TRES

El Paisaje Emocional

 

 

“No hay advenimiento a la consciencia sin dolor.”

–Carl Jung

 

 

En el capítulo anterior, vimos las tres preocupaciones psicológicas principales en el corazón de la experiencia humana - soportar la necesidad, tolerar sentimientos intensos y desarrollar un sentido de estima y valor personal. Aunque la segunda de esas preocupaciones se centra en particular en la emoción, las tres áreas incluyen sentimientos característicos que los seres humanos sienten en todos lados, en un momento u otro. Hacer frente a nuestras preocupaciones psicológicas principales significa enfrentar y aceptar una amplia gama de emociones.

Tener necesidades humanas comunes significa que deseamos contacto con otros; anhelamos acercamiento e intimidad física, queremos amigos y deseamos sexo. Cuando conseguimos lo que necesitamos, podemos sentirnos felices y satisfechos; cuando no lo hacemos, nos puede hacer sentir tristes, solos o frustrados. Y si usted está insoportablemente frustrado, puede desencadenar la ira, el resentimiento e, incluso, el odio.

Desarrollar un sentido de valor personal implica sentimientos de orgullo, un sentido de la integridad y el bienestar que conduce a la alegría, con uno mismo y nuestro mundo. La autoestima fuerte también se liga a la felicidad y a la realización. La alternativa, la vergüenza, es uno de los sentimientos más profundamente dolorosos que conocemos. Interfiere con la experiencia de la felicidad y de la alegría. Obscurece por completo el espectro emocional; nos detiene de conseguir lo que necesitamos.

De este modo, hacer frente a nuestras áreas de preocupación principales inevitablemente desencadena sentimientos intensos; navegarlas bien significa aprender a tolerar esa intensidad, agradable y dolorosa. Significa aceptar que la condición humana implica una amplia gama de emociones que no podemos evitar.

 

 

“Todo Lo Que Quiero Es Ser Feliz”

 

Como terapeuta, uno de los primeros desafíos que enfrento a menudo con un nuevo cliente se refiere a este tema - la inevitabilidad de ciertos sentimientos dolorosos. Al principio de mi propio tratamiento, le dije a mi terapeuta algo como, “yo solo quiero ser feliz.” He dicho esto más de una vez, de varias maneras diferentes. Él a menudo me respondía con una pregunta: “¿Usted está interesado en aprender lo que realmente siente, o solamente en sentirse de una manera en particular?” Con el transcurso de los años, he escuchado a mis propios clientes hacer declaraciones similares; generalmente he respondido con el mismo estilo que mi terapeuta me respondía a mí.

Todos quieren sentirse felices y sentirse amados por otros. Es comprensible, y no hay escasez de consejos profesionales sobre cómo llegar allí. Recorra el pasillo de autoayuda de Barnes & Noble y usted encontrará muchos libros que trazan el camino hacia la felicidad, o le enseñarán cómo alcanzar el amor incondicional. Otros ofrecen una guía para superar un sentimiento “negativo” u otro. Mientras entiendo las ansias de felicidad, el deseo de sentir amor y el deseo de superar sentimientos difíciles, dolorosos, este libro propone una actitud diferente hacia nuestras emociones.

Los sentimientos son experiencias transitorias; vienen y van y, por supuesto, nadie se siente siempre de una sola manera. En ese sentido, no es posible lograr la “felicidad,” como si usted pudiera llegar a ese estado de estar y permanecer allí. Aunque usted esté felizmente casado con una carrera que usted ame, la muerte le llegará a alguien que a usted le importe – a sus padres u otros seres queridos. Aunque usted alcance una medida justa de éxito y de realización personal, puede haber un receso económico, tráfico en la interestatal hasta con marcha atrás, los vendedores serán groseros, los vuelos serán cancelados, las cosas irán mal y ocurrirán accidentes. La frustración, la decepción, la ira, la tristeza y la pena son todas partes ineludibles de la experiencia humana. Al final, todos tienen que enfrentar la inevitabilidad de su propia muerte.

Es natural para nosotros que intentemos evitar ese dolor siempre que sea posible. Encontraremos una ruta diferente para evitar el embotellamiento de tráfico de la tarde del viernes en nuestro viaje a casa; nos aseguraremos de no comprar en esa tienda donde el vendedor nos ladró; dejaremos a esos conocidos que rutinariamente hieren nuestros sentimientos. Sin embargo, gran parte del tiempo es imposible anticipar o evitar el dolor. En esos casos, necesitamos sobrellevar el dolor, la frustración o la decepción. A veces hay una lección para aprender - Nunca confiaré en Holly otra vez; ella me decepcionó demasiadas veces - pero, a menudo no hay nada más que hacer que sufrir hasta que el sentimiento pase.

