ONCE
Defensas contra la Vergüenza
Una mujer… tan fea en
el interior que no podía seguir
viviendo si no podía ser hermosa en el exterior.
De todas las emociones dolorosas descritas en este libro, un sentido de la vergüenza central es el más atroz, el más difícil de sobrellevar. Mis opiniones sobre la vergüenza y sus orígenes probablemente difieren de la manera en que usted normalmente piensa en ella, así que, antes de describir las defensas más comunes contra la vergüenza, permítame aclarar estas miradas con un breve desvío hacia la neurobiología y el desarrollo infantil temprano.
En el nacimiento, los seres humanos somos intensamente vulnerables y dependientes de nuestras madres y padres para ayudarnos a crecer. El curso de nuestro desarrollo depende de cómo ellos responden a nuestras necesidades físicas y emocionales, y nosotros entramos en este mundo con un conjunto de expectativas incorporadas para lo que esas respuestas deben estar. Winnicott se refirió a esta herencia genética como una “esencia para la normalidad.”[16] Cuando nuestros padres responden apropiadamente, acorde con esa esencia, se siente natural, correcto y bien, inculcarnos un sentido de la seguridad en nuestro mundo y de nuestra propia belleza intrínseca. Según lo discutido en el capítulo Tres, esta experiencia forma el núcleo de la autoestima.
Pero en las situaciones donde las respuestas de los padres divergen dramáticamente de esa esencia - por ejemplo, cuando su comportamiento es emocionalmente abusivo o traumático - el bebé siente que algo está muy mal y se siente inseguro en su mundo. En un nivel intuitivo profundo, él sabe que su propio desarrollo ha sido desviado. En vez de inculcar un sentido de belleza intrínseca, un entorno abusivo o traumático deja al infante con una sensación de defecto y fealdad interna.
Yo me refiero a esta sensación central de defecto intrínseco como vergüenza básica. En el fondo, la experiencia de vergüenza básica, a menudo inconsciente, se siente como fealdad interna, la convicción de que si otros nos “vieran” verdaderamente, retrocederían con desprecio o disgusto.
A primera vista, podría parecer como si estuviese utilizando el término vergüenza de una manera totalmente idiosincrásica, pero este uso, de hecho, refleja uno de los significados secundarios del término: expectativas decepcionadas.
Es una pena que la lluvia haya estropeado nuestro picnic.
Al anticipar el día siguiente, tenemos una idea en mente, una visión del placer que internalizaremos en el picnic planeado; cuando la realidad fracasa sobre esa expectativa, la llamamos una pena - en un sentido diferente, pero relacionado con el significado principal de la palabra. En el caso del infante en desarrollo, la vergüenza básica se presenta cuando la expectativa incorporada para un entorno de crianza es decepcionada por la realidad de padres cuyo comportamiento es abusivo o traumático. Esa experiencia es verdaderamente una pena en el sentido secundario, y da como resultado sentimientos de vergüenza en el sentido principal.
Estudios de Allan Schore[17] y otros expertos en neurobiología han rastreado los efectos de respuestas parentales a sus infantes sobre el desarrollo del cerebro del bebé, especialmente, esas partes implicadas en sentimientos y funcionamiento social. Al comparar encefalogramas de niños de dos años que crecieron en ambientes emocionalmente deficientes - es decir, con padres que consistentemente fracasaban en responder según las expectativas incorporadas del infante - con aquellos que crecieron en ambientes óptimos, el primero mostró muchas menos neuronas, con pocas interconexiones entre sí.
En otras palabras, cuando el entorno diverge ampliamente del modelo de normalidad, fracasando al proporcionar las respuestas emocionales que el infante necesita, su cerebro se desarrolla anormalmente, análogo a la manera que una deficiencia de la vitamina D (raquitismo) durante la niñez puede impedir el desarrollo normal de los huesos. Después de dos años, esos progresos anormales del cerebro llegan a ser duraderos; usted nunca puede compensar completamente una crianza inadecuada durante este período crítico.
Nuevamente, como con el raquitismo, donde se fracasa en rectificar que la deficiencia de la vitamina D conducirá al daño esquelético permanente, los cerebros de los bebés cuyos padres consistentemente los decepcionan emocionalmente reflejarán esos daños de por vida, principalmente, en las áreas de la autoestima y la capacidad para conectarse emocionalmente con las personas.
