SEIS

Disociación

 

 

Cuanto más usted ama a alguien,

Más lo vuelve loco.

Cuanto más usted ama a alguien,

¡Más desea que se muera!

–Del musical de Broadway, Avenida Q

 

 

De los mecanismos de defensa que se discutirán en este libro, la disociación es, quizás, el más difícil de entender. A diferencia de la negación y la represión, la idea de disociación no ha ingresado por completo a la corriente cultural principal, así que no tenemos referencias familiares del discurso diario, libros o películas para proporcionarnos una entrada fácil en el concepto. Es además más difícil de reconocer dentro de nosotros mismos que algunas de las otras defensas.

Con motivo de hacer la disociación más fácil de comprender, mi estrategia aquí de alguna manera difiere de mi aproximación en otros capítulos. Hablaré primero sobre los temas emocionales que la disociación pretende abordar más a menudo - ambivalencia y fuertes sentimientos de odio - entonces, seguimos para mostrar cómo la disociación busca simplificar el primero y eliminar la consciencia del último.

Y, debido a que la disociación es más fácil de identificar afuera, dentro del contexto social más amplio, este capítulo incluirá más ejemplos de política y del ámbito público, aplicando eventualmente lo que se ha aprendido a la psicología individual.

 

 

Los Dos Tipos de Ambivalencia

 

La letra divertida, profunda, de la canción de Avenida Q que encabeza este capítulo es entregada por una joven mujer Japonesa-Americana (por ese motivo, la excentricidad gramatical de sus letras), desconcertando sobre el problema histórico de la pasión romántica - que los sentimientos fuertes del amor a veces dan lugar a la rabia asesina. Aunque es más visible con los enlaces emocionales intensos, la experiencia de sentimientos opuestos (amor y odio) es una parte de casi todas nuestras relaciones importantes. Hacer frente a la realidad de dicha ambivalencia es parte de la lucha humana - cómo evitar lastimar a las personas que nos importan durante esas llamaradas emocionales cuando, en pocas palabras, deseamos matarlos.

La palabra ambivalencia es más comúnmente utilizada en su otro sentido: una incapacidad de tomar una decisión, o sentirse inseguro sobre qué nos gustaría más hacer. Significa ser llevados por nuestros deseos en más de una dirección. Si usted ha experimentado dicha ambivalencia - es decir, pasó un mal momento decidiendo cuál opción elegir o qué hacer cuando usted se sentía llevado hacia diferentes direcciones - usted sabe cuán angustiante puede ser, qué difícil de sobrellevar.

Cuando nos sentimos incómodamente ambivalentes, usualmente queremos resolver la incertidumbre sobre qué hacer lo más rápidamente posible. Con el transcurso de los años, muchos clientes diferentes me han dicho que no podían dejar de pensar en una situación donde se sentían ambivalentes, a menudo “obsesionándose” con ella hasta que se decidían. Quizás, usted ha tenido una experiencia similar. A veces, nosotros hacemos una elección, cualquier elección, simplemente para poner fin a la incertidumbre porque no podemos soportarla por más tiempo.

Como ha observado el neurólogo Roberto Burton, la ambigüedad o confusión es tan difícil de sobrellevar para muchos de nosotros que, en lugar de eso, nos retirarnos hacia un sentimiento de certeza, creyendo que sabemos algo, sin ninguna duda, aun cuando nosotros realmente no lo sabemos y a menudo no podemos saberlo. Las formas de moralidad estrictamente codificadas, los sistemas rígidos de creencias y la estrecha mentalidad dogmática nos protegen del dolor de la incertidumbre.

F. Scott Fitzgerald una vez dijo: “La prueba de una inteligencia de primera categoría es la capacidad de sostener dos ideas opuestas en mente al mismo tiempo, y aun conservar la capacidad de funcionar.” Independientemente de si realmente es una cuestión de inteligencia (a diferencia de la madurez psicológica o capacidad emocional), la mayoría de nosotros pasamos un mal momento al hacer lo que Fitzgerald describió. En lugar de eso, tendemos a rechazar una de esas ideas opuestas y refugiarnos en la otra. Este proceso es especialmente visible en el ámbito político, donde muchas personas tienen creencias absolutas, simplistas e inmutables sobre cómo abordar problemas sociales espinosos.

