Notas

[1] VV. AA., Guerra y Revolución en España, Progreso, Moscú (1966), T. II, pp. 266-270. <<

[2] Aunque desde hace algo más de una década, con la implosión de la Unión Soviética y la práctica desaparición del panorama político de la opción comunista, los autores adscritos a las corrientes de la derecha neoconservadora y posfranquista han situado al PSOE en el centro del punto de mira que siempre había ocupado el PCE. <<

[3] En sus memorias Carrillo (1993, p. 332) no reconoce el efecto deletéreo que para el PCE tuvo la derrota tal como se produjo, a tenor de lo que expresa en estos términos: «En cualquier caso el debate posterior, si se hubiera generalizado en el partido, no hubiera contribuido a cambiar nada y podía haber provocado uno de esos conflictos bizantinos, tan característicos de las emigraciones políticas». Lo cierto es que tanto los expulsados en los años inmediatamente posteriores (José del Barrio) como los expulsables en un futuro (Enrique Líster) reclamaron en múltiples ocasiones un debate abierto sobre el comportamiento de la dirección tras el golpe de Casado. <<

[4] La construcción del discurso prietista sobre la deletérea influencia comunista sobre Negrín comenzó con su Informe ante el Comité Nacional del Partido Socialista Obrero Español de 9 de agosto de 1938, donde dio cuenta de su versión acerca de su salida del Gobierno. Posteriormente, en Francia y México reformuló varias veces los mismos argumentos, recogidos en Prieto, Indalecio: Entresijos de la guerra de España, Planeta, Barcelona (1989); y Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional, Planeta, Barcelona (1989). <<

[5] Prólogo a la edición francesa de Cómo y por qué…, septiembre de 1939. <<

[6] Largo Caballero, Francisco, Mis recuerdos, Cartas a un amigo, Editores Reunidos, México (1954). <<

[7] El artículo se encuentra en AHPCE, Partido Socialista Obrero Español, Dirigentes, Araquistáin, 1939, carpeta 131, 7/4. <<

[8] «Juan Negrín es el hombre de gobierno más funesto e irresponsable que ha tenido España desde hace muchos siglos… En otras épocas, por mucho menos, se fusilaba a los hombres responsables de tantas catástrofes, de tanta sangre y de tanta ruina, o por lo menos se les condenaba a una merecida prisión a no ser que ellos prudentemente huyeran antes al extranjero a morir en el oprobio, en el olvido o en la pobreza, mientras la Historia dictaba sobre ellos su ardua sentencia». AHPCE, Partido Socialista Obrero Español, Dirigentes, Araquistáin, Carta al presidente Martínez Barrio, 1939, carpeta 131, 7/4. <<

[9] Martínez Amutio (1896-1983) fue elegido senador por Valencia en las primeras elecciones democráticas de 15 de junio de 1977. <<

[10] «Los principios básicos de nuestra ideología sobre los que se apoyaban nuestras organizaciones, los que sentían nuestros afiliados, tenían en su origen una absoluta coincidencia, pero habían sido adulterados por lo que… rechazamos la filosofía de lo que se dio en llamar el marxismo-leninismo. Nos separaba esto y una conducta, unos métodos y nuestro respeto a la condición del hombre, unas normas y unas tácticas de lucha, que tampoco aceptábamos, y entre otros aspectos, la ausencia total de lealtad en sus relaciones, además del desprecio a la verdad y a la razón, sin contar con que nosotros nunca negamos, en tanto que socialistas, la condición de españoles y por ello sentíamos una aversión profunda a someternos a los dictados de un poder extranjero». Martínez Amutio (1974, pp. 13-14). <<

[11] Martínez Amutio (1974, pp. 24-27). <<

[12] García Oliver, Juan, El eco de los pasos, Planeta, Barcelona (2008); Mera, Cipriano, Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista, CGT (ed.), Madrid (2006); Abad de Santillán, Diego, Por qué perdimos la guerra: una contribución a la historia de la tragedia española, G. del Toro, Madrid (1975); y Peirats, José, La CNT en la revolución española, Ruedo Ibérico, Madrid (1978). <<

