Notas
La captura de Cerebro

[1] Al contrario que en la versión recogida en el volumen, que se ambienta de manera inequívoca en Londres, la versión hasta ahora inédita, como tantos otros «Trabajos», tiene un claro sabor internacional. Desde la primera frase sabemos que nos hallamos en «el extranjero»; por tercera vez en los «Trabajos» estamos en Suiza (tal vez sea significativa su condición de país neutral). Poirot ya ha visitado el país en «La cierva de Cerinia» y «El jabalí de Erimanto». <<

[2] Es un pensamiento improbable, casi único en Poirot. <<

[3] Se trata de una referencia al primer encuentro de Poirot con Vera Rossakoff, que tiene lugar en «Doble pista», publicado en diciembre de 1923, cuando la desenmascaró y denunció que había robado ella las joyas. Con posterioridad se encuentran aún cuatro años después en Los cuatro grandes. <<

[4] Ésta es una referencia a Los cuatro grandes, cuando Poirot arregla lo necesario para que regrese junto a la condesa el hijo pequeño que ella creía muerto desde tiempo atrás. <<

[5] El pasaje sobre el hijo de la condesa es prácticamente idéntico, palabra por palabra, a la versión del relato que figura en el libro. <<

[6] Parece cuando menos curioso que Poirot se muestre deseoso de tomar un vodka. <<

[7] Aunque da la impresión de ser un personaje de opereta, es difícil no pensar de inmediato en Mussolini. <<

[8] A pesar de la inevitable alegoría que traspasa todo el relato, ésta es la única referencia inequívoca a los nazis. <<

[9] Al cuidador del perro se le llama «señor Higgs», y se le describe tachándolo de «maloliente» en las dos versiones del relato. <<

[10] Es tal el sabor político del relato que el can que le da título prácticamente se olvida, y desempeña un papel mucho más reducido que el otro perro que aparece en el relato recogido en el volumen de los «Trabajos». <<

[11] En el transcurso de este relato nos encontramos con un Poirot distinto del que tenemos por costumbre, un Poirot deseoso de gozar de la compañía de una mujer, que bebe vodka y ahora salta una tapia, aunque ésta sea una hazaña que ya había llevado a cabo en el undécimo «Trabajo», «Las manzanas de las Hespérides». En efecto, el rastreo y la eventual detección de August Hertzlein recuerdan a un procedimiento similar, que en ese relato se centra en el cáliz de Cellini. <<