1. Almas que descansan

 

Entre medio de las brumas de la montaña, el castillo se alzaba en toda su magnificencia. Había dejado de llover, así que pudieron alzar la vista y contemplarlo unos segundos: Jake, aliviado de volver a estar en casa, Luke y Siobhan sorprendidos de lo que veían. Los muros centenarios estaban restaurados y las imponentes torres se alzaban ante ellos recordando siglos pasados. La única puerta visible, grande y enrejada, se veía cerrada; pero en cuanto Jake hizo un gesto hacia una de las torres, esta se abrió rápidamente. Siobhan le miró preocupada y él, esbozando una sonrisa, le dijo:

—Tranquila, aquí estás en casa, todos lo estamos. Seguidme.

Los tres entraron lentamente, dejando atrás la niebla y adentrándose en un pasillo que llevaba a un patio. Siobhan pudo divisar varios hombres en puestos de vigilancia, vestidos completamente de negro. Sin embargo, era el único signo de vida, ya que el castillo parecía sumido en el más absoluto silencio, como si el tiempo se hubiera detenido. Jake saludó a los vigías y continuó hacia el interior del castillo, hasta llegar a una estancia que parecía una antigua sala de recepciones. Adornada con antiguos tapetes, estaba bien caldeada por una chimenea, cosa que los tres, completamente empapados, agradecieron. En la puerta un soldado hizo un gesto de respeto hacia Jake, que se lo devolvió y avanzó rápido hasta el hombre que les esperaba al lado de la chimenea. Era tan alto como Jake, y su físico era espectacular a pesar de que debía tener unos cincuenta años. Sus cabellos eran plateados y estaban cortados militarmente, enmarcando unas facciones bien proporcionadas. Siobhan se quedó prendada de sus grandes ojos oscuros, surcados de arrugas. Sus labios eran carnosos y sonreían de un modo paternal cuando estrechó la mano de Jake. Este comentó:

—Siobhan, Luke, os presento al coronel del Ejército de la Luz. Sin él, nada de esto sería posible.

—Creo que eso también podría aplicarse a ti, Jake. Me alegra que lo hayas conseguido de nuevo.

Ambos hombres intercambiaron una mirada cómplice y Siobhan intuyó que había en ellos un fuerte sentimiento de amistad más allá de su pertenencia al Ejército de la Luz. El coronel se giró hacia ella y le hizo el saludo oficial. Ella le correspondió con una sonrisa pero se sentía tan agotada que apenas podía tenerse en pie ni mucho menos pensar en qué decir, en todas sus dudas. El cansancio de los últimos días se había acuciado en la subida al castillo, más cuando tenía el corazón destrozado por no poder tomar la mano de Jake. El coronel comprendió y se giró hacia Luke comentando con la voz amable y algo emocionada:

—Es un honor tenerte entre nosotros. Te agradezco todo lo que has hecho estos años, ha sido impresionante y no veía el momento de conocerte en persona.

Luke sonrió halagado, sintiendo al instante una corriente de simpatía hacia aquel hombre y contestó:

—El honor es mío, coronel.

—Sin embargo, supongo por tu expresión que hay algún motivo grave por el que estás aquí.

Luke asintió con la cabeza pesadamente y Jake sonrió, no había nada que se le escapara a aquel hombre al que tanto admiraba. No obstante, podía ver en las caras de sus amigos lo agotados que estaban, en especial Siobhan, por ello comentó:

—Es una larga historia, coronel. Si le parece bien, se la explicaré detenidamente en su despacho.

—Por supuesto. Creo que todos agradeceréis un baño y unas horas de descanso.

Los tres asintieron con la mirada, pero Jake preguntó lo que le había estado preocupando desde que cruzaran la puerta:

—¿Sucede algo en el castillo, coronel? Hay demasiado silencio.

—El maestro Liu ha ido a reunirse con los otros maestros, para saber su voto; y se ha llevado a parte de la guardia.

Una expresión de miedo asomó al rostro de Jake, que inquirió:

—¿Tan rápido?

El coronel le miró, compartiendo su inquietud, y contestó:

—Te lo explicaré todo más tarde.

Después, se giró hacia el soldado que había en la puerta y le ordenó:

—Haz pasar a Tabitha.

La mujer que entró tuvo la capacidad de hacer que Siobhan diera un paso atrás nada más verla. Debía tener unos veinticinco años. Era alta y atlética, y entró con el mismo paso que si fuera a la guerra. Tenía el cabello castaño, corto casi como el de un chico, y los ojos oscuros la miraban amenazadoramente. En realidad, Siobhan pensó que podría haber sido muy guapa si no fuera por la expresión hosca y severa que la acompañaba. Sin embargo, su gesto no parecía imponer a Jake, que la abrazó mientras le decía:

—Me alegro mucho de verte, pequeña.

