NOTAS AL PIE AL VOLUMEN II

[1] Es de señalar que Gray haya empleado en parte la misma imagen parta definir a Dryden. En efecto, enjaeza dos caballos a su carruaje, aunque son «de raza etérea»:

Ved por dónde ostenta con presunción menor

su gloria por anchos campos el carruaje de Dryden,

con dos corceles de raza etérea,

envueltas las crines en truenos, el tranco largo y resonante.

Oda sobre el progreso de la poesía. —BOSWELL

En la Vida de Pope, pág. 309, dice Johnson: «El estilo de Dryden es caprichoso y variado; el de Pope, cauto y uniforme; Dryden se pliega a los movimientos de su intelecto, Pope los constriñe a sus propias reglas compositivas. Dryden es a veces vehemente y veloz; Pope es siempre uniforme y amable». —HILL <<

[2] El señor Langton no dejó caer este consejo en saco roto, y escribió la siguiente relación, que ha tenido la bondad de poner en mi conocimiento:

«Las circunstancias en que vivió Peregrine Langton fueron las siguientes. Disponía de una asignación de 200 libras per annum. Residía en una aldea del condado de Lincoln; el alquiler de su casa, junto con dos o tres pequeños pastos, era de 28 libras; el condado en que vivía era quizá moderadamente costoso, no más; por toda familia tenía una hermana que le pagaba 18 libras al año por su manutención, y una sobrina. Las criadas eran dos, además de dos lacayos de librea. Habitualmente, a su mesa, servíanse de tres o cuatro platos; los accesorios con que se servía su mesa eran bien arreglados y gratos de usar; a menudo gozaba de invitados a la cena, a la que en tales ocasiones se servían tantos platos como era costumbre en las mesas de otros caballeros de la vecindad. Su propia apariencia, en cuanto al vestir, era sencilla y atildada en lo gentil. Siempre contó con una silla de posta y tres caballos.

»Con los recursos que menciono, tal fue su manera de vivir, en la cual nunca tuvo que emplear la totalidad de sus ingresos, pues siempre reservó una suma muy a mano, con la cual cubría cualquier gasto extraordinario que pudiera surgirle. Parte de sus dineros los invirtió en acciones; a su muerte, la suma que tenía invertida ascendía a 150 libras. De su propio peculio adquirió el mobiliario y la ropa de la casa, que en los últimos tiempos aprovisionó en gran cantidad; tal como estoy seguro de que sin duda sabrá todo el que haya tenido un buen medio de saberlo, nada menos que la décima parte de sus ingresos la destinaba a obras de caridad. En la hora de su muerte se halló la suma de 25 libras, con la instrucción de que se le diera ese uso.

»Había trazado un pormenorizado plan para vivir de acuerdo con sus ingresos, y nunca practicó una frugalidad excesiva, ni cayó en la tacañería, pues se esforzó para que en su familia hubiera abundancia sin caer en el despilfarro. Como muestra de que ése era su máximo empeño, tal vez valga la pena reseñar el método de acuerdo con el cual regulaba la disposición de una cantidad adecuada de licor de Malta, para que se consumiera sin que hubiera escasez, pero menos aún en profusión desaforada, y es que ante la queja de que su disposición de un tonel por mes no llegaba para toda la familia ordenó que la cantidad que contiene un tonel fuera repartida en botellas iguales, que cerró al acceso de los criados en un armario, y que distribuía a diario a razón de ocho cuartos, que es la cantidad que habría tocado por cabeza en caso de repartir un tonel al mes, e indicó a la servidumbre que si con eso no fuera suficiente les permitiría consumir más, aunque con este método parece ser que la cantidad asignada fue más que suficiente para su pequeña familia, y así demostró una clara convicción, que no admitió que se pusiera en tela de juicio y que le ahorró con creces toda disputa futura. Fue un hombre en general muy diligente, al que atendían con puntualidad y obedecían en todo sus criados. Fue muy considerado en cuanto a las órdenes que emitía, amén de que las explicaba por lo menudo. Nada más entraba un criado a su servicio, se ganaba al punto su más estrecha y conforme docilidad, sin que ninguno pecara de remisión, y como los criados hallaran que ése era el caso, pronto se acostumbraron como si nada a cumplir sus cometidos, de modo que en lo sucesivo apenas era preciso prestarles mayor atención. En algunos casos extraordinarios de buena conducta, o de diligencia en el servir, nunca escatimó palabras de ánimo y obsequios por encima del salario asignado, y es digno de notar que permitiera que a todos ellos les visitaran sus parientes con frecuencia, y que se alojasen en su casa durante dos y tres días a veces.

»Lo más pasmoso, para la mayoría de quienes tengan noticia de sus economías, es su manera de que le alcanzara para conseguir tantas cosas con tales ingresos, sobre todo si se considera que tuvo que pagar por todo lo que poseía; no tenía más tierras que los dos o tres pastos que he señalado, y que alquilaba, y en vez de obtener ninguna ganancia con lo que en ellos se cosechaba tengo razones para pensar que con ellos perdía dinero; sin embargo, le ahorraban toda ulterior cuita respecto a sus ahorros domésticos, dándole hierba para los caballos (y no heno, pues el heno sé de cierto que lo compraba) y las dos vacas. Todos los lunes por la mañana cuadraba las cuentas de la familia, y de ese modo mantenía una atención constante en confinar sus gastos dentro de los márgenes de sus ingresos, y para llevar las cuentas con más exactitud las comparaba con los gastos mediante cómputos minuciosos, concluyendo por adelantado de qué parte de sus ingresos podía disponer en cada semana e incluso en cada día del año. Una de sus prácticas de economía, tan pronto se necesitaba hacer alguna reparación en la casa, consistía en llevarla a cabo de inmediato. Cuando tenía dinero disponible, reservaba una parte para la adquisición de ropa de casa o de prendas de vestir, o para cualquier otra necesidad eventual; de ese modo, según decía, podía permitirse la adquisición llegado el caso, mientras que sin prever esas eventualidades tal vez no hubiera podido costeárselas en el momento en que de hecho surgieran; a raíz de todo ello, y con este método escrupuloso, dispuso de un abastecimiento considerable de los artículos de necesidad, además de los que tenía en uso.

»Ahora bien, el principal particular que parece haberle permitido hacer tantas cosas con sus ingresos es que pagaba por cualquier cosa tan pronto la tenía, con la sola excepción de las cuentas corrientes, como las del alquiler de la casa y los salarios de los criados, que pagaba en los plazos fijados con antelación con puntualidad exquisita. Dio aviso a los comerciantes de las localidades convecinas en el sentido de que dejaría de ser cliente suyo caso de que permitieran a cualquiera de sus criados disponer de un solo artículo, el que fuera, sin pagar su valor en el acto. De ese modo impedía que nadie cometiera esas imprudencias a las que tienen propensión quienes pueden aplazar el pago de un objeto recurriendo a la artimaña que sea. Y todo el dinero que le quedaba sabía de ese modo que no le sería exigido en ninguna otra parte, y que podría emplearlo sin riesgos en aquello que más le placiera.

»Su ejemplo no tuvo repercusión debido a lo recóndito de su vivienda, y pocos pudieron observarlo, aunque su prudencia y su virtud hubieran sido de valor inestimable para todo el que las conociera. Estos escasos particulares, que bien conocía yo de primera mano, o que he obtenido de boca de quienes vivieron con él, tal vez procuren instrucción y sean incentivo en ese arte y sabiduría del vivir, que él practicó con tanto éxito». —BOSWELL <<

[3] En la que le correspondía la presidencia del Club Literario, que en esta época mantenía reuniones semanales. —BOSWELL <<

[4] El pasaje omitido aludía a un asunto privado. —BOSWELL

El ejemplar de Boswell, depositado en Yale, salva esa laguna: ¿por qué se la había dedicado a lord Mountstuart, un hombre por el que no tenía ningún aprecio? —CHAPMAN <<

[5] Esta censura de mi latín hace referencia a la dedicatoria, que era como sigue:

VIRO NOBILISSIMO, ORNATISSIMO,

JOANNI,

VICECOMITI MOUNTSTUART,

ATAVIS EDITO REGIBUS

EXCELSAE FAMILIAE DE BUTE SPEI ALTERAE;

LABENTE SECULO,

QUUM HOMINES NULLIUS ORIGINIS

GENUS AEQUARE OPIBUS AGGREDIUNTUR,

SANGUINIS ANTIQUI ET ILLUSTRIS

SEMPER MEMORI,

NATALIUM SPLENDOREM VIRTUTIBUS AUGENTI:

AD PUBLICA POPULI COMITIA

JAM LEGATO;

IN OPTIMATIUM VERO MAGNAE BRITANNIAE SENATU,

JURE HAEREDITARIO,

OLIM CONSESSURO:

VIM INSITAM VARIA DOCTRINA PROMOVENTE,

NEC TAMEN SE VENDITANTE,

PRAEDITO:

PRISCA FIDE, ANIMO LIBERRIMO,

ET MORUM ELEGANTIA

INSIGNI:

IN ITALIAE VISITANDAE ITINERE,

SOCIO SUO HONORATISSIMO,

HASCE JURISPRUDENTIAE PRIMITIAS

DEVINCTISSIMAE AMICITIAE ET OBSERVANTIAE

MONUMENTUM,

D. D. C Q.

JACOBUS BOSWELL.

[«James Boswell dedica estos primeros frutos de sus estudios de Leyes, en prueba de devota amistad y respeto, al muy noble John, Vizconde de Mountstuart, de real linaje y segunda esperanza de la familia de Bute: hombre siempre cuidadoso de su antiguo e ilustre abolengo en una época degenerada, en la que hombres sin origen conocido se empeñan en equiparar la alta cuna a la riqueza; hombre que por su virtud realza el esplendor que por derecho propio le otorga su nacimiento, que ya es miembro de la Cámara de los Comunes, aunque por derecho hereditario destinado está a ocupar escaño en la Cámara de los Lores, sobredorado de una educación tal que sabe sacar el mejor rendimiento de su talento innato, pero sin hacer gala en vano; hombre, en fin, de antigua fe, de comprensión liberal y de elegancia en su talante»]. —BOSWELL <<

[6] Alude aquí a la primera frase del Premium de mi tesis, «Jurisprudentiae studio nullum uberius, nullum generosius: in legibus enim agitandis, populorum mores, variasque fortunae vices ex quibus leges oriuntur, contemplari, simul solemus». —BOSWELL <<

[7] El pasaje omitido explicaba los asuntos a que se alude en la carta anterior. —BOSWELL <<

[8] El reverendo señor John Campbell, presbítero de la parroquia de Kippen, cercana a Stirling, que últimamente ha tenido la bondad de hacerme llegar una larga, inteligente y muy suculenta carta sobre esta obra, hace el siguiente comentario: «El doctor Johnson ha hecho alusión al muy digno caballero que se desempeñó en la traducción del Nuevo Testamento. ¿No podría esto propiciarle ocasión perfecta para rendir el debido tributo de respeto a la memoria del reverendo señor James Stuart, que fuera presbítero de la parroquia de Killin, distinguido por su piedad eminente, por su erudición y su buen gusto? La muy cordial sencillez de su manera de vida, su cálida benevolencia, sus infatigables y exitosos ejercicios en la civilización y la mejora de la parroquia de la que fuera presbítero durante más de cincuenta años, le hacen merecedor de la gratitud de estas tierras y de la veneración de todos los hombres de bondad. Desde luego, sería una lástima que permitiéramos la desaparición en el olvido de tan celebrado hombre». —BOSWELL <<

[9] Este párrafo pone de manifiesto la auténtica estima en que tenía Johnson el carácter y la capacidad del célebre y muy docto historiador escocés, aun cuando en algún momento de veleidad hubiera hablado a la ligera de sus obras. —BOSWELL <<

