La empresa y la retirada
En el descubrimiento de Islandia y Groenlandia intervinieron, tal como hemos visto, circunstancias accidentales y casuales que habrían de señalar el destino de esos países. A fines del verano de 986, un mes después, aproximadamente, de que Erik el Rojo rebasara Snæfellsnes con su armada groenlándica, los vientos del destino soplaron de nuevo, triunfalmente, tendiendo las velas de un joven islandés llamado Bjarni Herjolfsson y en tres días de viaje le llevaron hacia el sur a una región oceánica desconocida y cercada por la niebla. Pasaron algunos días sin que la niebla aclarase y Bjarni tuviera ocasión de familiarizarse con los confines del paraíso. Una singladura más y ante sus ojos aparecieron las playas y bosques del Nuevo Mundo. Este joven se ganó en vida los reproches de los noruegos por no haber desembarcado y reconocido el terreno y en nuestro tiempo ha sufrido las críticas de algunos eruditos, descontentos con su presunción de haber avistado América antes de Leif el Afortunado. Por consiguiente, vale la pena recordar el propósito de este viaje, que hizo época, y las virtudes náuticas que determinaron su afortunada conclusión en contra de todo pronóstico. Bjarni había pasado el invierno de 985-986 en Noruega. En el verano marchó a Islandia con el máximo de carga y su intención era pasar el invierno con su padre. Pero, cuando arribó a Eyrar (esto es, Eyrarbakki), cerca de la desembocadura del rio Olfus, se enteró de que Herjolf había vendido sus tierras y marchado a Groenlandia. Adivinamos cierta tozudez en Bjarni: había partido rumbo a su hogar y estaba dispuesto a alcanzarlo. Así pues, con el consentimiento de su tripulación, emprendió un viaje que todos sabían que habría de ser arriesgado, puesto que carecían de cartas, de brújula y de un piloto conocedor de los fiordos del suroeste de Groenlandia. A los tres días de travesía, con las montañas y los glaciares de Islandia enmarcados en el horizonte, fueron víctimas de vientos boreales y luego de la niebla, hasta el extremo de no saber durante bastante tiempo qué rumbo llevaban. Cuando al fin el sol se abrió camino entre las nubes, tomaron nuevo rumbo, izaron la vela y al cabo de una singladura divisaron una tierra que no era montañosa, pero sí primordialmente forestal, con bajas colinas. Metafóricamente hablando, su tripulación estaba en la luna, pero Bjarni, aun no sabiendo dónde estaban, sabía al menos dónde no estaban. Aquello no podía ser Groenlandia; y era precisamente a Groenlandia a donde se dirigía. Acaso demasiado decidido, acaso demasiado prudente como para desembarcar, mantuvo rumbo al norte a lo largo de la costa durante dos singladuras. Descubrieron que el terreno en esta zona era todavía eminentemente forestal, si bien llano. De nuevo rechazó la idea de atracar y siguió navegando con viento del sudoeste durante tres días más, hasta que arribaron a una zona alta, montañosa y glaciar. En opinión de Bjarni esta tierra no valía para nada. Así pues, de nuevo enfiló el mar con su proa y después de cuatro días de navegación con viento fuerte alcanzó Herjolfsnes en Groenlandia. Había conseguido lo que se propusiera, sin haber puesto en peligro la tripulación ni la nave; y la Grœnlendinga Saga ha preservado lo que en definitiva es su cuaderno de bitácora: el sencillo testimonio de un hombre práctico[53].
En los siglos X y XII se criticó a Bjarni por no haberse comportado como Gardar, Ottar o Erik el Rojo. Fue mercader y más tarde granjero; no fue explorador. Pero tanto el modo de vivir como la manera de pensar en las zonas vikingas del norte eran garantía de que su descubrimiento no sería olvidado o descuidado por gente tan incansablemente aventurera como insaciable en su apetencia de nuevas tierras. No es necesario hacerse a la mar para saber que Bjarni decía la verdad cuando hablaba de nuevas tierras situadas al oeste. La geografía medieval favorecía la idea de que existían otros territorios más allá de Groenlandia. Concretamente, cuando alguien escalaba las altas montañas a la espalda de las zonas de asentamiento en Groenlandia (y El Espejo del Rey nos informa de que ocurría así) veía a lo lejos o bien nuevas tierras, o bien las formaciones de nubes que se asociaban con tierra firme. Doscientas millas separan exactamente la península de Cumberland de Groenlandia. No es lógico que durante la gran época de las exploraciones nórdicas ningún hombre no se hubiera atrevido con una travesía tan corta y tentadora.
A la luz de los testimonios la especulación es innecesaria. En el Asentamiento Oriental menudearon las discusiones acerca del viaje de Bjarni, y los hijos de Erik el Rojo no tardaron en pasar a los hechos. Se sugirió que debía ser el mismo Erik quien emprendiese el nuevo y glorioso viaje hacia el oeste; pero estaba escrito que él no habría de hacerlo. Se cayó de su caballo cuando se dirigía a la nave y con varios huesos rotos se tuvo que quedar en casa. La nave era de Bjarni. Leif, uno de los hijos de Erik, se la había comprado. Leif era un marino magnífico y el primer patrón que realizó viajes directos y regulares entre Groenlandia, Escocia, Noruega y regreso. No hay duda que obtendría de Bjarni toda la información posible y es lógico presumir que enroló parte de su tripulación. Intentó seguir la travesía de Bjarni en sentido contrario, y lo hizo con precisión. Llegaron primeramente a la tierra donde Bjarni había llegado finalmente, montañosa y cubierta de glaciares, desnuda, desprovista de hierba. Bastó una mirada. Bjarni tenía razón: nada había allí que tentase a un granjero. Tras bautizarla Helluland, Tierra de las Piedras Planas, siguieron navegando hacia el sur.
