PELÍCULAS

 

 

 

Las brujas de Eastwick (EE.UU., 1987): Grandes nombres para una película más bien medianita. Jane (Susan Sarandon), Sukie (Michelle Pfeiffer) y Alexandra (Cher) son tres mujeres que viven en Eastwick, Nueva Inglaterra, y están aburridas de esperar al hombre que las satisfaga. Por eso una noche de lluvia invocan al hombre perfecto. Llega a la ciudad el misterioso Daryl Van Horne, interpretado por Jack Nicholson, que es seductor y diabólico a la vez, y que hará que las mujeres descubran unos poderes extraordinarios que les surgen a raíz de la invocación mágica. La dirección corrió a cargo de George Miller y la música es de John Williams. Obtuvo dos nominaciones al Oscar en el apartado técnico, aunque no se llevó ninguna estatuilla.

 

Duelo al sol (EE.UU., 1946): Uno de los grandes clá-sicos salidos de la productora de David O. Selznick y dirigi-do por uno de los mejores directores de la historia del cine: King Vidor. En esta película, Gregory Peck es Lewton y Joseph Cotten, su hermano Jesse. Ambos son hijos del senador McCandless, y los tres viven en un rancho texano al que llega para trabajar como sirvienta la bella Pearl Chávez (Jennifer Jones), una mestiza que enamora a los dos hermanos, algo que enciende la rivalidad entre ellos: un auténti-co duelo al sol. La estupenda banda sonora es de Dimitri Tiomkin, que compuso otras grandes BSO para películas como La sombra de una duda (1943), ¡Qué bello es vivir! (1946), Solo ante el peligro (1952, con la que obtuvo el Oscar a la mejor música de film dramático), Gigante (1956), nominada al Oscar), o El viejo y el mar (1958, con la que también consiguió el Oscar a la mejor música de film dramático), entre otras muchas.

¡Anda!, eso de la rivalidad entre hermanos por un amor, en este caso entre hermanas, me recuerda a la historia de Nata y Vero… —Ah, pues sí. ¡Y cuántas veces ha pasado eso! Si de pequeños los hermanos se pelean por los juguetes, muchos de mayores lo hacen por las novias… y al contrario.

 

Una noche en la ópera (EE.UU., 1935): Esta es una de las más divertidas películas de los surrealistas y estrambóticos Hermanos Marx. Dirigida por Sam Wood, nos cuenta la historia de Groucho, que mete en un barco destino a Nueva York a grandes estrellas de la Ópera de Milán. En el navío también viajan como polizones Harpo y Chico. La lían en el barco (inolvidable la descacharrante secuencia del camarote), organizan un escándalo en la ciudad neoyorquina y finalmente en la noche del estreno la lían parda de tal manera que… Bueno, mejor la veis. Una de las grandes comedias de la Metro-Goldwyn-Mayer en la que brilla Margaret Dumont junto a los Hermanos Marx, como hiciera en otras de las películas de estos cómicos geniales.

La muerte tenía un precio (Italia, 1965): Una coproducción entre Italia, España y Alemania. Un spaguetti-western dirigido por Sergio Leone que ha pasado a la historia del cine como una película de culto, sobre todo por la música de Ennio Morricone, ya que no sólo sirve para acompañar, sino que en muchas de las escenas es la verdadera protagonista.

 

En La muerte tenía un precio se narra la historia de dos cazadores de recompensas que están buscando al mismo hombre y que unen sus fuerzas para encontrarlo, aunque sus razones son completamente distintas. Sus protagonistas, Clint Eastwood y Lee Van Cleef, brillan en este western que, a tenor de su título original, Per qualche dollaro in più (Por unos dólares más), es una continuación de Per un pugno di dollari

 

(Por un puñado de dólares), dirigida por Sergio Leone en 1964. El tema más conocido de la banda sonora, de la que hablo en el libro, es aquel en el que Kurt Savoy silba una melodía que se hizo tan popular que pasó a la historia del cine como un leit motiv perfecto para ilustrar un duelo, sobre todo en un entorno cómico.

