El plan que hemos diseñado Akos y yo lleva funcionando tres días. Hemos acordado meternos en la zona que los vampiros dominan para relacionarnos con alguien que tenga contactos con los que mueven «el cotarro»; de esta manera, podremos sacar información importante y después crear un plan de ataque que los ponga en su sitio. Como no vamos a poder infiltrarnos porque en la ciudad soy bastante famosa, esta es la mejor opción. El plan, aunque sencillo, será efectivo, ya que nadie se imagina que estando tan buscada vaya a intentar meterme en la boca del lobo, este es uno de sus puntos fuertes. Los vampiros, como siempre, salen al anochecer de sus escondrijos para convertir la ciudad en su coto de caza privado hasta el amanecer, y los clubes, discotecas y demás sitios de ocio son muy importantes para ellos, por eso son dueños de muchos. En ellos es donde se reúnen, se divierten, hacen negocios y por supuesto se alimentan. Es un modo de vida muy simple pero peligroso, porque proliferan con gran rapidez y hacen que el equilibrio de las cosas se tambalee cada dos por tres. Aparte tienen el monopolio de la nueva droga de diseño, el delire, el sustituto del éxtasis. La fabricación y la venta corren por cuenta de una gran red de acólitos humanos a los que deben de haberles prometido quién sabe qué cosas, mientras ellos se benefician de las sustanciosas ganancias. También están metidos en otros negocios sucios muy lucrativos. Tocan, al parecer, todos los bajos fondos y campan a sus anchas por aquí. En cierto modo después de setecientos años no ha cambiado mucho el panorama, París sigue siendo «su ciudad». Los contactos de Akos nos informan de que dominan las calles dos importantes capos: Pável, el ruso, más conocido como el KGB porque había formado parte de la agencia, que controla todo el negocio del delire, y el otro, Said, un argelino de la provincia de Tinduf, que es el que les lleva el negocio de la trata de blancas y la prostitución. Cada uno regenta varios locales en su zona, todos sitios de ocio donde muchos parisinos van a divertirse. Aunque el contrabando de mujeres se hace bajo cuerda y de un modo más discreto, por lo visto, es una red más clandestina que secuestra chicas de buena posición a las que luego venden en unas reservadas subastas a personas influyentes y con gustos raros…
¡Cualquier estratagema para no llamar a las cosas por su nombre y decir que son unos enfermos mentales!
Pensamos que tanto el ruso como el argelino son dos títeres en manos de nuestros astutos y taimados enemigos, al igual que todo el entramado de camellos y maleantes que rodean a estos dos. Pronto nos damos cuenta de que todos los mindundis que nos vamos encontrando profesan una devoción total a un tal Koko, al que respetan muchísimo más que a Said y a Pável, y del que se dice que es vampiro. Esto es un secreto a voces, a todos estos mindundis se les llena la boca al decirlo, pero creo que ninguno lo piensa detenidamente cuando lo hace.
¡El mundo está lleno de descerebrados!
Después de darle muchas vueltas, creemos que será más rápido y directo seguir el camino del ruso. El «tinglado» que tiene el otro es más complicado y requiere más tiempo, algo de lo que andamos escasos últimamente, así que lo más inmediato es introducirnos en el conjunto de locales que regenta el KGB, llamar la atención de algún don nadie que ande por allí desprevenido y que esté en el escalafón, e ir subiendo hasta coger a un pez gordo que nos lleve directamente al tiburón. Como otras veces, Akos me cubrirá y el señuelo seré yo; discreto, sencillo, preciso y limpio, acciones rápidas que se solucionan in situ sin dejar cabos sueltos, pasando completamente inadvertidas; el mejor modo de no alertar a nuestros enemigos.
Tenemos un soplo, y es que al tal Koko le gusta rodearse de mujeres guapas, y esta iba a ser nuestra puerta de entrada: llegaría hasta él para ver lo que lograba averiguar y después matarlo. No es porque me lo tenga subido, pero puedo conseguir muy buenos resultados ayudándome de un poco de artificio como maquillaje y ropa adecuada. Sé muy bien lo que les gusta a estos monstruos y cómo tratarlos para embaucarlos. Además si Iskra se cruza en mi camino será otro objetivo completado (rezo por ello…), porque esta vez sí que acabaré con ella y cerraré este asunto para siempre. Personalmente creo que se codea con Koko porque siempre le ha gustado moverse en los círculos más altos; es una elitista. Es más, me apuesto mi colección de vinilos de los Beatles a que se ha acostado con él…
El ruso tiene un sitio muy selecto y exclusivo de moda entre la gente rica de la ciudad, y pensamos que allí también van los vampiros. Para entrar tienes que ser invitado, y puestos a pedir intentaré que sea el propio Koko en persona el que lo haga conmigo, esa es mi meta.
Durante las dos primeras noches visitamos dos discotecas en las cuales hay mucho niño guapo, rico y con bonitos deportivos aparcados en la puerta a nombre de papá; es fácil llamar su atención y hacer que me cuenten algo interesante, o simplemente acercarme y tocarlos para sacarles información. La mayoría son camellos a pequeña escala, solo para proveer a su círculo de amistades e impresionar a las chicas como yo que se les acercan. Me hago pasar por una muy impresionable, claro. Con esta táctica tengo mucho éxito, esto es lo que gusta por aquí, caras bonitas que no hagan preguntas. En cuanto me los trabajo un poco diciendo unas cuantas frases halagadoras y convenciéndoles de que me han drogado, se relajan y cantan hasta la Traviata. Después, cuando ya no me sirven, les hago un hechizo para olvidar y los mando a sus elegantes casas de vuelta. A todos ellos les gusta usar el rollito James Bond. La mayoría alardean de conocer en persona a Koko, pero ninguno dice la verdad; es solo un farol para conseguir compañía sexual fácil, ya que en cuanto te descuidas te echan una pastilla de delire en la copa y te quieren llevar al «catre». La segunda noche es más fructífera, porque de una de esas discotecas hemos pasado a dos más con información para llegar a contactar con un tal Lusan, Pierre Lusan, fotógrafo y artista que se codea con personas influyentes posicionadas en la moda y del cual mi instinto me dice que tiene información importante para nosotros. Por eso me centro en él y voy en su busca, siempre bajo la atenta mirada y discreta presencia de Akos, por supuesto. Después de hablar un poco, insiste mucho en llevarme a su estudio, que está cerca, en el distrito 6 (arrondissement del Marais y Bastille), el barrio gay por excelencia. Vive allí por eso, aunque parece que le gusta la variedad. Acepto porque el tipo es un poco más duro que los pijos anteriores y no habla tan fácilmente. Akos no se entusiasma mucho y me dice en una de mis visitas al baño de señoras, lugar donde nos reunimos para informarnos, que seguro que este nos desviará de nuestro objetivo, porque parece ser un pez del otro lado del río, o sea, de la zona este, del negocio de la prostitución, pero mi instinto me dice lo contrario y decido seguirle. Así que me monto en su deportivo y dejo que me lleve hasta su apartamento, un sitio precioso que tiene vistas a uno de los numerosísimos muelles del Marais, al lado del Hotel del Ville, desde donde se ve Notre-Dame y la Isla St. Louis. Intenta, por supuesto, seducirme en cuanto llegamos metiéndome en la copa de champán las ya conocidas pastillas rosas, mientras el muy iluso, pensando que me la he bebido, se pone a preparar sus cámaras fotográficas y de vídeo para una sesión exclusiva porno… Totalmente relajado, llama por teléfono a un tal Lenny para decirle que va a tener material y a continuación dice en voz alta que si me porto bien con él podremos jugar con su amigo Marcel, que vendrá más tarde a participar de nuestra pequeña fiesta privada. Me fijo en que saca de una especie de secreter una agenda de piel morada y un ordenador portátil, y se pone a ojearlo y teclear durante un buen rato, olvidándose por completo de mí. Quizá espera a que las tres pastillas del champán me hagan completo efecto. Cuando se acerca por fin a la sofisticada cama de estilo Luis XV con dosel escarlata, yo estoy un poco harta de esperar y deseando comenzar la acción, porque estoy cansada y quiero irme. Le dejo fuera de juego y me meto en su cabeza a mis anchas. Después llamo a Akos para que suba y me ayude a registrar el apartamento. Este se dedica, aparte de a satisfacer sus apetitos, a buscar chicas para un tal Lenny Ruiz que tiene contacto con alguien que trata directamente con las amistades de Koko. Destruimos todas las tarjetas digitales de las cámaras por si me ha grabado y cogemos su ordenador y su agenda para usar la información como una coartada para poder continuar. Le diré a ese tal Lenny Ruiz que le conozco y que me manda él cuando vayamos a visitarle mañana. Akos añade que será una pena no darle su merecido y llamar a la poli, pero como estamos de incógnito no podemos hacerlo. Lo que sí podemos es borrarle la memoria y ordenarle que salga de París, para que así haya un pervertido menos rondando por ella.