La siguiente vez que se aproximaron a tierra y echaron el bote se hallaban en la tierra llana y forestal donde la tripulación de Bjarni había esperado desembarcar, en vano, con el propósito de conseguir madera y agua. Sabemos algo más del paisaje a través de esta segunda visita. Allí había extensiones de arena blanca y la costa se mantenía al mismo nivel, sin acantilados. Para bautizarla, Leif volvió a dar con un nombre adecuado al aspecto geográfico: Markland, Tierra de Bosques. Pero se sentía aún impaciente por seguir su camino, explorando más allá. Después de dos singladuras, con viento noreste, llegaron a una isla situada al norte de lo que parecía un continente con un cabo que se proyectaba hacia el norte. Ésta fue la región del Nuevo Mundo que Leif habría de llamar Vinland, el «Promontorium Winlandiæ» de los mapas preparados por Sigurður Stefánsson hacia 1590 y Hans Poulson Resen en 1605[54]. Leif invernó en Vinlandia y sus cabañas y su casa grande de Leifsbudir señalan el área primera de población europea en el continente americano. A la primavera siguiente llegaron a Groenlandia sanos y salvos.
7. EL MAPA DE SKÁLHOLT DE SIGURDUR STEFÁNSSON, 1590.
Una vez en casa, el viaje de Leif hacia el oeste sufrió también un detenido examen, como había ocurrido con el de Bjarni. Cierto que se trataba de una hazaña; pero en cierto modo no hizo más que despertar la curiosidad de los demás colonos. Su hermano Thorvald, por ejemplo (casi nos imaginamos a su padre hablando a través de él) quería saber más. Pero Leif le dio a entender que se fuera a Vinlandia a averiguarlo por sí mismo. Que es lo que Thorvald hizo. La ruta ya era conocida, así que llegó a Leifsbudir sin incidente alguno. En la primavera se dispuso a llevar a cabo su idea de que Vinlandia precisaba de una exploración más a fondo. Envió el bote de su nave a que examinara la costa occidental, y durante todo el verano exploraron un territorio de singular belleza y riqueza forestal, sin que encontraran señal alguna de seres humanos excepto un solitario granero de madera. Al verano siguiente Thorvald condujo la nave primero al este y luego al norte en la dirección general a Marklandia. Bautizó a cierto cabo Kjalarnes, Cabo de la Quilla, reparó su embarcación allí y poco después dio con un hermoso fiordo bien provisto de vegetación. Allí se toparon con los primeros skrœlings, mataron a los que pudieron y, así, en una incursión de represalia, Thorvald murió por una flecha que se introdujo en su cuerpo por entre la borda y el escudo. Su tripulación logró volver a Leifsbudir sin más bajas. Pasaron el invierno allí y a la primavera siguiente zarparon para llegar a Eiriksfjord con un cargamento de penosas, pero emocionantes noticias.
La expedición de Thorvald, bien dirigida, pero fatal para él, aportó notables adiciones al conocimiento geográfico nórdico. El viaje siguiente culminó en el abortado intento de Thorstein por recuperar el cuerpo de su hermano. Su idea era que Thorvald descansara en su tierra con los demás miembros de su familia, pero en realidad pasó un verano terrible a merced de las tormentas en el inmenso triángulo oceánico entre Islandia, Irlanda y el Cabo Farvel. A esto siguió el intento de Thorfinn Karlsefni por establecer una colonia permanente en Vinlandia. Hemos llegado, por tanto, a un punto en que se hace necesario situar estos parajes, repositorios de tantas esperanzas y desilusiones de los nórdicos.
Un enfoque práctico de este problema, complicado y que ha dado lugar a tantas discusiones, se desprende al incluirlo en el contexto general de los viajes nórdicos en dirección oeste a través del norte del Atlántico. Éstos muestran una constante progresión por un cinturón de latitudes, cuyas extremidades en Noruega descansan en Trondheim, en el norte, y Jaeren y Lindesnes, en el sur. Dentro o en contacto directo con esta franja oceánica de 360 millas de amplitud se hallan las Feroe, Shetlands, Orcadas y Hébridas, los primeros asentamientos en Islandia y Groenlandia y las regiones más cercanas del continente americano. Es un área de fuertes vientos, violentas tormentas y mares inmensos y las sagas mencionan frecuentemente naves que fueron arrastradas incluso hasta Irlanda. Existen, pues, razones para situar Hellulandia y Marklandia entre las latitudes 64º-58º N, con una aceptable extensión hacia el sur, a 52º de latitud, cuando nos enteramos de que algunas naves eran presas de poderosos vientos boreales. Algunos navegantes, como por ejemplo Bjarni Herjolfsson, se vieron en grandes aprietos. La nave de Bjarni concretamente, a tres días de navegación de la costa sur de Islandia se vio dominada por vientos boreales y niebla y por muchos días se vio empujada hacia el sur. En este caso, por fortuna, se nos ofrecen, no sólo una probabilidad general, sino varias pistas definitivas para la identificación de sus tres desembarcos. El primero se produjo en la costa meridional del Labrador. El área que cuenta con más probabilidades es la de los alrededores de la Bahía de Sandwich, pues concuerda con la descripción de Bjarni. El segundo fue a unas doscientas millas más al norte como máximo, si bien aún por debajo de la línea forestal de finales del siglo X y, por tanto, al sur de la actual Nain. El tercero fue en la extremidad meridional de Baffin Island y en el área general de Resolution Island y la Bahía de Frobisher. El viaje de Leif en dirección contraria le condujo primeramente a Baffin Island, luego hacia el sur hasta la forestal Marklandia y a partir de allí, tras dos singladuras, a la extremidad septentrional de Terranova. Si hemos de aceptar la evidencia de la Grœnlendinga Saga, la prístina Vinlandia se hallaba situada en una área definida: el Cabo Bauld en el este, la Bahía de Pistolet en el oeste, y las Montañas Blancas en el sur.