 

Anda que si no tuviera yo a Albertito delante no iba a sonar ni nada el Kurt Savoy ese… Iba a pitar más que una olla exprés en plena ebullición…

 

—¿Quieres dejar de decir chorradas y seguir en silencio? ¡Pero mira que eres pesadito!

 

El exorcista (EE.UU., 1973): El exorcista está considerada una de las pelis de miedo más logradas de la historia del cine, si no la más popular. De hecho, es mi favorita dentro de este género. Y si no os habéis leído la novela en la que se basa, de William Peter Blatty, os la recomiendo, para indagar aún más en su historia, basada en hechos reales. El escritor se inspiró en un exorcismo auténtico ocurrido en Washington en 1949, aunque se realizó en un adolescente y no en una chica, como ocurre en la película dirigida por William Friedkin.

 

Regan (Linda Blair), una niña de doce años, empieza a mostrar un comportamiento extraño y a sufrir fenómenos paranormales. Su madre (Ellen Burstyn), actriz, profunda-mente preocupada y asustada, acude a los médicos que se dedican a hacerle pruebas, muchas de ellas muy dolorosas, que no dan ningún resultado. Desesperada, acude a un sacerdote con estudios de psiquiatría que determina que la niña está poseída por el diablo y decide practicar un exorcismo. El tema central de la BSO es de Mike Olfield y se extrajo de su álbum Tubular bells, excelente de principio a fin. Una música que cobra protagonismo e impacta en el espectador: en muchas de las escenas sobran las palabras y el tema de Olfield las suple con creces. La película obtuvo 10 nominaciones al Oscar y obtuvo dos en el plano técnico, aunque yo echo de menos el galardón al mejor maquillaje.

 

Aladino (Aladdin, EE.UU., 1992): La música y el humor son dos de los grandes fuertes de esta película de animación de la factoría Disney que se basa en el bonito cuento Aladino y la lámpara maravillosa. La acción se sitúa en el reino árabe de Agrabah. Aladdin es un chico ingenioso y muy pobre que sueña con casarse algún día con la bella princesa Yasmin, hija del sultán. Por una de esas carambolas de la vida, el taimado Yafar, visir del sultán, le pide al joven que recupere una lámpara mágica de la Cueva de las Maravillas. El muchacho encuentra la lámpara, en la que vive un genio que concederá tres deseos a quien le libere.

 

El genio en esta película de Disney es un personaje muy simpático que fue doblado por Robin Williams y en la versión española por Josema Yuste, componente del dúo humorístico Martes y Trece. Los diálogos chispeantes, la complicidad entre el genio y Aladdin y la preciosa banda sonora de Tim Rice y Alan Menken conforman un sucu-lento cóctel lleno de calidad. La película fue nominada a 5 Oscar de la Academia, y consiguió dos, uno a la mejor banda sonora y otro a la mejor canción. También la BSO y la canción obtuvieron sendos Globos de Oro, así como el magnífico doblaje de Williams.

 

Johnny Guitar (EE.UU., 1954): Nicholas Ray fue el director de este inolvidable western basado en la novela de Roy Chanslor, en el que el componente emocional estaba muy presente. De hecho, una de sus escenas más famosas e influyentes en la historia del cine es aquella en la que la hermosa Vienna (Joan Crawford), con una estridente ca-misa amarilla y pañuelo rojo al cuello, le pide a su antiguo amor Johnny Guitar (Sterling Hayden) que le diga que no la ha olvidado… aunque sea mentira. De vellitos de punta.

 

Además de estos dos intérpretes, hay que arrodillarse ante la actuación de la siempre convincente y eficaz Mercedes McCambridge, una de las grandes, divinas secundarias del Hollywood dorado. La trama de la película (que además de encuadrarla en el género del western habría que hacerlo en el de drama), nos habla de la historia de Vienna, propietaria de un saloon ubicado en las afueras de una ciudad del Oeste, y Johnny Guitar, un pistolero con el que se reencuentra en un complicado momento.

