14. Almas unidas

 

Habían pasado varios minutos desde que Siobhan se había marchado de la habitación. Luke miró derrotado a Tabitha y le preguntó:

—¿No deberíamos haberla seguido?

Ella esbozó una mueca amarga y respondió:

—¿Para qué? No cambiará de idea, está demasiado herida y lo peor es que no puedo culparla. Nosotros fuimos quienes confiamos en que ella sabría lo que estaba bien, pero le ocultamos parte de la información…

—Le dije a Jake mil veces que confiara en ella, pero él tenía miedo de perderla y yo no podía traicionarle, me salvó la vida y realmente la ama. Y, respecto a mí, francamente, también temía que, si lo sabía, no quisiera optar por luchar —reconoció Luke apesadumbrado—. Y yo quiero hacerlo, quiero volver allí y conseguir que todo cambie.

—Yo también quería… —susurró ella.

—No hables en pasado, aún tenemos la opción de que…

—Siobhan nunca se pondrá en el bando del policía que detuvo a su maestro, que torturó a inocentes, que se alió con las mismas personas que condenaron a su raza a la extinción. Ni tampoco en el de los que se supone que éramos sus amigos y se lo ocultamos —le interrumpió Tabitha.

Luke suspiró desesperado y le preguntó:

—Entonces, ¿Qué propones que hagamos? ¿Vamos a buscar a Jake?

Tabitha no contestó, sino que se acercó a él mientras respondía amargamente:

—Pues en realidad propongo que no pensemos en nada que no sea esta noche.

Luke la miró sin comprender y, para su sorpresa, ella se acercó más y posó sus labios sobre los suyos. Cuando lo hizo, Luke sintió que un aliento lo embriagaba y la estrechó entre sus brazos. En un susurro musitó:

—Creía que…

—No digas nada, solo bésame —le interrumpió Tabitha.

Luke sintió las manos de ella sobre su espalda primero para deslizarse debajo de la camiseta después, mientras su boca volvía a apoderarse de la suya, pero esta vez de forma más apremiante. Él comenzó a acariciarla también, dejándose llevar y, poco a poco se deslizaron hasta la cama. Sin dejar de besarse comenzaron a desnudarse, hasta quedarse en ropa interior. Luke dejó de besarla y recorrió con la mirada el cuerpo bien formado que había estado acariciando, sintiendo que la pasión le enloquecía. Su mano se deslizó desde los muslos bien torneados hasta la cadera de Tabitha mientras su mirada llegaba hasta sus labios, su nariz, para luego terminar en sus ojos. Y, entonces, se detuvo, impresionado por la mirada rota de ella. Antes de darse cuenta de lo que hacía, alejó la mano de su cuerpo y la acercó a su rostro para acariciar su mejilla suavemente mientras le decía:

—Tabitha, ¿Qué te ocurre?

Ella lo miró, sintiendo la preocupación sincera que emanaba de los ojos de Luke, su gesto de cariño, y, ante la sorpresa de ambos, las lágrimas que había conseguido ahogar durante años comenzaron a aflorar. Al principio, lentamente, después, en un torrente de frustración y miedo desatados que ya no podía controlar. Luke la abrazó con fuerza y dejó que llorara sobre su hombro mientras no dejaba de besarle el cabello. Estuvieron así largo rato, hasta que Tabitha se tranquilizó y, algo avergonzada, se separó de él y comenzó a incorporarse. Luke se apresuró a preguntar:

—¿Qué haces?

—Vestirme y marcharme —repuso ella rehuyendo su mirada.

—No lo hagas… —le suplicó Luke mientras le retenía la mano.

—Sé que soy yo la que ha empezado, pero ahora no puedo…

—Tabitha, no te estoy diciendo que te quedes para que te acuestes conmigo. Me importas y quiero que me cuentes lo que sucede.

—Yo… no soy buena explicando lo que me pasa —reconoció Tabitha con voz aún llorosa.

Luke la obligó a mirarle y con una sonrisa repuso:

—Te propongo una cosa. Yo te presto una de mis camisetas que tape tu precioso cuerpo que me hace perder la cabeza… y hablamos de todo esto tranquilamente, como amigos.

Sus palabras hicieron sonreír a la chica, que contestó suavemente:

—Está bien. Pero será mejor que tú también te pongas algo de ropa.

—¿Quiere decir eso que mi cuerpo también es altamente deseable? —bromeó Luke.

Tabitha rio y mientras su mirada recorría sus marcados abdominales y sus musculados hombros contestó:

—Ya sabes que sí.

—En ese caso, camisetas para ambos.