[10] Ésta es la persona en relación con la cual sir John Hawkins ha vertido muy injustificables reflexiones contra el doctor Johnson y contra el señor Francis Barber. —BOSWELL <<

[11] Véase un retrato suyo en la European Magazine de enero de 1786. —BOSWELL

Allí se nos dice que era por entonces maestro de escuela, actor, poeta, socio de un medicamento que vendía un sacamuelas y tutor de un joven conde. Fue sospechoso de chantaje por medio de publicaciones satíricas, y contrajo una enfermedad que lo convirtió en algo casi ofensivo a la vista. Nació en 1739 y murió en 1771. <<

[12] El doctor Johnson tuvo el honor de hacer sus aportaciones a la formación de esta biblioteca; he leído una larga carta [n.º 206 en las ediciones tanto de Hill como de Chapman] que escribió al señor Barnard, dándole magistrales instrucciones al respecto. Mucho habría querido deleitar a mis lectores con un examen de esta carta, y tengo motivos para pensar que Su Majestad habría dado su gracioso permiso para ello, pero el señor Barnard, a quien se la solicité, me la denegó «por su cuenta y riesgo». —BOSWELL <<

[13] Me he desvivido por recopilar con la máxima y más fidedigna autenticidad los particulares de esta conversación, tomándolos de la pormenorizada relación que me hizo el propio doctor Johnson, del señor Langton, que estuvo presente cuando Johnson se la relató al doctor Joseph Warton y a otros amigos suyos en casa de sir Joshua Reynolds; asimismo, del señor Barnard; de la copia de la carta escrita por el difunto señor Strahan, el impresor, al obispo Warburton; por último, de un acta, el original de la cual se halla entre los papeles del difunto sir James Caldwell, y una copia de la cual me fue amablemente facilitada por su hijo, a través de sir Francis Lumm. A todos estos caballeros pido permiso para dejar constancia de mi sentido agradecimiento, y en particular a sir Francis Lumm, quien tuvo la bondad de afrontar no pocas complicaciones, e incluso puso el acta ante el propio Rey gracias a los buenos oficios de lord Caermarthen, hoy Duque de Leeds, entonces uno de los principales secretarios de Estado de Su Majestad, quien anunció a sir Francis la complacencia del monarca en lo tocante a todo ello por medio de una carta: «He recibido orden de Su Majestad para asegurarle, señor, cuánto aprecia el Rey su atención al poner en su conocimiento el acta de la conversación con anterioridad a que se publique. Como no parece haber objeción en que cumpla usted con los deseos del señor Boswell a este respecto, goza de plena libertad para entregársela a dicho caballero, para que haga uso de ella en su Vida del doctor Johnson como estime oportuno». —BOSWELL

En 1790, Boswell publicó en una edición en cuarto, de ocho páginas, Una conversación entre Su Muy Sagrada Majestad Jorge III y Samuel Johnson, doctor en Leyes. Ilustrada con observaciones del señor James Boswell. Londres. Impreso por Henry Baldwin para Charles Dilly, en The Poultry. MDCCXC, al precio de media guinea. Inscrito en el libro del gremio de papeleros. Es la misma impresión que la primera edición de la Vida. <<

[14] El reverendo señor Strahan recuerda con toda claridad que Johnson le dijo que el Rey había observado que Pope convirtió a Warburton en obispo. «Cierto, Majestad —dijo Johnson—, pero es que Warburton aún hizo más por Pope, ya que lo convirtió en un buen cristiano», con lo cual aludió sin duda a sus ingeniosos Comentarios sobre el Ensayo sobre el hombre. —BOSWELL <<

[15] Aquí es de justicia señalar que cuando hablo de su correspondencia la considero independiente de las voluminosas colecciones de cartas que en el transcurso de muchos años escribió a la señora Thrale, y que forma parte separada de sus obras. Como prueba de la alta estima que ponía en todo lo que de su pluma emanase, dicha dama vendió sus cartas de Johnson por la bonita suma de 500 libras. —BOSWELL <<

[16] En una carta dirigida al señor Drummond y fechada el 24 de octubre de 1767, menciona que acababa de regresar a Londres luego de una estancia de casi seis meses en el campo. Probablemente había pasado parte de ese tiempo en Oxford. —MALONE <<

[17] Plegarias y meditaciones, págs. 77 y 78. —BOSWELL <<

[18] Ibid., pág. 73.—BOSWELL

El 17 de agosto escribe: «Mediante la abstinencia del vino y de la cena obtuve un súbito y grande alivio, y vi restablecida mi libertad de ánimo, cosa que he deseado durante todo un año, sin hallar la manera de obtenerla». <<

[19] Plegarias y meditaciones, pág. 81. —BOSWELL

«Este día —escribió el día de su cumpleaños— lo he pasado en una gran perturbación, desasosegado en la iglesia en grado insólito, sin apenas descanso en mis inquietudes atosigantes… En este día se me ocurrió escribir la historia de mi melancolía. Me propongo meditar sobre ello. No sé si no me resultará demasiado trastorno». Plegarias y meditaciones, pág. 76. <<

[20] Me parece lisa y llanamente imposible no maravillarse ante la amplísima variedad de las lecturas que hacía Johnson, por mucha que fuera su desgana en ocasiones. Difícil era imaginar que el feligrés de la Alta Iglesia anglicana citase con tanta presteza a Maupertuis, quien, lamento pensarlo, figura en la lista de los desafortunados y los errados que se hacen llamar esprits forts. Tengo sin embargo un gran respeto por ese filósofo al que el gran Federico de Prusia apreció y honró en su medida, y apeló patéticamente en uno de sus poemas:

Maupertuis cher Maupertuis,

Que notre vie est peu de chose.

Poseía Maupertuis vigor y sin embargo ternura de sentimiento, unidos a una gran potencia intelectual y a un insólito arrojo en el alma. ¡Ay, si hubiera sido cristiano! No puedo menos que aventurar mi sincera esperanza de que ahora quizá lo sea. —BOSWELL

Voltaire, en carta a D’Alembert del 25 de agosto de 1759, exclama: «Que dites-vous de Maupertuis, mort entre deux capucins?» (Œuvres, XL, pág. 157). La estrofa de la que cita Boswell está tomada de La vie est un songe. Œuvres de Frédéric II (ed. de 1789, IV, pág. 37). —HILL <<

[21] Al leer este pasaje, mi muy respetable amigo observó que muy probablemente no dijo «hechos contundentes» a secas, sino «hechos contundentes y bien dispuestos en la página». Su Señoría, no obstante, demasiado bien conoce el valor que tienen los documentos escritos, de modo que no ha insistido en que prevaleciera su recuerdo sobre las notas que yo tomé en su día. No pretende poner en tela de juicio la veracidad de la anotación. Lo cierto es que tal vez fuese que esas palabras añadidas se me escaparan a causa del ruido de la nutrida concurrencia, o a que el doctor Johnson, debido a su ímpetu y a su ansia por aprovechar la oportunidad de dar una réplica vigorosa, no permitiera al doctor Douglas concluir su frase. —BOSWELL [Esta nota fue añadida en la segunda edición]. <<

[22] Véase el retrato que de él pinta Churchill en la Roscíada. —BOSWELL <<

[23] Puesto en el cual le ha sucedido el señor Bennet Langton. Cuando este caballero de piadosa religión fue elegido para ocupar esta cátedra honorífica, al mismo tiempo en que el señor Edward Gibbon, notorio por haber introducido una suerte de burlón descreimiento en sus escritos de historia, fue elegido profesor titular de Historia Antigua, en el aula del doctor Goldsmith, observé que la coincidencia me trajo a las mientes el dicho de que allá van de la mano «el malvado Will Whiston y el bueno del señor Ditton». Ahora también yo formo parte de esta institución admirable en calidad de secretario de Correspondencia con el Extranjero, en favor de los académicos y previa aprobación del soberano. —BOSWELL

Goldsmith, en carta a su hermano de enero de 1770, dice: «Ha complacido al Rey nombrarme profesor de Historia Antigua en la Real Academia de Pintura que se acaba de crear, aunque el cargo no comporta un salario, y me lo tomé más como cumplido a la institución que a beneficio propio. Los honores que se hagan a quien esté en mi situación son como las chorreras para un hombre que carece de camisa».

«El malvado Will Whiston, etc.», proviene de la Oda a la música, de Swift, en Sobre la longitud (Obras, ed. de 1824, XIII, pág. 336), que comienza diciendo: «La longitud perdió de vista | el malvado Will Whiston, | y no mejor la supo ver | el bueno del señor Ditton». Continúa de un modo tan grosero en lo tocante a uno y a otro que la comparación de Boswell tuvo que ser un grave insulto para Langton y para Gibbon. [La creación de las cátedras honoríficas obedeció a unas sugerencia de Reynolds]. —HILL <<

[24] Ostenta esta inscripción en una hoja en blanco: «Hunc librum D. D. Samuel Johnson, eo quod hic loci studiis interdum vacaret». Tenía un gran aprecio por su biblioteca, que está en una sala de estilo gótico. Al comentarle yo que algunas de las modernas bibliotecas de la universidad eran más cómodas y placenteras para dedicarse al estudio, por ser más espaciosas y estar mejor aireadas, respondió: «Señor, quien tenga el intelecto saltarín, ha de estudiar en los colegios de Christ Church y All Souls». —BOSWELL <<

[25] Durante esta visita, rara vez salió a cenar fuera. Parece que estaba muy ocupado en una obra literaria. La señorita Williams viajó con él a Oxford. —BOSWELL

Es más probable que su reserva en el trato social se debiera a su delicado estado de salud. <<

[26] En el prefacio a mi Crónica de Córcega, publicada en 1768, me expresé de la siguiente manera:

«Quien publica un libro y afecta no ser su autor, y afirma ser indiferente a la fama literaria, seguramente imponga en muchas personas una idea de su propia importancia tal como desea que se reciba. Por mi parte, me llenaría de orgullo que se me reconociese como autor, y tengo una ambición ardiente por alcanzar la fama literaria, ya que de cuantas posesiones existen imagino que la fama literaria es la más valiosa. Quien haya sido capaz de confeccionar un libro que haya merecido la aprobación del mundo, se establece como persona respetable en una sociedad lejana de la suya, sin peligro de que su carácter sea menoscabado por sus flaquezas. A duras penas es posible preservar una dignidad uniforme entre quienes a diario nos ven; aspirar a ello nos pondría a merced de los grilletes de una perpetua contención. El autor de un libro que merezca aprobación permite a su natural disposición un fácil despliegue, a la vez que puede disfrutar del orgullo que provoca la superioridad del genio cuando considera que jamás dejará de gozar de gran respeto entre quienes sólo le conocen como autor. Un autor de tales características en sus horas de tristeza y descontento puede hallar consuelo en pensar que sus escritos en ese preciso instante están procurando placer a muchas otras personas; un autor semejante puede hallar cobijo en la esperanza de que se le recuerde después de la muerte, lo cual ha sido de siempre objeto de grandes consideraciones para los intelectos más nobles de cualquier época». —BOSWELL <<

[27] La primera edición de la Historia de Inglaterra, de Hume, estaba plagada de escocesismos, defecto que subsanó en ediciones posteriores. —MALONE <<

[28] Como Su Señoría hablase a menudo del doctor Johnson en términos abusivos estando en mi presencia, en una ocasión, aún en vida de mi ilustre amigo, no pude abstenerme de tomar represalias, y le repetí lo que me había dicho. Desde entonces ha publicado no sé cuántas páginas, en uno de sus curiosos libros, tratando con gran enojo, y con efectos lastimosos, de persuadir a la humanidad de que mi ilustre amigo no era el gran hombre ni el hombre bueno que todos estimaban y estimarán tal como es. —BOSWELL <<

