He llegado por fin a París, todos estaban esperándome muy angustiados debido a los últimos acontecimientos en los Cárpatos. Sé que por ello tendré que dar bastantes explicaciones, pero eso será después, porque ahora quiero ver cómo están Kassi, Rober y Uriel. Roberto solo ha tenido un rasguño, como me ha asegurado, y me ha puesto al corriente de todo, mientras nos dirigíamos a la enfermería, donde se encuentran Uriel y Kassi inconscientes, bastante más graves.
¡Iskra lo pagará caro, de eso puede estar segura!
Todos nuestros enemigos a estas alturas saben que han sido burlados y parece que están buscándome desesperados para darme mi merecido, por eso ha ocurrido este lamentable suceso. Como no logran encontrarme, optan por estos métodos tan cobardes. Estoy en el punto de mira de vampiros, espectros y alguna criatura más que ahora mismo no alcanzo a ver seguro, creo que me estoy convirtiendo en alguien muy popular. Aunque ya tengo a media Europa siguiéndome para lo mismo, así que, qué más dan unos cuantos malvados más que quieren mi cabeza, al fin y al cabo yo sigo teniendo ventaja porque mi cabeza aún está en su sitio. Continuamos teniendo los amuletos y encima sabemos dónde está Lía, ja.
¡Que vengan a por mí, no hay problema; los estoy esperando!
Respiro hondo intentando centrarme y busco las fuerzas que sé que aún me quedan, debo hacer unas cuantas cosas antes de retirarme y no tengo tiempo para el cansancio, pero Askar, Rober y Chandra me miran serios y cada uno comienza a decir las medidas que tomarán para protegerme y ocultarme a nuestros enemigos, los tres asienten de acuerdo, se animan y aportan más descabellados detalles como si yo no estuviese aquí. Lo que me faltaba, estar prisionera en una jaula de oro que estos tres hombres protectores están fabricando para mí. Me niego rotundamente; es más, me dan ganas de salir corriendo en busca de Nerkal para decirle que nos larguemos cuanto antes porque aquí todos se han vuelto locos. Sé de sobra que es de buena fe y todo eso, pero a mí me agobian estas cosas, yo soy una luchadora y haré las cosas a mi manera, sé cuidarme sola y además no quiero ningún trato de favor por mi condición de mujer, que es lo que está pareciendo y por lo que están sacando las cosas de quicio. Vuelvo a respirar hondo haciendo como si no hubiese oído nada y contengo mi lengua y mi enfado, ya que estas diferencias me ponen frenética.
«Tranquila, Stella, solo es el cansancio, no te conviertas en una desagradecida, quisquillosa y gruñona dando rienda suelta a tu lengua, diciéndoles cosas que luego lamentarás».
Me aventuro a hablar para decir que lo que deberíamos preparar es una estrategia para plantar cara, porque la mejor protección es un buen ataque, y que todos somos importantes en esta guerra, pero no surte mucho efecto y continúan hablando de lo mismo, así que me doy la vuelta para dejarlo estar de una vez y me centro en las dos camas del fondo de la enfermería, donde se encuentran Uriel y Kassi. Entonces sí que el enfado se transforma en una tormenta colosal y furiosa, la culpa y la rabia me ciegan al ver a mis amigos así…
Con gran determinación voy hasta donde están y me prometo a mí misma que no volveré a dejar que nadie pague por mí, ya tengo bastante de esto en mi vida… Por ellos, por los que me necesitan ahora, Kassi, Lía y Uriel, me tragaré las ganas de salir a cobrarme la sangre derramada y esperaré el momento adecuado… Todos dependen de mí y se lo debo a cada uno de ellos, por eso me mantendré oculta hasta que llegue el momento preciso; quiero que estas dos personas vuelvan a estar como antes y que Lía se libere de las garras de ese malnacido de Istem. ¡¿Cómo he permitido que les ocurra esto?! ¡¿Cómo no me di cuenta antes?! Recordando lo que acaba de contarme Rober sobre el ataque, decido hacer algo que se me acaba de ocurrir y que a lo mejor funciona: si mis amigos no pueden luchar, yo lo haré por ellos, o por lo menos les daré las armas para que lo hagan. Dejando todas la armas, cuchillos, munición y pistola, los guantes de cuero con el mecanismo y la cazadora encima de una mesita, me lavo las manos en la pila empotrada de la pared y comienzo un hechizo. Todos los protectores hombres que no han dejado de conjeturar sobre seguridad y estrategias de escolta durante este rato que llevo aquí, se quedan en silencio mirándome muy contrariados sin saber lo que pretendo, ya se enterarán. Me dirijo en primer lugar a la cama de Kassi; le pongo las manos en la cabeza y al momento noto cómo la oscuridad, el miedo y el inaguantable dolor la están invadiendo por momentos. La magia que tiene dentro quiere poseerla, acabar con su energía vital dejándola en la más absoluta oscuridad, destruyéndola para siempre. De repente, las imágenes de lo que sucedió penetran más profundamente en mi mente, como si estuviese observándolas en primera persona; ahora soy ella y siento y veo todo lo que ella nota…
Estoy frente a una mujer. Es Iskra, pero yo no la reconozco. Está acompañada por un grupo de vampiros dispuestos a atacar. Nos rodean en un callejón próximo a Uriel, a Rober y a mí. La vampira se ha quedado atrás y deja que sus esbirros se ocupen del asunto; la pérfida y malvada Iskra está calculando el ataque que va a hacer de un momento a otro, puedo sentir cómo sus pretensiones toman forma. Nos sitian, Rober y Uriel quieren protegerme y me rodean, estoy muerta de miedo y muy nerviosa, estoy a punto de desmayarme… Entonces los vampiros vuelven a arremeter contra nosotros y hacen que Uriel y Rober se separen un poco de mí y…
¡¡Nooo, no lo puedo permitir, quiero impedirlo y darles su merecido, pero no puedo, ahora no soy yo para hacerlo!!
