba en el suelo mediante varias ráfagas de sus haces repulsores acompañadas por estridentes silbidos. Las planchas acolchadas de los soportes de descenso entraron en contacto con el suelo y se estabilizaron, y un instante después la rampa surgió del casco como una boca que se abre.
Chewbacca bajó a grandes saltos por ella, agachando su peluda cabeza para no chocar con el techo, y fue hacia el templo. Bajie fue corriendo a recibirle a medio camino, cojeando ligeramente. Han Solo también bajó corriendo por la rampa y se reunió con ellos, el desintegrador ya desenfundado en la mano.
—¿Estáis listos para rescatar a los chicos? ¡Bien, vamos! —gritó Han. Tionne y unos cuantos estudiantes Jedi salieron corriendo del templo. Han miró a su alrededor—. ¿Dónde está Luke? ¿Todavía no ha vuelto?
—El Maestro Skywalker no está aquí —dijo Tionne—. Tendremos que defendernos con nuestros propios recursos.
—Nos ocuparemos de eso —dijo Han—. Lando nos ha proporcionado un poco de armamento extra, y todas nuestras baterías de cañones láser están cargadas. ¿Puedes enseñarnos dónde los tienen prisioneros, Bajie?
Bajocca se apresuró a asentir con su peluda cabeza.
—Si hay más cazas TIE imperiales por los alrededores, lo más importante que podéis hacer es defender la Academia Jedi, Tionne —dijo Han—. Será su objetivo más obvio. Al Imperio no le haría mucha gracia que la Nueva República consiguiera otra hornada de Caballeros Jedi.
—Estaremos aquí para defender la Academia Jedi, general Solo —dijo Tionne—. Usted vaya en busca de los niños.
—Muy bien, Bajie —dijo Han—. Vamos. No hay tiempo que perder.