En mi experiencia, una gran cantidad de personas pasan un mal momento sufriendo sus experiencias, en el sentido secundario de esa palabra: especialmente tolerar como inevitable o ineludible. Ellos pueden querer deshacerse de sus sentimientos (tomando alcohol o drogas ilícitas), distraerse, incluso engañarse a sí mismos sobre lo que realmente sienten - recurriendo a los varios mecanismos de defensa que discutiremos en la Parte II de este libro.

Antes de continuar para aprender sobre esas defensas, primero necesitamos discutir el paisaje emocional humano - las clases de sentimientos que todos nosotros sentimos y con los que luchamos en un momento u otro mientras navegamos por nuestras preocupaciones psicológicas principales. Si estamos completamente vivos para nosotros y nuestra experiencia, no podemos evitar esos sentimientos. Es la más dolorosa de estas emociones que, a menudo, causa que recurramos a nuestros mecanismos de defensa.

 

 

Lista de Emociones de Aristóteles

 

En el transcurso de los siglos, muchos teóricos han intentado poner adelante un catálogo definitivo de nuestras emociones. Aunque él escribió hace más de 2.000 años, Aristóteles dispuso la lista que yo encuentro más útil para mis propósitos. En el Libro Dos de su Retórica, él nos dice que nuestro maquillaje emocional básico consiste en siete pares opuestos:

 

Ira y Calma

Odio y Amor

Miedo y Confianza

Vergüenza y Descaro

Gratitud y su Carencia

Compasión (o Empatía) e Indignación

Envidia y Emulación

 

Debido a que él está escribiendo sobre retórica, o discurso público, Aristóteles acentúa la forma en que las emociones afectan nuestro juicio, y cómo un orador público puede despertar sentimientos en su audiencia para persuadirla; en lugar de eso, yo me centraré en la manera en que estas emociones aparecen inevitables en el contexto de nuestras relaciones, con particular énfasis en las que encontramos más difíciles de sobrellevar, y que a menudo desencadenan un mecanismo de defensa.

Yo los agrupo de una manera levemente diferente, en un orden orientado a abordar las preocupaciones psicológicas principales y en base a las etapas del desarrollo emocional que nosotros atravesamos de manera óptima mientras crecemos, desde la infancia hasta la edad adulta. No incluye todas las emociones que usted sentirá alguna vez; pero sí cubre la mayoría de las emociones que experimentamos los seres humanos, destacando las que nos causan la mayor parte del dolor y dificultad.

Como la mayoría de los terapeutas psicodinámicos, pienso mucho en los bebés y en sus primeras experiencias. El entorno que conocemos cuando emergemos de la matriz, cómo nos ayuda u obstaculiza en hacer frente a nuestras preocupaciones psicológicas principales, jugarán una parte importante en darle forma a la persona adulta en la que nos convertimos. Algunas de las emociones más dolorosas, con las que podemos luchar a lo largo de nuestras vidas, son las primeras que sentimos.

 

Miedo, Ira y Odio

 

Escuchar los gritos de un infante recién nacido es una experiencia muy incómoda. Esos gritos evocan toda clase de sentimientos dolorosos en usted, como oyente; si usted ajusta sus propias reacciones, obtiene una sensación de lo que el infante puede estar sintiendo. Miedo, por empezar. El grito del recién nacido transporta su terror hacia las nuevas e imprevisibles experiencias enfrentándolo con la vida fuera de la matriz. Los infantes a menudo también suenan enojados - como si ellos odiaran la manera en que se están sintiendo, o incluso, como si se sintieran perseguidos por ella.[9]

Quizás el infante tenga hambre, frío, esté incómodo físicamente o, simplemente, agotado. Debido a que dichas experiencias nuevas y desconocidas son dolorosas, asustan al bebé; no tiene idea de cuánto tiempo durarán dichas experiencias. Los bebés se enojan si su malestar dura mucho tiempo; pueden sentirse perseguidos por sensaciones de las que no pueden escapar e incluso odiarlas. Éstas, creo yo, son nuestras primeras reacciones ante experiencias desconocidas o dolorosas; en diferentes grados, ellas continúan a lo largo de nuestras vidas.