Muchos eruditos se han resistido a aceptar esta evidencia, con el resultado de que se han visto precisados a situar Vinlandia en numerosos puntos del continente americano entre la Bahía de Hudson y el estado de Florida[55]. Las dificultades son muchas: a menudo, la evidencia literaria es menos que consistente y no son raros los casos en que resulta contradictoria; los datos geográficos, a pesar de que se hallan dispersos a lo largo de miles de millas de costa variada, encajan con demasiada facilidad en un número de muy diferentes interpretaciones. Por otro lado, ningún descubrimiento «nórdico» de los efectuados en el continente americano (prescindiendo por el momento de los que se anunciaron en 1961 y 1962 y que no se han expuesto del todo a los eruditos) ha logrado merecer una confianza general. El problema de Vinlandia es, pues, parecido al Arthurfrage. Resulta fácil refutar las opiniones de los demás, pero difícil establecer las propias. Y, sin embargo, es necesario intentarlo.
Afortunadamente las discrepancias entre nuestras dos fuentes literarias, la versión del Flateyjarbók (Grœnlendinga Saga) y el AM 557 y la versión del Hauksbók (Eiríks Saga Rauða), si bien dificultosas, no llegan a ser irreconciliables. Ambas versiones son el resultado de la reelaboración del material original de acuerdo con el conocido sistema de la creación de las sagas. Desviaciones, adiciones, influjos, reinterpretaciones, malentendidos (especialmente en lo que se refiere a los diferentes lugares alcanzados por los diversos exploradores), variación de los puntos más debatidos y atribuciones mudables son incidentes con los que siempre hay que contar; pero lo importante es admitir que todo esto confirma, antes que refuta, una base de firme tradición histórica. En primer lugar, la Grœnlendinga Saga se interesa menos por Islandia y los islandeses que Eiríks Saga Rauða. La Grœnlendinga Saga se refiere a la familia de Erik el Rojo (lo cual redobla el interés de su testimonio acerca de Bjarni Herjolfsson); Eiríks Saga Rauða concede mayor atención a los islandeses Gudrid y Karlsefni, de quienes Hauk Erlendsson, el dueño y escriba parcial de Hauksbók, se proclamaba orgullosamente descendiente. De lo cual se sigue que, a veces, manejar materiales distintos, como la criminal expedición de Freydis a Vinlandia en Grœnlendinga Saga, la muerte heroica de Bjarni Grimolfsson en Eiríks Saga Rauða. A veces, al seguir diferentes cabos de la misma tradición se producen versiones disimilares y, sin embargo, reconciliables del mismo acontecimiento; por ejemplo, la muerte de Thorstein Eiriksson a causa de la plaga y de su hermano Thorvald por una flecha voladora. Resulta evidente también que el autor de Grœnlendinga Saga no se hallaba tan bien informado de la topografía de Vinlandia como el autor de Eiríks Saga Rauða. Contribuye a que todos los viajeros, Leif, Thorvald, Karlsefni y Freydis lleguen al mismo lugar, Leifsbudir y que con la única excepción de Thorvald se queden allí. En la Grœnlendinga Saga Leifsbudir y Vinlandia son más o menos términos sinónimos[56]. Pero no ocurre lo mismo en Eiríks Saga Rauða. En ella se describen con detalle dos acampadas, Straumfjord y Hop, y resulta curioso observar cómo la descripción de Leifsbudir corresponde a Hop: los bajíos, el río y el lago. No es posible que se trate de una coincidencia. Incluso el clima es el mismo. En Leifsbudir, «la tierra era de calidad tan escogida que les pareció que ningún animal necesitaría forraje para el invierno. No hubo escarcha durante el invierno y la hierba apenas si se secó». En Hop «no cayó nevada alguna y todo el ganado halló su pasto al aire libre». Y, sin embargo, resulta altamente improbable identificar Leifsbudir con Hop, especialmente porque también Leifsbudir y Straumfjord tienen rasgos en común, y según los datos de navegación y la evidencia geográfica se creería que se trata del mismo lugar al norte de Terranova. Seguramente el autor de Grœnlendinga Saga se daba cuenta de su ignorancia en estos temas y elaboró una descripción de Leifsbudir a partir de la persistente tradición conservada en Snæfellsnes de Islandia, con la asombrosa consecuencia para la posteridad de que en su saga, si hemos de adoptar la ecuación de Thórhallur Vilmundarson: Straumfjord + Hop = Leifsbudir. No obstante, hablando de otros puntos, no debemos perder nuestra confianza en Egils Saga simplemente porque no podemos aceptar como un parte de guerra su descripción de la batalla de Brunanburh. Asimismo el valor anticuado e histórico de Eyrbyggja Saga no queda anulado por la profusión de historias sobrenaturales que contiene. Y, aunque en Njála Gudmund el Grande aparece bajo distinta luz que en las versiones anteriores de la Ljósvetninga Saga, nadie que conozca bien el tema puede dudar de su existencia y discutir las líneas generales de su vida. Lo mismo ocurre con Grœnlendinga Saga y Eiríks Saga Rauða. Como punto de partida prescindamos de lo que es invención y lo que es apócrifo en los relatos de los viajes a Vinlandia: el rocío dulzón de Leif, Haki y Hekja, las desconocidas especies de ballena de Thorhall el Cazador, la segunda Gudrid, el unípedo que clavó una flecha en el vientre de Thorvald[57]. El hacerlo no afecta a los viajes, ni simplifica los verdaderos problemas, pero los libra en cambio de mayor confusión.
