¡Una semana!
¡Una puta y jodida semana ha pasado desde que me aleje de Cassandra! Y simplemente ya no puedo.
Estoy más distraído en el trabajo que lo habitual, y eso que he tratado de hacer acopio a todo mi ser para poder llegar todos los días, hasta hartarme. Entro muy temprano a la oficina, soy el primero en llegar y el ultimo en irme, pero no lo soporto. Estoy a punto de desmoronarme sin Cassandra junto a mí.
No sé cómo una adolescente con la que casi no he entablado conversación, con la que solo me la paso follando, me ha cambiado tanto la vida, me ha liberado de la opresión de la monotonía y del matrimonio forzado, e incluso, me ha abierto los ojos para que me dé cuenta de cuanta influencia ha ejercido mi padre sobre mí hasta el punto de dominarme en mi vida profesional.
Tal vez no sea exactamente ella, sino como la proyecto, pero de cualquier manera… no aguanto vivir de esta manera.
Mi padre se siente feliz porque según él estoy siguiendo al pie de la letra sus recomendaciones y por supuesto, no pudo esperarse para decirle a Ana lo feliz que estaba por haberle contado a ella para que me hiciera reaccionar.
Diría que se podría calificar ese momento como perturbador.
Lo que me llevo a pensar: ¿desde cuándo mi esposa y mi padre son cómplices en el manejo de mi vida?
Contemplo el reloj, que por cierto, es lo único que paso haciendo una vez termino con todas las cosas que tengo que hacer, lo cual usualmente incluye leer unos cuantos proyectos de ley y ver los comentarios que le han hecho mis asesores a la misma; pero no me concentro lo suficiente para hacerlo eficazmente y tampoco me gusta pasar con la misma cosa durante tres horas seguidas; y esto me ha llevado a hacer justo lo que mi padre quería: adoptar o mejor dicho aceptar lo que el partido quiera que haga, votar en contra o a favor de algo.
Faltan apenas dos horas para las diez de la noche, y tendría que irme a mi casa a ver qué hago ahí para no pensar en Cassandra, pero es peor si estoy en esa oficina en donde tengo ese escritorio idéntico al que tengo en el departamento, y en el que me he follado a mi antojo a ese dulce ángel.
Saco el celular y nuevamente tecleo un mensaje de “quiero verte”, pero al final no lo envió. Cassandra merece algo mejor, me repito una y otra vez.
Miro el teléfono una vez más y las ansias me ganan y le termino mandando el mensaje y muerdo mis uñas mientras espero respuesta por su parte.
Al instante, cae su respuesta.
“Te he extrañado esta semana, por favor veámonos, no me importa la hora, solo quiero verte”.
Suspiro aliviado al ver que no he sido el único al que le ha hecho falta el otro.
Necesito verla urgentemente, quiero tenerla entre mis brazos y hacerla mía tanto físicamente como en todos los sentidos posibles.
Le escribo que nos veamos dentro de media hora en el departamento.
De inmediato, me levanto y salgo corriendo para estar a la hora pactada, desde ahora tratare de tratarla como se merece, al menos procurare ser menos… jodido.
Pero no fue así… no pude tratarla como se merece.