14. ¿Qué ocurre si fracaso?

CÓMO TENER ÉXITO AUNQUE EL TEJADO SE LE CAIGA ENCIMA

"Su tiempo está limitado, no lo malgaste viviendo la vida de otros."

Steve Jobs

Casi todas las personas que hemos conocido en el libro hasta el momento tienen el mismo tipo de historia de fracaso a éxito. En muchos casos, narran un lanzamiento de producto que pasa desapercibido, una asociación que sale mal o una pérdida de motivación con respecto al proyecto global. "Intenté algo y no funcionó... pero, más tarde, pasé a otra cosa distinta" es una declaración muy común.

Todas estas historias son válidas e interesantes, pero nunca he oído un relato de alguien que haya resurgido de entre las cenizas tan impresionante como el de John T. Unger, un escultor de una pequeña ciudad de Michigan. La historia de John es una gran hazaña de fracaso y miedo que se convierten en capacidad de recuperación y éxito.

Como cuenta John, la tercera mejor cosa que le pasó en la vida fue que el tejado de su estudio se derrumbara mientras él estaba dentro, esquivando los escombros de forma frenética. El edificio quedó destruido por completo, y John pasó el resto del invierno de Michigan alternando entre escalofríos mientras se calentaba gracias a una estufa ilegal de queroseno con una rejilla de ventilación. Era un escenario desolador, pero entonces sucedió algo divertido: fue el banco para evaluar los daños y le dio una comisión de 10.000 euros. John utilizó este dinero como pago inicial para dos edificios que había estado intentando comprar durante un tiempo. "No creo que el banco hubiera aceptado el trato sin el desastre —explica—. Eso les obligó a ver realmente mi local en lugar de pensar que yo era otro artista arruinado."

La segunda mejor cosa le pasó a John fue perder su trabajo como diseñador gráfico durante el colapso del punto-com en el año 2000. Esta pérdida provocó todas las demás: sus ingresos, su novia, su apartamento e incluso parte de su dedo pulgar en un accidente que sufrió durante la mudanza. Cuando tenía un trabajo estable (siete días a la semana en 1999, un total de siete días en el 2000), también trabajaba diez horas al día en su empresa artística.

Después de estas dos experiencias —perder el edificio y perder el trabajo estable— John se sentía deprimido y le costaba pensar qué sería lo siguiente que haría. Sus amigos le aconsejaron que se resignara y encontrara trabajo donde pudiera, pero en el Michigan rural de aquellos días, John sabía que no había mucho que encontrar. Era ahora o nunca, por eso mantuvo su objetivo y realizó algunos progresos.

Lo mejor que le pudo pasar a John, como cuenta la historia, fue tener un desacuerdo con un taxista enloquecido, que lo empujó hasta la habitación trasera de un bar y le apuntó con una pistola en la cabeza durante diez largos minutos, gritándole y amenazándole con apretar el gatillo. Al final, John se escapó y caminó en otra fría noche de Michigan, sudando, temblando y contento de estar vivo. "¡Lo he conseguido!" John gritó al cielo mientras se recuperaba. "¡Soy muy afortunado!"

"Después de algo así, ya no te preocupas por las pequeñas cosas —dice John ahora—. Todo pasa a otro nivel de significado."

CONSEJO INDESEADO Y PERMISO INNECESARIO

Gran parte de este libro contiene varias formas de asesoramiento, pero no lo confunda con permiso. No necesita que nadie le dé su aprobación para perseguir un sueño. Si ha estado esperando para poner en marcha su propio 100 € Startup (o cualquier otra cosa), deje de esperar y empiece a trabajar en ello. Charlie Pabst, un diseñador con sede en Seattle que abandonó el mundo de la empresa para establecerse por su cuenta, dijo que lo mejor que pudo hacer fue ignorar los consejos, incluso los de amigos que no lo hacían con mala intención. "No tendría mi empresa ni la vida que llevo ahora si no me hubiera rebelado con obstinación para conseguir mi propio deseo —dijo—. La realidad es que la mayoría de la gente no tiene su propia empresa. Y cierto porcentaje de esa mayoría no estaría contento o no aguantaría salir del horario de oficina."

