LA ÚLTIMA ORACIÓN

Y sumido en la más desoladora de las

tristezas, aquella noche —mientras esperaba

el paso de sus naves— caí en tierra y recé la

vieja oración que me enseñaron de niño.

La única que no se ha borrado de mi corazón...

PADRENUESTRO..

Padre porque, sin duda, me has creado, sacándome como un destello eterno de tu corazón de oro.

...QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

En los cielos infinitos de tus infinitas dimensiones.

En el negro y blanco que yo añoro y del que un día salí.

Que estás en los cielos limitados y de plomo de cada dolor y de cada enfermedad.

Que estás en la cara geométrica y verde del cacto y en la espiral eléctrica de la música.

Que estás en la sangre que se derrama.

Que estás en el cielo sin distancias del amor.

Que estás también en el cielo subterráneo de las venganzas y del odio.

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Santificado y repetido con orgullo. Con la satisfacción del hijo del poderoso.

VENGA A NOSOTROS TU REINO

Llegue a los hombres de este planeta la sombra de tu Sabiduría.

Venga a nosotros —espíritus en migración— la brisa que empuja al velero.

Venga pronto la señal de tu regreso, blanca y luminosa sobre las nubes de este mundo atormentado. Vengan a nosotros las otras verdades de tu Reino.

HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA Y EN LOS CIELOS

Y que el hombre de la Tierra sepa comprenderlo. Que los espíritus conozcan que nada muere o cambia sin tu conocimiento.

Que los hombres no olviden su misión aquí y ahora, que no olvidemos que tu voluntad es el Amor y el aprendizaje.

Que no perdamos la brújula de tu última palabra: «Amaos.»

Hágase tu voluntad, aunque no la entendamos.

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA DÁNOSLE HOY

Danos el pan de la paciencia.

Y el del reposo.

Danos el pan de la alegría de los pequeños momentos.

Danos el pan de las promesas.

Danos el pan del valor y de la justicia.

Y el fuego y la sal de la compañía. Y también el llanto que limpia.

Danos, Padre, en cada instante, el rostro sin rostro de tu imagen.

Y PERDONA NUESTRAS DEUDAS...

Disculpa nuestros errores como el padre olvida el mal gesto de su hijo.

Perdona nuestras deudas, fruto siempre de la ignorancia o de la debilidad.

Perdona la tiniebla de nuestro egoísmo.

Perdona las heridas abiertas.

Perdona las guerras.

Perdona los silencios y perdona el estruendo de las calumnias.

Perdona las prisas del mundo.

Perdona nuestra pesada carga de desconfianza.

Perdona a este planeta, que, a fuerza de soledades, se está quedando solo.

Perdona nuestro pasado y nuestro futuro.

Y NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN

Líbranos del mal de la ceguera del corazón.

Y no nos abandones en la pendiente del consumo.

No nos dejes caer en la tentación de la riqueza.

Ni en la miseria y estrechez de espíritu.

Danos la mano de la sabiduría y del conocimiento.

No nos dejes caer en la tentación de una vida limitada y con fronteras.

Líbranos, Padre, de toda certidumbre y seguridad materiales.

Líbranos...