16. Almas que recuerdan

 

Sentados delante de la chimenea de la habitación, Jake cepillaba los largos cabellos de Siobhan. Intrigada, ella le pregunto:

—¿Sabes que peinas demasiado bien para ser un comandante?

Él rio y contestó:

—¿Me lo tomo como un cumplido o como una pregunta?

—Supongo que las Sanadoras no podemos ser celosas, así que como un cumplido.

Jake dejó de cepillarle el cabello y la obligó a mirarle mientras le aseguraba:

—Nunca te daré motivos para que seas celosa. Y tampoco hay motivos para que los sientas del pasado. Jamás amé a nadie hasta que te conocí a ti.

Siobhan tembló ante su comentario y él añadió tristemente:

—Era mi madre a quién peinaba. Estaba enferma y había olvidado cómo hacerlo sola.

Ella le miró sorprendida. Era la primera vez que Jake le contaba algo de su pasado. Preocupada, le preguntó:

—¿Dónde está ahora?

—Murió. La enfermedad avanzó muy rápido.

Siobhan respiró profundamente y se apresuró a decir:

—Lo siento mucho.

Él la tomó de la mano y añadió:

—Jamás estuvo enferma. Pero, cuando murió mi padre, creo que simplemente se dejó llevar, quería olvidar, no podía soportar su vida sin él.

—¿Cómo murió él?

—En una manifestación.

—¡Esos malditos policías! —masculló ella al oírlo.

—No, Siobhan, no fue un policía, sino un manifestante. Lanzó un cóctel molotov y mi padre estaba demasiado cerca…

Ella se quedó en silencio, recordando a su propio padre, víctima colateral de una manifestación, aunque en ese caso a manos de un policía. Con voz rota comentó:

—La represión crea violencia… sé que hubo víctimas en ambos bandos…

—Sin embargo, sigues pensando que la culpa fue solo de la policía. Pero yo aún odio a aquel maldito manifestante, de hecho, durante mucho tiempo les odié a todos…

Su expresión era dura y había temor en su mirada, como si necesitara una respuesta de Siobhan. Ella, controlando sus palabras, apuntó:

—La policía escogió su camino: la violencia, atacar y aniquilar a cualquiera que se manifestara. La población… solo quería defenderse… y a veces utilizaron las mismas armas que sus opresores.

—¿Les defiendes? Algunos se convirtieron en asesinos… —le preguntó extrañado.

Siobhan se mordió el labio, nerviosa, pero tomando su mano le contestó:

—Soy una Sanadora, nací para sembrar la paz, así que debo condenar cualquier tipo de violencia. Y lamento muchísimo lo que le pasó a tu padre; sé que hubo personas en ambos bandos que cometieron actos injustos. Sin embargo… a veces creo que si tan solo hubiésemos intentado vencerles con más ahínco, incluso utilizando la violencia, quizás no viviríamos oprimidos ahora, quizás no habrían muerto tantos inocentes, quizás ahora no estaría huyendo como una delincuente por salvar la vida de un hombre; quizás podría haber salvado las de muchos más.

Jake la miró, incrédulo, y ella añadió:

—Ya te dije que era una Sanadora decepcionante.

—Al contrario, eres increíble. Es como si fueras dos personas. Te siento como una Sanadora llena de amor y de perdón; y, sin embargo, a veces también tengo la sensación de que podrías comandar un ejército por tu fuerza, por tus ganas de vencer al Régimen.

Ella permaneció en silencio, algo anonadada por sus palabras, y él susurró:

—Creo que comienzo a entender porque eres tan importante...

Siobhan sonrió y le preguntó coqueta:

—¿Para ti?

—Para toda la humanidad —se le escapó.

Su semblante tomó un rostro serio al oír eso, y Jake se apresuró a añadir:

—Y eso es más de lo que necesitas saber ahora mismo.

Siobhan hizo un gesto de hastío y Jake propuso:

—Te seguiré cepillando el cabello.

—No… ya va siendo hora de que bajemos. Hemos dejado demasiado tiempo solo a Luke.

Sus ojos se clavaron entristecidos en los de ella mientras le decía:

—Siento no poder ser más sincero contigo.

—No importa, estoy acostumbrada.

Sin embargo, su tono de voz le hizo ver que sí que le dolía que, incluso ahora, no pudiera sincerarse con ella. En silencio, besó su frente y ambos se levantaron sin tocarse.

Siobhan le miró y sintió que ambos podían amarse en la luz, pero que la oscuridad de los secretos les alejaba una y otra vez. Y no pudo dejar de pensar si algún día lo haría para siempre.

La lectora de almas
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html