—¡¡Iyari!!

Grito sobresaltado cuando abro los ojos y me incorporo para ver que la habitación está vacía. Un impulso me hace coger y acariciar el chal púrpura que tanto me gusta verle puesto y aspirar su dulce fragancia. De pronto un pequeño ruido en el piso de abajo me hace ponerme alerta… ¿Será ella? No, capto al momento el olor de Uriel. ¿Qué está pasando aquí? Mi pequeña no está y recuerdo que antes de cerrar los ojos y entrar en ese estado de silencio absoluto hemos estado haciendo el amor, le he hablado en mi lengua y hemos recordado las cosas tan maravillosas que hemos vivido juntos estos últimos días; entonces ella me ha deseado lo mejor del mundo y no he vuelto a oír más su voz…

¡Dioses, se ha marchado y ha usado magia para que no la siguiese, no puede ser!

Me levanto deprisa buscando mis calzas y mis botas, me las pongo, miro por la ventana y veo que está completamente oscuro porque es noche cerrada ya. Una inmensa furia me recorre.

¿Cómo puede haberme hecho esto? ¿Por qué se ha marchado así?

Quizá si cabalgo toda la noche la encuentre al amanecer pidiéndola explicaciones, ya que me prometió que la acompañaría.

¡¡Maldito tiempo limitado!! ¿Por qué tiene que estar en nuestra contra? ¿Por qué las cosas son de este modo?

Estoy a punto de perder el control, creo que me dejaré llevar por la furia que bulle ahora mismo en mi interior, me transformaré e iré a buscarla. De repente doy una patada al capitel que está apoyado en el suelo y lo parto en dos, me agacho para coger uno de los trozos y lanzarlo contra el suelo. Se hace añicos y yo maldigo unas cuantas veces.

—¡Me condeno por haber sido tan ingenuo y haber dejado que se marchase así!

Uriel aparece en las escaleras, me he olvidado de su presencia por unos instantes. Me mira y a continuación echa un vistazo y ve el desorden que he causado con mi enfado.

—Creo que deberías calmarte y escucharme.

—¡¿Calmarme?! ¡No, Uriel, no deberías ponerte en mi camino, estoy muy furioso y voy a salir a buscarla!

—No es buena idea, se marchó hace mucho y ya debe de estar muy lejos. Me ofrecí a venir y estar aquí cuando despertases, que por otra parte tengo que decir que te has tomado tu tiempo para hacerlo, ya que llevo toda la tarde y parte de la noche esperando.

—¡¡¿Has dejado que se vaya?!!

No espero a que conteste porque me dispongo a salir a buscarla y que sea ella misma la que me lo explique. ¡No! Tendrá que hacer algo más que explicarse. No necesito el permiso de nadie, aunque Uriel, viendo mi determinación, me agarra con fuerza para detenerme.

—Tuve que hacerlo, sabes que no disponía de más tiempo, Assur…

—¡¡Suéltame, debo ir a buscarla!! ¿Y si durante el camino se ha desmayado? ¡¡Suéltame te digo, no me hagas repetírtelo otra vez!!

—¡Escúchame! Askar se marchó para seguirla y velar por su seguridad, se transformó para hacerlo porque Wanda usó magia; a estas alturas, como te he dicho antes, ambos estarán muy lejos.

Me advierte con la mirada.

—Y sí, Assur, la dejé marchar al igual que tú tendrías que hacer lo mismo… ¡Amigo, sabías cómo acabaría esto, no lo hagas más difícil! Siento ser yo quien te lo diga, pero si hubiese querido que la hubieras acompañado, te lo habría pedido, ¿no? Sin embargo, te ha hechizado para que no lo hicieses… ¡Respeta su decisión y déjalo estar, no te hagas más daño, por favor!

Mi cuerpo se queda sin voluntad al oír estas palabras, tiene razón. Si hubiese querido que fuese con ella, me lo habría pedido; en realidad era yo el que quería hacerlo, ella nunca dijo nada al respecto. ¡Pero es que me duele tanto no volver a tenerla! ¡Dioses, qué va a ser de mí ahora! ¡Me he quedado roto, sin vida, completamente muerto!

—Assur, estoy aquí para lo que quieras. Si quieres que me quede para hablar o que me vaya, lo haré, pero asegurándome antes de que entras en razón.

Me doy la vuelta y me dirijo hacia la ventana para contemplar la noche sin verla; solo hay cabida en mis pensamientos para ella, no puedo hacer nada más, únicamente deseo cerrar los ojos y sentirla, escucharla como si aún estuviese aquí conmigo, como si todo hubiese sido un mal sueño. No sé cuánto permanezco así. Cuando me doy cuenta, está amaneciendo y Uriel se ha marchado. Camino hasta donde se encuentra el chal y me lo llevo a la cara para inspirar todo su olor y embriagarme. Todo me recuerda a ella. Creo que me quedaré durante el resto de mi existencia entre estas cuatro paredes, añorándola y evocándola como si estuviese a mi lado, reviviendo los momentos tan preciados que hemos tenido juntos… Me tumbo en la cama y me recreo con el aroma que han dejado nuestros cuerpos juntos, vuelvo a encenderme como puro fuego. Cierro los ojos y un tremendo vacío me invade, en toda mi larga existencia nunca he sentido esta sensación tan tremenda que siento ahora y que me desgarra por dentro. Una inmensa tristeza se apodera de mi alma y tengo la certeza de que me acompañará para siempre.