Iskra aprovecha este error y en la confusión de la pelea se acerca en un rápido movimiento y consigue llegar hasta mí. Kassi comienza a llorar, histérica, e Iskra le asesta una puñalada en el abdomen antes de que me dé cuenta de lo que ha pasado. Uriel se da la vuelta para socorrerme, pero la traidora Iskra le hunde el targul cerca del corazón… Ni siquiera nota cuando lo hace, solo parece comprender lo que ha pasado cuando cae al suelo inconsciente sin dejar de sangrar. Esa zorra se pone a reír mientras el dolor, el vacío y la oscuridad se ciernen sobre mí… No puedo ver más porque todo se queda en silencio y oscuro. Lo último que noto, aunque muy lejos, es a Iskra jactándose frente a Roberto de lo fácil que ha sido hacerlo. Empieza a decir unas palabras que no puedo llegar a entender, aunque creo que es el mensaje que me hicieron llegar a los Cárpatos…
Salgo de la cabeza de mi amiga con una sensación de gran impotencia. Tengo que tragármela para no marcharme a buscar a esa tramposa, ruin y miserable zorra. De nuevo la furia me invade, quiero acabar con todo esto y contestarle en persona como se merece; es más, estoy deseando hacerlo y juro que esta vez no escapará. Alejo estos turbadores pensamientos buscando en mi cuello la piedra de Selene para ponérsela a Kassi, creo que esto le dará un empujón y me ayudará en lo que quiero hacer. Vuelvo a meterme en su cabeza e intento borrar toda esa oscuridad con algo agradable, un recuerdo, una invocación de algo bueno, un atisbo de emociones positivas que planten cara a toda esa maldad. Creo que lo tengo, es un pequeño episodio que nos causó mucha risa antes de irme a Rumanía en el que estábamos Rober, ella y yo implicados, y que seguro le hará bien, por lo menos sentirá algo diferente a ese vacío en el que se encuentra. No sé si esto funcionará, pero no pierdo nada por intentarlo. Después de haber terminado con Kassi, me dirijo a la cama de Uriel. Está completamente pálido e inmóvil, parece muerto. Miro a Askar, que me está observando muy atentamente, y en silencio le pido perdón dentro de su cabeza por lo que voy a hacer, ya que voy a entrar en su mente para buscar un recuerdo bueno y así contrarrestar esta magia que le consume.
¡Me niego a que a mis amigos les pase esto, los aprecio demasiado, hemos forjado un fuerte vínculo y los siento como si fuesen de mi familia!
Espontáneamente un atisbo de esperanza me pasa por la mente y me da fuerzas, pienso en lo positivo del asunto y lo que ha marcado la diferencia, y ha sido Iskra. Que haya sido ella la que ha empuñado el targul nos ha dado otra oportunidad. Si hubiese sido un espectro, los habría matado sin contemplaciones y ahora estaríamos lamentándolo mucho. La oscuridad y frialdad que siento en él son muchísimo más fuertes que en Kassi, esto le está haciendo sufrir inmensamente. Esos degenerados de espectros usan esta magia para matarlos porque no tienen otra manera de hacerles frente, ya que los superan en todo. Los habitantes de Chartres son más fuertes, valientes, inmunes, leales, además de excepcionales y extraordinarios, por eso estos miserables espectros se valen de estos conjuros ligados a objetos, para que les hagan el trabajo sucio, ya que no se atreven a enfrentarse directamente con ellos. Indago más profundamente en su cabeza para usar algo con lo que poder contrarrestar esta agonía. Se me enciende la bombilla súbitamente: me valdré de la maravillosa magia que poseen estas criaturas… Todos están equivocados, incluso ellos mismos, porque cuentan con una magia muy poderosa y especial, y es la que les hace crear de la misma fuente de la belleza del universo esas construcciones tan maravillosas con la esencia pura de la creatividad. Esto es una magia omnipotente, mucho más grande que la que usan esos cerdos tramposos. Encuentro lo que busco, me concentro en una especie de recuerdo que parece atesorar con gran satisfacción, me aferro a él con todas mis fuerzas…
Aparece ante mí una de esas sublimes construcciones. Unos vitrales preciosos que representan un bosque donde hay una mujer muy hermosa, aparte de diferentes representaciones del cielo, pasan a un primer plano… Veo a Uriel, o sea, a mí mismo, trabajando en ellos con gran dedicación, brindándoles todos mis conocimientos y destreza, usando las técnicas alquímicas que la diosa me enseñó. Estoy, además, muy contento porque creo que es uno de mis mejores trabajos… En ese instante aparece Assur y yo le sonrío muy satisfecho y le digo que ya tiene lo que quería, un lugar donde esa preciosa luz es la dueña de todo y hace resaltar la piedra, rememorando evocaciones del pasado. Hay una certeza en esto que no sé muy bien cómo interpretar, pero es el motivo por el que Uriel ha participado en este proyecto, no consigo ver esos propósitos muy bien, pero no importa. Ambos comenzamos a recorrer el templo en silencio. Verdaderamente es una maravilla, es más pequeño, pero muy parecido a Chartres. El efecto de la luz es bellísimo, tanto que parece trasladarte al mundo onírico y fantástico que surge dentro de cada vidriera… Yo estoy pletórico porque sé que Assur se siente feliz aquí, que este sitio le da unos instantes de paz, pienso que lo que he hecho es el mejor de los regalos para mi amigo…
Instantáneamente salgo de su cabeza y me siento avergonzada por haber espiado esas emociones tan íntimas, me siento como si hubiese mancillado algo puro, me he emocionado por la entrega y generosidad que encierran estos sentimientos y noto que las lágrimas resbalan sin querer por mis mejillas. Tengo que apoyarme en la pared y dejarme caer al suelo para calmarme por sentir a Assur tan cerca. Tiene mucha suerte de tener a una persona que le quiera tanto, ambos la tienen por poder contar siempre el uno con el otro. De pronto, pienso en lo mal que lo debe de estar pasando al ver a su amigo en este estado, estará sufriendo mucho y seguro que no quiere apartarse de su lado… ¡¿Apartarse de su lado?! Cuando caigo en el significado de las palabras, me doy cuenta de que indudablemente debe de estar aquí… Pero ¿dónde? Porque no le he visto todavía ¡A lo mejor no ha podido venir! No creo, Assur no habrá dudado en acudir a toda prisa al enterarse de lo sucedido. Entonces ¿dónde se encuentra? ¡Pero qué digo, esto no me incumbe! ¿O sí? ¡¡Tengo que apartar estos pensamientos de mi cabeza!! Respiro hondo para alejarlos…, no debo pensar en eso, no estoy fuerte aún respecto a este tema, lo que debe importarme es aquello a lo que he venido realmente, y es a ayudar y a arreglar todo este entuerto para que nadie más pague injustamente.
—¡¿Estás bien?! —me pregunta Rober acercándose y poniéndose a mi altura.
Levanto la cabeza tratando de serenarme y me limpio las lágrimas.
—Un poco cansada, eso es todo…
—¡¡Es que deberías haberte retirado a descansar, eres una cabezota!!
Sin hacerle caso, sigo.