La tercera noche hemos ido a visitar a Lenny Ruiz, que se encuentra en una discoteca de música latina llamada Fiesta. Akos, aparte, ha investigado los demás contactos de la agenda del fotógrafo y ha sacado tres nombres más, por si este llega a ser una vía muerta. Pero volvemos a tener suerte: Lenny Ruiz se muestra muy interesado en mí en cuanto me ve, seguro que todo es culpa del vestido negro, que enseña más de lo que tapa. El tipo es de origen latino, colombiano para más señas, aunque dice llevar en la ciudad un montón de años y por eso conoce a tanta gente. Me resulta muy fácil porque habla más de la cuenta y le despacho rápido para pasar al siguiente nivel, Yuri Chenko, un ruso que siempre está en la Noria o en el Rex, otros dos locales de fiesta, desde donde distribuye delire. Este parece ser el que tiene los contactos que buscamos. Tenemos que esperarle bastante tiempo, porque nuestro amigo aparece muy pasada la medianoche. Con este tengo que usar otra estrategia diferente, hacer que me vea y que se interese. Es un hombre alto y rubio, de unos cuarenta y tantos años, que ha pertenecido también al KGB y ha sido compañero de Pável. Por lo visto es su amigo y el que le lleva el negocio de las pastillas rosas en la zona baja de la ciudad. Además, y esto es lo que me interesa, conoce a varios vampiros, incluida Iskra. Me doy cuenta de repente, y me recrimino el hecho de no haberme percatado antes, de que la mayoría de los que mueven el asunto en la ciudad son rusos, y me sorprende que después de tantos siglos a mi «querida amiga» aún le quede un poco de patriotismo. Charlo un buen rato y me entero de todo, no porque me lo diga directamente, sino involuntariamente; este no es de los que hablan con facilidad, por eso me lleva un poco más de tiempo. Mantengo dos conversaciones a la vez, le hago preguntas indirectas para que en su cabeza piense en las respuestas que me interesan, un poco más complicado que una conversación normal, pero muchísimo más efectivo en este caso. Cuando tengo lo que quiero, le hago creer que me tiene en el bote y que voy a caer rendida a sus pies. Entonces me invita a una copa con su correspondiente dosis de delire y hago que bebo un trago, me disculpo y voy al baño. No sospecha nada y me dice que me espera, aunque ya le he hecho un conjuro para borrarle la memoria con un ligero roce provocativo en el brazo cuando me voy; esto hará que no recuerde nada de nuestro encuentro.
¡Qué manía con esto de las pastillas, qué poca confianza en el juego de la seducción! Creo que me estoy quedando un poco anticuada, ¿dónde está ese pequeño arte de saber tener una conversación y coquetear? ¿Es que ya solo gusta el aquí te pillo aquí te mato?
Salgo de la discoteca con la valiosa información y con la sensación de que si sigo así antes de lo pensado voy a conseguir lo que busco. Cuando llegamos a la Orden nos quedamos un rato abajo, en el patio, planeando nuestro siguiente paso. Convenimos que Akos se dará antes una vuelta por el lugar que me ha dicho el ruso de esta noche; una discoteca en la zona alta de la ciudad, Montmartre, llamada Lit Rond y regentada exclusivamente por vampiros. Hay que comprobar si se codean con los que nos interesan, y para eso tengo que hacerle un conjuro permanente a mi socio para ocultar su verdadera naturaleza, así que lo más acertado será hacérselo a una pulsera de cuero y plata que suele llevar siempre en la muñeca, y de este modo cuando necesite ocultarse podrá hacerlo el solo. A continuación le arreglo un poco la camisa y el pelo, puesto que a nuestros enemigos les gusta mucho el cuidado personal, sobre todo en sus futuras víctimas; a pesar de ser unos psicópatas macabros y viciosos son muy maniáticos rayando en lo obsesivo con el aspecto de todo lo que les rodea, incluyendo futuras cenas; si hay algo que no les cuadra, pasan de ellas. Repentinamente pienso que es muy extraño lo que hacemos Akos y yo, y que por eso se nos da también, ya que sabemos mimetizarnos hasta tal punto que él, uno de los lobos originales, tan fuerte y poderoso que puede matar de una palmada a una docena de chupópteros, como él los llama, puede hacerse pasar por un inocente chico guapo a punto de caer en las garras mortales de algún vampiro… Le pido que me llame después de la excursión, sea la hora que sea, y nos despedimos hasta la noche siguiente. Entonces entro y empiezo a subir las escaleras oyendo cómo su Harley se aleja con ese sonido tan característico. Sonrío porque sé perfectamente que lo que va a hacer esta noche le encanta. Preparar el terreno es una de sus cosas favoritas, vigilar y espiar a futuros objetivos para destruirlos más adelante, pero en este momento el corazón comienza a latirme acelerado, porque recuerdo lo que he estado tratando de dejar fuera de mi cabeza durante todo el día…
¡Ahora sí que estoy nerviosa y no puedo calmarme con nada!
Durante estos tres últimos días me he centrado en infiltrarme en la vida nocturna vampira dejando lo demás en un segundo plano. Lo único que hago es descansar para mis salidas, meterme en el vínculo para hablar con Lía y visitar a Kassi y Uriel en la enfermería, ya que desde que se despertaron hay que hacer verdaderos esfuerzos para mantener a Uriel en reposo siguiendo las curas. Por eso Rober me pidió ayuda, y ahora me paso gran parte del día jugando al póker con este hombre, pues parece ser lo único que le apacigua. Bueno, esto y, por supuesto, la presencia de Assur, cosa que a mí me causa el efecto contrario. Después de regresar de Chartres he tratado por todos los medios de esquivarle, sin ningún éxito, claro. Todos los días antes de verle me crezco y con gran convicción frente al espejo me digo que me apartaré de él, luego la realidad es otra muy distinta. Cuando le veo no sé qué me pasa, pero acabo tirando por la borda todos los propósitos que me hecho. Es superior a mi, hay algo que me atrae sin remedio hacía él, algo que me deja sin voluntad y sin poder decirle que no… Como el pequeño acuerdo al que llegamos y el que va a terminar siendo mi perdición… Hace dos noches, después de mi regreso ya de madrugada, intenté salir un momento a una tienda cercana que permanece abierta toda la noche para buscar algo de comer, ya que estas salidas me dejan muerta de hambre y no puedo dormirme así sin más. Cuando estaba cruzando el patio, una alta figura se me acercó y me dio un susto de muerte. Era Assur, que disculpándose y preguntándome dónde iba se ofreció rápidamente a llevarme a un bistró próximo que abre durante toda la noche, donde me aseguró que cenaría estupendamente. Estúpida de mí, no pude negarme; bueno, haciendo honor a la verdad, más bien no quise, así que fuimos y se las apañó para que fuese una cena de lo más agradable, donde estuvimos charlando animadamente y donde empezamos a retomar parte de nuestra relación del pasado. De regreso me volví a ver comprometida porque me propuso esperarme el resto de las noches para cenar juntos. Como una tonta y como ya viene siendo habitual cuando estoy con él, solo alcancé a dedicarle una amplia sonrisa y a aceptar sin más.