[29] «Una esposa», poema de 1614. —BOSWELL <<

[30] Me informó el señor Langton de que una vez le comentó a Johnson (basándose en la autoridad de Spence) que Pope tenía tanta admiración por esos versos que, cuando los repetía, se le quebraba la voz. «Y bien podía quebrársele, señor —dijo Johnson—, pues son muy nobles versos». —J. BOSWELL, HIJO <<

[31] Entre los cuales me cuento, pues lo considero una obra de crítica secundaria o comparada si se quiere, género de crítica distinto de la crítica profunda que, para el doctor Johnson, era la única «crítica de verdad», digna de tal nombre. Es además un ensayo de expresión clara y elegante, que logra efectivamente el objetivo que se había propuesto, a saber, vindicar la figura y la obra de Shakespeare librándolas de las erróneas representaciones a que la había sujeto Voltaire. Habida cuenta de los muchos jóvenes que se llevaron a engaño guiados por sus observaciones ingeniosas, aunque falsas, el Ensayo de la señora Montagu prestó un gran servicio a Shakespeare entre una determinada clase de lectores, y es por tanto merecedor de alabanzas. No me cabe duda de que Johnson reconoció el mérito que he dibujado, diciendo (respecto a Voltaire) que es «concluyente ad hominem». —BOSWELL

Que llegara a tener tanta fama este ensayo tan tedioso, que no es digno siquiera de una muchacha de diecisiete años lista y de buena educación, y que sus ecos aún no se hayan apagado del todo, sólo se explica plenamente por medio de la gran riqueza de la señora Montagu y por su destacada posición en sociedad, no en vano congregó todo un círculo de intelectuales y de feministas avant-la-lettre en torno a su salón. Por despreciable que sea el ensayo, alguna de sus opiniones sobre Voltaire no deja de ser inteligente. <<

[32] Acto II, escena 3. —MALONE <<

[33] Estando en Edimburgo el señor Foote, le pareció apropiado entretener a una nutrida concurrencia de escoceses con abundantes puyazos y jocundos chistes de mal gusto a expensas del doctor Johnson, por imaginar que tal cosa sería admisible. A mí me pareció de mala educación, pero aguardé con paciencia a que agotase sus chacotas, y sólo entonces observé que sin duda había que reconocer que Johnson era dueño de un auténtico ingenio, y que yo le había oído hablar muy bien del propio Foote. «Ah, mi viejo amigo Sam —exclamó Foote—; no hay quien diga cosas mejores. Démoslo por bueno». En ese momento relaté la historia referida arriba, que suscitó grandes carcajadas de los circunstantes. Pero nunca vi a Foote tan desconcertado. Se puso serio, colérico, y entró a refutar a fondo la justicia del comentario. «Cómo es posible —dijo— hablar así de un hombre que ha recibido una educación liberal, un hombre que ha pasado años en la Universidad de Oxford, un hombre que ha añadido dieciséis nuevos personajes al acervo teatral de su país». —BOSWELL

Foote estuvo en Worcester College, pero no terminó la licenciatura. No paró de meterse en líos. El director era entonces el doctor Gower, un pedante; cada vez que lo citaba para darle una reprimenda, Foote se presentaba ante él con gravedad y sumisión aparentes, aunque con un grueso diccionario bajo el brazo; cada vez que el doctor comenzaba con su pompa de costumbre y le endilgaba una palabra poco habitual, le interrumpía de inmediato y, tras pedirle perdón, con gran formalidad fingía buscar en el diccionario el significado de la palabra, a lo cual le decía el director que se marchase. (Según el doctor W. King, en Anécdotas, pág. 174, Gower era una de las tres personas que «hablaban inglés con tal elegancia y propiedad que si todo lo que decía se hubiera puesto de inmediato por escrito, cualquier juez de la lengua inglesa habría dictaminado que era excelente, irreprochable incluso». Las otras dos personas eran el obispo Atterbury y el doctor Johnson). —HILL <<

[34] De un tiempo a esta parte he hallado sobradas razones para pensar que me equivoqué a este respecto, pues me ha informado cierta señora que mantuvo con ella largos años de íntima amistad, por lo que muy probablemente sea una observadora más atenta a tales detalles, de que había llegado a adquirir tal sensibilidad en el tacto que sabía con toda precisión, y con sólo tocar el exterior de la taza, cuánto le faltaba para que se llenase. —BOSWELL <<

[35] El propio Johnson ha justificado a Blackmore en este sentido.

Véase Vidas de los poetas (vol. III, pág. 75, ed. en octavo, 1791), donde dice que es «uno de esos hombres mentados mucho más a menudo por sus enemigos que por sus amigos». —J. BOSWELL, HIJO <<

[36] Un perspicaz corresponsal del European Magazine, en abril de 1792, ha expuesto a carta cabal un error en el que se ha incurrido en innumerables ocasiones al atribuir estos versos a Blackmore, a pesar de que sir Richard Steele, en su muy popular obra titulada El espectador, dice que son obra del autor de Los príncipes de Gran Bretaña, el honorable Edward Howard. Este corresponsal demuestra que este error es tan inveterado que no sólo yo sostuve que eran obra de Blackmore, en presencia del doctor Johnson, sin que nadie me contradijera ni dudara de su autenticidad, sino que también el reverendo señor Whitaker ha afirmado por escrito que, según entiende, fueron suprimidos en ediciones posteriores de las obras de Blackmore. «A fin de cuentas —dice el inteligente escritor— es digno de señalar que estos versos, citados tan a menudo, no figuran en Blackmore ni en Howard». En Los príncipes de Bretaña, ed. en octavo de 1669, pág. 96, que ahora tengo ante mí, dice como sigue:

Un jubón como el que el admirado Vortiger se ha enfundado,

prenda que a los enemigos de su isla arrebató su antepasado,

de artístico colorido, con tintes tirios,

le obligaban a triunfar en sus designios.

Entiendo que lo más probable es que algún bromista, deseoso de que Howard pareciera aún más ridículo de lo que era de por sí, forjara el pareado que tanto ha circulado. —BOSWELL <<

[37] Plegarias y meditaciones, pág. 95. —BOSWELL <<

[38] Hijo de la muy erudita señora Grierson, quien gozó del patrocinio del difunto lord Granville y preparó ediciones de varios clásicos. —BOSWELL

Su edición de Tácito con las nota de Ryckius, en tres volúmenes en octavo (1730), se la dedicó en muy elegante latín a John, lord Carteret (después, Conde de Granville), de cuyo patrocinio gozó durante la residencia de éste en Irlanda en calidad de virrey, entre 1724 y 1730. —MALONE <<

[39] En un discurso que pronunció sir William Jones ante la Sociedad Asiática el 24 de febrero de 1785 figura el siguiente pasaje: «Uno de los hombres más sagaces de esta época, a la que espero continúe dando lustre y adorno, Samuel Johnson, comentó en mi presencia que si Newton hubiera florecido en la Grecia antigua se le habría adorado como a una divinidad». —MALONE <<

[40] Al doctor Maxwell la memoria le juega una mala pasada. Quien recibe el consejo es Glauco; la traducción de Clarke es la siguiente: «Ut semper fortissime rem gererem, et superior virtute essem aliis» (Ilíada, VI, 208), es decir, «que siempre debo superar a la humanidad toda en punto a dignidad y valor». —J. BOSWELL, HIJO <<

[41] El segundo hijo del autor ha descubierto que estos versos se publicaron en la London Magazine de julio de 1732, donde formaban parte de un poema sobre el Retiro del mundanal ruido, copiados con leves variaciones de uno de los poemas breves de Walsh, titulado precisamente El retiro. Son una prueba más de que Johnson retenía en la memoria toda suerte de fragmentos de poemas anodinos, oscuros o desatendidos por el público en general. Al citar esta clase de versos, no pocas veces les daba una ligera variación para imprimirles un sesgo moral, y los adaptaba con destreza a sus propios sentimientos, por más que el original tuviera una tendencia muy distinta. En 1782, hallándose en Brighthelmstone, repitió al señor Metcalfe algunos versos muy característicos de un célebre historiador fallecido tiempo atrás. Se encuentran entre algunos poemas anónimos en apéndice al segundo volumen de una colección que a menudo imprimió Lintot, con el título de Misceláneas de Pope:

Ved cómo fluyen del Danubio los meandros,

dividiendo religiones y reinos,

amigo de todos los enemigos cristianos,

de Pedro, de Jacobo, de Martín.

Ora protestante, ora papista,

ni a unos ni a otros es constante,

que a la larga se hace infiel,

y su viaje acaba sin ser nada.

Así muchos jóvenes que he conocido,

a medias protestantes, papistas a medias,

que de tanto errabundear por medio mundo,

dan en ser descreídos, infieles o ateos.

MALONE [Nota a la edición de 1811; la nota a la tercera edición abarca tres páginas enteras, en las que aduce numerosos ejemplos de la prodigiosa retentiva de Johnson y, por ende, de su destreza como detective textual]. <<

[42] Si se compara la primera edición con las subsiguientes, bien puede descubrirse esta curiosa circunstancia de autoría ministerial. —BOSWELL

Sólo puede descubrirse, como me señala con tino el señor Bindley, si se coteja un ejemplar de la primera edición impresa antes de que se ordenase el cese de las ventas con cualquiera de los posteriores. —MALONE <<

[43] Sin embargo, el doctor Kippis (Biogr. Britan., artículo sobre J. Gilbert Cooper, IV, pág. 266) dice que «una vez oí al doctor Johnson tomar la palabra en público en un pleno de la Sociedad de Artesanías y Manufacturas, sobre un asunto relacionado con cuestiones mecánicas, con una propiedad, perspicacia y energía que suscitaron la general admiración de los presentes». —MALONE <<

[44] Plegarias y meditaciones, pág. 101. —BOSWELL <<

[45] Así traduce un amigo:

De la nodriza de Júpiter apenas segunda,

esta cabra, que dos veces dio la vuelta al mundo,

merecedora de los cuidados y el amor de su dueño,

paz y perpetuos pastos aquí ha encontrado.

BOSWELL <<

[46] Langton se casó el 25 de mayo de 1770 con Jane, hija del señor Lloyd, y viuda de John, Conde de Rothes, que fuera comandante en jefe de los ejércitos en Irlanda, fallecido en 1767. —MALONE <<

[47]

«A James Boswell

»Edimburgo, 3 de mayo de 1792

»Mi estimado señor,

»como supongo que su gran obra pronto será reimpresa, le pido permiso para importunarle con una molestia, un simple comentario sobre un pasaje en particular, en el que aparezco representado de un modo no del todo correcto. No se alarme; el error no es imputable a usted. Como no tengo el libro a mano, no puedo especificar la página, pero supongo que la encontrará con gran facilidad. El doctor Johnson, hablando de la familia de la señora Thrale, dice que “el doctor Beattie no nos dio a entender que estuviera casado”, o algo parecido. No estoy seguro de entender del todo bien esa expresión, que es muy poco corriente, pero me da la impresión de que implica (y otras personas la han entendido en el mismo sentido) que “estudiosamente nos ocultó que estaba casado”. No fue éste el caso bajo ningún concepto, señor. No podría tener yo motivo para ocultar una circunstancia de la que nunca me avergoncé y nunca podría avergonzarme, y de la cual el doctor Johnson pareció pensar, cuando después trabó mayor conocimiento con la señora Beattie, que yo tenía, y es verdad, razones para estar orgulloso. Tan lejos estuve de ocultar su existencia que por aquel entonces mi esposa tenía tantos conocidos en Londres como yo mismo; poco después de esto fue invitada con gran amabilidad y agasajada con elegancia en Streatham por el señor y la señora Thrale.