Permanezco así unos cuantos días, no sé cuántos; es la ventaja de no tener necesidades mortales, que el tiempo te es indiferente. La oscuridad se ha hecho presa de mí haciéndome un agujero en el corazón tan profundo y hondo que para mí solo queda una honda pérdida y un pesar infinito. Uriel viene todos los días, o eso creo. Uno de ellos, no lo sé muy bien, me trae la noticia de que Askar ha regresado y que todo finalmente ha salido bien, que mi pequeña ha llegado a su hogar en Germania y seguramente el espíritu que poseía ese cuerpo también lo habrá hecho al suyo. Un atisbo de luz pasa fugaz por mi mente y me alegro de que haya conseguido la misión y todo haya terminado bien para ella, aunque yo cada vez esté más hundido. En otra de las visitas de mi buen amigo, dice algo que me da que pensar: habla de lo conveniente que es nuestra inmortalidad, que nos ofrece la oportunidad de poder ver muchas cosas en el futuro, y una de ellas es poder conocerla cuando active el amuleto. Todo hasta ese momento ha estado envuelto en una nebulosa, pero las palabras de Uriel calan en mí haciéndome reaccionar, y de repente es lo único que me ayuda a retomar y seguir mi sombría existencia hasta que vuelva a tenerla. Este es el único propósito que me fijo: volver a estar a su lado. Ochocientos años no significan nada, o eso quiero creer; el mayor inconveniente será mantenerme ocupado hasta que llegue ese momento, porque mi cabeza tiene voluntad propia. Lo mejor será dedicarme en cuerpo y alma a lo que mejor sé hacer aparte de adorarla, y es construir y modelar piedra, esto me tendrá ocupado y sin pensar demasiado, acaparará casi todo mi tiempo, y el poco que me reste lo pasaré rememorando los perfectos instantes vividos cuando todavía era un ser completo porque aún poseía mi mayor tesoro.

Durante los siguientes tres siglos y medio me mantengo ocupado como he pensado, intervengo en las construcciones de diferentes templos y construyo, tallo y modelo piedra en cuerpo y alma.

Al principio voy hasta Germania, quiero ir para compartir los conocimientos de la construcción con sus oriundos, que comienzan a levantar lo que serán grandes templos en un futuro próximo. Esto es lo que les digo a todos los demás, pero verdaderamente mi motivo es que esta es la tierra de Wanda y albergo en lo más profundo la esperanza de encontrarme con ella. Sé que no me reconocerá, pero eso no me importa, yo me deleitaré viéndola de nuevo, deseándola en silencio, muriéndome si está acompañada de ese otro que es ahora su dueño… Estoy en la ciudad de Colonia hasta 1277, que es cuando me traslado a Estrasburgo para empezar la fachada y la torre de otro templo. Durante estos años me doy cuenta de que muchas mujeres aquí poseen el pelo de color rojo y para mí es una renovación constante de mis esperanzas, porque creo haberla encontrado a cada momento; luego las miro y ninguna es mi preciosa iyari, tan bella y hermosa que ninguna la iguala. Después de pasar en Germania hasta el año 1302, decido regresar porque me doy cuenta de que llevo aquí más de cincuenta años y mi pequeña ya habrá desaparecido, si no está a punto de hacerlo. A estas alturas será una anciana, y yo, un tremendo necio por haber querido encontrarla sabiendo que era una tarea imposible. Cambio de lugar y aparezco en el reino de León, en la antigua Iberia. Aquí me mantengo casi dos siglos yendo y viniendo entre los diferentes feudos que forman esta antigua península, que ha conocido muchos dueños que intentaron apropiársela. Participo en las construcciones de algunos templos y en la restauración y ampliación de otros muchos. En realidad esta pequeña ciudad, León, es mi cuartel general durante todo este periodo. Este lugar me complace mucho, y por eso en él decido construir un templo que se parece mucho al de nuestra diosa en Chartres, aunque en lo más profundo de mi ser, mi diosa es ella y silenciosamente cada rincón, cada piedra, cada arco, cada tallado, es por y para ella. Le dedico por entero este lugar, las magníficas vidrieras que tallan los mejores canteros intentan ser la copia de la exuberancia y magnificencia que me evoca siempre; en el tallado, pretendo que las esculturas tengan algo que me recuerden a ella. El color de los vitrales en su gran mayoría lo elijo para que sea del verde esmeralda más parecido a sus fascinantes ojos, al igual que la luz anaranjada de los atardeceres que entra a raudales por ellos; los ubico de tal forma que den la sensación de trasladarte al paraíso donde mi exquisita ninfa del bosque mojaba su glorioso cuerpo, aquella maravillosa y lejana tarde ya. Incluso los muros que levanto los hago con las proporciones justas para que la resonancia musical de la Tierra suene parecida a su dulce voz cuando me susurraba al oído… Todo en este lugar es por y para ella, hago de este mi sitio secreto para adorarla, aparte de mi corazón que lo hace siempre y a cada momento. Me traslado nuevamente y en 1485 voy a parar al reino de Bohemia, concretamente a su ciudad más importante, Praga. Aquí estoy colaborando en la construcción de su catedral hasta el año 1509. Desde este año hasta el 1600 estoy entre Francia e Inglaterra restaurando muchos templos. Surgen nuevas corrientes del gótico, como llaman ahora los hombres al estilo que tienen nuestras construcciones: gótico inglés, gótico flamígero, gótico tardío y muchas otras denominaciones, aunque por este entonces pasamos a un segundo plano y ya solo nos llaman para reparar y restaurar, y el tiempo entre trabajo y trabajo cada vez es más largo.