Una gran parte de los adultos tiene miedo de la experiencia nueva y desconocida. Dicho miedo nos hace reacios al riesgo, no dispuestos a dejar lo conocido por lo desconocido, a tomar la oportunidad de un nuevo trabajo, una nueva relación, incluso un corte de cabello diferente. Muchas personas quedan estancadas en las rutinas rígidas, con miedo de quebrar el patrón y hacer algo inesperado; las razones pueden ser complicadas, pero, generalmente, la ansiedad sobre lo que puedan sentir si las cosas cambiaran es una de ellas. Un miedo a emociones inesperadas, imprevisibles, a menudo pondrá en juego mecanismos de defensa, de modo que excluimos esos sentimientos de la consciencia antes de que puedan causar problemas.

Y ¿cuántos de nosotros nos ponemos de mal humor cuando estamos cansados, tenemos hambre o sentimos un dolor, ladrándoles a aquellos que nos rodean? “No te desquites conmigo,” dicen a menudo las personas en respuesta. Nuestro malhumor es una expresión de la ira, despertada por esas experiencias desagradables y, a menudo, la dirigimos a personas que están cerca, como si fuese su culpa. Podemos enojarnos cuando nos sentimos de maneras que no nos gustan y, a veces, odiaremos a las personas que creemos que nos han hecho sentir de esa manera. Generalmente, no es justo: ¡realmente no tienes la culpa de cómo me siento ahora, pero eso no evita que te arranque la cabeza como si la tuvieras!

El miedo, la ira e incluso el odio ocasionales, son partes inevitables del paisaje emocional.

 

Calma y Confianza

 

Si el entorno emocional provee al infante lo que necesita - es decir, si un padre lo levanta, alimenta y consuela, le cambia sus pañales etc. - el miedo del bebé disminuirá y se calmará. La ira y el odio se desvanecerán mientras el malestar se aleje.

El hambre eventualmente volverá, por supuesto, así como la fatiga y otras clases de malestar físico, desencadenando nuevamente los sentimientos de miedo, ira y, a veces, odio. Pero con experiencias repetidas de volver a un estado de calma cuando sus padres le proporcionen lo que sea necesario, el bebé desarrollará gradualmente un sentido de seguridad en su mundo. Las memorias de ser alimentado y consolado se acumularán; con el tiempo, el bebé comenzará a sentirse seguro de que sus cuidadores una vez más aparecerán y le ofrecerán ayuda la próxima vez que el dolor aparezca.

Dichas experiencias consistentes de cuidado confiable, de ser llevado una y otra vez a un estado de calma, no sólo que sus cuidadores hagan sentir seguro al bebé, sino también, de formar la base para los sentimientos de confianza en sí mismo. Las memorias acumuladas de sobrevivir a esos momentos dolorosos hacen que el bebé se sienta confiado en que podrá sobrevivir la próxima vez que aparezcan esos sentimientos. La capacidad de resistir a las tormentas emocionales, de atravesar la propia experiencia y sobrevivir, es la base de lo que más adelante llamaremos autoestima o confianza en sí mismo.

Piense en una persona que usted considere emocionalmente estable y bastante seguro de sí mismo - ni arrogante ni indiferente, y no necesariamente especial de alguna manera en particular - simplemente una persona común, bien-equilibrada, razonablemente satisfecha. Las probabilidades son que esa persona haya crecido en una familia que le proporcionó la clase de entorno emocional que he descrito. No era perfecto… simplemente, “suficientemente bueno,” en términos de Winnicott. Cuando el entorno es más o menos confiable, bastante bueno en responder a nuestras necesidades, es como el alimento para la psiquis y podemos crecer como adultos “normales”.

Un entorno suficientemente bueno conduce a la confianza en sí mismo y a la capacidad de resistir nuestras tormentas emocionales.

 

Vergüenza

 

¿Qué sucede cuando los padres no calman al infante, no le brindan lo que es necesario o, aún peor, rechazan al bebé y responden con sentimientos de hostilidad? Muchos padres son emocionalmente limitados ellos mismos, incapaces de soportar las privaciones y los desafíos de la crianza; pueden odiar esas maneras en que su bebé los hace sentir y luego apartarse. Demasiados padres están tan absorbidos por sus propias necesidades y luchas personales, que tienen poco espacio para cualquier otra persona. Algunos infantes desafortunados nacen de padres que sufren de enfermedad mental, inmersos en la depresión, inmovilizados por la ansiedad, o tienen un sentido débil de sí mismos y de sus propios límites.