Aunque suelen ser bienintencionados, los consejos no requeridos de las personas que creen saber más pueden ser innecesarios, además de entretenerle. A continuación, encontrará la opinión de Chelly Vitry, la fundadora de una empresa de viajes gastronómicos en Denver:

La mayor lección que aprendí fue confiar en mi propio criterio. Cuando puse en marcha mi empresa de viajes, recibí todo tipo de consejos de las personas de mi entorno, desde por qué no iba a funcionar en absoluto hasta cómo debería plantear la rutina de trabajo diaria. Había estado investigando y sabía que la idea era viable. Por eso, decidí seguir mi propio consejo y dejar de pedir la opinión de los demás.

 

Los que saben menos de la empresa que yo no pueden tomar decisiones sobre ella. Valoro las opiniones, pero ahora busco las de personas que tengan perspectivas auténticas para hacerme mejorar.

 

En algunas ocasiones, no hay un consejo mejor que otro. Si sabe lo que tiene que hacer, el siguiente paso es hacerlo. Tan sólo tiene que pasar a la acción.

¿A QUÉ TENEMOS MIEDO?

Al final de muchas conversaciones de seguimiento con la mayoría de empresarios que aparecen en el libro, les preguntaba por sus miedos, preocupaciones o inquietudes. Todas estas personas han tenido éxito, ganando al menos 50.000 euros al año gracias a sus proyectos (muchos estaban ganando mucho más), pero ¿qué les preocupaba? ¿Qué les quitaba el sueño?

Sus inquietudes encajaban en dos amplias categorías: externas e internas. Las inquietudes externas solían estar relacionadas con el dinero y el mercado cambiante. Por ejemplo, algunas empresas se habían creado para explotar desequilibrios tecnológicos. Estos proyectos pueden ser muy rentables durante un tiempo, pero cuando la música deja de sonar, se acaba la partida. Una empresa que crece principalmente por fuertes clasificaciones en Google o por una buena posición en iTunes Store ("destacado por los dioses de Apple", según comentó alguien) corre el riesgo de perderlo todo si cambia la suerte. Scott McMurren, que publicó el libro de cupones de descuento en Alaska, dijo que estaba considerando la opción de los cupones on-line, analizando formas de actualizar la empresa para acercarla más a la red.

El papel de la competencia se mencionaba con frecuencia, aunque de formas muy distintas. Muchos dijeron que no les preocupaba lo que hacían otras empresas, porque les parecía más productivo seguir evolucionando con su propio trabajo original. A otros sí que les preocupaba, sobre todo crear algo único sólo para ver cómo lo copiaba o lo "robaba" una compañía más consolidada. Marianne Cascone, que hace ropa infantil en una pequeña sociedad que dirige con su prima, expresa muy bien esta preocupación:

Desde que empezamos, nuestro mayor miedo es que "derriben" nuestros productos y que establezcan precios más bajos. Estamos protegidas con patentes y marcas registradas, pero sigue pasando de vez en cuando. No obstante, creo firmemente que si nos centramos al cien por cien en crear un producto de calidad, estaremos por encima de todo eso. No nos desviamos con otros proyectos. Nos esforzamos por hacer que nuestros clientes estén totalmente satisfechos. Aunque sigue existiendo la posibilidad de que me encuentre uno de mis diseños con el nombre de otra compañía. Sólo esperamos tener un lugar en el mercado para que realmente compitan con nosotras y no nos roben.

 

Los que crecen contratando empleados suelen preocuparse por tener suficiente dinero e ingresos estables para hacer frente al pago de las nóminas. Si posee una sola tienda y la empresa tiene problemas, puede apretarse el cinturón. Pero si debe una cantidad fija de dinero que tiene que pagar en una fecha concreta, no podrá hacerlo. Una empresa producía más de 2 millones de euros en ingresos anuales, pero el propietario sólo ganaba 60.000 euros de beneficios netos, en gran medida debido a la gran cantidad de empleados y a la inversión en infraestructura.

Holly Minch mencionó el principio de Ricitos de oro: la idea del éxito se ubica dentro de ciertos márgenes y no en los extremos. "Quiero que los clientes obtengan un valor real de lo que entregamos —dice— pero no a expensas de nuestro balance final. Y quiero que el equipo tenga bastante trabajo para vivir bien pero no tanto como para no tener vida."