»Mi petición, por lo tanto, consiste en que rectifique este asunto en su nueva edición. Goza usted de entera libertad para dar el uso que estime oportuno a esta carta.

»Tengo siempre los mejores deseos para usted y su familia. Créame que soy, con el máximo respeto y la mayor estima, querido señor, su agradecido, afectuoso y humilde servidor,

»J. BEATTIE»

Por respeto a mi amigo el doctor Beattie, y en nombre de su extremada sensibilidad, he insertado la carta antecedente, aunque no puedo menos que extrañarme ante la consideración de que se pueda imputar nada a una frase de uso corriente entre los buenos amigos. —BOSWELL

Dice Croker que «había motivo para esa “extremada sensibilidad”. El doctor Beattie era consciente de que algo había que podría dar color a semejante imputación. Poco después de escrita esta carta se supo que la pobre señora Beattie había sufrido un trastorno del entendimiento y había perdido el juicio». Desde 1781, Beattie y su esposa vivieron separados. En su Diccionario, Johnson incluye una acepción poco habitual del verbo en cuestión, sink [‘hundir’], que es ‘suprimir, ocultar’, aunque la construcción que se emplea en el texto «sink upon» no era corriente. No se han encontrado ejemplos de época anterior. En el Oxford English Dictionary es preciso recurrir a la acepción 25b del verbo sink para hallar una muestra, que es precisamente esta de Johnson. La siguiente, de 1809, está tomada del Gil Blas de Malkin. <<

[48] [Véase pág. 515]. —BOSWELL <<

[49] Se sabe que esta ficción fue invención de Daniel Defoe, y fue añadida al libro de Drelincourt para que se vendiera mejor. La primera edición no tuvo éxito. —MALONE

«Ni en más de cincuenta ediciones se ha agotado su popularidad. Los cientos de miles de crédulos que han comprado el ridículo tratado de Drelincourt han rendido homenaje sin saberlo al genio de De Foe» (Forster, Ensayos, II, pág. 70). <<

[50] El proyecto ya se ha llevado a cabo. Sir Henry Liddel, que hizo un brioso viaje a Laponia, se trajo dos renos a su finca de Northumberland, donde procrearon. Por desgracia, la raza no ha prosperado. —BOSWELL <<

[51] El ensayo, tal como fue originalmente publicado, carece de prefacio. El doctor Johnson parece hacer referencia a la «Apelación al lector», en la cual se añade una «clave» para identificar a los personajes, según se ha publicado en ediciones modernas. No parece estar al corriente de que se hicieron varias adiciones a El ensayo después de la primera edición. —MALONE

En su Vida de Dryden, Johnson escribe que «Buckingham caracterizó a Dry den en 1671 con el nombre de Bayes en El ensayo… Se dice que esta farsa era en origen un ataque a Davenant, quien aparece con el nombre de Bilboa. Es probable que fuera un intento de ridiculizar al poeta reinante del momento, fuera quien fuese. Gran parte de la sátira personal, a la que debió la obra su recepción, hoy se ha perdido del todo». <<

[52] No se debe presuponer que el doctor Johnson pretendiera dar pábulo a la conducta licenciosa, aunque en el personaje de un abogado hizo la justa y sutil distinción entre la transgresión ocasional y la transgresión habitual. —BOSWELL <<

[53] Samuel Paterson, ilustre por sus conocimientos librescos. —BOSWELL <<

[54] En un panfleto, Paterson aportó pruebas suficientes para demostrar que su obra fue escrita con anterioridad a que se publicase el Viaje sentimental de Sterne. —BOSWELL <<

[55] Ciento ochenta y cinco mil. Véase Reyes, 19, 35, e Isaías, 37, 36. —MALONE <<

[56] Esta curiosa cuestión la aborda con la máxima habilidad en el Diario de un viaje a las Hébridas, 3.ª ed., pág. 33. —BOSWELL

En sus Observaciones sobre Macbeth, Johnson manifiesta una total incredulidad en la brujería. «Estos espectros —escribe— se han aparecido con tanta mayor frecuencia cuanto mayores eran las tinieblas de la ignorancia, aunque no se pueda demostrar que el más preclaro de los rayos del saber haya sido en ningún momento suficiente para expulsarlos del mundo». <<

[57] El pasaje a que alude Johnson se encuentra, conjeturo, en las Phaenissae, V. 1120. —J. BOSWELL, HIJO <<

[58] Aquí había un espacio en blanco, que podría colmarse así: «o me dijo una aparición», ya que el autor probablemente no estaba seguro de estar dormido o despierto cuando en su entendimiento quedó impreso el solemne presentimiento con que lo ocurrido después se correspondió de manera maravillosa. —BOSWELL <<

[59] Es digno de mención que lord Monboddo, a quien debido a su parecido con el doctor Johnson en algunos aspectos Foote llamó «edición elzeviriana del mismo», haya hecho ese mismo comentario por pura coincidencia. Véase Origen y progreso del lenguaje, vol. III, 2.a ed., pág. 219. —BOSWELL

La familia Elzevir, o Elsevier, es fundadora y propietaria de una famosa y muy admirada imprenta holandesa de los siglos XVII-XVIII. <<

[60] Plegarias y meditaciones, pág. 111. —BOSWELL <<

[61] La señora Piozzi, a la que conté está anécdota, la ha relatado como si el caballero contase «la historia natural del ratón» (Anécdotas, pág. 191). —BOSWELL

Es harto probable que el caballero fuese el doctor Vansittart, recién mencionado. En 1773, la señora Thrale escribió a Johnson sobre «el hombre que vio al ratón». Por la respuesta de Johnson (Cartas, n.º 337), parece que ella aludía a Vansittart. Croker dice que «esto demuestra que el propio Johnson sanciona la versión que da la señora Piozzi, ratón versus pulga». Croker tiene un concepto cuando menos extraño de lo que constituye tanto una prueba como una sanción. —HILL <<

[62] Wilson contra Smith y Armour. —BOSWELL <<

[63] Lord Kames, en sus Tratados históricos de leyes. —BOSWELL <<

[64] Sin embargo, escribió en su totalidad o al menos en parte un epitafio sobre la señora Bell, esposa de su amigo John Bell, hermano del reverendo doctor Bell, prebendado de Westminster, contenido en sus Obras, I, pág. 151. Está escrito en inglés, en prosa, y tiene tan poco de su estilo que no creí que hubiese tenido nada que ver, hasta que me satisfizo al respecto la autoridad del señor Bell. —BOSWELL <<

[65] Que celebró una dama en Edimburgo. —BOSWELL <<

[66] Este caballero, que ahora reside en América y es un personaje público de dignidad considerable, expresó el deseo de que su apellido no fuera transcrito por entero. —BOSWELL

Según las Cartas de Johnson editadas en 1822, no puede ser otro que el señor Bond. —HILL <<

[67] En la actualidad, doctor White, y Obispo de la Iglesia episcopaliana en Pensilvania. Durante la primera visita que hizo a Inglaterra, en 1771, siendo aún candidato a profesar las sagradas órdenes, estuvo varias veces en compañía del doctor Johnson, el cual le manifestó su deseo de ver la edición de su Rasselas, que el doctor White le dijo que se había impreso en América. El doctor White, nada más regresar, le hizo llegar un ejemplar. —BOSWELL <<

[68] Después, Carlos I. —BOSWELL <<

[69] «Al dedicarle a usted este liviano desempeño de mi pluma no aspiro tanto a hacerle un cumplido, sino que es a mí a quien lo hago. Tal vez me honre que se sepa que muchos años he gozado de la íntima amistad de usted. Tal vez también al género humano interese saber que puede darse en alguien el mayor de los ingenios sin merma de la mayor piedad, lejos de toda afectación». —BOSWELL <<

[70] Véase una relación sobre este erudito y respetable caballero, y su curiosa obra sobre el Estado intermedio, en Diario de un viaje a las Hébridas, 3.ª ed., pág., 371 [25 de octubre]. —BOSWELL <<

[71] Mucho lamenté que el doctor Johnson jamás se tomara la molestia de estudiar una cuestión que suscitaba interés en varias naciones. Ni siquiera quiso leer un panfleto que yo escribí, titulado La esencia del caso Douglas, del que tengo sobrados motivos para pensar que surtió un efecto considerable a favor del señor Douglas, de cuya legítima filiación estuve entonces y hoy sigo estando firmemente persuadido. Permítaseme añadir que no hay otro hecho cuya veracidad pueda estatuirse de manera más respetable y fidedigna que mediante sentencia del más augusto tribunal del mundo entero, sentencia en la que lord Mansfield y lord Camden coincidieron en 1769, y ante la que sólo protestaron cinco jueces de una muy numerosa corporación. —BOSWELL

Boswell, en el Diario de un viaje a las Hébridas (26 de octubre), dice que «Johnson llegó a crisparme de tal manera que me tomé la libertad de decirle que no sabía nada del caso [de Douglas]». Lord Shelburne dice así: «Llegué a tener tales prejuicios sólo de verle la cara y las trazas al actual lord Douglas que no pude votar a su favor. Si alguna vez he visto a un francés, él lo es de los pies a la cabeza» (Fitzmaurice, Shelburne, I, pág. 7). Hume se sintió «muy indignado ante la decisión de los jueces. El caso, aunque no es ni mucho menos intrincado, resulta de tal complejidad que nunca será conocido en detalle, además de que el público se da por contento con la sentencia, movido a compasión por las argucias de los abogados y por los tópicos al uso. A quien entienda la causa de fondo, como yo, nada podrá resultar tan escandaloso como las súplicas de los dos litigantes» (J. H. Burton, Hume, II, pág. 423). Stuart y Thurlow llegaron a batirse en duelo por culpa de este pleito.

El caso Douglas fue el más famoso de la judicatura escocesa en la época. En 1761 murió sin heredero claro el Duque de Douglas, uno de los terratenientes más ricos de Escocia. Archibald, su sobrino, era el candidato más obvio, aunque otros familiares, y sobre todo los representantes del joven Duque de Hamilton, le disputaron ese derecho, para lo cual se adujo que Archibald no era en verdad hijo de la hermana del Duque, que se había casado en secreto a los cuarenta y ocho años de edad y presuntamente en París alumbró a unos gemelos, uno de ellos muerto a los pocos días. Debido a la enormidad de la herencia y a la aparente lascivia que envolvía las circunstancias del nacimiento de Douglas, el litigo fue una cause célebre. El abogado de Douglas, James Burnett, se catapultó a la fama con su defensa, hasta el punto de pasar a formar parte del tribunal ordinario de Escocia. Boswell fue uno de los primeros y más entusiastas defensores de la causa de Archibald: compuso baladas, publicó sucesivos panfletos e incluso una crónica en clave de ficción, titulada Dorando, todo lo cual contribuyó a que fuese nombrado asesor de Douglas. Tras cinco años de litigios, el tribunal se pronunció a favor de Hamilton con un solo voto de margen; la sentencia fue recurrida ante la Cámara de los Lores dos años después, y en efecto se revirtió la sentencia. Boswell formó parte de la chusma que se echó a las calles de Edimburgo para celebrar la victoria; a los jueces, entre ellos lord Auchinleck, que no quisieron dar su aprobación al veredicto iluminando las ventanas de sus salones, el populacho les destrozó los cristales a pedradas. <<

[72] «Tal vez nuestro nombre se mezcle con el de ésos». Ovidio, De ars amandi, III, 13. —BOSWELL <<

[73] Alusión a los presuntos principios políticos que profesaba el doctor Johnson, y tal vez a los suyos propios. —BOSWELL <<

[74] He aquí otra muestra preclara de la altísima admiración que tenía por Milton en su vertiente de poeta, a pesar de que aborreciera los principios políticos defendidos por este republicano recalcitrante. Su sinceridad y su capacidad de discriminación no son menos conspicuas. Terminen ya esas habladurías que aluden a su «injusticia con Milton». —BOSWELL

Justo es decir que tan alto honor recayó sobre el propio Johnson a su debido tiempo. <<

[75] En un manuscrito de la Biblioteca Bodleiana se enuncian varias circunstancias que me llevan a pensar que el autor de esta obra fue el doctor Accepted Frewen, [a nota c164, Vol. III] Arzobispo de York. —MALONE

En Academy, XXII, C. E. Doble ha aducido argumentos de peso para pensar que el autor fue Richard Allestree, profesor regio de Teología en Oxford y director de Eton. Cowper se refería al libro tachándolo de «recetario de las pretensiones de superioridad moral y del fariseísmo», opinión con la que Southey está en total desacuerdo (Southey, Cowper, I, pág. 116). <<

[76] Aquí, la memoria del doctor Johnson no es de una exactitud perfecta: Eugenio no concluye de ese modo. Hay ocho versos más, después del último que él cita, y el pasaje a que hace referencia es como sigue:

Decid ahora, elfos titubeantes e ínfimos,

repletos de orgullo, de bobadas, de vosotros mismos,

decid, ¿dónde el desdichado de vuestra chusma ingrata

que a éste osa confrontar cara a cara?