¿Qué sucede con los bebés que crecen en dicho entorno?

En vez de sentirse seguros en su mundo, confiados en que la alimentación y la contención emocional que necesita para prosperar estarán disponibles, el miedo del bebé, la ira y el odio se volverán insostenibles; porque no tiene ninguna capacidad para tolerar esta experiencia atroz, solo puede impedir su consciencia de ella. En lugar de aprender a tolerar y entender su experiencia, el bebé intenta deshacerse de ella, o de su consciencia de ella, apoyándose en mecanismos de defensa psicológicos para protegerse a sí mismo.

Los bebés que provienen de dichas familias nunca desarrollan ese sentido fundamental de confianza y seguridad en su mundo; pueden estar plagados de ansiedad sobre qué puede suceder. Y en lugar de desarrollar la confianza en sí mismo que va junto con la confianza, pueden sentir un sentido profundo de vergüenza. Este tipo de vergüenza difiere de formas más tardías de vergüenza que puedan resultar de mensajes humillantes por parte de figuras importantes en nuestras vidas[10]. Difiere de la clase de vergüenza que a veces sentimos por violar códigos aceptables del comportamiento social. La vergüenza resultante de esa experiencia penetrante de ser decepcionado por nuestros padres nos aflige en el centro de nuestro ser; da lugar a la sensación de que somos de alguna manera diferentes a otras personas, defectuosos o aún deformados. Discutiré este tipo de vergüenza en mayor detalle en el Capítulo 11.

Usted puede tener un amigo que lucha con este tipo de vergüenza - una persona talentosa como mi clienta Jessica descrita en el capítulo anterior, que nunca parece ser capaz de satisfacer su potencial, que siempre da mucho más de lo que ella recibe, y va de una relación abusiva a otra. O como Sam, mi cliente que se exhibía en saunas porque él se sentía muy desesperado por ser admirado y deseado.

La vergüenza es el legado empobrecido de una niñez empobrecida, una de las emociones más poderosas y menos entendidas que nos conduce a apoyarnos excesivamente en nuestros mecanismos de defensa.

 

Envidia y Celos[11]

 

Aquellos de nosotros que crecemos agobiados con la vergüenza y la sensación de estar dañados, usualmente también luchamos con sentimientos poderosos de envidia y celos. Estar en presencia de personas que han tenido éxito en la vida y han logrado sus metas, con un nivel de éxito financiero mayor al nuestro, a menudo desencadena tanta vergüenza y un sentimiento de nuestra propia “inferioridad”, que las odiamos por eso. La idea de que otros posean algo - una cualidad personal, una relación o hasta una posesión material - que creemos que nunca “tendremos”, puede hacernos querer subestimarlos, imitar sus logros y “ponernos en su lugar.”

Aún las personas que no sufren de este tipo de vergüenza, pueden de vez en cuando sentirse envidiosas. En un cierto grado, la envidia es una experiencia normal; nos enseña lo que queremos y puede motivarnos a trabajar por eso. La envidia puede ser un conocimiento levemente doloroso que otra persona que tenga algo que deseamos tener para nosotros, pero no siempre nos hace odiar a la otra persona o querer destrozarla. Cuando está infundida con vergüenza, la envidia se vuelve insostenible y altamente destructiva: para encontrar alivio, podemos querer aniquilar el objeto de nuestra envidia.

Así mismo, los celos son una experiencia bastante común, una parte de muchas relaciones. La mayoría de nosotros hemos sentido celos en alguna ocasión u otra, pero no fue necesariamente un problema importante. Si nos preocupamos profundamente por alguien, a veces podemos sentirnos desplazados cuando esa persona pasa mucho tiempo con otro amigo cercano, una pareja anterior en la vida o un grupo al que no pertenecemos, pero no nos amenaza profundamente. Cuando nos sentimos amenazados profundamente, o encontramos insostenible la experiencia de los celos, puede ser que haya una muy buena razón (nuestra pareja está teniendo una aventura amorosa, por ejemplo), o puede ser un resultado de la vergüenza subyacente, esa sensación de defecto personal o desvalorización que resulta de fracasos tempranos en nuestra crianza.