—Rober, si quieres puedes volver a intentar expulsar esa magia, ahora seguro que colaborarán contigo.
—¿Qué es lo que les has hecho?
—He buscado en sus mentes un recuerdo bonito y alegre.
—Ya entiendo.
—Oye, una cosa: ¿crees que la piedra de Selene tendrá el mismo efecto en Uriel que en Kassi?
—No lo sé, quizá lo pruebe más tarde, ahora quiero examinarte a ti para ver cómo te encuentras, princesa.
¡No, Roberto, ahora no; con lo tranquilo que has estado todo este rato! No puedo permitirme esto, tenemos que trazar un plan de ataque urgentemente. Cuanto antes nos pongamos manos a la obra, antes acabaré aquí y podré continuar buscando a Lía. ¿Es que el doctor Da Sousa no se da cuenta de esto?
—No tengo tiempo, lo siento. Si quieres ocuparte de alguien, hazlo de ellos, yo puedo esperar de momento. Lo mío se soluciona fácilmente con un buen baño caliente y dieciséis horas seguidas de sueño…
Me mira poco convencido por mis argumentos. El Roberto responsable que se preocupa por todo, quiere ejercer de protector hermano mayor, como siempre, haciéndome ese examen para ver con sus propios ojos que lo que le estoy diciendo es verdad.
¡Creo que está a punto de ordenar que me aten a una de las camillas de la enfermería!
—Si quieres ayudarme, ¿puedes traerme, por favor, un poco de agua? Ya tendremos tiempo después para lo demás.
Haciendo lo que le he pedido aunque con gesto torcido, se acerca a donde están las botellas de agua mientras termino de componerme. Me levanto y sin que me haya percatado de nada, una voz conocida imponiéndose a todas las demás, dice que estoy herida, haciendo que todo se pare a mi alrededor. Entonces le veo, Assur está en la entrada de la enfermería vestido con unos vaqueros y una camisa oscura y su acostumbrada coleta, mirándome fijamente con una expresión que no sé descifrar. Pierdo el equilibrio y tengo que apoyarme de nuevo en la pared, me controlo para no hacer un hechizo y esfumarme…
¡Quizá no me haya visto todavía! ¡Sí, claro, y que más! ¡¿Por qué me mira así?! ¡¿Por qué parece que esté a punto de evaporarme?! ¡¿Pero qué es lo que me pasa, es que me he vuelto loca?!
No puedo quitarme la sensación de calor que me recorre el cuerpo porque no me quita los ojos de encima…
¡Dios mío, justo lo que quería evitar a toda costa! ¡¿Cómo no he pensado que podría pasar esto?! ¡¿Cómo no se me ha ocurrido que se encontraría aquí?!
Rápidamente y con unos movimientos casi imperceptibles se acerca ayudándome a ponerme en pie, me coge con sus fuertes y cálidas manos. Unas ganas tremendas de que me abrace para quitarme el frío que tengo desde que me fui de su lado prenden y me vapulean hasta las entrañas. Nos quedamos mirándonos en silencio, sin dejar de tocarnos, como si todo hubiese desaparecido a nuestro alrededor, como si solo importásemos nosotros dos…
—Hola, iyari —me dice de pronto con esa voz tan grave y profunda que me quita la voluntad.
El solo hecho de oír llamarme así me perturba sobremanera, al igual que su contacto. Una gran explosión de electricidad me recorre y me altera el pulso, erizándome la piel, porque me está tocando. Con gran esfuerzo, encuentro las palabras para saludarle intentando parecer tranquila. No son de mucha ayuda, porque mis emociones se han convertido en un torbellino que me arrasa y no me deja casi respirar…
¡Jamás pensé que nadie me causaría este efecto! ¡Preferiría estar ahora mismo enfrentándome a la muerte que esto! ¡Me muero de la risa; Stella, la chica dura, independiente y libre que siempre sabe qué hacer, muerta de miedo y descolocada por un hombre! ¡Ya, pero es él, el único!
¡¡Esto es el colmo!!
Me suelta de repente para cogerle a Rober la botella de agua que le he pedido y dármela. No puedo apartar los ojos de él y además me sorprendo a mí misma sonriéndole y agradeciéndoselo demasiado efusiva.
¡¡¿Pero es que soy tonta de remate?!!
Me la bebo de un trago intentando atragantarme, ya que esto está siendo un verdadero desastre. Miro alrededor y compruebo que todos los presentes se han quedado callados y nos están observando. Me sofoco y siento que de un momento a otro me va a dar un síncope, aunque Chandra pregunta si podemos reunirnos aprovechando que estamos todos aquí, lo que hace que la atención pase a otros asuntos. Respiro despacio sin poder mediar palabra, veo que todos empiezan a moverse en dirección a la sala de reuniones, aunque Assur continua frente a mí, mirándome fijamente, intimidándome. Sus ojos me recorren una y otra vez como si todavía no se creyese que soy yo, parece que quiere decirme algo, aunque no pronuncia una sola palabra…
¡¿Qué estará pensando?! ¡¿Se habrá decepcionado, a lo mejor no se imaginaba que fuese así?! ¡¿Por qué está tan serio?! ¡¿Por qué no dice nada?!
Bruscamente se gira marchándose, dejando un gran vacío en la habitación. Siento una punzada de desilusión clavárseme en el corazón, pero no quiero centrarme mucho en ella, necesito volver a recuperar el control, disipar este maremagno emocional y que me anula totalmente. Cuando desaparece, cojo otra botella de agua para aliviar el calor que en esos momentos me recorre. Me fijo en que Askar está a punto de salir y le llamo para hablar con él, quiero comentarle lo que se me ha ocurrido mientras venía para ver qué le parece. Se acerca interesado.
—Tú dirás, querida.
—Askar, quisiera hablarte de una cosa a la que he estado dando vueltas…
Me mira intrigado y yo voy al grano para no hacerle esperar más.
—Como sabes, no hemos tenido el éxito que esperábamos con Lía, parece que cada vez nos alejamos más de ella, por eso he pensado en hacer un experimento. Creo que a través de vuestro amuleto puedo volver a contactar con ella y traspasarle algunos de sus poderes para que despierte y nos ayude personalmente a encontrarla… ¿Qué opinas?
Se queda pensativo unos instantes.
—Bien, puede funcionar, pero ¿cómo vas a hacerlo?
—Juntando los dos talismanes, tocándolos a la vez. Tengo la teoría de que si Lía toca su amuleto, aunque sea indirectamente, despertará de algún modo.