Enfrentar la complejidad, sentirse inseguro sobre qué hacer, viendo y simpatizando con perspectivas opuestas - es un lugar altamente incómodo para estar. Aquellos de nosotros que tenemos problemas con dicho malestar, a menudo, recurrimos al pensamiento blanco y negro en lugar de otro. En lugar de sentirnos inseguros o ambivalentes, luchando con áreas grises, reducimos esa complejidad a una de dos.

Podemos definir una idea o punto de vista como malo (negro) y rechazarlo, alineándonos con la perspectiva (blanca) buena. Los sentimientos de ira y arrogancia moral a menudo acompañan este proceso, alentando nuestra convicción de que estamos en lo correcto y el otro está equivocado. La ambigüedad y el compromiso son inadmisibles porque nos hunden nuevamente dentro del doloroso reino de la ambivalencia.

El pensamiento blanco y negro refleja el mecanismo de defensa psicológico conocido como disociación. Cuando nos sentimos incapaces tolerar la tensión y la confusión que aparecen por la complejidad, nosotros “resolvemos” esa complejidad disociándola en dos partes simplificadas y opuestas, usualmente alineándonos con una de ellas y rechazando la otra. Como consecuencia, podemos sentir una especie de comodidad en creer que sabemos algo con absoluta certeza; al mismo tiempo, hemos simplificado en exceso un tema complejo, robándole su riqueza y vitalidad.

Si usted alguna vez se ha encontrado discutiendo con alguien que cree que sabe la verdad con absoluta certeza, usted entenderá lo que puede ser una experiencia frustrante, de un callejón sin salida.

 

 

El Problema del Odio

 

De una manera relacionada, también hacemos uso de la disociación para hacer frente a nuestras vidas emocionales. La ambivalencia en su segundo sentido - actitudes simultáneas y contradictorias, o sentimientos como amor y odio - presenta un desafío aún mayor que el de tolerar puntos de vistas opuestos. ¿Alguna vez usted ha tenido una lucha traumática con un ser querido - una pareja - y en el calor del momento sintió que usted nunca quería hablar con esa persona otra vez? Después de cierto arrebato importante, ¿usted se sintió absolutamente seguro de que una relación estaba terminada, sólo para cambiar su parecer al día siguiente?

Es difícil soportar sentimientos temporales de odio por alguien que amamos, especialmente desde que, en nuestra cultura, el odio se ve en gran parte como una emoción inaceptable. Las representaciones populares de la naturaleza humana, encontradas en los libros de los niños, shows de TV familiares, unidades escolares políticamente correctas sobre diversos temas sociales etc., regularmente, eliminan el odio o denigran su expresión. Nosotros aprendemos que el odio es un sentimiento que supuestamente no debemos tener, a pesar de los muchos lugares en los que usted regularmente puede ver que se expresa: en los fanáticos religiosos, políticos, racistas, belicistas etc.

Es especialmente inaceptable en nuestras relaciones personales cercanas, aunque muchos de nosotros, en algún momento u otro, hemos dicho algo como, “estaba tan furioso que lo podría haber matado.” Usted puede querer objetar que es solo “una manera de decir,” sin intención seria. No tenemos ninguna intención de realmente cometer un homicidio, por supuesto; pero ¿por qué aparece la idea del asesinato? ¿Por qué no expresar la emoción de una forma completamente diferente? Aun si es a un nivel inconsciente, la mayoría de la gente ha experimentado rabia asesina en un momento u otro.

Pocos de nosotros queremos reconocer sentimientos de odio por un padre, hijo, esposo o amigo cercano, aunque parece mucho más fácil admitir que usted se siente de esa manera sobre un hermano. Especialmente en la niñez, antes de ser completamente “civilizados,” la violencia física comúnmente explota entre los niños de la misma familia; incluso en la edad adulta, es común que los hermanos tengan relaciones tormentosas, para entrar en erupción de ira en reuniones festivas o soportar resentimientos unos con otros durante años. Si usted no se ha sentido de esa manera, sin duda ha conocido a otras personas que se han sentido así. El odio puede ser tan intenso, tan insoportable, que los hermanos y hermanas pueden interrumpir enteramente las relaciones.

