Trece
Lo que piensan mis amigos de las chicas en general y de ella en particular
¿Las tías? Es verdad que nos gustan guapas y que estén buenas, pero eso no lo es todo. No somos tontos y nos gustan mucho, muchísimo, las mujeres. Pero no las valoramos sólo por su físico. Nos atrae una mujer inteligente, culta, divertida, que sea independiente y que no se fijen nada más que en el culo de los tíos. Se trata de nivelar la balanza, aunque, por supuesto, si la chica está buena, mejor que mejor.
No hay más que detenerse en grandes mujeres que ha dado la historia, como Madame Curie, Alma Malher, Teresa de Calcuta, Amelia Earhart, Frida Kahlo, Hipatia de Alejandría, Clara Cam-poamor, Alejandra Pizarnik o Artemisia Gentileschi, entre millones. Mujeres que han marcado época y que sirven como referente a tantas y tantas otras que sobreviven en la oscuridad de una ciudad mísera. Mujeres que si tuvieran otras oportunidades, probablemente serían más escuchadas, y su voz tenida más en cuenta.
Por lo que respecta a la chica de Pablo... Hombre, es una pena que él se haya ido para estar con ella, pero el chaval pudo permutar con otra persona el puesto que tenía en el centro comercial, y encima así puede disfrutar de su chica más tiempo. La chavala no está nada mal, es rubia, y tiene el pelo largo, como nos gusta a los tíos, pero es un poco tonta porque no se ha dado cuenta del lío que Pablo tiene con Claudia. Aun así es muy buena persona y a nosotros casi no nos importa que apenas lo veamos, o que ya no podamos jugar los partiditos de los sábados, ni ir al cine, ni quedar para irnos de juerga... Ha sido la elección de nuestro amigo, y, como tal, la respetamos.
Sí, esos son mis muchachos. Hay que ver lo comprensivos que son. Y frente a los tíos de hoy, que sólo se fijan en el culo y en las tetas de las tías, cosa que por otro lado me parece estupenda, valoran mucho más la inteligencia o la independencia de una mujer por encima de todo. Seguro que si los ponen a elegir entre una tía feísima pero con tres dedos de frente, y una rubia explosiva tipo Pamela Anderson, se quedan con la fea. (Nota de la autora: Esto no se lo cree Pablo ni borracho. Les remito al capítulo tres).
Es cierto que echo de menos los partidillos de los sábados, o cuando íbamos a jugar a la bolera, pero decidí venirme a la ciudad de Laura, y vivir cerca de ella, y hoy por hoy pienso seguir aquí, aunque ahora mismo la cosa esté chunga entre nosotros. Fue una elección meditada y, aun-que arriesgué mucho, sobre todo por los cambios en mi trabajo, yo creo que acertada. El tiempo juzgará.
—Esperaaaaa, esperaaaaaa, Pablo.
—¿Cómo? ¿Quién anda por ahí?
—¿Qué pasa? ¿Ya no reconoces la voz de tu novia? Mejor dicho… ¿de tu exnovia?
—¡Pero bueno, Laura! ¿Qué narices pintas tú aquí? ¡Estamos en la segunda parte del libro, son mis capítulos!
—Ni tus capítulos ni ocho cuartos, desgraciado. He decidido romper por un momento la promesa de no hablarte, porque estoy que si no hablo, reviento.
—¿Ah, sí? Bueno, a ver qué desea la señora...
—Mira, menos guasa porque no está el horno para bollos. ¿Tú has leído bien lo que dicen tus amigos de nosotras, las mujeres?
—Pues claro que lo acabo de leer. Lo hago a la vez que nuestros lectores.
—Ah, no, si voy a tener que comprarte todos los dvd de Barrio Sésamo para que repases un poquito, porque me parece que se te ha olvidado de repente juntar unas letras con otras.
—¿Cómo dices?
—Eso, tú sigue haciéndote el tonto, como cuando vine a conocerte.
—No saques ahora ese tema, porque no viene a cuento. ¿Qué es lo que pretendes decir cuando me preguntas que si sé leer?
—Hombre, no tienes más que retroceder un poco e irte al capítulo tres. ¡Tendrán poca vergüenza tus amigotes! Que si prefieren a una mujer culta, inteligente, independiente... Que si no se fijan en los culos, ni en las tetas... Que si yo soy muy buena persona y no les importa el que apenas te vean... Y encima dicen que soy un poco tonta. Para matarlos, vamos. ¡Vaya impresentables!
—Ya salió la feminista que todas las mujeres lleváis dentro. Ya estabas tardando mucho. ¿Te quieres ir, por favor? Ahora es mi tur-no, y no tengo más remedio que creer a mis amigos.
—¡Tus amigos! ¡JA, JA! ¡Mira cómo me río! ¡Si decían de ti que eras un pringao, poco menos que un perrito por venirte aquí y sin tan siquiera vivir conmigo, sino en un piso de alquiler! Decían que ya que te tirabas a la piscina, que te zambulleras del todo... Eres tonto, tonto de verdad por escucharles y no darte cuenta de lo falsos que son. En fin, tú sabrás. Ahí te quedas, con tus amigotes... y con todo lo demás.
Laura, cuando se enfada, sabe darme donde más me duele: mis amigos... y todo lo demás, que ya sabéis que tiene un nombre de mujer tan bonito como el de Claudia. ¡Y eso que para mí no significa nada! ¡Anda que si llega a ser algo más importante, me despelleja vivo! Me queda un consuelo... Menos mal que adora a mi madre, Dorita.