Empieza a pasear por la enfermería sopesando lo que le he dicho, totalmente en silencio; al cabo de un rato, añade.
—Parece una buena idea; muy creativa, pero servirá, aunque veo un inconveniente, Stella.
—¿Cuál?
—Tu seguridad. Como te están buscando no podemos correr riesgos y habrá que ponerte protección, personalmente, si me lo permites. No quiero que corras más riesgos y te expongas más, eres uno de nuestros activos y hay que cuidarte, querida.
Ahora soy yo la que se queda callada. Otra vez el tema de la protección. Suspiro con fuerza y asiento intentando ocultar mi malestar mientras comienzo a recoger todas mis cosas.
—Está bien, todo por la misión.
—¿Qué pasa? Pareces molesta, como si no te hiciese mucha gracia…
—Si quieres que te sea sincera, no mucha, Askar.
—¿Por qué, querida? Sabes que te apoyamos completamente. Siempre lo hemos hecho, y brindarte protección es algo de lo más lógico y normal en esta situación.
—Ya, y en cierto modo os agradezco que os intereséis tanto por mí, pero no puedo remediar que me saque de mis casillas, no estoy acostumbrada a trabajar así… ¡Lo siento, tenía que decirlo!
—¿A qué te refieres? No entiendo…
—A que no estoy cómoda porque a ninguno se os ha ocurrido hacer lo mismo con Nerkal, Julen o Akos…
Me mira confundido.
—¡Es porque te apreciamos mucho y no queremos que te pase nada malo! Con esto no estoy diciendo que Nerkal, Julen o Akos nos den igual, son buenos guerreros también y han arriesgado mucho, pero no es lo mismo, porque sinceramente tú nos importas más.
Termino de recoger sin saber qué decir. Sé que todo lo hacen con buena voluntad, así que cambio de tema y olvido lo que le he referido antes para no tener que explicarle mis motivos, que seguro después de su bienintencionada declaración sonarán egoístas y desleales.
—Bueno, dejémoslo, Askar. Deberíamos marcharnos a la reunión, seguro que ya están todos…
Me coge del brazo para que no me vaya y vuelve sobre el tema.
—¡Stella! ¿Quieres decir que te hacemos sentir mal con nuestro comportamiento?
Asiento.
—Incluso me da la sensación de que este trato de favor es por mi condición de mujer, y solo quiero que os deis cuenta de que sé bien lo que hago. Es mi trabajo, al igual que el de Julen o el de Akos…
Me mira un poco abochornado y se disculpa. Siento sus atribuladas emociones reprochándose el gran error que ha cometido.
—Perdona nuestra falta de tacto, querida; no era mi intención hacerte sentir mal…
—¡No, perdóname tú, Askar, por soltártelo así! Parece que la falta de sueño me está afectando, sé que tenéis buenas intenciones…
—Ya, pero insisto, lo siento mucho. Intentaré de ahora en adelante ser más comedido y no agobiarte tanto. Entiendo por qué te hace sentir incómoda, y aunque no es excusa, es porque todo esto es nuevo para nosotros. Te pido por favor que tengas un poco de paciencia, es la primera vez que tenemos como aliada y socia a una mujer y a veces no sabemos muy bien cómo comportarnos. Te prometo que a partir de ahora intentaremos controlar mejor nuestros impulsos; es lo que tiene vivir con tantos hombres, que marcamos demasiado el territorio sin darnos cuenta.
Apretándome la mano hace que note el afecto que siente por mí. Dentro de su cabeza las intenciones de no querer defraudarme ni disgustarme que se han propuesto él y todo Chartres surgen y me conmueven.
¡Por Dios, cómo van a disgustarme si son fantásticos, si siempre me han demostrado que les importo!
—¡Askar, eres un buen amigo!
—Tú también lo eres…
Salimos al pasillo.
—Stella, si me preguntan negaré haberte dicho esto último e incluso haber tenido esta conversación… ¡Si en Chartres se enterasen, se me echarían encima!
Sonrío y veo que él también lo hace. Parece que quiere quitarle seriedad al asunto. Es muy dado a hacer esto, aunque con esa planta tan seria que tiene al principio te confunde un poco. Durante estos últimos meses he comprobado que posee mucho sentido del humor y que bromea con mucha asiduidad, por lo menos conmigo, y sinceramente yo aprecio mucho ese carácter, al igual que a él.
—Entonces espero tu llamada con las instrucciones de cómo quieres hacer lo de los amuletos.
—Vale, gracias.
Continuamos por el pasillo, aunque a los pocos segundos volvemos a pararnos. Noto que está agitado, le miro y veo que su rostro ha cambiado a circunspecto. Sin previo aviso me dice que tiene que decirme algo que no es de su incumbencia, pero que necesita aclararlo conmigo de una vez.
—¿De qué se trata?
Sigue mirándome sin atreverse a decir nada, sopesando las consecuencias. Esto hace que me preocupe.
—¡Askar, cuéntamelo, me estás asustando! ¡Seguro que no es tan malo como te parece!
—Lo siento, querida.
—Estás perdonado de antemano, pero dímelo de una vez…
Suspira y finalmente se atreve a decirlo.
—He tenido que contárselo todo a Assur.
Me quedo de piedra al oír su nombre.
—…Él ha estado muy afectado con todo esto y decidió no saber nada, por eso no estuvo en la activación. Los demás quisimos respetarle omitiéndole todo lo referente a ti, pero con lo sucedido estos últimos días no he tenido otra opción que decírselo…
Está muy arrepentido y molesto consigo mismo. Siento cómo se lo reprocha una y otra vez, piensa que nos ha fallado a Assur y a mí, sobre todo a él.
—Tranquilo, no pasa nada…
¿Afectado con todo esto y decidió no saber nada? ¿Pero qué significa eso? ¿Acaso está tratando de decirme que después de todo a Assur sí le ha afectado todo esto? ¿Y entonces por qué se comporta tan indiferente, por qué no ha venido él a hablar conmigo? ¿Por qué es como si no existiese? Aunque debo decir que en la enfermería no me ha dado esa impresión, a pesar de su inesperada huida… MIERDA ¡Ya estamos con ese comportamiento bipolar de cuando nos conocimos! ¡Todas mis pertenencias más valiosas por saber lo que está pensando ese hombre en estos momentos!
—No quiero que te sientas responsable de nada, has hecho lo que creíste correcto y por mi parte no puedo reprocharte nada; no debes sentirte mal, Askar.