Nosotros también encontramos nuestro propio odio aceptable cuando parece bien justificado, cuando alguien nos ha lastimado profundamente. Especialmente si hay maldad involucrada del otro lado, o insensibilidad despiadada, creemos que está bien odiar. ¿Alguna vez se sintió enfurecido cuando algún otro conductor “robó” el espacio del estacionamiento que usted había estado esperando? ¿Alguna vez quiso golpear a alguien que deliberadamente se coló adelante suyo en una fila? ¿Alguna vez quiso sofocar a su pareja o esposo por hacer una observación despectiva sobre usted delante de sus amigos?

En nuestras relaciones cercanas, el odio puede ser profundamente doloroso y perturbador. Cuando nos domina, podemos atacar e infligir dolor, lastimando a las personas que nos importan. Usted probablemente ha tenido la experiencia de agredir durante una discusión y decir palabras que más adelante lamentó. En el calor del momento, usted pudo haber sentido que odiaba a la otra persona y quería que su relación terminara; incluso, usted pudo haberlo dicho de forma cruel y con lenguaje abusivo.

Con los años, muchos clientes me han dicho de la discordia en sus relaciones; he aprendido que, cuando es superada con odio, no es del todo inusual para las personas decirles “¡vete a la mierda!”, o incluso, “¡vete a la mierda y muérete!” a sus parejas.

 

 

La Universalidad del Odio

 

En mi práctica, los clientes a veces me corrigen si utilizo la palabra odio para describir sus sentimientos: “Quizás me siento enojado, pero odio es un poco fuerte. No creo que sienta odio.” Usualmente, ellos creen que el odio es sentir una emoción mala; significa que hay algo malo con usted. El odio es uno de esos sentimientos que los libros de autoayuda y guías espirituales a menudo le enseñarán cómo trascender o superar, como si pudiéramos librarnos de la emoción para siempre.

Pero encienda las noticias de la tarde y verá las atrocidades cotidianas cometidas en África, la supresión brutal de la disensión a lo largo de Medio Oriente, crímenes atroces cometidos en nuestro propio país, actos incontables de venganza por regímenes corruptos o ejércitos rebeldes por todo el mundo. Todos los días, el odio es expresado por las personas en todas partes.

Si usted mira los shows de reality, usted verá este aspecto de la naturaleza humana vívida y descaradamente expresado: huéspedes con hambre de atención, incitados para proporcionar el espectáculo para la audiencia que mira TV, dirán cosas viciosas a las personas que supuestamente aman. El odio es un hecho de la vida, y hacerle frente, aprender a exhibir su expresión, especialmente en nuestras relaciones más importantes, es parte de convertirse en civilizado.

Así como la disociación involucrada en el pensamiento blanco y negro puede “resolver” la ambigüedad de ideas opuestas, también puede ayudarnos a hacer frente al problema de la ambivalencia en nuestras relaciones. En el ámbito emocional, disociación significa dividir los impulsos de amor y odio, y mantenerlos enteramente separados. Esto significa a menudo dirigir el odio hacia una persona diferente a la que realmente está destinado.

En el capítulo anterior sobre sublimación, di el ejemplo de una nueva madre que se resiente con su marido en lugar de con su infante; tal sublimación depende de esta clase de disociación emocional. La madre ha disociado su ambivalencia sobre ese bebé demandante; ella se deleita con el amar, los sentimientos de satisfacción y desplaza su hostilidad desde el bebé hacia su marido.

Mientras usted intenta entender los mecanismos de defensa y cómo funcionan, asignar nombres y aislar los procesos exactos es menos importante que reconocer el dolor que intentan resolver. Es difícil y doloroso tener emociones mezcladas (sentimientos de amor y odio) hacia cualquier persona que esté cerca de nosotros y, especialmente, si es el infante indefenso que pudimos haber deseado tanto.

 

 

La Historia de Alexis

 

Una de mis clientas, Alexis, luchaba con la ambivalencia en ambos sentidos de la palabra. Cuando ella comenzó el tratamiento, había estado saliendo con dos hombres diferentes durante meses - Steve y Brian - generalmente, no al mismo tiempo, sino por turnos. Primero, ella decidió que quería estar con Steve; luego, ella cambió su opinión, dejó a Steve y cambió a Brian. Ella no podía decidirse.