La primera noche que cumplimos el acuerdo fue ayer. Me estaba esperando con una deliciosa comida asiática que pedí que calentase en la cocina de mi apartamento, ya que no era cuestión de cenar en uno de los innumerables despachos impersonales de la Orden, aunque una vez que estuvimos dentro me di cuenta de lo estúpido que había sido invitarle hasta mi refugio. Caí en la cuenta de que tendría que buscar otro lugar para escapar de él, porque este ya no me sirve para nada. Su abrumadora presencia ha invadido todos los rincones de este sitio también.
¡A lo mejor tengo que mudarme al polo norte o a la Luna, donde esté a millones de kilómetros lejos de él, porque la Tierra se me ha quedado un poco pequeña a estas alturas!
Todo volvió a ser estupendo: la comida, la compañía, la conversación, echarme en sus brazos… ¡Esto fue lo que más, la verdad! Como si el destino se estuviese riendo de mí confabulándose una y otra vez para ponerme en estos aprietos, volví a verme metida en uno de ellos. Después de la cena, mientras conversábamos relajadamente, me desmayé. Mi cabeza quedó completamente en blanco y la voz de Lía sonó dentro pidiéndome ayuda, esa noche Istem estaba siendo realmente violento y Lía estaba sucumbiendo muy deprisa. Al tener el vínculo con ella me vi arrastrada y comencé a sentir el principio de esas atrocidades, aunque pude reaccionar a tiempo y llevarla conmigo hasta la playa del vínculo. Fue lo único que pude hacer aparte de sufrir con ella y consolarla para que se reanimase. Por unos instantes sentí todo lo que la pasaba y fue horrible. Me di cuenta del drama que tiene encima y me convencí de lo fuerte y valiente que es. Yo seguramente hubiese desfallecido ya. Cuando abrí los ojos y regresé, vi que me encontraba en sus brazos. Assur estaba intentando tranquilizarme porque parecía que estaba en shock. Estaba muy preocupado, y yo lo único que acerté a hacer fue a abrazarme más a él, dejando que su contacto como siempre, obrase su milagroso efecto. Tenerle tan cerca me hace sentir que nada malo puede pasarme.
En cuanto todo hubo pasado, me disculpé e intenté apartarme, pero no me dejó, continuó abrazándome en completo silencio. Entonces vi dentro de su cabeza que estaba muy alarmado por los efectos que estaba teniendo ese vínculo, preguntándose hasta qué punto estaba en peligro y cómo podría él remediarlo. Unos grandes remordimientos me invadieron por lo que le estaba causando. Al instante decidí contarle todo lo que había sucedido, pues creí que teniendo toda la información comprendería mejor que esto solo había sido un hecho aislado. Tengo que decir a mi favor y al de Lía, que desde que creé el vínculo ha avanzado mucho y está cogiendo bastante confianza. Cada vez es más fuerte y se evade de estos episodios con más facilidad; incluso entre nosotras se está forjando una unión en la que ambas nos estamos conociendo muy profundamente, además de estar tomándonos mucho cariño. Yo misma me descubro muchas veces visitando la playa para contarle cómo me ha ido el día junto a mis inquietudes más inmediatas. La siento casi como una hermana y todo esto está surgiendo en muy poco tiempo. Lo ocurrido fue solo un pequeño resbalón en el difícil camino que día tras día transita con mucho éxito, claro que había sido espantoso y repulsivo sentir tan reales todas esas cosas, pero no me centraría más en ello y punto. Assur escuchó atentamente y me dijo que comprendía mis buenas intenciones, pero que no quería pensar en las consecuencias que tendría para mí si se volvía a repetir. Para terminar de rematarlo, le pedí como favor que no dijese nada a nadie, ya que esto solo había ocurrido una vez. Aceptó pero con condiciones: debía mantenerle informado de cualquier cosa que me ocurriese al respecto, y si volvía a repetirse tenía que dejar que se lo dijera al resto para poner remedio. Al final se tranquilizó, aunque yo seguía sintiéndome fatal por todo lo sucedido. Cuando se aseguró de que me había recuperado fue cuando se retiró para dejarme descansar, prometiendo volver la noche siguiente. Y hoy es esa noche, la segunda de nuestro acuerdo.
Termino de subir las escaleras enfilando el pasillo poco iluminado. Al final de él está Rober esperándome con gesto impaciente. Me besa y me hace un pequeño interrogatorio sobre lo que ha ocurrido esta noche y los avances del plan. Le resumo brevemente para que se quede tranquilo y le digo que al día siguiente le contaré con más detalle cuando vaya a informar a Chandra. Acepta, me echa una mirada cómplice cuando Assur sale de la enfermería, se despide y se retira. Saludo entonces rápidamente a Assur y entro para hacerlo también con Uriel y Kassi, aunque me doy cuenta de que mi amiga está profundamente dormida. Lo hago porque estoy nerviosísima… Uriel se me queda mirando descarado, como siempre, de arriba abajo, debido al escueto vestido que se ve bajo el abrigo abierto. Me pregunta animado cómo ha estado la fiesta esa noche y le contesto que interesante, que he bailado mucho. Se ríe, comprendiendo, y yo como ya no sé ni lo que hago por la intensa mirada de Assur, exagero y digo que tengo mucha hambre para poder salir de aquí… Recoge dos bolsas con un logotipo y nombre hindú, creo que hoy la cena también va a ser oriental, y salimos de la enfermería hacia mi apartamento. Cuando llegamos, saco la llave de la puerta de detrás del jarrón que hay de adorno en el pequeño descansillo, mientras Assur me mira intrigado.
—La dejo aquí porque no me gusta llevarme ningún objeto personal a las misiones, pero no se lo digas a nadie, será nuestro secreto…
Le guiño un ojo divertida y me adentro en el apartamento.
—Últimamente tú y yo tenemos muchos secretos, Stella.
Sonrío, pero no digo nada. Enciendo la luz, me quito el abrigo y lo cuelgo en el perchero de la entrada. Es verdad, estos dos últimos días le estoy haciendo muchas concesiones. Me quedo con el minúsculo vestido delante de él y enseguida sé que ha sido un error. En estos momentos me parece más minúsculo si cabe y me hace sentir como si estuviese acariciándome directamente la piel. Quiero alejarme y encuentro como excusa ponerme a preparar la mesa; esto me dará un respiro, aunque se pone delante y me quita las servilletas y los cubiertos.
—Stella, por favor, será mejor para los dos que te cambies de ropa, yo terminaré de prepararlo todo.
Me aparta un mechón rebelde de la cara estremeciéndome.
—¿Qué pasa? ¿Que no te gusta mi vestido? —digo sin pensar, completamente atenta a esta caricia.
—Es por lo contrario, porque me gusta demasiado verte así.
Nos quedamos unos instantes mirándonos, sintiendo cómo todo se llena de tensión sexual. Bastante agitada, me doy la vuelta y desaparezco en la habitación. Me apoyo en la pared unos segundos cuando ya no estoy a la vista, para recuperarme. Me ha encantado oírle decir eso; la verdad es que disfruto mucho provocándole, lo malo es que este juego se vuelve en mi contra y me afecta demasiado. Tardo poco en darme una ducha y cambiarme con algo más apropiado, aunque cuando salgo tengo la sensación de que aún sigo llevando el diminuto vestido por cómo me mira.