A otros les preocupaban las "imitaciones" o bien la necesidad de mantener el interés después de que se disipara la pasión inicial. "Mi mayor miedo es que mi asesoramiento y mi redacción acaben siendo mediocres", dijo Alyson Stanfield en Colorado. "El éxito parece ser la capacidad de seguir adelante, de mantener las puertas abiertas", comentó Lee Williams-Demming en Costa Rica.

"Tenga cuidado a la hora de permitir a sus clientes llevar la empresa hacia una dirección que le haga odiar su trabajo —explicó Britta Alexander, la mitad del matrimonio que dirige una empresa de marketing en Hastings, Hudson, Nueva York—. Cuanto más se hunda, más difícil será corregir el rumbo. Y es realmente duro dejar su trabajo cuando se trata de su propia compañía."

Profundizando un poco, podemos concluir que los miedos y preocupaciones estaban más relacionados con cuestiones de identidad. "Adoro mi trabajo —dijo alguien— pero ¿qué pasa si sólo me gusta el trabajo o si lo que me encanta deja de ser divertido porque se ha convertido en una obligación?" Declaraciones de este tipo solían estar seguidas de otras como ésta: "Poner en marcha esta empresa, con independencia de los resultados finales, ha merecido la pena en términos de energía, esfuerzo y sacrificio hasta el momento".

Uno de nuestros casos de estudio, un fabricante canadiense dijo: "Solía tener miedo al fracaso. Quería concretar cifras diciéndome a mí mismo que no íbamos a perder antes de dar el salto. Pero, si nadie iba a morir, ni incluso en el peor escenario posible, ¿qué me asustaba tanto? Nunca he mirado atrás".

Un diseñador europeo fue aún más contundente: "¿Quiere que le diga la verdad? Al principio, prácticamente esperaba que mi empresa fuera un fracaso. Pensaba que tenía que ser así porque era el primer negocio que dirigía y sé que los mayores éxitos llevan a las espaldas los fracasos más estrepitosos. Suena perverso pero casi quería fracasar para mirar atrás y decir 'Sí, esa vez fracasé, pero he aprendido de ello'". (Por suerte o por desgracia, su empresa lo está haciendo bien.)

EL MOMENTO EN EL QUE LO SUPIERON

Cuando estaba revisando miles de páginas de datos de encuestas y realizando incontables llamadas de seguimiento, aprendí a preguntar a la gente si la decisión de poner en marcha un negocio había merecido la pena. Puede pensar que es una pregunta simple. ¿Respondería que sí la mayoría? Bueno, quizás... pero una de las mejores partes del estudio fue escuchar exactamente cómo un grupo heterogéneo respondía a esta cuestión. Suele haber una historia detrás de cada respuesta afirmativa y ésta suele estar relacionada con un día, evento o momento concreto en el que supieron que la empresa funcionaría.

Como estamos llegando al final de este viaje, creo que debería escuchar algunas historias en primera persona.

Gary Leff

Book Your Award (Reserve su premio).

 

Fairfax, Virginia.

 

Nunca pensé que la gente pagaría por el servicio que ofrecía. Por eso, la primera vez que recibí el cheque de un cliente como pago por mis servicios, me quedé atónito: ¡había dinero contante y sonante sobre la mesa! Y cuando vi la primera carta publicada en una revista recomendando mi buen hacer, comprendí que había aprecio y demanda para lo que estaba ofreciendo.

 

Karen Starr

Hazel Tree Interiors (Interiores Hazel Tree).

 

Akron, Ohio.

 

A pesar de nuestro excelente historial bancario, 2010 era una mala época para pedir dinero al banco. No necesitábamos mucho, pero tampoco podíamos mantenernos nosotros solos. A mi marido, Jon, y a mí nos hacía falta una pequeña línea de crédito para alquilar el edificio en el que queríamos instalar nuestra empresa de diseño de interiores y enmarcado. Por desgracia, el banco dijo que no.

 

Más tarde ese mismo día, Jon estaba hablando por teléfono con el propietario del edificio para explicarle que no podríamos afrontar el pago y que podía alquilarlo a otras personas que estuvieran interesadas. Cuando le oí decir estas palabras por teléfono, tuve un fuerte sentimiento de esperanza y recuerdo que le grité: "¡Jon, no! Tenemos que hacer otro intento! Dile que necesitamos unos días más. Tenemos que volver al banco y hacernos entender. Si se sientan y nos escuchan, creerán en nosotros".