Mientras lo decía tomó un par de camisetas y le tendió una, que ella se apresuró a poner. Después se sentó de nuevo a su lado en la cama y ambos se apoyaron en el cabezal. Luke la tomó de la mano y Tabitha preguntó:

—¿A qué viene eso?

—Me gusta el contacto con tu piel.

Ella jugueteó con sus dedos y respondió:

—Deberías estar enfadado.

—¿Por qué?

—Por tirarme a tus brazos y luego echarme a llorar.

Luke esbozó una sonrisa comprensiva y contestó:

—En realidad la parte de tirarte a mis brazos me ha encantado… pero aún más que confíes en mí para llorar en ellos. Lo otro puede esperar a un día que realmente quieras estar conmigo, y no porque estés enfadada con el mundo.

—Parece que soy más transparente de lo que creo.

—En realidad no tanto, he tardado un poco en darme cuenta… —confesó Luke.

—Bueno, eso ha sido divertido.

Mientras lo decía, Tabitha se giró hacia él y, esta vez, fue ella la que acarició su mejilla con la mano libre mientras le decía:

—No quiero que pienses que quería utilizarte… Lo que te dije anoche iba en serio, pero había cosas demasiado importantes en juego… Mira lo que ha pasado entre Jake y Siobhan.

—Lo sé, pero lo que no comprendo es porque sigues hablando en pasado, como si estuviera todo perdido.

—Porque lo está, por eso me he dejado llevar. Yo solo quería ser feliz por una noche, olvidar que todo por lo que he luchado no ha servido para nada —repuso ella con un suspiro.

Luke la soltó de la mano y, obligándole a mirarle afirmó:

—Tabitha, he estado solo más tiempo del que recuerdo, en aquel sótano, con la única compañía de mis libros, mis películas y mis recuerdos. Y puedo asegurarte que no he llegado hasta aquí para quedarme de brazos cruzados y pasar el resto de nuestra vida huyendo mientras nos remuerde la conciencia por todos y todo lo que dejamos atrás. Me prometí a mí mismo que lucharía hasta mi último aliento de vida, y espero que tú también lo hagas porque te necesito a mi lado; y Jake y Siobhan también te necesitan.

Ella abrió los ojos boquiabierta y protestó:

—¿Cómo puedes decir eso? Has visto cómo me he portado.

—Sobre eso… ¿Cuándo fue la última vez que lloraste?

Tabitha bajó la mirada y musitó:

—Poco después de conocer a Jake.

Al decirlo, miró a Luke con miedo, pero este no hizo ninguna pregunta. Sabía que lo último que ella necesitaba en aquel momento era que supiera que él conocía su historia. Así que se limitó a seguir acariciándola tranquilizadoramente y ella añadió:

—Después de aquel día, me prometí que concentraría mis energías en convertirme en el mejor soldado, en conseguir que un día pudiéramos volver a rescatar a los que dejamos atrás.

—De eso hace mucho tiempo… No puedes ser siempre fuerte, luchar contra tus propios sentimientos —insistió Luke.

—Se me había dado bien hasta ahora… antes de que…

—No vuelvas a decir que está todo perdido —la interrumpió Luke.

—Pero Siobhan… —comenzó a protestar ella.

—Siobhan es justa e inteligente. No confiamos en ella porque nos dijeran que lo hiciéramos, sino porque nos ha demostrado que realmente es especial, que aúna en sí las dos posturas. Démosle el voto de confianza de que elegirá la opción correcta. Su maestro predijo que puede salvarnos a todos, y yo también lo creo.

—Pero…

—Nada de peros. La guerra no termina hasta que uno de los bandos se rinde, y yo no pienso hacerlo. ¿De verdad ya no quieres luchar más? ¿Vas a rendirte después de tanto tiempo?

Una última lágrima se deslizó por la mejilla de Tabitha, que musitó:

—No, supongo que no.

—Esa es mi chica.

Mientras lo decía, la estrechó entre sus brazos. Ella se dejó hacer unos minutos, pero después se separó lentamente y recordó:

—Si la guerra continúa, no puedo ser tu chica.

—¿Por qué? ¿Crees que complicaría las cosas?

Ella asintió entristecida, así que Luke le dio un rápido beso y mirándola a los ojos le dijo:

—En ese caso, será mejor que nos aseguremos que el día de la victoria llegue pronto.

Tabitha sonrió y, entonces, una idea pasó por su cabeza. Era una idea loca, pero que salía de su interior, del alma, del sentimiento que la dominaba cada vez que estaba cerca de Luke. Por ello propuso:

—Se me ocurre que ya que he decidido ser una chica por una noche… podría esperar hasta mañana para volver a ser la dura soldado.

Luke la miró sorprendido y comenzó a preguntar:

—¿Quieres decir que…?