La vergüenza básica es el conocimiento (a menudo inconsciente) de este defecto interno, sentido en el nivel más profundo de nuestro ser.
Para expresar estas ideas en términos de nuestras preocupaciones psicológicas principales (Capítulo Dos): para desarrollarnos normalmente después de nacimiento, nosotros necesitamos padres que atiendan a nuestras necesidades, nos ayuden a aprender a manejar nuestras emociones en el contexto de una relación amorosa, alegre, y nos hagan sentir seguros en el mundo. Éstas son las condiciones que necesitamos para prosperar, emocional y neurológicamente. Cuando nuestros padres fracasan, no podemos desarrollarnos como lo haríamos normalmente; al crecer, sabemos en un nivel intuitivo, profundamente sentido, que nuestro desarrollo ha ido mal, teniendo un sentido central de que algo está mal con nosotros.
No necesitamos un medio ambiente perfecto tras el nacimiento, sólo uno que sea “suficientemente bueno”, en términos de Winnicott. Mientras nos movemos a través del espectro de posibilidades desde “suficientemente bueno” hacia medio ambientes más limitados, traumáticos y abusivos, esos defectos impactan incrementadamente y dañan nuestro desarrollo. El sentido de la vergüenza básica también se intensificará a lo largo de ese espectro: cuanto más deficiente sea la experiencia temprana, más penetrante será el sentido del daño y, así, de la vergüenza básica. Estos sentimientos serán llevados por la persona a lo largo de su vida.
Aunque el medio ambiente temprano no sea abusivo o altamente traumático, podemos desarrollar bolsillos de vergüenza cuando nuestros padres nos decepcionan de manera importante. Quizás, los límites entre la madre y el hijo son confusos, y el padre tiene dificultad para sobrellevar la separación. Una madre puede volverse tan enredada en la ansiedad o depresión, que limita su capacidad de satisfacer las necesidades de su bebé etc. En estos casos - de alguna manera entre “suficientemente bueno” y altamente deficiente - el daño puede ser menos severo y también lo serán nuestros sentimientos de vergüenza o fealdad interna; nuestras defensas contra esa experiencia no dominarán nuestro carácter de forma tan penetrante.
En mi experiencia, una gran cantidad de personas tienen estos bolsillos de vergüenza.
Personas que luchan con la vergüenza básica, típicamente dependen de tres defensas comunes para impedir la consciencia dolorosa de ella: narcisismo, culpa y desprecio.[18] Vinculé estas tres defensas y las conecté con la vergüenza porque mi experiencia como terapeuta me enseñó que van de la mano. El narcisismo es la principal defensa contra la vergüenza (inconsciente). Mucha gente que lucha con dicha vergüenza pasa un mal momento reconocimiento la culpa o el error y, en lugar de eso, tiende a culpar a otros. Ellos a menudo proyectan su “fealdad” interna y sienten desprecio por esto en el exterior, por otras personas. Discutiré cada una de estas defensas por turnos.
La Defensa Principal contra la Vergüenza
La cita que encabeza este capítulo, describe a una persona que huye de la fealdad interna y se refugia en la belleza física. En la famosa novela de Oscar Wilde, el retrato de Dorian Gray (oculto de la visión pública) refleja su horrible yo interno mientras que, en el exterior, permanece físicamente joven e imposiblemente hermoso. El aparentemente hermoso pero engañoso exterior, así, enmascara a una persona verdaderamente fea dentro: ésta es la defensa narcisista básica. Es horrible en el interior, pero ideal en el exterior.
Mientras nosotros estamos más familiarizados con el tipo de narcisismo que sobrevalora su apariencia y quiere ser admirado o deseado, también es posible idealizar el personaje público de alguien para evitar la vergüenza. Yo brindé algunos ejemplos en el Capítulo Siete, discutiendo la idealización como defensa. Si es sobre su riqueza, éxito, popularidad, sofisticación o glamour, mucha gente se esfuerza para parecer ideal. Ellos parecen estar diciendo Mírenme — ¡Lo tengo todo! Admírenme. Envídienme. En alguna parte del ático - o más apropiadamente, en el sótano (el inconsciente) - hay un yo feo, lleno de vergüenza que no quiere que usted u otra persona más lo vea, nunca.
