Notas

[1] Estos trescientos folios forman parte de doce investigaciones secretas de la Fuerza Aérea Española sobre otros tantos casos de ovnis en España. Han sido publicados en el libro Ovnis: Documentos oficiales del Gobierno español. <<

[2] La OAR es la Oficina de Investigación Aeroespacial. (Nota del traductor.) <<

[3] AFOSI y AFORS son las siglas de la Air Force Office of Special Investigations (Oficina de Investigaciones Espaciales de la Fuerza Aérea) y de la Air Force Office of Scientific Research (Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea), respectivamente. (N. del t.) <<

[4] Autorización para tener acceso a determinados secretos que afectan a la defensa nacional en los Estados Unidas. (N. del t.) <<

[5] Sistema de Energía Nuclear Auxiliar. Fueron utilizados, en efecto, por la NASA y el AEC para usos espaciales. Estas baterías de isótopos radiactivos pueden producir varios centenares de vatios de electricidad durante períodos superiores a un año. (N. del t.) <<

[6] Aún hoy y puesto que este sensacional hallazgo no ha sido dado a conocer a la comunidad científica del mundo, numerosos investigadores y expertos en física cuántica siguen descubriendo y detectando infinidad de subpartículas (neutrinos, mesones, antiprotones, etc…) que sólo contribuyen a oscurecer el intrincado campo de la física. El día que los científicos tengan acceso a esta información comprenderán que todas esas partículas elementales que conforman la materia no son otra cosa que diferentes cadenas de swivel, cada uno de ellos orientado en una forma peculiar respecto a los demás. Tanto los especialistas que trabajaron en esta operación, como yo mismo, tuvimos que doblegar nuestras viejas concepciones del espacio euclideo, con su trama de puntos y rectas, para asimilar que un swivel está formado por un haz de ejes ortogonales que «no pueden cortarse entre sí». Esta aparente contradicción quedó explicada cuando nuestros científicos comprobaron que no se trataba de «ejes» propiamente dichos, sino de ángulos. (De ahí que haya entrecomillado la palabra «eje» y me haya referido a hipotéticos ejes). La clave estaba, por tanto, en atribuir a los ángulos una nueva propiedad o carácter: el dimensional. (N. del Mayor) <<

[7] Me extenderé poco sobre nuestro «biocosmos» o cosmos gemelo, pero me resisto a ocultar algunas de las características básicas del mismo. Aquellos análisis humillaron aún más si cabe nuestra soberbia científica. En realidad, no existe un único cosmos —como siempre habíamos creído— sino infinito número de pares de Cosmos. La diferencia fundamental detectada entre los elementos de uno y otro (los nuestros, por ejemplo), estriba en que sus estructuras atómicas respectivas difieren en el signo de la carga eléctrica y que nuestros científicos han llamado y siguen llamando incorrectamente «materia y antimateria». Nuestro cosmos gemelo, por ejemplo, presenta las siguientes diferencias:

1) En sus átomos, la corteza está formada por electrones positivos orbitales y su núcleo por antiprotones (protones negativos).

2) Jamás podrán ponerse en contacto ambos cosmos. Tampoco tiene sentido pensar que puedan superponerse ya que no los separan relaciones «dimensionales». (No hay distancias ni simultaneidad en el tiempo).

3) Ambos cosmos poseen la misma masa y el mismo radio, correspondiente a una hiperesfera de curvatura negativa.

4) Cada uno goza de singularidades distintas; es decir, en nuestro cosmos gemelo no hay el mismo número de galaxias ni aquéllas poseen la misma estructura que las «nuestras». No hay, por tanto, otro planeta Tierra gemelo.

5) Ambos cosmos fueron «creados» simultáneamente, pero sus flechas del tiempo no tienen por qué estar orientadas en el mismo sentido. (No podemos hablar, en consecuencia, de que dicho cosmos coexiste con el nuestro en el tiempo o de que existió antes o de que existirá después. Únicamente podemos afirmar que existe).

Pero quizá lo que más impresionó a nuestro equipo de investigadores fue verificar que ese cosmos gemelo ejerce una determinada influencia sobre el nuestro…, y presumiblemente —porque esto no ha sido comprobado aún— el nuestro actúa también sobre aquél. (N. del m.) <<

[8] Las sucesivas verificaciones demostraron, por ejemplo, que el tiempo puede asimilarse a una serie de swivels cuyos ejes están orientados ortogonalmente con respecto a los radios vectores que implican distancias. Según esto, descubrimos que puede darse el caso —si la inversión de ejes es la adecuada— que un observador, en su nuevo marco de referencia, aprecie como distancia lo que en el antiguo sistema referencial era valorado como «intervalo de tiempo». Es fácil comprender entonces por qué un suceso ocurrido lejos de la Tierra (por ejemplo, en un planeta del cumulo globular M13, situado a 22 500 años luz) no puede ser jamás simultáneo a otro que se registre en nuestro mundo. Esto nos dio la explicación de por qué un objeto que pudiera viajar a la velocidad de la luz acortaría su distancia sobre el eje de traslación, hasta reducirse a una pareja de swivels. Distancia que, aunque tiende a cero, no es nula como apunta erróneamente una de las transformaciones del matemático Lorentz. (Quizá pueda referirme en otro apartado de este relato a lo que descubrimos en torno a la velocidad limite o de la luz, al invertir los ejes de los swivels y pasar, por tanto, a otros marcos dimensionales).

Y ya que he mencionado el proceso de inversión de ejes de los swivels, debo señalar que, al principio, muchos de los intentos de inversión de la materia resultaron fallidos, precisamente por una falta de precisión en dicha operación. Al no lograr una inversión absoluta, el cuerpo en cuestión —por ejemplo, un átomo de molibdeno— sufría el conocido fenómeno de la conversión de la masa en energía. (Al desorientar en el seno del átomo de Mo1 un solo nucleón —un protón, por ejemplo—, obteníamos un isótopo del Niobio—10). Cuando esa inversión fue absoluta, el protón parecía aniquilado, pero sin quebrar el principio universal de la conservación de la masa y de la energía. (N. del m.) <<

[9] Aunque ya he hecho una ligera alusión a este trascendental descubrimiento, trataré de señalar algunas de las líneas básicas en lo que a esta nueva definición de «intervalo de tiempo» se refiere. Como he dicho, nuestros científicos entienden un intervalo de tiempo «T» como una sucesión de zwivels cuyos ángulos difieren entre 51 cantidades constantes. Es decir, consideremos en un swivel los cuatro ejes (que no son otra cosa que una representación del marco tridimensional de referencia), y que no existen en realidad: en otras palabras, que son tan convencionales como un símbolo aunque sirven al matemático para fijar la posición del ángulo real. Si dentro de ese marco ideal oscila el ángulo real, imaginemos ahora un nuevo sistema referencial de los ángulos, cada uno de los cuales forma 90 grados con los cuatro anteriores. Este nuevo marco de acción de un ángulo real y el anteriormente definido, definen respectivamente espacio y tiempo. Observemos que los «ejes rectores» que definen espacio y tiempo poseen grados de libertad distintos. El primero puede recorrer ángulos-espacio en tres orientaciones distintas, que corresponden a las tres dimensiones típicas del espacio; el segundo está «condenado» a desplazarse en un solo plano. Esto nos lleva a creer que dos swivels cuyos ejes difieran en un ángulo tal que no exista en el universo otro swivel cuyo ángulo esté situado entre ambos, definirán el mínimo intervalo de tiempo. A este intervalo, repito, lo llamamos «instante». (N. del m.) <<

[10] Como he expresado anteriormente, no puedo sugerir siquiera la base técnica que conduce a la mencionada inversión de todos y cada uno de los ejes de los swivels, pero puedo adelantar que el proceso es instantáneo y que la aportación de energía necesaria para esta transformación física es muy considerable. Esa energía necesaria, puesta en juego hasta el instante en que todas las subpartículas sufren su inversión, es restituida «íntegramente» (Sin pérdidas), retransformándose en el nuevo marco tridimensional en forma de masa. Los experimentos previos demostraron que, inmediatamente después de ese salto de marco tridimensional, el módulo se desplazaba a una velocidad superior, sin que el cambio brusco de la velocidad (aceleración infinita) en el instante de la inversión fuera acusado por el vehículo. Este procedimiento de viaje como es fácil adivinar— hace inútiles los restantes esfuerzos de los ingenieros y especialistas en cohetería espacial, empeñados aún en lograr aparatos cada vez más sofisticados y poderosos…, pero siempre impulsados por la fuerza bruta de la combustión o de la fisión nuclear. (Quizá ahora se empiece a entender por qué no puedo ni debo extenderme en los pormenores técnicos de semejante descubrimiento…). Al llevar a cabo estos saltos o cambios de marco tridimensionales observamos con desconcierto que —en el nuevo marco— la velocidad límite o velocidad de la luz (299 792,4580 más-menos 0,0012 kilómetros por segundo) cambiaba notablemente. Hasta el punto que la única referencia que puede reflejar el cambio de ejes es precisamente la medida de esa velocidad o constante C. Tendremos así una familia de valores: C0 C1 C2 C3… Cn que se extiende desde C0 = 0 (velocidad de la luz nula) a Cn = infinito, cada una representando a un sistema referencial definido. (N. del m.) <<

[11] Éste no era otra cosa que un motor a propulsión a chorro J85 al que se le había acoplado un ventilador en la popa, aumentando así su empuje de velocidad cero desde 2 800 a 4 200 libras. Fue montado en un anillo cardan y mantenido giroscópicamente, apuntando recto hacia abajo, incluso en el caso de posible inclinación de la «cuna». En las experiencias previas de aterrizaje. su empuje era regulado exactamente a cinco sextos del peso del módulo.

La restante sexta parte del peso del habitáculo completo fue sostenido por otros dos cohetes auxiliares ascensionales, regulables, de peróxido de hidrógeno de quinientas libras de empuje máximo cada uno. Fueron montados en la estructura principal de la «cuna», pudiendo inclinarse con el vehículo. Ocho pequeños motores cohete, también propulsados por peróxido de hidrógeno, controlaban la posición de la «cuna». Cada cohete de Posición podía ser accionado por una válvula selenoidal individual del tipo de intervalos. Como si se tratase de un pequeño avión, el piloto podía controlar el cabeceo por medio del movimiento proa-popa, y el bamboleo por el movimiento derecha-izquierda, de una palanca. La «cuna» iba provista, incluso, de pedales que proporcionaban el control de «guiñada». Tanto la palanca como los pedales fueron conectados eléctricamente con las válvulas selenoidales. (N. del mayor.) <<

[12] Aunque tampoco considero oportuno desvelar la naturaleza íntima de este formidable conjunto de ordenadores, sí puedo aclarar que, a diferencia de los sistemas tradicionales de computadores, los utilizados en la Operación Caballo de Troya no están integrados por circuitos electrónicos. Es decir, por tubos de vacío, componentes basados en el estado sólido, tales como transistores o diodos sólidos, conductores y semiconductores, inductancias, etc., sino por unos órganos integrados topológicamente en cristales estables llamados «amplificadores nucleicos». Su característica principal es que en ellos no se amplifican las tensiones o intensidades eléctricas como en los amplificadores comunes, sino la potencia. Una función energética de entrada inyectada al amplificador nucleico es reflejada en la salida en otra función analíticamente más elevada. La liberación controlada de energía se realiza a expensas de la masa integrada en el amplificador, y el fenómeno se verifica dimensionalmente a escala molecular. En el proceso intervienen los suficientes átomos para que la función pueda ser considerada macroscópicamente como continua.

En cuanto a la estructura básica de estos superordenadores —y también con carácter puramente descriptivo— puedo decir lo siguiente:

Los computadores digitales usados corrientemente utilizan generalmente una memoria central de núcleos magnéticos de ferrita y diversas unidades de memoria periférica, de cinta magnética, discos, tambores, varillas con banda helicoidal, etc. Todas ellas son capaces de acumular, codificados magnéticamente, un número muy limitado de bits, aunque siempre se hable de cifras de millones de dígitos. Las bases técnicas, en cambio, de los ordenadores del proyecto Caballo de Troya —basados en el titanio— son distintas. Sabemos que la corteza electrónica de un átomo puede excitarse, alcanzando los electrones diversos niveles energéticos que llamamos «cuánticos». El paso de un estado a otro lo realiza liberando o absorbiendo energía cuantificada que lleva asociada una frecuencia característica. Así, un electrón de un átomo de titanio puede cambiar de estado en la corteza, liberando un fotón, pero en el átomo de titanio, como en otros elementos químicos, los electrones pueden pasar a varios estados emitiendo diversas frecuencias. A este fenómeno lo denominamos «espectro de emisión característico de este elemento químico», que permite identificarlo por valoración espectroscópica. Pues bien, si logramos alterar a voluntad el estado cuántico de esta corteza electrónica del titanio, podemos convertirlo en portador, almacenador o acumulador de un mensaje elemental: un número. Si el átomo es capaz de alcanzar, por ejemplo, doce o más estados, cada uno de esos niveles simbolizará o codificará un guarismo del cero al doce. Pero una simple pastilla de titanio consta de billones de átomos. Podemos imaginar, pues, la información codificada que será capaz de acumular. Ninguna otra base macrofísica de memoria puede comparársele.

De momento, no me es lícito explicar cómo conseguimos la excitación de esos átomos del titanio… (N. del m.) <<

[13] Tomando como referencia —más que probable— la fecha de 1478 para el asentamiento de Cristóbal Colón en la isla de Madera, donde su suegra regentaba una taberna, y de acuerdo con los testimonios de Las Casas y de la leyenda taina, era muy posible que los misteriosos «predescubridores» de América hubieran visitado las islas del Caribe (especialmente La Española) en los meses inmediatamente anteriores a dicha fecha. Quizá en 1476 o 1477. Hubiera sido; por tanto, en ese año de 1478 cuando pudo producirse el retorno de los involuntarios «descubridores» hacia Europa, con una fortuita escala en la referida isla portuguesa. (N. del mayor.) <<

[14] Como información complementaria puedo añadir que el acceso a la aldea de Ma'lula —al menos en los años 1971 y 1972— podía efectuarse por la carretera de Damasco a Homs. Al alcanzar el kilómetro cincuenta hay que tomar un desvío a la izquierda. Tras remontar nueve kilómetros de pendiente aparece ante la vista un monasterio católico de monjes basilios. Al pie de ese monasterio se encuentra Ma'lula, con sus escasos mil habitantes. Toda la población era católica. La iglesia está a cargo de un sacerdote libanés que habla árabe. En esta lengua, precisamente, se desarrolla la liturgia, aunque el lenguaje del pueblo es el arameo occidental, muy mezclado ya por el propio árabe y otras palabras y expresiones turcas, persas y europeas. (N. del m.) <<

[15] La serie de satélites artificiales Big Bird o Gran Pájaro —y en especial el prototipo KH II— pueden volar a una velocidad de 25 000 kilómetros por hora, necesitando un total de 90 minutos para dar una vuelta completa al planeta. Como ésta oscila ligeramente durante ese lapso de tiempo (22 grados, 30 minutos), el Big Bird sobrevuela durante la vuelta siguiente una banda diferente de la Tierra y vuelve a su trayectoria original al cabo de 24 horas. Si el Pentágono «descubre» algo de interés, el satélite puede modificar su órbita, alargando el tiempo de revolución durante algunos minutos y haciéndolo descender a órbitas de hasta 120 kilómetros de altitud. Una diferencia de un grado y treinta minutos, por ejemplo, cada día, permite cubrir cada diez días una zona conflictiva, sobrevolando todas sus ciudades y zonas de «interés militar». Posteriormente, el Big Bird es impulsado hasta una órbita superior. (N. del m.) <<

[16] Instrucciones de Comunicación para Informar Avistamientos Vitales de Inteligencia. (N. del t.) <<

[17] Agencia de Inteligencia de la Defensa. (N. del t.) <<

[18] Como información puramente descriptiva puedo decir que dicha membrana o cubierta de la «cuna» posee unas propiedades de resistencia estructural muy especiales. Una finísima red vascular, por cuyos conductos fluye una aleación licuable, mantiene activa la membrana. (Algunos de sus elementos —para que se hagan una idea— no ocupan volúmenes superiores a 0,07 milímetros cúbicos, estando compuestos, a su vez, por microdispositivos fabricados a escala celular).

Este recubrimiento poroso de la «cuna» —de composición cerámica goza de un elevado punto de fusión: 7 260,64 grados centígrados, siendo su Poder de emisión externa igualmente muy alto. Su conductividad térmica, en cambio, resulta muy baja: 2,07113 · 100-6 Col/Cm/s/oC/. (Para esta membrana es muy importante que la ablación se mantenga dentro de un margen de tolerancia muy amplio). Para ello se utiliza un sistema de enfriamiento por transpiración, en base al litio licuado. Además, fue provista de una fina capa de platino coloidal, situada a 0,0108 metros de la superficie externa. (N. del m.) <<

[19] Para un hipotético observador que se encontrase a corta distancia de nuestro módulo —y suponiendo que hubieran sido desactivados los sistemas infrarrojos de camuflaje— en el instante de la denominada inversión de masa, aquél tendría la sensación de que la nave había sido «aniquilada». Nada más lejos de la realidad. Como ya he reiterado en otras oportunidades, en el instante en que todos los swivels correspondientes al recinto limitado por la membrana cambian los ejes en el marco tridimensional en que está situado el observador, toda la masa integrada en dicho recinto deja de poseer existencia física. No es que dicha masa sea «aniquilada», puesto que el substrato de tal masa la constituyen los swivels. Dicho de otro modo: la masa deberá interpretarse como una especie de plegamiento de la urdimbre de los Swivels. Nuestros científicos interpretan este fenómeno como si la orientación de esta «depresión» o «pliegue» de las entidades constitutivas del espacio cambiase de sentido, de modo que los órganos sensoriales o los instrumentos físicos del observador no son capaces de captar tal cambio.