 

Miénteme, dime que no me has olvidado en todos estos días, Laurita…

 

—Esto… El día sigue estando precioso, ¿verdad?

 

Las vacaciones de Mr. Bean (Reino Unido, 2007): En el libro no hablo expresamente de esta película, pero sí de su protagonista: el simpático y a la vez exasperante Mr. Bean, arquetipo del torpe y manirroto. Mr. Bean, interpretado por Rowan Atkinson, saltó de la televisión y de una serie que tenía un éxito inmenso, al cine. En esta película rodada en 2007 comparte escenas con grandes de la pantalla como Willem Dafoe o Jean Rochefort. El atolondrado Míster Bean decide irse de vacaciones al sur de Francia. Su viaje de Londres a la Costa Azul es totalmente caótico y arrasa por donde pasa. Una auténtica apisonadora del des-propósito. La película no obtuvo buenas críticas por parte de la prensa especializada pero cumplía su función de hacer reír y entretener. Tampoco se podía esperar de ella que as-pirara al Oscar a la mejor película extranjera…

 

La fiera de mi niña (EE.UU., 1938): Howard Hawks firmó (y filmó) varias de las grandes comedias de la historia del cine, y sin duda La fiera de mi niña tiene un puesto des-tacado en esa galería particular. La historia de Hagar Wilde nos habla de David Huxley (Cary Grant), un paleontólogo despistado y tímido que está a punto de casarse con su sosa secretaria a la vez que está reconstruyendo el esqueleto de un brontosaurio. Pero le falta un hueso: una clavícula intercostal. En un partido de golf conoce a Susan Vance (Katharine Hepburn), una manipuladora joven rica y muy caprichosa que le lía para que ni se case ni termine la laboriosa reconstrucción del bicho. Divertidísima, elegante, una de esas grandes comedias del Hollywood dorado de finales de los años treinta, una maravillosa screwball comedy (comedia de enredos para definirlo en pocas palabras). Un guión perfecto, unas interpretaciones prodigiosas y divertidas. Una película irresistible e imprescindible.

El fabuloso mundo del circo (EE.UU., 1964): El excelente músico Dimitri Tiomkin firmó la banda sonora de esta película, que, ambientada en el circo de primeros del siglo XX, aun sin ser una mala película, es más fallida que El mayor espectáculo del mundo, estrenada años antes y también de la misma temática. Henry Hathaway dirigió a estrellas como John Wayne, Rita Hayworth o la bella Claudia Cardinale.

 

Matt Masters, encarnado por Wayne, es un gran jinete y excepcional tirador con el rifle. También es propietario de un circo que lleva su nombre. Toni (Claudia Cardinale) es su hija, a la que adoptó cuando el padre biológico de la chica, que era trapecista, falleció mientras actuaba. Toni trabaja en un número del oeste, pero ella lo que quisiera es estar en el trapecio. El circo está a punto de llegar a la bancarrota, y Matt debe tomar una decisión. La película obtuvo el Globo de Oro a la mejor canción.

 

El ángel exterminador (México, 1962): El Genio de Calanda, Luis Buñuel, firmó junto a Luis Alcoriza el guión de esta película de culto, y fue quien dirigió con solvencia a Silvia Pinal y Enrique Rambal entre otros actores. Una película a caballo entre el drama y el surrealismo que es toda una parábola de la descomposición de una clase social que se encierra en sí misma. La historia es sorprendente: tras una cena en la mansión de los Nóbile, los invitados descubren que por razones que no pueden explicarse, les es imposible salir de la vivienda. La situación se prolonga durante varios días, y ello provoca que de un primer trato cortés se pase a situaciones primitivas movidas por el instinto de supervivencia. Buñuel diseccionó y dinamitó las convenciones burguesas con esta película, nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes como mejor película.