Durante los últimos veinte años se ha discutido mucho si sería necesario librarlos también de las uvas y las viñas. Por distinta que sea su interpretación, Vinlandia es un nombre descriptivo, uno más en una larga sucesión; Tierra del Hielo, Tierra Verde, Tierra de las Piedras Planas, Tierra de Bosques, así como Islas de las Ovejas, Islas del Oso, Cabo de la Quilla y Riberas Maravillosas. El hombre aparece por primera vez en Descriptio insularum aquilonis o «Descripción de los países insulares del norte», que constituye el cuarto libro de la Gesta Hammaburgensis ecclesiœ pontificum de Adam de Bremen. Adam nos dice que adquirió de Svein Estridsson, rey de los daneses, que murió en 1076, su información sobre Vinlandia.
Me habló también de otra isla más, descubierta por muchos en ese océano, la cual se llama Vinlandia a causa de las viñas que allí crecen por sí mismas y producen un vino de lo más excelente. Mientras que hemos sabido del fehaciente relato de los daneses y no por fantásticas conjeturas que hay allí abundancia de trigo que no ha sido sembrado.
Así pues, el rey Svein, y a través de él Adam, poseían la misma noción de Vinlandia que Thorhall el Cazador, quien en versos que generalmente se han aceptado como antiguos y auténticos, se lamentó de que la única bebida que halló para calmar sus dolores era agua de pozo. En la tradición de las sagas Vinlandia era ciertamente Vinland, Tierra de Vino, o Vinlandia la Buena, Vinland hit góda, porque se trataba de un territorio que producía uvas que a su vez producían vino. Respecto a esto la evidencia de las sagas es abrumadora, lo cual nos invalida para aceptar las recientes teorías de que Vinlandia no era Vínland, sino Vinland (vin, pl. vinjar, con una vocal breve), Tierra de Hierba, Tierra de Pastos, Tierra de Buenos Pastos[58]. La hierba era tan deseable y esencial para los colonos en potencia como lo había sido para sus antepasados en las Feroe, Islandia y Groenlandia. Ver juntos los árboles y los pastos los llenaría de gozo. Pero los racimos de uva quizás aportasen el toque embriagador que Leif precisaba para incitar a los groenlandeses a nuevas conquistas. En el modo de bautizar las tierras, así como en otros aspectos, Leif era hijo de su padre. Tierra de Vino supera a Tierra Verde de una manera que Tierra de Hierba no hubiera logrado. Además, las uvas no quedan completamente descartadas. El límite septentrional de su cultivo está localizado hoy día a 45º N de latitud, pero en 1530 Jacques Cartier, el descubridor del San Lorenzo, encontró uvas en abundancia en ambas márgenes del río y trigo silvestre, más bien parecido al centeno y la avena en la Baie de Chaleur y en varias islas del golfo. Champlain, Leigh y Denys están de su parte[59]. De lo cual acaso deba inferirse que en unas condiciones climatológicas más favorables, el límite septentrional de la uva silvestre incluía la península septentrional de Terranova. Finalmente, nuestra aceptación del material de las sagas acerca de estos viajes no entorpece llegar a la conclusión de que las uvas no fueron halladas en la extremidad norte de Terranova, sino cuando los nórdicos navegaron más hacia el sur, tal como se nos cuenta por lo menos en dos ocasiones. Pues debemos recordar en todo momento que no existe teoría de los viajes a Vinlandia irreconciliable con toda la evidencia.
Lo más difícil de rechazar es, probablemente, la observación de que en Leifsbudir «el sol tenía allí eyktarstaðr y dagmálastaðr el día (o días) más corto». Esto suena al tipo de declaración desapasionada que pudiera determinar la latitud de esta parte de Vinlandia en particular. Pero no existe otro problema sobre el que los expertos se hallen más divididos y el profano menos asistido. Sabemos que a los autores de la observación les impresionó el mayor equilibrio entre la noche y el día en el invierno de Vinlandia que en el de Islandia y Groenlandia; y que cierto día o días de invierno el sol era visible, si bien al parecer a punto de despuntar u ocultarse, a cierta hora de la mañana y a cierta hora de la tarde. Los nórdicos, a comienzos del siglo XI, no poseían relojes, así que no puede tratarse de horas calculadas como en la actualidad. Así pues, eyktarstaðr y dagmálastaðr son puntos del horizonte, como los usados por los islandeses para calcular la hora del día por la posición del sol, o más concretamente se trata de las fases del mismo sol. Aclarado esto y una vez aclarado también lo demás, por ejemplo, el significado exacto de eykt en Islandia en tiempos de Leif, de um skammdegi y de todas las correcciones de cálculo debidas a los efectos de refracción, los cambios de nivel del mar, el horizonte natural así como el astronómico y sabiendo lo que significaba la salida y puesta del sol para un marino nórdico (bien la salida y puesta del centro o bien la del borde), repetimos, una vez sabido esto en relación con el siglo XI, si no más allá de todo error, al menos dentro de un despreciable margen, deberíamos ser capaces de identificar Vinlandia, o cuando menos su extremidad septentrional. Pero, de los tres investigadores o parejas de investigadores más distinguidos de entre todos los que han intentado determinar el límite septentrional en el que la observación tuvo lugar, Storm y Geelmuyden, con el apoyo del capitán Phythian del Observatorio Naval de los Estados Unidos, se decidieron por hacia los 49º 55’ de latitud; Mr. Gathorne-Hardy en principio por hacia de los 49º, «si bien con toda probabilidad las palabras indican una latitud más meridional», pero más tarde lo identificó como al sur de los 37º de latitud; mientras que el Dr. Almar Næss, trabajando a partir de los cálculos de M. M. Mjelde, cree como «muy probable» que Vinlandia se hallaba situada al sur de la Bahía de Chesapeake (36º 54’ N)[60]. En otras palabras, aunque esta frase famosa acaso ayude a convencernos de que alguien hizo una observación significativa en algún lugar de América, no resulta de mucha ayuda para determinar la localización de las cabañas de Leif.