Entonces es cuando empiezo a desvariar de verdad, mi búsqueda se ha convertido en una obsesión, me paso la gran mayoría del tiempo pensando en ella, reviviendo lo ocurrido una y otra vez, aislado durante días, semanas y meses, abstraído y perdido sin saber dónde me encuentro, con la loca idea de haberla encontrado a cada momento cuando veo unos simples ojos verdes. Finalmente, en el año 1605, instado por Uriel, que está muy preocupado, regreso a Chartres y me doy cuenta de que no puedo seguir así porque me he convertido en un trastornado aferrado a unos breves momentos ocurridos tres siglos antes que mi cabeza muchas veces cree que han sido obra de mi alterada imaginación. Pienso que mi única salvación será retirarme al letargo de la piedra y se lo pido urgentemente a Askar. Hace casi setecientos años que no lo uso y aún no tenía pensado hacerlo, pero mi situación lo requiere porque tengo que preservar el juicio si no quiero acabar mal, sin que haya vuelta atrás. Así que como último trámite me retiro hasta mediados del siglo xix, concretamente hasta el año 1851. Normalmente este retiro se hace para descansar de la vida inmortal; para mi raza es la manera más parecida de morir y nacer, la mente queda totalmente en blanco y descansando, se puede permanecer así el tiempo que sea necesario, incluso indefinidamente, aunque no se nos ha dado nunca el caso y lo hacemos solo durante cincuenta años, pero yo permanezco en él 246 años, dos siglos casi, y medio al cobijo de la piedra, la verdadera creadora de mi ser, aunque soñando con mi otra dueña, la auténtica ama de mi alma y mi corazón. Durante todo este lapso suspendido en el letargo las imágenes de los bellos momentos vividos junto a ella se suceden lentamente y me deleitan en lo más profundo, es como estar en el paraíso, y me otorga unos sentimientos y emociones cuando despierto que dan un nuevo significado a todo. Entonces comprendo muchas cosas y regreso bastante recuperado; bueno, a decir verdad, lo que hago es volver sin esa obsesión que no me dejaba existir, pero sintiendo algo mucho más profundo respecto a ella. Lo que ha ocurrido es que lo he asumido todo, he descubierto que la amo y que nadie podrá arrebatarme esta maravillosa emoción. Sé que volveré a verla, y mientras llega este ansiado momento la evocaré en los instantes más bellos de los que sea testigo, como un amanecer, cuando contemple las estrellas, o admirando cómo la luz del sol baña la piedra dándole mil formas. En el año 1852 me embarco rumbo a esa nueva tierra que promete tantas oportunidades, el Nuevo Mundo; también lo hago porque recuerdo que me dijo que su verdadero hogar estaba en una isla cruzando este ancho océano y quiero ver cómo es ese lugar que tanto me había elogiado. Deseo recorrer todas las islas que tengan volcán, con playas de arena blanca y el mar azul bañándolas, como el dibujo que le vi hacer en el bosque. Recorro toda América, de norte a sur y de este a oeste, incluidas sus islas; participo mientras tanto en alguna construcción que otra, las más importantes son la catedral de San Patricio, en la ciudad de Nueva York en 1858, y la cuarta y quinta fase de construcción de la catedral de Nuestra Señora de Las Lajas, en Colombia. Allí levanto un ábside unido al muro de piedra natural y el puente. Cuando termino, en agosto de 1949, regreso al viejo continente para ayudar a la reconstrucción de Francia después de la Segunda Guerra Mundial. A medida que se va acercando la fecha de la activación anhelo más su presencia, siento que debe estar conmigo, aunque también las dudas empiezan a asaltarme, haciendo que finalmente todo se desmorone. Tengo un inmenso miedo a saber la verdad, a haber vivido en una ilusión todo este tiempo, aferrándome a una fantasía que solo está dentro de mi cabeza, una quimera sin ningún fundamento. Una y otra vez las mismas preguntas me acosan… ¿Y si para ella no he significado nada? Después de todo, habíamos estado muy poco tiempo juntos y en realidad no nos conocíamos. ¿Y si no le intereso y ha seguido adelante con su vida? ¿Y si solo me recuerda con afecto y nada más? Como todo esto me atormenta, termino bloqueándome y haciendo lo único que me evitará más sufrimiento: tomo la difícil y drástica decisión de no acudir a Chartres apartándome de ella, manteniendo así las esperanzas intactas, alimentando este maravilloso sueño de amarla solo dentro de mí, deseando fervientemente que si realmente tenemos que reencontrarnos y estar juntos, que sea algo fortuito y no forzado. Porque este amor tan inmenso que siento tiene que ser recíproco. Si ella me ama, el caprichoso destino nos uniría para no volver a separarnos nunca. Que ella se dé cuenta de que estar lejos de mí le ha supuesto un verdadero infierno, al igual que me lo ha parecido a mí.

 

