7. Almas en vilo

 

Era pasada medianoche cuando el grito desgarrador de Siobhan se dejó oír por todo el sótano. Jake, acostumbrado a estar en alerta, cubrió instintivamente su cuerpo con el suyo, mientras Luke llegaba corriendo por el pasillo. Abrió la puerta violentamente y, cuando encendió la luz, lo que vio fue los rostros de sus amigos mirándole aterrados. Él preguntó sorprendido:

—¿Qué ha pasado? Por el grito creí que nos habían encontrado. Suerte que era solo una pesadilla.

Siobhan se levantó rápidamente mientras respondía entre lágrimas:

—No era una pesadilla, era una premonición.

—¿De qué hablas? Siobhan, por favor, deja de llorar —le suplicó mientras dejaba que ella le abrazara.

—Tienes que venir con nosotros, Luke. Y será mejor que salgamos lo antes posible.

Luke soltó a Siobhan y le preguntó:

—¿Qué has visto?

Ella intercambió una mirada interrogativa con Jake, que asintió con la cabeza. Si algo había aprendido en todos aquellos años era que, para sobrevivir, era necesario que todos los implicados conocieran los riesgos inherentes a su estado. Siobhan se secó las lágrimas y comenzó a explicar:

—A policías entrando en tu habitación, golpeándote, deteniéndote. Jake y yo ya nos habíamos marchado.

—Pero, ¿No puede tratarse de una pesadilla? Quizás tu subconsciente no quiera alejarse de mí —bromeó Luke, incapaz de aceptar aquello como real. Aquella era su casa, el refugio que su abuelo había construido y no podía ni pensar en que aquellos malditos lo profanaran.

Jake suspiró, conocía lo suficiente a su amigo para saber exactamente lo que estaba pensando. Por eso se acercó a él y poniéndole la mano en el hombro le dijo:

—Lo siento, Luke, pero no es una pesadilla.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque cuando la oí gritar, la cubrí con mi cuerpo para protegerla y ella me transmitió su visión.

—¿Puedes hacer eso? —preguntó Luke, atónito.

—Sí… aunque nunca lo había hecho con nadie. De hecho, aún no sé cómo pude hacerlo con Jake. Pero lo importante es que ambos lo vimos, y que no podemos dejar que se cumpla.

Luke se dejó caer en la cama y llevándose las manos a la cabeza afirmó:

—No podemos cambiar lo que va a pasar.

—Por supuesto que sí —le contradijo Siobhan—. Cada decisión cambia todo el camino que vendrá después.

Luke permaneció en silencio, así que ella se arrodilló ante él y, obligándole a mirarla, le dijo:

—No puedo decirte que pasará si vienes con nosotros, por suerte o por desgracia no controlo todas las opciones. Pero sé que lo que he visto pasará si te quedas.

—Pero no puedo marcharme, este es el único lugar a salvo para los que escapan —protestó.

Jake se sentó a su lado y con voz amarga afirmó:

—Si mueres tampoco lo será.

—¿Y la colección? No puedo permitir que la destruyan. Yo… buscaré otro lugar que sirva para el mismo propósito.

—Es demasiado peligroso —le cortó Jake—. Y nadie bajo mi mando se queda atrás para morir.

—No puedo dejar que terminen con todo lo que mi familia creó. Te recuerdo que mi padre y mi hermano murieron evitando que lo que hay ahí dentro se perdiera —protestó Luke.

—No tiene por qué ser así. Esa habitación es prácticamente imposible de detectar. La cerraremos y haremos que parezca que el sótano hace tiempo que está deshabitado. Tienen tantas alertas que no perderán demasiado el tiempo aquí si no encuentran a nadie. Y, algún día, te prometo que haré todo lo que pueda para volver a buscarlas.

Su amigo le miró desesperado y Jake añadió:

—Luke, lo que has hecho estos años es increíble, como has resistido aquí, escondido, solo la mayor parte del tiempo. Pero ya ha llegado la hora de que me acompañes a casa.

—Si me voy será como si claudicara, ellos ganarán —protestó su amigo.

—Solo esta batalla. Seguiremos luchando juntos, amigo, solo que será diferente. Además, así me ayudarás a cuidar de Siobhan, ella es mucho más importante que nada de lo que hay ahí adentro.

Ella esbozó una sonrisa incómoda. Aunque seguía sin aceptar lo que Jake pensaba de ella, le servía como argumento para convencer a Luke y salvar su vida. Este replicó:

—Tú nunca necesitas ayuda, comandante. Eres el mejor.

—Quizás sí, pero no estaría de más tener un soldado que me ayude con las guardias. Sin esposas, por cierto.

Siobhan no supo si sentirse halagada o enfadada por el tono algo celoso de la voz de Jake, pero se alegró de que Luke cediera:

—Está bien, pero algún día volveré a por todo el material.

—Volveremos —le corrigió Jake.

Los dos amigos se estrecharon la mano en señal de promesa, y Luke añadió:

—Y bien, comandante, ¿Qué hacemos ahora?

Jake se levantó y retomó el semblante marcial para decir:

—Será mejor que nos pongamos en marcha. Sé que todos estamos cansados, pero no correré el riesgo de que nos encuentren aquí.

—Tranquilo, yo ya no tengo sueño —comentó Luke.

—Ni yo —se sumó Siobhan.

—Perfecto. Luke, ¿Tienes la mochila preparada?

—Siempre.

—Bien, yo traje la mía y la de Siobhan, están al lado de la entrada. Sería conveniente que metamos en ella el resto de la ropa que pueda sernos útil, la que no sirva la destruiremos. No podemos dejar ningún rastro.

—Yo lo haré —propuso Siobhan—. Aunque primero me vestiré.

—Ponte ropa de abrigo, y las botas que te he dejado en la entrada —sugirió Jake.

—¿Más alcantarillas? —preguntó ella arrugando la nariz.

—Me temo que algo peor.

Siobhan torció el gesto, pero se fue sin protestar a cambiarse al lavabo. Luke masculló:

—¿Recuerdas lo que te dije de no ser tan dramático?

—Está en mi ADN —ironizó Jake—. Yo iré a preparar la bolsa de la comida. Tú trata de que este lugar parezca deshabitado.

La lectora de almas
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html