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MADRID, 2006
El comandante Williams entró en la suite número tres del hotel Intercontinental, donde la Agencia había montado el centro de operaciones, cerca de la embajada pero no tanto como para levantar sospechas innecesarias. Ordenadores, televisiones, conexiones vía satélite, todo lo necesario para ver y escuchar allí donde decidieran. La videoconferencia iba a comenzar. Williams como jefe del operativo se situó a la derecha del jefe de servicio de la CIA en España, y a la izquierda del director de operaciones Hamill. Es decir, en el centro de todos los marrones y al lado de todas las felicitaciones
—Creemos que sirios, señor.
—¿Se lo ha dicho su agente?—preguntó el Secretario de Estado.
—No señor, tenemos otras fuentes. Son totalmente fiables, a través de la propia embajada Siria. No conocemos su grado de implicación ni el porqué están tan al tanto de todo. Consideramos que tienen un contacto o un topo en algún lugar de la cadena.
—Deduzco de su frase que no tiene ni idea de dónde.
—Es más intuición que otra cosa, señor. Llevo bastantes años en esto y...
—No, nos vale su intuición Williams, es un asunto bastante serio—cortó el director de operaciones.
Williams, tuvo que tragarse la lengua para no mandar al pino más próximo a su jefe.
—Qué coño sabrás tú de todo esto, chupatintas de mierda—pensaba mientras ponía la mejor de sus sonrisas—. Con todos mis respetos señor, van un paso por delante. Sé que necesitan pruebas tangibles pero es así. Le guste o no. Hace mucho tiempo que dejé mi despacho para dedicarme a esto y si sólo me hubiera guiado por hechos, la mitad de operaciones habrían sido un fracaso.
—Bueno, bueno, chicos, necesito que trabajen juntos. No quiero peleas. Diga Williams, ¿qué le hace pensar así?—preguntó Palacios.
—Siempre han llegado antes que nosotros. Se adelantaron con el matemático, ya estaban aquí cuando nos reunimos en Virginia. En fin, es solamente un presentimiento.
—¿Qué nos ha dicho Jones? ¿Sacamos algo del encuentro de ayer?
—Nada en absoluto, señor. Es un tipo listo y se sorprendió mucho al verla, como es lógico. Si algo tiene ese muchacho es sentido común y desde luego algo no le cuadraba. Tenemos un equipo en el bar donde se reúne con sus amigos todas las noches. Están a punto de entrar.
—¿Algún motivo en especial?
—Sí, señor. Al final Jones tuvo que dar por concluida la vista cuando él se empezaba a sentir incómodo con aquel interrogatorio inesperado y tenía la mosca detrás de la oreja. Comentó que había olvidado la mochila y es el único sitio que nuestro grupo no revisó. El registro de su casa fue inútil, aunque entramos en cuanto nos informaron de lo del sobre. Es una pista como otra cualquiera, este chico tiene infinidad de amigos en nuestro país y cualquiera podía habérselo enviado. El remitente es un apartado de correos así que sospechamos de inmediato.
—¿Qué? ¿De qué sobre me habla?
—Por lo visto ayer por la mañana recibió un paquete por mensajería. No sabemos que era, pero de acuerdo con el albarán no pesaba más de doscientos gramos. Fotos, papeles, una cinta de video, un DVD, algo así. Lo curioso no es que proceda de Estados Unidos sino que venga de un apartado de correos. Alguien se tomó muchas molestias para no ser descubierto.
—Vaya, que curioso ¿Qué hemos hecho para localizar ese sobre?
—Entramos en casa de Núñez hace unas tres horas. No había nada.
—¿Y del apartado de correos? Tenemos que saber quién lo alquiló, no puede ser difícil.
—No es tan sencillo. Se contrató por internet. La persona paga por adelantado el tiempo que considera que necesitará la dirección, y luego deposita los documentos en cualquier oficina de correos del país sin necesidad de identificarse. Es cuestión de horas que conozcamos desde dónde se contrató, pero de momento no lo tenemos.
—Es una buena pista, consigan esa información lo antes posible—dijo el Secretario de Estado mientras cambiaba el gesto de operativo a político—. Sólo una pregunta, oficial. ¿Tenemos todos los papeles en regla?
—¿Señor?
—Se lo preguntaré de otro modo. ¿Tengo que ir preparando muchas excusas para el Ministro español correspondiente? No nos interesa llevarnos mal con ellos, somos amigos o al menos debemos aparentarlo.
—Bien señor, el registro de su casa fue limpio. Lo dejamos todo en su sitio y no creo que haya notado nada. Tal vez mañana cuando despierte vea algo fuera de lugar, pero sería una pura casualidad. El incidente del metro, pasó desapercibido para los pasajeros. En cuanto a lo de dentro de un rato, intentaremos que se haga lo más suave posible.
—Será mejor así. La situación es muy delicada, la mitad de servicios de inteligencia del mundo están al tanto de que andamos detrás de algo gordo y la prensa por aquí empieza a preguntarse dónde ha ido el hombre más rico del mundo y por qué demonios le estamos buscando. Estoy harto de dar largas al presidente. Tel Aviv se está cansando de nosotros y dicen que actuarán por su cuenta, lo que complica aún más la situación. Ya saben cómo trabajan, ante la más mínima sospecha de ataque a Israel, actúan sin contemplaciones. Por no comentar lo que sucedería ante un encuentro, llamémoslo fortuito, con sirios o iraníes, acabaría en un escándalo y los responsables de apagar el fuego seríamos nosotros. El gobierno español está al tanto únicamente de lo que nosotros queremos decirle pero nos hará responsable de cualquier cosa que salga en la prensa. Son conscientes de todo esto, ¿verdad?
Los tres asintieron.
—Gracias. Señores, ¿tienen alguna cosa más? Aquí va siendo hora de meterse en la cama.
Ambos directores se miraron poniendo cara de asombro y estupefacción. No estaba previsto recibir una pregunta directa y todo lo que se salía del manual, hacía tiempo que no estaban capacitados para responderlo. Finalmente, utilizaron el recurso más socorrido, mirar al becario. En este caso el becario tenía diez años de experiencia militar.
Williams se sintió aliviado al comprobar que los inútiles no son únicos de Estados Unidos.
—No tenemos ninguna novedad más. Si da su aprobación procederemos a entrar en el bar.
—Adelante. Diga a sus muchachos que tenga cuidado.
Descolgó el teléfono.
—Chicos— informó—. Adelante.