Las pequeñas callejuelas tortuosas soladas de adoquines ya desgastados del barrio húmedo, tal como se conoce este lugar por su gran variedad de tabernas, hacen que mis pasos resuenen en el suelo todavía mojado por las heladas típicas del clima castellano en invierno. Eso cuando no aparece el alba cubierta de blanca nieve y le concede a la ciudad un aspecto de cuento de hadas, lo que me recuerda los viejos relatos de caballeros que cantaban los juglares en tiempos de Ordoño I. La gran plaza dominada por la bella figura de piedra comienza a resplandecer por los primeros rayos del sol, el día ha despertado muy frío, como los de últimamente, haciendo que la ciudad tarde un poco más en cobrar vida. Probablemente seré el primero en llegar a los despachos que nos ha prestado el obispado para estas obras de restauración. Me entristece mucho ver mi edificio tan deteriorado, ver cómo pierde poco a poco la magnificencia que le otorgué cuando lo construí para ella. Por eso he accedido a regresar, para devolverle el esplendor que se merece además de mantenerme alejado de Chartres durante la activación. Hoy es el día, mejor dicho, la noche, cuando los planetas se alineen activará el talismán y yo estaré aquí sin poder dejar de recordarla, lamentándome seguro por no haber ido hasta allí… La evocaré toda la noche, me imaginaré su verdadero aspecto y escucharé esa canción tan hermosa que le oí cantar hace tantísimo tiempo en el bosque, donde supe que me había enamorado profundamente. Entro en el silencioso templo y lo recorro, porque no hay nadie, puedo disfrutar a mi antojo, puedo mirar, acariciar y hablar a la piedra como un hombre haría con su amante, como yo le hablaría a ella si estuviese entre mis brazos… Me deleito pensando cuánto me gustaría que viese este lugar y que supiese que lo levanté en su honor, me encantaría verla caminar descalza tocando sus muros, sintiéndolo, con su gran sensibilidad. Una vez terminada mi íntima visita, subo al despacho y empiezo a trabajar, esta es la única manera de apartarla unos instantes de mi mente. Estoy hasta últimas horas de la tarde aquí y cuando bajo para marcharme me doy cuenta de que estoy solo de nuevo y vuelvo a recorrer el templo para despedirme hasta el día siguiente, en que me estará esperando, fiel a mi regreso. ¡Si todo fuese así de sencillo no tendría que evitar a toda costa la soledad esta noche para no salir corriendo hacia Chartres! Enfilo una de las calles que discurre en dirección contraria al hotel donde me hospedo porque quiero entretenerme y hacer algo con gente a mi alrededor. Cruzo la ciudad para ir a tomarme una copa al hostal San Marcos, allí seguro que habrá gente y podré distraerme un poco con sus preciados vinos, que un catador entendido como yo sabe apreciar. También tengo la otra opción, que es buscar compañía femenina; probablemente encontraría algo interesante, no lo dudo, aunque la pregunta exacta es si sería interesante para mí. La respuesta ya la sé de sobra. Desde hace setecientos sesenta y dos años y casi un mes, el sexo y las mujeres han dejado de interesarme. Hablando con propiedad y diciendo la verdad: el sexo no ha dejado de interesarme, mi naturaleza desea pasión y placer, pero solo una pasión y un placer, el que hallaría si pudiese en los brazos de ella. Ya lo había intentado alguna vez en este tiempo sin ningún éxito, la belleza de algunas mujeres solo me inspira como eso, belleza para admirar; ninguna toca mi alma para querer poseerla, porque me dejan totalmente frío, sin poder consumar absolutamente nada. Por supuesto ellas no tienen la culpa, soy yo el que la tiene. Uriel me ha recomendado alguna vez cuando hemos hablado sobre ello (en realidad han sido muy pocas veces, porque mi amigo evita aposta todo comentario sobre este tema) que piense en ella mientras estoy con otra, que no hace falta nada más, pero mi mente y mi cuerpo en esa situación se separan y no se ponen de acuerdo, hacen que pierda totalmente las ganas si alguna vez llegó a haberlas siquiera. Así que esta es mi situación: entretenerme un poco degustando buen vino para no pensar demasiado, aunque hasta esto me resulta de poca ayuda, porque no puedo tener el lujo de embriagarme y rogar para que el tiempo pase pronto, además de pedir a la diosa que la idea que lleva atormentando mi mente se debilite un poco esta noche, para no acordarme de que a mil kilómetros escasos de aquí se encuentra el ser que me completa y me colma profundamente, y del que estoy absolutamente enamorado.

La noche ha trascurrido muy lentamente. Al final me la he pasado contemplando el cielo estrellado después de volver a las dos de la madrugada de mi distracción, que no ha tenido nada de éxito. Salgo temprano a la mañana siguiente porque quiero dejar de pensar cuanto antes en ella y el trabajo es el único modo de conseguirlo, todo está saliendo de maravilla cuando a primera hora de la tarde mi teléfono móvil me saca de la concentración que he conseguido tener al fin. Es Uriel, que llama para informarme de lo ocurrido ignorando aposta todos los detalles referentes a ella, en esto tan absurdo nos hemos convertido Uriel y yo a este respecto, aunque él me complace porque es un buen compañero y muchísimo mejor amigo. Me cuenta lo que ha sucedido, con todo lujo de detalles, y cuando cuelgo me doy cuenta del error tan grande que he cometido dejando pasar esta oportunidad. Pero ahora ya es tarde y todo ha terminado, he echado por la borda todo lo que me importa; tanto si ella tenía esperanzas de volver a verme como si no, las he destrozado con esta cobarde actitud.

¡Me arrepiento de lo que he hecho, soy un estúpido!

La desesperación y desolación hacen presa de mí, y otra profunda y desgarradora herida se añade a mi ya destrozado corazón. Esta será la última, porque ya no tengo cabida para más tristeza…

Después de diez aciagos, largos y negros días que tienen que pasar para poder volver a mostrarme ante los demás pareciendo medianamente normal, me convenzo con gran esfuerzo de continuar creando una densa niebla que anestesie mis emociones para evitar caer de nuevo en la profunda amargura que sé que está ahí esperándome. Ahora soy un autómata que hace las cosas mecánicamente, no ahondo en nada por miedo a derrumbarme, por miedo a perder el juicio como cuando se marchó, aunque no puedo quejarme, porque me merezco todo lo que me ocurra por haber sido tan necio y haberme negado un poco de felicidad.

Pasan casi tres interminables meses de invierno hasta que acontecen los sucesos que terminan por desmoronarme.