Uf, menudo rollazo…

—Pablo, hijo, que no todo va a ser Fast and furious o Torrente…

—Habló la intelectual. La que le faltaban horas para ir a ver el estreno de 50 sombras de Grey o Crepúsculo…

—Bueno, hijo, que no todo va a ser Buñuel o Truffaut…

 

Rebeca (EE.UU., 1940): Sin dudarlo un instante, mi película favorita por los siglos de los siglos, amén. Magistral, maravillosa adaptación de la novela de Daphne du Marier, donde el fantasma de la señora de Winter no cesa de recorrer prácticamente cada fotograma de la película desde que empieza hasta que termina. Y, curiosamente, ella no aparece en ninguno de ellos. Una magnífica manera de sentir de forma palpable a alguien que está ausente. Inolvidable la banda sonora de Franz Waxman, sobre todo en las escenas perturbadoras en las que se cita a la antigua señora de Winter. Alfred Hitchcock bordó la dirección de un film que, justamente, logró ese año el Oscar a la mejor película, además de a la mejor fotografía. Es lógico, por otra parte, aunque me hubiera encantado que hubiera recibido alguno más, pues estaba nominada a once estatuillas.

 

El  aristócrata  inglés  Maxim  de  Winter  (LaurenceOlivier) conoce, al poco tiempo de enviudar de su esposa Rebeca, a una tímida y humilde joven en Montecarlo (Joan Fontaine). Es la dama de compañía de una rica señora norteamericana. El aristócrata y la muchacha se enamoran y casan y se van a vivir a Manderley, la fastuosa mansión del sr. De Winter, que está impregnada del asfixiante recuerdo de la señora anterior: Rebeca. A ello contribuye la obsesión que su anterior ama de llaves, la señora Denvers (Judith Anderson) demuestra a cada momento por su anterior señora. Obsesión que raya con el amor.

Lo que el viento se llevó (EE.UU., 1939): Trece nominaciones a los Oscar, ocho estatuillas más una honorífica —por el sobresaliente uso del color—, una de las películas más taquilleras y famosas de todos los tiempos, 238 minutos de duración, cinco guionistas, varios directores (aunque quien firmó fue Victor Fleming)… Todo es grande alrededor de este épico drama ambientado en el sur de un Estados Unidos del siglo XIX que estaba en plena guerra de Secesión.

 

La novela de Margaret Mitchell situaba la acción en 1861 en Georgia. En la elegante mansión sureña de Tara vive junto a sus padres y hermanas Scarlett O’Hara (Vivien Leigh), una muchacha bella, caprichosa y egoísta que sus-pira por Ashley (Leslie Howard), prometido con la dulce y buena Melanie (Olivia de Havilland). Justo antes de que estalle la guerra de Secesión, en una fiesta, Scarlett conoce a Rhett Butler (Clark Gable), vividor, arrogante y jugador que no quiere ir a la batalla. Su afán es conseguir a la bella Scarlatta y que olvide a Ashley de una vez por todas.

 

La maravillosa banda sonora de Max Steiner, de la que os hablo en el apartado de música, reafirma la grandiosidad de una película que ha pasado por méritos propios a la historia del cine como una de las películas más ambiciosas jamás filmadas. Dos de los ocho Oscar fueron, merecida-mente, los de mejor película y mejor actriz (Viven Leigh).

 

No olvido aquí la deliciosa y simpática figura de Hattie McDaniel (el ama de llaves Mamy), primera mujer de color en conseguir la preciada estatuilla. Se trata de una de mis películas favoritas y os aseguro que siempre que la reponen en la televisión, la veo. Es así hasta tal punto que me sé diálogos y escenas de memoria. Una película muy bien contada y que a pesar de sus más de cuatro horas no se hace cansina. Además, ha resistido muy bien el paso del tiempo. Un clásico irrepetible.