Al principio de cada nuevo período con uno o el otro, Alexis se sentía “enamorada” y creía que era feliz (pero con dudas persistentes sobre si ella había elegido la opción correcta); cuando un conflicto que la enojaba o frustraba inevitablemente aparecía, ella decidía rápidamente que había cometido un error, dejaba al novio actual y volvía con el que había rechazado anteriormente.

Alexis no podía hacer frente a la realidad de una relación - nuestras parejas inevitablemente hacen cosas que nos molestan o frustran; siempre que ella sentía ira o frustración, lo tomaba como evidencia de que ella había hecho la elección incorrecta. La suya era una mirada idealizada del amor en un estado perfecto, impoluto por otras emociones complicadas que ella disociaba y rechazaba en el momento que las sentía.

Pero, sobrellevar la ira y a veces incluso el odio que aparece en las relaciones, no comportándose de maneras destructivas que lastimaran a nuestros seres queridos en esos momentos, es lo que nos permite mantener la intimidad con otra persona durante muchos años. Esto también aplica a nuestras amistades y lazos familiares.

Como discutiré en la Parte III, sobrellevar este tipo de ambivalencia significa aprender a experimentar emoción sin abrumarse y entendiendo que todos los sentimientos son temporarios. Tolerar la ambivalencia significa poder pensar y verdaderamente creer: Puedo odiarte ahora mismo, podría querer arrancarte las uñas, pero sé que este sentimiento pasará y, eventualmente, sentiré amor por ti otra vez.

 

 

Útil vs. Disociación Excesiva

 

La disociación excesiva puede hacer las relaciones difíciles e inestables. Quizás, usted conoce a alguien que repetidamente empieza y termina relaciones amorosas, o que regularmente hace y deja nuevas amistades. Si usted no puede tolerar la realidad de las emociones mezcladas, pasará un mal momento manteniendo contacto humano cercano.

Por otro lado, disociar con frecuencia nos permite mantener y proteger nuestras relaciones. Tener otras salidas para nuestros sentimientos de enojo significa que podemos escudarnos de esas emociones en nuestros seres queridos. Tenemos razones legítimas para sentir enojo, es importante comunicar ese enojo (de maneras constructivas) a nuestras amistades, familiares y colegas, pero no es tan buena idea explotar de ira con todas nuestras fuerzas en el calor del momento.

Una de las funciones útiles de la sociedad es proporcionarnos salidas para nuestra ira – para identificar lugares donde está bien sentirse y expresar (disociar) la agresión, incluso el odio. Considere los usos de deportes profesionales, por ejemplo, donde la mayoría de los espectadores se identifican con un equipo o con los competidores, y desean aplastar al oponente. Esto no solo proporciona una salida necesaria para los deseos, pero solo nos permite canalizar muchos sentimientos agresivos de nuestras relaciones íntimas y expresarlos en un contexto más seguro.

Un conflicto de guerra, con un combatiente enemigo identificado, también puede servir para la misma función, proporcionando una salida para nuestra agresión. En momentos de guerra, la disociación se convierte en poderosamente evidente: las personas en casa se unen con más facilidad, ponen las diferencias a un lado y se unen contra el enemigo común. Por un tiempo, esto puede crear una sensación de armonía y unificación doméstica, especialmente importante cuando se confronta una amenaza existencial de afuera.

Pero las personas que dependen fuertemente de este tipo de defensa, pueden tener problemas sin dicha salida para la agresión. En la película de 1979 El Gran Santini, por ejemplo, el Coronel Bull Meechum regresa de su despliegue en el exterior y procede para aterrorizar a su familia. Luego, él admite ante su amigo Virgil que es difícil ser un guerrero durante tiempos de paz. Él necesita una salida para su agresión, que le permita disociarla y dirigirla lejos de sus seres queridos. Sin dicha salida, él maltrata continuamente a su esposa y a sus cuatro hijos.

