Prólogo
MATHEW PRICHARD
Hace ya unos cuantos años hice mi primer viaje a Calgary, al oeste de Canadá, en compañía de Angela, mi primera mujer. Nuestra intención era asistir al estreno mundial de una obra teatral, todavía muy temprana, de Agatha Christie titulada Chimneys, que nunca se había puesto en escena. En el transcurso de la primera recepción que se ofreció con motivo del estreno conocimos a un irlandés tranquilo, un hombre que gastaba lentes llamado John Curran. Se tomó con su inveterado buen humor el modo en que lo abordé cuando le dije que tenía que estar loco de remate para haber viajado de Dublín a Calgary sólo para ver una obra teatral de Agatha Christie. Desde entonces no hemos dejado de ser buenos amigos.
Desde la muerte de mis padres, que tuvo lugar en Greenway, condado de Devon, en la misma casa que recientemente ha pasado a la tutela del National Trust (y que se acaba de abrir de nuevo al público), John nos visitó con frecuencia. La mayoría de las personas que hacen una visita a Greenway se quedan embelesadas con los jardines y con los paseos a la orilla del río. No fue el caso de John. Pasó todo el tiempo que estuvo allí encerrado en el «cuarto del fax», una habitación de la primera planta de poco más de tres metros de lado en la que se conservaba entonces el archivo de Agatha Christie. Había que sacarlo de allí con verdadero esfuerzo a la hora de la comida y la cena; a veces pasaba hasta doce horas al día inmerso en la historia de las numerosas obras de Agatha Christie.
Fue en ese cuartito donde floreció la historia de amor que John ha tenido y tiene con los cuadernos de Agatha Christie, y ni él ni yo dimos crédito a nuestra suerte (que es una suerte también para el lector) cuando HarperCollins acordó la publicación del libro de John sobre los cuadernos. Creo que cualquiera descubrirá que su fascinación y entusiasmo por los cuadernos es patente en todo el libro. De propina ha incluido dos relatos breves de Agatha Christie que eran realmente desconocidos hasta la fecha.
Nunca ha dejado de asombrarme que a lo largo de los más de treinta años que han pasado desde su fallecimiento el interés que existe por todos los aspectos de la vida y la obra de Agatha Christie se mantenga a un nivel tan fervoroso. De John conviene decir que siempre se ha concentrado en su obra, dejando en manos de otros la morbosa fascinación por la persona que hay detrás de los libros. Éste es un volumen que detalla todos los entresijos, la materia prima de todas sus grandes obras. Es un libro sumamente personal y es sin duda un fragmento de la historia literaria. John nos ha hecho un obsequio a todos nosotros; confío firmemente que el lector lo disfrute.
Mathew Prichard es nieto de
Agatha Christie
y presidente de Agatha Christie Limited