En mi sitio web y en mis videos de YouTube, a menudo utilizo el film Avatar como metáfora para este vuelo de la vergüenza dentro de un yo idealizado - un yo que es ampliamente ficticio o falso. Así como Freud empleó el mito del Narcisismo - una juventud griega que se enamoró de su propia reflexión - para iluminar un fenómeno psicológico que él luego llamó narcisismo, yo empleo Avatar como un tipo de mito que vierte luz en la defensa principal contra la vergüenza.
Al inicio de la película, Jake Sully ha sufrido una lesión severa de la médula espinal que lo deja parapléjico. Sin poderse desempeñar ya como infante de marina, Jake se ofrece como voluntario para una misión militar especializada al planeta Pandora. Allí, a través del milagro de la tecnología, él aprende a vincularse físicamente y habitar con un “avatar” o un físico alternativo en ese planeta.
En contraste con su yo parapléjico dañado, este avatar es saludable, atlético y mide diez pies de alto, con una destreza física enorme y capacidades sensoriales más allá de los de seres humanos. Incorporar este avatar le permite a Jake no sólo recuperar las funciones que él perdió, sino también a superar su potencial humano. Su experiencia en Pandora en última instancia demuestra ser más real, más significativa para él que su vida real; al final de la película, él encuentra una manera de trascender su daño físico y trasladarse permanentemente al ámbito de su yo Na´vi superior.
David
Al igual que Jake Sully, mi cliente David deseó una identidad nueva, superior para ocultar el daño. Hace una cantidad de años, cuando las salas de chat y los tablones de anuncios recién empezaban, él se obsesionó con el mundo de “relaciones” en línea. David, un hombre de baja estatura, con sobrepeso y físicamente impecable en sus 30, sufría de extrema baja autoestima. Su historia familiar era profundamente complicada; su hermana se había suicidado en sus últimos años de adolescencia. No muy lejos de su muerte, David dejó la universidad, nunca pudo lograr encontrar y aplicar para ninguna carrera significativa y había invertido la mayor parte de su vida de adulto mantenido por sus padres o empleado en negocios de ventas de bajo nivel.
A pesar de un profundo anhelo por la conexión, David nunca logró desarrollar una relación de ninguna duración; en lugar de eso, él tendía a obsesionarse con hombres inalcanzables, miembros de un mundo social “Gay” extremadamente atractivos y exitosos, como él los llamó. Él a menudo desarrollaba relaciones serviles con esas personas: él intentaba ganar su amor y afecto “haciendo” para ellos. Invariablemente, ellos se aprovechaban de él, dando lugar a sentimientos de resentimiento por su parte. Eventualmente, había una confrontación explosiva que, generalmente, terminaba la amistad. David era un hombre profundamente infeliz y solitario.
Cuando él descubrió las salas de chat de Internet, encontró una manera de ser (por lo menos en la fantasía) la persona que él siempre había anhelado ser. Como creo que es siempre el caso en las “relaciones” en línea anónimas, él se falsificó completamente. El David en línea era más joven, más alto y más delgado que el real; él tenía una carrera dinámica y conducía un coche diferente, tenía su propia casa etc. David en línea lo tenía todo.
Con frecuencia, estas relaciones se movían de Internet al teléfono; él llevaba con gran placer “conocer” a estos extraños y conocerlos a través de llamadas telefónicas de largas horas. Eventualmente, hacían planes para reunirse; él cambiaba el plan a último momento y postergaba la reunión tanto tiempo como fuese posible. Posteriormente, él dejaba de llamarlos y desaparecía de la vida del otro hombre, o hacía una confesión vergonzosa y se disculpaba.
David estaba cargado de una vergüenza profunda e intolerable. Debido a que él no podía enfrentar esa vergüenza y cómo se sentía sobre su propio daño, él encontró las relaciones auténticas imposibles. En lugar de eso, él levantó vuelo del David feo, dañado, hacia un David En Línea atractivo y exitoso. Como Jake Sully, él dejó su yo dañado atrás y escapó hacia un nuevo yo ideal.
En cierto grado, David era consciente de que levantaba vuelo de sí mismo. El narcisista más exitosamente defendido puede tener poca idea de que el yo que él o ella presenta al mundo es ficticio, ilusorio, una negación del daño interno. En última instancia, David sabía que él no podía continuar simulando porque él se había falsificado completamente y un encuentro cara a cara expondría inmediatamente las mentiras. Otros narcisistas pueden engañarse con más éxito tanto a sí mismos, como a otras personas.