En resumen, hasta que los arqueólogos encuentren y describan, como harán un día, las casas, armas, artefactos y posiblemente los esqueletos nórdicos en Norteamérica, que puedan atribuirse de modo convincente al primer cuarto del siglo XI, nuestro mejor medio de identificar los antiguos terrenos de las exploraciones nórdicas es a través de las sagas. Lo cual nos retrotrae a las exploraciones de Thorvald Eiriksson, tal como aparecen relatadas en la Grœnlendinga Saga y al intento de colonización de Thorfinn Karlsefni, tal como se lee en ambas versiones de Eiríks Saga Rauða. Si se nos objetase que carece de rigor crítico el escoger y seleccionar las sagas según sus visos de verosimilitud, responderíamos que es aún menos riguroso tragarse cualquiera de ellas como quien se traga el anzuelo, el sedal e, incluso, el flotador de la más disparatada ficción.
Hablemos de Karlsefni. Efectuó el viaje con tres naves y ciento sesenta hombres, algunos acompañados de sus esposas. Llevaban consigo «toda clase de animales de cría», incluyendo, sería lógico, vacas y un toro, yeguas y un caballo, ovejas y un carnero y acaso cabras y cerdos. Comenzaron por remontar la costa con la cálida corriente litoral de dirección norte hasta alcanzar el Asentamiento Occidental, posiblemente porque la mujer de Karlsefni tenía propiedades allí, pero más probablemente debido a que esta ruta se había acreditado ya como la más prometedora. Desde el Asentamiento Occidental siguieron navegando más hacia el norte, hasta Bjarney(jar), Isla o Islas del Oso, que no es posible identificar con certeza alguna, pero que quizá se halle en las proximidades de la actual Holsteinsborg, o acaso se trate de Disko. Los argumentos a favor de la región de Holsteinsborg se basan en que aquí la corriente dobla en dirección oeste hacia el litoral norteamericano, y que el navegante de nuestro siglo consideraría una pérdida de tiempo y energías el navegar más hacia el norte antes de poner proa hacia el sur de Baffin Island. Por otra parte, tanto Holsteinsborg como Disko encajan con la suposición de que Karlsefni trataría de pasar el menor tiempo posible en alta mar en consideración a los animales. Suponiendo que saliera de Disko, trataría acaso de beneficiarse de los frecuentes vientos boreales del estrecho de Davis y, al menos en teoría, utilizaría una ruta de acuerdo con el principio clásico de la navegación nórdica de cruzar el océano por el camino más corto y usar los hitos terrestres más destacados. En consecuencia, los navegantes de Noruega y las Islas Occidentales ponían proa a Vatnajokul, los de Islandia en demanda de Snæfellsjokul, y cuando ese hermoso volcán cubierto de nieve se perdiese en el mar a sus espaldas buscarían los gigantes albos y negros de Groenlandia Oriental[61]. De cualquier modo, fuera Holsteinsborg o Disko, el autor de Eiríks Saga Rauða conocía su ruta norteña, lo cual era resultado del creciente conocimiento y exploración. Quizá no fuera la ruta original, pero el conocimiento que más adelante se adquirió de ella acaso explique la mayor dificultad en nuestra interpretación de la última etapa del viaje exploratorio de Bjarni Herjolfsson. Tardó cuatro días en llegar a Herjolfsnes desde el área de la bahía de Frobisher con un viento del suroeste, lo cual resulta imposible. Sin embargo, a un autor de sagas en Islandia que tuviese conocimiento de la mejor ruta (si bien no la primera) y de la duración de la travesía de Bjarni, correcta o incorrectamente, el viento del suroeste le parecería lo más indicado. Nos imaginamos que Bjarni alcanzó la costa occidental de Groenlandia muy al norte de Herjolfsnes y que la costeó hacia el sur hasta hallar el hogar de su padre. Siendo como era un hombre prudente, se había hecho con toda la información existente sobre Groenlandia (esto es, lo que Erik sabía de ella) antes de partir de Eyrar.