—Sigue gustándome demasiado, pero por lo menos esta ropa no es tan provocativa y puedo hablar contigo sin imaginarte desnuda.
—¡Lo que pasa es que tienes una imaginación que te desborda!
—No Stella es tu belleza la que me desborda, eres la mujer más bonita que he visto nunca…
Me ruborizo y me pongo muy nerviosa; a pesar de mis esfuerzos por seguir como si nada, casi se me cae un pequeño recipiente con comida que llevo en las manos. Intentando disimular, vuelvo a decir que me muero de hambre, pero él se acerca despacio y, sin decir nada, mirándome con esos tremendos ojos negros, me suelta el pelo. Noto que el corazón se me va a salir por la boca y no sé qué hacer. Bueno, sí que lo sé, sin embargo, no quiero caer rendida en sus brazos.
—Me encanta vértelo suelto —comenta en voz más baja, totalmente abstraído mientras lo acaricia.
En un impulso incontrolado, yo hago lo mismo, aunque no caigo en que para hacerlo tengo que aproximarme más, y siento el calor tan agradable que mana de él. Esto me descontrola para el resto de la noche.
La cena discurre en un ambiente muy distendido y sin sobresaltos. Nos pasamos el primer plato diciendo cosas con doble sentido y bromeando, y en el segundo la conversación se torna más seria, porque hemos empezado a hablar sobre los ataques a Chatres y de Baruc, asunto del que esa misma mañana he estado comentando con Askar por teléfono y que no sé por qué he sacado a relucir, ya que intuyo que a Assur le incomoda. En el pasado ya me había percatado de esto, aunque la verdad es que quiero saber por qué. Sin pensar le pregunto directamente, arrepintiéndome al instante.
—¡Perdona, no debí haberte preguntado por él! Si no quieres hablar, lo entiendo.
Tarda un rato en contestarme, porque se ha quedado mirando al vacío como si estuviese tratando de sacar los recuerdos de algún lugar recóndito de su memoria.
—Quiero contártelo, Stella, lo que pasa es que es algo que no hago hace mucho tiempo.
—Te hace daño recordarlo, ¿verdad?
Asiente.
—Entonces olvídalo, he sido demasiado impulsiva.
Toma mi mano atrapándola entre las suyas, la acaricia suavemente largo rato antes de volver a hablar. Cuando lo hace, está muy lejos de aquí.
—Baruc siempre fue, junto con Uriel, mi mejor amigo. Al principio de esta edad andábamos los tres continuamente juntos. En ese tiempo los espectros intentaban destruirnos como ahora, pero eran mucho más persuasivos y sufríamos ataques más a menudo. Nosotros tres nos compenetrábamos muy bien en la lucha por las características y cualidades que poseemos con nuestras verdaderas naturalezas. Por aquel entonces estábamos asentados en la ciudad de Kish, a quince kilómetros al este de Babilonia, corría el año 1885 a. C. y los amorreos empezaron una campaña contra los sumerios para hacerse con la ciudad, que al final ganaron. Consiguieron establecerse allí durante mucho tiempo. Baruc había conocido a una mujer llamada Iliania, hija menor de la tercera esposa del gran rey Barsal-Nuna, de la que se enamoró perdidamente. Decidió unirse a ella y comenzó a trabajar como arquitecto de palacio para estar a su lado. Todo fue bien por un tiempo y parece que fueron muy felices, hasta que los amorreos tomaron la ciudad. No fue un ataque violento propiamente dicho, más bien una maniobra política que solo supuso un cambio en la cúpula del gobierno. En aquel tiempo este tipo de conjuras eran muy habituales, aunque una parte de estos conquistadores hicieron un pacto secreto con Valiem, uno de los líderes de los espectros como ya sabes, que los convenció para que atacasen nuestros intereses y matasen a todos los humanos que se relacionaban con nosotros. Eso, por supuesto, incluía desgraciadamente a Iliania, y cuando ocurrió Baruc se volvió loco y se convirtió en alguien diferente. La pérdida de esa mujer le trastornó completamente, ya no quería luchar, ni construir, ni hacer nada de lo que hacía cuando vivía ella, pero Uriel y yo, tras muchos esfuerzos, creímos haber conseguido traerle de vuelta de esa locura, aunque ahora sé que no fue suficiente. Yo tenía que haberme dado cuenta, ya que todo fue una farsa por su parte. Baruc había urdido un plan para apoderarse del Prisma y la Madyama y así poder encontrar en el laberinto el camino al pasado para volver a reencontrarse con ella. Aprovechó para hacerlo cuando los espectros nos estaban atacando. Siempre habíamos sido los tres los que habíamos custodiado estos objetos, y Baruc lo tuvo muy fácil; nos engañó como a niños. A Uriel le atacó por la espalda y le arrebató el Prisma, y a mí, la Madyama, aunque en el último segundo y después de una lucha bastante violenta conseguí recuperar el Prisma… Creo que yo fui el único responsable por no haberlo sospechado antes. Si hubiese sido más objetivo, no habría pasado nada, pero no supe estar a la altura de las circunstancias y fallé a los míos…
Todo el tiempo ha tenido la mirada perdida y yo he visto todo lo que me ha contado dentro de mi cabeza, cogiéndole de la barbilla le obligo a mirarme.
—Tú no tuviste la culpa, no podías saber lo que le pasaba por la cabeza a Baruc.
—Pero sí debí contemplar la posibilidad de lo que podía hacernos y no lo vi venir, fracasé, antepuse nuestra amistad a todo lo demás, un gran error que todavía hoy y más que nunca lamento.
—¡No te atormentes por la lealtad y la nobleza de tus actos! Eso no es razón para lamentarse.
—Siempre tan compresiva… —Me acaricia el pelo.—Stella, por favor, cambiemos de tema, no quiero entristecerte. ¿Por qué no me cuentas qué tal te va con lo del vínculo?
Accedo para que cambie ese gesto y esa mirada desanimada.
—Bien, Lía se está haciendo muy fuerte. Quiero volver a insistirte que lo de ayer fue un hecho aislado que no se repetirá más.
—¿Entonces estás bien?
—¡Pues claro! Y ahora después de haber saciado mi hambre, muchísimo más.
De repente me doy cuenta que me siento muy cómoda conversando con él, parece que congeniamos en muchos aspectos. Perfectamente podemos tener una relación de amistad. ¿Esto qué es? ¿Otro de tus subterfugios para no llamar a las cosas por su nombre? Sé de sobra que entre nosotros hay algo más… Una fuerza poderosa que nos envuelve, y que si nos dejamos llevar por ella, probablemente estas conversaciones tendrán lugar en un ámbito más privado e íntimo… ¡¡Y me muero de miedo de pensarlo!!
—¡Lo que daría por saber lo que estás pensando ahora mismo, Stella!
—Estoy pensando en la cena tan estupenda que he tenido —respondo rápido tratando de disimular.
—Para mí también ha sido estupenda.
¡¡De nuevo ese calor intenso que me recorre el cuerpo!! Miro el reloj y veo que ya es madrugada. ¡Se me ha pasado el tiempo volando!
—Si quieres puedes quedarte un rato más, aun no voy a irme a dormir. Espero una llamada y podemos hacernos compañía mientras tanto.
Me levanto para dejar distancia entre nosotros sorprendiéndome con la petición atrevida que acabo de hacerle.
—Podemos hacer lo que tú quieras…—digo intentando arreglarlo.
¡¡Otra vez, pero, ¿qué estoy haciendo?!! Me sonrojo como un tomate, menos mal que con mi color de piel es difícil verlo. Se ríe mostrándose de lo más seductor y guapo.
—¡Se me ocurren muchas cosas, Stella! —responde divertido siguiéndome el juego.