[13] De Valentín González lo más conocido es su Vida y muerte en la URSS, Bel, Buenos Aires, 1951, y Comunista en España y antiestalinista en la URSS, Guarania, México (1952). De Castro Delgado, La vida interna de la Komintern: Cómo perdí la fe en Moscú, EPESA, Madrid (1950); y Hombres made in Moscú, Caralt, Barcelona (1963). <<

[14] Hernández, J., Yo fui un ministro de Stalin, América, México (1953). <<

[15] Hernández, J., «La URSS en la guerra del pueblo español», Acción Socialista, n.os 24, 25, 26, 27-28, 31, 32-33 y 34, París, 1952. <<

[16] Southworth, H. R., «“El gran camuflaje”: Julián Gorkin, Burnett Bolloten y la Guerra Civil española», en Preston, P. (ed.), La República asediada, Península, Barcelona (2001), p. 460. <<

[17] Archivo de la Fundación Pablo Iglesias (AFPI), Correspondencia entre Julián Gorkin y Enrique Castro Delgado, AJGG-558-35; idem sobre el Campesino, AJGG-559-27; idem con José Bullejos, AJGG-558-23. <<

[18] Gorkin, J., España, primer ensayo de democracia popular, Asociación argentina por la libertad de la cultura, Buenos Aires (1961). <<

[19] Gorkin, J., Contra el estalinismo, Laertes, Barcelona (2001). Los textos de varios de sus artículos pueden consultarse en internet: http://www.fundanin.org/agorkin.htm. <<

[20] AFPI, Correspondencia entre Julián Gorkin y Burnett Bolloten, AJGG558-17. <<

[21] Ararrás, J., Historia de la Cruzada española, Madrid, Ediciones Españolas (1939-1943); Aznar, M., Guerra y victoria de España (1936-1939), Madrid, Magisterio Español (1942). <<

[22] García Venero, M., Historia de las Internacionales en España, Madrid, Ediciones del Movimiento (1956-1957), 3 tomos. De Comín y Carlavilla se hace referencia más abajo. <<

[23] Comín Colomer, E., Historia del Partido Comunista de España, Madrid, Editora Nacional (1967); Carlavilla, M., El comunismo en España; Madrid, Bergua (1935); Ruiz Ayúcar, A., El Partido Comunista, 37 años de clandestinidad, San Martín, Madrid, (1976); sobre De la Cierva hay una demoledora crítica en Southworth, H. R., «Los bibliófobos: Ricardo de la Cierva y sus colaboradores», en El mito de la cruzada de Franco. Mondadori, Barcelona, (2008), pp. 545-586. <<

[24] La editorial francesa que tenía los derechos exclusivos para Europa del libro de Castro era Gallimard, que lo publicó en 1950 con el título J’ai perdu la foi à Moscou. Ese mismo año apareció en España, publicado por Ediciones y Publicaciones Españolas (EPESA). Las fuentes comunistas en México hicieron correr el bulo de que la editorial gala pertenecía al movimiento ultraderechista Croix de Feu. AHPCE, Divergencias, 107, 1/1, «Informe sobre el grupo H. C. D», n.º 120, México, (1951). <<

[25] AFPI, Correspondencia entre Julián Gorkin y «el Campesino», AJGG559-27. <<

[26] Hernández, J., Yo, ministro de Stalin en España, prólogo y notas de Mauricio Carlavilla, Nos, Madrid (1954). Hasta siete años después de su muerte en México, en 1974, no se editaría en España una parte de su testimonio autobiográfico sin las grotescas apostillas de Carlavilla y con el consentimiento de la viuda. El título (En el país de la gran mentira. Segunda parte del libro «Yo fui un ministro de Stalin», G. del Toro, Madrid, 1974) se inspiraba directamente en el del libro del croata Ante Ciliga, Au pays du grande mensonge (París, 1938) que se completó en 1950 con Sibérie, terre de l’exil et la industrialisation, para adquirir el título definitivo de Dix ans au pays du mensonge déconcertant. <<