 

¡Funcionó sin problemas! El banco atendió nuestra petición y al final conseguimos lo que necesitábamos para seguir adelante. A los dos años, no podíamos estar más contentos. Pero teníamos prácticamente asumido el hecho de que no duraría para siempre. Estoy muy contenta de haberme empeñado más en ello. Hacer un último intento desesperado fue todo para nosotros.

 

David Fugate

LaunchBooks Literary Agency (Agencia literaria LaunchBooks).

 

Encinitas, California.

 

Para mí fue cuando llegué a un acuerdo con un cliente importante. Llegué a las oficinas de su empresa, luego les hice una oferta y conseguí sentar las bases. Cuando recibí la llamada de su vicepresidente de marketing para comunicarme que quería seguir adelante conmigo y con otro par de agentes que habían conocido, supe que LaunchBooks iba a funcionar. Para ser sincero, yo ni siquiera sabía que tenía dudas de su éxito antes de esa llamada porque había sido agente durante más de doce años y sabía lo que estaba haciendo. Pero, debido al método de trabajo de mi antigua agencia, me tuve que ir literalmente sin nada —ningún tipo de ingreso de los mil libros que había vendido mientras había estado allí—. Por eso, estaba empezando desde cero. Sin embargo, cuando recibí la llamada, tuve esa gran sensación de alivio y emoción. Supe con certeza que iba a funcionar.

 

Lo divertido es que el cliente acabó siendo increíblemente informal y canceló el trato que habíamos alcanzado con este libro debido a repetidos problemas con el editor. No le gustó una cubierta que habían seleccionado y prefería la propuesta de contenido que nosotros le habíamos enviado. De manera que en vez de trabajar para buscar una solución, se limitó a decir que el editor "no podría hacerlo" y entonces lo canceló. Poco después, su asistente me envió una carta de finalización del contrato sin más explicaciones, aunque hubiera hecho una oferta decente para un libro que era muy difícil de vender.

 

No importó, sigo teniendo ese primer momento de la llamada telefónica y nunca más he mirado atrás. Trabajo por mi cuenta y llevo vendiendo libros más de diez años.

 

Kyle Hepp

Fotógrafa independiente.

 

Santiago, Chile.

 

Mi marido y yo estábamos recorriendo Europa después de que me atropellara un coche. Íbamos a viajar y a volver a Chile para fotografiar bodas hasta que dejaran de llegar las reservas. Después de eso, volveríamos a tener trabajos "normales". Habíamos recurrido a CouchSurfing para probar y ahorrar dinero, pero después de un mes y medio en la carretera me había cansado. Por eso decidimos darnos un lujo en Italia. Nos alojamos en una habitación increíble en Meridien y decidimos pagar una cantidad escandalosa para utilizar Internet durante 10 minutos. Y ahí fue cuando vi el correo electrónico. Sería nuestra segunda boda en EE.UU. y la primera en la que habíamos acordado algo más que los costes del viaje. La novia decidió contratarnos y se decantó por nuestro paquete completo, unos 5.000 euros.

 

Estaba fuera de mí. Llamé a mi madre y luego a mi padre, me sentía eufórica, utilicé tontamente el teléfono del hotel, lo que terminó costándonos otros cientos de euros. Debería haber pagado otros diez minutos más por Internet y haber utilizado Skype. No estaba contenta por el dinero. Me sentía feliz porque el hecho de que una novia pagara esa cantidad a unos fotógrafos que ni siquiera vivían en su país requería un gran acto de fe. Y ahí fue cuando me di cuenta de que si había una novia dispuesta a contratarnos y hacernos viajar a otro país, era probable que hubiera más. Y empecé a pensar que si podíamos trabajar en Chile y fuera de él, estábamos preparados para el trabajo. Así que seguimos adelante.

 

Jonathan Pincas

The Tapas Lunch Company (Compañía de tapas españolas).

 

España y Norwich, Reino Unido.