Narcisismo Común Vs. Defensivo
Cuando Freud comenzó a discutir el narcisismo, él lo veía como un signo de enfermedad mental, una abstinencia del interés y deseo, en y por otras personas, desviando esos sentimientos hacia uno mismo; eventualmente, él entendió que el narcisismo es también parte de la experiencia humana normal.
Es saludable estar interesado en usted mismo, para mantenerse con alta autoestima, para sentirse seguro de que usted es una persona que otros también valorarán. El narcisismo común reposa en el fondo de la autoestima y la confianza en sí mismo. Cuando es extremo - es decir, cuando se vuelve defensivo en su naturaleza - el narcisismo aparece como arrogancia y soberbia. En lugar de la creencia tácita y subestimada de que alguien es una persona de valor, el narcisismo defensivo siempre tiene algo que probar.
Los narcisistas pueden sentir una necesidad constante de demostrar alguna forma de superioridad. Viven en continua relación con una audiencia real o imaginaria, un grupo de espectadores que deben mirar con envidia o admiración. A través de su comportamiento y las cosas que dicen, los narcisistas pueden sutilmente (y a veces no tan sutilmente) comunicar que usted está por debajo de ellos. Yo soy más astuto que tú. Yo gano más dinero. Yo conozco a gente importante que tú no conoces. Yo soy más interesante, más atractivo, más sexy, más carismático etc.
Debido a que el esfuerzo de negar la vergüenza y el daño interno requiere ayuda constante del exterior, los narcisistas también exigen su atención. ¡Mírenme! ¡Escúchenme! Usted puede estar más familiarizado con esos narcisistas que hacen exhibiciones físicas, poniendo sus cuerpos en el escenario central y usando sus apariencias para provocar deseo, pero los narcisistas vienen en muchas variedades:
El pesado social que sigue sin cesar hablando de sí mismo y no tiene ningún interés en nadie más.
El extrovertido extremo, a menudo absolutamente encantador, que domina la conversación con historias entretenidas que no necesariamente lo pintan como superior o deseable. Lo importante es permanecer en el centro del escenario.
El artista o atleta que pone continuamente su talento en exhibición, exigiendo su aprobación.
Para todos los narcisistas, la meta es monopolizar la atención. Ellos demandan el interés y la admiración de otros porque inconscientemente se sienten dañados, feos y sin valor.
El Superego Motivado por la Vergüenza
Las personas que luchan con la vergüenza, frecuentemente esperan ser ellos mismos ideales, para escaparse y refutar el sentido del daño interno. Ellos demandan perfección de sí mismos y cuando fracasan en satisfacer este estándar, van al ataque.
Sin lugar a dudas, usted está familiarizado con el superego - el nombre de Freud para el aspecto de nosotros mismos que nos observa, nos evalúa y nos critica, la voz de nuestra moral y valores. En alemán, Freud acuñó un nuevo término para este concepto, Über-ich, un compuesto formado por dos palabras cotidianas; significa algo como “Sobre Mí,” porque se siente como si estuviésemos siendo observados (y criticados) desde arriba. Como de costumbre, los traductores ingleses optaron por un término que sonaba más científico y llegaron a superego.
Este término ahora se ha incorporado a nuestro vocabulario cotidiano y se convirtió en parte de nuestro entendimiento compartido de la psicología humana. La mayoría de nosotros entendemos exactamente lo que alguien quiere decir hablar sobre súper-ego áspero. Las personas que luchan con la vergüenza con frecuencia tienen, especialmente, superegos salvajes (y salvajemente perfeccionistas). El precio de carecer de perfección es un asalto de auto desprecio tan brutalmente poderoso que nos niega.
Para ponerlo en un idioma más cercano a la experiencia real, nos podemos sentir como:
un perdedor totalmente jodido
un pedazo de mierda sin valor
bienes dañados listos para la pila de basura.
El regreso de la vergüenza se siente atroz, hecha de todo lo peor por el auto aborrecimiento que viene con ella. Para las personas con defensas narcisistas, esa experiencia probará ser insoportablemente dolorosa; para evadir o impedir ese dolor, resulta en mecanismos de defensa adicionales.
