1
¿BAJÓN NORMAL O ANGUSTIA TÓXICA?
Como seres humanos que somos, todos los días de nuestra vida nos enfrentamos a situaciones que pueden generar en nosotros algún malestar. Y esto es totalmente normal. Este malestar, decaimiento o falta de ganas, lo llamamos «bajón».
Un bajón nunca permanecerá en el tiempo, es decir, puedes sentirte encajonado o estar cansado, o medio depre —como se suele decir—, durante un par de horas o incluso todo un día. Y te repito, es normal.
Es normal que, frente a lo que nos causa algún tipo de dolor, nos sintamos mal. Lo importante es que lo atravesemos y lo superemos.
Sin embargo, si transcurren los días y te encuentras con que el bajón no desaparece, entonces la situación que te ha causado ese leve malestar ya ha pasado a angustiarte. Es en este estado en el que surge una sensación de desconcierto y de angustia muy profunda que te impide manejar lo que te pasa y que te encuentres sumido en una emoción tóxica. En estas circunstancias, parece que la angustia ya ha tomado todo el control de tu vida, de tus emociones, y pasa a ser ahora el motor de tu vida. Por eso, es necesario que entendamos que sufrir un bajón durante un tiempo determinado es normal, pero vivir angustiado, ¡no!
La angustia es una emoción tóxica que nos produce malestar, nos incomoda, nos deprime, nos hunde y nos obliga a permanecer en el lugar del lamento, de la queja, del dolor, de la tristeza y de la desazón. Cuanto más tiempo pasemos en este estado, más tóxica se volverá esta emoción.
¿Has oído alguna vez estas frases o han salido de tu propia boca? «Estoy muy angustiado». «Siento un dolor en el pecho que no sé qué me pasa». «Tengo un nudo en la garganta». Sin duda, muchas veces, te has sentido acongojado, sin poder entender o explicar lo que te sucede. Y es que cada emoción que experimentamos se transforma en una sensación corporal que nos produce un estado de bienestar o malestar.
Desanimarse es normal, pero permanecer en ese estado es tóxico.
Tienes que saber que esta emoción tóxica no puede ocupar toda tu mente, todo tu tiempo, tampoco puede tener el control de tus emociones ni detenerte ni desviarte de tus objetivos. La angustia no puede condicionarte ni debilitarte ni decidir por ti.
No podemos permitir que la angustia nos quite
las fuerzas y las energías que necesitamos
para comenzar cada día.