Quizás, al igual que yo, usted ha ido a eventos deportivos de su hijo y ha visto a un padre en particular que invertía demasiado en la victoria del equipo de su hija, que se vuelve hostil y abusivo hacia el árbitro cuando las llamadas van hacia el lado equivocado. Probablemente, él lucha con el odio, intenta disociarlo y canalizarlo en el deporte, pero todavía encuentra el sentimiento inmanejable. A veces, la “ira de la calle” puede reflejar el proceso de disociación: mientras en teoría es mucho más seguro dirigir su rabia a los extraños, también puede meterlo en problemas si ese otro conductor se pone igualmente rabioso ¡porque usted lo encerró en el tráfico!

Usted también puede ver la disociación usada por el ambientalista extremadamente enojado que yo describo en el último capítulo, el activista hostil de los derechos de los animales que pelea para proteger a criaturas inocentes, o al medio ambiente, con odio intenso, dirigido a despiadados contaminadores corporativos o malvados científicos de laboratorio. Ellos pueden sentir ira que, con frecuencia, es justificada; pero cuando la disociación es excesiva, su visión del mundo se vuelve simplista: malos muchachos, como en los dibujos animados, versus la pura e inocente víctima.

Las percepciones de los seres queridos y las actitudes hacia ellos también se pueden volver bidimensionales. Las personas que dependen de la disociación pueden volverse excesivamente “buenas” en sus relaciones íntimas; a un nivel personal, ellos pueden aparecer como artificiales o sacarina. Ellos han disociado sus sentimientos agresivos y elegido una salida que encuentran más aceptable, pero el precio que pagan es la falta de intimidad genuina en sus relaciones, así como en sus relaciones familiares y amorosas.

 

 

Disociar Nuestras Percepciones de Otras Personas

 

Cuando la disociación es activa, con frecuencia afecta nuestra capacidad de percibir a otras personas con precisión. En el ejemplo de arriba, el activista excesivamente entusiasta ve el tema de los derechos de los animales o la protección del medio ambiente en blanco y negro, incluso en términos moralistas; como resultado, aquellos del otro lado, con frecuencia, se vuelven caricaturas – despiadados peces gordos corporativos o científicos crueles – en lugar de personas tridimensionales. Como se discutió anteriormente en este capítulo, nosotros encontramos más fácil aceptar nuestro odio si sentimos que está justificado; a veces inconscientemente distorsionamos nuestras propias percepciones como una manera de justificar sentimientos de odio.

Para encontrar una salida segura para nuestros sentimientos hostiles, entonces, podemos percibir al mundo en términos muy claros de buenos y malos: animales indefensos, inocentes, que adoramos, y las personas malas que los explotan; el medio ambiente impoluto y los malvados que lo contaminan. Odiamos a aquellas personas malas y ellos se lo merecen. En tiempos de guerra, los gobernantes hacen uso de este tipo de disociación a través de la propaganda para convencernos de que el otro lado es malvado. Considere películas hechas durante la 2da Guerra Mundial, llena de dibujos animados Nazis.

Odio a esas personas – ¡se lo merecen!

Los héroes en esas películas de 1940 a menudo son bidimensionales como el malvado Nazi con el que pelean, sin ser complicados en sus bondades – sin miedos, idealistas, lleno de amor por su país y preparados para morir por él. Hoy en día, raramente se escucha hablar a políticos de nuestros soldados en uniforme como otra cosa que no sean modelos del coraje y el sacrificio propio. Ver el mundo en términos de blanco y negro, buenos y malvados, refleja el proceso de disociación. Sostiene una realidad compleja, ambigua, y la hace simple para los propósitos de defensa, ya sea un mecanismo de defensa psicológico individual o una defensa nacional movilizando el odio de una población durante tiempos de guerra.

 

 

Disociación Bajo Estrés Extremo

 

Incluso las personas que no dependen fuertemente de la disociación como un mecanismo de defensa, pueden recurrir a disociar bajo angustia, cuando sus mecanismos normales para hacer frente los decepcionan. La negación o represión pueden funcionar por un tiempo, pero luego, la emoción intensa puede aparecer y disociar actos como una especie de defensa de respaldo. Puedo explicar este proceso más claramente con un ejemplo.