—Antes de dejarlo y sabiendo que voy a hablar demasiado y a meterme donde no me llaman, te pido otra vez perdón, pero no puedo quedarme callado mientras os veo a ambos sufrir. Solo quiero decirte una última cosa, y es que nunca se puede ir en contra de uno mismo. No debéis olvidarlo nunca ninguno de los dos.
No sé qué decirle y lo único que se me ocurre es mostrarme tranquila, aunque no sé si mis esfuerzos están siendo suficientes. Oír su nombre me afecta demasiado y creo que no estoy preparada aún para enfrentarme a las emociones que me causa. La verdad, no sé si algún día lo estaré. Sé que a Askar le ha costado mucho decirme esto porque él siempre es muy comedido y discreto, así que si lo ha hecho es que debe de tener motivos. No alcanzo a verlos, pero seguro que los hay. Como si me hubiese leído la mente. Las siguientes palabras contestan mis dudas.
—Os aprecio mucho a ambos y me afecta que sufráis. A ti te conozco menos, pero él no lo ha pasado nada bien con todo esto.
El corazón comienza a latirme muy deprisa y me pongo muy nerviosa. Askar lo nota, me mira con turbación y se disculpa otra vez.
¡No, no y no, no quiero saber nada al respecto, hacerlo me hace daño y me aterra!
En silencio, llegamos a la puerta de la sala donde se va a celebrar la reunión. Antes de entrar, me da unas suaves palmaditas en la mano para animarme y se disculpa de nuevo. Entro distraída tratando de apartar todo de mi mente para centrarme en la reunión, aunque me resulta muy difícil porque enseguida me doy cuenta de que él está aquí, muy cerca, observándome con todo ese despliegue de intensidad que posee y que me hace sentir como si fuese a desvanecerme de un momento a otro.
Llego a la Orden. Ahora nada ni nadie me detendrá, ya he perdido demasiado tiempo lamentándome… He comprendido que no haber intentado verla o no saber siquiera de ella ha sido un completo error, he tenido que sentir que la perdía para darme cuenta…
¡Solo espero que no sea demasiado tarde!
Aterrizo en uno de los tejados y después de volver a mi estado humano empiezo a bajar hacia donde he dejado a Askar antes, le debo una disculpa por mi repentina huida y además quiero que me cuente todo lo que ha pasado con el máximo detalle. Según me acerco al piso donde está la enfermería noto algo diferente, agudizo mis sentidos y oigo voces nuevas; algo ha cambiado, no sé el qué, pero lo siento. De repente me paro frente a una de las ventanas que hay en el pasillo y veo que en medio del patio se encuentra un viejo Volkswagen Escarabajo color blanco. Vuelvo a escuchar las voces en una sala cercana. Son tres hombres. Reconozco la voz de Akos y la del otro que le acompañaba en el pasado, Lucan creo que se llamaba; están conversando con un tercero al que se dirigen como Nerkal. Entonces, sin tiempo que perder, voy hasta allí para mirar dentro. Ellos se percatan de mi presencia y nos miramos fijamente durante unos instantes, tanteándonos los cuatro. El líder de los lobos es un hombre alto y corpulento, con facciones duras, ojos grises y una larga trenza. El corazón empieza a latirme a toda velocidad por la expectación; si Nerkal está aquí, ella también. El miedo y la alegría me invaden sin saber qué hacer.
¡¿Tal vez la diosa me ha escuchado y me la ha traído?! ¡Tal vez se ha apiadado de mí!
Instintivamente atraído por una extraña energía y una sensación de certeza como nunca antes, me dirijo a la enfermería. Cuando me asomo quedo paralizado. Es ella, sin duda; mi iyari… Está junto a la cama de Uriel con los ojos cerrados en pleno hechizo, porque repentinamente una luz azul muy brillante envuelve su cuerpo y el de mi amigo dejando un fulgor y un silencio especial en toda la habitación. Es preciosa, espléndida, deslumbrante, perturbadora… ¡Ni en mil millones de años hubiese pensado que tendría este aspecto! ¡Dioses, es el ser más hermoso que he visto nunca! Es la misma esencia de la belleza, con ese color de piel y esas facciones. Va vestida de negro de pies a cabeza, con ropa militar ajustada y un chaleco lleno de afilados cuchillos plateados. Las botas son altas, con puntera donde seguro lleva algún cuchillo más escondido. La cazadora, también negra, está en una silla junto a una pistola y unos guantes con forma extraña. Me quedo paralizado mirándola asombrado sin poder reaccionar, como si fuese una aparición fruto de mi atormentada imaginación que lleva evocándola una eternidad… El olor a sangre me saca de mi ensoñación e impulsado por mi instinto de protección entro para comprobar si está bien, porque sé que está herida. Con los ojos aún cerrados, se apoya en la pared y se deja caer en el suelo con lágrimas en los ojos, parece que el hechizo le ha producido eso. Roberto, el druida, se adelanta ayudándola a ponerse en pie. Entonces, nervioso y sin poder soportarlo más, digo que está herida… Es en ese momento cuando nuestras miradas se cruzan, cuando esos hipnóticos ojos verdes me taladran, todo se disipa de mi mente dejándome paralizado. Me examina sorprendida a la vez que pierde el equilibrio de nuevo. Entonces yo me acerco para sujetarla viendo que su cuerpo es perfecto y proporcionado, curvo, sinuoso y suave a la vez que firme y apretado. Es unos diez centímetros más alta que Wanda, su rostro además posee pómulos altos y una nariz pequeña y graciosa, la boca es la más bonita y sensual que jamás he visto, besarla seguro, debe de ser una maravillosa locura. Una corriente eléctrica me atraviesa, sigo sin poder moverme, estoy sobrecogido; su color de piel es espectacular, quiero acariciarla al instante, tener solo para mí ese maravilloso cuerpo de ébano que con toda certeza me llevará al delirio más absoluto. Solo alcanzo a guardarme rápidamente mis pensamientos saludándola escuetamente porque no me salen las palabras, deseo decirle tantas cosas que no hallo ninguna… Una idea fugaz atraviesa súbitamente mi cabeza con un dominio y una claridad como nunca antes he sentido, convirtiéndose en un principio vital; a partir de ahora jamás la dejaré marchar de mi lado, siempre estaremos juntos, más allá del tiempo, el lugar y las circunstancias.
Cuando entro en la sala de reuniones Nerkal, el líder lobo, está contando cómo han hecho para salir de las Cúspides Negras. He tenido que alejarme de ella para poder tranquilizarme. El relato que el lobo está contando, capta toda mi atención y me aleja por unos instantes de mí mismo. Todos están muy interesados escuchando las maniobras que han tenido que hacer para conseguir escapar de ese lugar peligroso de los Cárpatos.