Tengo que regresar a París urgentemente varias semanas después de la activación porque los espectros atacan Chartres. Realmente no ha pasado nada grave, unos cuantos desperfectos nada más, pero Askar no se fía y quiere tenernos allí a todos los posibles porque ahora nuestros enemigos saben que custodiamos el amuleto y la guerra está declarada. Estamos todos metidos de lleno para vencer en esta contienda. A partir del ataque, espectros y vampiros se han vuelto más agresivos y nos acechan con más asiduidad, parecen estar furiosos por el engaño y quieren hacérnoslo pagar. Además, nuestro antiguo compañero ha vuelto a aparecer de repente en la ciudad y Cassan y yo llevamos varios días pendientes de él. Vemos que frecuenta lugares que están bajo dominio vampiro, aparenta seguir cooperando con estos indeseables traicionando así todas nuestras reglas y principios. Esta vez no podemos fallar y debemos cogerle, aunque soy yo el que no debe hacerlo, porque por mi culpa nos está burlando de esta manera, si hubiese estado más atento y no me hubiera dejado llevar por mis sentimientos tan poco objetivos cegados de lealtad, él jamás nos habría arrebatado la Madyama. Pero ya es tarde para lamentarse y lo único que debo hacer es cogerle para enmendar mi error. Lo que echa todo al traste es que a Uriel, junto a una mujer de la Orden y un druida, les atacan los vampiros y mi amigo y la mujer han resultado muy malheridos, ambos de varias puñaladas causadas por un targul. Roberto da Sousa, el druida, ha sido el único que no ha quedado gravemente herido, ha podido defenderse y alejar a esos indeseables, pudiendo administrar los primeros auxilios para que la mujer y mi amigo llegasen vivos hasta la orden. La suerte ha sido que el druida es médico también. En estos momentos están muy graves, porque la magia del objeto les está consumiendo las energías vitales. Sus heridas no sanan y permanecen totalmente inconscientes, como si ya estuviesen muertos. El ataque, por lo visto, fue muy rápido y por sorpresa, parece que el propósito era más dar un aviso que otra cosa. La que lo llevó a cabo fue una vampira y por eso no están muertos, si este acto lo hubiese perpetrado un espectro, Uriel, mi leal amigo y compañero, y la mujer hubiesen abandonado ya este mundo. Estos objetos están conjurados con magia calesisen y es lo único que puede matarnos. Aunque los enfrentamientos con esos engendros no han sido muchos en lo que llevamos de edad, sí ha habido tentativas, y algunas serias, pero nunca abiertamente. Son así de arteros, pero ningún compañero ha caído en estos combates de momento, si alguno lo hace será una gran pérdida para todos nosotros, y si es Uriel, yo lo sentiré muchísimo más. Con esto se me ha caído el mundo encima. Ver a mi mejor amigo así, sin saber si volverá a andar entre los vivos, me ha terminado de rematar. Si Uriel me falta, uno de los pilares de mi existencia desaparecerá y me dejará tan mal que no podré reponerme jamás. No quiero ponerme en lo peor, ahora no necesito eso. Sé que el druida y los médicos de la orden están haciendo todo lo posible y quiero pensar que todo va a salir bien y que acabaremos superando este trance. Mi amigo es muy fuerte y un luchador nato, y seguro que sale victorioso, dentro de poco estará otra vez de vuelta y se reirá con su buen humor de todo lo sucedido.

Día y noche permanezco a su lado sin que me importe nada más, inmerso en rezar a la diosa para que se apiade de mi compañero y le ayude con un milagro, rogándole que se compadezca de esta alma mía atormentada dándole un poco de consuelo.

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—¿Cuál ha sido el mensaje, Chandra? —pregunto preocupado por todos los acontecimientos que están ocurriendo últimamente.

Esta reunión ha sido convocada a toda prisa con motivo del ataque. Los agresores, bueno, la agresora en este caso, ya que ha sido una vampira, ha querido darnos un mensaje dirigido para Stella. Cuando Chandra ha dicho su nombre, el mundo se me ha caído encima. Aparte de lo de Uriel, solo faltaba que ella estuviese metida en el asunto. Todos mis temores se están haciendo realidad sin saber qué vamos a hacer para protegerla. Desde que decidió ir a buscar a la mujer que tienen cautiva en Rumanía, ninguno de nosotros ha estado tranquilo, parece que fue ayer cuando volvió para contarnos lo de la marca de los espejos. Ese grabado que se le había empezado a formar durante la activación en ese entonces, ya estaba completo y le daba poder sobre los Espejos de Cuarzo para activarlos y dominarlos. Estas son las palabras más adecuadas que pueden usarse para explicar correctamente lo que ha causado dentro del Laberinto Plateado. Cuando entró, la vibración musical dentro de la catedral empezó a oírse más alta, todos los espejos que existen y que están reproducidos en la Carta de las Puertas Negras, o sea, en el prisma de piedra, resplandecieron y se movieron como nunca antes, incluidos los que estaban apagados, que despertaron. Unos brillaron más señalando un camino, otros quedaron completamente anulados y algunos parecieron distinguirse por su espacio y luminosidad. Una nueva perspectiva quedó desvelada cuando pudimos ver a las criaturas que se movían dentro del laberinto como algo más que meros puntos, alcanzando hasta a los espectros. Quedamos conmocionados al comprobar que algunos espejos dominados por ellos, después de tantos milenios de manipulación con su dañina magia, volvían a activarse, y todo porque ella es la nueva señora que regenta el laberinto. Cuando le mostramos el prisma y lo tocó, este se desplegó y se mostró como nunca antes lo había hecho con ninguno de nosotros. Ahora es una cuaderna bidimensional que pasa de una zona a otra sin que ni siquiera se muevan las partes rodantes que componen su cuerpo, mostrando muchas más cosas de las que nos había enseñado hasta ahora. Stella nos señaló, además, dónde están algunos espejos importantes, como la entrada a la Gruta Blanca o el túnel que conduce hasta el Escarforum. Nos ha instruido para diferenciar quién se mueve por esta entramada red y nos ha hecho ver que las pequeñas marcas de diferentes colores son criaturas que transitan dentro: las blancas son las de los espectros, y las plateadas, las de los que usan una Madyama (de estas solo hay una, que es la que señala a Baruc, ya que es el único que posee una). Stella, además, nos ha indicado que el camino que recorre siempre es el mismo, porque para andar por este lugar se requieren grandes conocimientos que él no posee. Hemos llegado a conclusiones muy importantes al ver su marca palpitar y moverse en su muñeca, ya que aparte de tener la certeza de que ella está vinculada a nosotros muy profundamente, puede ser la diosa guerrera a la que se refiere el Eudum. Chandra también está de acuerdo, pero decidimos no decirle nada porque no tenemos pruebas concluyentes y además ella lo habría rechazado de inmediato con su modestia y humildad. La sencillez es otra de las muchas cualidades que tiene. Por eso no hemos dejado de estar en contacto en ningún momento. Yo mismo hablo con ella por teléfono casi a diario, nos contamos todo lo que acontece a nuestro alrededor, creo que hemos forjado una relación de verdadera amistad basada en el respeto, el cariño y la admiración, y por eso se me hace tan duro escuchar la clase de misiones que lleva a cabo a veces, aunque ella por supuesto le quita importancia como si no fuese nada. Es Chandra, en las reuniones habituales que tenemos, el que nos informa realmente de lo arriesgadas y peligrosas que son, y no podemos hacer otra cosa que rezar a la diosa constantemente para que salga indemne de todos ellas. Nuestra hechicera parece ser una persona con una noción del peligro muy diferente, se siente muy bien rodeada de él.