[27] Morán (1986, p. 78). <<

[28] Fueron los casos de Franz Borkenau o Arthur Koestler, miembros del Partido Comunista Alemán (KPD), destacados ambos en España durante la guerra civil. Las reflexiones de Borkenau quedaron recogidas en El reñidero español (1937), y en World Communism; Koestler, que escribió sobre sus experiencias en la guerra civil en su Spanish Testament (1937), giró hacia el anticomunismo en El cero y el infinito (1942), y reflejó su revelador viaje a la URSS en el tercer volumen de su autobiografía, Euforia y utopía. Jan Valtin, veterano espartaquista infiltrado en la Gestapo publicó en 1941 Sans patrie ni frontières, obra autobiográfica que denunciaba las falsificaciones del estalinismo; el croata Ante Ciliga, fundador del Partido Socialista Obrero Yugoslavo (comunista) y director del semanario Borba («La Lucha»), se adhirió al trotskismo y fue deportado a Siberia; escribió un libro testimonial de sus vivencias titulado Au pays du grand mensonge, publicado en París en 1938; el peruano Eudocio Ravines, delegado de la Comintern para Latinoamérica, y organizador del Frente Popular de Chile, rompió con el estalinismo tras el pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 y publicó La gran estafa en 1953; Ettore Vanni, pedagogo y director del diario comunista valenciano Verdad, cuyo libro vio la luz en 1950, con el título de Yo, comunista en Rusia; los americanos Louis Fischer, periodista, y Benjamin Gitlow, antiguo dirigente del PC de los Estados Unidos, que publicitó su desengaño en sus memorias, The Whole Of Their Lives, Western Islands, Boston (1948); Fischer y otros excomunistas, como el antiguo compañero de Toglliatti y Gramsci, Ignazio Silone, dejaron constancia de sus retractaciones en una obra recopilada por Richard Crossman, Le Dieu des ténèbres, París (1950). <<

[29] Su Homenaje a Cataluña se ha convertido en la obra de referencia de los nostálgicos de la «revolución traicionada», con continuas reediciones desde su primera aparición en 1938. <<

[30] Gitlow (1965, pp. 271-272). Evidentemente, las interpretaciones se acomodaban a la evolución del contexto internacional específico en que escribía cada autor. Gitlow, que publicó sus memorias el año de la primera gran crisis de la naciente Guerra Fría —el bloqueo de Berlín (1948)—, llevó las implicaciones del conflicto español más allá de donde se había quedado Krivitsky, para quien el motivo esencial de la implicación de Stalin en la guerra de España había sido crear un régimen bajo control para forzar a Francia e Inglaterra a pactar con la URSS o, en última instancia, utilizar a España como base de regateo para llegar a un acuerdo con Alemania. Cito la edición a cargo del inefable Mauricio Carlavilla (Mauricio Karl), Yo, Jefe del Servicio Secreto Militar Soviético, Sucesor de Hipólito de Pablo, Guadalajara (1945), p. 126. <<

[31] Bolloten, B., La Guerra Civil española: Revolución y contrarrevolución. Alianza, Madrid, (1997, pp. 167-169). <<

[32] Aróstegui (1990). <<

[33] En el transcurso de mi investigación sobre la biografía del exdirigente comunista Jesús Hernández —Hernández Sánchez (2007)— me dirigí a la institución que custodia los archivos de Bolloten, la Hoover Institution de la Universidad de Stanford (California), para solicitar copia de la información que poseyera sobre el personaje, que aparece en la relación de Bolloten como producto de entrevista personal. Se me remitió amable y gratuitamente en un plazo muy breve de tiempo la reproducción de lo que no dejaba de ser una metódica colección de recortes de prensa y libros, sin señal alguna que revelase la existencia de un trato personal entre el exministro de Instrucción Pública y el erudito americano. <<

[34] Véase Hernández Sánchez (2007); y Prólogo a V. González, el Campesino, Comunista en España y antiestalinista en la URSS, Espuela de Plata, Sevilla (2008, pp. 9-31). <<