En ese instante —que podemos llamar T0— el vacío en el recinto es absoluto. No ya una sola molécula gaseosa, y por supuesto cualquier partícula sólida o líquida, sino ni siquiera una partícula subatómica (protón, neutrino, fotón, etc). pueden localizarse probabilísticamente en dicho recinto o módulo. Dicho con otras palabras: la función de probabilidad es nula en T0. Sin embargo, tal situación inestable dura una fracción infinitesimal de tiempo. El recinto se ve invadido consecutivamente por cuantums energéticos. (Es decir, se propagan en su seno campos electromagnéticos y gravitatorios de distintas frecuencias). Inmediatamente es atravesado por radiaciones iónicas y, al final, se produce una implosión, al precipitarse el gas exterior en el vacío dejado por la estructura «desaparecida». (N. del m.) <<

[20] El «gran viaje» al año 30 de nuestra Era —como he citado oportunamente—, no suponía un traslado físico por el espacio o por otros marcos tridimensionales, tal y como los humanos concebimos habitualmente los viajes. Sin embargo, en expediciones inmediatamente posteriores a la nuestra —como fue el caso de Marco Polo— los astronautas si se vieron sometidos a la dinámica de estas fortísimas aceleraciones, alcanzando en algunos momentos hasta 245 metros por segundo cada segundo. Y aunque estos picos de gradientes en la función velocidad duraron fracciones de segundo, tanto la nave como el grupo de pilotos tuvieron que ser debidamente protegidos. No voy a entrar ahora en los pormenores de dicha aventura, pero sí resumiré, a título puramente descriptivo, algunas de las extraordinarias características de los trajes espaciales, probados por mi compañero y yo y que habían sido diseñados y desarrollados en parte— por la Hamilton Standard División de la United Aircraft, en Windson Locks (Connecticut).

Este traje consta de una membrana sumamente compleja que rodea periféricamente el cuerpo del astronauta, sin establecer contacto mecánico alguno con la piel del piloto. Ese espacio que media entre la superficie interna del traje espacial y la epidermis humana está rigurosamente controlado en función del grado de vasodilatación capilar de dicha piel, así como de su transpiración. De este modo, la temperatura corporal mantiene su valor normal, permitiendo al viajero desarrollar su actividad física. Los componentes del medio interno son regulados en función de la información que brindan detectores de la actividad fisiológica de los aparatos respiratorio y circulatorio, así como de la epidermis. Los equipos de control fisiológico han sido dotados de sondas que verifican casi todas las funciones orgánicas, sin necesidad de introducir dispositivos accesorios en el interior de los tejidos orgánicos. Desde la actividad muscular y la valoración de los niveles de glucosa y ácido láctico hasta el control de la actividad neurocortical, que suministra datos precisos sobre el estado psíquico del sujeto, así como toda la gama de dinamismos biológicos, son registrados y canalizados a través de casi 2,16 · 106 «túneles» o «redes» informativos. Un computador central las compara con patrones estándar, dictando las respuestas motrices correspondientes. Este traje va provisto, en el rostro del astronauta, de una ampliación —en forma troncocónica— que permite una visión natural o artificial. La base de dicho tronco, abarcable desde el ojo con un ángulo de 130 grados sexagesimales, se encuentra a una distancia de 23 centímetros. Se trata en realidad de una pantalla que permite la visión artificial, en casos concretos del viaje. Va provista en toda su superficie de unos 16 · 107 centros excitables, capaces de radiar individualmente, y con distintos niveles de intensidad, todo el espectro magnético, entre 3,9 ∙ 1014 ciclos por segundo. La visión binocular se consigue gracias a la disposición prismática de cada núcleo emisor. La excitación de caras opuestas de modo que cualquiera de los ojos no tenga acceso a la imagen o mosaico del otro se consigue por un método muy complejo. Una sonda registra los campos eléctricos generados por los músculos oculares de ambos ojos (auténticos electromiogramas) y el ordenador central del módulo conoce así en cada instante la orientación del eje pupilar. Por otra parte, los prismas excitables que integran la pantalla —de dimensiones microscópicas— están situados en la superficie de una capa de emulsión viscosa que les permite el libre giro. Estos prismas están controlados mecánicamente por medio de un campo magnético doble, de modo que la mitad obedece a una componente horizontal del campo y los restantes, a la transversal. Así, uno y otro grupo orientan sus caras independientemente, al igual que dos persianas orientan sus láminas cuando se tira de las cuerdas que regulan el ángulo para la entrada de la luz. (En este caso, las «cuerdas» serían ambos campos magnéticos y el factor motor, la respuesta del computador central a los micromovimientos musculares del globo ocular).

La percepción binocular ofrece imágenes de relieve normal, de modo que el astronauta cree estar viviendo un mundo real lejos de la envoltura y la masa gelatinosa que lo envuelve en determinados momentos del viaje. En determinadas fases del vuelo, en que la nave se ve obligada a experimentar grandes pendientes en la función velocidad, el interior del módulo se llena previamente de una masa viscosa en estado de gel. Se trata de un compuesto de bajo punto de gelificación, en suspensión hidrosol. Su coagulación en unos casos y regresión ulterior al estado «sol» coloidal se efectúa gracias a las características del disolvente empleado, puesto que para una temperatura umbral de 24,611 grados centígrados pasa a convertirse en un electrolito de elevada conductividad. Sus propiedades tixotrópicas son nulas, de forma que cualquier efecto dinámico en su seno —agitación, por ejemplo— no provoca su transformación en «sol». Entre otras funciones, esta jalea viscosa actúa como protector o amortiguador frente a los elevados picos de aceleración que experimenta el módulo en determinadas ocasiones. Una vez desaparecidas estas circunstancias, la masa gelificada es llevada mediante un doble efecto de cambio térmico e ionización controlada al estado de hidrosol, siendo bombeada al exterior de la cabina de mando. (N. del mayor.) <<

[21] Ahorraré al hipotético lector de este diario la compleja operración que denominábamos «anclaje» y que el ordenador ejecutaba simultáneamente al proceso de inversión axial. Justo en esa fracción de tiempo, los swivels eran «removidos» hasta que sus ángulos formaban parte activa de las nuevas coordenadas baricéntricas. vitales para «anclar la cuna» en el espacio correcto, complementario del «ahora» en el que se deseaba actuar. Este prodigioso sistema de «traslación» —que no estoy autorizado a describir— constituirá en el futuro un medio para salvar las inmensas distancias estelares, sin necesidad de arrastrarse físicamente por el espacio. En nuestro caso concreto, la «cuna», al retroceder a las 23 horas del 30 de marzo del año 30 de nuestra era, fue ubicada y «anclada» en las siguientes coordenadas baricéntricas, referidas al ecuador y equinoccio medios: -0,8361537003739908, -0,5247143520738486 y -0,2302279055872300. (Siendo el Sol, obviamente, el punto «0» del que parten los ejes de dichas coordenadas y estimando la unidad astronómica de distancia en 1,49597870 X 1011 metros). (N. del mayor.) <<

[22] La totalidad de las medidas que ofrece el mayor en su diario pueden convertirse a metros, dividiéndolas por tres. (N. del t.) <<

[23] Puerta Doble y puerta Triple. (N. del m.) <<

[24] Herodes llamó a estas torres Hípica, Fasael y Mariamme, respectivamente. (N. del m.) <<

[25] El recinto exterior medía, por tanto, 3 792,7 metros, aproximadamente. La muralla interior era de 482,2 metros. (N. del m.) <<

[26] Aunque podía recibir a Eliseo directamente —siempre que él lo estimase oportuno— cuando yo deseaba abrir mi comunicación auditiva con el módulo era imprescindible que presionara con los dedos sobre la parte externa de mi oído derecho. Con el fin de evitar suspicacias o posibles malas interpretaciones por parte de los habitantes de Jerusalén, Caballo de Troya había estimado que fingiera una leve sordera por el referido oído. De esta forma, y aunque la comunicación con Eliseo debería llevarse a efecto lejos de testigos, el gesto de apertura del canal de transmisión siempre podía quedar justificado. <<

[27] La libra romana equivale a unos 326 gramos, aproximadamente. (N. del t.) <<

[28] Según nuestros estudios, en aquella época, el «estater» ático o patrón oro griego (de 8,60 gramos) podía guardar una relación o equivalencia de 1 a 20 respecto al denario de plata de uso legal en Jerusalén. Aquella pequeña cantidad de oro puro suponía alrededor de 758 denarios, dinero más que suficiente para mis necesidades durante los once días de permanencia en la zona, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que el precio de todo un campo oscilaba alrededor de los 120 denarios. (Cada denario de plata Se dividía en 24 ases. Con un as era posible comprar un par de pájaros). (N. del m.) <<

[29] Unos 2 275 metros, más o menos. (N. del t.) <<

[30] Así llamábamos familiarmente al ordenador central del módulo. (N. del m.) <<

[31] Los gentiles no podían celebrar la tradicional ofrenda de la Pascua judía. (N. del m.) <<

[32] Según las leyes hebreas, «todos estaban obligados a comparecer delante de Dios, en el templo, a no ser sordo, idiota, menor de edad, hombre de órganos tapados (sexo dudoso), andrógino, mujer, esclavo no emancipado, ciego, tullido, enfermo, anciano o no poder subir a pie hasta la montaña del templo». La escuela de Shammay definía al menor de edad «como aquel que no puede (aún) ponerse a caballo sobre los hombros de su padre para subir a Jerusalén a la montaña del templo». (N. del m.) <<

[33] Medida equivalente a unos veintidós litros. (N. del m.) <<

[34] Aquella noche, en mi último contacto con el módulo, Eliseo me aclaró el significado de archiereis. Se trataba de un nutrido grupo de sacerdotes-jefes que ocupaban cargos permanentes en el templo y que, en virtud de dicho cargo, tenían voz en el Sanedrín. Santa Claus aportó documentación complementaria (Hechos de los Apóstoles, 4,5-6, y Antigüedades, de Josefo, XX 8,11/189 ss). en la que se especifica que el jefe supremo del templo y un tesorero del mismo eran miembros del mencionado Sanedrín. El número mínimo de este grupo era de uno (sumo sacerdote) más uno (jefe supremo del templo) más uno (guardián del templo, sacerdote) más tres (tesoreros). Es decir, seis. A este número mínimo había que añadir los sumos sacerdotes cesantes y los sacerdotes guardianes y tesoreros. El Sanedrín, por tanto, estaba formado por 71 miembros. <<

[35] El ordenador central del módulo confirmó el nombre de Ben Bebay como uno de los «jefes» del templo, con el cargo concreto de «esbirro». (Escrito rabínico Sheqalim, V, 1-2). Este personaje estaba encargado, entre otros menesteres, de azotar, por ejemplo, a los sacerdotes que intentaban hacer trampas en el sorteo de las funciones del culto. Otra de sus funciones era la fabricación y colocación de la mechas, que se confeccionaban con los Calzones y cinturones viejos de los sacerdotes. (N. del m.) <<

[36] En mis indagaciones durante aquellos días en Palestina verifiqué que, aunque muchas de estas plantas que servían de base para la fabricación de perfumes se cultivaban en suelo israelita, la mayoría procedía originariamente de otros países. El incienso, por ejemplo, que se obtenía de la bosvelia, había peregrinado desde Arabia y Somalilandia. Y lo mismo había ocurrido con la commiphora myrrha o árbol de la mirra. El áloe, por su parte, había llegado desde la isla de Socotora, en la boca del mar Rojo. En cuanto al preciado bálsamo, cuya hierba es conocida entre los botánicos como commiphora opobalsamum, parecer ser que en un principio fue originaria de Arabia. Sin embargo, como muy bien afirma Ezequiel (27,17), «Judea e Israel suministraban a Tiro perfumes, miel, aceite y bálsamo». La explicación estaba en uno de los libros del historiador judío romanizado, Flavio Josefo. Las semillas de la hierba del bálsamo habían llegado hasta Palestina en tiempos del rey Salomón y fueron, según Josefo, uno de los muchos regalos de la mítica reina de Saba al citado Salomón. Al día siguiente, viernes, 31 de marzo, yo mismo tendría la ocasión de comprobar cómo Jesús entregaba a Marta y a María un preciado obsequio: hierbas de bálsamo, procedente de las fértiles llanuras de Jericó. Santa Claus me confirmaría igualmente que, en el año 60, Tito Vespasiano ordenaría proteger estas plantaciones de bálsamo de Jericó con una guardia especial. Mil años más tarde, los cruzados que entraron en Israel no hallaron rastro alguno de tan valiosa planta. Los turcos habían talado gran parte de los árboles descuidando también los arbustos que se habían cultivado en las proximidades del río Jordán. (N. del m.) <<

[37] Eliseo me confirmaría horas después que, según una de las dos listas contenidas en el escrito rabínico Sheqalim V, 1-2, el nombre de Ben Ajía, en efecto, correspondía a uno de los «jefes» del Templo, con el cargo específico de médico. La computadora arrojó la siguiente lectura: «Encargado de los enfermos del vientre. La alimentación de los sacerdotes era extraordinariamente abundante en carnes, no pudiendo beber más que agua. Todo ello ocasionaba frecuentes dolencias estomacales». Santa Claus nos remitía, para una más completa información, al manuscrito de Erfurt, actualmente en Berlín. Dos días después, al asistir a la desconcertante entrada triunfal del Cristo en Jerusalén, tuve la oportunidad de comprobar cómo en la llamada «parte baja» de la ciudad, una de las profesiones artesanales era precisamente la de médico. Los sangradores a que se referían los compañeros de Lázaro se hallaban concentrados en una de las calles —al igual que el resto de los ûmman o artesanos— y allí desempeñaban su oficio, que abarcaba desde la cirugía a la circuncisión, pasando por la receta de hierbas medicinales, extracción de dientes e, incluso, el rasurado y corte del pelo. (N. del m.) <<

[38] En esta ciudad, en la parte oriental del Jordán, tuvo lugar el bautismo de Jesucristo por Juan. (N. del m.) <<

[39] La Misná, en su capítulo tercero de fiestas menores (moed qatan), establece que los muertos debían ser llorados durante los tres primeros días. Durante los siete primeros días, el ritual establecía las lamentaciones y a lo largo del primer mes los familiares debían llevar las señales propias del luto. (N. del m.) <<

[40] Mis informantes se refirieron siempre al nombre de «Padre» con la palabra «Abba». Según mis estudios, este título se otorgaba también a muchos maestros del Talmud, como muestra de veneración y afecto. (N. del m.) <<

[41] La Misná, la más rica y antigua tradición oral judía, establece en su Orden Sexto, dedicado a las «Purezas», capítulo primero de «Tiendas» (ohalot), las diversas leyes concernientes a la transmisión de la impureza de cadáveres. «Si un hombre tocaba un cadáver —decía la ley—, contraía impureza por siete días, y si otro hombre toca a éste, permanece impuro hasta ponerse el sol». En el supuesto de que fueran unos objetos —caso de los lienzos— los que tocasen un cadáver, el hombre que toca dichos objetos y todos los enseres que pueda tocar, a su vez, dicho hombre quedan impuros por siete días. (N. del m.) <<

[42] Durante el siglo I antes de Cristo y el I de nuestra era había familias sacerdotales descendientes de la rama sadoquita legítima. (El primero y el último de los sumos sacerdotes en funciones entre los años 37 a.C. y el 70 d.C. fueron de origen sadoquita: el babilonio Ananel —del 37 al 35 antes de Cristo y a partir del 34, por segunda vez— y Pinjás de Jabta, el cantero, que lo fue del 67 al 70 después de Cristo. Un tercer sumo sacerdote legítimo ocupó este cargo en el año 35 a.C.; se trataba de Aristóbulo). Los otros veinticinco sumos sacerdotes que cubrieron esos 107 años, procedían en su totalidad de familias sacerdotales ordinarias. Casi todas tenían su origen fuera de Israel o de la provincia de Judea, pero pronto formaron una nueva jerarquía, sumamente poderosa e influyente. Destacaron especialmente cuatro «sagas» o «clanes», que pugnaron encarnizadamente por «colocar» a sus hombres en el pontificado. Entre esos 25 sumos sacerdotes ilegítimos de la época herodiana y romana, no menos de 22 pertenecerían a esas cuatro familias. Eran las «sagas» de Boetos (con ocho sumos sacerdotes en su «haber»). Anás (con otros ocho), Phiabi (con tres) y Kamith (con otros tres sumos sacerdotes). La más poderosa —al menos en los comienzos— fue la familia de los Boetos. Era originaria de Alejandría y su primer representante fue el sacerdote Simón, suegro de Herodes el Grande (22-5 a.C.). De la extrema dureza de este clan procedía la denominación de «betusiano o «boetusiano», de la que ya me habían hablado, los amigos de Lázaro. Más tarde, la familia de Anás logró la supremacía. Este permaneció en el cargo durante nueve años (desde el 6 al 15 d.C.). Después le sucedieron sus cinco hijos, su yerno Caifás (desde el 18 al 37 d.C., aproximadamente) y su nieto Matías (año 65 d.C.). (N. del m.) <<

[43] A pesar de haber solicitado varias aclaraciones a Lázaro, a sus hermanas y al propio grupo de Jesús sobre la ciudad a la que se trasladó el Maestro después de la resurrección de su amigo, todos coincidieron en Pella. Esto me desconcertó ya que en el texto evangélico de Juan (11, 54-55) se habla de otra localidad: Efrem —la actual et-Taiybe—, situada a unos diecinueve kilómetros en línea recta, al nordeste de Jerusalén. El desierto propiamente dicho se extendía entre dicha ciudad y el río Jordán. Esta zona montañosa recibe hoy el nombre de el-barriyeh o desierto. La ciudad de Pella o Pela es citada por Flavio Josefo en su obra Guerras de los judíos (libro III) como una de las poblaciones situadas al norte de la región de la Perea, a orilla del Jordán y relativamente próxima a Filadelfia (más al este), donde terminó por refugiarse Lázaro, huyendo de la persecución de los judíos. (N. del m.) <<

[44] El nombre de Lázaro, para colmo, significaba, etimológicamente, «Dios ha socorrido». Esto fue tornado entre muchos judíos como una nueva señal en Favor de Jesús. (N. del m.) <<

[45] «Santa Claus» confirmaría esta costumbre, en base a los textos sagrados del Levítico (19,9; 23,22) y del Deuteronomio (24, 19-21). Un tratado completo. con ocho capítulos, es recogido par La Misná. (N. del m.) <<

[46] Simón Pedro encajaba también en el tipo «pícnico» que cita Kretschmer: cara ancha, blanda y redondeada. Su rostro, visto de frente, recordaba un escudo. Su frente era amplia, conservando algo de pelo en las zonas temporales.