Contemplad a Eugenio, contemplad despacio su faz,

y hundios en vosotros mismos, y no seáis más.

Me informa el señor Reed de que el autor de Eugenio, un comerciante de vinos que residía en Wrexham, condado de Denbigh, poco después de su publicación, que fue el 17 de mayo de 1737, se rebanó el pescuezo; a tenor de las obras de Swift, parece ser que el poema le fue mostrado, y que se benefició de algunas correcciones suyas. Johnson había leído Eugenio nada más llegar a Londres, pues aparece mencionado en una de sus cartas al señor Cave, ya insertada en esta obra. —BOSWELL

El mercader de vinos, llamado Thomas Beach, recibió una carta de Swift que consta en sus Obras completas, edición de 1824, vol. XIII, pág. 296. <<

[77] Había pensado con anterioridad que quizá confundí la palabra, y supuse que era corps debido a su similitud de sonido con la verdadera. Gracias a un astuto y muy preciso caballero, con el cual estoy en deuda por sus atinados comentarios sobre mi obra, he sabido sobre este pasaje que se trata de lo siguiente: «¿Qué si no sobre la palabra fort? Un predicador francés, muy dado a vociferar, dijo de Bourdaloue que “Il prêche fort bien, et moi bien fort”». Menagiana. Véanse también las Anecdotes Littéraires, artículo «Bourdaloue». Sin embargo, mi ingenioso y siempre puntual corresponsal de Filadelfia, el señor Abercrombie, me ha llamado la atención sobre el siguiente pasaje de Menagiana, que hace innecesaria la conjetura precedente y confirma mi suposición original: «Madame de Bourdonne, Chanoinesse de Remiremont, venoit d’entendre un discours plein de feu et d’esprit, mais fort peu solide, et très irrégulier: Une de ses amies, qui y prenoit intérêt pour l’orateur, lui dit en sortant, “Eh bien, Madame, que vous semble-t-il de ce que vous venez d’entendre? Qu’il y a d’esprit?”. “Il y [en] a tant —répondit Madame de Bourdonne— que je n’y ai pas vu de corps”» Menagiana, tomo II, pág. 64. Amsterdam, 1713. —BOSWELL

Ménagiana, ou Bons mots, rencontres agréables, pensées judicieuses, et observations curieuses, de M. Ménage, se publicó en Amsterdam en 1693. Gilles Ménage nació en 1613 y murió en 1692. <<

[78] El temperamento tranquilo del doctor Mayo, y su firme perseverancia, hacían de él un sujeto admirable para el ejercicio de la poderosa capacidad de argumentación del doctor Johnson. Nunca se encogía, y aguantaba a pie firme; al contrario, tras reiterados embates permanecía en apariencia tan inamovible en sus posturas como al principio. Los destellos del genio de Johnson eran visibles cada vez que encajaba un golpe sin resultar malherido en su orgullo. De ahí que se le motejara con el epíteto de «el Yunque Literario». —BOSWELL <<

[79] Plegarias y meditaciones, pág. 40. —BOSWELL <<

[80] El reverendo Thomas Bagshaw, licenciado en Filosofía, fallecido el 20 de noviembre de 1787 a los setenta y cinco años de edad, capellán de Bromley College, condado de Kent, y rector de Southfleet. Renunció a la sinecura de la parroquia de Bromley poco antes de su muerte. Por ésta y por otra carta del doctor Johnson, de 1784, al mismo y muy respetable caballero, estoy en deuda con el doctor John Loveday, de los Comunes, hijo del difunto y muy piadoso señor John Loveday, de Caversham, en Berkshire, quien tuvo la amabilidad de transcribir para mí los originales que obran en su poder. Retirado ya de los negocios, este valioso caballero reside en el condado de Warwick. El mundo está con él en deuda por ser el editor de una obra excelente del difunto reverendo doctor Townson, titulada con modestia Un discurso sobre la historia evangélica, desde el Sepelio hasta la Ascensión a los Cielos de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a la cual se ha antepuesto una crónica realmente interesante del autor, debida al reverendo señor Ralph Churton. —BOSWELL <<

[81] Plegarias y meditaciones, pág. 129. —BOSWELL <<

[82] Piozzi, Anécdotas de Johnson, pág. 131. —BOSWELL <<

[83] No fue ni mucho menos despreciable la ganancia del autor con su extraordinario diario de viaje; el doctor Johnson así escribe a la señora Thrale el 3 de noviembre de 1773: «Boswell ensalzará mi resolución y perseverancia, y yo por mi parte he de celebrar su buen humor y su perpetuo ánimo. Tiene mejores facultades de lo que imaginé; es justo en su discernimiento, es fecundo en sus imágenes. Es muy cómodo viajar con él, ya que no hay casa en la que no se le reciba con amabilidad y respeto». —MALONE <<

[84] En esto demuestra una agudísima perspicacia. Mi esposa le prestó atención asidua y sumamente respetuosa mientras fue nuestro invitado, de modo que me extraña que descubriese su deseo de que él se marchara. Lo cierto es que sus horarios irregulares y sus hábitos más bien zafios, como el de volver las velas boca abajo cuando ardían dando luz insuficiente, y dejar que la cera gotease sobre las alfombras, no podían sino resultar desagradables a una señora. Además, ella no tenía por él la rendida admiración que sentía la inmensa mayoría de sus conocidos; como era muy natural en una sensibilidad femenina, entendía que ejercía una influencia excesiva, si no perniciosa, sobre su esposo. Una vez, un tanto acalorada, hizo con más agudeza que justicia este comentario al respecto: «He visto a muchos osos guiados por un hombre, pero nunca había visto un hombre al que guíe un oso». —BOSWELL <<

[85] Sir Alexander Gordon, uno de los profesores de la Universidad de Aberdeen. —BOSWELL <<

[86] Se trata de una caja que contenía diversas curiosidades que había coleccionado en Escocia, en especial unas cucharas de asta. —BOSWELL <<

[87] El reverendo doctor Alexander Webster, uno de los vicarios de la Iglesia en Edimburgo, hombre distinguido por su capacidad, le había prometido el envío de información concerniente a las Tierras Altas y las Hébridas. —BOSWELL <<

[88] Plegarias y meditaciones, pág. 129. —BOSWELL <<

[89] El antiguo burgo de Prestick, en Ayrshire. —BOSWELL <<

[90] Una relación manuscrita, tomada por el doctor Webster de todas las parroquias de Escocia, en la cual se da fe de su extensión y número de habitantes, amén de distinguir entre protestantes y católicos. El libro fue remitido al gobierno; el doctor Johnson vio un ejemplar del mismo en poder del doctor Webster. —BOSWELL <<

[91] El doctor Goldsmith falleció el 4 de abril de este año. —BOSWELL

Boswell escribió a Garrick el 11 de abril de 1774: «La muerte del doctor Goldsmith afectará mucho a todo el club. No me había afectado tanto ningún suceso acontecido en mucho tiempo. Ojalá pudiera usted darme, estando yo tan lejos…, algunos detalles referentes a sus últimas comparecencias» (Cartas, n.º 124, I, pág. 201). —HILL <<

[92] Son volúmenes que el doctor Johnson obsequió a la Biblioteca Bodleiana. —BOSWELL <<

[93] En el sobre en que los introdujo, el doctor Johnson escribió: «Si mi tardanza le ha dado motivos para suponer que no tengo yo muy arraigado el concepto del honor que se me hace al pedirme mi opinión, lo lamento mucho». —BOSWELL <<

[94] Perkins fue durante bastantes años el valioso superintendente de la gran cervecería que era propiedad del señor Thrale, a la muerte del cual pasó a ser uno de los dueños. Hoy reside en la casa de los Thrale en el distrito de Southwark, que fue escenario de tantos encuentros literarios, y en la cual sigue obsequiándose al visitante con la liberal hospitalidad por la que tuvo fama. El doctor Johnson lo tenía en gran estima. Perkins colgó en la pared de la contaduría una espléndida prueba del retrato de Johnson al aguafuerte que le hizo Doughty; cuando la señora Thrale le inquirió con altivez por qué lo tenía colgado en la contaduría, respondió así: «Señora, porque deseo contar aquí con la presencia de un sabio». «Señor —dijo Johnson—, se lo agradezco. Es un hermoso cumplido». «Creo que lo dice con toda sinceridad». —BOSWELL

El retrato al aguafuerte aún tuvo una larga vida: [Véase nota 238 al volumen IV]. <<

[95] Según publicaron los periódicos. —BOSWELL <<

[96] Alude a un pasaje en una carta mía, donde hablando de su Viaje a las Hébridas le decía yo: «¿No ha sido El patriota una interrupción, por el tiempo que le llevó escribirlo y por el tiempo que lujosamente dedicó a escuchar los aplausos suscitados?». —BOSWELL <<

[97] Habíamos proyectado viajar juntos por el Báltico, y hablábamos de visitar las regiones más septentrionales. —BOSWELL <<

[98] Cleónice. —BOSWELL

Nichols (Anécdotas literarias, II, pág. 407) dice que Cleónice fue un fracaso. Hoole devolvió «una parte considerable del dinero percibido por sus derechos de autor, alegando que como la obra no cosechó ningún éxito en escena, no podría resultar beneficiosa para el librero, aunque nunca debiera suponer una grave pérdida». <<

[99] En el Tribunal de Justicia de Escocia, cualquier contencioso lo juzga en primera instancia uno de los jueces, llamado lord juez de la Justicia Ordinaria; si alguna de las partes queda insatisfecha, puede apelar a la totalidad de la sala, que consta de quince jueces, el lord presidente y otros catorce, que tienen tanto en la corte de justicia como fuera de ella el título de lores, al que sigue el nombre de su hacienda: así, lord Auchinleck, lord Monboddo, etc. —BOSWELL <<

[100] Debo señalar que esta extravagante descripción de su amigo la hizo Johnson después de convertirse él en bebedor de agua. —BOSWELL Johnson también describe a uno de sus amigos [véase pág. 917] diciendo que era «embarullado». El 12 de abril de 1776 [véase pág. 977], en una conversación sobre el vino, cuando Reynolds le dijo que «ha permanecido usted ahí sentado, completamente sobrio, y siente envidia de la felicidad de los que estamos bebiendo», replicó: «Siento quizá desprecio». El 28 de abril de 1778 dijo a Reynolds: «No discutiré más con usted, señor. Está usted demasiado embriagado». Y en otra ocasión le dijo: «Señor, si no he contado yo sus vasos de vino, ¿por qué cuenta usted mis tazas de té?». <<

[101] Véanse en el Diario de un viaje a las Hébridas, 3.a ed., pág. 337. —BOSWELL <<

[102] Me envió una inscripción en latín para mi cuadro histórico de María, Reina de los escoceses, y al poco me obsequió una traducción al inglés. El señor Alderman Boydell, eminente mecenas de las artes, las ha añadido al grabado hecho a partir de mi cuadro, titulado Maria Scotorum Regina:

Hominum seditiosorum

Contumeliis lassata,

Minis territa, clamoribus victa,

Libello, per quem

Regno cedit,

Lacrimans trepidansque

Nomen apponit.

