9 LA FUERZA DEL DESTINO
El sol continúa en el mismo sitio, cerca del horizonte del cielo verde de Absenta. Porfirio me acaricia un brazo y sonríe.
–Absenta rota como una noria dando siempre la misma cara a su sol; Ciudad de Paz se sitúa en una zona entre la iluminada y la oscura, por eso vivimos en un continuo amanecer.
El transbordador sube despacio en vertical frente a un edificio, nuestra imagen se refleja en los espejos de la fachada, se acopla a uno y se abre como un ascensor. Entramos en una amplia sala sin muebles, en el centro hay una chimenea circular encendida, el suelo parece de goma blanca, al caminar es muy blando y mullido.
–Bienvenida a mi casa... ¿Te apetece un refresco?
–Sí, gracias, tengo la boca seca –estoy impresionada por las vistas que hay desde cualquier sitio de la sala– ¿Las paredes son de cristal?
–No, es un material que nos permite ver el exterior pero por fuera reflejan la luz.
En un pequeño montacargas desciende una bandeja con dos copas y unos canapés de colores vivos.