 

Nuestro gran día fue el 20 de agosto de 2008, también conocido como el día que cumplimos nuestro sueño de regresar a España. Cuando pusimos en marcha la compañía en Inglaterra durante 2005, teníamos el objetivo de poder mudarnos a España y poder dirigir la empresa desde allí, aunque no teníamos claro cuánto tiempo nos llevaría.

 

Habíamos instalado una infraestructura perfecta, con software de gestión empresarial basado en la nube, teléfonos con VoIP (Voice over IP, Voz sobre protocolo de Internet) y demás, pero la logística de la subcontratación suponía el mayor obstáculo. No encontrábamos una compañía que fuera capaz de abordar la complejidad de doscientos cincuenta productos diferentes, la mayoría de ellos etiquetados en español.

 

Cuando al final logramos implementar la operación logística que habíamos contratado y nos alejamos del almacén sabiendo que ya no teníamos que encargarnos del envío y que al día siguiente viajaríamos a España, supe que habíamos conseguido lo que nos habíamos propuesto.

 

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Cuando viajaba por el mundo conociendo a nuestro grupo de empresarios inesperados, escuchaba muchas historias de este tipo. Una y otra vez, repetían un tema similar: cuando lleguen momentos así, aférrese a ellos. Le proporcionarán ánimo y refuerzo positivo en los momentos difíciles.

RECAPITULACIÓN

Antes de terminar, volvamos a repasar las lecciones clave de este libro. Lo primero y más importante es que la conquista de la libertad personal se basa en ofrecer valor a los demás. Asúmalo desde el principio y el resto será mucho más fácil. Pregúntese siempre: "¿Cómo puedo ayudar más a la gente?".

Pedir dinero prestado para poner una empresa en marcha o endeudarse por completo ha pasado a ser totalmente opcional. Al igual que las personas que ha conocido en este libro, puede abrir su propia microempresa por 100 euros o menos.

Céntrese implacablemente en el punto de convergencia entre lo que le gusta y lo que otra gente está dispuesta a comprar. Recuerde que la mayoría de necesidades básicas son emocionales: queremos que nos quieran y reafirmarnos. Relacione su producto o servicio con beneficios atractivos y no con características aburridas.

Si se le da bien algo, es probable que también sea bueno en otras cosas. Utilice el proceso de transformación de habilidades para pensar en todo lo que se le da bien, no se limite a lo obvio.

Encuentre lo que la gente quiere y busque una manera de dárselo. ¡Deles el pez!

No hay una escuela de asesoramiento. Puede abrir su tienda y cobrar por ayuda especializada de forma inmediata. (Sólo tiene que acordarse de ofrecer algo específico y proporcionar un método de pago sencillo.)

Algunos modelos empresariales son más fáciles de implementar que otros con un presupuesto. A menos que tenga una razón convincente para hacer algo distinto, piense cómo puede participar en la economía del conocimiento.

La acción sacude a la planificación. Use el Plan empresarial de una página y otras guías de inicio rápido para pasar a la acción y dejar de esperar.

Elaborar una oferta, darla a conocer y organizar un evento de lanzamiento producirá unos resultados mucho mayores que limitarse a publicar su producto o servicio sin presumir.

Los primeros 1,26 euros son los más difíciles. Por eso, debe encontrar una manera para hacer su primera venta lo más rápido posible. A continuación, trabaje en mejorar lo que está funcionando e ignore lo que no.

Creando su propia franquicia a través de las asociaciones, la subcontratación o creando una empresa distinta podrá estar en más de un lugar al mismo tiempo.

Decida qué tipo de empresa quiere crear. No tiene nada de malo seguir siendo pequeño a propósito (muchos de los protagonistas de nuestras historias hicieron justamente eso) o crecer en la dirección adecuada.

Si sigue adelante, las cosas sólo pueden ir a mejor.

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La última vez que quedamos, Jamestown Coffee Company estaba abriendo negocios en Lexington, Carolina del Sur. Su propietario, James Kirk, se trasladó de Seattle y dejó todo atrás. ¿Qué pasó a continuación? ¿Apareció una avalancha de clientes directamente?