—El sitio al que íbamos era peligroso y poco conocido, un lugar inhóspito entre Rumanía y Moldavia dominado por los monstruos voladores, una abominación que Istem usaba para defenderse desde hace siglos. Esos monstruos estaban repartidos por todo el territorio, y digo bien lo de usaba y estaban, porque para salir de las Cúspides, Stella los ha matado a todos… Me asombra mucho lo que cuenta de ella, aunque es tal como he pensado muchas veces que sería: una luchadora dura y temida de los pies a la cabeza. Allí se encuentra un pequeño castillo levantado en la zona más oscura de este lugar y allí se dirigió Istem con la mujer. Nos había dado esquinazo unas cuantas veces ya, primero en Bucarest y después en esta fortaleza, así que no podíamos consentir que esta vez se saliese con la suya. Al saber que entraba en ese lugar, decidí que solo Stella y yo fuésemos en su busca. Tenía un plan: si yo acorralaba a ese malnacido mientras Stella, con magia, despistaba a esos monstruos voladores con algún conjuro de esos tan originales que usa, podíamos conseguir separarle de la mujer para que la dejase desprotegida y hacernos así con ella. Además, Istem no podría volver hacia atrás porque me había encargado de dejar hombres en todos los castillos que habíamos visitado hasta el momento y también en el Cuerno del Demonio, el único paso que domina gran parte de los Cárpatos allí en Rumanía. Asimismo, había pedido también a Mirkos, otro de mis hombres de confianza, que pusiese vigilancia en las rutas importantes que discurren a través de estas montañas, por si ese malnacido tenía otra vez suerte y conseguía escapar, como había estado haciendo con sus sucios trucos hasta ahora.
Hace una pausa para recordar lo ocurrido, sus grises ojos miran al vacío como si estuviese viendo lo que cuenta en esos instantes.
—Llevábamos dos motos e íbamos armados hasta los dientes. Cuando alcanzamos las cercanías de esa fortaleza, nos dimos cuenta de que todo a nuestro alrededor era una jauría de vampiros voladores sedientos de sangre y nos dividimos para llevar a cabo el plan, pero cuando entré en el castillo me di cuenta de la sucia treta que Istem había vuelto a tramar, comprendí que todo desde el principio había sido un engaño. Lo que habíamos perseguido había sido un señuelo, porque allí no estaba la mujer que buscábamos. Istem, como siempre, se jactó y no quiso enfrentárseme, huyó con sus sucios trucos de humo y desvanecimiento. Stella, al ver que tardaba, entró y cuando lo hizo se dio también cuenta del engaño, pero no quisimos rendirnos y decidimos seguir tras Istem, ya que su rastro todavía estaba fresco. Para nuestra desilusión no pudimos, esas aberraciones nos cortaron el paso entrando en el castillo con la intención de matarnos…
Todos demostramos gran aprensión, yo de pensar en ella en peligro estoy a punto de perder la razón. El lobo, para tranquilizarnos, nos lo explica.
—¡Fue más fácil de lo que pensáis! Esos monstruos son poderosos volando y en combate a cielo abierto, pero en el cuerpo a cuerpo son muy fáciles de matar, ya que son demasiado lentos. ¡Lo peor de todo es que definitivamente habíamos perdido nuestra oportunidad, porque Istem desapareció y con él las posibilidades de averiguar el paradero de la mujer!
Se muestra, a pesar de su calma, bastante molesto por lo del engaño del vampiro; más bien furioso, diría yo, respirando profundamente cambia de tema.
—Stella, que no se rinde nunca, propuso intentarlo pidiéndome que siguiese yo a Istem y ella por su parte se las apañaría para salir de allí y regresar a París debido a lo del mensaje, claro. Me costó mucho convencerla de que eso no sería viable porque es una negociadora muy dura, finalmente, entró en razón ya que ambos nos necesitábamos. Yo conocía perfectamente el terreno y ella poseía la magia que íbamos a necesitar para despistar a esos monstruos y salir. Afuera nos estaban cercando a toda prisa. No sé de dónde salían tantos, la verdad. Trazamos un plan muy sencillo. Dejaríamos que entrasen todos los que quisiesen y haríamos estallar unas cuantas bombas mientras escapábamos por separado hacia el río Alt, un afluente cercano del Danubio. Todo fue muy rápido, aunque salió bien. La fortaleza saltó en mil pedazos y con la conmoción a mí me dio tiempo a salir sin que se percatasen los monstruos que quedaban, Stella, mientras tanto, los mareó a base de bien apareciendo y desapareciendo con magia, acabando con un montón de ellos con ese pequeño bazuca que le hizo Mirkos…
Se refiere a una pequeña arma que está encima de la mesa y que cuando he entrado admiraban Julen y Akos.
—Durante mi huida había dispersado algunos explosivos que nos quedaban y que íbamos a detonar junto a mi moto, para destruir todo lo que pudiésemos y concedernos un poco de tiempo extra en la huida. La explosión fue la madre de todas las detonaciones. Después de ella seguimos en completa invisibilidad hasta llegar al Danubio, donde después de hundir la moto de Stella para no dejar ningún rastro, nos subimos de polizones a uno de los numerosos barcos que por él navegan. El gran río fue nuestra vía de escape. Hicimos el viaje escondidos, ya que en su gran mayoría está vigilado por los vampiros. Es una de sus vías importantes de transporte en el continente aparte del ferrocarril. Usamos dos barcos hasta llegar a Alemania, a la ciudad de Ulm ayer por la noche, y acto seguido tuvimos que buscarnos la vida, ya que sin dinero ni documentación y con Stella armada hasta los dientes teníamos que cruzar las fronteras sin llamar la atención, aunque eso fue coser y cantar para ella. Yo, la verdad, quería permanecer en ese sitio hasta ponernos en contacto con mi gente y que viniesen a buscarnos, pero Stella decidió que no nos hacía falta esperar, que haciéndonos con un coche y siguiendo un mapa de carreteras secundarias sería suficiente, y eso fue lo que hicimos. Cuando pasábamos por los controles fronterizos nos hacíamos invisibles, y aunque hemos tardado un poco más debido a la lentitud del coche y los grandes rodeos de esas carreteras, seiscientos kilómetros se han convertido en casi novecientos, pero por fin hemos llegado, aunque en algún momento hubiese preferido enfrentarme con esos monstruos voladores de nuevo por lo tedioso y molesto del viaje en ese ridículo coche…
—¡Encima de que te he traído por esos paisajes tan bonitos y con ese coche, que es todo un clásico, el complemento perfecto para las excursiones rurales! ¿Qué más querías, Nerkal? ¡Si además tiene radio!