Sin embargo, Pedro no presentaba una excesiva obesidad. Su caja torácica, así como los hombros y brazos, eran fuertes y musculosos, muy propios de una vida consagrada al rudo trabajo de la pesca.

En lo que si coincidía con la clasificación de Kretschmer era en su temperamento «ciclotímico»: abierto, espontáneo, de amistad rápida y con grandes oscilaciones en su estado de humor. Por su gran capacidad de sintonización afectiva era fácil de contagiar de la alegría o de la tristeza. Y tuve oportunidades sobradas para confirmarlo. En suma: Pedro era muy sociable y bien aceptado por el resto del grupo. (N. del m.) <<

[47] Las estrechas leyes del descanso sabático llegaban a tal extremo, que de los alimentos que habían de ser ingeridos había que apartar el diezmo antes del sábado. Durante este tiempo no se podía hacer tal operación. (N. del m.) <<

[48] A diferencia del codo romano (cubitus), de 74 milímetros (es decir, la longitud de una mano), el codo judío también llamado filetérico, por el apodo de los reyes de Pérgamo (Philetairos)—, estuvo vigente en el oriente del Imperio romano desde la constitución de la provincia de Asia en el año 133 antes de Cristo. Tenía 52,5 centímetros de longitud. Esta medida se empleaba corrientemente en Palestina y Egipto. En una conexión rutinaria con el módulo, nuestro ordenador central confirmó que según Dídimo de Alejandría (final del siglo I antes de nuestra era), el codo egipcio de la época romana equivalía a pie y medio del sistema tolemaico. Es decir, 525 milímetros También los escritos de Josefo daban esta medida como la descrita en la literatura rabínica. (N. del m.) <<

[49] El mismo recurso se utilizaba entre varios vecinos, colocando los alimentos en un patio y creando así la presunción de que se trataba de una sola casa. De este modo quedaba permitido el transporte de objetos en su interior. (N. del m.) <<

[50] Los israelitas se desenvolvían mejor con la mano izquierda que con la derecha. <<

[51] Esa noche, una vez en la casa de Lázaro, María me mostró el recipiente: era, en efecto, una especie de jarrita, bellamente trabajada con una capacidad superior a los trescientos gramos. (Algo más grande que una tradicional botella de coca-cola). Le rogué que me permitiera mojar un pequeño lienzo en los restos del perfume y a los pocos días, en mi obligada entrada en el módulo —con el fin de preparar la segunda fase de mi exploración— los sistemas de a bordo analizaron la esencia, confirmando su origen como una planta herbácea, cultivada en jardines, de la familia de las valerianáceas. Se presentaba (hoy apenas si es trabajada como esencia pura) en fragmentos de raíz, cortos, gruesos, como el dedo meñique y de color gris negruzco. Terminan en un paquete de fibras rojizas de forma de espiga. Es de olor fuerte y agradable y de sabor amargo y aromático. También es conocido como nardo Indico, del Ganges, Estaquide y Espicanardo. Su densidad era ligeramente superior a la normal. (N. del m.) <<

[52] Los israelitas fabricaban este cosmético con la corteza y hojas del arbusto llamado juncia (henna para los árabes). (N. del m.) <<

[53] El contenido del jarrito era de unos trescientos gramos de esencia de nardo índico. Su valor oscilaba alrededor de los trescientos denarios. (Con doscientos se podía dar de comer a unas cinco mil personas). (N. del m.) <<

[54] Una vez que se apartaba y se entregaba al sacerdote la ofrenda (teruma gedola) que, según la disposición rabínica, debía ser por término medio el uno por cincuenta de la producción obtenida en el campo, del resto había que separar un diezmo que era destinado a los levitas (policías del templo), y que era llamado «primer diezmo» o «diezmo de los levitas». El Pentateuco lo refiere en varios pasajes: «Toda décima parte de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es del Señor, es cosa sagrada al Señor» (Levítico, 27,30). «Y doy como heredad a los hijos de Leví todos los diezmos, por el servicio que prestan, por el servicio al tabernáculo de la reunión». (Números, 18,21). La Misná dedica otros cinco capítulos a los pormenores de este «primer diezmo»: «Qué frutos están sujetos al diezmo; en qué momento ha de hacerse; en qué casos pueden comerse frutos sin haber separado el diezmo y aplicación del diezmo en casos de replantación, venta, aprovechamiento de subproducto y plantas libres de la obligación del pago del diezmo». (N. del m.) <<

[55] La inclusión de los familiares «¡Hosanna al hijo de David!», que aparecen en los evangelios canónicos, parece ser una concesión posterior de la Iglesia primitiva, en base al salmo 118, 25, y que servía como profesión de fe, tal y como apuntó muy acertadamente Leonardo Boff. (N. del m.) <<

[56] Nuestro ordenador central, en base a los cálculos estimados en la Misná, nos había prevenido sobre la afluencia de hebreos que podríamos encontrar en aquellos días en la Pascua en Jerusalén. De acuerdo con las medidas de los diferentes atrios del templo, Santa Claus fijaba en unos dieciocho mil los israelitas que podían tener acceso al recinto sagrado, en tres turnos y que representaba el sacrificio de otros tantos corderos pascuales. Teniendo en cuenta que cada víctima podía ser consumida por un promedio aproximado de diez personas, ello significaba un volumen de unos ciento ochenta mil asistentes a la fiesta. De éstos, unos veinte mil eran vecinos de la propia ciudad de Jerusalén y quizá otros cinco o diez mil más acampaban fuera de las murallas. En suma, los peregrinos llegados en aquellos días hasta la ciudad santa podían oscilar alrededor de los cien mil o ciento veinticinco mil. Esto nos da una idea bastante aproximada de lo que realmente constituyó la aglomeración al paso de Jesús y de sus discípulos en aquella tarde del domingo, 2 de abril. (N. del m.) <<

[57] El archivo contenido en el ordenador central del módulo ponía de manifiesto —según el escrito rabínico Middot, II,3— que la citada puerta de Nicanor, situada entre el atrio de las mujeres y el de los israelitas (todo en el interior del templo), era de bronce de Corinto. Según datos escritos por Josefo, «nueve puertas del templo, junto con dinteles y jambas, estaban completamente revestidas de oro y plata. Una sola era de bronce de Corinto, la cual superaba con mucho a las otras en valor». Al incendiar las puertas para tomar el templo, se fundió el revestimiento y las llamas alcanzaron así las partes de madera. Siguiendo con esta suntuosidad, Flavio Josefo aseguraba que el vestíbulo estaba enteramente recubierto de placas de oro «de cien codos cuadrados y del grosor de un denario de oro». De las vigas del vestíbulo colgaban cadenas de oro. Allí mismo había dos mesas; una de mármol y otra de oro; esta última era de oro macizo. Sobre la entrada que conducía del vestíbulo al Santo se extendía una parra también de oro, la cual crecía continuamente con las donaciones de sarmientos de oro que los sacerdotes se encargaban de colgar. Además, sobre esta entrada pendía un espejo de oro que reflejaba los rayos del sol naciente a través de la puerta principal (que no tenía hojas). Había sido una donación de la reina Helena de Adiabene. En el Santo, situado detrás del vestíbulo, se hallaban singulares obras de arte, que constituyeron los trofeos de Tito a su entrada triunfal en Roma: el candelabro macizo de siete brazos, de dos talentos de peso (cada talento equivalía a 34 kilos y 272 gramos) y la mesa maciza de los panes de la proposición, también de varios talentos de peso. El «sanctasanctórum», finalmente debía de hallarse vacío y sus paredes totalmente recubiertas de oro.

Una vez dentro del atrio de las mujeres, el oro resplandecía también por doquier. Había candelabros de oro, con cuatro copas en sus vértices. Las tesorerías del templo estaban abarrotadas de objetos de plata y oro. Según cuenta Josefo, al registrarse la destrucción del templo por los romanos, la Provincia de Siria se vio inundada por una gigantesca oferta de oro que trajo como consecuencia la caída de la «libra de oro». (N. del m.) <<

[58] Unos 245 metros, aproximadamente (N. del t.) <<

[59] Cada aureus o denario de oro era equivalente a treinta denarios de plata, aproximadamente. (N. del m.) <<

[60] Cuando interrogué a Andrés sobre la cantidad de dinero que había depositado la viuda en el cepillo del templo, éste me señaló que creyó ver un total de dos lepta o 1/4 de as. En otras palabras, pura calderilla. (Una nación diaria de pan venía costando en Jerusalén un par de ases. Lo normal es que con un as pudieran comprarse dos pájaros). (N. del m.) <<

[61] Ésta corresponde a la actual calle el-Wad. (N. del m.) <<

[62] La gran diferencia entre los escribas y el resto del sacerdocio —fariseos, levitas, jefes del templo, etc. —se basaba en el saber. Los escribas venían a ser los depositarios de la ciencia y de la iniciación. Para llegar a formar parte de las llamadas «corporaciones de escribas», el aspirante se veía obligado a cursar numerosos estudios que empezaban en sus años de juventud. Cuando el talmîd o alumno había llegado a dominar la materia tradicional y el método de la halaja (determinadas secciones de la literatura rabínica de argumento legal), hasta el punto de ser considerado como persona capacitada para tomar decisiones personales en las cuestiones de legislación religiosa y de derecho penal, entonces, y sólo entonces, era designado como «doctor no ordenado» o talmîd hakam. Después, cuando había llegado a los cuarenta años —edad canónica para la ordenación— el aspirante a escriba podía entrar en la «corporación» como miembro de pleno derecho o «hakam». Desde ese momento, el nuevo escriba estaba autorizado a zanjar por si mismo las cuestiones de legislación religiosa o ritual, a ser juez en los procesos criminales y a tomar decisiones en los juicios de carácter civil, bien como miembro de una corte de justicia o bien individualmente. Tenía derecho a ser llamado «rabí». Sus decisiones tenían el poder de «atar» y «desatar» para siempre a los judíos del mundo entero. Nicodemo, por ejemplo, amigo de Jesús, era uno de estos prestigiosos escribas, a cuyo paso debían levantarse todos los hijos de Israel, excepción hecha de determinadas profesiones artesanales. Pero lo que más poder e influencia les proporcionó entre sus paisanos fue el hecho de ser portadores de la «ciencia secreta»: la tradición esotérica. Uno de sus textos decía: «No se deben explicar públicamente las leyes sobre el incesto delante de tres oyentes, ni la historia de la creación del mundo delante de dos, ni la visión del carro de fuego delante de uno solo, a no ser que éste sea prudente y de buen sentido. A quien considere cuatro cosas, más le valiera no haber venido al mundo, a saber: (en primer lugar) lo que está arriba. (en segundo lugar) lo que está abajo, (en tercer lugar) lo que era antes, (en cuarto lugar) lo que será después». (Escrito rabínico Hagiga II, 1 y 7). Es fácil comprender la audacia de Jesús cuando, en muchas de sus predicaciones públicas, arremetió contra los escribas, acusándoles de haber tomado para si las llaves de la ciencia, cerrando a los hombres el acceso al reino de Dios. Aquello fue mortal. Los escribas jamás le perdonarían semejante ridiculización. (N. del m.) <<

[63] En aquellos tiempos, el Sanedrín se hallaba básicamente dividido en dos grandes grupos: los fariseos y saduceos. Estos últimos formaban un partido organizado, integrado fundamentalmente por la nobleza laica y sacerdotal, por los «ancianos» o notables del pueblo y por los sacerdotes-jefes. (El sumo sacerdote en funciones en aquellos días, José, apodado Caifás, era saduceo). Su «teología» era distinta a la de los fariseos. Se atenía estrictamente al texto de la Torá, en especial en lo que se refería a las prescripciones relativas al culto y al sacerdocio. Su oposición a los fariseos y a su halaká o tradición oral era total y hasta enconada. Disponían, además, de su propio código penal, de una extrema severidad. Por supuesto, hubo muchos escribas que «practicaban» la doctrina saducea. (N. del m.) <<

[64] El remate del cayado o «vara de Moisés» —en forma de asa curvada— había sido estudiado meticulosamente por el proyecto Caballo de Troya, en base a una de mis misiones, en la que tenía que desempeñar el papel de «augur» o «adivino». Estos «astrólogos» se distinguían precisamente por su lituus: una pequeña vara con la parte superior «enroscada» o doblada, en forma de asa curvada o menguada espiral, tal y como habíamos observado en un famoso bajorrelieve existente en el museo de Florencia, en Italia.

El hecho de haber elegido precisamente la madera de pinsapo para la fabricación de la «vara de Moisés» tuvo una justificación puramente sentimental: de esta madera —reza la leyenda— se construyó precisamente el «caballo de Troya» que el ejército heleno situó frente a las puertas de Troya. (N. del m.) <<

[65] Aunque intentaré no extenderme en la legión de factores técnicos que formaban el novísimo sistema de las «lentes gaseosas», sí quiero ofrecer algunas de sus características más generales, consciente de que quizá pueda servir de «pista» a los investigadores y profesionales del mundo de la fotografía ya que, como temo, este magnífico procedimiento no será dado a conocer al mundo de forma inmediata. La clave o fundamento se encuentra en el fenómeno de refracción de la luz. Todo el mundo sabe que, cuando un rayo de luz pasa de un medio transparente a otro de distinta naturaleza o densidad sufre un cambio de dirección. Toda la teoría óptica geométrica tiende al análisis de estos cambios en el caso de «dióptricos» y lentes o distintos tipos de superficies reflectantes o espejos. En otras palabras: los técnicos consiguen integrar la imagen visual de un objeto luminoso cualquiera, refractando los rayos de luz por medio de un objeto de perfil estudiado cuidadosamente y composición química definida, al que llaman «lente», aunque de estructura rígida. Sin embargo, el fenómeno de refracción se provoca también en un medio elástico, como es el caso de un gas. Las «lentes gaseosas» parten, en suma, de este principio, que recuerda en parte al mecanismo fisiológico del ojo, en el que la «lente» —el cristalino— no es rígida, sino elástica. Pues bien, nuestras cámaras sustituyeron estos medios —rígido (vidrio) o semielástico (gelatina)— por un medio gaseoso de refringencia variable.

Comentemos otro ejemplo: en un recipiente lleno de aire, calentado por su parte inferior y refrigerado por la superior, las capas inferiores serán menos densas que las superiores. En este caso, y debido a la dilatación térmica del gas, un rayo de luz sufrirá sucesivas refracciones, curvándose hacia arriba. Si invertimos el proceso, el rayo se curvará hacia abajo. Caballo de Troya, en base a estos principios, consiguió un control de temperaturas muy exacto en los diversos puntos de una masa sólida, líquida, gaseosa o de transición. Ello se logró emitiendo dos haces de ondas ultracortas, que vaciaron el gradiente de temperatura en un punto concreto «P» de una masa de gas; es decir, se obtuvo el calentamiento de un pequeño entorno de gas en esa zona. Por este procedimiento se pudo caldear, por ejemplo, la totalidad de un recipiente, dejando en el interior una masa de gas frío que adopta una forma lenticular y que, a su vez, puede ser alterada, lográndose un cambio en su espesor y forma óptica. La luz que atraviesa esa masa previamente «trabajada» de gas frío seguirá direcciones definidas, de acuerdo con las leyes ópticas universales. Esta fue la clave para sustituir definitivamente las lentes tradicionales de vidrio por las de naturaleza gaseosa. Estas lentes revolucionarias son creadas en el interior de un cilindro transparente de paredes muy delgadas, lleno de gas nitrógeno. Una serie de radiadores de ultrafrecuencia (en número de 1200), distribuidos periféricamente, calientan a voluntad y a distintas temperaturas los diversos puntos de la masa gaseosa, consiguiéndose así desde un simple menisco lenticular de luminosidad f:32 hasta un complejo sistema equivalente, por ejemplo, a un teleobjetivo o un gran angular de 180 grados. Estas «cámaras» no disponen de diafragma, puesto que la luminosidad de la «óptica» varía a voluntad. El film, de selenio, cargado electrostáticamente, fija en él una imagen eléctrica que sustituye a la imagen química. Esta película está formada por cinco láminas superpuestas transparentes, cuya sensitometría está calculada para fijar otras tantas imágenes de distintas longitudes de onda. Además de una segunda cámara de gas xenón para un nuevo y complicado tratamiento óptico de las imágenes (creando instantáneamente una especie de prisma de reflexión), nuestras cámaras de lentes gaseosas son alimentadas por un minúsculo computador nuclear, que constituye el «cerebro» del aparato. Este microordenador, provisto también de memoria de titanio, rige el funcionamiento de todas sus partes, programando los diversos tipos de sistemas ópticos en el cilindro de gas y teniendo en cuenta todos los factores físicos que intervienen: intensidad y brillo de la imagen, distancias focales, distancia del objeto para su correspondiente enfoque, profundidad del campo, filtraje cromático, ángulo del campo visual, etc. (N. del m.) <<

[66] Es posible que muchas personas se pregunten cómo puede lograrse un microcomputador nuclear de dimensiones tan reducidas como para situarlo en el interior de una vara de pinsapo de treinta milímetros de diámetro. Aunque no estoy autorizado a describirlos íntegramente, trataré de esbozar algunas de sus características esenciales. En general, los dispositivos amplificadores de voltaje o de intensidad de los ordenadores actuales están basados en las propiedades de la emisión catódica en el vacío, controlada por un electrón auxiliar o en las características del estado sólido, como en el caso de los diodos y transistores de germanio y silicio. Pero dichos circuitos no amplifican la energía. Es más: la potencia de salida es siempre menor que la de entrada (rendimiento menor que la unidad). Tan sólo amplifican la tensión a costa de energía generada en una fuente energética auxiliar: pila o rectificador de corriente alterna. Por el contrario, los elementos de los ordenadores de Caballo de Troya (amplificadores nucleicos) tienen unas características distintas. En primer lugar, la base no es electrónica —tampoco de vacío o de estado sólido (cristal)— sino nucleica. Una débil energía de entrada (neutrones o protones unitarios incidiendo sobre unos pocos átomos) provocan, por fisión del núcleo, una gran energía. El rendimiento, por tanto, es mucho mayor que la unidad. A la salida del amplificador elemental obtenemos esta energía en forma no eléctrica sino térmica, aunque en un proceso posterior, este calor se transforme en energía eléctrica. Y siendo la base de estos elementos puramente atómica —y entrando en juego, no trillones de átomos, sino unas pocas unidades— el grado de miniaturización es extraordinario, consiguiendo almacenar complejísimos circuitos en volúmenes reducidísimos. (N. del m.) <<