Siobhan leyó en sus ojos que a aquella chica le gustaba la recepción y que por un momento parecía que toda su dureza se esfumaba. Pese a ello, en cuanto se apartó recuperó su pose habitual y repuso:

Jake, ¿Te ha caído demasiada agua sobre la cabeza y ha afectado a tu cerebro? ¿Desde cuándo nos dedicamos a abrazarnos cada vez que nos vemos? Y mi nombre es Tabitha, te recuerdo que tenemos edades similares.

Jake y el coronel sonrieron ante su exabrupto, hacía años que su dura fachada no engañaba a ninguno de los dos. Este último comentó:

—Os presento a Tabitha, velará por la seguridad de Siobhan a partir de ahora. Es una de mis mejores soldados, además supusimos que te sería más cómodo compartir el espacio con ella.

—En resumen, por ser mujer me toca dejar las expediciones y hacer de niñera —apostilló Tabitha.

Su voz denotaba un profundo fastidio y Siobhan se apresuró a decir:

—Pero no es necesario que esté conmigo… no quiero ser una molestia.

El coronel suspiró y se apresuró a decir:

—No lo es, estará encantada de hacerlo. Y, por cierto, Tabitha, trata de recordar lo que hablamos acerca de no decir siempre lo que piensas.

—Lo siento coronel, pero el maestro Liu y Soon dicen que debo decir siempre la verdad porque eso me acerca a la luz —repuso ella con fingida dulzura.

Su irónico comentario hizo esbozar una sonrisa incluso a Siobhan, pero el coronel se burló:

—Dado que estás tan interesada en las enseñanzas de los Sanadores, te irá muy bien compartir espacio con uno de ellos. Toda tuya, Siobhan. Es una suerte que la paciencia sea una de vuestras virtudes innatas. La necesitarás.

Tabitha hizo una mueca de fastidio y Siobhan de miedo, pero se tranquilizó cuando Jake le dijo:

—Nos vemos esta noche. Dado que los Sanadores están fuera del Castillo, esperamos que te apetezca unirte a nosotros.

Siobhan sonrió y Tabitha comentó:

—Mi última cena divertida. Será mejor que lo demos todo…

El coronel la masacró con la mirada y ella añadió en tono falsamente amable:

—Sígueme Sanadora, te llevaré a tus aposentos.

Los tres hombres las vieron salir y el coronel preguntó a Jake:

—¿Estás seguro de que hemos elegido bien?

—Por supuesto Tabitha ladra pero no muerde, y le garantizo que Siobhan sabe defenderse, así que no creo que haya problemas entre ellas.

—Eso espero. Y ahora, id a descansar. Luke puede ocupar la habitación de Tabitha ahora que ella ha trasladado sus cosas a la de Siobhan. Nos vemos esta noche.

Los chicos asintieron y, mientras Luke seguía a Jake por el castillo bromeó:

—¿Por qué no me dijiste que había soldados guapas aquí? Igual me hubiera tomado unas vacaciones antes.

—Porque no es buena idea acercarse a Tabitha. Así que quítatelo de la cabeza —aconsejó Jake.

—¿Vas a prohibirme que me acerque a todas las chicas guapas que me presentas? Porque ya lo hice con Siobhan… —protestó Luke.

Jake detuvo el paso y mirándole fijamente respondió:

Sé que lo hiciste y no negaré mi parte egoísta en ello, pero en este caso lo hago por tu propio bien. El último soldado que intentó besarla acabó recibiendo un puñetazo. Quiere que la tratemos como a un chico, dice que es la única forma que los demás la tomen en serio, ya que es la única mujer en el Ejército de la Luz. Y lo cierto es que es mucho mejor soldado que la mayoría de mis hombres.

—Guapa, irónica, dura e inteligente… tomo nota —comentó Luke con una sonrisa.

—Tú nunca haces caso de mis consejos, ¿Verdad? —protestó Jake.

—Es que es más divertido llevarte la contraria, amigo.

—Bien, en ese caso te diré que ya tienes algo en común con Tabitha. Y ahora vamos, necesito una cama.

—No me extraña, entre las guardias, las caminatas y tus apasionados encuentros con Siobhan, debes estar agotado —bromeó Luke.

Jake le lanzó una mirada incendiaria y su amigo se limitó a reír en silencio mientras continuaba caminando.

La lectora de almas
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html