Se levanta acercándose al sofá donde estoy sentada. Cuando lo hace, me doy cuenta del tamaño que ocupa, de lo juntos que estamos y del peligro que corremos con estos coqueteos. Él parece advertirlo también, porque cambia de tercio inmediatamente.
—Puedes contarme cómo te va con la misión mientras esperamos, eso estará bien.
Respiro más tranquila y comienzo a hacerlo, pero si pensábamos que con esto íbamos a mantenernos fuera del peligro, estábamos equivocados. A pesar del interés que muestra por lo que le cuento, su mirada es tan intensa, que me es muy difícil concentrarme. Además está acariciando distraído la goma del pelo que me ha quitó antes, demorándose demasiado en mirarme… Parece que volvemos a coquetear peligrosamente.
—¿Stella, por qué te va el corazón tan deprisa? ¿Es por la llamada? —me pregunta de repente, inocente.
—No, es por tu culpa, tú eres el causante —digo sin pensar, viendo que empieza a sonreír travieso con esa maravillosa boca endiablada—. Eso no me está ayudando nada, Assur…
Sin contestarme, alarga la mano para rozarme la cara. Instintivamente me acerco más. ¡¡Esto no es precisamente mantenerse fuera de su alcance!! Me aparto bruscamente en un último momento de lucidez.
—No Stella, déjame acariciarte. Quiero sentirte cerca de mí.
—No puedo, tengo miedo.
—¿Por qué? No haré nada que no quieras.
—¡Es por eso precisamente, Assur, que no tengo voluntad para alejarme de ti!
Vuelve a acariciarme.
—¡Assur, por favor te lo pido! —digo suplicante y bastante agitada.
Suspirando fuertemente se aparta y yo me siento de lo más decepcionada. ¿Verdaderamente quiero esto? Los pensamientos cruzan muy deprisa mi cerebro, tengo que ser sincera conmigo misma, e intentar darnos una oportunidad. Y entonces ¿a qué estoy esperando, a que sea demasiado tarde? ¡Jamás me lo perdonaría! Aproximándome de nuevo, cojo sus manos, y hago que me acaricie, veo los pensamientos encontrados que surgen dentro de él.
—Stella, no tienes porque hacerlo, te daré tiempo…
—¡No quiero tiempo, quiero que me abraces…!
Perdiéndome en esos ojos negros, en silencio, le digo todo lo que deseo de él. Por primera vez desde que regresé del pasado estoy haciendo lo que el corazón me dice. Me rodea con sus brazos y me sienta en sus piernas. Aún estoy a tiempo, puedo apartarme, pero no quiero, para eso ya es demasiado tarde. Llevaré esto hasta donde sea, sin que me importe nada más. Me roza los labios con los dedos y yo abro ligeramente la boca para lamer uno de ellos. Mira embelesado cómo lo hago. Nos quedamos a escasos milímetros el uno del otro, a punto de besarnos, pero de repente, el sonido del teléfono suena lejano devolviéndonos a la realidad.
¡Mierda, maldito teléfono inoportuno!
Me levanto deprisa y voy hasta el dormitorio, cuando lo descuelgo, suena la voz de Akos, que me informa de cómo le ha ido haciéndome un pequeño resumen. Cuando regreso al salón, Assur continúa en el mismo lugar donde le he dejado, mirándome muy fijamente, finalmente, comienza a levantarse.
—Debes descansar, Stella; mañana nos veremos.
En dos movimientos me pongo delante de él impidiéndoselo.
—¡Quiero que te quedes y acabemos lo que hemos empezado!
Entonces tira de mí y regresamos al punto de partida. Acaricia mi espalda apretando mis caderas, nuestros rostros quedan a pocos milímetros. Abro un poco la boca, jadeante por sus posesivas caricias. Enreda sus manos en mi cabello aspirando profundamente y a continuación me arrasa con un beso que hace que me agarre con fuerza a él buscándole con el mismo ardor. El tiempo se detiene y lo único importante somos nosotros dos.
—Qué bien sabes, iyari, te he echado tanto de menos…
Me encanta oírle llamarme así. Vuelvo a besarle porque no quiero que deje de hacerlo. He estado tan vacía estos últimos meses sin él, tan fría y sola… Otro instante detenido en el tiempo nos envuelve, aunque repentinamente me separo, porque estoy perdiendo el control.
—¡Creo que se me ha acabado la excusa de la llamada telefónica, Assur! —comento sonriendo mientras trato de recuperar el aliento, empezando a alejarme para guardar las distancias.
—Sí, esa excusa ya se ha acabado, pero esta otra no…
Enseguida me veo entre sus brazos otra vez, disfrutando de un profundo y posesivo beso. Cuando casi he perdido la memoria y solo siento que vivo para esa forma de besarme, se detiene.
—…En el pasado te dije que si nos volvíamos a encontrar te besaría sin más y aún no lo había hecho, pequeña.
Nos abrazamos y permanecemos así un buen rato más, sintiéndonos. Ha sido una larga ausencia. Ahora que hemos vuelto a estar juntos, esto se ha hecho más que evidente. Nos despedimos con otro intenso beso y se va en silencio, ninguno de los dos dice nada. Oigo cómo después de salir se queda unos instantes parado en el pasillo, como si no quisiera hacerlo realmente. Aunque al final escucho sus pasos alejándose. Tengo ganas de llamarle, pero no lo hago, me quedo sentada en el suelo contra la puerta durante mucho tiempo, pensando en él y en todo lo que ha ocurrido esta noche, sintiendo cómo el grandísimo frío que tengo cuando no está regresa.
Una hora después, cuando me meto en la cama, recuerdo que hoy no he visitado el vínculo para ver cómo está Lía. Lo hago y veo que está sentada bajo el bwa kwaib escarlata, tranquila y pensativa, disfrutando del sol y la brisa marina. Parece que es lo que más le gusta hacer aquí, dice que le hace sentir un poco humana todavía. Me sonríe en cuanto me ve y empieza a contarme todos los avances que ha hecho hoy. Dice que ha oído algunos fragmentos de pensamientos de los seres que la rodean y está tan entusiasmada por ello que cree saber cuánta gente hay en ese lugar a parte de Istem y ella. Dice sentir a diez mentes más e incluso un poco avergonzada confiesa que ha notado la mía también. Me explica muy azorada que ha sido sin querer y que en cuanto se ha dado cuenta de que era yo lo ha dejado rápidamente, pues ha intuido que estaba interrumpiendo algo privado. Se disculpa muchas veces, nerviosa. La tranquilizo y le explico que no pasa nada, que lo único que tiene que hacer es alegrarse por los avances y dejar lo demás, aunque confiesa que lo ha hecho porque ha sentido emociones muy fuertes y ha querido indagar para ver qué era lo que me lo causaba, y se ha encontrado con la escena del sofá con Assur. Añade que se ha quedado muy confusa, porque se ha dado cuenta de que era el mismo hombre del recuerdo que metí en su cabeza la otra noche, y no acierta a descubrir por qué en el recuerdo ese hombre está con otra mujer, aunque a las dos nos llama igual…
¡Vaya, verdaderamente es buena, no se le escapa una!
Tengo que contarle todo desde el principio para que sepa de Wanda y del pasado, y me sorprendo con lo que me pregunta a continuación.
—Stella, ¿te gusta ese hombre?
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque cuando os he visto juntos he notado el estado de felicidad en el que te encontrabas.
No puedo mentirle, así que decido hablarle abiertamente de ello, aunque me parece extraño porque nunca he hablado de estos sentimientos en voz alta.
—Sí, Lía; es más que eso, estoy enamorada de él, aunque no lo sabe porque no se lo he dicho.
—Pues deberías hacerlo, él parece que también lo está de ti.
