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ANSIEDAD, ESTRÉS. ¿HABLAMOS DE LO MISMO?

Todos necesitamos cierta dosis de presión en nuestras vidas, y eso no tiene nada de tóxico. Al igual que las cuerdas de un violín, que para sonar afinadas deben estar tensas, porque demasiado flojas no sonarían y demasiado estiradas se romperían, el ser humano necesita también una tensión básica.

Pero cuando la presión o los estímulos recibidos son muchos de repente o pocos pero prolongados durante mucho tiempo, o la combinación de ambos, se produce un desequilibrio y sobreviene el estrés.

Un estímulo estresante puede ser desde tener que presentarse a un examen hasta tener que hacerse cargo de la familia por la muerte de un ser querido o vivir durante años con una pareja que no nos habla, etcétera. Dependerá entonces del tiempo y de la intensidad con que se viva.

«Vivir un momento estresante» no es lo mismo que «vivir estresado». Lo primero es normal, inesperado y generado por el ambiente, mientras que lo segundo, vivir estresado, es tóxico, buscado y generado por nosotros mismos porque se ha convertido en un hábito y «no sabemos» vivir de otra manera.

Qué curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere.

Proverbio chino

El estrés surge cuando hay excesivas demandas exteriores y tu organismo no alcanza a hacerles frente. Es una tensión, una presión física o mental que rompe el equilibrio.

Un estudio realizado durante diez años en Estados Unidos con personas que no podían controlar su estrés emocional dio como resultado que la persona estresada tiene un 40% más de probabilidad de muerte. Solo en Argentina, se consumen millones de tranquilizantes por año.

No cuentes los días, haz que los días cuenten.

Muhammad Ali

Cada vez que el cuerpo recibe un estímulo exterior, se activan dos hormonas: la adrenalina y el cortisol.

La adrenalina es la hormona que te provee de energía y fuerza y que, al correr por el cuerpo, te hace sentir inmortal, que puedes lograr todo lo que quieras. Dicha energía te acelera, eleva tu nivel de excitación, de deseo y de entusiasmo, y agudiza tu visión. Cuando una persona guarda durante meses ira, rencor, cuando soporta maltratos durante años y sus heridas se acumulan, la adrenalina se activa en dosis grandes y frecuentes, y actúa como un veneno.

El cortisol es una hormona buena, pero, al elevar de forma excesiva el nivel de azúcar en la sangre, puede hacerte que aumentes de peso y tus huesos pierdan calcio, magnesio y potasio.

Las personas que han experimentado muchas presiones a lo largo de su vida pueden hacerse adictas a la adrenalina y sus cuerpos la generan naturalmente. Se identifican por su violencia, necesitan sentir presión y, por lo general, practican deportes de riesgo y siempre están en busca de peleas.

Esto explica que alguien que durante años sufrió conflictos de pareja, un padre violento o una madre depresiva, nunca logre relajarse por completo y busque permanentemente un motivo de discusión, porque su cuerpo pide adrenalina.

Todos reaccionamos a los estímulos de manera diferente y dependerá de cómo interprete cada uno lo que ocurre en la vida. Algunas personas se estresan frente a determinadas tareas mientras que otras, en esa misma situación, no, porque a pesar de que el estímulo es el mismo, la percepción es distinta.