4 dime tu nombre
Me levanto y el abuelo está en la cocina preparando café. Ese olor me recuerda a mi madre. Mientras desayunamos suena el teléfono y él contesta, dice que vienen a traerme un ramo de rosas. Me pregunto quién las habrá enviado. Pienso en Porfirio, pero no puede ser verdad.
Llaman al timbre y abro. Me entregan un ramo de 30 rosas carmesí y una tarjeta.
–¿Quién es tu admirador? –pregunta el abuelo.
–Solo dice: “Superman”.
El abuelo se ríe a carcajadas.
–¡Un pretendiente secreto! Antes de hablar con tu abuela le pagué a un chiquillo en el Rastro para que le diera un ramo de claveles rojos. No puedes imaginar la cara de sorpresa que puso, igual a la que tienes tú ahora, y días más tarde, en la verbena de la Paloma, me declaré, pero nunca le confesé que yo había sido el de las flores.
–¿Y por qué no?
–Al principio por vergüenza, no quería que supiese que llevaba tiempo observándola, luego me contó que tenía un admirador anónimo que hasta le envió claveles... No quise decepcionarla.