Es ella, que ha aparecido junto a Askar para escuchar el final de la narración, con cara divertida y replicando en broma al líder lobo. Este sonríe mientras la mira. No es difícil pensar la incomodidad del viaje para el lobo en ese coche tan pequeño.
—Sí, lo mejor de todo ha sido esa dichosa radio que cogía emisoras que creo que no existían o que son tan antiguas como el destartalado coche.
—¿Por qué no robasteis otro coche mejor? —pregunta de pronto el otro lobo, Akos.
—Porque hubiésemos llamado más la atención. Habrían avisado a las autoridades humanas y se hubiesen sumado otros perseguidores a la ya larga lista. ¡Ya tenemos demasiados admiradores! Además, lo elegí por su matrícula, que es nueva y más fácil de falsificar; las antiguas llaman más la atención con tantos datos. Tuve que elegir entre nuestro Escarabajo de fuera o un Volkswagen Golf de hace veinte años, que aunque hubiese corrido más como quería Nerkal, estaba lleno de pegatinas de grupos de heavy metal y era de un amarillo muy chillón; créeme, Akos, el Escarabajo era la mejor opción.
Está preciosa ahí, en el marco de la puerta, apoyada, con los destellos de los cuchillos rodeándola. Parece una valquiria, una bella guerrera, un orgulloso felino. Desde que la vi la primera vez escalando esa pared me lo pareció, una pantera feroz y salvaje en la lucha, pero dulce y delicada cuando hacíamos el amor. Borro rápidamente estas últimas imágenes y me centro en el comienzo de la reunión, aunque sin dejar de estar pendiente de ella en ningún momento.
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La reunión dura bastante. Acordamos que Nerkal y sus hombres sigan buscando el escondite secreto de Istem en los Cárpatos mientras yo me quedo aquí atendiendo otros asuntos, que son encontrar a Iskra y responder a todos los ataques que nos han hecho hasta ahora, en estos tres meses. Los hombres que dejó Nerkal en los Cárpatos aún no han visto nada, es como si la tierra se hubiese tragado a ese indeseable, parece que el vampiro esta vez no ha dejado nada al azar. Esto demuestra que la mujer significa mucho y no va a ser tan fácil encontrarla. Enseguida Akos y yo nos ponemos a planear lo que haremos para infiltrarnos y destruir desde dentro a los vampiros, ya que es lo más efectivo. Tenemos que idear algo bueno que nos sirva y que no nos descubra, porque me buscan y no cuento con el anonimato y la sorpresa de otras veces. Bueno, ya se nos ocurrirá algo, seguro. Este tipo de misiones se nos da muy bien a los dos, formamos un buen equipo que sabe actuar entre esos degenerados para cazarlos y destruirlos, aunque los demás no están muy convencidos. Todos, incluido Assur (ha protestado en todas las propuestas en las que tenía que implicarme directamente), están rehusando que intervenga y alegan que estoy en peligro mortal y debo permanecer oculta y protegida. Ni Nerkal ni Akos pueden cambiar nada, ni siquiera hablando a mi favor, incluso Askar ha intentado interceder, aunque nada tampoco. No quiero enfadarme ni perder las formas, pero tengo que aclarar esto inmediatamente. Digo sin alterarme que me mantendré a salvo por el día y que por las noches llevaré a cabo el plan que Akos y yo hemos ideado, que para eso he vuelto a París. Ignorándome, vuelven a la carga. Disimulo cambiando de tema y les cuento lo del plan para despertar a Lía, pero esto es mucho peor, porque Rober se pone hecho una fiera y dice que eso es más arriesgado. Encima, convence a los demás rápidamente.
¡Desde luego el doctor Da Sousa no tiene precio como narrador de relatos de terror, es un tremendo exagerado!
Estoy empezando a hartarme de que todos quieran protegerme como si fuese una muñeca de porcelana. Yo no soy ninguna suicida temeraria como parecen insinuar, aunque mis métodos a veces sean diferentes. Soy muy capaz de manejar estas situaciones y salir victoriosa de ellas, conozco hasta dónde llegan mis limitaciones y además sé que no podré trabajar bajo este ambiente de extremo cuidado, porque no me deja concentrarme en lo verdaderamente importante. Agradezco hasta cierto punto este interés aunque tanto me ahoga y ofende, esa actitud automática de «como eres mujer hay que protegerte», o «debes tener mucho cuidado y es muy peligroso para ti», me está sacando de mis casillas…
¡Tiene narices la cosa, aún no he oído un solo comentario sobre el peligro de la misión de Nerkal, o de lo arriesgado que será para Akos meterse en territorio vampiro, pero a mí ya me han repetido un montón de veces el riesgo que tiene todo lo que pretendo hacer!