Así pues, ayudado por vientos boreales, Karlsefni llegó a Hellulandia, Baffin Island. Pero no se trataba precisamente de la misma zona a la que llegaron y dieron nombre sus predecesores. Como en el caso de Marklandia y, al parecer, de Vinlandia, Hellulandia era el nombre de una extensa faja de terreno costero. Dicho lo cual, basta añadir por el momento que Karlsefni se hizo a la mar y navegó durante dos días empujado por los mismos vientos y que al llegar a Marklandia se encontraba en algún punto frente a la región forestal del Labrador[62]. Desde allí y tras bastante tiempo de navegación sin dejar la costa llegó a una zona, todavía del Labrador, descrita con suficiente detalle. Dos de sus naves eran poco usuales. Había un cabo en el que encontraron la quilla de una embarcación y al que llamaron Kjalarnes, y playas y arenales de tan extraordinaria longitud que los llamaron Furdustrandir, Riberas Maravillosas, porque «llevaba tanto tiempo al recorrerlas navegando». Instantáneamente acuden a nuestra memoria acontecimientos y lugares de los viajes de Leif y Thorvald. Cuando Leif llegó al país que llamó Markland, el paisaje le pareció «llano y cubierto de bosques, con extensiones de arena blanca por dondequiera que iban, escalonándose suavemente hacia el mar». A dos días de navegación hacia el sur divisaron Vinlandia. A su vez, cuando Thorvald costeó hacia el norte desde Leifsbudir topó con tiempo borrascoso frente a cierto cabo, viéndose empujado al litoral y la quilla quedó tan deteriorada que tuvieron que poner una nueva. Al examinar la vieja «dijo Thorvald a sus compañeros: Me gustaría levantar la quilla aquí en el cabo, y llamarlo Kjalarnes[*]». Está claro que el Kjalarnes de Thorvald y el de Karlsefni son lo mismo. Si tratamos de identificarlo, carece de importancia el que aceptemos los relatos de las sagas al pie de la letra, interpretemos un principio general de denominaciones en Islandia, Noruega y Dinamarca, o busquemos en ellas un tipo de historia onomástica bien conocido. Lo que importa es que se pueda verificar la existencia de esas playas de blanca arena y de tan extraordinaria extensión, y de un cabo en forma de quilla a dos días de navegación al norte de Leifsbudir. Se encuentran inmediatamente al sur de Hamilton Inlet, en la costa sudeste del Labrador. Estas playas arenosas, comparadas con la costa rocosa e imponente a partir de Baffin Island hacia el sur, debían de resultar «maravillosas» en verdad para los navegantes. Se extienden a lo largo de unas cuarenta millas al borde de un país llano con hierba, pícea y enebro. La arena, dice el capitán Munn, fina y resistente, es «ideal para los viejos relojes de arena». Desde el Strand (Ribera), que es como se llaman estas blancas playas de unos cincuenta metros de anchura respaldadas de verdor, el Cabo Porcupine se extiende por dos millas mar adentro, con su impresionante perfil en forma de quilla, y es aún hoy día hito importante para quienes pescan en estas aguas.
Existen otros dos puntos de gran importancia para la identificación de esta área. El primero se debe a que la descripción de la topografía de Marklandia-Vinlandia, que leemos en Eiríks Saga Rauða encaja con la del sureste del Labrador y con Terranova septentrional mejor que con cualquier otro lugar. Al sur de Furdustrandir, dice la saga, la costa se torna dentada con los entrantes de las bahías (vágskorit), lo que concuerda con la costa del Labrador, siendo la bahía de Sandwich su ejemplo más inmediato e impresionante. Más adelante se muestra dentada de fiordos (fjarðskorit), o posiblemente de un fiordo como se dice en Hauksbók. Si se refiere a fiordos, se trata de los entrantes desde el norte de Battle Harbour hasta el estrecho de Belle Isle; si alude a un fiordo, corresponde al entrante del estrecho de Belle Isle. De acuerdo con esto el Straumfjord, o Fiordo de la Corriente, era el entrante norte del estrecho de Belle Isle, que por cierto es, aunque él no llegase a saberlo, un paso hacia el sur más que una penetración tierra adentro. Eran navegantes con la experiencia de los inmensos fiordos de Groenlandia, Islandia y Noruega, y su error, si es que puede llamarse así, fue compartido por una larga lista de navegantes distinguidos, hasta que Jacques Cartier hizo su «descubrimiento» más de cinco siglos después. Puede que Straumey, Isla de la Corriente, fuera Belle Isle, o incluso Great Sacred Island, que está en un brazo de mar entre el cabo Bauld, el extremo septentrional del «Promontorium Winlandiæ» y el cabo Onion. A unas cuantas millas al sur se hallan las playas y la hierba de Sacred Bay y en particular de Lance-aux-Meadows (o sea, L’Anseau-Medee; Midi o el nombre de una nave Médée) y Épaves Bay, donde Black Duck Brook se curva hacia el mar siguiendo una zona escarpada, cuyos alrededores han sido el escenario de asentamientos durante un largo período de la historia[63]. Inmediatamente hacia el oeste se encuentra la bahía Pistolet. Hay una espléndida vista de Lance-aux-Meadows y la campiña adyacente y el estrecho de Belle Isle, festoneado de islas, con el cabo Bauld a la derecha y la costa del Labrador a la izquierda, þar var fagrt landsleg[64]. La vista es como para maravillar a un ganadero; después de navegar a lo largo de costas desnudas y rocosas podría al fin desembarcar sus animales donde tendrían millas de excelentes pastos (la «alta» o «abundante hierba» de Eiríks Saga Rauða) con bosques amenos y protección contra el viento. La tierra era comparable con la mejor de Islandia o Groenlandia, abundancia de salmón en los ríos y una cosecha inagotable en el océano. Y había tantos animales marinos y caribú como el más exigente pudiera imaginar. Tenía además otra ventaja. Cuando Erik exploraba Groenlandia, durante los dos primeros inviernos fijó su hogar en las islas exteriores de los fiordos, donde la caza era buena y podía escudriñar el mar abierto. De manera semejante, los exploradores de Vinlandia fundaron una base que había de ofrecerles la mayor libertad de movimientos posible, así como asegurarles los suministros. En verdad que las perspectivas se presentaron halagüeñas para ellos, puesto que desembarcaron en un invierno benigno, pero sufrieron mucho cuando el frío vino de verdad (tal como antes había ocurrido a Floki Vilgerdarson en Islandia). Sin embargo, con la llegada de la primavera, el país volvió a hacerse acogedor. Y no había otros seres humanos. O al menos eso parecía.