[67] En una posterior conexión con Eliseo, nuestro ordenador central confirmó que los higos, juntamente con los dátiles, proporcionaban al pueblo judío el mayor índice de azúcar. Generalmente se ponían a secar, siendo almacenados en forma de tortas Este «pan de higos» se utilizaba, incluso, como fármaco para sanar úlceras. Santa Claus amplió mi información, exponiendo que aquella torta de higos que había sido ofrecida a Jesús podía estar formada por la variedad llamada «higo del sicómoro», muy frecuente en la Palestina del siglo I. Este alimento, de bajísima calidad, sufría una punción cuando todavía se hallaba en el árbol, logrando así una más rápida maduración. (N. del m.) <<

[68] Aquel grupo era partidario de la dinastía de Herodes y, entre otras misiones, tenían la de denunciar a la autoridad romana cualquier movimiento o ataque —incluso verbal— contra el César. (N. del m.) <<

[69] El denario de plata era una moneda de curso legal en aquel tiempo. Según Santa Claus, equivalía a algo menos del sueldo de dos días de un legionario romano. En tiempos de César, el estipendio anual de un soldado romano (legionario) era de 150 denarios. Augusto le añadiría un nuevo sobresueldo, alcanzando la cifra de 225 denarios de plata o 3600 ases. Esta cantidad fue confirmada por Tácito en tiempos de Tiberio (Ann. 1, 17: denis in diem assibus animan et corpus aestimari). Los centuriones, por su parte, cobraban 2500 denarios-año y los llamados primi ordines, 5000. (N. del m.) <<

[70] «Sumo Pontífice» y «¡Salve, Divino Tiberio César Augusto!», respectivamente. Las inscripciones aparecían abreviadas. En realidad deberían decir: Pontifex Maximus y Ave Augustos Tiberius Caesar Divinus. (N. del m.) <<

[71] El ordenador central del módulo me proporcionó aquella misma noche una extensa y exhaustiva información sobre este curioso tipo de matrimonio. La tradición oral hebrea —recogida en la Misná (Orden Tercero), dedicado a las yebamot o cuñadas, y según las leyes contenidas en el Deuteronomio (25, 5-10)— establecía que, cuando dos hermanos habitaban uno junto al otro y uno de ellos muere sin dejar hijos, la mujer del muerto no se casará con un extraño: «Su cuñado irá a ella y la tomará por mujer». El primogénito que de ella tenga llevará el nombre del hermano muerto, «para que su nombre no desaparezca de Israel». Pero, si el hermano se negase a tomar por mujer a su cuñada, subirá ésta a la puerta, a los ancianos, y les dirá: «Mi cuñado se niega a suscitar en Israel el nombre de su hermano; no quiere cumplir su obligación de cuñado, tomándome por mujer». Los ancianos de la ciudad le harán venir y le hablarán. Si persiste en la negativa, su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará del pie un zapato y le escupirá en la cara, diciendo: «Esto se hace con el hombre que no sostiene a la casa de su hermano». Y su casa será llamada en Israel la casa del descalzado. Este matrimonio, que es obligatorio, se denomina yibbum; es decir, de levirato (de levir: cuñado). Cuando la cuñada quedaba con sucesión, este matrimonio estaba prohibido. A partir de la llamada «ceremonia del zapato», la cuñada quedaba libre para contraer matrimonio con cualquiera.

Con el paso de los siglos, esta norma fue perdiéndose y en tiempos de Jesús apenas si era practicada, encerrando, en el mejor de los casos, un carácter puramente simbólico o de trámite legal. (N. del m.) <<

[72] Dice así el citado texto bíblico: «Habló Yavé a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de uno fornicara y le fuese infiel, durmiendo con otro en concúbito de semen, sin que haya podido verlo el marido ni haya testigos, por no haber sido hallada en el lecho, y se apoderase del marido el espíritu de los celos y tuviese celos de ella, háyase ella manchado en realidad o no se haya manchado, la llevará al sacerdote, y ofrecerá por ella una oblación de la décima parte de un efá de harina de cebada, sin derramar aceite sobre ella ni poner encima incienso, porque es minjá de celos, minjá de memoria para traer el pecado a la memoria. El sacerdote hará que se acerque y se esté ante Yavé; tomará del agua santa en una vasija de barro, y cogiendo un poco de la tierra del suelo del tabernáculo, lo echará en el agua. Luego, el sacerdote, haciendo estar a la mujer ante Yavé, le descubrirá la cabeza y le pondrá en las manos la minjá de memoria, la minjá de los celos, teniendo él en la mano el agua amarga de la maldición, y la conjurará, diciendo: «Si no ha dormido contigo ninguno, y si no te has descarriado, contaminándote y siendo infiel a tu marido, indemne seas del agua amarga de la maldición; pero si te descarriaste y fornicaste infiel a tu marido, contaminándote y durmiendo con otro (aquí el sacerdote la conjurará con el juramento de execración, diciendo): Hágate Yavé maldición y execración en medio de tu pueblo, y séquense tus muslos e hínchese tu vientre, entre esta agua de maldición en tus entrañas para hacer que tu vientre se hinche y se pudran tus músculos». La mujer contestará: «Amén, amén». El sacerdote escribirá estas maldiciones en una hoja, y las diluirá en el agua amarga, y hará beber a la mujer el agua amarga de la maldición. Luego tomará de la mano de la mujer la minjá de los celos y la agitará ante Yavé, y la llevará al altar; y tomando un puñado de la ofrenda de la memoria, lo quemará en el altar, haciendo después beber el agua a la mujer. Dárale a beber el agua; y sí se hubiese contaminado, siendo infiel a su marido, el agua de maldición entrará en ella con su amargura, se le hinchará el vientre, se le secarán los muslos, y será maldición en medio de su pueblo. Sí, por el contrario, no se contaminó y es pura, quedará ilesa y será fecunda… Así el marido quedará libre de culpa, y la mujer llevará sobre si su pecado». (N. del m.) <<

[73] Santa Claus, nuestro ordenador, completó mi información sobre las «aguas amargas», añadiendo que ya en el Código de Hammurabi existía un precedente similar. Sí una mujer resultaba sospechosa de adulterio, era arrojada a la corriente del Éufrates. Sí salía con vida era considerada inocente. Sí perecía, su culpabilidad era manifiesta. (N. del m.) <<

[74] La mujer judía sólo tenía derecho a pedir el divorcio si su marido ejercía una de estas tres profesiones: recogedor de inmundicias de perro (basurero), fundidor de cobre o curtidor. (Lista recogida en el escrito rabínico Ketubot VII. 108). Y ello se debía, únicamente, al mal olor producido por dichas actividades. La Ley estipulaba también que la esposa podía solicitar el divorcio si, a partir de los 13 años, el marido la obligaba a hacer votos, abusando de su dignidad, o si aquél padecía de lepra o pólipos. (N. del m.) <<

[75] Un «log» —medida utilizada para líquidos y áridos— equivalía a medio litro, aproximadamente. (N. del m.) <<

[76] Una «efá» —medida judía de capacidad— equivalía a 72 «log». En este caso, la Biblia estimaba que debía ofrendarse una décima de «efá»; es decir, 7,2 «log» o, lo que es lo mismo, unos 3 kilos y 600 gramos, aproximadamente. (N. del m.) <<

[77] Este sulfuro —a diferencia del llamado «sulfuro rojo de arsénico», que se halla en abundancia en Bohemia— es fácil de encontrar en Persia. De ahí que los israelitas pudieran tener un mejor acceso al «amarillo». Ambos, sin embargo, reúnen características parecidas en cuanto al hecho de que son solubles en soluciones alcalinas. El «amarillo», no obstante, al contener el citado ácido arsenioso, resulta mucho más tóxico que el «rojo». Era también mucho más abundante en el comercio de aquella época, siendo conocido incluso por Theophrasto, que vivió 300 años antes de Cristo. (N. del m.) <<

[78] El carbonato potásico, en especial, es fuertemente alcalino al contacto con el agua, gozando, además, de un fuerte poder cáustico o corrosivo que podría contribuir a una mejor desintegración de las láminas de sulfuro de arsénico y a la disolución de la tinta. (N. del m.) <<

[79] En contra de la creencia popular, el ácido arsenioso no tiene un sabor amargo, sino ligeramente azucarado. (N. del m.) <<

[80] Aunque los griegos y los romanos conocían los sulfuros de arsénico nativos, parece ser que no se tuvo conocimiento del ácido arsenioso —al menos en Europa— antes de la época de Geber (siglo IX). El mismo metal, aunque citado ya por Paracelso, no fue bien definido en sus propiedades y naturaleza hasta 1732 por el famoso alquimista Brand. (N. del m.) <<

[81] El profesor E. Kochva, del Departamento de Zoología de la Universidad de Tel-Aviv (Israel), se manifestó también de acuerdo con esta última hipótesis. Si las mucosas que protegen las paredes internas del paquete intestinal son rasgadas, las «aguas amargas» pueden convertirse en un veneno activo. (N. del m.) <<

[82] En su obra Guerras de los Judíos, Flavio Josefo, efectivamente, habla de este acueducto que constituyó otro de los graves errores de Pilato. Sin el menor tacto político, el procurador mandó utilizar el tesoro que los judíos llamaban «Corbonan» para traer el agua. Aquello provocó una revuelta, pero Pilato actuó con energía, ordenando que sus soldados golpearan a los manifestantes con porras y palos, dando lugar a una gran mortandad. Recientes descubrimientos arqueológicos han demostrado que el acueducto en cuestión iba hasta el monte de los Francos, en las cercanías de Belén, sobre el que se asentaba la fortaleza del Herodium. (N. del m.) <<

[83] Un talento equivalía a 6000 denarios. Los ocho talentos, por tanto, eran una considerable fortuna. (N. del m.) <<

[84] Aquel líquido aceitoso, según me explicó una de las discípulas, era fabricado en Jerusalén, partiendo precisamente de aquella sustancia pardorojiza que yo había visto exudar a los olivos. Santa Claus confirmaría que dicha materia denominada «goma leca» —está formada por una sustancia blanca y cristalina que se distingue con el nombre de «Olivila». (N. del m.) <<

[85] Durante mi preparación para esta misión, Caballo de Troya me había proporcionado una réplica del plano de Madaba: un mosaico del siglo VI de nuestra Era y que aún se conserva en la iglesia griega del mismo nombre. En dicho mapa aparecían estas dos calles principales y provistas de columnatas, auténticas «columnas vertebrales» de los dos barrios o zonas de Jerusalén. (N. del m.) <<

[86] En su obra Guerra de los Judíos (libro Sexto), Josefo asegura que tres de las torres tenían 50 codos (22,50 metros), y la cuarta —la que se hallaba adosada al templo— 70 codos (31,50 metros). Estos datos se aproximan bastante a nuestras mediciones desde el módulo. (N. del m.) <<

[87] Mi documentación sobre Tiberio se basó fundamentalmente en cuatro fuentes básicas: los «Anales» de Tácito, el libro de «Los Doce Césares» de Suetonio y las «Historias de Roma» de Dión Casio y Veleio Patérculo. A esta bibliografía sobre la vida pública y privada de Tiberio hubo que añadir un sinfín de documentos, datos y libros de F. Josefo, Filón, Juvenal, Ovidio, de los Plinios, Séneca, Henting, Bernouilli, Barbagallo, Baring-Gould, Ferrero, Marsh, Ciaceri, Mommsen, Marañón, Homo. Pippidt, Axel Munthe, Ramsay, Tarber, Tuxen y un largo etc. (N. del m.) <<

[88] Para cualquier médico, aquellos ojos «saltones», así como el conjunto de las restantes características de Pilato —obesidad, escasa estatura, hinchazón de la cara, etc—. le hubieran hecho sospechar una alteración de la glándula tiroides (posiblemente un hipertiroidismo). (N. del m.) <<

[89] En contra de lo que han llegado a opinar algunos investigadores, el procurador Poncio Pilato no fue jamás un esclavo liberto. Procedía de una familia nobilísima y muy antigua, entroncada desde cuatro siglos antes de Cristo con el «orden ecuestre» romano. Un antepasado suyo, Poncio Cominio, tomó parte en la guerra de Camilo contra los galos. Con gran arrojo, este antepasado de Pilato consiguió penetrar en Roma escondido en una barquichuela de cortezas de árbol. El origen de Cominio, como nos señala su propio nombre, era samnita. Doscientos años más tarde surgen en la Historia de Roma otros dos «Poncios» famosos: Cayo Poncio Telesino y su padre, Cayo Poncio Herenio, amigo de Platón. La familia de Poncio Pilato, según todos los historiadores, se dividía en cuatro grandes «ramas»: los telesinos, los cominianos, los fregelanos y los anfidianos. Todos ellos tomaban el nombre del lugar de procedencia de su familia. La «rama» más distinguida y noble fue, sin duda, la de los telesinos, de la que procedía Cayo Herenio, lugarteniente de Mario en la guerra de España, en tiempos de Sila. Pero más famoso fue aún Poncio Telesino, que puso a Sila en grandísimo aprieto y cuya muerte fue, para Mario, la señal de su derrota. Desde entonces, los Poncio Telesinos desaparecen de la historia de Roma, aunque dos importantes poetas —Marcial y Juvenal— hablan de ellos. Uno para mal y el segundo, que los tenía en gran aprecio, para bien. Es difícil precisar a cuáles de las dos «ramas» importantes pudo pertenecer Poncio Pilato aunque todo hace suponer —dado su rango y cargo— que a la de los «telesinos». «Pilato» no era otra cosa que un sobrenombre o apodo, como ocurría con otros personajes ilustres: Cicerón, Torcuato, Corvino, etc. Significaba «hombre de lanza», y presumiblemente tenía relación con algún importante hecho de armas ocurrido en la familia de los Poncio. En la guerra civil de César y Pompeyo, por ejemplo, los Poncio fueron partidarios del primero, contándose de ellos algunos rasgos heroicos que les valieron una gran amistad con César. Otros miembros de la familia, sin embargo, permanecieron fieles a la República, como fue el caso de Lucio Poncio Aquila, amigo de Cicerón. En tiempos de Tiberio aparecen los «fasces» consulares en manos de un tal Cayo Poncio Nigrino y en los bancos del Senado tenemos a otro Poncio Fregelano, caído más tarde en desgracia al unirse al temido general Sejano. Pero ninguna de estas circunstancias hizo perder prestigio a la familia de los Poncio. Y bajo el imperio de Nerón encontramos a otro Poncio Telesino ejerciendo el Consulado con Suetonio Paulino.

Poncio «Pilato» pertenecía, en resumen, al «orden ecuestre» romano; es decir, a la nobleza de segundo grado. (N. del m.) <<

[90] La profusión de falos en aquellos tiempos llegó a tales extremos que podían encontrarse en las puertas de las casas o de los dormitorios. Cuando eran situados en los jardines y en los campos debían proteger contra las sombras nocivas. Si los situaban en las encrucijadas, el falo señalaba al caminante el rumbo adecuado. También pendían de los carros victoriosos de los emperadores («fascinus») y de los cuellos de las mujeres embarazadas que deseaban un parto fácil. Los romanos llegaron a creer que su poder aumentaba si daban al falo una forma de animal dotado de garras o alas. También han sido encontrados badajos con forma fálica. La superstición romana creía que, de esta forma, el sonido de las campanas ahuyentaba los embrujos y todo tipo de seres fantasmales. Sólo cuando el Imperio decayó, degradándose sus costumbres, el falo se convertiría en un símbolo de placer. Mientras en los primeros tiempos de Roma, las jóvenes desposadas ofrecían su virginidad al Hermes príapo como muestra de sus devotas intenciones, más tarde, el falo del dios sirvió de consolador a muchas mujeres viciosas. (N. del m.) <<

[91] Filón escribe sobre Pilato: «De carácter inflexible y duro, sin ninguna consideración». Según el escritor de Alejandría, la procuraduría de Poncio se caracterizaba por su «corruptibilidad, robos, violencias, ofensas, brutalidades, condenas continuas sin proceso previo y una crueldad sin limites». (N. del m.) <<

[92] Más adelante, a raíz de nuestro segundo «salto» en el tiempo, me vería en la necesidad de modificar la más que suave definición de «inestable emocionalmente». Poncio, en realidad, era un demente… (N. del m.) <<

[93] Caballo de Troya comprobó este extremo, encontrando, en efecto, la imagen de Sejano en monedas aparecidas en la ciudad española de Bilbilis (actual Calatayud, en la provincia de Zaragoza). Según Suetonio, algunas legiones estacionadas en Siria, no aceptaron esta glorificación de Sejano. Cuando cayó el «hombre fuerte», Tiberio las recompensó, a pesar de haber sido él mismo quien había ordenado esta glorificación de su lugarteniente. (N. del m.) <<

[94] Tiberio, en efecto, anunció el nombramiento de Sejano como cónsul en aquel mismo año 30. Pero, al parecer, las noticias necesitaban más de tres meses para llegar desde Roma hasta Palestina. La designación había sido prevista para el año siguiente (31), aunque el hombre «duro» del César moriría antes de ostentar dicho puesto. En aquellos momentos, Pilato ignoraba todo esto. De ahí su sorpresa. (N. del m.) <<

[95] Aquel centurión, según la definición utilizada por Pilato, era el «primero» de los 60 de que constaba una legión. En esta perfecta jerarquización del ejército romano, los llamados primorum ordinum centuriones o, abreviadamente, primi ordines, eran los centuriones de más alta categoría de una legión. El primipilus, o elegido en primer lugar de entre las sesenta centurias, participaba, incluso, en los consejos de guerra. (N. del m.) <<

[96] El procurador estaba al tanto de las argucias empleadas por los colaboradores del temido Sejano para acusar a Tito Sabino, hombre leal a Agripina y ejecutado, como ya dije, en el año 28. Cuatro pretores que aspiraban al consulado planearon, con el fin de congraciarse ante Sejano, cómo capturar in fraganti a Sabino. Se trataba de Latino Laciano, Forcio Cato, Petelio Rufo y Opsio. El primero de ellos se fingió amigo y confidente del infeliz Sabino y excitó con sus críticas a Sejano y a Tiberio la profunda aversión que sentía el amigo de Germánico (marido de Agripina) hacia el César y hacia su ministro. Y el día convenido. Laciano llevó a la víctima a su casa, provocando su locuacidad contra el César y su favorito. Sabino ignoraba que los otros tres cómplices le estaban escuchando desde el desván, a través de unos agujeros practicados en el suelo. Poco después, las violentas manifestaciones de Sabino estaban en poder de Tiberio y Sejano, que ordenaron su ejecución. (N. del m.) <<

[97] Reconozco que aquella exclamación, y la actitud en general del procurador respecto a Sejano, nos confundió. Tanto Eliseo como yo sabíamos que Poncio Pilato había sido designado posiblemente por el general y favorito de Tiberio, con la intención premeditada de provocar al pueblo judío. Sejano había sido uno de los hombres que más se había distinguido por su odio contra los hebreos que habitaban en Roma. Poco tiempo antes de la muerte de Cristo, el emperador ordenó la expulsión de 4000 judíos, que fueron conducidos a la isla de Cerdeña, con la misión de eliminar las bandas de bandidos que tenían allí sus cuarteles generales. Este destierro masivo estuvo propiciado en buena medida por consejo de Sejano y a raíz de una malversación de fondos por parte de cuatro hebreos que habían sido encargados por Fulvia, esposa del senador Saturnino y recién convertida al judaísmo, del traslado de valiosos regalos al templo de Jerusalén. Pero estos judíos se quedaron con los regalos y el comandante de la guardia pretoriana, Sejano, aprovechó este suceso informando a Tiberio. Este se enfureció y, como digo, ordenó que todos los judíos y prosélitos fueran expulsados de Roma. Esta fue, precisamente, la primera persecución de los judíos en Occidente. (N. del m.) <<

[98] Caballo de Troya había fabricado aquel pergamino, siguiendo las antiguas técnicas de los especialistas de Pérgamo, en el noroeste de Asia Menor. Se utilizó una porción de piel de cordero. Después de eliminar el pelo fue raspada y macerada en agua de cal para eliminar la grasa. Después del secado y sin ulterior curtido se frotó con polvo de yeso, puliéndola a base de piedra pómez. La escritura, en latín, fue realizada siguiendo la técnica llamada capitalis rustica, a base de letras esbeltas y elegantes. (N. del m.) <<

[99] Para poder comprender mejor estas luchas intestinas, que azotaron, sobre todo, aquellos últimos años del imperio de Tiberio, quiero recordar a los principales componentes de la llamada familia de los Claudios:

Primera generación: Tiberio Claudio Nerón, casado con Livia, de la que tuvo a Tiberio (emperador) y a Druso I, sospechoso de ser hijo de Livia y el emperador Augusto.