No exactamente. Fue un comienzo duro, instalarse en una comunidad que no le era familiar con la especialidad del café. La tienda creció muy poco a poco, centrándose en proporcionar experiencias personales e invitar a repetir. Un fin de semana, James y su equipo repartieron cupones para un café gratis en un campeonato local de golf. Un hombre paró para hacer uso de su cupón y comentó que solía comprar su café de la mañana en la gasolinera, pero que le apetecía probar algo nuevo. Al día siguiente volvió diciendo que era el mejor café que había probado nunca.

Un grupo matutino empezó a reunirse casi todos los días de la semana. Estaba formado por personas de todo tipo —un abogado, un clérigo, un informático, un mecánico—. La gente que compraba café instantáneo en el supermercado empezó a hacer un viaje especial todas las semanas para recoger el género exlusivo de Jamestown Coffee Company. El negocio se estabilizó de forma lenta pero segura.

James pensó en los mensajes de desánimo que había recibido de amigos bienintencionados cuando habló por primera vez de mudarse al sur. "No puede abrir un negocio durante una recesión", decían. "No puede mudarse al otro lado del país sin un trabajo." "La mayoría de las empresas pequeñas fracasan en un año." "Casi todas las cafeterías cierran durante el primer año." La lista sigue. Y cada vez que alguien le daba una razón por la que no tendría éxito, él hacía otra anotación en su carpeta "sin planificación": otro obstáculo que superar.

En otro lugar, Jen y Omar siguieron haciendo sus mapas en Columbus, Ohio, ampliando las cuentas al por mayor además de las ventas directas iniciales. Hace poco emprendieron una expedición empresarial y están pensando abrir una agencia de viajes como parte de su próxima aventura.

Karol Gajda y Adam Baker hicieron otras dos megaventas, cada una de ellas conllevó un pago de seis cifras para ellos y sus afiliados. Les pedí ayuda para organizar el lanzamiento de este libro justo después de que llevaran las bolsas de dinero al banco.

Brandon Pearce estaba planeando una mudanza familiar a Malaysia. Ahora la empresa recauda unos 50.000 euros al mes.

Benny Lewis seguía aprendiendo idiomas por el mundo. Se había mudado a Estambul para un curso intensivo de turco. Lo próximo: un intento de aprender chino mandarín en Taiwan.

El curso Mondo Beyondo de Andrea Scher y Jen Lemen ha servido a más de 5.000 participantes, generando unos ingresos de 500.000 euros para los dos socios.

El libro electrónico de 120.000 euros escrito por Brett Kelly ha pasado a ser un libro de 160.000 euros. Su mujer sigue quedándose en casa con los niños y ahora no tienen ninguna deuda.

Quizás la lección más importante llegó a través de un correo electrónico de Emily Cavalier, que había dejado hacía poco un empleo con un buen salario en Manhattan para poner en marcha Mouth of the Border (Boca de la frontera), una empresa de viajes y eventos centrada en la comida étnica. Le pregunté con qué frecuencia se sentía motivada al trabajar por su cuenta y me respondió: "Todos los días. El mayor beneficio ha sido irme a la cama tan emocionada o más que cuando me levanto. He conseguido trabajar todos los días en algo con lo que estoy comprometida por completo y no sólo es mi pasión, también es la de muchas personas".

Sí, como Emily y todos los protagonistas de este libro, usted también puede hacerlo. No está solo ahí fuera.

Por supuesto, puede aprender a través del fracaso y lo más probable es que tenga el menos un falso inicio a lo largo del camino hacia la libertad. Pero el fracaso está sobrevalorado: ¿quién dice que vaya a fracasar? Puede alcanzar el éxito con facilidad. Aplique las lecciones de estas historias y cree la nueva vida que quiera tener.

¿Está preparado?

Puntos clave

Los consejos pueden ser útiles, pero también tiene la posibilidad de ignorarlos y dar el gran salto. No espere a que nadie le dé permiso.

Más que la competencia u otros factores externos, la mayor batalla que debe librar es contra sus propios miedos y la inercia. Por suerte, eso también quiere decir que está en nuestras manos solucionarlo.

Cuando tenga éxito o una historia "hubo un momento en que lo supe", aférrese a ello. Estas experiencias son muy valiosas y le ayudarán si la cosa se pone difícil.

La lección más importante de todo el libro: no malgaste su tiempo viviendo la vida de otros.

 
100€ Startup
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