 

Atracción fatal (Estados Unidos, 1987): Tras el bombazo de Nueve semanas y media, con Kim Basinger y Mickey Rourke y su tortuosa y erótica relación, Adrian Lyne se atrevió de nuevo con una pareja de vértigo: Michael Douglas y Glenn Close, que borda su papel de acosadora al borde del delirio. La música del siempre excelente Maurice

Jarre ponía el contrapunto en una historia que comienza con una infidelidad y termina en un inquietante acoso que pone en peligro la estabilidad mental y física del protagonista.

Dan Gallagher (Douglas) tiene una familia perfecta (una hija y una mujer a la que da vida Anne Archer) con la que vive en una casa maravillosa, además de un buen trabajo que le proporciona un estupendo nivel de vida. Todo de cuento. Pero todo cambia cuando conoce a Alex (Glenn Close) en una fiesta. Ambos mantienen una relación pero cuando él le dice que no pueden seguir juntos, ella reacciona bastante mal por no decir con una gran violencia. Al no aceptar el rechazo, decide acosar a Dan de una manera enfermiza. Una peligrosa obsesión que no llevará a nada bueno. Esta película fue nominada a 6 Oscar, incluyendo los de mejor película, director y actriz (Glenn Close), pero finalmente no obtuvo ninguna estatuilla.

Vaya, ¿y no fue Alex a reventar esa entrega de los Oscar cuando vio que no le daban ninguno? Porque estaba como una chota después del meneíto que tuvo con el tal Dan…

—Como una chota va a terminar nuestra autora como no la dejes terminar. ¡Ánimo, que ya falta muy poco y en cuanto acaben estas últimas páginas te libras de tener que seguir escuchando a este petardo!

 

 

Se acabó el pastel (EE.UU., 1986): Aunque a muchos les parezca demasiado histriónico, es innegable que Jack Nicholson es uno de los actores más respetados y seguidos de Hollywood, y que su nombre en cualquier película supone un gancho para que se produzcan buenos resultados en la taquilla. Si a ello sumamos a la maravillosa Meryl Streep como pareja o a secundarios como Stockard Channing (la recordada Rizzo de Grease), Kevin Spacey, Milos Forman o

 

Jeff Daniels, nos encontramos con un plantel de excelentes actores que hacen más grande el trabajo de un director como Mike Nichols. Añadamos la música de Carly Simon, la fotografía del oscarizado Néstor Almendros y un guión basado en la autobiografía de Nora Ephron, escrito por ella misma, y nos encontramos con Se acabó el pastel. En ella nos topamos con la historia de Rachel (Meryl Streep), una escritora famosa que vive en Nueva York y elige su carrera antes que el amor o ser madre. Mark (Jack Nicholson), periodista y mujeriego, vive en Washington. Son demasiadas situaciones enrevesadas, pero ¿qué pasará con su relación?

 

Una cinta que conserva la ironía y el sarcasmo del libro original y que merece la pena sólo por ver el duelo interpreta-tivo de estos dos grandes del cine. Ojo, la canción de Carly Simon incluida en la banda sonora, Coming around again, es una pequeña joyita que me encanta.

 

Pablo, ¿te cuento algo curioso? ¿Sabes quién interpretó el papel de la pequeña Annie, la hija de Rachel y Mark?

 

—Pues… no, ni idea. No sería Nata, ¿no? Que esa se mete en todos los fregados, je, je…

 

—Qué pavo eres… Pues para tu información era la verdadera hija de Meryl Streep, Mamie Gummer. Y la madre de la actriz,

 

Mary, y su hermano pequeño, Dana, hicieron de extras en la fiesta que aparece en la película.