—Como descubrieron que Stella fue la responsable de todo, ahora quieren su cabeza; han dicho que si no da la cara, uno a uno caeremos, Askar.

—¡Esa rastrera de Iskra! ¡Debería haberla matado y no haber dejado que se acercase, tendría que haberla silenciado de un solo golpe!

Roberto parece bastante afectado por lo ocurrido, aprieta los puños con la mirada inyectada en sangre. Le comprendo y es normal que esté así, porque estuvo presente en el ataque y resultó también herido; además, es amigo de Stella.

—Bueno, ya no podemos hacer nada, ahora hay que actuar y tomar medidas, por eso os he convocado. Quiero informaros de lo que está sucediendo. Julen, mi jefe de operaciones tácticas que lleva en Bucarest una semana cooperando en la misión de rescate de Lía, como ya sabéis, acaba de informarme, y aunque no quiero adelantar acontecimientos, el asunto está un poco difícil…

—¿Difícil? ¿A qué te refieres, Chandra? —pregunta Akos, uno de los lobos con los que hemos empezado a despachar a raíz de comenzar esta nueva etapa en la búsqueda de la mujer.

—Veréis, empezaré por el principio. Cuando supe lo del ataque y el aviso que esa vampira nos dio ayer, llamé inmediatamente a Julen; él me dijo que hacía dos días habían comenzado el rescate, que ya habían atacado la fortaleza de Istem, aunque sin éxito, porque todo había sido un señuelo, ya que el vampiro había huido con la mujer hacia los Cárpatos, donde por lo visto tiene otro castillo. Entonces fue cuando se separaron: Julen y unos pocos hombres de Nerkal se quedaron en Bucarest mientras el resto iba hacia las montañas. Allí, de nuevo, tuvieron otro enfrentamiento, que terminó en huida por parte de Istem y los suyos, con solo Nerkal y Stella persiguiéndoles muy de cerca para saber dónde se dirigía el jefe vampiro. Se adentraron más en territorio de los Cárpatos…

—¿Por qué han hecho eso, Chandra? —interrumpe Roberto, el druida preocupado.

—Seguramente que para ser más discretos.

Akos asiente y añade que es más fácil pasar inadvertido siendo pocos individuos que un grupo entero de asalto por ese lugar, que además Stella posee magia y que eso será el motivo por el que Nerkal habría tomado la decisión de que fueran solo los dos. Chandra continúa informándonos.

—El caso es que Nerkal decidió hacer esa comprometida maniobra resolviendo que todos los hombres que le acompañaban se quedasen esperándolos en el Cuerno del Demonio y que Stella y él continuasen solos con la persecución. Esto ha ocurrido esta madrugada, y ahora mismo no se sabe nada de ellos. Según vuestros hombres, Akos, que conocen a la perfección la zona, han dicho que han entrado en las Cúspides Negras, un lugar muy agreste de difícil acceso donde dicen que hay otra fortaleza custodiada por vampiros voladores, que puede ser el sitio al que se dirige Istem…

—¡¿Vampiros voladores?! —pregunta otra vez extrañado Roberto.

—Sí, son monstruos chupasangres creados con magia negra, se llaman Varcanyons. Habitan ese lugar desde hace cuatrocientos o quinientos años; no sabemos cómo, Istem se ha hecho con ellos, viven allí porque las altas cumbres les proporcionan refugio contra el sol. Son bastante peligrosos ya que son inmunes a nuestros ataques, para cargártelos tienes que hacerlo cuerpo a cuerpo cortándoles la cabeza, y como vuelan no es muy fácil que digamos.

Todos nos ponemos muy nerviosos al oír esto, encima Akos no parece muy animado y cuando vuelve a hablar sus palabras no sirven de mucho para cambiar los ánimos.

—Amigos, parece que la cosa está complicada. Nerkal conoce ese lugar muy bien, pero como he dicho antes, ese sitio está infestado de esos chupópteros voladores que no se lo van a poner nada fácil. Por otra parte, confío plenamente en el criterio de Nerkal y creo que si se han arriesgado tanto ha sido porque tienen posibilidades de éxito.

—¡Yo también lo creo, si se han metido ahí seguro que tendrán un plan para salir, Stella siempre tiene uno de reserva listo para usar! Chandra, ¿podemos echar un vistazo a la zona?, no sé, en algún mapa o algo así, quizá se nos ocurra algo para ayudarlos examinándolo —añade Roberto intentando animarse.

Chandra se queda pensativo durante unos instantes y al momento asiente seguro.

—¡Sí, claro, seguidme por favor!

Se da la vuelta y se levanta, todos le seguimos hasta la sala contigua, que es más pequeña y que tiene una pantalla ultraligera colgada de la pared, el motivo por el que creo que hemos venido hasta aquí. Tenemos que apretarnos para entrar todos. Chandra se sienta en su mesa y teclea algo en su ordenador que enciende la pantalla. De pronto aparecen los contornos de unas montañas en ella.

—Estos son los Cárpatos rumanos a través del satélite Miracle, propiedad de la Orden. Con este cacharro podremos ver con gran precisión cualquier cosa que queramos de esos vampiros; además graba las últimas cuarenta y ocho horas, con lo que podemos ver lo que ha pasado como si fuese en directo.

Teclea otra vez y la pantalla muestra unas imágenes que parecen fuegos artificiales, unos seres amorfos con alas vuelan entre los picos de las montañas siguiendo algo que está más abajo y que no podemos ver, pero todos sabemos que son ellos. Los monstruos parecen volar muy rápido y en círculos atentos a algo, de vez en cuando, algunos explotan y se desintegran. Sin avisar, un gran fogonazo que abarca completamente la pantalla deja en calma todo sin ningún otro rastro de esos monstruos. Chandra nos comunica que según el satélite esto ha ocurrido hace unas dos horas. La desilusión vuelve a golpearnos cuando después de un rato de peinar los caminos de alrededor en un radio de cincuenta kilómetros el aparato no muestra nada, es como si allí abajo no hubiese nadie. Entonces en voz alta, pretendiendo alentar un poco la situación, digo que la piedra de esa zona es muy gruesa para poder traspasarla con los dispositivos por satélite y que seguro que han logrado escapar. Ahora el que se pone a razonar en voz alta es Akos, el lobo.

