TRES «MUNDOS» SIMULTÁNEOS
La aparente inmutabilidad de la vida es
sólo la breve pesadilla de un espíritu en
cambio perpetuo
.
Por gracia del Maestro que viaja en mi corazón tuve acceso al Pasado, al Presente y al Futuro de mi propio espacio.
Visité tres mundos de mi propia galaxia. Tres mundos simultáneos de mi propio espacio-tiempo.
En el primero —donde los hombres viven hoy en el Pasado—, la oscuridad del Poder y de la Sangre reinaban por doquier.
Cuando les grité para que detuvieran las guerras, el hambre y los ríos de miseria, aquellos hombres ni siquiera me escucharon. Es más: ni siquiera me vieron.
Por más que imploré, mi presencia fue siempre ignorada.
Entonces fui consciente de que, aun con ser un Todo, también el Pasado constituye un sistema independiente dentro de la Realidad Universal e Instantánea.
Y sencillamente, con desearlo, me vi en el segundo mundo: en el habitado por hombres del Presente.
Aquellos seres —aunque no sufrían el azote de la violencia, de las enfermedades o de la sangre— caminaban solitarios. Sus rostros eran graves.
Parecían sumidos en impenetrables reflexiones y en agotadores dilemas.
Una tristeza sutil y una permanente nostalgia les acompañaban allí donde fueran.
Sólo algunos —muy pocos— parecían percatarse de mi presencia. Y deteniéndose a mi lado me formulaban siempre la misma pregunta:
«¿Dónde está la Verdad?»
Y proseguían su deambular cansino y cabizbajo.
Entonces comprendí que el Presente es siempre
DUDA. CRISIS. ANGUSTIA y, sobre todo, NOSTALGIA.
Por último, intenté llegar al mundo de los hombres del Futuro.
Pero, por más que busqué, mi empeño resultó inútil. Agotado, desilusionado y triste, pregunté al viejo Maestro por qué no conseguía llegar al mundo de los hombres del Futuro.
El viejo maestro sonrió.
Y señalando el interior de mi Espíritu exclamó:
«El Futuro sólo podrás descubrirlo en ti mismo.
En lo más íntimo de tu corazón.»