Culpar
El acoplamiento de la vergüenza y el culpar es extremadamente común. Las personas que se esfuerzan por parecer ideales se sienten amenazadas por el regreso de la vergüenza, encuentran difícil escuchar algo que se parezca al criticismo. Debido a que el precio del “fracaso” o la imperfección es brutalmente auto odiado, desviarán toda la crítica, cambiando la culpa a otros.
Uno de mis clientes, Holly, dependía fuertemente de esta defensa, especialmente en lo referente a su marido Eric. Después de una de sus peleas (ocasionadas generalmente por algún comportamiento hostil y provocativo por parte de ella), Holly pasaba horas repasando la discusión de una manera altamente acusatoria, yendo sobre todas las culpas de Erik y avanzando hacia el asesinato total del personaje.
Debajo (inconscientemente), ella se sentía avergonzada y culpable por la manera “loca” en que ella instigaba estas luchas. En nuestras sesiones juntos, cubrimos este territorio tan a fondo, que yo desarrollé un medio taquigráfico de señalarlo. Yo suspiraba de una manera exagerada y agraviada y decía, como desde su punto de vista, “¡Eso Eric!” Ella encontraba difícil reconocer su rol en estas peleas porque la llenaban de vergüenza y auto desprecio.
Holly veía el problema en términos de blanco y negro: (1) ella tenía razón completamente y culpaba a Eric; o (2) ella era una chiflada desquiciada que nosotros deberíamos también abandonar y tirarla por el inodoro. Como todos los perfeccionistas salvajes, ella pasaba un mal momento creyendo en el crecimiento paso a paso que sucede gradualmente. Durante mucho tiempo, la idea de aprender de la experiencia significó poco para ella.
La mayoría de las personas con una consciencia áspera o perfeccionista, encuentran difícil creer que el crecimiento puede ocurrir pedacito-por-pedacito, con el transcurso del tiempo. Al igual que Holly, evitan admitir fracasos y pasan un mal momento al reconocer las maneras dolorosas en que se comportan. Por esta razón, encuentran difícil aprender de su experiencia, en lugar de eso, se involucran una y otra vez en el mismo comportamiento contraproducente.
Desprecio
Otro cliente, Ian - él mismo un terapeuta en capacitación - escuchaba cuidadosamente los comentarios que le hacía, y a menudo decía, “Pero ¿cómo voy a saber si lo que usted dice es verdad?” Quizás, usted tiene razón; quizás, mirándolo de otra manera, es simplemente válido.” En la superficie, estas observaciones parecían neutrales; en otro nivel, sentía su completo desprecio por mí.
Ian tenía el hábito de responder a las cosas que yo decía con su propia interpretación, en un tono condescendiente con una sonrisa de superioridad casi imperceptible. A veces, él me hablaba como si yo fuera estúpido. A menudo, yo aparecía en sus sueños degradado de alguna manera - en andrajos, sucio o desfigurado. En lugar de sentir su propia vergüenza, su sentido de daño interno y fealdad, él me convertía en un perdedor patético.
Usted debe haber conocido a alguien como Ian, que se siente superior a todos los que lo rodean y es habilidoso para hacerlo sentir como un idiota. Para el narcisista arraigado, ser ideal significa sentirse por encima de otras personas; significa demostrarse a sí mismo ser un ganador y triunfar sobre los perdedores. Dichos narcisistas serán extremadamente competitivos. Ellos necesitan continuamente probarse victoriosos y, por lo tanto, mejor que todos los demás. Los sentimientos de pedantería, superioridad y desprecio por otros van juntos con este tipo de competitividad.
Al triunfar sobre la otra persona, el narcisista “prueba” que él se ha librado con éxito de su vergüenza indeseada. Sentir desprecio por el perdedor y humillarlo, confirma su imagen idealizada de sí mismo. En armonía con los capítulos anteriores, también podemos decir que el narcisista niega su vergüenza y la proyecta en la otra persona, triunfando sobre ella.