—Puede ser, creo que deberíamos esperar para tomar medidas e ir a buscarlos. Si han escapado no podrán volver hacia atrás al Cuerno del Demonio, deberán seguir hacia el norte por tierras dominadas exclusivamente por vampiros, esa es la única manera de llegar a territorio neutral alejándose del peligro.

Impulsado por el temor al oír lo último, propongo una alternativa. Si lo hacemos, no tendré más remedio que contarle todo a Assur, ya que él, Cio, Bastian y yo somos los únicos que podemos volar y estamos disponibles ahora mismo para actuar con inmediatez aquí. No sé cómo se lo tomará, la verdad; hace mucho que decidimos no hablarle de ella después de que él personalmente nos lo pidiera, y pensábamos cumplirlo porque no queríamos causarle más sufrimiento, aunque no ha sido nada fácil guardar silencio últimamente debido a la vinculación tan grande que tiene ella con nosotros, en especial desde su regreso a Francia. Tarde o temprano acabará enterándose y creo que el momento está llegando.

—Chandra, nosotros podemos ir, penetrar en esas montañas y enfrentarnos a esas criaturas para sacarlos de allí; podemos hacerlo.

—Lo sé, pero lo más prudente será esperar, como ha dicho Akos. Pronto darán señales de vida y podremos actuar en consecuencia, tengo el presentimiento de que están bien…

—Sigo creyendo que deberíamos ir a buscarla —insisto.

—Askar, por favor, debemos esperar, no podemos marcharnos todos y dejar al descubierto lo demás. Yo también sé lo importante que es, pero no sería inteligente y a ella no le haría nada de gracia… Vamos a confiar, te lo pido por favor; solo un poco más, no sé, doce horas, veinticuatro a lo sumo. Si en esta madrugada no conseguimos averiguar nada desplegaré un dispositivo de búsqueda con Julen, y si eso tampoco es suficiente podrás intervenir, te lo aseguro.

Suspiro profundamente tratando de tranquilizarme y encontrar la fuerza suficiente para seguir mis palabras.

—Está bien, esperaremos lo que dices, pero ni un minuto más…

Vuelvo a suspirar profundamente y salgo del despacho. Me dirijo a la enfermería, donde está Assur, que sigue velando a Uriel tan triste y consternado como le dejé. Enseguida borro de mis intenciones contarle nada de ella porque terminaría hundiéndole más. Pasan doce interminables horas y Chandra tiene que desplegar su dispositivo de búsqueda desde Bucarest. Cada vez estoy más intranquilo y más convencido de tener que actuar, llevo llamándola a su teléfono horas, pero sin ningún éxito; decido mandar llamar a Cio y Bastian para que vengan y estén preparados para partir pronto. A mediodía, cuando estoy a punto de ir a informar a Chandra de que saldremos hacia Rumanía en breve, una llamada en el teléfono móvil de Roberto nos paraliza a todos. Es ella desde algún lugar con poca cobertura, solo le da tiempo a decir que están a salvo, fuera del alcance de los vampiros y que se encuentran bien, ya que se corta la comunicación sin poder hacer nada al respecto.

¡¡La diosa la ha salvado, menos mal!!

Pensamos que volverá a intentarlo para darnos su ubicación, pero esperamos en vano porque esto no sucede… Aborto de momento nuestra partida para ver si contacta de nuevo. Roberto se pasa llamando al número que se ha quedado grabado en la memoria de su teléfono lo que resta de tarde, hasta descubrir que ese número corresponde a un teléfono público en algún lugar de Alemania. Entonces las ganas de salir a buscarla surgen de nuevo, y Chandra convoca otra reunión de urgencia para ver qué hacemos al respecto. Todos queremos traerla, pero no sabemos a dónde dirigirnos realmente, así que concluimos que será mejor esperar a que llame desde otro lugar y nos aferramos a lo que ha dicho, que está bien. Veo las horas correr lentamente en el reloj, son más de las dos de la madrugada y parece que otro día más ha pasado sin saber nada realmente. Esta misma noche, unas horas antes, no he podido ocultárselo más a Assur y he hablado con él. Tal ha sido su conmoción que se ha marchado muy trastornado y creo que si no regresa pronto tendré que salir a buscarle. Me temo que por cómo se lo ha tomado y las veces que ha insistido en ir a buscarla es capaz de marcharse por su cuenta. Todo lo concerniente a ella le hace reaccionar de una manera muy exacerbada, le importa demasiado, parece que siente algo muy profundo y por eso le ha sido tan difícil estar sin ella este tiempo. Assur es muy leal y cuando cree en algo se entrega totalmente hasta sus últimas consecuencias. Eso le hace ser honorable y cabal, unas cualidades muy valiosas a pesar de lo que él mismo piensa, porque dice que son una debilidad, ya que por ellas Baruc nos traicionó, y él se toma todo ese asunto como un fracaso suyo. No es capaz de ver que él único responsable fue nuestro antiguo compañero, y esto se lo lleva reprochando desde que sucedió al principio de esta edad. A pesar de las veces que hemos hablado de ello no atiende a ninguna razón. También es muy tenaz y eso sí que a veces es un inconveniente… Assur siempre ha sabido juzgar muy bien a los demás, sabe quién tiene un alma buena con solo mirarle, aunque esto a veces juegue en su contra porque se sienta responsable de los actos de las personas a las que les entrega su confianza. Ahora lo que me preocupa es que todo se vuelva a repetir, aunque Assur no es Baruc. Si a Stella le pasase algo, la diosa no lo quiera, se pondría en tal estado que creo que le llevaría al límite, y resulta imposible vislumbrar claramente las consecuencias que esto tendría.