El sobrino de mi cliente Chloe cayó con un grupo de traficantes de drogas y fue brutalmente asesinado por ellos. Los asesinos fueron aprehendidos, pero el juicio se hizo luego de varios años. Mientras se acercaba el juicio, anticipando los horrores que escucharían de los testigos, Chloe y su familia se unieron como una especie de grupo de soporte. Ellos establecieron un programa para asegurar que, al menos un miembro de la familia, estuviera presente en todo momento. Los eventos y las obligaciones comunes quedaron a un lado; la vida se resolvía alrededor del juicio que se acercaba.

Durante este período, la familia de Chloe se volvió devota de la causa de justicia por el asesinato del joven que, como es frecuente en dichas situaciones, se había vuelto una persona mucho mejor en la memoria de lo que había sido en la vida real. Esta familia perseguía su causa casi con un entusiasmo religioso: ver a los asesinos enviados a prisión para siempre se convirtió en el único foco de sus vidas. Las quejas e irritaciones pasadas entre los familiares quedaron a un lado. La mayoría de nosotros puede entender cómo pudo pasar eso; la mayoría de nosotros probablemente reaccionaría de la misma manera.

No mucho antes de que el juicio empezara, una amiga cometió el error de quejarse del hermano de Chloe – por muy buenas razones, como luego salió a la luz, aunque Chloe no podía verlo en ese momento. Ella se dirigió a su amiga y rompió las relaciones, acusándola de tratar al hermano “malvadamente”, cuando en realidad el hermano estaba completamente en falta. La amiga de Chloe se convirtió en una muy “mala” persona, un enemigo que debía ser exiliado.

Como una nación bajo estrés durante tiempos de guerra, la familia de Chloe se unió. El sobrino asesinado había sido bueno, su familia era amorosa y cualquier persona no contenedora era mala. La amiga de Chloe se volvió un enemigo malicioso que debía desaparecer. Debido a que el dolor y el horror del juicio que se acercaba había colocado tanto estrés en ella, ella ya no podría tolerar situaciones ambiguas, ambivalentes: ella no podía soportar pensar que el hermano que ella amaba también se había comportado mal con su amiga.

Meses más tarde, luego de que el juicio terminara y los asesinos fueran condenados, cuando Chloe ya no tenía que hacer frente a dicho estrés extremo, ella entendió el punto de vista de su amiga y compensó su amistad. Ella recuperó la visión más matizada que normalmente tenía de su hermano. Pero durante esos feos momentos, antes y durante el juicio, ella tuvo que hacer frente a tanto dolor que una visión matizada, ambivalente excedía sus capacidades emocionales.

 

 

Qué Buscar

 

Los extremos de bueno y malo son la marca de la disociación, junto con los grandes cambios de emociones altamente positivas y extremadamente negativas sobre importantes relaciones; usted verá grandes fluctuaciones en la percepción de otras personas, que pueden moverse abruptamente desde el pedestal a la pila de basura durante la noche. El pensamiento blanco y negro está a la orden del día.

 

Necesidad y Dependencia

 

Hombres y mujeres que tienen dificultad para sobrellevar la inevitable frustración que aparece cuando dependen de otras personas, pueden enamorarse y desenamorarse rápidamente, primero creyendo en la perfección de una nueva pareja, luego rechazándola como inútil. Como mi cliente Alexis, usted puede luchar con la realidad de emociones mezcladas, “resolver” su ambivalencia deshaciéndose de la pareja que, simplemente, lo decepcionó o lo hizo enojar. Los lectores que se identificaron con las declaraciones del Subgrupo 4, probablemente, dependerán de este tipo de disociación.

Usted puede ver un patrón similar en sus amistades: quizás, usted piense de forma no crítica sobre ciertas personas que admira, mientras desprecia a sus enemigos con pasión. Sentimientos intensos y volátiles sería un signo de que la disociación está en ejercicio. Si usted se aferra poderosamente a otras personas, ya sean amigos o parejas – especialmente si tiende a idealizarlos – usted puede depender de la disociación en exceso. Los lectores que se identificaron más con las declaraciones del Subgrupo 2 deberían prestar atención. Si usted repetidamente se vuelve entusiasta sobre nuevas personas y luego repentinamente pierde interés, puede tener dificultades en aceptar la realidad de la ambivalencia en todas las relaciones que incluyen necesidad o dependencia.