—No es tan fácil, me bloqueo con todo esto…
—Pero así nunca sabrá lo que sientes por él. ¿Y si a él le ocurre lo mismo?
—¡No sé, él parece tan seguro de sí mismo!
—Pues creo haber percibido dentro de él un poco de incertidumbre.
—¿Sí?
—Sí, no parece estar tan seguro como crees.
—¡No, Lía, no puedo hacerlo! Ahora mismo tengo otras prioridades en las que pensar. Sé que cuando estamos juntos es genial, pero ya está, este no es el momento.
¡Estoy hecha tal lío que no puedo seguir hablando de mis sentimientos respecto a Assur!
—Perdóname, Stella, no quería enfadarte…
—No, no, no estoy enfadada, es solo cansancio nada más, debería irme a dormir.
—Muy bien, mañana nos veremos. Pero Stella, una cosa más, aunque sé que te incomoda hablar de esto. No le dejes escapar porque te arrepentirás si lo haces. ¡Lo siento, tenía que decírtelo, no te enfades!
Tiene razón, pero me es tan difícil enfrentarme al miedo que siento que me comporto como una cobarde.
—No tengas miedo. Todo va a salir bien si sigues tu instinto.
—¡Uf! Intentaré hacerlo, pero no prometo nada.
Cuando regreso a la soledad de mi habitación pienso en todo, parece que su poder está despertándose rápidamente, aunque me ha dicho que nunca llegó a estos niveles anteriormente. Dice estar descubriéndose a sí misma, dándome nuevas esperanzas. Si ha conseguido esto tan fácilmente, qué pasará si se concentra y visualiza un objetivo concreto. Esto puede llegar a ser una dimensión totalmente desconocida… El dato del número de habitantes que hay donde está hace que se me encienda la bombilla. De pronto se me ocurre que regresaré a Chartres al día siguiente e inspeccionaremos juntas el sitio donde se encuentra para ver qué sacamos en claro. Regreso a la playa para decírselo, se pone muy contenta y hace muchos planes. Al amanecer, después de dejar a Lía y antes de quedarme dormida, vuelvo a recordar sus palabras sobre Assur. ¿Por qué me habrá dicho eso? ¿En qué se basa para decir que él también está enamorado de mí? ¡Aunque teniendo en cuenta sus poderes mentales, es bastante fiable…! ¡¡Dios mío, ya está otra vez este hombre ocupando mi cabeza!! Solo de pensar en lo que ha ocurrido esta noche y en la facilidad con la que me he dejado llevar vuelve ese miedo que me paraliza. ¡Por qué no soy honesta conmigo misma y reconozco de una vez que he estado buscando esto desde el primer momento en que le volví a ver, y ya de paso admito también que no voy a retirarme! Es más, ni siquiera creo que vaya a dejar estar las cosas así. Antes de abandonarme en los brazos del sueño y campar por la nebulosa que hay entre la realidad y la ilusión, llego a la conclusión de que seguiré adelante con todas las consecuencias, ya que tengo la irrefutable certeza de que ignoraré todo lo que no sea este hombre y lo que me hace sentir.
Esta misma mañana han llegado desde Rumanía todas mis cosas junto con dos paquetes más. Nerkal ha cumplido su palabra, y muy rápido, la verdad; pensé que por lo menos tardaría una semana. Encima mi sorpresa ha sido mayúscula cuando al abrir los paquetes uno de ellos venía con una nota de puño y letra de Mirkos, que decía que había quedado impresionado por mi valía y que por eso le complacía mucho que tuviese este presente que me enviaba, y me recomendaba que la hechizase para que así fuese perfecta. Es una espada hecha para mí, muy parecida a las catanas samuráis, incluso de la empuñadura sale un puñal que la convierte en un mortífero y letal instrumento que estoy deseando probar. Con unos cuantos movimientos compruebo que es equilibrada y precisa. Ambas hojas están afiladísimas y parecen poder cortar el mismísimo aire. Cuando las separo noto que están tan bien acabadas que es como manejar dos espadas iguales. ¡¡Este Mirkos es un genio!! Aparte, el regalo incluye una funda para guardarla y otra más grande para acoplármela a la espalda, desde donde puedo sacarla sin perder tiempo ni efectividad. Además, la empuñadura está hecha a la medida de mis manos y va repujada con metal de color negro, mi favorito. ¡¡Me he enamorado, es el trozo de metal afilado más bonito que jamás he visto, estoy deseando estrenarla!!
En el otro paquete que acompaña a mi regalo hay diferentes balas para el pequeño bazuca que me traje de Rumanía. Son de tres clases: las originales, que ya he usado; unas incendiarias que, como explican las instrucciones de puño y letra de Mirkos, cuando se lanzan arrasan con fuego todo a su paso, y las últimas, que son las más singulares porque están hechas con unas minúsculas cápsulas que tienen dentro ledes de luz ultravioleta, que una vez rotos proyectan una luz parecida a la del sol que hará bastante daño a los vampiros. Julen queda entusiasmado cuando se las enseño y le doy las instrucciones de cómo se fabrican, e inmediatamente se pone manos a la obra.
Después hago dos llamadas. La primera a Mirkos para darle las gracias por sus estupendos regalos y para que me cuente cómo les va a ellos con su misión. Me comenta que van un poco lentos porque están peinando los Cárpatos casi piedra por piedra. Para animarle, le informo de cómo nos va a Akos y a mí, de los adelantos que hemos hecho y de los avances que está haciendo también Lía, le hablo además, del experimento que pretendo hacer hoy mismo con ella. La segunda llamada es a Askar: quiero contarle lo que me propongo con Lía usando los dos amuletos y oír su opinión. Quedamos en cómo lo vamos a hacer. Él propone lo de la vez anterior, pero yo prefiero ir con Roberto. No voy a pedírselo a Assur porque no quiero apartarle de Uriel y por mi tranquilidad; no puedo sentir el maremoto de emociones desde tan temprano, y menos desde lo que sucedió ayer. Ya he tenido suficiente con habérmelo encontrado en la enfermería esta mañana y haber aguantado su intensa mirada disimulando, sin que todavía mi cuerpo se haya calmado.
¡Necesito un poco de paz y sentir que no me va a dar un infarto a cada segundo!
Todo ha salido a las mil maravillas. Roberto ha podido acompañarme y hemos pasado un rato a solas hablando de nuestras cosas durante el trayecto, como hacía tiempo que no ocurría. Chandra, al que por supuesto he puesto al corriente de mi experimento, ha dispuesto un coche para nosotros con chófer de esos armados y serios, para que nos llevase y nos apoyara si surgían problemas. Últimamente la Orden está cerrando filas y cuidando más la seguridad. Cuando hemos llegado a Chartres, Askar nos estaba esperando y rápidamente me he puesto manos a la obra. Me ha costado muy poco contactar con ella y salir después del trance, lo he hecho todo en unas cuatro horas más o menos incluyendo el despertar. Rober ha dicho que casi no me ha subido la temperatura, porque parece que en mi cerebro no había tanta actividad como otras veces; debe de ser porque todos los días me conecto con ella y nos es muy fácil acoplarnos en una sola mente…
Cuando me he trasladado hasta el lugar donde se encuentra, he comprobado que estaba durmiendo en su alcoba sola, porque allí también es de día. En cuanto me ha sentido, me ha llamado; a pesar de los poderes mentales que está desarrollando,
su cuerpo sigue los procesos de la droga y físicamente ese monstruo continúa dominándola. Nos hemos cogido de la mano y hemos comenzado a recorrer el lugar. He podido confirmar que sí hay diez seres, como notó ella ayer, todos vampiros y pertenecientes al círculo más cercano de Istem. No conozco a nadie salvo a Zoltan, la mano derecha de este. Lía me habla de él diciendo que siempre le ha parecido el más sensato de todos. Entonces me pide que la deje probar sus recién adquiridas facultades para intentar meterse en su cabeza. Acepto porque no hay ningún peligro, ya que permanecen todos en ese estado de letargo en el que están durante el día, que no puede llamarse sueño. Es increíble, porque veo todo lo que tiene este individuo en la mollera de una manera muy completa: sus pensamientos, recuerdos, ideas, deseos, además de información muy valiosa. Parece que cuentan con un ejército de cincuenta vampiros que cubren este lugar. Están apostados esperando instrucciones en la ciudad de Presov, haciendo guardias por la parte este, donde está ubicado el parque natural. Zoltan está preocupado porque ha habido muchos acercamientos por parte de los lobos y piensa que se encuentran en una situación delicada, aunque jamás lo reconocería delante de Istem… Un pensamiento íntimo y fugaz es lo último que veo: que es totalmente fiel a su señor, pero que le duele ver a la delicada y bella mujer así. Si fuese de él, se llevaría a Lía lejos, para que nunca nadie volviese a verla…
La conexión desaparece y noto a Lía sorprendida, pero no me dice nada al respecto.
