Reconocimientos

 

 

 

Durante mis primeros años de Universidad, deprimido profundamente y luchando con mis cursos, hice una cita con un psiquiatra en Beverly Hills. En ese momento, no sabía nada sobre psicoterapia o psiquiatría; escuché el nombre de este hombre de mi padre, un contratista, que lo mencionó como un inversionista en un proyecto edilicio. No tenía idea donde más ir y no les mencioné mi cita a mis padres. Luego de que el psiquiatra se encontrara conmigo, él convenció a mi padre de mi necesidad de hacer un tratamiento y me recomendó a un colega que él creyó que podía ayudar.

Comencé el tratamiento una vez a la semana con el Dr. Micahel Ian Paul, y me quedé con él los siguientes 13 años, aumentando a dos veces por semana después de cinco años, luego a tres y, eventualmente, cuatro veces por semana una vez que había completado mi maestría y comencé la capacitación de psicodinámica. Me considero un hombre muy afortunado. Fue pura casualidad que el psiquiatra invirtiera con mi padre y yo escuchara su nombre; afortunado para mí que él no me enviara a una universidad diferente. Yo reconocí que necesitaba ayuda, busqué y lo sostuve una vez que la encontré, pero fue coincidencia que las circunstancias de mi vida me hayan puesto en contacto con Michael Paul.

No pasa un día sin que haga uso de algo de lo que aprendí de él; incluso ahora, más de 25 años después del término de mi análisis, pienso en él a menudo y me siento agradecido por lo que me brindó. Cuando las personas que conozco se quejan sobre el costo del psicoanálisis y critican que haya estado bajo tratamiento durante tanto tiempo, yo solo puedo responder: “¿Qué precio pones a tu vida?” Yo trabajé duro para solventar mi terapia luego de que mis padres se rehusaran a pagarla, y me esforcé para hacer uso de nuestras sesiones; pero sin su ayuda, yo no tendría mi familia, mi carrera o los amigos que disfruto hoy.

Sin mi experiencia como paciente de Michael Paul, nunca hubiese podido escribir este libro. Muchos de los conocimientos que aportan estas páginas, fueron absorbidos y asimilados durante mis años en su sillón. Aprendí ampliamente cómo ser un terapeuta presenciando su fino ejemplo. Me expreso de diferentes maneras, quizás, y mi entendimiento de la vergüenza evolucionó mucho luego del término de mi análisis, pero mis visiones de la naturaleza humana y qué nos dirige son esencialmente las mismas que eran antes.

Durante la capacitación psicoanalítica formal, tuve excelentes maestros y supervisores, y también aprendí de ellos. Richard Alexander, Robert Caper, James Gooch, Yvonne Hansen y Donald Marcus jugaron un importante role en mi desarrollo profesional. La amistad de mi compañero de clase Tom Grant me contuvo durante la capacitación. También estoy agradecido por la confianza y la lealtad de mis clientes, muchos de los cuales permanecieron conmigo durante años, con frecuencia, esperando mi entendimiento para evolucionar lo suficiente para poder ayudarlos.

Cuando me mudé a Chapel Hill, Carolina del Norte, 14 años atrás, la buena suerte me llevó a la clase de escritura vespertina de los jueves de Laurel Goldman. Laurel es la crítica perceptiva más sensible que jamás haya conocido. Junto con mis queridos compañeros de clase Christina Askounis, Angela Davis-Gardner, Peter Filene, Linda Orr y Peggy Payne, Laurel me ayudó a crecer como escritor. Capítulo a capítulo, leí las primeras versiones de este libro durante nuestra clase; las críticas y el estímulo del grupo ayudaron a darle forma al libro que usted está leyendo hoy.

Hace casi dos años atrás, Marla Estes sugirió que escribiera una serie de publicaciones para mi sitio web, detallando los diferentes mecanismos de defensa; fue su idea escribir un libro sobre cómo “descifrar” los mecanismos de defensa. A medida que el libro se desplegaba, se convirtió en algo mucho más grande, un delineamiento más comprensivo de la experiencia humana y un intento de adaptar lo que yo había aprendido como terapeuta en el formato autoayuda, pero el crédito de la idea original es para Marla.

Mis buenos amigos Kathy Stanford y Dave Birkhead trajeron sus habilidades de diseño gráfico para crear el arte de la tapa y el diseño del libro. Sin el incansable apoyo y el estímulo de Michael Eha nunca hubiese completado este proyecto.

Finalmente, quiero agradecer a todos en mi familia por su paciencia y entusiasmo – especialmente a mi hijo William, quien hace mucho tiempo me incentivó a crear un blog.