 

—Eres como san Google, pero con piernas y mucho más bonito. —Pablo, te lo digo en serio: estás desvariando. Menos mal que estamos llegando al final…

 

Batman (EE.UU-Reino Unido., 1989): Basándose en el cómic del mismo título de Bob Kane y Bill Finger, Tim Burton fue el encargado de dirigir la que posterior-mente sería la primera cinta de toda una saga. Particular-mente debo decir que fui al estreno y recuerdo que me dormí a ratos en el cine. Me gusta el cine de superhéroes; de hecho con Spiderman o Superman disfruté mucho. Pero yo no terminé de cogerle el puntillo a Batman, quizá por-que precisamente no era un superhéroe al uso, con poderes sobrenaturales. Y si le unimos a eso que el protagonista era Michael Keaton, un actor que NO SO-POR-TO, creo que podéis entender un poco más mis lapsus de ronquidos y babitas chorreantes modo Homer Simpson ON mientras el muchacho hacía de las suyas enfundado en esas mallas y con el murciélago en el pecho. Ni siquiera ayudaba la música de Prince. Por cierto, si hace un momento hablaba de Jack Nicholson, aquí también aparece en el papel de villano: el malvado Joker. En esta coproducción anglonorteamericana, vemos que a la peligrosa y siniestra ciudad de Gotham solamente la protege su cuerpo de policía. La ciudad es muy insegura pero Batman, el Señor de la Noche, está ahí para defenderla y luchar contra el crimen y la delincuencia, ya que de niño vivió el asesinato de sus padres. La avezada periodista Vicky Vale (Kim Basinger) intentará descubrir qué secretos se ocultan tras Batman, el hombre murciélago tras el que a su vez se esconde Bruce Wayne (Michael Keaton). La película obtuvo un Oscar a la mejor dirección artística.

 

¡Pues a mí sí me mola Prince! Batmaaaaaaaaaannnnn, batmaaaaannnn…

 

—Ojú, ya salió el Pavarotti…

 

Shrek (EE.UU., 2001): Y llegamos al final de nuestro recorrido cinéfilo con Shrek, una divertidísima producción animada de la que luego han ido naciendo secuelas más o menos afortunadas, aunque a mí la que más me gusta es esta, la primera. Unos dibujos que supusieron un soplo de aire fresco dentro del cine de animación, y que contenía escenas que más entendían los adultos que los niños por su fina ironía o porque eran guiños a canciones o películas que los peques no conocían. Desde luego un gran sobresaliente para la factoría Dreamworks.

 

Basada en la novela de William Steig, la peli nos habla de la solitaria vida de un ogro, Shrek, que ve interrumpida por unos personajes sorprendentes y que han salido de distintos cuentos. Vienen expulsados de su tierra por el mal-vado lord Farquaad. Para poder salvar su parcela, el ogro Shrek hace un pacto con Farquaad y emprende una misión: encontrar a la bella princesa Fiona y lograr que ella acceda a casarse con el lord. Pero no la emprende solo, sino con un burro muy charlatán y divertido. No podemos olvidarnos de la aportación española a la película, ya que la voz del gato con botas fue doblada por Antonio Banderas. Shrek estuvo nominada a dos Oscar el año de su estreno, y con-siguió el premio al mejor largometraje de animación. También obtuvo otros premios y nominaciones en importantes certámenes de cine, corroborando así que se trataba de cine de animación, sí, pero no exento de calidad. Una película muy divertida, inteligente, cautivadora… Muy fan de Shrek.

 

Esto… ¿ya?

 

—Oh, oh, pues sí, me parece que esto se acaba.

 

—Pues sí, chicos. Esto se acaba. Antes de terminar, ¿vais a desvelar de una vez a nuestros sufridos y queridos lectores si volvéis o no?

¡Si no lo sabemos ni nosotros! ¿Cómo vamos a decir nada? Mejor que ellos opinen y se monten una encuesta de esas chulas como las que han ido saliendo en el libro. ¿Volverán o no? ¿Qué pasará con Claudia? ¿Qué fue de Eva, la chihuahua pesadita?¿Se regenerarían las neuronas del cerebro de Maruca, una de las hermanas de Pablo?

 

—¿Quién sabe? Igual en un futuro, seguimos contando qué pasó…

 

Cosas que pasan cuando te enamoras por internet
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