[«María, reina de los escoceses,

acosada, aterrorizada, vencida

por insultos, amenazas

y clamores

de sus súbditos rebeldes,

renuncia al trono

con lágrimas y confusión»].

BOSWELL <<

[103] El erudito y valeroso doctor Lawrence, a quien Johnson respetó y quiso como médico y como amigo. —BOSWELL <<

[104] Mi amigo, en esta carta, se fía de mi testimonio, aludiendo a una confidencia cuyo fundamento escapa del todo a mi memoria. —BOSWELL <<

[105] La he depositado en el British Museum. —BOSWELL

«De todas las cartas que dice Boswell haber depositado en el British Museum —dice el señor Cunningham—, sólo se ha encontrado la carta a lord Chesterfield, y ni siquiera fue él quien la depositó, sino que fue entregada tras su muerte, “de acuerdo con las intenciones del difunto James Boswell”». (Croker, Boswell, pág. 430).

La carta original a Macpherson hoy se halla en la Colección Adam, y difiere bastante de la impresa por Boswell:

«20 de enero de 1775

»Señor James Macpherson,

»recibí su estúpida e impúdica nota. Haré cuanto pueda por repeler todo insulto que se me haga, y lo que no pueda yo hacer será la ley quien por mí lo haga. No pienso desistir en mi detección de lo que estimo que es una trampa y un intento de ganar por miedo lo que no se gana con las amenazas de un rufián. Pretende usted que me retracte, ¿y de qué me he de retractar? Su libro me pareció una impostura de cabo a rabo. Me lo sigue pareciendo, por motivos de más peso. De mi opinión he dado en público razones que usted no osa refutar.

»Pero por más que a usted lo desprecie tengo verdadera reverencia por la verdad, y si puede usted demostrar cabalmente que la obra es genuina lo he de reconocer. Es su rabia lo que desafío; su destreza, desde su Homero, no es ni de lejos formidable, y lo que tengo entendido de su moralidad me predispone a prestar respeto no a lo que usted diga, sino sólo a lo que acierte a demostrar.

»Dé ésta a la imprenta si le place.

«SAM. JOHNSON»

HILL <<

[106] Véase el Diario de un viaje a las Hébridas, 3.ª ed., pág. 431. —BOSWELL <<

[107] Reparé con gran pesar en que, mientras estaba en prensa la primera edición de esta obra (agosto de 1790), este ingenioso caballero había muerto.—BOSWELL <<

[108] De una lista de su puño y letra. —BOSWELL <<

[109] De su Viaje a las islas occidentales. —BOSWELL

Se puso a la venta a cinco chelines. No tuvo una segunda edición hasta 1785, cuando tal vez aumentó la demanda debido a la publicación de las Hébridas, el libro de Boswell. Hannah More (Memorias, I, pág. 39) dice que Cadell le dijo que había vendido 4000 ejemplares en una semana. Creo que se trata de una exageración. Hubo dos impresiones de la edición de 1775 y tres reimpresiones no autorizadas. —HILL <<

[110] Viaje a las islas occidentales de Escocia, de Johnson, edición de 1785, pág. 256. —BOSWELL <<

[111] No se trata de un mero comentario pasajero, ya que en su Vida de Fenton observa que «con muchos otros hombres sabios y virtuosos, que en aquella época de discordia y desavenencias consultaban su conciencia bien o mal informados, más que su propio interés, puso en duda la legalidad del gobierno; negándose a obtener la cualificación para ocupar un empleo público, tomando por tanto los juramentos requeridos, abandonó la universidad sin la obtención de un título». A esta conducta llama Johnson «perversión de la integridad». La cuestión atingente a la moralidad de un juramento, de la clase que sea, impuesto por el poder prevaleciente en su día, más que verse excluida de toda consecuencia, e incluso de una considerable utilidad en la sociedad, se ha esgrimido con toda la agudeza de la casuística. Se afirma que quien ideó el juramento de la abjuración se jactaba con total desvergüenza de haber ideado una prueba en aras de la cual «se vería condenada la mitad de la nación, y muerta de hambre la otra mitad». Tomar juramento en contra de la íntima convicción, en el caso de un entendimiento no inclinado a la inflexible rectitud, o de un entendimiento en el cual el celo partidista predomina hasta el exceso, podría quedar paliado alegando necesidad, o bien asumido por ser gesto que resulta más conducente al bien que al mal.

Hace muchos años, en unas elecciones locales en Escocia, donde era acalorada la rivalidad entre los amigos de la línea de Hanover y los que estaban en contra de ella, como se exigiera el juramento de la abjuración, los titulares de una de las partes se dispusieron a renunciar. Entonces, un caballero de talante optimista, que formaba parte de ellos, corrió a la puerta para detenerlos gritándoles: «Quedaros, amigos; quedémonos, a ver cómo juran los muy bribones». —BOSWELL

Refiriéndose a los juramentos exigidos por la Ley de la Milicia de 1756, Johnson dice que «la frecuente imposición de un juramento ha echado a perder la moralidad de esta desdichada nación, y en una nación sin moralidad poco o más bien nada importa quién pueda ser rey». <<

[112] Mi muy noble amigo, lord Pembroke, me dijo una vez estando en Wilton, con un punto felizmente jocoso y no poca verdad, que «los dichos del doctor Johnson no parecerían tan extraordinarios de no ser por sus ladridos». Sus dichos poseen por lo general el mismo mérito del oro de ley, pero no cabe duda de que su talante y sus modales refuerzan su efecto, por lo cual hay que tenerlos en cuenta por lo que puedan valer. Es sin embargo necesario preservar a quienes no tuvieron conocimiento directo de él de toda imitación forzada o recargada, de toda caricatura de su pronunciación y sus modales, como tan a menudo se perpetran, muchas de las cuales son copias de segunda y tercera mano del difunto señor Henderson, el actor, quien aun cuando imitase muy bien a ciertas personas nunca representó a Johnson como en verdad era. —BOSWELL

En el otoño de 1790, en el castillo de Windsor, Frances Burney se encontró en el papel de una de sus heroínas de ficción. El pretendiente de turno fue James Boswell, que no buscaba en ella favores de tipo sexual, sino literarios. En público, le exigió que hiciera una crucial aportación a su biografía: «Sí, señora; debe usted darme algunas de sus notas acerca del doctor. Bastante tiempo lo hemos visto de alto coturno, y ahora deseo mostrarlo a una nueva luz… Deseo mostrarlo tal como era: el alegre Sam, el agradable Sam, el placentero Sam; es preciso que me ayude usted con alguno de los hermosos billetes que le dedicó» (madame d’Arblay, Diario y cartas, IV, pág. 432). Acto seguido, Boswell dio a Fanny Burney una muestra de la obra en que estaba trabajando: una carta de Johnson. «La leyó —reconoce D’Arblay a regañadientes— con una potente imitación de la voz y la entonación del doctor, muy bien, sin caricaturizarlo». Este apunte privado de Burney registra el asombroso don imitativo que tenía Boswell, capaz de preservar y transmitir, reproduciéndola, la voz de su amo. <<

[113] Véase Prosodia Rationalis o Ensayo hacia el establecimiento de la melodía y la medida del discurso, expresadas y perpetuadas mediante símbolos peculiares. Londres, 1779. —BOSWELL [La primera edición es de 1775]. <<

[114] Empleo el término partitura tal como lo ha explicado el doctor Johnson en su Diccionario: ‘Una canción en partitura, la letra con las notas musicales de la canción anexas.’ Sin embargo, entiendo que con propiedad científica se refiere a todas las partes de una composición musical, anotadas en caracteres que capta el hábil experto en música. —BOSWELL

Era más bien la declamación lo que Steele pretendía reducir a una notación mediante nuevos caracteres. A esto lo llamaba la melodía del discurso, no la armonía, como da a entender el término partitura. —BURNEY <<

[115] Extracto del Registro de Convocatorias, Oxford. —BOSWELL <<

[116] El original obra en mi poder. Me mostró el diploma y me permitió leerlo, pero no me consintió que hiciera una copia, temeroso tal vez de que lo quemara al difundirlo en vida suya. Su objeción a esta posibilidad aparece en su carta n.º 99 a la señora Thrale, a la cual regaña por la grosería con que ésta lo había adulado: «La otra noticia de Oxford es que me han hecho llegar un título de doctor en Leyes, con tales elogios en el diploma que tal vez deberían llenarme de vergüenza: son muy parecidos a los halagos que usted me hace. Me pregunto si alguna vez llegaré a mostrárselo». Es digno de mención que, al menos por lo que se me alcanza a saber, jamás hiciera uso de su título de doctor, y que se hiciera llamar señor Johnson a secas, como bien se ve en muchas de las cartas y tarjetas que me envió, y he visto muchas de las que envió a otras personas, en las cuales de manera uniforme adopta ese título. Una vez vi sobre su mesa una carta a él dirigida con el añadido de «señor», y objeté por ser éste un título de rango inferior al de doctor, si bien me mandó callar y pareció contento con él, pues, según conjeturé en su día, le gustaba que en ocasiones se le tuviera al margen de la clase de los literatos, y pasar por un gentilhomme com[m]e un autre.BOSWELL <<

[117] Plinio, Epístolas, libro II, ep. 3. —BOSWELL <<

[118] En esto el señor Davies se equivoca. Corelli nunca estuvo en Inglaterra. —BURNEY <<

[119] Johnson desde luego sí, no en vano tenía el intelecto bien surtido de conocimientos y rebosante de imágenes, aunque la observación no parece aplicable a los escritores en general. —BOSWELL <<

[120] Es probable que haya algún error en lo que se refiere a los términos en que está recogido este contrato supuestamente extraordinario, cuya recitación de oídas permitió a Johnson abundantes ocasiones para desplegar su agudeza de polemista. Y si estaba escrito como él supone, es tan extraño que yo diría que tiene que ser una broma. El señor Gardner, estoy convencido, era un hombre digno y liberal. —BOSWELL <<

[121] Hablando de los Comentarios sobre Italia, de Addison, en su Diario de un viaje a las Hébridas (14 de octubre), dice Boswell que «es un libro tedioso, y si no gozara de la reputación de Addison, que le precede, nadie lo tendría muy en consideración. Si no hubiera escrito nada más, su nombre no habría pervivido. Addison no parece haberse adentrado a fondo en la literatura italiana; nada muestra sobre ella en sus escritos posteriores. En cambio, conoce al detalle la literatura francesa». —MALONE <<

[122] Addison, sin embargo, no dice de dónde ha tomado este célebre epitafio, con lo que ha eludido una búsqueda muy afanosa y diligente. —MALONE <<

[123] [Ver pág. 362]. —BOSWELL <<

[124] Permítaseme rendir homenaje y dar testimonio de mi más sincera gratitud a la memoria de esta excelente persona, cuyo trato íntimo fue para mí tanto más valioso por ser mi conocimiento de él inesperado y ni siquiera solicitado. Poco después de publicarse mi Crónica de Córcega, me hizo el honor de visitarme y, abordándome con franqueza y cortesía, me dijo: «Señor, me llamo Oglethorpe, y tengo el deseo de conocerle». No fue nimio el halago que me hizo, tratándose de un hombre de tal eminencia, del cual años antes leí en Pope que

… o, empujado por la potente benevolencia del alma,

volará, como Oglethorpe, del uno al otro confín.

