LA SERPIENTE Y EL SABIO
Cuentan las crónicas que existió una ciudad en cuyos bosques próximos moraba una serpiente cruel y venenosa.
Aquel pueblo, aterrorizado, pidió consejo a un sabio. «¿Qué podemos hacer?», imploraron. Y el patriarca acudió hasta los bosques. Allí, ante el asombro de todos, el mago advirtió al reptil de lo equivocado de su conducta. Desde aquel instante, el animal obedeció y las gentes se vieron libres de sus ataques.
Pero con el paso del tiempo, y a la vista de la docilidad de la serpiente, algunos de los habitantes de aquella ciudad comenzaron a ensañarse con el pacífico ofidio. Estos hombres —que sólo conocían la maldad— terminaron por maltratar y apedrear a la tímida y huidiza serpiente.
Aquellas persecuciones llegaron a tal extremo que la sanguinaria de los bosques decidió presentarse ante el anciano que le había mostrado el sendero de la verdad.
Con amargas palabras le relató cuanto ocurría con los hombres de la vecina ciudad.
El sabio, con la misma firmeza con que le había hablado en la primera ocasión, le respondió:
—¿Y quién te dijo que dejaras de «silbar» ante los malvados? Utiliza tu fuerza para mantenerlos alejados, pero no viertas el veneno de la venganza sobre ellos.