—Quiero decir que, no porque esté enfadada con el mundo ni siquiera porque tenga miedo por lo que saldrá de la votación mañana; realmente me gustaría ser tu chica esta noche.

Él la miró sin saber qué decir, así que Tabitha se apartó lo suficiente como para quitarse la camiseta y le preguntó:

—¿Sigo pareciéndote deseable?

—Más de lo que nunca me lo ha parecido nadie.

—Buena respuesta —contestó ella mientras se mordía el labio, entre nerviosa y halagada.

—Pero no quiero que hagamos nada de lo que mañana te puedas arrepentir. Sé que has sufrido mucho y también que prefieres no hablar de ello esta noche, pero no quiero hacer nada que pueda dañarte más —confesó Luke.

—¿Y qué es lo que quieres? —inquirió ella, preocupada por lo que pudiera decirle.

Sin embargo, la voz de Luke era suave al confesar:

—Que lo que dijiste anoche sea verdad.

Tabitha le miró interrogativamente y entonces recordó como ella le había dicho lo fácil que sería enamorarse de él. Comenzó a temblar, reconociendo que Soon tenía razón cuando decía que jamás había estado enamorada de él, que había utilizado sus fingidos sentimientos para protegerse del mundo, para no tener que enfrentarse al miedo de tener una relación de verdad y volver a perder a alguien a quien amara. Pero con Luke, el mismo que la tenía entre sus brazos, todo era diferente, porque dolía exactamente igual enamorarse de él que intentar no hacerlo; porque hiciera lo que hiciera le perdía. Y, por ello, respondió con el corazón:

—¿Y si ya lo tuvieras, pero igualmente mañana todo tuviera que ser diferente?

Luke apretó su mano con fuerza. Tabitha tenía el poder de hacer que la deseara y amara, pero también que sintiera la necesidad de que siguiera siendo la compañera de lucha fuerte y responsable que les podía llevar a la victoria. Por ello reveló:

—Entonces te diría que yo siento lo mismo y que será un honor luchar a tu lado a partir de mañana.

Al oírlo, Tabitha le obsequió con una dulce sonrisa y afirmó:

—Entonces, por una sola noche, ninguno de los dos tiene más misión que estar juntos.

Y, uniendo la acción a la palabra, le besó apasionadamente, a lo que Luke respondió con la misma intensidad tumbándola con suavidad sobre la cama. Tabitha deslizó la mano por su espalda mientras susurraba:

—Lo cierto es que estás mucho mejor sin camiseta.

Él se la quitó riendo y contestó:

—Iría siempre sin ella para complacerte, pero el castillo es bastante frío.

—En ese caso, será mejor que nos aseguremos de que la chimenea de esta habitación no se apague.

—Totalmente de acuerdo. ¿Tienes idea de por qué?

Tabitha sonrió pícaramente y mintió:

—No tengo ni idea.

—Porque si solo tengo esta noche contigo hasta la victoria, creo que quiero aprovecharla.

Mientras lo decía, deslizó la mano por su espalda hasta el broche del sujetador. Tabitha se estremeció y, susurrándole al oído le dijo:

—Me parece una buena idea. No dejes de acariciarme hasta que el sol nos devuelva a la realidad.

—No dejaré de hacerlo… y Tabitha, tú vas a ser mi realidad, estemos así mañana o no. Te lo prometo.

Ella le miró a los ojos, sintiendo el amor y la pasión en sus palabras y, abrazándole de nuevo, se dejó llevar por la fuerza de sus propios sentimientos. Luke hizo lo mismo y la tomó suavemente por la cintura, atrayéndola hacia sí con más fuerza mientras terminaba de desnudarla. Su beso se hizo más apremiante, y pasó de sus labios hasta el cuello, donde al recorrerlo provocó un gemido en Tabitha. La acariciaba muy lentamente, con algo de miedo a asustarla, pero había en ellos tanta magia que parecía que estaban hechos para estar juntos, piel con piel, labio con labio. Ella deslizó suavemente las manos por su pecho musculoso y el abdomen perfecto, y también le desnudó completamente. Al hacerlo le miró a los ojos y lo atrajo hacía sí de nuevo, besándole durante largo rato, hasta que Luke abandonó sus labios para recorrer primero la parte superior de sus senos y luego todo aquel cuerpo que le volvía loco. Tabitha se sintió estremecer de placer, pero, sobre todo, sintió que todos los recelos que le habían dominado durante años desaparecían por completo para dejar paso a una nueva mujer que solo quería estar con el hombre que amaba. Con manos ardientes recorrió a su vez el cuerpo de Luke, atrayéndole más y más hacia ella, hasta que estuvieron unidos completamente, compartiendo no solo su amor sino también el mayor éxtasis que habían experimentado jamás.

La lectora de almas
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