La Defensa de Último Recurso
Cuando la vergüenza domina completamente la manera en que nosotros nos experimentamos a nosotros mismos - cuando el daño se siente profundo y penetrante - los mecanismos de defensa comunes, a menudo, no nos ayudan. Podemos encontrar imposible defendernos contra la verdad con mentiras para aliviar el dolor. Como mi cliente David, dichos individuos pueden buscar refugio en fantasías, pero nunca intentar realizarlas. Desaparecen en los libros o películas; con la realización indirecta, se escapan de la vergüenza y vierten sus yo dañados. Usted puede pensar esto como una forma encubierta de narcisismo.
Los individuos con dicha vergüenza abrumadora usualmente también luchan con el auto desprecio poderoso. Ellos sufren bajo la imagen del yo perfecto, superior, que se supone deben ser, atacándose cruelmente a sí mismos por fracasar en vivir a la altura de ese ideal. Es como si pudieran imaginar solamente dos posibilidades - el inferior, el perdedor dañado que sienten que son, y la persona ideal en la que anhelan convertirse. La belleza o el raro feo. El iluminado o el imbécil. Ellos pueden ver el mundo externo en los mismos términos, con solo dos categorías de personas: los ganadores y los perdedores.
Aunque tales hombres y mujeres a veces parecen estar sin defensas, atrapados en vergüenza y auto desprecio, su perfeccionismo incorpora una defensa de último recurso: mientras, puedo ser un perdedor despreciable, por lo menos sé bastante sobre despreciarme y menospreciarme. ¡No soy tan tonto para aceptar quién realmente soy! La voz interna que las subestima y brutaliza, de hecho, expresa su propio desprecio - la misma clase de desprecio, según lo discutido anteriormente en este capítulo, que sirve como defensa contra la vergüenza.
Esto puede ser un concepto difícil de asimilar. En terapia, mis clientes describían cuánto sufrían por dicho perfeccionismo cruel, como si vivieran bajo un régimen corrupto y despiadado que dominaba con brutalidad; es un desafío ayudarles a ver que el dictador brutal es también un aspecto de sí mismos, la parte que rechaza completamente su daño exigiendo la perfección en su lugar.
Soy un dios superior, despectivo; ¡menosprecio y rechazo completamente a ese maldito perdedor!
Ellos se rehúsan a aceptar que deben hacer lo mejor de quiénes son, enfrentar su vergüenza y daño, comenzando a crecer desde esa base. El completo auto rechazo y auto desprecio de una naturaleza perfeccionista es la defensa de último recurso contra la vergüenza.
Qué Buscar
Aunque este capítulo hablará más fuertemente a los lectores que se identificaron con las declaraciones del Subgrupo 5 y el Subgrupo 6, muchas personas luchan con problemas de vergüenza sin importar los mecanismos de defensa que utilicen. El conocimiento (a menudo inconsciente) con el que hemos sido dañados por nuestra crianza, lleva con él sentimientos de vergüenza, aunque nuestros padres u otras personas importantes no nos avergonzaran o humillaran durante la niñez. Virtualmente, todos los clientes en mi práctica han tenido que luchar con la vergüenza en algún momento u otro.
Necesidad y Dependencia
Los individuos cargados con vergüenza pueden sentirse avergonzados por sus necesidades. Pueden creer que hay algo humillante con el deseo. Debido a que se sienten dañados e indignos, estos hombres y mujeres pueden encontrar la intimidad demasiado difícil de manejar, o entrarán en una relación abusiva con alguien que “confirme” la vergüenza degradándolos o devaluándolos. Dichos individuos a menudo se describen como no teniendo autoestima o sentimientos de autoestima (Subgrupo 6).
En contraste, la persona defendida fuertemente contra la vergüenza, en cambio, puede buscar parejas con baja autoestima para llevar la vergüenza. En otras palabras, el yo dañado, cargado de vergüenza es proyectado en la otra persona, quien entonces se convierte en el miembro inferior de una relación de ganador-perdedor.
Lo que puede ser menos obvio es la manera en que la pareja superior lleva y expresa el tipo de auto desprecio descripto en la sección precedente. El desprecio del miembro superior puede aparecer alrededor de problemas de dependencia, donde desprecia a su pareja por ser débil o necesitada. Los lectores que se relacionaron mayormente con las declaraciones del Subgrupo 5 serán propensos a involucrarse en este tipo de relación.
