CHARTRES, MES DE JULIO
Ha pasado un mes desde que Stella se fue y todo aquí es silencio y tristeza. Una parte de nosotros se ha ido con ella para nunca más regresar. Nada volverá a ser como antes, eso seguro. Unos días después de la fatídica noche, el primero despejado y sin lluvia desde entonces, llegaron por correo dos cartas, una dirigida a todos nosotros y otra solo para Assur. Estaban escritas de su puño y letra y en ellas nos explicaba lo que había pasado, lo que la diosa le había pedido durante su extraño trance, y nos decía que aunque había sido muy difícil tomar la decisión, al final había encontrado las fuerzas para poder llevarlo a cabo. Nos pedía, además, perdón por todo y nos encargaba una última cosa, y es que ahora velásemos por Lía, la única que podría seguir guiándonos y haciendo frente al mal. Nos recordaba que esto era una guerra y que unos pocos, los vencedores, serían los que quedasen para contarlo en los tiempos venideros. Ella aseguraba que nosotros estaríamos entre esos pocos y nos animaba a que no lo lamentásemos, porque seguro que nos volvíamos a encontrar en otra vida. Añadía que nos había tomado mucho cariño y que habíamos sido para ella como su familia, que le habíamos hecho sentir que pertenecía a un lugar. Por último, nos deseaba lo mejor y a cada uno le dedicaba unas palabras personales. Por eso durante los días siguientes todos habían pasado por mi despacho varias veces, para releer la preciada carta, que se había convertido en un objeto de auténtica devoción, incluso yo mismo lo he hecho muchas veces lamentándome por su pérdida otras tantas.
Ha sido la mejor de los nuestros, por mucho que ella se empeñase en decirnos que era prescindible y reemplazable. ¡Nunca la creímos! Siempre tendrá un lugar muy especial en nuestros corazones, y si de algo sirve la inmortalidad, será para poder conocerla de nuevo cuando su gran alma elija otro cuerpo. Nos ha dejado todas sus cosas, incluida su casa; nos las cede con la condición de que sea Assur el que tenga la última palabra sobre ellas. Nuestro compañero apareció al cabo de tres semanas. Llegó por la noche, se encerró en su habitación sin decir nada a nadie, ni siquiera a Uriel, con un aspecto muy desmejorado, si eso puede llegar a ocurrirle a alguien inmortal como nosotros, que pocas leyes físicas nos afectan. Parecía totalmente hundido y destrozado, y me hizo comprender que no deseo perderle también como a Baruc. Me dirigí a su cuarto para darle la carta y contarle lo que había dispuesto ella pensando que esto le animaría. No supimos nada de él hasta cuatro días después, cuando salió de su encierro para venir a verme al despacho. Estamos todos muy preocupados sin saber qué hacer. Sospecho que está perdiéndose en el abismo de la desesperación más absoluta y no deja que le ayudemos. Me anunció que colaboraría porque Stella así se lo pedía, pero que después, cuando hubiese terminado todo, le concediese un tiempo ilimitado para desaparecer. Accedí, claro, ya que es lo único que puedo hacer en estos momentos por él. Confiemos y encomendémonos a la diosa para que le traiga de vuelta y no tengamos que lamentar la pérdida de otro más de los nuestros.
Chandra y el resto de la Orden, cuando se enteraron, lo sintieron mucho, todos los que la conocían se han apenado sin remedio. Kassi, la mujer a la que habían atacado junto a Uriel, estuvo incluso unos días en shock por el impacto tan grande que le supuso. Para los lobos también fue un duro golpe. Su líder, Nerkal, me llamó para que le contase con todo detalle lo que había sucedido, aunque ellos se habían enterado in situ a través de Lía. Me dijo que el estado de salud de la mujer había empeorado después del suceso y que permanece así desde entonces. Nos hará saber cualquier cambio que se produzca, y yo le he recordado que estamos aquí para colaborar en lo que sea, porque ahora esa mujer es nuestra única esperanza y cumpliremos nuestras promesas y deberes. El druida, médico y amigo de Stella, Roberto Da Sousa, está también destrozado, según nos informó Chandra, que ha sido el único que ha hablado con él. Se ha marchado un tiempo a Brasil, su tierra natal, para pensar. Él había sido el que había informado a la gente de Stella de su desaparición diciéndoles que había fallecido en un accidente de tráfico, y quedaron, por lo visto, tremendamente conmocionados también. Incluso nos hemos enterado de que una de sus amigas íntimas que iba a casarse a finales de año había cancelado la boda porque no podía soportar que Stella no estuviese.