Tuve la gran fortuna de que me considerase digno de su estima, de modo que no sólo fui invitado a frecuentar uno de los muchos y muy respetables círculos que atendía en su mesa, sino que también me dio alojamiento con hospitalidad sin par siempre que me vi sin compromiso; en compañía de él, nunca dejé de disfrutar de una muy culta y animada conversación, salpimentada con genuinos sentimientos de virtud y de religión. —BOSWELL

El dístico de Pope es de las Imitaciones de Horacio, Epístolas, II, 2, pág. 276. <<

[125] El general parecía remiso a entrar en materia en esta ocasión, aunque en otra posterior me comunicó ciertos particulares que he puesto por escrito; ahora bien, no puse la diligencia suficiente en obtener más de él, sin percatarme de que sus amigos pronto íbamos a perderle, ya que no obstante su avanzada edad estaba sano y vigoroso, y al final falleció víctima de unas fiebres virulentas, que suelen ser fatales en cualquier momento de la vida. —BOSWELL

Según el doctor Campbell, al excusarse Oglethorpe de escribir su propia vida, «Boswell sólo quiso que proporcionara el esqueleto, y que el doctor Johnson aportase los músculos y articulaciones». —HILL <<

[126] De esta justísima observación hay algunas excepciones de renombre. —BOSWELL <<

[127] La suma recaudada a raíz de la propiedad de las posesiones tomadas antes de la declaración de guerra, entregadas a Su Majestad de acuerdo con la Paz de París, que alcanzaba una cantidad superior a 700 000 libras, y de las tierras de las islas cedidas, estimada en otras 200 000. No cabe duda de que fue grande la munificencia del monarca para con su pueblo. Y conviene recordar que durante la administración del Conde de Bute el Rey tuvo la bondad de poner sus ingresos hereditarios a disposición de la Corona, y de aceptar, a cambio, la suma total de 800 000 libras al año, a tenor de lo cual observa Blackstone que «los ingresos hereditarios, puestos bajo la misma administración que las demás dependencias del patrimonio de la nación, producirán más, y será mejor recogido que antes, por lo que el público ha de ganar hasta 100 000 libras al año gracias a la desinteresada generosidad de Su Majestad». Libro I, cap. VIII, pág. 330. —BOSWELL <<

[128] Plegarias y meditaciones, pág. 138. —BOSWELL <<

[129]

Amoret es bondad y dulzura

como el bocado de más sabrosura;

sólo con probarlo otorga

vida y alegría a la andorga.

La belleza de Sacharissa es vino

con que a la locura me inclino;

un licor como seso ninguno

de mortal aguanta de consuno.

Waller, Epístolas, XII. —BOSWELL <<

[130] La conjetura del doctor Johnson era errónea. Walton no se retiró de sus quehaceres hasta 1643. En 1664, el doctor King, Obispo de Chichester, en una carta antepuesta a sus Vidas, comenta que había tenido trato familiar con él durante cuarenta años; en 1631 también tenía trato íntimo con el doctor Donne, hasta el punto de ser uno de los que le acompañaron en su lecho de muerte. —J. BOSWELL, HIJO <<

[131] La primera vez que vino a almorzar conmigo se le hizo pasar a la biblioteca, y al instante se puso a examinar los lomos de todos los volúmenes que tenía a su alcance. Mi colección de libros es muy variada, y temí que encontrase en ella algunos que no fueran de su gusto. Pero al ver que el número de volúmenes era muy considerable, dijo: «Es usted un hombre honrado, pues ha amasado una gran cantidad de saberes». —BURNEY

Así describe su hija la visita (Memorias del doctor Burney, II, pág. 90, 93): «Todos nos pusimos en pie para hacerle los honores, y él devolvió las atenciones con muy formal cortesía. Mi padre… le susurró que sonaba la música, cosa que mi padre no cree que él hubiera apreciado; colocándole en el mejor de los asientos libres, indicó a sus hijas que prosiguieran el dueto, mientras el doctor Johnson, muy atento en mirarlas con un ojo, pues dicen que con el otro no ve, hizo un grave asentimiento y un gesto de dignidad con una mano, aprobando en silencio el proceder. (…) Le fue presentada la señorita Burney, pero no se dejó distraer ni dos minutos de la biblioteca, hacia la cual se dirigía… Estuvo examinando un anaquel tras otro, rozando casi los libros con las pestañas según los examinaba. Por fin se fijó en uno que pareció llamarle la atención, lo tomó y, apartándose del resto de los presentes, a los que había parecido olvidar del todo, comenzó… con gran compostura a leer para sí, tan concentrado como si estuviera solo en su propio estudio. A todos nos provocó su actitud, pues languidecíamos, dudábamos, suspirábamos por oírle conversar… El doctor Burney tomó al vuelo algo que dijo la señora Thrale, y se aventuró a preguntarle qué pensaba del concierto de Bach. El doctor, que captó la intención, de buen grado dejó el libro y, balanceándose con sonrisa muy humorística, repitió con acento burlón: “¿Bach, señor? ¿El concierto de Bach? Dígame, señor, ¿quién es el tal Bach? ¿Un gaitero?”». <<

[132] Un médico muy eminente, cuya capacidad de discernimiento es tan aguda y penetrante en el juicio del carácter de los hombres como en los asuntos de su profesión, comentó una vez en un club en el que me encontraba yo que un joven de carácter vivaracho, amigo de los placeres y sin dinero en el bolsillo, difícilmente podría resistirse a la solicitud de su amante para echarse al camino, si se la hiciera inmediatamente después de haber presenciado una representación de la Ópera del mendigo. Me han referido una ingeniosa observación del señor Gibbon, en el sentido de que la Ópera del mendigo quizá algunas veces haya incrementado el número de los bandoleros que se echan a los caminos, aunque también ha sido benéfico su efecto al hacerlos menos fieros, más corteses y, en resumidas cuentas, más caballeros, a todo lo cual el señor Courtenay apostilló que «Gay ha sido el Orfeo de los bandoleros». —BOSWELL <<

[133] [Véase pág. 754]. —BOSWELL <<

[134] Por hacer justicia al doctor Memis, aunque yo estuve en su contra en calidad de abogado, debo hacer mención de que él puso sus objeciones a la variación en la nomenclatura, con toda seriedad, antes de que se imprimiera la traducción de los estatutos. —BOSWELL <<

[135] Mi muy honorable amigo, el general sir George Howard, que estuvo al servicio del Duque de Cumberland, me ha dado garantías de que las crueldades nunca fueron imputables a su Alteza Real. —BOSWELL <<

[136] Un erudito griego. —BOSWELL <<

[137] Esposa del reverendo Kenneth Macaulay, autor de la Historia de St. Kilda. —BOSWELL <<

[138] Un pleito llevado a cabo por sir Allan Maclean, jefe de su clan, con objeto de recuperar ciertas tierras de su hacienda familiar, en propiedad del Duque de Argyle. —BOSWELL <<

[139] Presbítero muy culto de la Isla de Skye, al que tanto el doctor Johnson como yo hemos mencionado con respeto. —BOSWELL <<

[140] Mi Diario de un viaje a las Hébridas, cuyo manuscrito original leyó esta señora. —BOSWELL

El 22 de mayo de 1775 escribió Johnson a la señora Thrale: «No lamento que haya leído usted el diario de Boswell. ¿No le parece una pieza entretenida? Es mucho lo que contiene sobre el pobre de mí» (Cartas, n.º 395). Y el 11 de junio: «Nunca me llegó a decir, y no he querido insistir yo en este punto, si le entretuvo el diario de Boswell. Diríase que alguien lo contrató para que me espiara en todo momento. Fue muy diligente, y aún encontró ocasión de poner por escrito sus impresiones» (n.º 405). <<

[141] Otro envío de los Anales de Escocia, de lord Hailes. —BOSWELL <<

[142] En donde residía sir Joshua Reynolds. —BOSWELL <<

[143] La señorita Thrale. —BOSWELL <<

[144] Alusión a mi principio feudal de preferencia de la sucesión por línea masculina. —BOSWELL <<

[145] No cabe ninguna duda de que ya desde muchos años antes de 1775 mantuvo correspondencia con esta señora, su hija adoptiva, aunque no se ha conservado ninguna de sus cartas anteriores. —BOSWELL

Muchas de estas cartas fueron rescatadas por Malone y Croker en ediciones posteriores. <<

[146] Hijo de la señora Johnson, habido de su primer matrimonio. —BOSWELL <<

[147] Es probable que aquí al autor le engañe la memoria, y que estuviera pensando en el conocido comentario de Stella, según el cual Swift era capaz de escribir algo espléndido incluso a propósito de una escoba. Véase la Vida de Swift del doctor Johnson. —J. BOSWELL, HIJO <<

[148] El resto del párrafo parece ser una minuciosa transcripción de lo que le fue relatado por boca del capitán Irwin. —BOSWELL <<

[149] Melchor Cano, célebre dominico español que murió en Toledo en 1560. Escribió un tratado titulado De Locis Theologicis en 12 volúmenes. —BOSWELL <<

[150] Este pasaje, que a algunos parecerá supersticioso, me recuerda el diario del arzobispo Laud. —BOSWELL

El 27 de octubre de 1640, Laud escribe: «En el estudio del piso de arriba estaba colgado un retrato mío tomado del natural; al entrar, lo encontré caído boca abajo, en el suelo, roto el cordel con el cual colgaba de la pared. Casi a diario se me amenaza con la ruina en el Parlamento. Ruego al Cielo no sea éste un mal augurio». Quizá no hubiera nada supersticioso en la entrada de Johnson en su diario. Podría haber enfermado, y tal vez temiera empeorar. —HILL <<

[151] Este epíteto en realidad se debe aplicar al animal que tiene una sola joroba. —BOSWELL <<

[152] Supongo que quiere dar a entender que leyó todas estas piezas mientras se encontraba en la biblioteca. —BOSWELL <<

[153] En vano he repasado De Bure, Meerman, Mattaire y otros libros de tipografía en busca de las dos ediciones del Catholicon que aquí menciona el doctor Johnson, con nombres que no logro descifrar. Uno parece decir «por Latinius», otro «por Boedinus». He depositado el manuscrito original en el British Museum, donde podrá examinarlo el curioso lector. Hago constar mi agradecimiento al señor Planta, bibliotecario del museo, por las molestias que se tomó para ayudarme en mis indagaciones. —BOSWELL <<

[154] La caligrafía es aquí tan precaria que no ha sido posible descifrar los nombres de varios animales, al menos con los conocimientos de Historia natural que yo poseo. El doctor Blagden, con su cortesía habitual, tuvo la bondad de examinar el manuscrito. A ese caballero, así como al doctor Gray, del British Museum, que también me prestó su ayuda, pido permiso para manifestar mi agradecimiento. —BOSWELL <<

[155] Así es como lo escribe Johnson, a partir de la pronunciación francesa de fossane. Conviene observar que la persona que le mostró esta casa de fieras estaba en un error al suponer que la fossane y la gineta de Brasil son el mismo animal; la fossane es otro distinto, nativo de Madagascar. Ambos los encuentro, sin embargo, en la Sinopsis de los cuadrúpedos, de Pennant. —BOSWELL <<

[156] Mi muy valioso e ingenioso amigo, el señor Andrew Lumisden, gracias a su preciso conocimiento de Francia me ha permitido descifrar muchos nombres propios, que el doctor Johnson había escrito de cualquier manera, a veces con faltas de ortografía. —BOSWELL <<

