EL AUTOR Y SU OBRA
GUILLERMO Cabrera Infante nació en Gibara, provincia de Oriente, Cuba, el 22 de abril de 1929 y falleció en Londres el 21 de febrero de 2005.
Su vocación literaria fue muy temprana. Estudió periodismo y en 1954, con el seudónimo de G. Caín, empezó a ejercer como crítico cinematográfico en la revista Carteles, de la que llegaría a ser jefe de redacción. Fue fundador y director del magazine literario Lunes de Revolución hasta su cierre en 1961. En 1962 viajó a Bélgica como agregado cultural. Regresó a Cuba, en 1965, a los funerales de su madre, renunció a la diplomacia y se exilió en Europa.
Desde 1966 vivió en Londres en compañía de Miriam Gómez, con quien se había casado en 1961 y que se convertiría en su compañera inseparable.
Su obra literaria se inició con el volumen de relatos Así en la paz como en la guerra (1960), al que siguieron, entre otros títulos, la novela Tres tristes tigres, que obtuvo en 1964 el premio Biblioteca Breve, Vista del amanecer en el Trópico (1974), La Habana para un infante difunto (1979), o sus libros de cuentos recogidos en el volumen Todo está hecho con espejos (1999). Su obra ensayística se extiende por todo tipo de registros: los escritos sobre cine Un oficio del siglo XX (1963), Arcadia todas las noches (1978) o Cine o sardina (1997); colecciones de artículos y ensayos, como 0 (1975), Exorcismos de esti(l)o (1976) y El libro de las ciudades (1999); y las reflexiones de índole política Mea Cuba (1992). Mención aparte merece su memorable homenaje al tabaco Holy smoke, escrito originalmente en inglés (1985) y que años más tarde vería la luz en español con el título de Puro humo (2000). También escribió varios guiones, entre ellos el de la película de culto Vanishing Point (1971). Considerado como una de las voces más brillantes y personales de la literatura en lengua española, recibió el premio Cervantes en 1997.
Estela no llega a los dieciséis años ni al metro sesenta ni tampoco alcanza a entender la palabrería de ese crítico de cine que se ha enamorado de ella. Él tiene ya una edad y una esposa que ha dejado de esperarlo despierta...
Pero ésta no es otra de esas historias de amor en la que un maduro intelectual queda atrapado por la belleza de una ingenua adolescente, porque Estelita tiene un plan que es de todo menos inocente. De fondo, música de bolero y una Habana ruidosa y sensual. Puro Guillermo Cabrera Infante. El escritor cubano nos habla dejado hasta ahora dos obras maestras: Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto. Pero era un secreto a voces que Cabrera Infante escribió durante sus últimos años una nueva novela que ampliaría su fresco de La Habana anterior a 1959, con numerosas pinceladas autobiográficas: «Según la física cuántica se puede abolir el pasado o, peor todavía, cambiarlo. No me interesa eliminar y mucho menos cambiar mi pasado. Lo que necesito es una máquina del tiempo para vivirlo de nuevo. Esa máquina es la memoria». La ninfa inconstante muestra a las claras todas las facetas del estilo de Cabrera Infante: los juegos de palabras que tanto fase a ese infatigable explorador del lenguaje, sus referencias cinematográficas y literarias, el gusto por las expresiones del habla popular y ese personalísimo y exquisito sentido del humor que puebla cada una de sus páginas.