En Islandia los colonos nórdicos encontraron unos cuantos papar, y los libros, campanillas y los báculos que éstos se dejaron tras sí. En Groenlandia hallaron viviendas humanas, fragmentos de embarcaciones y artefactos de piedra, pero ningún ser humano. Hasta el momento, en América se habían topado con un recipiente para granos cuando los hombres de Thorvald exploraron la costa occidental de Terranova, y Thorvald había encontrado y maltratado brutalmente algunos skrœlings en el viaje que le llevó a la muerte. ¿Quiénes eran estos skrœlings? ¿Indios o esquimales? Las investigaciones recientes sugieren que los nórdicos no se llevaron bien con ninguna de las dos razas. Alrededor del año 1000 había esquimales mucho más al sur que hoy día. Ocupaban la zona costera septentrional del Labrador, la parte de los entrantes de que ya hemos hablado, desde más arriba de Hamilton Inlet hasta el estrecho de Belle Isle y también el promontorio de Terranova-Vinlandia más al norte de una línea imaginaria que fuese de Port Saunders en la costa occidental hasta la embocadura de la bahía White en la oriental. Al sur de ellos en Terranova y al sur y al oeste en el Labrador, sabemos que había indios algonquinos. Más importante resulta la circunstancia de que había indios que vivían más al norte que los esquimales de la cultura Dorset de Terranova. Con ello tenemos una prueba etnológica de que Straumfjord y, por tanto, el «Promontorium Winlandiæ» se hallaba en la parte septentrional de Terranova y una impresionante evidencia de que Thorvald Eiriksson murió cerca del lago Melville y no pudo haber caído en otro sitio. Porque ninguna otra región de la costa oriental de Norteamérica presenta a comienzos del siglo XI una distribución racial similar[65]. No se puede esperar de los autores de las sagas, en contacto con una remota si bien auténtica tradición que al hablar de los skrœlings discriminen entre indios y esquimales, sacándonos de dudas sobre a quiénes debía de aplicarse la palabra; confusiones parecidas se observan en los diarios de los redescubrimientos de finales del siglo XV y en los mapas del XVI. El estrecho de Belle Isle ha sido una encrucijada desde que se tuvieron noticias de su existencia. Ha atraído a los escandinavos, vascos, franceses, ingleses, y también, a los indios y esquimales. Meldgaard en 1954 y 1956 hizo excavaciones en los antiguos asentamientos de los esquimales de la cultura de Dorset en la zona ártica del Canadá, en el Labrador y Terranova, y en 1956 excavó además las viviendas de los indios vecinos a los esquimales en el área del Northwest River del Lago Melville. Los resultados arrojan luz sobre nuestra interpretación de las expediciones de Thorvald y Karlsefni hacia el norte desde Leifsbudir-Straumfjord. Según la Grœnlendinga Saga Thorvald puso proa al este y luego al norte de Leifsbudir, llegó a Kjalarnes y a continuación se metió por el siguiente fiordo que encontraron, Hamilton Inlet, donde murió de una herida de flecha. Según la Eiríks Saga Rauða Thorvald y Karlsefni se dirigieron hacia el norte desde Straumfjord, rebasaron Kjalarnes, luego torcieron hacia el oeste (Hamilton Inlet era la única entrada posible) dejando a babor las escabrosidades de un bosque. Después de mucho tiempo de navegación echaron el ancla en la desembocadura de un río que fluía de este a oeste, del mismo modo que el English River fluye al lago Melville, donde una flecha hirió de muerte a Thorvald. Los esquimales de esta cultura y época desconocían el uso del arco y las flechas, así que fue una saeta india la que mató a Thorvald. La punta era del mismo tipo que la flecha encontrada por Aage Roussell en Sandnes, en 1930, en el Asentamiento Occidental de Groenlandia, en el rincón noroeste del cementerio, y similar también a la que Meldgaard encontró en 1956 en un antiguo asentamiento indio cerca del Northwest River en la extremidad del lago Melville. La flecha de Sandnes es enteramente india, hecha de cuarcita idéntica a la del Labrador. Se puede considerar, por tanto, como una de las pocas piezas arqueológicas del continente americano, halladas antes del verano de 1962, que nos aportan una evidencia de valor casi indiscutible para los estudios nórdicos. Asimismo, los botes encontrados por Thorvald son indios. Aunque se denominan «botes de piel», es poco probable que se trate de kayaks esquimales[66]. Se trata de los indios, de quienes tenemos abundante evidencia de que dormían bajo sus canoas de corteza de abedul. En Eiríks Saga Rauða encontraremos referencias de los habitantes de Hvitramannaland que vestían de blanco, lo cual representa una aportación adicional, aunque no irrebatible, acerca de los indios que se presume vivirían más hacia el interior que la franja litoral del este del Labrador donde habitaban los esquimales; porque la observación mencionada puede que se refiera a las ropas de baile de los Naskaupi, hechas de gamuza blanca o piel de gamo. Y, viceversa, los cinco skrœlings asesinados por Karlsefni mientras dormían arrebujados en sus jubones de pieles cerca del mar, entre Hop y Straumfjord, con sus recipientes de madera que contenían médula de animales mezclada con sangre, eran esquimales[67]. Así como, muy probablemente, lo eran los skrœlings con los que Karlsefni comerció primeramente y más tarde luchó en Hop, al sur de Straumfjord (en el caso de que este encuentro no tuviera lugar en el mismo Straumfjord[68]). En sus botes de piel o en sus canoas, blandiendo sus canaletes de dos paletas y tan numerosos en su segunda aparición que parecería como si la bahía se hubiera sembrado de carbones, uno tiene la impresión de que debe de tratarse de esquimales[69]. Hubo una lluvia de proyectiles (skothríð), pero no se mencionan