Personas con padres que consistentemente los decepcionan emocionalmente y que fallaron al proporcionarles lo necesario, raramente se sienten seguros en sus relaciones adultas. Lo que puede ser un sentimiento de celos menor, pasajero para una persona, será insostenible para otra. Y si luchamos con la vergüenza profunda, los celos serán aún más difíciles porque dudamos de ser amados; tememos que nuestros daños y nuestros defectos nos hagan antipáticos. Los celos se vuelven tóxicos porque tememos que solo sean una cuestión de tiempo antes de que nuestra “verdad” interna se nos revele y nosotros seamos rechazados.

La envidia y los celos son emociones normales; cuando se conjugan con vergüenza, se vuelven insostenibles.

 

Amor, Gratitud y la Capacidad de Empatizar

 

Cuando las cosas van lo suficientemente bien en nuestra crianza, cuando nuestros cuidadores nos hacen sentir seguros y amados y, por lo tanto, seguros de nosotros mismos, también nos sentimos agradecidos a ellos por lo que nos han dado. Desarrollamos una capacidad para el amor. Tener cuidadores con los que seamos capaces de empatizar y que respondan apropiadamente a nuestras necesidades y emociones, nos permite hacer lo mismo para otros. Si usted consigue suficiente de lo que necesita, se sentirá agradecido; si las personas a su alrededor entienden sus sentimientos y le ayudan a sobrellevarlos, luego, más adelante, usted podrá hacer lo mismo para otros.

Debido a que la empatía significa imaginarse a sí mismo en los zapatos de otra persona, emocionalmente hablando - entrar en la experiencia emocional de esa persona - usted tiene que poder tolerar esas emociones para empatizar. Cuando no obtenemos suficiente de lo que necesitamos, cuando esas personas de las que dependemos no son capaces de empatizar con nuestros sentimientos, como resultado, usted puede desarrollar una capacidad muy limitada para empatizar con los sentimientos de otros. Nuestra capacidad de sentir amor genuino hacia otras personas, puede ser profundamente restringido. Podemos volvernos preocupados y auto involucrarnos en exceso - “narcisistas,” en el sentido en el que la palabra es comúnmente utilizada hoy en día.

O podemos desarrollar una empatía del tipo activa en exceso, donde nos volvemos muy enfocados en las necesidades de otras personas. En familias donde los padres tenían poco que ofrecer a nivel emocional (ellos mismos eran inmaduros y estaban terriblemente necesitados), los niños pueden crecer con la sensación de que solo pueden conseguir lo que necesitan atendiendo a las necesidades de los otros primero. Puede parecer altruista en su dedicación, pero este tipo de empatía es menos sobre las otras personas de lo que parece; es más sobre satisfacer cierta imagen propia para combatir la vergüenza, más sobre una necesidad no encontrada que una verdadera generosidad.

La capacidad de sentir gratitud, amor y empatizar con los sentimientos de otros, resulta de un entorno lo suficientemente bueno; el ensimismamiento o una falsa clase de ensimismamiento pueden resultar por demasiada privación.

* * *

Este delineamiento del desarrollo óptimo y de qué puede ir mal, condensa años de mi experiencia, educación y entrenamiento clínico; no me sorprendería si usted sintiera que es un montón para entender. No se preocupe. Volveremos a visitar estas ideas en los capítulos que siguen; puede ser una buena idea volver a este capítulo y leerlo otra vez más adelante.

El punto central de esta discusión es que ciertas emociones, muchas de ellas dolorosas, son inherentes en la experiencia humana y no pueden ser evitadas por completo. En diferentes momentos, casi todos nosotros enfrentaremos estas emociones. El siguiente ejercicio debería ayudarle a identificar esos sentimientos dentro de su propia experiencia.

 

 

EJERCICIO

 

Intente recordar un momento en el que sintió cada uno de los siguientes sentimientos. En su diario, escriba una descripción de ese momento, con el sentimiento tan detallado como sea posible. Si se le ocurren varias experiencias, enfóquese en la más dolorosa o la más difícil. Recordar esa emoción puede incluir maneras en que se sintió su cuerpo, fantasías que desencadenó, juicios que usted hizo sobre sí mismo por sentirse de esa manera y, si usted lo expresó, cómo reaccionaron las otras personas con usted. Investigue profundamente el sentimiento y escriba todo.

La lista se centra en sentimientos “negativos” o dolorosos porque éstos son los que nosotros generalmente no queremos sentir y nos causan el mayor problema.

