Gillian
Es tarde, y Dallas ya debería estar aquí; quizá el tipo de los documentos se haya retrasado. Oigo a alguien acercarse a mi caravana y espero que sea él, pero en su lugar aparece Vincent camino de la caravana de sus padres. A pesar de lo duro de su aspecto, lo cierto es que siempre tiene una sonrisa amable para todo el mundo, como ahora, que se acerca a mí y me pregunta:
—¡Hola, Gillian!, ¿qué haces despierta tan tarde?
—Estoy esperando a Dallas. Le pedí que hiciera una gestión por mí y quería saber cómo había terminado todo.
—Lo vi hablar con el tipo que nos hace los carnés falsos. ¿Acaso necesitas uno? —pregunta sorprendido.
—Algo similar.
La vaguedad de mi respuesta no parece molestarlo, porque vuelve a sonreír y comenta:
—Lo comprendo, nada de preguntas. Pero Dallas se marchó con Christel, así que tardará en volver…
Corta sus palabras ante mi expresión de horror. La incredulidad en mi voz es inconfundible cuando le pregunto:
—¿Estás seguro de que se fue con Christel? —Él asiente, y detecto por su expresión que intenta enmascarar su sorpresa ante mi actitud, así que balbuceo—: No importa, solo me ha sorprendido. No parecía que ellos volvieran a ser…
Mi voz se apaga, y Vincent se acerca a mí y se sienta a mi lado. Me mira y advierto que sus ojos castaños claros no son espectaculares como los de Dallas, pero están llenos de una reconfortante calidez. Y ahora me miran con lástima cuando me explica:
—No son nada; Dallas nunca tiene nada serio con nadie, y menos con Christel.
—En realidad no es de mi incumbencia —susurro.
—Gillian, yo… lo siento. A veces soy un bocazas.
—No, está bien, ya te he dicho que no es cosa mía con quién se acuesta Dallas —contesto tratando de mantener la emoción fuera de mi voz.
Él vuelve a mirarme y al levantarse se atreve a decir:
—Eres demasiado buena para él.
Intuyo lo que está pensando de mí. Que soy otra estúpida chica que ha caído en las redes de Dallas, otra idiota a la que le ha roto el corazón. No debería darle explicaciones, pero no quiero que me vea como a otra chica fácil, así que miento tratando de enmascarar la humillación en mi voz:
—No ha pasado nada entre nosotros.
Una sonrisa de alivio le ilumina el rostro y me dice:
—Mejor. Como he dicho, eres demasiado buena para él. Y ahora deberías dormir un poco. Es tarde.
Yo asiento y, tratando de mantener la voz serena, me despido:
—Buenas noches, Vincent.
—Buenas noches, Gillian. Mañana cuido de mi hermana, así que pasaré a buscarte: podemos ir al lago.
Yo accedo y los ojos vuelven a iluminársele, pero los míos están al borde de estallar en lágrimas cada vez que pienso en Dallas revolcándose con Christel, así que entro rápidamente en mi caravana. Me mojo la cara en el fregadero, tratando de luchar contra el llanto que pugna por apoderarse de mí. Hace tiempo que me prometí que no sería como mi madre, que no me pasaría la vida llorando por hombres que no lo merecían. Pero es justo lo que estoy haciendo: ser tan estúpida como ella. Siempre he sabido cómo es Dallas, y él mismo me advirtió de cómo trataba a las chicas. Aunque esta noche parecía diferente, o eso he querido creer. Pero los chicos como Dallas no cambian, los chicos como Dallas siempre terminan rompiéndote el corazón. Las lágrimas me ruedan por las mejillas, es inútil detenerlas. Me tumbo en el sofá que me hace de cama y me encojo sabiendo que me espera una dura noche por delante.