Mientras que más comúnmente nos defendemos contra la consciencia de la ira, es también posible disociar nuestros sentimientos amorosos cuando se siente demasiado amenazante reconocer la necesidad y la dependencia. La ira crónica o la persona insatisfecha pueden evadir los sentimientos más sensibles; a veces se siente más seguro estar rabioso justificadamente, (¡como una gran emoción!) que vulnerables, lastimados o decepcionados por alguien que amamos, especialmente si dependemos mucho de esa persona.

 

Emociones

 

Los lectores que se identifican más con las declaraciones del Subgrupo 4, ocasionalmente, pueden “explotar” o se les puede ir de las manos. Por largos períodos de tiempo, usted puede ser exitoso en disociar sus emociones hostiles o “negativas”, encontrando salidas para ellas en otro lugar, en la distancia; pero cuando usted se siente abruptamente enojado con alguna persona cercana a usted, la ira puede aparecer y abrumarlo completamente. Repentinamente, deseos inesperados de emoción poderosa, especialmente cuando es duro explicar la intensidad de esos sentimientos en el momento, a menudo indican el quiebre de la disociación como mecanismo de defensa.

A veces disociar puede ser una defensa altamente estable, como una persona del tipo “emocionalmente estable” con un rienda ajustada a sus emociones que solo erosionan ocasionalmente (Subgrupo 3). Disociar también juega un gran rol en las obsesiones y compulsiones. En su famoso caso ‘Hombre Rata’, Freud describió a un paciente con un poderoso conflicto entre sentimientos de amor y odio; el Hombre Rata dependía del pensamiento obsesivo y el comportamiento compulsivo para mantener el odio bajo control y fuera de la consciencia: las obsesiones y compulsiones mantienen la disociación en su lugar, pero solo a través de la vigilancia constante. Si usted lucha con pensamientos obsesivos y/o comportamientos compulsivos, usted puede depender de la disociación para mantener su agresión en la bahía.

Disociar como un mecanismo de defensa también pude ser altamente inestable y errático: algunas personas que dependen de la disociación, van y vienen entre los extremos de la emoción en un solo día. Sus miradas pueden moverse rápidamente de adorar a despreciar a alguien cercano. El problema de la ambivalencia, de cómo sobrellevar la realidad de las emociones mezcladas en todas las relaciones, es un desafío para todos, especialmente, para las personas que luchan con síntomas de trastorno de límite de la personalidad.

 

Autoestima

 

Para la persona que lucha con temas de vergüenza y baja autoestima, el problema de la ambivalencia coloca un desafío adicional. Si luchamos por un sentido de valor personal, cuando un ser amado nos frustra o decepciona, a menudo lo tomamos como un desprecio personal que nos hiere profundamente. Nosotros podemos encontrarlo tan intenso que lo odiamos por hacernos sentir de esa manera. Nosotros disociamos nuestro amor y nos refugiamos en la rabia, yendo en contra de la persona que elevó esos sentimientos de vergüenza dolorosos. Los lectores que se relacionan más con las declaraciones del Subgrupo 6, probablemente, dependerán de este tipo de disociación. (Tendré más para decir específicamente sobre esta defensa en el Capítulo Once.)

 

 

EJERCICIOS

 