—Stella, no he podido mantenerme más tiempo dentro, lo siento…
—Tranquila, creo que hemos descubierto lo suficiente. Ahora me gustaría recorrer el edificio para buscar un objeto.
—¿Qué objeto?
—Un Espejo de Cuarzo Negro. Funciona como un portal para trasladarse a otros lugares fuera de este espacio y tiempo, a través de una intrincada red de ellos llamado el Laberinto Plateado. Recientemente he descubierto que tengo poderes para moverme por ellos, soy como una guía o algo parecido. Los vampiros solo los usan para recibir las visitas de unos seres que moran fuera de este mundo, llamados espectros.
Se queda pensativa y finalmente dice que en el lugar donde ha estado siempre ha notado una especie de sombra intermitente que aparecía y desaparecía, que le impresionaba mucho porque era muy oscura, pero que aquí no ha notado nada de eso. Efectivamente, en todo el edificio hay rastro de ningún espejo. Parece que Istem está incomunicado aquí, sin recibir visitas de los espectros, como he visto en otros castillos en los que se ha hospedado antes. La casa permanece completamente a oscuras, solo algunos rincones están iluminados con luz artificial, porque parece que la luz del sol es más fuerte aquí. Se me ocurre salir fuera para comprobarlo aparte de mirar qué es lo que hay alrededor. Intuyo que estamos en los Cárpatos, pero necesito ver más detalles para asegurarme. Nos dirigimos a la puerta principal, aunque antes de que pueda atravesarla Lía grita aterrada suplicándome que no salga, porque ella no puede exponerse al sol. La tranquilizo y le digo que ni ella ni yo nos hallamos físicamente aquí y podemos salir si queremos sin que nos pase nada, que es una situación muy parecida a la que tenemos en la playa del vínculo. Salimos, después de que la convenza, a un soleado día en medio de un bonito bosque verde que rodea toda la casa. Al fondo hay una impresionante montaña en forma de pirámide nevada, y a sus pies, un lago grande de aguas grisáceas. El lugar es espectacular además de muy solitario. Lía queda conmovida por tanta belleza y por poder estar bajo la luz del sol…
—¡Hacía mucho tiempo que no veía el día! En nuestra playa siempre lo veo, pero esto es diferente, es lo más parecido a la realidad. Casi no lo recordaba, es precioso, ¿a que sí?
Asiento y nos alejamos un poco más caminando por el jardín delantero de la casa.
—¡¡Dios mío, Stella!! ¿En qué me he convertido, qué me ha hecho este monstruo? —dice de repente muy triste.
No le respondo porque no sé qué decir, solo quiero sacarla de aquí cuanto antes, y después pensar qué haremos para que pueda caminar bajo el sol. Después de un rato regresamos para terminar la excursión. Me parece que he sacado mucha información útil y creo tener datos suficientes para poder encontrar la ubicación exacta de la casa. Cuando casi estamos llegando a su habitación, me pide otra cosa que me sorprende: acceder a los aposentos de Istem. No ha vuelto hablar desde que volvimos del jardín, ha estado muy impresionada y triste.
—Lía, no tienes por qué hacerlo.
¡Ya tiene bastante con ver a ese malnacido por las noches cuando va a buscarla!
—Quiero hacerlo. Solo será un momento, por favor.
—Está bien. Entrar y salir, nada más.
Traspasamos la puerta. Hay unos cuantos cirios repartidos y encendidos, igual que en su habitación, que dan una tenue luz a la estancia, que es el triple de grande que la que ocupa ella. Está poco amueblada, solo hay una cama alta y muy grande con dosel de tela negra, una mesa de madera con un sillón tapizado de la misma tela brocada que el dosel, y un armario. Tampoco hay rastro alguno de ningún Espejo de Cuarzo aquí. Nos adentramos un poco más y vemos que en la cama está tumbado Istem completamente desnudo, con ese cuerpo cubierto de tinta negra. Tiene los ojos cerrados, parece que está descansando después del banquete de sangre que se ha dado. Hay sangre en la parte derecha del suelo, junto a la cama, al lado de una copa y una jarra de cristal vacías. Lía está muy callada, impresionada más bien; nunca ha visto a su captor de esta manera. De pronto siento cómo se mete dentro de su cabeza…
«Te ordeno que no vuelvas a someter a ningún daño físico a la mujer… Nunca vuelvas a tomarla en contra de su voluntad. Eres un ser cruel, y ella solo es una mujer indefensa frente a tu poder, demuestra la consideración que le tienes y no le hagas más daño».
Los ojos del vampiro se abren de golpe mostrando tonalidades que van desde el rojo hasta el amarillo. Durante unos momentos mira hacia el techo e ilumina la habitación con esa luz iridiscente, hasta que vuelve a cerrarlos, quedando todo en la misma penumbra del principio. Regresamos al dormitorio de Lía. Yo estoy bastante impresionada por lo que acaba de suceder, y ella, sin decir nada, se aparta de mí y se marcha. La encuentro en la playa del vínculo, sentada bajo el árbol escarlata, muy pensativa; después de un buen rato, empieza a hablar…
—Tengo esperanzas de haber influido en él. No lo soporto más, Stella; ahora quiero escapar de aquí a toda costa. Me has dado esperanzas y estoy dispuesta a arriesgarlo todo para salir de aquí.
—¡Y así será! Estás descubriendo el inmenso poder que posees y cada día que pasa te conviertes en alguien más fuerte.
—No lo sé, soy un cuerpo casi inerte con una mente que está despertando, con un poder muy limitado aún. Lo máximo que he logrado hasta ahora ha sido lo que acabo de hacer. Es muy pobre, ¿no crees? Aunque así y todo no quiero terminar aquí, si tengo que morir deseo hacerlo fuera de su alcance.
—No digas eso. Posees mucho poder porque puedes someter la mente de otros, y la mente es una «herramienta» infinita. Si llegas a dominarlo completamente, serás indestructible. En pocos días has conseguido cosas sorprendentes. Ya queda poco, sigue entrenando tus capacidades para no pensar en ese monstruo, y cuando salgas de aquí ya le daremos su merecido. No te preocupes por eso ahora. ¡Si te rindes, nunca sabrás cómo acabará esta historia!
Despierto y me veo rodeada de los muebles y las cosas del despacho de Askar, con él y Rober esperando impacientes a que lo haga. Roberto se levanta y me ofrece agua, que acepto gustosa. Estos viajes siempre me dan mucha sed. Me incorporo poco a poco y termino de recuperarme para empezar a recopilar en mi cabeza toda la información obtenida.
—¿Os suena el nombre de Presov? Es una ciudad y creo que está en los Cárpatos, cerca de un parque natural o algo así.