Segunda generación: hijos de Tiberio Claudio Nerón y Livia (hijastros de Augusto): Tiberio (emperador), que se casó con Vipsania y de la que tuvo a Druso II. Después se casaría con Julia I que le dio un hijo muerto. Druso I: se casó con Antonia II, de la que tuvo a Germánico, Claudio (que fue emperador) y a Livila.

Tercera generación (hijos de Tiberio y Vipsania): Druso II: se casó con Livila, de la que tuvo a Julia III, Germánico Gemelo y Tiberio Gemelo.

Tercera generación (II) (hijos de Druso I y Antonia II y, por tanto, sobrinos de Tiberio y sobrinos-nietos de Augusto): Germánico, Claudio (emperador) y Livila.

Cuarta generación (hijos de Druso II y Livila y, por tanto, nietos de Tiberio y sobrinos-bisnietos de Augusto): Julia III, Germánico Gemelo y Tiberio Gemelo.

Cuarta generación (II) (hijos de Germánico y Agripina I y, por tanto, sobrinos-nietos de Tiberio y bisnietos de Augusto): Nerón I, Druso III, Caio (más conocido por Calígula), Agripina II, Drusila y Julia Livila.

(Antonia II, en consecuencia, era madre de Germánico y abuela de Calígula). (N. del m.) <<

[100] Así llamaban familiarmente a Calígula los soldados con los que se crió en la Germania, por el calzado que usaba, de tipo militar. (N. del ni.) <<

[101] Debo dejar constancia que los hombres de Caballo de Troya trataron por todos los medios de conseguir las esmeraldas en los yacimientos de los Urales, en territorio soviético. Estas minas fueron citadas ya por el historiador Plinio el Viejo (que vivió del año 23 al 79 de nuestra Era) en su obra Tratado sobre las piedras preciosas. Ello hubiera proporcionado a la acción un carácter más puro y objetivo. Pero los obstáculos levantados por los rusos fueron tales que el general Curtiss decidió cambiar el origen de las esmeraldas, recurriendo entonces a las no menos famosas minas colombianas de Muzo, a unos 150 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Fe de Bogotá. El color de estas esmeraldas es más sedoso, graso y aterciopelado que las rusas, con una birrefrigencia (0,0006) y una densidad (2,71) menores que las de los Urales. Caballo de Troya adquirió por tanto dos piezas en forma de prisma hexagonal, de 27 gramos de peso cada una y de un bellísimo color verde. El proyecto estimó que, aunque las piedras procedían de un continente no descubierto aún en el año 30, las personas a las que iban dirigidas no disponían de los medios técnicos precisos para averiguarlo. (N. del m.) <<

[102] Sospechando el alto grado de superstición del pueblo romano, Caballo de Troya quiso regalar precisamente esmeraldas, ya que esta gema gozaba en la antigüedad de un carisma especial. Se le atribuían propiedades curativas contra las fiebres perniciosas y las picaduras de animales venenosos, tan comunes en los bosques y desiertos de Palestina en aquellas fechas. (N. del m.) <<

[103] Algunas de estas anécdotas fueron introducidas en el ordenador del módulo siguiendo los textos de Suetonio (Los doce Césares), Tácito (Tibére ou les six premiers livres des Annales. París, 1768), y Casio Dión (Historia de Roma, LVI, 14). (N. del m.) <<

[104] En el argot popular, el hecho de vivir o permanecer en un campamento de estas características —con tiendas de piel de cabra— era conocido entre los soldados romanos como sub pellibus esse: «estar bajo las pieles». (N. del m.) <<

[105] La expresión cedo alteram viene a significar «paso a la otra». <<

[106] El apaleamiento o castigatio era una ejecución solemne, que se aplicaba, incluso, a los oficiales. Incurrían en ella todos aquellos que abandonaban su puesto de guardia, los que se daban al pillaje en las casas y pueblos por donde pasaba la legión, los que se rebelaban contra sus jefes, los homicidas, ladrones, los que perdían sus armas, los que reincidían por tercera vez en la misma falta, los que atentaban contra el pudor o los que eran responsables de negligencia en las imaginarias de la noche. (N. del m.) <<

[107] Simón, hijo de Boetos, fue sumo sacerdote en Jerusalén entre los años 22 al 5 antes de Cristo. Un hermano de Ismael —también del poderoso y acaudalado grupo de los saduceos— sería sumo sacerdote hacia el año 61 después de Cristo. (N. del m.) <<

[108] Yo sabía por la documentación de Flavio Josefo (Antigüedades, XIII) que los saduceos utilizaban y comían en utensilios de oro y plata, ya que negaban la resurrección de los muertos, procurando gozar al máximo de la vida terrena. En esta postura se notaba una clara influencia helenística. Por su parte, Caifás era o compartía las ideas de los saduceos. (N. del m.) <<

[109] Quiero llamar la atención sobre esa palabra —«compra»— porque, tal y como veremos más adelante, su significado pudo haber abierto una vía de solución al problema de la captura de Jesús y a la desesperación de Judas. (N. del m.) <<

[110] Caballo de Troya había dotado nuestro módulo, entre otros aparatos de tipo meteorológico, con un «rawin» (tipo láser de baja energía) —con retorno «interno»—, y de tan alta sensibilidad que puede medir la fuerza y dirección del viento con escasos metros por segundo de error. (N. del m.) <<

[111] En esta exploración me llamó poderosamente la atención la gran superficie que debía ocupar la lámina aponeurótica romboidal (en toda la región lumbar) y que marcaba igualmente la tremenda fortaleza de aquel hombre. (N. del m.) <<

[112] Los nueve primeros números —correspondientes a cada uno de los centímetros— fueron asociados a las nueve primeras letras del alfabeto griego: alfa para el 1, beta para el 2, gamma para el 3, delta para el 4, epsilón para el 5, dseta para el 6, eta para el 7, zeta para el 8 e iota para el 9. (N. del m.) <<

[113] Las lógicas dificultades para proceder a una medición antropológica rigurosa —que hubiera exigido la utilización de un instrumental más idóneo— fueron subsanadas en parte en el módulo, mediante un estudio computarizado de las cifras que fueron transmitidas por mí, de acuerdo con patrones estándar. Estas mediciones anatómicas —una vez procesadas— arrojaron los siguientes resultados:

Extremidades superiores (total): 82 centímetros (brazo: 37 cm y antebrazo: 45 cm. De estos últimos, 20 correspondían a la mano).

Longitud de las extremidades inferiores (total): 94 cm (medidas desde el talón a la articulación de la cadera). Muslo: 55 cm, y pierna, 39 cm.

Anchura de los hombros (medida entre los puntos acromiales): 45 cm.

Tronco (desde el manubrio o zona superior del esternón al punto trocantéreo o saliente del fémur a nivel de articulación): 62 cm.

Diámetro torácico (por la espalda): 41 cm.

Perímetro de la caja torácica (medida a la altura del gran pectoral): 99 cm.

Longitud máxima de la cabeza (desde el punto opisto-craneano a la gabela): 19,9 cm.

Anchura máxima de la cabeza (entre parietales): 15 cm.

Anchura bicigomática (desde la apófisis cigomática: de pómulo a pómulo): 14 cm.

Altura total de la cara (desde el gonion hasta el punto alveolar o prostion): 18,9 cm.

Perímetro de la cabeza: 58 cm.

Perímetro máximo de los brazos: 35 cm. Perímetro máximo de antebrazos: 31 cm.

Perímetro máximo de muslos: 57 cm. Perímetro máximo de piernas: 46 cm.

Rodillas (perímetro máximo): 42 cm.

Estatura total: 1,81 metros.

La línea media o axial (desde la nuca al canal interglúteo: punto superior del pliegue interglúteo) aparecía recta, sin desviación.

Longitud máxima del pie: 31 cm (planos de primer grado).

Según los índices de Decourt y Pende, el morfotipo somático de Jesucristo resultó fundamentalmente macrosómico, participando del tipo «atlético» y, en cierta medida, del «pícnico». Los índices —resultantes de la multiplicación de sus medidas reales por los factores hallados por los mencionados científicos para el caso de los hombres— fueron los siguientes:

Talla: 181 centímetros X factor 0,470 = 85,07; altura trocánter: 94 cm X 0,457 = 42,96; bitrocantéreo: 37 cm X 1,250 = 46,25; bi-humeral: 45 cm X 1,052 = 47,34; occipito mentón: 22 cm X 0,870 = 19,14; perímetro torácico: 99 cm X 0,470 = 46,53 y bi-maxilar: 14 cm X 1,820 = 25,48. En cuanto al índice de Pignet, Caballo de Troya comprobó que el Maestro correspondía a la descripción de «MUY FUERTE» (índice de Pignet = altura en centímetros —perímetro torácico en espiración máxima más su peso, en kilos = 181— 97 más 80 = 4). Naturalmente, las últimas dos cifras —perímetro torácico en máxima espiración y peso— son aproximativas. (El referido índice de Pignet establece la siguiente clasificación medía: IP 10 = persona muy fuerte; IP 15 a 20 = persona fuerte; IP 20 a 25 = persona mediana; IP 25 a 30 = persona débil e IP 30 = persona muy débil).

En relación con el índice craneal o cefálico, los expertos de Caballo de Troya —siempre de acuerdo con las medidas obtenidas—, dedujeron que Jesús de Nazaret era mesocéfalo, con una ligerísima dolicocefalia. Este índice —75%— se obtuvo de acuerdo con la fórmula convencional:

DT (medido entre ambos eurión) X 100 15 X 100

I.C.= ------------------------------ = ------------ = 75.

DAP (medido entre opistión y gabela) 19,9

En la valoración lateral, el índice craneal arrojó 100,5%. Es decir, hipsocéfalo. En otras palabras, con una altura craneal claramente superior al diámetro longitudinal.

Por último, al examinar el cráneo frontalmente, el índice del Galileo resultó de 75%. Es decir, con una ligera tendencia a la estenocefalia (cráneo estrecho). (N. del m.) <<

[114] El cilantro o Coriandrum sativum, de las umbelíferas, es el fruto más conocido en Occidente por coriandro, a causa del fuerte olor a chinches que desprende cuando está recién cogido. Una vez desecado, se vuelve muy aromático. El utilizado por las israelitas era amarillento y del tamaño de un grano de pimienta. Es menos excitante y afrodisíaco que el comino. Según pude comprobar, muchos hebreos mezclaban este último con miel y pimienta, tomándolo dos veces al día. Esto, según me dijeron, les excitaba sexualmente. (N. del m.) <<

[115] La ruta utilizada habitualmente en aquella época, desde la localidad de Beth-Saida (Bethsaïde Julias) hasta Jerusalén, obligaba a pasar por las poblaciones de Kursi e Hippos, en la orilla oriental del lago de Génésareth; Gadara y Pella y, desde allí, siguiendo la margen del río Jordán, se alcanzaba Bethabara en la región de la Perea y, por último, Jericó, Betania y Jerusalén. La otra ruta —la que cruzaba por el centro de Samaria— no era muy recomendable, dados los continuos choques entre los habitantes de Judea y Galilea y los samaritanos. (N. del m.) <<

[116] La costumbre judía de aquella época establecía que, para cumplir plenamente con el precepto de estar alegres en la Pascua, era aconsejable hacer regalos, tanto a los amigos como a los familiares y, sobre todo, a las mujeres. Y aunque éste no era mi caso, dada mi condición de gentil, consideré aquel pretexto muy adecuado para mis fines. (N. del m.) <<

[117] A juzgar por su color azul y por su forma, en panes cuadrados de unos 125 gramos de peso cada uno, aquella pasta tintórea debía ser una de las especies de «índigo de la India», muy apreciada en el arte del tinte. (N. del m.) <<

[118] La fiesta de la Pascua judía —también llamada hag ha-massot o «fiesta de los ácimos»— se celebraba anualmente el 15 de Nisán, correspondiendo con el plenilunio o luna llena de la primavera. En aquel año 30, esta fecha —15 de Nisán cayó en sábado, 8 de abril. El cordero pascual se sacrificaba la víspera (14 de Nisán) y se comía en familia, una vez oscurecido; es decir, en esta ocasión, el viernes, 7 de abril. El Galileo celebró, por tanto, la «última cena» el 13 de Nisán o jueves, 6 de abril. El mes de Nisán era el primero del año judío, correspondiendo a nuestros marzo o abril. (N. del m.) <<

[119] Esta expresión es frecuentemente utilizada en el argot aeronáutico para comunicar que se recibe el sonido de forma nítida. (N. del t.) <<

[120] El interesante contenido de las palabras y enseñanzas de Jesús de Nazaret durante la última cena aparecerán en un siguiente volumen, en el que se relatan las vivencias del mayor norteamericano durante su segundo «gran viaje» al año 30. (N. de J. J. Benítez). <<

[121] El volumen de cada copa fue calculado en 200 centímetros cúbicos, de los cuales, 100 correspondían a agua (un litro de vino representa un aporte de 700 calorías, aproximadamente). (N. del m.) <<

[122] «Metabolismo basal» de Jesús: 40 X 1,8 metros cuadrados de superficie total X 24 horas: 1728 calorías (cuando me refiero a «calorías» se sobreentiende la expresión «kilocalorías»). (N. del m.) <<

[123] Caballo de Troya, gracias a un espléndido servicio de la Inteligencia norteamericana, había obtenido a finales de 1972 los planos del radar «Gun Dish», que sería utilizado meses después por los egipcios en la guerra del «Yom Kippur» (octubre de 1973), y cuya frecuencia era de unos 16GHz. Es decir, 16000 Mc/s. Este complejo radar había sido dispuesto a bordo del módulo. <<

[124] La situación del «objeto» era de 360 grados (al Norte) y a 30 millas de distancia del punto donde se hallaba posado el módulo. (N. del m.) <<

[125] El objeto, que había seguido una trayectoria Norte, empezaba a desplazarse en dirección Oeste-Suroeste. Justamente hacia el área de Jerusalén. <<

[126] Es decir, había permanecido estático o inmóvil. (N. del m.) <<

[127] Dado que no podíamos tocar a Jesús, Caballo de Troya situó en el interior de la «vara de Moisés» un complejo entramado de equipos miniaturizados, destinados a explorar el cuerpo del Maestro, tanto en el singular fenómeno del sudor sanguinolento del huerto de Getsemaní como en la flagelación y en las largas horas de la crucifixión. Estos sistemas —que iré detallando paulatinamente— consistían fundamentalmente en un equipo de «tele-termografía» y en el ya referido de ultrasonidos.

Este último fue seleccionado por los expertos de Caballo de Troya por su naturaleza inofensiva y por sus características, que les hacían idóneo para la exploración, y posterior conversión en imágenes, de órganos internos tan importantes como páncreas, vejiga, hígado y abdomen en general, así como en el control del torrente sanguíneo a través de las grandes arterias y vasos intermedios, corazón, ojos y tejidos blandos en general. Caballo de Troya, en base al llamado «efecto piezoeléctrico», descrito ya por los hermanos Curie y según el cual la compresión de la superficie de un cristal de cuarzo crea en él una corriente (ultrasonidos), dispuso en la cabeza emisora una placa de cristal piezoeléctrico, formada por titanato de bario. Un generador de alta frecuencia alimentaba dicha placa, produciendo así las ondas ultrasónicas (en una frecuencia que oscilaba entre los 16000 y los 1010 Herz). Estos ultrasonidos —con una velocidad de propagación en el cuerpo humano de 1000 a 1600 metros por segundo, con excepción de los huesos— permiten, como digo, una excelente exploración y posterior visualización de los órganos deseados, lográndose, incluso, la captación del sonido cardiaco y del flujo sanguíneo, a través de un sistema de adaptación denominado «efecto Doppler». Con intensidades que oscilan entre los 2,5 y los 2,8 miliwatios por centímetro cuadrado y con frecuencias aproximadas a los 2,25 megaciclos, el dispositivo de ultrasonidos transforma las ondas iniciales en otras audibles, mediante una compleja red de amplificadores, controles de sensibilidad, moduladores y filtros de bandas.