Una llamada interna desde la entrada frena mis pasos antes de salir a buscarle poniendo al mismo tiempo patas arriba toda la Orden, ella por fin se encuentra aquí.

El largo pasillo donde está el despacho, la sala de reuniones, la enfermería y dos quirófanos, todo nuestro pequeño mundo durante estos últimos días se llena de luz cuando aparece flanqueada por el jefe táctico de operaciones de la Orden, que ha llegado hace unas horas, y el que debe de ser Nerkal. Camina con paso firme hasta donde estamos. Roberto sale a su encuentro y la abraza efusivamente, Chandra y Akos le copian también y el último que se acerca a ella soy yo, y la estrecho tan fuerte que desecho al instante toda la preocupación e inquietud que he sentido hasta este mismo instante. Le digo, tratando de tranquilizarme, que le daré el teléfono de Cyrus, uno de nuestros compañeros que vive en Budapest y que tiene contactos por todo el este de Europa, para que la próxima vez acuda a él. Ella solo sonríe, me da las gracias y cambia de tema inmediatamente para preguntar cómo nos va todo y si los espectros han vuelto a atacarnos en estos días que no hemos hablado. Insiste varias veces en que si quiero reforzar con magia Chartres no dude en decírselo. Me fijo en lo cansada que parece y en que está herida y trato de persuadirla para que se retire a descansar, pero dice que ha venido todo el viaje pensando en Kassi y Uriel, y que antes quiere verlos, así que sin más entra en la enfermería y pregunta si puede ayudar en algo. Esto es muy típico de ella, siempre tan generosa y anteponiendo todo lo demás a ella misma.

Por fin está de vuelta y a salvo, de momento. Consigo por primera vez en mucho tiempo respirar y le doy muchas veces gracias a la diosa. Sigo a Stella para convencerme de que por fin está aquí con nosotros.

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¡¡Dioses, cómo no me ha dicho nada Askar!!

«Quizá porque tú no querías que lo hiciese, quizá porque te empeñaste en esconderte de la realidad…».

¿Cómo no lo he visto venir? ¿Cómo he estado tan absorto en mí mismo que no he sospechado nada? ¡Soy un estúpido, un necio, todo este tiempo he estado ciego, tan incapaz de verlo que me doy cuenta ahora de que mis actos han sido los de un cobarde! ¡Debería haber ido a buscarla en cuanto regresó del pasado! ¡He perdido un tiempo precioso! ¡Soy un maldito majadero! ¿Y si con mi proceder la he perjudicado? ¿Y si yo soy el responsable de que haya desaparecido?

Tengo un nudo en el estómago y el corazón se me va a salir del pecho… Resulta que está tan relacionada con nosotros que Askar y los demás incluso piensan que es la diosa guerrera a la que se refiere ese manuscrito del Eudum, porque puede manejar los espejos a su antojo. Además, durante todo este tiempo ha estado tan cerca, tal como si fuese una más de los nuestros, ha entrado en nuestras vidas como una explosión de luz y ninguno puede hacer ya otra cosa nada más que estimarla…

¿Cómo puede haber dicho Askar eso de ella, que es una mujer muy fuerte y una luchadora excepcional, si es poco menos que una niña? ¡Ellos no la conocen como yo, ella es una criatura delicada con un alma pura y sensible, tan cariñosa y tierna como un ángel, mi precioso y dulce ángel! ¿Y si esos vampiros la han capturado y la están vejando como a la otra mujer? ¿Y si la están mancillando y torturando?

¡¡Malditos, si se atreven a tocarla no descansaré hasta borrarlos de la faz de la Tierra!!

Pensando en todo lo que les haría a esos desgraciados dejo de oír las palabras de Askar y salgo sin pensar del edificio caminando sin rumbo por la fría noche, tratando sin éxito de apaciguarme.

¡¡Diosa Dankina, diosa misericordiosa, si me la devuelves sana y salva me apartaré de ella!! Eso no se lo cree nadie y menos la diosa, si vuelvo a recuperarla nunca más la dejaré marchar, estoy seguro, aunque tenga una legión de hombres lobo guardándola y esté escondida en los confines de la Tierra, aunque mi miedo a no ser correspondido intente obligar a mi mente obtusa a dejarla marchar, nunca jamás me iré de su lado…

¡¡Si a ella también la pierdo, no podré salir de la oscuridad, no sin ella ni Uriel!!

He llegado sin darme cuenta hasta mi casa. Salgo a la terraza y en un impulso por escapar e ir en su busca me transformo y vuelo por el negro cielo nocturno, oteo el horizonte para ver si está cerca, para sentir que ha regresado. Cuando me convenzo de que no se encuentra allí abajo, dentro de la mole luminosa y ruidosa que ocupa París, desciendo y busco la caja, lo único que me ha calmado siempre que estoy fuera de mí. Saco mis dos preciados tesoros, el dibujo que me regaló aquella maravillosa tarde en el bosque y el trozo de tela púrpura que aún tiene impregnado su dulce olor que yo tengo grabado a fuego en mi memoria.

¡Debo ir a buscarla! ¿Y si me necesita? ¡Le estoy fallando! ¡No quiero otra cosa en el mundo que protegerla para que nada ni nadie pueda hacerle daño! ¡¿Y si ella no quiere saber de mí?! ¡No, eso no puede pasar!

Desecho estos últimos pensamientos porque si no estaré perdido. Ella aún piensa en mí, me recuerda al menos con una sonrisa en los labios, como me dijo que haría. Esto es todo lo que necesito saber, lo único que me da esperanzas para no volverme loco. Acaricio el dibujo y aspiro el maravilloso aroma de la tela perdido en los recuerdos durante mucho tiempo, jurándome a mí mismo que nada me detendrá hasta encontrarla. Salgo de nuevo volando hacia la Orden dispuesto a que Askar me diga todo lo que sabe.

Edum. Tierra Negra
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