[157] El señor Foote parece haber embellecido un tanto la verdad al decir que Johnson no cambió en París de atuendo; de hecho, en su diario consta una nota sobre unas medias blancas, una peluca y un sombrero. En otro sitio se nos dice que «durante sus viajes por Francia se proveyó de una opulenta peluca de fabricación francesa». Que Johnson no era desatento con su apariencia es evidente si se tiene en cuenta la circunstancia que refiere Steevens, y que inserta Boswell en el vol. II, entre el 15 y el 22 de junio de 1784. —J. BLAKEWAY

La observación precedente tiene confirmación en una nota del diario de Johnson que cita sir John Hawkins en su Vida de Johnson, pág. 517, por la que parece que se había gastado treinta libras en ropa de cara a su viaje a Francia. —MALONE <<

[158] Joseph Ritter, natural de Bohemia, que estuvo a mi servicio durante muchos años y nos atendió al doctor Johnson y a mí en nuestro viaje por las Hébridas. Tras haberme abandonado por un tiempo, en esta época volvió conmigo. —BOSWELL <<

[159] Leyes del Parlamento de Escocia, 1685, cap. 22. —BOSWELL

Cockburn (Vida de Jeffrey, I, pág. 372) señala «el estatuto (11 y 12, Victoria, cap. 36) que disuelve las férreas ataduras por las cuales, por espacio de unos ciento sesenta años, casi tres cuartas partes de la totalidad de las tierras de Escocia estuvieron a salvo de toda venta, y no fueron susceptibles de incautación por deuda, y cada uno de los acres del reino bien podían estar sujetos a lo largo de los siglos a favor de los herederos, bajo cualquier condición, de modo que la voluntad o capricho de cada uno de los terratenientes no sujetos a ataduras pudieran aplicarse a su antojo». —HILL <<

[160] En principio prima la opinión de algunos distinguidos naturalistas, en el sentido de que nuestra especie se transmite solamente por medio de los varones, siendo las hembras nada más que nidus, o criadero, como lo es la Madre Tierra para toda clase de plantas; este concepto parece tener confirmación en el texto de las Escrituras, «porque aún estaba en los lomos de su PADRE cuando Melquisedec salió a recibir a Abraham» (Hebreos, 7, 10). En consecuencia, el nieto de un hombre por descendencia femenina, siendo hijo de una hija suya, en vez de ser su más seguro descendiente, como suele decirse de un modo más bien vulgar, no guarda en realidad ninguna relación con su sangre. En segundo lugar, y con total independencia de esta teoría (que, de ser cierta, debería excluir por completo a los herederos en general por descendencia femenina), si la preferencia del hombre antes que la mujer, sin tener en consideración la primogenitura (caso de un hijo mucho más joven, e incluso de un nieto habido de un hijo, antes que de una hija), se admitiera una vez, tal como es universalmente el caso, ha de ser de igual modo razonable y adecuado en el grado más remoto de descendencia del propietario original de un feudo, así como en el más cercano, por remoto que sea del representante de la familia en un momento determinado, y ese remoto heredero por vía masculina, cuando no hubiera otros más próximos que él al propietario original, habrá de ser de hecho preferible para ocupar el puesto del representante, siempre con antelación a cualquier descendiente por vía femenina. Con una cierta amplitud de miras entenderemos fácilmente que el hijo de un hijo, continuándose en cualquier extension del tiempo, es preferible antes que el hijo de una hija en la sucesión de una herencia antigua; en este sentido, es el legítimo titular de la representación del propietario original, en vez de cualquier otro de sus descendientes.

Estoy al corriente de la admirable demostración que ha hecho Blackstone de lo razonable que resulta la sucesión legal sobre el principio de que exista la más elevada probabilidad de que el heredero más cercano de la última persona que murió siendo propietaria de una hacienda sea consanguíneo de quien fue su primer propietario o adquirente. Pero en la suposición de que la línea de descendencia debiera autenticarse con todo esmero a través de todas sus ramificaciones, en vez de mera probabilidad tendremos certidumbre de que el heredero varón más próximo, sea en el periodo que sea, es consanguíneo del primer heredero varón, es decir, del hijo primogénito del propietario o adquirente original. —BOSWELL <<

[161] Término que apliqué yo a todos los herederos varones. —BOSWELL <<

[162] Le había recordado yo esta observación suya, mencionada en pág. 726. —BOSWELL <<

[163] La cláusula restrictiva y vinculante que desglosó mi padre en varios apartados muy juiciosos la ejecutamos de común acuerdo él y yo, zanjando el convenio de heredad de la finca sobre los herederos varones de su abuelo, cosa que a mi entender ya había dispuesto mi abuelo de manera un tanto imperfecta, aunque de tal forma que sólo se pudiera contravenir por la venta de las tierras. Me liberó el doctor Johnson de todo escrúpulo de obligación en conciencia, y pude por lo tanto gratificar las aspiraciones de mi padre. Ahora bien, mi opinión y la preferencia de la sucesión por la vía masculina en toda su integridad permanecieron inamovibles. No se me tenga por persona áspera y contraria a las hijas; tengo la convicción de que hay que tratarlas con un gran afecto y con la mayor ternura, y hacerlas partícipes siempre de la prosperidad de la familia. —BOSWELL <<

[164] Una carta acerca de la interesante cuestión del convenio de heredad de la familia, que tuve ocasión de leer. —BOSWELL <<

[165] Supongo que la queja consistía en que los legatarios de la imprenta de Oxford no permitían a los libreros londinenses un margen de beneficios suficiente con la venta de sus publicaciones. —BOSWELL <<

[166] Mucho me alegra dar al público esta declaración plena y clara, con la intención de exonerar, mediante la autoridad del más grande de los autores de su tiempo, a esa respetable corporación que forman los libreros londinenses, librándolos de todas las vulgares reflexiones por las cuales se pretende que sus beneficios son exorbitados, cuando en verdad el doctor Johnson aquí les confiere más incluso de lo que por lo común demandan. —BOSWELL <<

[167] Estando en Escocia, decía que era «Johnson del mismo lugar». —BOSWELL <<

[168] [Véase pág. 386]. —BOSWELL <<

[169] El privilegio de perpetuar en una familia una hacienda y un escudo de armas indefectiblemente de generación en generación no lo disfruta ninguno de los súbditos de Su Majestad, con la sola excepción de quienes son naturales de Escocia, donde la ficción legal de la multa y recuperación es de todo punto desconocida. Se trata de un privilegio que engendra tanto orgullo que yo diría que sería propio que se ejerciese con la debida dependencia de la real prerrogativa. Parece absurdo permitir el poder de perpetuar la representación propia a los hombres que, sin tener un mérito eminente, carecen en verdad de apellido. El monarca, padre imparcial de su pueblo, nunca rehusaría otorgar el privilegio a quienes lo merecieran. —BOSWELL <<

[170] Me ha apuntado un amigo, poseedor de un exacto conocimiento de la lengua inglesa, que el doctor Johnson nunca pudo haber utilizado la expresión casi nada, por no ser inglesa; por consiguiente, la he cambiado por otra. Con todo y con eso, no estoy convencido de que no sea buen inglés. Los mejores autores emplean la locución poco o nada, esto es, casi tan poco que es apenas nada. —BOSWELL <<

[171] Aunque sin lugar a dudas sea una obra de mucha utilidad, y de magnífica indagación y trabajo para que la haya llevado a cabo un solo hombre. —BOSWELL <<

[172] Sir John Hawkins ha conservado muy pocas memorabilia de Johnson. En su voluminoso tomo se encuentra sin embargo una [pág. 87] cuando menos excelente sobre esta cuestión. «En contradicción con quienes teniendo esposa e hijos prefieren los disfrutes domésticos a los que procuran las tabernas, le he oído asegurar que una silla en una taberna era el trono de la felicidad humana. “En cuanto entro —dijo— por la puerta de una taberna, experimento un inmediato olvido de toda preocupación, y una libertad total de cuantas solicitudes me agobien: cuando me siento, descubro que el tabernero es obsequioso y los camareros atentos a mis deseos, deseosos a su vez de conocer mis necesidades y de satisfacerlas: el vino allí me exalta el ánimo y me propicia una libre conversación, un intercambio de discursos con quienes más estimo: dogmatizo y me dejo contradecir, y en este conflicto de opiniones y sentimientos encuentro un gran deleite”». —BOSWELL <<

[173] Esa noche por azar nos encontramos en la taberna de Henley en que Shenstone escribió esos versos. —BOSWELL <<

[174] Con demasiada frecuencia recurre a lo abstracto en vez de lo concreto. —SHEWSTONE <<

[175] Así fue este incidente menor y risible, que se ha relatado con cierta frecuencia. El doctor Percy, Obispo de Dromore, que fue amigo íntimo del doctor Grainger, y que tiene en particular estima su recuerdo, ha tenido a bien comunicarme la siguiente aclaración: «El pasaje en cuestión no estaba originalmente sujeto a tal perversión; su autor, como tuvo en esa parte de su obra la ocasión perfecta para hacer mención de los destrozos causados por ratas y ratones, introdujo ese asunto en una especie de verso heroico-burlesco, una parodia de la batalla de ranas y ratas de Homero, invocando a la musa del bardo griego de la Antigüedad con forma elegante y ajustada. En esas condiciones lo pude ver yo; después, sin que lo supiera ni yo ni otros amigos, se dejó convencer, en contra de su buen juicio, para alterar el pasaje, y así produjo el desafortunado efecto que se ha mencionado antes».

Lo anterior lo escribió el Obispo cuando no podía recurrir al poema en sí; aunque su versión era ajustada a la verdad en un momento determinado, como Grainger después alteró el pasaje en cuestión no parece que los comentarios del texto puedan aplicarse al poema tal cual fue impreso.

El Obispo dice de Grainger que «no sólo era un hombre de gran genio y no menor erudición, sino que tenía además virtudes excelentes; fue uno de los hombres más generosos, amistosos y benévolos que yo haya conocido». —BOSWELL <<

[176] El doctor Johnson me dijo: «Percy, señor, montó en cólera conmigo por haberme reído de la caña de azúcar: tenía en mente hacer algo grande con las ratas de Grainger». —BOSWELL [Johnson ayudó a Percy a redactar una reseña de este poema]. <<

[177] Mi valioso amigo el señor Langton, con el cual he contraído innumerables obligaciones en el curso de mi historia johnsoniana, me ha facilitado una graciosa ilustración de este asunto. Un honrado carpintero, tras conocer una anécdota relatada en su presencia acerca del maltrato que había recibido de la esposa de un clérigo, que era una notable basilisa, y a la cual había acusado él de llevar a cabo con injusticia un determinado trato con él, añadió: «Mucho me cuidé de hacerle saber qué pensaba de ella». Y como se le preguntara qué le dijo, contestó: «Le dije que era una desvergonzada». —BOSWELL <<

[178] Juan, 3, 30. —BOSWELL <<

[179] Recorrí la casa en que nació mi ilustre amigo, y lo hice con una reverencia tal como la que sin duda tendrá por largo tiempo quien la visite. Una vista de la misma con los edificios adyacentes, en un grabado, se encuentra en la Gentleman’s Magazine de febrero de 1785. —BOSWELL <<

[180] Véase una muy precisa y amena crónica de la barbarie en que incurrió el señor, obra de Malone, en una nota a la «Crónica parcial de la vida de William Shakespeare», que antecede su admirable edición de las obras del gran poeta (vol. I, pág. 118). —BOSWELL

Se trata de una morera que, según quiere la leyenda, plantó Shakespeare en New Place, en Stratford-upon-Avon, en 1602. La madera de dicho árbol ha dado pie a toda clase de falsificaciones. <<

[181] Sir Fletcher Norton, después presidente de la Cámara de los Comunes; en 1782 fue nombrado Barón de Grantly. —MALONE <<