Con el fin de solventar el arduo problema del aire —enemigo vital de los ultrasonidos— y ya que las mediciones y rastreos sólo podían efectuarse a una cierta distancia de Jesús, los especialistas del proyecto idearon un revolucionario sistema, capaz de «encarcelar» y guiar los citados ultrasonidos a través de un finísimo «cilindro» de luz láser de baja energía, cuyo flujo de electrones libres quedaba «congelado» en el mismísimo instante de su emisión. El procedimiento para «congelar» el láser, dando lugar a lo que podríamos calificar como «luz sólida» —cuyas aplicaciones en el futuro serán inimaginables— no me está permitido desvelar. Por supuesto, al conservar una longitud de onda superior a 8000 armstrong (0,8 micras), el «tubo» láser seguía disfrutando de la propiedad esencial del infrarrojo, con lo que sólo podía ser visto mediante las lentes especiales de contacto que me había suministrado Caballo de Troya. De esta forma, las ondas ultrasónicas podían deslizarse por el interior de la «tubería» formada por la «luz sólida o coherente», pudiendo ser lanzadas a distancias que oscilaban entre los cinco y veinticinco metros. (N. del m.) <<

[128] Precisamente por su relativa semejanza con las fosas «infrarrojas» de estas serpientes, que les permiten la caza de sus presas a través de las emisiones de radiación infrarroja de los cuerpos de las víctimas. <<

[129] Generalmente, las lentes de contacto, del tipo duro, se basan en un producto llamado polimetil-metacrilato (PMMA) que constituye en realidad la base fundamental de la «lentilla». <<

[130] Como es sabido, cualquier cuerpo cuya temperatura sea superior al cero absoluto (menos 273 grados centígrados), emite energía IR o infrarroja. Esta emisión de rayos infrarrojos —invisibles para el ojo humano— está provocada por las oscilaciones atómicas en el interior de las moléculas y, en consecuencia, se halla estrechamente ligada a la temperatura de cada cuerpo. Pues bien, el ojo del hombre, como está demostrado, sólo ve una pequeña parcela del espectro electromagnético de la luz: la que se extiende desde los 400 a los 700 nanómetros. Por encima de esta última aparecen las gamas del infrarrojo. Pero, mediante el uso de «gafas» especiales, adecuadas a la emisión del infrarrojo, el hombre puede «ver» también en esa frecuencia. (A su vez, esta región del infrarrojo está subdividida en infrarrojo próximo, medio, lejano y extremo). Los sensores IR o infrarrojos de las serpientes americanas —crótalos— están formados precisamente por una membrana dotada de abundantes terminaciones nerviosas, que les permiten detectar variaciones de temperatura del orden de una milésima de grado. (N. del m.) <<

[131] Los especialistas del proyecto habían logrado estas casi milagrosas lentes de contacto «infrarrojas», incorporando una serie de bandas periféricas a la superficie básica monocurva, dotadas de cientos de «micro-celdillas» que no heran otra cosa que otros tantos filtros «Wratten 89 B», que sólo dejaban pasar la radiación infrarroja. El peso específico logrado fue de 1,19. Su fuerza flexional (ppi) era de 10 000-15 000 y la dureza Rockwell de M85-M1105. <<

[132] Aunque resultaba remota, la posibilidad de tropezar con una fuente energética natural de gran intensidad (caso de haber mirado al sol), podría haber provocado graves lesiones en mis ojos. Y aunque nada de esto sucediera, el contacto directo de la córnea con las «crótalos» no hacía aconsejable un uso excesivo. <<

[133] En el caso de los ultrasonidos, la cabeza de cobre —de color blanco— podía adoptar dos posiciones perfectamente diferenciadas: la primera, para activar el lanzamiento de ondas con una frecuencia de 3,5 MHZ (suficiente para explorar órganos internos) y la segunda, de 7,5 a 10 MHZ (para el rastreo de superficie y tejidos blandos). (N. del m.) <<

[134] Aunque en un principio se pensó que quizá la «hematohidrosis» había sido provocada por un exceso de histamina, liberada por el sistema nervioso como consecuencia de la gran tensión emocional, y lanzada al torrente sanguíneo, quebrando así los capilares, las investigaciones sobre el páncreas inclinaron a los expertos hacia la hipótesis de la llamada fibrinolisis, consistente en la activación patológica de un mecanismo normal. Un súbito aumento de plasmina (lisoquinasas) pudo originar un derramamiento generalizado en sangre, diluyendo el «cemento endotelial», que daría como resultado el paso de la sangre al exterior. (N. del m.) <<

[135] Nivel 30: 3000 pies (unos mil metros). <<

[136] Radial 100: el objeto se aproximaba con rumbo 100 grados (aproximadamente, dirección Este-Sureste). <<

[137] A esa altura, el viento llevaba dirección 120 grados (Sureste) y unos 50 nudos de velocidad (alrededor de 100 kilómetros por hora). (N. del m.) <<

[138] En el argot aeronáutico, a la izquierda del observador, tomando siempre las 12 horas de un reloj como el punto frontal de observación. A las «tres» sería, por ejemplo, a la derecha. <<

[139] Colimado: Eliseo había localizado y centrado el objeto en su panel de instrumentos. <<

[140] El radar del módulo estaba siendo «silenciado» o inutilizado por otra posible emisión de radar o por alguna interferencia electrónica procedente del objeto. (N. del m.) <<

[141] Como miembro de las Fuerzas Aéreas sé hasta dónde llega hoy la resistencia humana frente a la gravedad. Algunos astronautas, y con trajes muy especiales, han soportado hasta 11 «g» (el valor normal de la «aceleración de la gravedad» es decir, de una «g»— es de 9,80665 metros por segundo cada segundo). Y según mi estimación, aquel objeto practicó una «caída» y un posterior «despegue» que debió someter a los posibles «pilotos» a 20 o 30 «g». (N. del m.) <<

[142] La figura del optio representaba a un suboficial, directamente bajo el mando de un centurión. Generalmente mandaba pequeños grupos de tropa, descargando al oficial de sus funciones administrativas, disposición de las guardias, instrucción militar, etc. Se les dio el nombre de optiones, según Festo, porque, «desde el tiempo en que se permitió a los centuriones elegir u optare al que deseaban, se les aplicó también el nombre de optio, por el hecho de la elección». (N. del m.) <<

[143] Algunos especialistas apuntaron la posibilidad de que dicha «ley» se tratara en realidad de una «adaptación» muy particular del régimen de la garantía de presentación ante el juez, mediante los llamados praedes vades, que servía precisamente para evitar la prisión preventiva del reo, tal y como se hace en la actualidad con la abusivamente llamada «fianza» (ésta no es una garantía personal, sino un depósito de dinero). (N. del m.) <<

[144] El argumento de aquel levita era correcto. La profunda superstición de aquellas gentes consideraba que los demonios atacaban principalmente a los lisiados, a los novios y a los muchachos «de honor», según información que me proporcionó Santa Claus. No era lógico, pues, que un supuesto «demonio» (Jesús) curase a los lisiados… (N. del m.) <<

[145] Como creo que ya he explicado anteriormente, los levitas (unos 10000) estaban repartidos, al igual que los sacerdotes, en 24 secciones semanales. Estas se relevaban cada semana. Cada sección tenía un jefe. Además de los servicios «inferiores» —música y algo similar a los actuales «sacristanes»—, los levitas se encargaban de la vigilancia del Templo. Filón describe sus funciones detalladamente: «Unos, los porteros, estaban a las puertas. Otros en el interior de la explanada del Templo, en el pronaos o «terraza», y el resto, patrullando alrededor. Había, naturalmente, dos guardias: la de día y la nocturna». La vigilancia, por tanto, estaba dividida en tres grupos: los porteros de las puertas exteriores del Templo, los guardianes de la «terraza» que separaba la explanada de los Gentiles del recinto sagrado del Santuario y las patrullas del citado atrio de los Gentiles. Durante el día vigilaban también el atrio de las Mujeres. Una vez cerradas las puertas del Santuario, a la caída del sol, los policías nocturnos ocupaban sus puestos: 21 en total. La zona sagrada —a la que no tenían acceso los levitas— era custodiada por los propios sacerdotes. Los jefes de estos levitas eran llamados «strategoi», tal y como cita San Lucas (22,4). Varios de ellos, en efecto, estaban presentes en la captura de Jesús. (N. del m.) <<

[146] Cuando consulté con el módulo sobre los «zelotes» o «zelotas», Santa Claus me facilitó la siguiente información: "Este movimiento revolucionario y clandestino —similar en alguna medida a los actuales grupos terroristas de Europa y América— empezó a desplegar su actividad guerrillera y de acoso al ejército romano en la época de Augusto y acaudillados, en un principio, por un tal Judas ben Ezequías, de Galilea, que ya se había destacado en tiempos de Herodes por el asalto a un arsenal del ejército real y por sus desmanes e incendios. Al tener noticia de estas bandas que asolaban al país, Varo se apresura a llegar desde Antioquía con dos legiones. Arrasa las ciudades de Zippora (Séforis) y Emmaús y los habitantes, partidarios del rebelde Judas ben Ezequías, son vendidos como esclavos. Varo ordena la captura y ejecución de todos los «partisanos» del galileo, crucificando a más de 2 000 guerrilleros. Pero el jefe, Judas «Galileo», logra escapar y, con la ayuda de otro extremista —un fariseo llamado Zadok— inicia tan lento pero profundo movimiento de lucha clandestina contra el Imperio romano. Ya en tiempos de la infancia y juventud de Jesús de Nazaret, este movimiento —que adopta el nombre de «zelotas» o «celadores»— empieza a ganar adeptos, extendiéndose como una mancha de aceite por todo Israel. Galilea, una vez más, fue la cuna y corazón de estos patriotas extremistas, que no cesan en sus hostigamientos contra la legión romana asentada en Cesárea y en el resto de la nación judía. Camuflados bajo un ardiente espíritu religioso, estos «terroristas» del siglo I empuñan las armas, bajo una doctrina que podría sintetizarse en los siguientes principios:

1. El Reinado de Dios sobre Israel es incompatible con cualquier dominación extranjera. Aceptar al César de Roma como rey es violar la ley divina. Dios es el único rey del pueblo.

2. El culto al emperador, en cualquiera de sus formas, es abominable. El celo de muchos de estos «zelotas» llegaba al extremo de no tocar siquiera las monedas romanas que llevasen la efigie del César. El pago de los impuestos a Roma era una idolatría y una apostasía, ya que implicaba un sometimiento a Roma y al Emperador. (Precisamente el nacionalismo «zelota» surge con Judas ben Ezequías a raíz de la orden de Augusto de que toda la nación hebrea se empadrone. Esta operación de censo tenía, en realidad, una motivación económica, más que de estadística. Y ello indignó a los judíos).

3. Los judíos no debían esperar pasivamente la llegada del Reino de Dios. Era necesaria la colaboración con Dios, mediante la revolución y la guerra santa. Creían en los milagros de Dios y consideraban que éstos debían estar siempre al servicio de esa idea liberadora.

4. El objetivo principal de su lucha armada era conseguir la libertad e independencia política de Israel. Los «zelotas» habían tomado la liberación de Egipto por Yavé como un símbolo y modelo a imitar.

5. Según la filosofía «zelota», la conversión a Dios exigía necesariamente la desobediencia a la autoridad romana y estar dispuesto a sacrificar el dinero, la tranquilidad y hasta la vida en beneficio de estos principios «salvadores».

A la vista de todo esto, es fácil entender la confusión de algunos de los discípulos y apóstoles de Jesús —caso de Simón, el Zelotes, y del propio Judas Iscariote—, que creyeron desde un principio que la doctrina del Galileo tenía mucho que ver con todo este movimiento de liberación nacional.

Los «zelotas» fueron los causantes directos de las sangrientas revueltas contra Roma en los años 68 al 70 de nuestra Era, así como de la registrada en el año 135. (N. del m.) <<

[147] En la primera oportunidad que tuve solicité de Santa Claus información sobre las principales supersticiones de los judíos de aquella época. Y entre otras figuraba, en efecto, la de no emprender viaje alguno —por corto que fuese— sin antes haber colocado esa cola de zorro o un trapo rojo entre los ojos de la caballería. Si dos convidados a un banquete, por ejemplo, se arrojaban sendas bolitas de pan, era seguro que caían enfermos. Otra de las supersticiones, relacionada con la presencia de los demonios en las letrinas, llegaba a sugerir que se acudiera a dicho lugar en compañía de un cordero. De esta forma, el judío podía hacer sus necesidades sin problemas. (N. del m.) <<

[148] La ley judía permitía este tipo de maldiciones —contra el padre y la madre—, en tanto la maldición no fuera nominal. En este sentido, Pedro tuvo especial cuidado de no citar los nombres de pila de sus progenitores. (N. del m.) <<

[149] Caballo de Troya dotó al módulo de un sistema múltiple de relojes, cuyo fundamento no era ya el sistema tradicional de radiación del Cesio 133 de los relojes «atómicos», sino la «manipulación» o «aprisionamiento» de un ion —un solo ion— en un campo magnético, mediante el uso de un finísimo haz de luz láser. Es casi seguro que este nuevo sistema de medición del tiempo —con una precisión 100000 veces superior a la de los relojes «atómicos»— se incorpore definitivamente a la vida del hombre en los próximos años. Merced a este delicado instrumental, el orto o aparición sobre el horizonte del limbo superior del Sol —para Jerusalén: latitud aproximada 32 grados N— fue estimado a las 5 horas y 42 minutos en aquel 7 de abril del año 30 (siempre tiempo local). En cuanto al ocaso o desaparición bajo el horizonte del citado limbo superior del Sol. fue calculado a las 18 horas y 22 minutos (se tuvo en cuenta la refracción que en dichos acontecimientos eleva al astro aproximadamente 34 segundos de arco). Para esta latitud, la variación de las horas de orto y ocaso es aproximadamente de cuatro minutos por cada cinco grados de separación en latitud. (N. del m.) <<

[150] No era cierto, como han pretendido algunos exégetas que se apoyan en los escritos rabínicos Baba gamma (VII, 7 —VIII, 10 y 82b), que la cría de gallinas estuviese prohibida en Jerusalén. (Se pensaba que, al escarbar, podían sacar cosas impuras). Según la Misná, el canto del gallo servía precisamente como señal para el toque de las trompetas. Así lo confirman los textos de la Sukka V,4, el Tamid 1,2 y el Yoma 1,8. Entre las informaciones facilitadas por el ordenador del módulo se aseguraba que la referida Misná menciona un gallo de Jerusalén que, según Yuda ben Baba, «había sido lapidado por haber matado a un hombre». Al parecer, dicho gallo había traspasado con su pico el cráneo de un niño. También en Tos. B.Q. VIII, 10 (361,29) se dice que la cría de estas aves domésticas estaba permitida en la ciudad santa, siempre y cuando se dispusiera de un huerto o estercolero donde pudieran escarbar. (N. del m.) <<

[151] Tanto Josefo en su obra Guerras de los Judíos (V.4,2 y VI.6,3) como la Misná (Mid. V.5; Sanb. XI.2 y Tamid II.5, entre otros documentos) aseguran de forma muy precisa que el Sanedrín se «trasladó» 40 años antes de la destrucción del templo, de la sala de las «piedras talladas» a una especie de «bazar», adosado prácticamente al santuario por su cara oeste. Así lo deja entrever también Hechos (23,10). (N. del m.) <<

[152] Santa Claus aportó los siguientes datos sobre la composición oficial del Sanedrín en aquellos tiempos: una institución superior o «Sanedrín mayor», formado por 72 miembros y un «Sanedrín menor», constituido por 23 miembros. Ambos tribunales eran competentes en casos criminales. Los dos miembros más destacados del «gran Sanedrín» eran el nasí o presidente y el ab bet din o «padre del tribunal», títulos, al parecer, puramente honoríficos. Las tres hileras de bancos del «Sanedrín menor» eran destinadas a los discípulos de los sabios. Dadas las características de aquel «juicio» y lo irregular de la hora, era lógico que los «alumnos» de los jueces no estuvieran presentes. (N. del m.) <<

[153] Tras la destrucción del Templo, algunos no comían carne asada para evitar la apariencia de que fuera carne de sacrificio pascual, prohibido tras la referida destrucción. (N. del m.) <<

[154] La astrología estaba entonces severamente penada. Rops asegura que era una «ciencia funesta» que engendraba todas las maldades. (N. de J. J. Benítez.) <<

[155] En aquel tiempo, ni los hombres ni las mujeres usaban botones. En Israel no eran conocidos. En su lugar utilizaban pasadores: una especie de aguja grande con un orificio en el centro al que se aseguraba un cordón. Se usaba insertándolo en la tela y pasando el cordón por detrás de la punta y la cabeza. (N. del m.) <<

[156] En los antiguos textos griegos se describe un juego, denominado «muïnda», que consistía en tapar los ojos de uno de los jugadores (bien con un lienzo o con la propia mano). Este debía adivinar el objeto que se le presentaba o a la persona que le tocaba. Si acertaba, ocupaba su puesto aquel que había perdido. <<

[157] El «bastardo», aunque existían diferentes interpretaciones, era, en líneas generales, el hijo nacido del adulterio. No eran admitidos en la asamblea de Israel y tampoco sus descendientes, «hasta la décima generación». No podían contraer matrimonio con ningún miembro legítimo de la comunidad judía, discutiéndose vivamente, incluso, si las familias de bastardos podrían participar en la liberación final de Israel. Este insulto era considerado como una de las peores injurias. Aquel que lo empleaba podía ser condenado a 39 azotes. (N. del m.) <<