Emociones
Para los individuos cargados de vergüenza, las emociones comúnmente insostenibles, como la envidia o los celos, llegan a ser tóxicos, aunque a menudo aparecen disfrazadas. La envidia venenosa puede aparecer, en cambio, como elogios empalagosos que no suenan reales o comparaciones críticas repetidas de sí mismo que, eventualmente, se vuelven molestas para el oyente. La persona envidiosa también puede lanzar pequeños chistes a las personas envidiadas. Usted puede reconocerlas porque, a pesar del humor, los comentarios se sienten hostiles o desarticulados.
Para la persona con autoestima extremadamente baja, cuando alguien más se siente bien sobre algo, puede llegar a ser insoportablemente doloroso (Subgrupo 6). Ver a otras personas involucradas en relaciones felices y cariñosas puede dar lugar a celos agonizantes. Ellos pueden evitar la compañía de dichas personas para escapar a esas emociones dolorosas. Esto puede significar el aislamiento, o rodearse de personas que no evoquen ni envidia ni celos.
Sentimientos de remordimiento también pueden llegar a ser insostenibles; debido a sus expectativas brutales, perfeccionistas, los hombres y mujeres que luchan con la vergüenza pueden perder abruptamente todo el sentido de autoestima cuando cometen errores o, accidentalmente, lastiman a otra persona. En su propia visión, ellos se vuelven rápidamente mezquinos y despreciables cuando están enfrentados con los errores. Mientras que a veces se vuelven defensivos, con más frecuencia se atacan a sí mismos por sus fracasos.
En cambio, los narcisistas fuertemente defendidos pueden intentar inspirar los sentimientos dolorosos de envidia, celos o culpa en otras personas. Ellos provocan envidia y celos en otros, no sólo para convencerse a sí mismos de que lo tienen todo, sino que, además, para librarse de tales sentimientos dolorosos. Los tipos de comportamiento de “exhibicionismo”, donde la persona intenta hacer alarde de una posesión o un atributo, a menudo representan proyecciones en el espectador, quien luego debe llevar todas las emociones indeseadas (Subgrupo 5).
Los narcisistas no pueden sobrellevar el remordimiento y siempre deben tener razón. Dichos individuos intentan con frecuencia hacer sentir culpables a sus parejas, familiares y amigos de una forma penetrante, como si condenaran sus caracteres: Debes sentirte realmente mal sobre ti mismo porque eres una persona horrible.
Autoestima
Este capítulo completo se ha enfocado en los temas de la vergüenza y la autoestima. Aunque he discutido las tres áreas de preocupación principales exclusivamente en lo referente a las personas que se identifican con las declaraciones del Subgrupo 5 y Subgrupo 6, muchos lectores probablemente se verán en cierto grado a sí mismos en estas descripciones.
EJERCICIOS
Debido a que la vergüenza es una experiencia tan terriblemente dolorosa, usted puede encontrar este ejercicio difícil más de lo usual. Probablemente despertará aún más resistencia que algunos de los otros ejercicios.
Si usted pasa un mal momento terminándolo, asegúrese de volver a él más adelante. Bajo ninguna circunstancia debe saltearse este ejercicio.
- Intente recordar un momento cuando
sintió un flash de humillación - calor repentino y desagradable en
su rostro y cuero cabelludo. Usted pudo haber apartado la mirada o
haberse sentido incapaz de mantener contacto visual; usted incluso
pudo haber querido desaparecer. Estos síntomas físicos expresan el
sentimiento de la vergüenza.
- ¿Qué sucedió para hacerle sentir de esa manera? ¿Parecía como si algo sobre usted, que no quería que otras personas vieran, acababa de ser revelado?
- Describa lo que usted cree que fue revelado. ¿Usted sintió que algo negativo sobre su carácter, o su calidad como persona en general, había sido expuesto?
- ¿Existen personas en su vida que lo hacen sentir mal sobre usted mismo respecto de ellos - no debido a cosas que dicen o hacen, sino, simplemente porque ellos existen? ¿Qué ocurre con ellos que causan que usted se sienta de esta manera?
- ¿Usted piensa en términos de ganadores y perdedores en la vida? Si es así, ¿cómo se identifica a sí mismo, como ganador o perdedor? ¿Cómo define usted “ganar”? ¿Cómo se siente sobre las personas del otro grupo?
