4

NO QUIERO REPETIR LA HISTORIA

Ciertas conductas se heredan: podemos ser miedosos como mamá, violentos como papá, paranoicos como el abuelo, pasivos como el bisabuelo y depresivos como los tíos.

Las herencias psicológicas no se rompen con el mero deseo de «no parecerme a…», sino cuando modificamos nuestros pensamientos y, por ende, nuestras conductas.

Debemos romper con una manera de pensar caduca

y comenzar a ver la vida y a vivirla

con pensamientos y creencias correctas.

Si tu madre fue depresiva, toma tú la determinación de no serlo. Pelea con dignidad frente a la dificultad o el momento duro que puedas estar pasando, porque tu herencia no es vivir y morir como tus antepasados, sino habiendo cumplido el sueño y el propósito que fue diseñado para tu vida.

Hoy podrás enfrentarte a tormentas, pero sabiendo que al final tú te llevarás el premio.

Los sueños, los objetivos, las metas dan sentido a nuestra vida y nos proporcionan estabilidad emocional. Cuando uno lucha por lograr su sueño, funcionará mucho más allá de sus límites. Tu sueño desafiará a tu mente, a tus pensamientos y a cualquier herencia o bajón que intente detenerte.

«Incoherente» viene de incoherencia, sin herencia. Tienes que deshacerte de toda herencia negativa que te hayan dejado tus antepasados. Tú puedes elegir ser incoherente con toda herencia que te esté dañando.

¿Alguna vez has sentido que tocabas fondo, que llegabas al punto donde dices «no tengo fuerzas, no puedo seguir más», pero, sin embargo, al día siguiente, al levantarte, te negaste a permanecer inerte en ese lugar donde nada sucede?

Actualmente, observamos personas de quince, veinte, treinta años sin deseos, sin metas, sin sueños; jóvenes que hoy tienen lo que en psicología se denomina «depresión blanca».

Esta enfermedad ocasiona en los individuos una falta de deseo por todo; personas que expresan alegría, dolor y tristeza sin movilizar un solo músculo de sus rostros. Parecen adormecidas, como personas sin sueños, y eso es lo que es la depresión, la ausencia de un sueño, de una meta, de un propósito.

Por eso no importa tu pasado, ni la edad que tengas, ni siquiera si toda tu familia ha sufrido estos síntomas. Lo que importa es que tú sueñes, porque, mientras lo hagas, tendrás fuerzas para seguir adelante y no detenerte.

El grado de satisfacción con uno mismo

será proporcional a la sensación

de estar controlando la vida.

Por eso, mientras sueñes y te proyectes en la meta, la depresión no tendrá lugar ni en tu mente ni en tus emociones.