[158] Gracias a aquel gesto, Caballo de Troya pudo hacerse con una Inestimable muestra de la sangre de Jesús de Nazaret. Y aunque los análisis practicados sobre los coágulos que pasaron al trozo de mi túnica no pudieron efectuarse con la velocidad aconsejada en estos casos, si pudimos averiguar, entre otras cosas, que el volumen de eritrocitos por milímetro cúbico de sangre en aquellos momentos (siete de la mañana) era, aproximadamente, de 4 900 000 (algo menos de lo normal, posiblemente como consecuencia de las pérdidas que había empezado a registrar). También observamos algunos leucocitos (muy pocos). A través de análisis comparativos se estableció que, tanto el número de estas células (7000 por milímetro cúbico), como los tipos examinados (neutrófilos, eosinófilos, basófilos, linfocitos y monocitos) correspondían a lo normalmente exigido en un individuo sano. Y aunque el primer análisis fue hecho antes de las 36 horas, no fue posible encontrar plaquetas. Todas habían desaparecido. Sin embargo, sí encontramos restos de trombina y algunos productos propios de la degradación de la fibrina. En uno de los coágulos —que conservaba leves restos de humedad— fue posible detectar algunas proteínas del plasma (fundamentalmente albúminas y globulinas), así como ligeros indicios de glucosa, vitaminas, hormonas y diversos aminoácidos. No pudimos descubrir restos de colesterol. En cuanto a la coagulación, y sólo a través de la observación personal de las heridas, pudimos establecer que era normal. Esta deducción se vio reforzada por el análisis de una de las proteínas del plasma —el fibrinógeno—, que, tras convertirse en fibrina, había quedado degradada. (N. del m.) <<

[159] Así lo dice la ley (Misch., tratado «Sanedrín», capítulo IV, n.° 1). (N. del m.) <<

[160] Así piensan y escriben, entre otros, autores como B. Zeitlin (The crucifixion of Jesus reexamined»), H. Mantel (Studies in the Story of the Sanhedrin), P. Winter (On the trial of Jesus), J. Carmichael (The death of Jesus), D. Flusser, J. Isaac, H. Cohn, W. R. Wilson, Catchpole y un largo etcétera. (N. del m.) <<

[161] Entre los defensores de esta segunda hipótesis se hallan, por ejemplo, Blinzler (El proceso de Jesús), Jeremías, E. Lohse (Sunedrion), Strack-Billerbeck, Mommsen (Römische Strafrecht), Sherwin-White (Roman Society and Roman Law in the New Testament), A. Strobel (Die Stunde der Wharheit), E. Schurer, etcétera. (N. del m.) <<

[162] En su Orden Segundo, la Misná establece que en la noche del 14 del mes de Nisán (vigilia de la fiesta de Pascua) «debía rebuscarse toda sustancia con levadura (generalmente cereales) a la luz de una vela». (N. del m.) <<

[163] Antes de iniciar la misión, yo había recibido una completa información sobre quién era este tetrarca o gobernador de Galilea: Herodes, por sobrenombre Antipas o «igual a su padre». Y la verdad es que dicho apodo encajaba a la perfección. Herodes Antipas había heredado el gobierno de las tierras del norte (Galilea) a la muerte de su funesto padre, Herodes el Grande, en el año menos 4 de nuestra Era. Tenía 17 años. Según el primer testamento de su padre, Antipas debería de haber recibido el reino de Judea. Pero Herodes el Grande cambió de idea y sustituyó a Antipas por su otro hijo Arquelao, que se hizo cargo del citado reino de la Judea. Y Herodes Antipas recibió, como digo, Galilea. Un tercer hijo, Filipo, fue designado también tetrarca de la Perea. Fue precisamente a este último a quien Herodes Antipas le quitaría su mujer, la no menos célebre Herodías, responsable, al parecer, del asesinato del primo hermano de Jesús de Nazaret, Juan el Bautista. (N. del m.) <<

[164] Al consultar los archivos de Santa Claus, el ordenador central confirmó que el nombre de «Barrabás» era de origen semítico (más exactamente arameo). Podía tener varios significados: Bar, que significa «hijo» en arameo y «Rabba» o maestro y rabí. También cabía la explicación de «Bar Abba» o «hijo de su padre», que era un modo de llamar a cualquiera cuyo padre resultaba desconocido. (N. del m.) <<

[165] Algunos de aquellos galos habían formado parte de la guardia de Cleopatra, reina de Egipto, cifrándose su número en más de 400. (N. del m.) <<

[166] Plinio el Viejo, en su Historia Natural, describe esta enfermedad asegurando que las citadas úlceras empezaban siempre por el mentón. De ahí el nombre de «mentagra». Según nuestro computador, aquella dolencia fue importada desde Asia por un ciudadano de Perusa. (N. del m.) <<

[167] Cuando Herodes Antipas se enamoró de la mujer de su hermano Filipo, tetrarca como él de la región de Perea, al este del Jordán, aprovechó un viaje a Roma para unirse a Herodías. Su esposa legítima, hija del jeque árabe Areta, cuarto rey de los nabateos, tuvo que salir de Israel, regresando con su familia. Desde entonces, Juan el Bautista aprovechó cuantas oportunidades tuvo para reprochar a Herodes y a su amante, Herodías, su adulterio permanente. Las críticas del primo hermano de Jesús fueron tan duras que Antipas, posiblemente por consejo de Herodías, mandó encarcelar al Bautista en una apartada fortaleza situada en la orilla oriental del Mar Muerto y que los beduinos llaman aún el Mashnaka o «Palacio Colgado». Allí sería decapitado poco después. Desde entonces, Antipas vivió consumido por el miedo creyendo que el fantasma de Juan el Bautista regresaría algún día para hacer justicia. Según nuestras investigaciones, era muy improbable que Antípas hubiera accedido a degollar al Bautista a raíz de la famosa danza de Salomé, la hija de Herodías. En aquella época, Salomé debía ser una adolescente. El verdadero nombre de la hijastra de Herodes nos es conocido gracias al testimonio de F. Josefo y a la inscripción de una moneda en la que aparece junto a su marido Aristóbulo. Según los historiadores, la versión más racional y verosímil es que Juan el Bautista fuera encarcelado y ejecutado como consecuencia de sus agrias críticas contra el tetrarca y contra la esposa de Filipo. (N. del m.) <<

[168] La leyenda griega relata que existían tres hermanas —las Gorgonas— que disponían de un solo ojo y de un solo diente para las tres, pasándoselo una a otras, cuando querían ver o comer. Esto, según la leyenda, simbolizaba que la envidia, la calumnia y el odio veían con un solo ojo y se alimentaban con el mismo diente. Una de estas terribles hermanas, viejas como la Humanidad y con serpientes en lugar de cabellos (Medusa), tenía el poder de convertir en piedra todo lo que miraba. Pero fue muerta por Teseo, que le cortó la cabeza. Y según la mitología, una parte de su sangre fue a caer al mar, convirtiéndose en coral. De ahí que el coral haya tenido siempre una gran aceptación entre estos pueblos, como valiosos amuletos contra el «mal de ojo» y la envidia. (N. del m.) <<

[169] Esta fulminante afirmación del mayor me llevó a revisar cuantos documentos me fue posible, en busca del desgraciado final de Herodes Antipas. Con gran sorpresa por mí parte descubrí que el hijo de Herodes el Grande había sido víctima, finalmente, de la ambición y del dominio de su amante: Herodías. Tras la muerte del emperador Tiberio, en el año 37 de nuestra Era, otro miembro de la numerosa familia de los Herodes, hermano precisamente de Herodías, fue sacado de la cárcel de Roma por el nuevo César, Cayo, alias «Calígula» o «Botita». Y ante la desesperación de Antipas y de su amante, Herodes Agripa fue designado rey de todo Israel. Antipas se dejó influir por Herodías y acudió a Roma, dispuesto a pedir para sí el título de rey. Pero «Calígula», que se encontraba en aquellas fechas —año 39 de nuestra Era— en plena campaña militar en las Galias, no sólo no accedió a los deseos del tetrarca de Galilea, sino que, ante el desconcierto del «viejo zorro», le desposeyó de su título, desterrándole. Flavio Josefo y Tilemont coinciden en que Herodes Antipas y su mujer, Herodías, se vieron obligados a peregrinar a España, donde posiblemente se establecieron y murieron. (En aquellas fechas había ya en la península ibérica siete ciudades mediterráneas con importantes colonias judías, así como otras zonas de Andalucía donde Herodes pudo fijar su residencia). (N. de J. J. Benítez). <<

[170] Aunque en el aquel primer «gran viaje» de Caballo de Troya no llegué a coincidir con Claudia Prócula o Procla, todas nuestras informaciones señalaban el origen de esta mujer como «distinguido» y, posiblemente, entroncado —según Tácito— en la rama de los Próculos, pertenecientes como Poncio al orden ecuestre. Fueron muy conocidos Ticio Próculo, amigo de Sila; Cervario Próculo, que conspiró contra Nerón; Licinio Próculo, servidor de Otón y prefecto del Pretorio y Volusio Próculo, que mandó la flota de Mesina. Una de las tradiciones hacía a Prócula descendiente de los «Claudios», oriundos a su vez de las Galias, y quizá emparentada lejanamente con Tiberio. Si esto fuera cierto, quizá pudiera explicarse por qué Poncio Pilato fue desterrado a las Galias por Calígula después del fallecimiento de Tiberio. (N. del m.) <<

[171] La ley judía establecía para el castigo de la flagelación un total de 40 azotes menos uno. Así estaba escrito: «en número de cuarenta» (El añadido, según R. Yehudá, sería el cuarenta). El reo era azotado con las manos atadas a una columna. El servidor de la sinagoga le agarraba los vestidos y si se desgarraban, se desgarraban y si se destrozaban, se destrozaban, hasta que le quedaba el pecho descubierto. Tras él había colocada una piedra y sobre ella se subía el servidor de la sinagoga teniendo en su mano una correa de ternero. Ésta estaba primeramente doblada en dos y las dos en cuatro; otras dos correas subían y bajaban en ella. (N. del m.) <<

[172] Un aumento en la intensidad de un estímulo que origina una diferencia perceptible en el grado de dolor recibe la designación de «diferencia apenas perceptible» o «just noticeable difference» (JND). Aplicando todas las intensidades de estímulos entre el nivel en que no hay dolor y el nivel del dolor más intenso se ha comprobado que el paciente medio puede distinguir unos 22 «JND». (N. del m.) <<

[173] La detección de la temperatura cutánea a distancia —base de nuestras experiencias de tele-termografía— se realizaron gracias a la propiedad de la piel humana, capaz de comportarse como un emisor natural de radiación infrarroja o «RI». Tal y como se sabe por la fórmula de la ley de Stephan-Boltzmann (W = E JT4), la emisión es proporcional a la temperatura cutánea, y debido a que T se halla elevada a la cuarta potencia, pequeñas variaciones en su valor provocan aumentos o disminuciones marcados en la emisión infrarroja. (W: energía emitida por unidad de superficie; E.: factor de emisión del cuerpo considerado; J: constante de Stephan-Boltzmann y T: temperatura absoluta).

En numerosas experiencias, iniciadas por Hardy en 1934, se había podido comprobar que la piel humana se comporta como un emisor infrarrojo, similar al «cuerpo negro» y, en consecuencia, no emite radiación infrarroja reflejada del entorno. (Este espectro de radiación infrarroja emitido por la piel humana es amplio, con un pico máximo de intensidad fijado en 9,6 u.)

Nuestro dispositivo de tele-termografía consistía, por tanto, en un aparato capaz de detectar a distancia mínimas intensidades de radiación infrarroja. Básicamente constaba de un sistema óptico que focalizaba la «RI» sobre un detector. Este se hallaba formado por sustancias semiconductoras (principalmente SbIn y Ge-Hg) capaces de emitir una mínima señal eléctrica cada vez que un fotón infrarrojo de un intervalo de longitudes de onda determinado incidía en su superficie. Y aunque el detector era de tipo «puntual» —capaz de detectar la «RI» procedente de un único punto geométrico—, Caballo de Troya había logrado ampliar su radio de acción mediante un complejo sistema de barrido, formado por miniespejos rotatorios y oscilantes. La alta velocidad del barrido permitía analizar la totalidad del cuerpo de Jesús varias veces por segundo. Esto, a su vez, posibilitaba la obtención de imágenes dinámicas (de ahí el nombre de tele-termografía dinámica). Seguidamente a la emisión, la señal eléctrica correspondiente a la presencia de fotones infrarrojos era amplificada y filtrada, siendo conducida posteriormente a un osciloscopio miniaturizado. En él, gracias al alto voltaje existente y a un barrido sincrónico con el del detector, se obtenía la imagen correspondiente, que quedaba almacenada en la memoria de cristal de titanio del ordenador. Por supuesto, nuestro tele-termógrafo disponía de una escala de sensibilidad térmica (0,1 0,2 o 0,5 grados centígrados, etc). y de una serie de dispositivos técnicos adicionales que facilitaban la medida de gradientes térmicos diferenciales entre zonas del termograma (isotermas, análisis lineal, etc.).

Las imágenes así obtenidas podían ser de dos tipos:

En escala de grises, muy adecuadas para el estudio morfológico de los vasos.

Y en escala de color, entre ocho y dieciséis colores, muy útil para efectuar mediciones térmicas diferenciales con precisión.

Ambos sistemas, naturalmente, podían ser usados de forma complementaria. Caballo de Troya, después de numerosas pruebas, seleccionó los equipos AGA-661, así como una asociación del Barnes-Pyroscan y los del sistema CSF-IR-815 como los más adecuados para nuestra misión. (N. del m.) <<

[174] En un primer examen ocular, creí identificar aquellas zarzas con las plantas denominadas Poterium spinosum, muy común en Palestina y usada habitualmente como provisión para el fuego. Ello ratificaba la hipótesis del doctor Ha Reubení, director del Museo Botánico de la Universidad Hebrea de Jerusalén, descalificando otras muchas teorías sobre el posible origen de la planta utilizada para el trenzado del «casco» de espinas. (La más conocida y popular señalaba al «ziziphus» o Spina Christi (Palinurus Aculeatus) como la zarza utilizada en esta «coronación». (N. del m.) <<

[175] Pocos años después de la muerte de Cristo, numerosos samaritanos se congregaron en torno a un supuesto Mesías, que les prometió descubrir los vasos sagrados enterrados por Moisés en uno de los montes de Samaria. Pilato supo de esta multitudinaria manifestación en el monte Garizim y, rodeando con sus tropas a los samaritanos, dio la orden de cargar sobre ellos, dando lugar a una gran mortandad. Samaritanos y judíos se dirigieron entonces a Vitelio, supremo gobernador de la provincia de Siria, acusando a Pilato del horrible asesinato de miles de samaritanos. Vitelio no tenía autoridad para juzgar al procurador de Israel y le envió a Roma, con el fin de que compareciese ante el emperador. Pero, durante el viaje, Tiberio murió, haciéndose cargo del imperio Cayo, alias «Calígula». Éste, al conocer los hechos, desterró a Poncio y a su familia a las Galias donde, al parecer, murió. (Algunas tradiciones apuntan hacia el hecho de que Pilato terminó por refugiarse en lo que hoy conocemos por Lausanne, en Suiza, suicidándose). (N. del m.) <<

[176] El famoso gobernador «Cirino», como se le conoce a través de los escritos romanos, desempeñó un papel destacado a las órdenes de Augusto, siendo el responsable de los dos censos efectuados bajo el mandato del citado César en la entonces provincia romana de Siria. El primero de estos censos tuvo lugar entre los años 10 y 7 antes de Cristo, y fue, precisamente, el que movilizó a José y Maria en dirección a Belén. El segundo censo ocurrió entre los años 6 y 7 de nuestra Era. En esta segunda ocasión, Sulpicius Quirinius o «Cirino» fue enviado por Roma en compañía de Coponio, primer procurador de Judea. (N. del m.) <<

[177] Afortunadamente para mí, yo había sido instruido en el arte de los antiguos augures y arúspices griegos y romanos. Una vez en el templum o espacio del cielo que debía observarse, el augur tomaba su lituus y se volvía hacia el sur, trazando una línea sobre el cielo —de norte a sur—, llamada cardo. Después hacia otro tanto de este a Oeste (decumanus), repartiendo así en cuatro áreas la parte visible del cielo. Enseguida, tirando dos líneas paralelas a las dos trazadas anteriormente, formaba un cuadrado que, proyectado sobre la tierra, constituía el citado prisma o templum. La zona que quedaba delante de él se denominaba antica y la que quedaba atrás, postica. (N. del m.) <<

[178] El origen del patibulum se remonta a la viga que servía para atrancar las puertas en Roma. Al quitarse, se abría dicha puerta. De ahí el nombre.(N. del m.) <<

[179] Se denomina «haboob», en términos meteorológicos, a una tempestad de polvo que se forma sobre los desiertos durante un periodo de inestabilidad convectiva. El término «haboob» se deriva de otro árabe que significa «viento violento». Son notables y famosos los «haboobs» del Sudán, con velocidades de hasta 85 kilómetros por hora. (N. del m.) <<

[180] El término Gulgultha es la forma aramea del hebreo Gulgoleth, que quiere decir «cráneo». Por eliminación de una de las «1» aparece la expresión griega Gólgotha y la siríaca. Gugultha. La versión latina se lee Calvarium. De ahí la denominación final de Calvario. (N. del m.) <<

[181] De las diversas interpretaciones que yo había estudiado durante mi entrenamiento para la misión Caballo de Troya sobre este lugar, sólo la que asociaba la forma del peñasco con la palabra «cráneo» me pareció la más verosímil. Y no estaba equivocado. Para algunos, entre los que se encontraba San Jerónimo, el Gólgota tomaba aquel nombre por ser éste el lugar donde se ajusticiaba y sepultaba a los criminales. Craso error, ya que los judíos tenían por costumbre enterrar a los ejecutados en una fosa común o, incluso, arrojarlos a las barrancas de la Gehenne o Hinnom, al sur de Jerusalén, donde eran devorados por los perros, ratas y otros animales. Una segunda teoría —más peregrina que la anterior— alude a una vieja leyenda, según la cual, aquel promontorio fue denominado así porque en una caverna inferior se hallaba el cráneo de Adán. Así lo creyeron, por ejemplo, personajes tan relevantes como Orígenes, san Atanasio, san Ambrosio, santa Paula, etc. En este sentido, una vidente llamada Ana Emmerich llegó a escribir lo siguiente en su obra La dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo: «En cuanto al origen del nombre calvario, he aquí lo que sé. La montaña que tiene ese nombre, se me apareció en tiempo del profeta Eliseo. Entonces no estaba como en el tiempo de Jesús; era una altura con muchas murallas y grutas que parecían sepulcros. Vi al profeta Eliseo bajar a esas grutas (no sé si lo hizo realmente o si era simplemente una visión). Lo vi sacar un cráneo de un sepulcro de piedra, donde reposaban huesos. Uno que estaba a su lado, yo creo que era un ángel, le dijo: «Es el cráneo de Adam». El profeta quiso llevárselo, mas el que estaba con él, no se lo permitió. Vi sobre el cráneo algunos pelos rubios esparcidos. Supe también que el profeta, habiendo contado lo que le había sucedido, el sitio recibió el nombre de «Calvario». En fin, yo vi que la cruz de Jesús estaba puesta verticalmente sobre el cráneo de Adam». Con todos mis respetos para la citada vidente, sus «informaciones» no concuerdan con los estudios arqueológicos ni con la propia naturaleza de la humilde roca. (N. del m.) <<