 

Altamente agitado y lleno de aprensión

Agonizantemente solo

Sexualmente frustrado

Casi insoportablemente necesitado

Energéticamente enojado

Triste, con una profundo sensación de pérdida

Lleno de odio

Avergonzado o humillado

Dolorosamente envidioso

Intensamente celoso

 

Si usted no puede pensar en una sola instancia para ilustrar uno de esos sentimientos, tome nota especialmente de esto: eso puede indicar un mecanismo de defensa en ejercicio (es decir, usted pudo haberlo excluido del conocimiento). Mientras escribe, tome nota especialmente si se encuentra justificando la manera en que usted se sintió o culpando a alguien más por eso; usted puede encontrar esa emoción particularmente inaceptable adentro suyo.

* * *

Después de terminar este ejercicio con énfasis en sus emociones dolorosas, usted puede sentirse naturalmente exhausto. Normalmente no invertimos tanto tiempo sacando a la luz memorias que preferiríamos olvidar… este puede ser un buen momento para tomar un descanso antes de seguir leyendo.

 

 

¿Ahora Qué?

 

Habiendo terminado el primer conjunto de ejercicios, usted debería tener cierto sentido básico de esas preocupaciones psicológicas principales que lo desafían más enérgicamente:

  1. En términos de necesidades humanas básicas, usted puede ser excesivamente autosuficiente o también dependiente de otros.
  2. Cuando se refiere a la emoción, usted puede sentir demasiado o muy poco.
  3. Usted podría estar inmovilizado por la vergüenza por un lado, o continuamente corriendo de ella hacia otra.

El ejercicio final en esta sección debería haberle ayudado a explorar las emociones humanas más difíciles mientras ellas aparecen en conexión con nuestras preocupaciones psicológicas principales, posiblemente ofreciendo pistas como las que le brindaron la mayoría de los problemas.

Con este conocimiento, usted está preparado para aprender sobre los mecanismos de defensa individuales, cómo funcionan y cuáles puede estar utilizando usted - el tema de la Parte II.

 

 

Para Considerar

 

Debido a la casi mecanística naturaleza del concepto, siempre que discutamos defensas psicológicas, es fácil creer que estamos hablando sobre procesos mentales aislados y precisamente definidos. En la Parte II, discutiré los mecanismos de defensa uno por uno para familiarizarlo con sus características, pero tenga en cuenta que los mecanismos de defensa psicológicos nombrados por separado, en realidad, no son tan discretos como esas etiquetas los hacen parecer y, a menudo, se pueden conceptualizar de formas completamente diferentes.

De la misma manera, intente resistir la tendencia cultural actual de aplicar etiquetas de diagnóstico a todo. Actualmente, usted oye con frecuencia que alguien sufre de Trastorno Bipolar, de ADD, TSPT, de Trastorno Narcisista de la Personalidad o de Trastorno Límite de la Personalidad, Trastorno Afectivo Estacional, y más, y más. Mientras que existe cierta comodidad en encontrar etiquetas, como si luego supiéramos algo verdaderamente importante sobre nosotros mismos u otra persona, de hecho, estas categorías artificialmente discretas enmascaran la vasta diversidad de la experiencia humana. Las personas no son categorías y nadie se ajusta cuidadosamente a ninguna de ellas.

A menudo, posibles clientes me dicen que se les ha diagnosticado este o aquel diagnóstico, como si me estuviesen diciendo algo crucial sobre sí mismos, pero comienzan el tratamiento sin una percepción más profunda que la de cualquier otra persona. Por leer otros libros o escuchar los medios masivos de comunicación, usted pudo haber creído que sufría de un trastorno identificable y bien conocido. Por el momento, intente poner esa idea a un costado. Piense en su historia y personalidad únicas, en lugar de calzarse dentro de una categoría de diagnóstico. Intente entender sus propias maniobras defensivas - qué hace usted para evadir la consciencia del dolor y por qué - en vez de preguntarse qué etiqueta de diagnóstico lo ilustra mejor.

En otras palabras, piense más sobre el dolor insostenible que en procesos mentales específicos o una etiqueta de diagnóstico. Enfóquese más en qué puede estar impidiendo usted y por qué lo encuentra tan doloroso, en lugar de preocuparse demasiado sobre qué mecanismo de defensa específico emplea, o la categoría de DSM-IV que lo describe mejor.

Todos los mecanismos de defensa, aunque los podamos conceptualizar, disfrazan o se deshacen de algo que está adentro que encontramos inaceptable o insoportablemente doloroso.

Hacia la Parte II.