  1. ¿Cuál es su afiliación política? Si usted se identifica fuertemente con su partido (es decir, si usted siempre vota por el candidato Demócrata o Republicano), revise la plataforma del otro partido y vea si coincide con alguna de sus posiciones. La policía es un área donde las personas, a menudo, recurren al pensamiento blanco y negro, si usted no puede encontrar ningún punto de simpatía, entonces, usted puede ser dependiente de la disociación para resolver todas las ambigüedades y los matices, especialmente, si usted tiende a pensar en caricaturas – es decir, Republicanos como raros religiosos cargadores de armas, Demócratas como socialistas que odian a Dios.
  2. Piense sobre una de sus primeras relaciones amorosas. ¿Puede recordar la primera vez que se sintió frustrado, decepcionado o enojado con su pareja? ¿Cómo hizo frente a esos sentimientos? ¿Elevaron serias dudas en su mente sobre si debía continuar en la relación? ¿La relación sobrevivió o la emergencia de dichas emociones desafiantes la llevaron a un fin?
  3. Ahora considere su actual relación, o una más reciente; piense sobre uno de los argumentos más intensos donde se sintió herido o decepcionado. ¿Cómo expresó su ira?
    1. ¿Usted explotó y atacó a su pareja de maneras hirientes (incluso si sintió que eran justificadas)?
    2. O, en el extremo opuesto, ¿usted tenía miedo de que la ira – suya o de su pareja – diera lugar rápidamente y aceptara la culpa?
    Ambas posiciones reflejan el proceso de disociación: en el primer caso usted ha disociado todos sus sentimientos buenos, amorosos y, como resultado, experimenta solo la hostilidad; en el segundo, usted ha disociado la ira porque la encuentra demasiado molesta o destructiva.
  4. Cuando usted se enoja con amigos, familiares o colegas de trabajo, ¿tiende a irse o a “darlo por perdido”? Si usted tiene un patrón de conflictos explosivos que llevan a una ruptura, especialmente, si tiende a sentirse justificado en su propia defensa, la disociación puede estar en ejercicio. Repase una de esas relaciones terminadas; elija a una persona cuya memoria aún le traiga sentimientos de ira pero que alguna vez le importó mucho:
    1. Esfuércese para considerar qué ocurrió desde el punto de vista de la otra persona. No se permita “discutir” o pensar sí, pero…
    2. Recuerde un momento antes de la brecha cuando usted se sentía cerca de la otra persona; intente recordar sus buenos sentimientos y ver si queda algún vestigio de ellos. Si usted no puede, entonces, ha disociado con éxito y negado toda la afección que sintió alguna vez.
    3. Si usted es exitoso en recuperar esos buenos sentimientos, ¿siente alguna sensación de tristeza o arrepentimiento como resultado? Cuando cicatrizamos una disociación – es decir, cuando recuperamos el amor o la afección disociada, a menudo, desencadena dichos sentimientos de pérdida, remordimiento o arrepentimiento.
    4. O, en lugar de eso, ¿usted se siente avergonzado? A veces, nosotros cambiamos de estar “completamente en lo correcto” a “todo mal” – otra instancia de la disociación. Vea si usted puede lograr un punto de vista con más “matices”, donde cada uno de ustedes haya contribuido con el malentendido.
  5. Vuelva a pensar en un período en su vida donde usted atravesó un momento extremadamente difícil – quizás, no tan horroroso como lo que mi clienta Chloe tuvo que superar, pero algo verdaderamente estresante, lleno de dolor.
    1. ¿Usted se volvió más sensible o “quisquilloso” durante ese período, como la mayoría de las personas? ¿Tenía menos tolerancia de lo usual para los desafíos comunes que la vida pone en su camino?
    2. ¿Usted tuvo algún desacuerdo importante con otras personas? ¿Alguna vez se sintió “perseguido” por el comportamiento de un amigo, colega o familiar? ¿Usted sentía que tenía enemigos?
    3. Mirando hacia atrás, ¿puede ver cómo la mirada de su mundo y su entendimiento de otras personas estaban distorsionados o eran imprecisos? ¿Los incidentes ahora se ven triviales comparados con cómo usted los veía en ese entonces?

 

 

¿Ahora Qué?

 

Al construir sobre los ejercicios del capítulo precedente, los ejercicios de arriba lo estimulan a cavar más profundo en el rol de hostilidad de sus relaciones amorosas y otras conexiones íntimas. Hasta ahora, hemos hablado sobre negar y reprimir la ira, desplazarla y ahora disociarla, y llevarla lejos de un ser querido. Administrar la fuerza potencialmente destructiva de la ira y el odio es un desafío psicológico importante para todos.

Durante la próxima semana, preste atención a cualquier sentimiento hostil que pueda aparecer. Mire cómo le hace frente, y si recurre o no a cualquier mecanismo de defensa discutido hasta ahora. Como describiré en la Parte III, una estrategia más efectiva sería inhibir el primer surgimiento explosivo de emoción, recordando que todos los sentimientos son temporarios y pasarán en el tiempo. ¡Más fácil decirlo que hacerlo!