[35] Publicación que, como demostró H. R. Southworth, contaba con financiación de la CIA. Southworth, H., «El gran camuflaje: Julián Gorkin, Burnett Bolloten y la guerra civil española», en Preston, P. (ed.), La República asediada: Hostilidad internacional y conflictos internos durante la guerra civil, Península, Barcelona (1999). Para los apólogos de Gorkin no hay problema en hacer de la necesidad virtud: «Si Gorkin hubiese recibido fondos de la CIA habría sido para defender proyectos —en especial, Cuadernos— que combinaban el anticomunismo y la oposición al franquismo. Esta revista, según Víctor Alba, posibilitó publicar —y sobrevivir— a un grupo bastante importante de escritores republicanos exiliados, en una época en que la prensa de izquierdas latinoamericana estaba controlada por los comunistas». Ferri Ramírez, M., «Julián Gorkin, la vida de un luchador», introducción a Gorkin, J., Contra el estalinismo, Laertes, Barcelona (2001). Se puede consultar on line en la web de la Fundación Andreu Nin: http://www.fundanin.org/gorkin5.htm. <<

[36] Krivitsky cifra la evolución de la militancia comunista de los 23 000 anteriores a la guerra a los más de 200 000 en marzo de 1937. <<

[37] «Después el Frente Popular (dieciséis diputados y unos 25 000 miembros) y de la intervención soviética en España, ese insignificante partido [el PCE] tenía que convertirse en la primera fuerza política del país (alrededor de medio millón de afiliados) y dominarlo casi todo». Gorkin (1961). <<

[38] Payne (2003, p. 372). <<

[39] Dado que en las listas de ventas aparecen regularmente en posiciones destacadas algunas de las últimas elucubraciones de esta línea, Payne ha decidido aspirar al podio con su última obra (Payne, 2010), en la que ya desde la contraportada estimula las papilas de sus píos lectores con la caracterización de la Segunda República como una «democracia poco democrática», y su absolución a los sediciosos del 18 de julio, ya que «no fue una rebelión contra la democracia porque como tal ya no existía en España». <<

[40] Alba, V., El Partido Comunista en España. Ensayo de interpretación histórica, Planeta, Barcelona (1979). Las reflexiones de Borkenau quedaron recogidas en El reñidero español (1937), y en World Communism; Koestler reflejaría su revelador viaje a la URSS en el tercer volumen de su autobiografía, Euforia y utopía. <<

[41] Maurín, J., Revolución y contrarrevolución en España, pp. 287 y ss. Citado en Alba, op. cit., pp. 176-177. Maurín comete, a lo largo de este análisis, diversos errores cuantitativos (el PCE obtuvo 17 diputados —no 16— en febrero de 1936), cronológicos y de identificación personal (ni Humbert-Droz ni Rabaté eran asesores de la Comintern para el PCE en julio de 1936; lo habían sido entre 1930 y 1932), que Alba no se molesta en comprobar. Gotovitch, J., et al., Komintern: L’histoire et les hommes. Dictionnaire biographique de l’Internationale communiste, Éditions de l’Atelier, París, (2001, pp. 339-341 y 469-470). <<

[42] Entre ellos, H. R. Southworth, Gabriel Jackson, Gerald Brenan, Hugh Thomas y Stanley G. Payne. <<

[43] Cito la edición de Thomas, H., La guerra civil española, Ruedo Ibérico, París, (1967). <<

[44] El acrónimo corresponde a la Federación Catalana de Gremios de Pequeños Comerciantes e Industriales. <<

[45] Thomas (1967, pp. 407-408). Las siglas GEPCI correspondían a los Gremis i Entitats de Petits Comerciants i Industrials, sindicato de autónomos integrado en la UGT catalana. La otra referencia incompleta es a la Federación Campesina de Levante, impulsada por el PCE. <<

[46] Brenan, G., El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de la guerra civil, Ruedo Ibérico, París (1962). [Cito la edición de Ibérica de Ediciones y publicaciones, Barcelona (1977)]. <<

[47] Brenan (1962, p. 368). <<

[48] Brenan (1967, pp. 370 y 390). <<

[49] Jackson, G., La República española y la guerra civil, Crítica, Barcelona (1976). La primera edición en español se publicó en México en 1967. <<

[50] Refiriéndose a los oficiales del ejército que entraron en el PCE, Jackson afirma que «se afiliaron al partido, no basándose en la doctrina marxista, sino en la eficacia de los comunistas en la defensa de Madrid»: Jackson (1976, p. 317). <<

