Atrapa el día —o más bien la noche. No, el día. El día entero. Márcalo con una piedra blanca. ¿Qué tal el peñón blanco del hotel? Márcalo. ¿Y sus ojos? Márcalos también. Marca el día, atrápalo, cógelo por las tetas. Teticas más bien. Márcalo, por favor, no seas dejado. Marca el día. Era el 16 de junio de 1957. ¿Ése fue el día? Ese día no es tuyo. No puede de ninguna manera ser el 16. Pero era junio y era 1957. Aunque probablemente no el 16. Digamos con firmeza que tal vez no fuera ese día. Pero era, créanme, junio y 1957. Bueno, vamos a dejar el 16 si quieren. Debernos marcarlo con una piedra blanca. Deja la fecha, déjala, que no me molesta, pero será una fecha de ficción, no la verdadera. ¿Y quién quiere una fecha de verdad? Por eso te digo, déjala. Aunque creo que no debes volver a mencionarla. Coge la piedra y deja el día.