[182] El «sedile» venía a ser una pieza de madera o de metal —generalmente de hierro— que se colocaba en ocasiones en las zonas bajas de la stipe. Era usado cuando se deseaba prolongar la agonía del crucificado. En esta pieza, que adoptaba formas diversas —desde una simple barra hasta un taco de madera, pasando por una estructura similar a un cuerno—, el reo podía apoyar los pies y, en consecuencia, el peso de su cuerpo. Tertuliano lo cita en una ocasión, llamándolo sedilis excelsus o asiento elevado. (N. del m.) <<

[183] A partir del emperador Adriano (117-138) se hace oficial esta costumbre, denominada pannicularia o «propina», por decreto recogido en el Digesto. (N. del m.) <<

[184] Un sencillo cálculo matemático nos proporciona la terrorífica imagen del peso que tuvo que soportar Jesús de Nazaret durante este angustioso elevamiento. Repartiendo el peso total del Maestro entre ambos brazos (unos 40 kilos para cada uno) la fuerza de tracción ejercida sobre cada uno de ellos es igual a 40/coseno de 65° = 40 : 0,4226 = 95 kilos, aproximadamente. (N. del m.) <<

[185] Aunque no soy entendido en los misterios de la llamada Cábala o Qabbalah (vocablo hebreo equivalente a «conocimiento» o «tradición»), invito a quien pueda leer este diario a someter las sucesivas numeraciones aparecidas en los dados al método de conversión utilizado por Cagliostro y que supone una pretendida correspondencia entre los números y las letras, según los alfabetos hebreo y latino. Yo lo he hecho y he quedado sorprendido ante las palabras que parecen formar los números «153-634-135-153»… No sólo aparece el nombre «cósmico» de Jesús —siempre según el Esoterismo—, sino que, sobre todo, cuando esa secuencia numérica es «traducida» o «convertida» en letras (las del alfabeto hebreo), los expertos en Cábala descubrieron con asombro todo un «mensaje». A través de este sistema conocido en la ciencia cabalística como «gueematria»—, estos números (en el mismo orden que aparecen en el texto) fueron «descifrados» e interpretados, obteniendo, como digo, un «mensaje múltiple». No voy a desvelar aquí y ahora este increíble «mensaje». Prefiero que sea el lector quien trabaje sobre este apasionante enigma y descubra por sí mismo el «secreto» de dicha numeración. Sólo añadiré algo: en mi deseo de comprobar y analizar cuantos datos aparecen en este Diario, sometí las referidas tiradas de los dados a un frío y riguroso examen, por parte del catedrático de Ciencias Matemáticas y Estadísticas, J. A. Viedma, y de un grupo de especialistas en Informática, encabezados por mi buen amigo José Mora, todos ellos residentes en Palma de Mallorca. Pues bien, según estos expertos, el cálculo de probabilidad matemática de que puedan salir dichos números, y en ese orden, es de 1 : 1.679.616 = 0,00000059537. Es decir, la probabilidad resultaba bajísima. (N. del m.) <<

[186] Como saben bien los seguidores de las iglesias —especialmente de la Católica—, el número actual de reliquias, supuestamente relacionadas o pertenecientes a la Pasión del Galileo, supera el millar. Esto, desde un punto de vista objetivo, arqueológico y científico, es tan absurdo como imposible. En la basílica de Saint-Denis, en Argenteuil, al norte de Paris, se conserva, por ejemplo, una supuesta «túnica sagrada». Y Otro tanto ocurre en la catedral de Tréveris. Con los debidos respetos a los que creen en ambas «túnicas«, ninguna de las dos puede ser la que lució el Maestro de Galilea. En la primera, aunque las dimensiones son aproximadas a las reales (1,45 metros de longitud por 1,15 de anchura), careciendo incluso de costuras, el tejido, en cambio, lo constituye un burdo entramado de hilos de estopa de cáñamo, que nada tiene que ver con la naturaleza de las prendas utilizadas habitualmente por los hebreos en aquella época: algodón, lana y lino. (Por una túnica confeccionada con una tela tan raída como tosca, los legionarios no hubieran perdido el tiempo sorteándola). En cuanto a la segunda, aún resulta más difícil de identificar. Se trata de una serie de trozos de un tejido muy fino y parduzco, envueltos y protegidos contra la polilla entre dos telas. Una de éstas es de seda adamascada, fabricada posiblemente en Oriente entre los siglos VI y IX. Con los clavos y la cruz de Cristo ocurre algo parecido. Según la tradición, la piadosa emperatriz santa Elena los desenterró en el siglo IV. (Para empezar, dudo que las fuerzas romanas perdieran el tiempo y el dinero sepultando las stipes y patibulum, así como los clavos, después de cada ejecución, como pretenden algunos exégetas, en defensa de la tradición de la mencionada madre del emperador Constantino). Según estas mismas leyendas, santa Elena mandó hacer un freno con uno de los clavos para el caballo de su hijo (hoy se conserva en Carpentras). Con otro formó un circulo para el casco de Constantino y se dice que aquel círculo forma ahora parte de la corona de hierro de los reyes lombardos, conservada en Monza. Con el tercer clavo dícese que sirvió para apaciguar una tempestad en el Adriático… El caso es que, en la actualidad, en varias iglesias de Europa se veneran supuestos clavos de la Pasión, hasta un total de ¡Diez!: dos en Roma, uno en Santa Cruz de Jerusalén, en Santa María del Capitolio, en Venecia, en Tréveris, en Florencia, en Sena, en París y en Arras.

Respecto a los maderos de la cruz de Jesús, el asunto se complica mucho más. El mundo de los cristianos está materialmente sembrado de astillas de todos los tamaños, todas ellas supuestamente extraídas de la verdadera Cruz. Como decían Breckhenridge y Salmasio, entre otros, «sí se juntasen estas reliquias podríamos plantar un bosque…». Quizá el trozo más voluminoso es el que se venera en España: en Santo Toribio de Liébana, en la provincia norteña de Santander. La tradición asegura que este lignum crucis fue traído desde Jerusalén por santo Toribio, obispo de Astorga, en España, y contemporáneo de san León I el Grande. Uno de los datos a favor de este supuesto resto de la cruz en la que fue colgado el Maestro es el tipo de madera: pino. Pero, desde un punto de vista científico, las dudas siguen envolviendo su origen. (N. del m.) <<

[187] Los hombres de Caballo de Troya, en un informe posterior a este primer «gran viaje» y en base al peso de Jesús, a las longitudes de sus brazos, a las distancias hombro-clavo y al ángulo de 30 grados que formaban sus miembros superiores con la horizontal, expusieron, entre otras, las siguientes consideraciones teóricas: la distancia entre los clavos de las muñecas y una línea horizontal (imaginaria) que pasara por el centro de ambas articulaciones de los hombros, era de 26,5 centímetros, aproximadamente. Esta era, en suma, la escalofriante altura a la que debía elevarse el Maestro cada vez que practicaba una de estas inspiraciones algo más profundas. Pensando que el músculo deltoides (que se extiende desde la clavícula y el omoplato al húmero) está diseñado para elevar el citado miembro superior, cuyo peso es de un kilo y pico, el esfuerzo a que se vio sometido en el caso del Galileo es sencillamente excepcional. Si hacemos actuar el citado deltoides en forma inversa —haciendo fijas sus inserciones en el húmero, tirando hacia arriba de los hombros para elevar el peso del cuerpo— comprobaremos las enormes dificultades que ello supone, perfectamente patentes en ese ejercicio gimnástico, único, que se lleva a cabo con las anillas y que, popularmente, es conocido como «hacer el Cristo». Al no contar con la ayuda de los músculos de las extremidades inferiores, la musculatura del hombro tenía que elevar el peso correspondiente a la cabeza, tronco y vientre, hasta la raíz de los miembros inferiores. Es decir, suponiendo que la masa total de Cristo fuera de unos 82 kilos, la mencionada musculatura debía correr con la elevación de los 2/3 del peso corporal. En otras palabras: con unos 54,6 kilos. De acuerdo con la expresión peso = masa X gravedad, se obtuvo que 54,6 X 9,8 = 535,73 julios. Al cronometrar el referido ascenso de 26,5 centímetros (0,265 metros) en unos 1,5 segundos, Caballo de Troya dedujo que la aceleración sufrida por Jesús de Nazaret fue de aproximadamente, 0,2355 metros por segundo en cada segundo. (Se tuvo en cuenta, obviamente, los siguientes parámetros: «e» = espacio o distancia recorrida; «V0» = velocidad inicial, en este caso cero; «a» = aceleración y «t» = tiempo invertido. O, lo que es lo mismo: e = V0 +- 1/2 a.t2. Esto significaba lo siguiente: 0,265 = 1/2 a. 1,52.) También fue calculada la fuerza que tuvo que hacer el Maestro en cada una de estas violentas elevaciones en vertical: peso-fuerza = masa × aceleración. Es decir, 535,73— F = 54,6 X 0,2355. El resultado fue de F = 522,87 julios. En cuanto al «trabajo» desarrollado, he aquí la escalofriante cifra: trabajo = fuerza X distancia (T = 522,87 X 0,265 = 138,56 newtons). Ello arrojó una potencia de ¡92,37 watios! (potencia = trabajo/tiempo o 138,56/1,5). Si comparamos esos 92,37 watios con los 2,5 que normalmente realiza la misma musculatura para elevar simplemente el brazo, empezaremos a intuir el gigantesco y dolorosísimo esfuerzo que, como digo, desarrolló Jesús de Nazaret en la cruz. (N. del m.) <<

[188] «Pegeons»: entre pilotos y astronautas, proporcionar distancia y rumbo. (N. del m.) <<

[189] No puedo resistir la tentación de recordar al lector otro suceso que parece guardar una estrecha relación con éste: el sol que «bailó» en Fátima en 1917. En cuanto al objeto que provocó las «tinieblas» sobre Jerusalén y su entorno, el computador del módulo estimó que giraba geosincrónicamente sobre la ciudad santa (paralelo estimado para Jerusalén: 5 463 kilómetros). (N. del m.) <<

[190] Utilizando el llamado «Sistema 1», basado en tablas francesas elaboradas en Nancy, fueron desarrollados alrededor de 40 parámetros. Por ejemplo, la «VC» o capacidad vital; «VT» o volumen corriente; «RV» o volumen residual; «TLC» o capacidad pulmonar total; «MV» o volumen minuto; transferencia o difusión pulmonar del oxígeno; «RAW» o resistencia de vías aéreas; distensibilidad pulmonar y torácica, y «PST» o presión de retracción elásticopulmonar. (N. del m.) <<

[191] Esta «señal», que suele preceder a la muerte, bien conocida de los médicos, presenta generalmente en el ojo derecho una opacidad de la esclerótica algo más pálida que en la del izquierdo. Casi siempre se registra esta «mancha ocular» con cierta antelación en un ojo que en el otro. (N. del m.) <<

[192] La energía liberada en un terremoto se desplaza por la roca en forma de ondas. Dicha roca actúa como un cuerpo elástico. Las partículas individuales en los estratos rocosos vibran de una parte a otra con gran rapidez a medida que se transmite el movimiento ondulatorio. Aunque sus patrones resultan sumamente complejos, constantemente modificados por las propiedades de reflexión, difracción, refracción y dispersión de las ondas, internacionalmente han sido divididas en tres grandes grupos: Onda «P» o «primaria», «de empuje», «compresional» o «longitudinal», que viaja por el interior de la Tierra a gran velocidad (entre 6 y 11,3 kilómetros por segundo), siendo la primera en llegar a la estación registradora. Se transmite, como las ondas sonoras, por compresión y expansión alternas del volumen de la roca a lo largo de la dirección de viaje de las ondas. Puede atravesar sólidos, líquidos y gases. Onda «S» o «secundaria», «de sacudida», «de esfuerzo cortante», «distorsionales» o «transversales». Forman un cuerpo de ondas más lento que las «P», viajando entre 3,5 y 7,3 kilómetros por segundo. Son las segundas en llegar a los sismógrafos. Viajan también a través del interior de la Tierra, siendo transmitidas —al igual que las ondas de luz— por vibraciones perpendiculares a la trayectoria en que viajan las ondas en las rocas. Su velocidad es proporcional a la rigidez del material que atraviesan, no pudiendo cruzar los líquidos.

Por último, las ondas «L», también conocidas por los nombres de «largas o superficiales». Son lentas —alrededor de 3,5 kilómetros por segundo—, variando su desplazamiento con la elasticidad de la roca. Tienen una naturaleza ondulante, moviéndose fundamentalmente bajo la superficie terrestre. Se conocen dos clases principales: las ondas «Love», en sólidos uniformes, y las «Raleigh», en sólidos no uniformes. (N. del m.) <<

[193] Como base puramente comparativa, el famoso terremoto de 1755 en Lisboa, cuya magnitud fue estimada en 9, provocó una ola sísmica o maremoto denominada «tsunami», que arrasó la capital portuguesa y sus alrededores, ocasionando 60 000 muertos. Se trata del seísmo más fuerte de la Historia Moderna. Hasta lago Lomond, Escocia, se balanceó a causa del temblor. (N. del m.) <<

[194] Uno de los testimonios más antiguos de que se dispone en la actualidad sobre seísmos en Israel procede de Flavio Josefo. En su libro I, capítulo XIV, de la Guerra de los Judíos y bajo el título «De las asechanzas de Cleopatra contra Herodes, y de la guerra de Herodes contra los Árabes, y un muy grande temblor de la tierra que entonces aconteció», el historiador dice: «… Persiguiendo (Herodes el Grande) a los enemigos le sucedió por voluntad de Dios otra desdicha a los siete años de su reinado, y en tiempo que hervía la guerra Acciaca, porque al principio de la primavera hubo un temblor de tierra, con el cual murió infinito ganado y perecieron treinta mil hombres, quedando salvo y entero todo su ejército porque estaba en el campo». El terremoto ocurrió, por tanto, hacia el año 35 antes de Cristo, justamente 64 o 65 años antes del seísmo que mencionan los Evangelios. (N. del m.) <<

[195] De las dimensiones de este gran vacío nos da idea el siguiente dato del escrito rabínico Middot (III, 8): «si el velo del Templo ha sido manchado, se debe arrojar en un baño que necesita la presencia de 300 sacerdotes». (N. del m.) <<

[196] Esta moneda, similar a la «perutah» de Agripa I, era acuñada en Jerusalén. Se han encontrado ejemplares emitidos bajo Coponio, Valerio Grato, Poncio Pilato y Antonio Félix. Su valor era mínimo: un denario de plata equivalía a 192 «perutah», aproximadamente. (N. del m.) <<

[197] Al consultar los principales catálogos mundiales de monedas judías del tiempo de Cristo —especialmente el de monedas antiguas del Museo Británico y el libro de Madden sobre monedas judías, publicado en 1864 y reimpreso en 1967—, los especialistas de Caballo de Troya comprobaron que la mayor parte de las monedas acuñadas por Poncio Pilato (del 26 al 36 de nuestra Era) se distinguían precisamente por signos como el lituus, simpulum, etc., que, por su carácter pagano, ofendían los sentimientos religiosos del pueblo hebreo. En el caso del lituus o cayado del augur o adivino, es de suponer que esta osadía de Poncio —único gobernador romano que se atrevió a herir así la fibra religiosa de Judea— encerrase también un alto grado de adulación hacia Tiberio, gran entusiasta, como ya hemos visto, de los astrólogos. (N. del m.) <<

[198] Una de las faltas de ortografía más llamativas era la «C» inicial de la palabra «CAICAPOC». Lo lógico es que el responsable del troquelado hubiera acuñado dicho título con la «K» griega: «KAICAPOC» o «Káisaris» («de César»). Pero, por otra parte, conocida la pésima reputación del procurador romano como acuñador de monedas, tampoco me extrañó excesivamente. Otro de los errores, consecuencia de la «comodidad» de los acuñadores, aparece en las dos últimas «C» de «CAICAPOC». En realidad, la mencionada palabra griega debería de haber sido escrita con sendas «Σ» (letra «sigma»). Probablemente, los artesanos prefirieron ahorrarse el engorroso signo, dejándolo reducido a su mitad: «<» o «C». (N. del m.) <<

[199] Doscientos dólares de 1973, claro. (N. de J. J. Benítez). <<

[200] En los relatos tradicionales de la festividad judía de las luminarias o «Januká» (que suele coincidir con las Navidades), se cuenta que, durante la ocupación romana en el siglo I, estaba prohibido reunirse en grupos para estudiar la Torá. Cuando un vigía alertaba al grupo de estudiosos sobre la proximidad de los legionarios, alguien sacaba un «zevivon» o pequeño dado, con una base puntiaguda y un asa superior para hacerlo girar. De esta forma disimulaban, apostando sobre qué cara del dado caería hacia arriba. Incluso en la actualidad es frecuente ver a los niños israelitas jugando con uno de estos «zevivon» durante los días de la «Januká». (N. del m.) <<

[201] En Medicina Legal está perfectamente estudiado que, para producir el cierre total de las yugulares, se necesitan unos cinco kilos de fuerza. En el caso de las carótidas, entre diez y quince kilos. (N. del m.) <<

[202] Nota de J. J. Benítez: El extenso relato del mayor sobre esta apasionante conversación con la madre de Jesús de Nazaret, en la que aparecen infinidad de datos nuevos y fascinantes sobre la infancia, juventud y edad adulta del Galileo, ha sido desgajado del mencionado diario e incluido —por razones de su extensión— en un próximo volumen. Siento, de verdad, dejar al lector con la miel en los labios… <<