[51] Hermet, G., Los comunistas en España, Ruedo Ibérico, París, 1972. <<

[52] Broué, P. y Témine, E., La Revolution et la guerre d’Espagne, Les editions de minuit, París, 1961. Traducción española en La Revolución y la Guerra de España, FCE, México, 1977, 2 tomos. Padilla, A., El movimiento comunista español, Planeta, Barcelona, 1979; Estruch, J., Historia del PCE (1920-1939), t. I. El Viejo Topo, Barcelona, 1978. Thomas, H., La guerra civil española, Ruedo Ibérico, París, (1967, pp. 407-408). <<

[53] Testimonio de José Agustín Goytisolo, en Vilar, S., Protagonistas de la España democrática. La oposición a la dictadura (1936-1969), Éditions Sociales, Barcelona, París, Madrid (1968), p. 310; citado en Hermet (1972, p. 39); y en Estruch, J., Historia oculta del PCE, Temas de Hoy, Madrid (2000), p. 133. <<

[54] Hermet (1972, p. 39). <<

[55] Broué y Témine (1977, t. I, p. 271). <<

[56] Radosh, R., Habeck, M. R., y Sevostianov, G., España traicionada. Stalin y la guerra civil, Planeta, Barcelona (2002). <<

[57] Payne, S. G., (2003, p. 302). <<

[58] Se puede apreciar la diferencia abismal que existe entre la interpretación de Payne y la de Rafael Cruz sobre la secuencia de líneas estratégicas de la Comintern comparando la lectura de las páginas 14-16 del libro de Payne: Unión Soviética, comunismo y revolución en España, y las 106-108 del trabajo de Cruz: El Partido Comunista de España en la Segunda República, Alianza, Madrid (1987). <<

[59] Estruch (2000, p. 132). De nuevo este autor no le concede importancia a citar sus fuentes, y ni siquiera, aunque lo hace reiteradamente en la repetición de lugares comunes, se toma la molestia de consultar a Hermet, quien sostiene: «Es cierto que las centrales sindicales anarquista (CNT) o socialista-comunista (UGT) reúnen efectivos infinitamente superiores a los partidos. Así, la CNT habría alcanzado 2 178 000 miembros, repartidos en 22 provincias, en abril de 1937, mientras que en febrero de 1936 tendría 1 500 000 en las 50 [sic] provincias… La FAI habría pasado de 10 000 a 30 000 adherentes en la primavera de 1936 a 150 000 en abril de 1937». Para estos datos cita a C. M. Lorenzo: Les anarchistes espagnoles et le pouvoir (1868-1969). Traducción española en Ruedo Ibérico, París (1972). Hermet (1972, pp. 36-37). <<

[60] Broué y Témine (1977, t. I., p. 266). <<

[61] Borkenau, F., El reñidero español, Ruedo Ibérico, París (1971), p. 160. <<

[62] Broué y Témine (1977, t. I., p. 270); y Estruch (2000, p. 134). <<

[63] Cattel (1955, p. 95). El autor americano no creyó necesario precisar su fuente, pero como se ve eso no ha constituido ningún inconveniente para los que han escrito después de él. <<

[64] AHPCE, Documentos, Afiliados al Partido, Film XVII, 214, año 1938. <<

[65] Broué, P., Staline et la Révolution. Le cas espagnol, Fayard, París (1993). El autor, por otra parte, se permite la licencia de enmendar la plana al trabajo de la actual generación de historiadores españoles cuyos trabajos de síntesis son «pobres e inspirados más por las necesidades políticas que por la búsqueda de la verdad histórica». Concluye la regañina dictaminando que en la historiografía española de los últimos años se ha encarnado el estalinismo en su versión negrinista (sic), obligándole a él, cual don Quijote de la Revolución Perdida, a retomar la pluma y el análisis en el punto en que lo dejó antaño junto a Émile Témine, y que él mismo considera —modestamente— que había resistido bastante bien el embate conjunto del «tiempo, la afluencia de documentos e informaciones y, más aún quizás, los asaltos repetidos, y muy a menudo insidiosos, de una generación de nuevos compañeros de viaje», algunos de los cuales escriben la Historia en función de sus propios prejuicios (p. 17). <<