—Claro que sí, Stella, es una ciudad del este de Eslovaquia, muy cercana a la ciudad de Kosice. Allí se encuentra la catedral de Santa Isabel, construida por nosotros. ¿Por qué lo preguntas, es ese el lugar donde está esa pobre muchacha?
—Parece que sí.
Askar se sienta en su mesa y se pone a teclear en el ordenador en silencio mientras yo me levanto muy deprisa para coger mi teléfono del bolso y llamar a Mirkos. Antes de oír la voz de mi amigo al otro lado de la línea, Askar asiente satisfecho y gira la pantalla del ordenador para enseñarme la imagen de la misma montaña nevada en forma de pirámide que acabo de ver y el lago de aguas plateadas. Debajo de la foto hay un nombre, Gerlachovsky Stít (pico de Gerlachov), junto a unas cuantas líneas explicativas que hablan del parque natural donde se encuentra esa mole cercana a la ciudad de Presov, que está a pocos kilómetros.
¡¡Bingo!! ¡¡Esto nos pone muy cerca de liberar a Lía!!
Cuando se lo cuento a Mirkos, me confirma que si se ve eso desde la casa no puede ser otro sitio que el Pleso Batizovské, por el lago. Mirkos conoce muy bien la zona. Quedamos en que informará inmediatamente a Nerkal y hablaremos después.
¡¡No me lo puedo creer, hemos descubierto dónde se esconde ese monstruo!!
Después de un rato más, nos despedimos de Askar y salimos de Chartres muy contentos, sobre todo yo. En cuanto llegue a París tendré que decírselo a Lía, que seguramente se alegrará muchísimo más. Roberto y yo continuamos hablando del asunto en el coche, muy entusiasmados, empezando a hacer mil planes y conjeturas. Al entrar en París le pido al conductor que pare en un supermercado porque quiero hacer unas compras. Roberto me mira sorprendido y me pregunta al respecto, pero no quiero decirle nada. Y menos delante de terceros, es dentro del establecimiento donde le cuento.
—Voy a cocinar esta noche, ¿te apuntas? Haré mis tagliatelle al pomodoro e zucchine, además de mis fresas cubiertas de chocolate blanco y chocolate negro.
Tallarines con salsa de tomate y calabacín, aunque suena más sofisticado y mejor en italiano. Me mira y comienza a reírse.
—¡Princesa, me conformo con que me guardes un poco de las dos cosas, esa cena lleva el nombre de otra persona que no soy yo y no quiero molestar! Veo que os estáis dando una nueva oportunidad, ¿no quieres contármelo?
—No hay nada que decir, solo estoy centrándome en el momento, nada más.
—Ya, bueno, lo que tú digas; si quieres te ayudo a elegir un buen vino, porque tiene pinta de saber apreciarlo.
—¿En qué te basas para afirmar eso? ¿Es algún poder druida nuevo que has desarrollado últimamente?
—No, qué va. Se lo oí comentar el otro día a Uriel por casualidad. Dice que es muy entendido en la materia…
Lo que queda de camino sigue chantajeándome y acosándome para que le cuente algo más sobre el tema. Tengo que aguantar sus tretas toda la tarde hasta que consigue lo que quiere, que le hable de todo lo que ha sucedido hasta el momento con Assur. Se alegra mucho y me dice que a él se le nota muy interesado por mí. Yo, sin embargo, no quiero saber nada, y como le he dicho antes, solo quiero centrarme en el momento. Solo tengo claro que seguiré viéndole porque lo necesito, esa es la conclusión a la que he llegado. Assur se ha convertido en algo vital para mí y no quiero profundizar más en estas emociones, ya está.
Subo rápidamente hasta el despacho de Chandra para contarle la buena noticia. Llamamos a Nerkal, que ya ha sido avisado para hablar los tres y concretar lo que haremos. Como Akos y yo estamos en plena misión, pensamos que será mejor terminar aquí primero y después desplazarnos a Eslovaquia para el rescate; mientras, Nerkal se ocupará de todos los preparativos minuciosamente, ya que no podemos fallar ahora que estamos tan cerca. He salido del despacho muchísimo más animada que de Chartres, porque sé que cada vez estoy más cerca de liberar a Lía.
Cuando llego a mi apartamento y antes de ponerme manos a la obra con la cena, me meto en el vínculo para contárselo. Se pone muy contenta porque por primera vez desde que ese monstruo la secuestró tiene esperanzas de liberarse. Termino lo principal de la cena justo antes de que aparezca Akos abajo. Son las nueve y media y ha venido con un pequeño coche negro. Para llevar a cabo, tal como me dijo ayer por teléfono, una misión de incógnito y reconocimiento, por eso ha prescindido de la flamante Harley, para no llamar la atención. Llama a mi teléfono para avisarme de que está abajo y le pido que me dé unos minutos, le sugiero que vaya a ver a Chandra, porque tiene que darle una buena noticia. No quiero contarle lo de Lía por teléfono, aunque me insiste. Así, mientras tanto, tendré tiempo para hacer la última cosa que me queda, que es decirle a Assur lo de la invitación de esta noche en mi apartamento. En cuanto aparezco en la enfermería para buscarle, se acerca a mí muy serio. Sé el porqué, se ha enterado de lo que he hecho esta tarde sin él. Le pido que salgamos fuera y nos metemos en el despacho vacío de al lado para tener un poco de intimidad. Al mismo tiempo que cierro la puerta, comienza el interrogatorio.
—¿Por qué no me has avisado para que te acompañase?
—No quería molestarte; además, si lo hubiese hecho Uriel se habría quedado muy aburrido y bastante esfuerzo está haciendo ya para obedecer las atenciones médicas de Roberto, como para quitarle la única distracción buena que tiene, que es tu compañía… Cuando vuelva a ir, te prometo que te llamo. Además, hoy no he tenido que usar tu cama, solo he estado unas pocas horas inconsciente descansando en el sofá del despacho de Askar. ¡Me gusta que cuando vienes tú me veles toda la noche, en tu habitación y en tu cama!
—Eres una provocadora… —Me aparta un mechón que se me ha soltado de la coleta y me lo coloca detrás de la oreja, un poco más calmado por mi explicación—. ¿Por qué lo haces?
—¿Todavía no lo sabes? ¡Pues te invito esta noche a cenar y te lo explico detenidamente! Estaré de vuelta más o menos a medianoche. No tienes que traer nada porque hoy me ocupo yo de todo, incluida la provocación.
Sonríe y me mira de arriba abajo.
—También me he enterado de que has encontrado el lugar donde tienen secuestrada a la mujer…
—Veo que las noticias vuelan. Sí, he tenido mucha suerte; pronto estará aquí con nosotros. ¡Es fantástico, ya no tendrá que soportar más las vejaciones de ese cerdo!
—Por supuesto que sí, y sobre todo para que tú te deshagas de ese peligroso vínculo. No quiero que te ocurra nada malo, si ese cerdo, como tú lo llamas, vuelve a causarte daño, tendrá que vérselas conmigo.
¡Me encanta cuando se pone así, y siento esas emociones dentro de él! Acercándome, le arrebato la goma del pelo. Un escalofrío de placer me recorre la espalda al contemplarle con la melena suelta.
—¡No te enfades, estás mucho más guapo cuando sonríes, ya lo sabes! Te espero luego, ¿vale?—digo bastante turbada por su intensa mirada.
Me doy la vuelta, notando cómo me clava esos ojos negros tan penetrantes. Cuando empiezo a bajar las escaleras, miro hacia atrás y veo que ha salido al pasillo para seguir mirándome. Le dedico una sonrisa haciéndole un guiño provocativo, me apresuro por si se le ocurre salir detrás de mí. En el fondo soy una cobarde y solo le provoco de esta manera cuando no estoy a su alcance…