flechas y los skrœlings poseían también, «hondas de combate» (höfdu ok valslöngur, Skrœlingar) sobre cuya naturaleza se ha discutido mucho. Puede que se tratara de «el formidable instrumento al que se podría aplicar el nombre de “balista”», descrito por Schoolcraft como una antigua arma algonquina[70]; o acaso sea, tal como cree Meldgaard, el arpón esquimal que llevaba una vejiga llena de aire a modo de flotador, desconocido de los indios, pero muy importante entre los esquimales de la cultura de Dorset hacia el año 1000[71]. La segunda hipótesis parece la más probable desde todos los puntos de vista. Esta dura batalla con los belicosos skrœlings echó por tierra el intento de Karlsefni de establecer permanentemente una colonia europea en Norteamérica. Eran pocos y sus armas inadecuadas. No se sentían inclinados a usar la diplomacia y eran incapaces de conquistar. Así que, en principio, se retiraron de Hop y volvieron a su base de Straumfjord. Karlsefni, que era hombre razonable en lo que se refiere a los skrœlings vivos, consideró que era su deber la búsqueda de Thorhall el Cazador y sus ocho o nueve compañeros, que se habían marchado descontentos y que esperaban encontrar la vinícola Vinlandia en el área de Hamilton Inlet y del lago Melville. Por ello se encaminó al norte y oeste y de este modo se encontró de nuevo con los skrœlings. No deseando poner en peligro las vidas de sus compañeros, se retiró a Straumfjord, donde pasó otro desapacible invierno. La presencia de mujeres en el campamento originó amargas disputas y creó profundas divisiones. No sería extraño, pues, que, cuando se marcharon de Vinlandia a la primavera siguiente, sintieran el amargo sabor del fracaso. Con ellos partió el niño Snorri, hijo de Karlsefni, el primer blanco nacido en América de que se tiene noticia, y Bjarni Grimolfsson y los suyos, la mitad de los cuales iban a encontrar la muerte en el mar.
Seguramente se hicieron más viajes a Hellulandia, Marklandia y Vinlandia. Al verano siguiente la virago que Erik tenía por hija llevaría una sangrienta misión a Leifsbudir. Un siglo más tarde, en 1121, los Anales Islandeses registran que «el obispo Erik de Groenlandia fue en búsqueda de Vinlandia» (Konungsannáll); «Erik, obispo de los groenlandeses, fue en busca de Vinlandia» (Gottskálksannáll), no sabemos con qué intención, ni si tuvo éxito o no[72]. Tampoco sabemos si regresó. La siguiente y última referencia a las tierras de más allá de Groenlandia está en los Anales para 1347. «También vino una embarcación de Groenlandia, de tamaño más reducido que las pequeñas embarcaciones islandesas; llegó hasta la parte de afuera de Straumfjord (cerca de Budir en Snæfellsnes) y no tenía ancla. Había diecisiete hombres a bordo. Habían hecho un viaje a Marklandia, pero después se habían visto empujados fuera de curso por la tormenta hasta llegar allí (Skálholtsannáll hinn forni).» «En aquel entonces vino la embarcación de Groenlandia, que había hecho un viaje a Marklandia y llevaba dieciocho hombres a bordo» (Flateyjarannáll). Probablemente habían ido a Marklandia a por madera, y posiblemente pieles y, de no haber sido porque las tormentas les hicieron perder el rumbo arrastrándoles a través del mar hasta Islandia, los anales de este país no los hubieran mencionado. Es materia de especulación cuántos fueron los viajes que llegaron a feliz término entre Groenlandia y Marklandia durante los tres siglos precedentes, y si dichos viajes hubieran podido continuar tras la pérdida del Asentamiento Occidental y de Nordseta hacia mediados del siglo XIV.
8. KAYAKS Y UMIAK
La indumentaria del kayakero en primer término es moderna (siglo XIX). Ambos kayaks llevan un arpón con flotador de vejiga y canalete de doble pala. Al fondo, un bote largo, hecho de cueros (umiak).
Nos gustaría admitir que unos navegantes tan expertos e intrépidos como fueron los nórdicos hasta su declive a finales del siglo XIII hubieran seguido presionando más allá del sur del «Promontorium» y acaso hacia el norte de los primeros desembarcos en Baffin Island. Y, sin embargo, nada de lo que se dice en «las mentirosas sagas» acerca de las partes de Hellulandia no colonizadas merece nuestra creencia. Puede que fuera muy distinto más al sur, especialmente si interpretamos la frase «Promontorium Winlandiæ» como indicación de la extremidad septentrional de un área indefinida que se extendiera hacia el sur. Después de todo, las historias sobre racimos de uva y cálidos veranos que enriquecieron la tradición nórdica de Vinlandia acaso fuesen el resultado de amplios viajes a las costas por debajo del «Promontorium». Quizás hubo viajeros posteriores y viajes más largos que borraron los contornos del desembarco de Leif y el asentamiento de Karlsefni. Bastaría un simple descubrimiento en Massachusetts o en Rhode Island (o Virginia) para convertir la teoría en un hecho. Uno se pregunta: ¿por qué razón debe ser Vinlandia «hid eina sanna Vínland», precisamente el área de Sacred Bay? De momento, existe muy poca evidencia fidedigna de que los nórdicos llegaran a Nueva Inglaterra y aún menos de que navegaran más al sur[73]. Karlsefni había demostrado que no se hallaba nada al sur sino complicaciones y, si hemos de creer en la evidencia que poseemos (que no es precisamente abundante), sus compañeros no echaron en saco roto la lección. De todos modos, los viajes largos más al sur acabarían por hacerse impracticables con el tiempo, imposibles en verdad, por la simple razón de que los groenlandeses no tenían naves lo bastante buenas para la travesía. La embarcación que fue a parar frente a Straumfjord en 1347 resultaba pequeña incluso para la degenerada norma islandesa y los nórdicos habían perdido sus virtudes náuticas[74].