- La próxima vez que usted vaya a una
fiesta o a alguna otra función social donde usted conozca a alguien
nuevo:
- Preste atención a la forma en que usted se presenta. La mayoría de nosotros queremos dar la mejor impresión, pero si va más allá de eso - si observa que usted está dejando afuera una gran parte del cuadro e intentando hacer que su vida parezca mucho mejor de lo que es - entonces, toda la verdad puede sentirse embarazosa o vergonzosa. Una cosa es mantener la información sensible privada; otra es presentar una visión de sí mismo muy suavizada que se convierte en una clase de mentira.
- ¿Qué dejó afuera? Imagínese decir eso a alguien que usted recién conoce. ¿Cómo lo haría sentir decirlo? ¿Cómo se imagina que reaccionará la otra persona a lo que usted había dicho (aunque él o ella debieran ocultar esa respuesta)?
- Escuche la manera en que la gente se describe a sí misma. Usted puede conocer a alguien que hace sonar su vida sorprendente, o que intenta mucho parecer como si lo tuviese todo. ¿Cómo lo hace sentir esa persona sobre él o ella? ¿Sobre usted? ¿Usted lucha para impedir los sentimientos de inferioridad? ¿Aparece la envidia?
- Cuándo usted entra en discusiones
con amigos, compañeros de trabajo o parejas, ¿cuán difícil
encuentra usted admitir que está en falta o equivocado? La mayoría
de la gente encuentra esto absolutamente un desafío, así que, no
sea demasiado duro consigo mismo.
- Observe si usted puede recordar un caso donde usted señalaba con el dedo a otra persona pero tenía la sensación irritante de que usted era la parte culpable. ¿Lo era?
- ¿Puede comprender por qué se sentía tan importante tener razón? ¿Qué estaba en juego y cómo se hubiese sentido aceptando la responsabilidad?
- ¿Alguna vez usted ha mentido para cubrir algo de lo que se sentía avergonzado, y mantuvo una defensa indignante de su inocencia? ¿Qué se hubiese revelado sobre usted si la verdad hubiese salido a la luz? Más allá de ser “atrapado” o castigado, ¿usted temía que la exposición hubiese sido humillante?
- ¿Algunas veces usted se siente
despreciativo o despectivo?
- Intente recordar varias ocasiones donde se sintió de esa manera sobre otras personas o sobre lo que hicieron. Anótelas.
- Tome esa lista de ocasiones y observe si usted puede aislar un rasgo o una cualidad de la personalidad que evoquen fuertemente sentimientos de desprecio.
- ¿Qué ocurre con ese rasgo en particular que le molesta tanto?
- ¿Puede pensar en alguna ocasión donde usted posiblemente mostró este rasgo? ¡Esfuércese! ¿Hay algo sobre usted que realmente desprecie?
- ¿Usted tiene una voz interna
salvaje? Si es así:
- Anote todas las cosas por las cuales lo critica. ¿Cuáles son las expectativas?
- Describa la persona que usted sería si viviera a la altura de esas expectativas. ¿Esa persona es ideal o sin defectos?
- Imagínese que usted es esa voz interna salvaje en lugar de su víctima. Intente identificar un sentimiento de superioridad despectiva, menospreciando a la humanidad dañada (es decir, su otro yo). ¿Lo hace sentirse fuerte? ¿Lo hace sentirse como un ganador?
¿Ahora Qué?
Usted ahora debe tener cierta idea general del rol que juega la vergüenza en su vida emocional y las defensas que usted utiliza para impedirla: (1) queriendo que otros presten atención, envidien o admiren; (b) culpando; y (c) despreciando.
La vergüenza va junto con el reconocimiento de que estamos dañados; habiendo completado todos los capítulos de esta mitad y, con suerte, habiendo descubierto algunas cosas inesperadas sobre usted, puede encontrar que esa vergüenza aparece más de los que solía aparecer. Usted puede creer que tiene más problemas de los que originalmente pensó y teme que nunca cambiará.
No se sienta desalentado. La siguiente parte le enseñará cómo trabajar con este nuevo conocimiento, para reconocer sus defensas en acción y aprender a desarmarlas. También tenga en mente que todos luchan con dolor emocional, todos dependen de sus defensas para impedirlas, y pocas personas son lo bastante valientes para mirar en el interior y desafiar esas defensas.
Usted ha llegado hasta aquí y eso habla a su coraje. Camino a la Parte III.