[66] Courtois, S., y Panné, J.-L., «La sombra del NKVD proyectada en España», en El Libro Negro del Comunismo, Planeta, Barcelona (1998), pp. 377-398. <<

[67] Courtois y Panné (1998, p. 378). <<

[68] Beevor, A., La guerra civil española, Crítica, Barcelona (2005), pp. 154, 165 y 227. El redondeo exagerado de Beevor («Si a principio del verano de 1936 los miembros del PCE podían ser unos 38 000, hacia fin de año se acercaban a los 200 000 y en marzo de 1937 rondaban los 300 000» —p. 227—) es inexplicable teniendo en cuenta que cita a Estruch (2000, p. 132), que se refiere a 250 000, basándose, a su vez, en las cifras del Pleno de Valencia (249 140 afiliados). <<

[69] La evolución de los distintos marcos interpretativos se puede seguir en el capítulo XVII de Viñas, A., y Hernández Sánchez, F., El desplome de la República, Crítica, Barcelona (2009), pp. 413-451. <<

[70] De todos estos encuentros se han publicado las actas correspondientes (véase la bibliografía), excepto, lamentablemente, del tema que constituye el asunto del presente trabajo. <<

[71] Erice (2002, p. 316). Ocho años después, esta afirmación sigue siendo plenamente actual. <<

[72] Elorza, A. y Bizcarrondo, M., Queridos camaradas. La Internacional Comunista y España, 1919-1939, Planeta, Barcelona (1999); Kowalsky, D., La Unión Soviética y la guerra civil española. Una revisión crítica, Crítica, Barcelona (2004); Rybalkin, Y., Stalin y España. La ayuda militar soviética a la República, Marcial Pons Historia, Madrid (2007); Schauff, A., La victoria frustrada. La Unión Soviética, la Internacional Comunista y la guerra civil española, Debate, Barcelona (2008). <<

[73] Elorza y Bizcarrondo (1999, p. 15). <<

[74] Erice (2002, p. 320). <<

[75] Carr, E. H., La Comintern y la Guerra Civil española, Alianza, Madrid (1984). <<

[76] Viñas, A., La soledad de la República (2006); El escudo de la República (2007); y El honor de la República (2008), Crítica, Barcelona. Existe una edición en bloque, bajo el título La República española en guerra (2009). También, junto con Fernando Hernández Sánchez, El desplome de la República, Crítica, Barcelona (2009). <<

[77] E. P. Thompson, «La economía moral de la multitud», pp. 215-216, en Costumbres en común, Crítica, Barcelona (1995). Thompson señala acertadamente que semejante reduccionismo haría protestar a los historiadores tradicionales si lo advirtieran en el trabajo de sus colegas marxistas. Constituye «un motivo de sorpresa el clima intelectual-esquizoide que permite a esta historiografía coexistir (en los mismos sitios y a veces en las mismas mentes) con una antropología social que deriva de Durkheim, Weber o Malinowski». <<

[78] Thopmson (1995, pp. 215-216). <<

[79] Kriegel, A., Los comunistas franceses, Villalar, Madrid (1978), p. 147. <<

[80] Aunque todavía hay quien se resiste a abandonar viejas trincheras, como Ricardo de la Cierva, quien en su manual de combate contra la Memoria Histórica sostiene su convicción de que, aunque se diga que «el comunismo murió con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la desaparición formal de la Unión Soviética… desgraciadamente, no es verdad. La fuerza deformadora del comunismo se ha transmitido, casi en su totalidad, a la Internacional Socialista, una fuerza que, en definitiva, reconoce el mismo origen que el comunismo, es decir, el marxismo, la doctrina de Carlos Marx. Esa doctrina… se mantiene incólume… en considerables reductos del mundo occidental, clerical y universitario, señaladamente en España, al amparo de la Internacional Socialista que, junto a la antigua corriente cultural comunista transfigurada, que no desaparecida, forma lo que desde hace ya una década vengo llamando el Frente Popular de la Cultura». Cierva, R. de la, El 18 de julio no fue un golpe militar fascista: no existía la legalidad republicana: deformación y violación sistemática de la memoria histórica de los españoles: todas las pruebas, Fénix, Madrid (2000, p. 14). Sin comentarios. <<