No puedo más y les digo todo lo que pienso igual que hace un rato se lo he dicho a Askar en la enfermería. Cuando termino se quedan en silencio, pensativos, mirándome como si fuese la primera vez que lo hacen. A continuación se disculpan y me dan la razón, alegan que no se volverá a repetir, que no ha sido su intención hacerme sentir mal y que no lo hacen por mi condición de mujer ni deliberadamente, es más bien algo automático que les sale sin más. Chandra, que es el portavoz de todos, dice que de ahora en adelante tendrán más tacto y procurarán no tener esta actitud conmigo. Después de esta aclaración tan importante para mí volvemos a retomar nuestros planes. Finalmente, concluimos que vamos a tener dos misiones abiertas: una será la búsqueda que realizará Nerkal con sus hombres en los Cárpatos y la otra la de Akos y la mía. Los primeros que terminen se unirán para ayudar a los otros. Más tarde, a solas en el despacho de Chandra, frente a la pantalla del satélite Miracle, Nerkal, Akos y yo matizamos algunas cosas sobre la búsqueda de Istem, trazado algunas posibles rutas. Aparte les estoy conjurando, improvisando más bien, unos objetos, unas pulseras a Nerkal y sus hombres para que pasen inadvertidos frente a los vampiros en las montañas. Las estoy haciendo con unas cuantas tiras del chaleco de cuero que se ha quitado él, deberán llevarlas puestas si no quieren ser detectados. Entonces me fijo en los dibujos que tiene Nerkal en los bíceps, ya que se ha quedado en camiseta de tirantes. Son unos brazaletes plateados con los mismos trazos que mi recién adquirida marca de la muñeca. Súbitamente me doy cuenta de que tienen la misma forma y tamaño que las marcas que posee Istem también en los brazos. Nerkal, que lleva un buen rato observándome, intuye lo que estoy pensando y me aclara que son marcas divinas creadas por la Luz Suprema y que solo los elegidos que tienen una misión las llevan. Le enseño entonces la mía quitándome la pulsera que me la tapa. Coge mi muñeca y me pregunta si sé ya cuál es mi cometido. Le cuento todo lo que sé hasta el momento y lo hago también con lo que vi durante la activación cuando vi las marcas de Istem. Me confirma que son las mismas y me habla de una especie de maldición con la que ambos pasaron a esta edad, un recuerdo muy vívido del que soy testigo en primera persona cuando me deja que le toque los dibujos. Ahora comprendo por qué el jefe vampiro no quiere nunca enfrentarse abiertamente a Nerkal. Las imágenes asaltan mi cabeza…
Nerkal yace muerto sin vida por la mano de Istem. Este le ha arrancado el corazón y después lo ha devorado. Para Nerkal ya no había esperanza y ha decidido morir porque no hay nada por lo que luchar, toda su raza ha desaparecido y ya no queda ningún motivo que merezca la pena. Istem, rodeado de la sangre de su enemigo, se apodera de dos brazaletes plateados que Nerkal porta en cada brazo. Son mágicos y poderosos y representan todo el poder de su raza Lícara… Istem, impaciente, se los pone encima de su piel pintada y nota cómo la energía de los objetos le fortalece. Ríe enloquecido por su buena suerte y comienza a gritar que recuperará la posición que le han arrebatado y se vengará de todos sus enemigos. Entonces una potente voz llena todo el espacio y le sentencia, es la Luz Suprema, que le devuelve la vida y los brazaletes a Nerkal con un rayo de luz, grabándolos en su piel para que no vuelva nunca suceder esto, y castiga al vampiro maldiciéndole…
«La próxima vez que se enfrenten a muerte, Istem perecerá y desaparecerá, porque su enemigo habrá acabado con él».
Los ojos grises de Nerkal continúan mirándome cuando regreso de la ensoñación.
—Estas marcas son designios divinos que han traspasado edades, tu tarea debe ser muy importante, así que ejecútala pronto… —Sonríe, aunque un poco más serio que de costumbre. —…Si no quieres que ella te ejecute antes a ti.
A lo mejor esa voz que escuché cuando entré en el laberinto era la Luz Suprema hablándome de mi designio divino, aunque por más vueltas que le doy no tengo claro qué es lo que debo hacer exactamente. Lo único que sé es que tengo que buscar a Lía y a partir de ahí ver lo que acontece.
—¿Estás bien, Stella? ¡Te has quedado un poco callada!
—Sí, es solo que tus palabras me han dado que pensar.
—Seguro que lo logras, Stella.
¡Eso espero, porque si no voy a estar en un buen lío!
Después de repasar los planes por última vez, Nerkal y Akos deciden marcharse, Akos no muy lejos, ya que hemos quedado para empezar pronto nuestra misión, en cuanto descanse. Nerkal, por su parte, pasará por su casa de la ciudad y después cogerá su avión privado para regresar a Rumanía. Nerkal es un empresario rico para la sociedad humana, es propietario de uno de los bancos más grandes y antiguos del mundo y posee también alguna de las empresas inmobiliarias más importantes. Por eso tiene aviones privados, casas en las ciudades más importantes, coches, barcos y hasta un ejército privado. La tapadera que ha creado le da bastante libertad para sus verdaderos propósitos y responsabilidades como líder de los lobos. Antes de irse, me abraza y me pide que tenga cuidado. A continuación se ríe y me recuerda que a todos sus socios se lo dice siempre, no solo porque yo sea mujer.
¡Parece que mi rapapolvo de antes ha surtido efecto, y eso que Akos y él se han puesto de mi parte! Siempre lo han hecho, la verdad; desde que colaboro con ellos nunca me han tratado de manera diferente.
Yo también me río apreciando su comentario y le pido después que le dé un recado a Mirkos de mi parte. Mirkos es uno de los lugartenientes y hombre de confianza de Nerkal. Es muy creativo y fabrica armas, unas muy útiles y sofisticadas, la verdad, aunque lo hace como hobbie, porque los lobos no suelen usarlas. El bazuca que he utilizado para salir de la fortaleza de los Cárpatos es creación suya exclusiva y muy buena, hasta a Julen le ha llamado la atención y la ha alabado por su poco peso y pequeño tamaño. Este enorme hombre lobo con el que nunca antes había tenido la oportunidad de coincidir, me ha caído genial, he congeniado con él y he visto que hacemos muy buena pareja en el combate también. Parece más mayor que Akos y Nerkal, es de un tamaño inmenso y su forma de ser es la de un oso tranquilo y bonachón que hace favores y ayuda en todo lo que puede a los demás. Él se describe como un hippie de los de antes y un incorregible defensor del planeta y la naturaleza. Milita en Greenpeace y es activista de muchas causas sociales y ecológicas, todos los años va a protestar a Japón contra la pesca de ballenas, entre otras muchas cosas. Se dedica, aparte, a arreglar motos en el destartalado taller que posee a las afueras de Budapest; y colecciona cuchillos de todas las épocas, afición que compartimos y que nos hace hablar durante horas. Me contó que había sido herrero durante muchos siglos y que antes del ruido de los motores y los centímetros cúbicos le volvía loco el calor de la fragua y el sonido del golpeteo en el metal, por eso sigue construyendo y coleccionando armas, por los viejos tiempos. ¡Es muy simpático, y yo he llegado a apreciarle mucho en poco tiempo!
—Dile que me cargué a cuarenta y tres monstruos voladores, todos desde poca distancia. Desde más lejos los hieres, pero no explotan, así que me debe una espada de esas chulas que fabrica con todo incluido.
Antes de salir para la misión, cuando me entregó el bazuca, me dijo que tendría que ganarme su propiedad matando a muchos vampiros. Después, cuando vino a buscarme para darme el mensaje que le habían dado desde París, añadió que si lograba matar a diez bichos voladores en las Cúspides no habría dudas de la propiedad del arma y que me la habría ganado legítimamente. Sin embargo, yo le dije que mataría a veinte si me fabricaba una espada de la suyas. Se rio y aceptó mi propuesta añadiendo, que había apuntado muy alto.
—No te preocupes, Stella, se lo diré; puedes estar segura de que en cuanto llegue me encargaré personalmente de enviarte tus cosas y de obligar a Mirkos a que cumpla su promesa.