Doce
Sus amigas, su entorno
Bien, ¿qué más puedo añadir de Natalia, su mejor amiga, su confidente hasta la muerte, prácticamente su hermana?
A mí me gustó Natalia desde la primera vez que coincidí con ella en el chat y nos pusimos a hablar. Teníamos muchas cosas en común, me parecía una chica guapa y di-vertida, y lo cierto es que era un gustazo hablar con ella. Desde que daban las diez y media, no paraba de mirar el reloj porque Natalia solía conectarse aproximadamente a la misma hora, sobre las once menos cuarto. Venía de su trabajo y de dar un paseo con Dani, cenaba algo, se duchaba, y leía un ratito. Después se ponía a revisar el correo electrónico y reservaba los últimos momentos del día para mí, porque me consta que no tenía otros amigos virtuales fijos. Yo estaba encantado de la vida, porque sinceramente, me daba mucha rabia tener que compartir la conversación de una amiga con otra persona, fuera hombre o mujer. No lo puedo evitar; soy terriblemente celoso.
Por eso al principio me cayó mal Dani, porque me daba rabia que fuera el novio de una chica que me gustaba tanto. Yo ni siquiera le daba importancia al hecho de que el estar con Claudia supondría un obstáculo, puesto que, como ya he explicado, para mí ésta era fundamentalmente un rollo, nada serio al menos por mi parte. (Luego advertí que por la suya sí que lo era…)
DIFERENTES PUNTOS DE VISTA ENTRE MUJERES Y HOMBRES A LA HORA DE HABLAR DE AMOR:
Ella: Me llama, me manda mensajitos, prefiere estar conmigo antes que con sus amigotes, me susurra cosas bonitas cuando hacemos el amor, me escribe doscientos correos al día, no le importa que tenga algún bollito de celulitis, le gusta acariciar mi pelo, no se fija en ninguna otra chica, le gusta mi madre... ESTÁ ENAMORADO.
El: La llamo cuando me da un toque al móvil o me manda un WhatsApp (¡qué pesada es a veces!), prefiero quedar con mis amigos para ver el partido, le escribo un correo cada tres días, le digo que está muy buena cuando jodemos, odio los bollitos de celulitis que le están saliendo en el culo, tiene un pelo bonito pero el de Irina Shayk es una pasada, no veas lo coñazo que es su madre... PERO ME GUSTA QUE SEA MI ROLLITO; ES MUY BUENA EN LA CAMA.
Análisis de los resultados: Está claro que cuando lo quieren llamar amor, le quieren decir sexo.
Estábamos hablando de las amigas de Laura. Además de Natalia, que aún me sigue encantando pero ya no la veo como una posible presa, sino como la casi hermana de Laurita, hay otras amigas de ella, como Verónica (la hermana de Nata), Ascensión o Rocío.
Sé lo que pudo pasar y no ocurrió entre Vero y Daniel. Duraron poquísimo, y es que no están hechos el uno para el otro. En ese combate cuerpo a cuerpo entre hermanas ganó Natalia, y bien que lo lamenté en su momento, aun-que ahora me alegro porque Daniel se ha convertido en mi mejor amigo en esta ciudad, y a Natalia le tengo un cariño especial. Yo a Vero apenas la trato desde que se echó un novio hippy con rastas y no para de viajar de un lado a otro en una furgoneta bastante destartalada. Sus padres están que trinan porque no les hace ni chispa de gracia el guiri que está con su hija, pero tampoco pueden hacer nada por romper esa relación, que está bastante consolidada. De hecho están esperando un bebé. Otro nombre más para añadir a esta historia.
Ascen me pareció una niña bastante repelente. No me gustaban ni su cara, ni su cuerpo, ni su mirada. Desde que vine para quedarme con mi chica y “separé” a las amigas, no paraba de lanzar tiritos cada vez que me veía, y lo que yo no entendía era por qué Laura no hacía nada para impedir-lo.
—Pobrecilla, no te metas más con ella.
—Por Dios, Laurita, que no te enteras; que no la soporto, que es superior a mis fuerzas... Cuando la veo no puedo sonreírle; sabes que no soy un hipócrita y no puedo fingir lo que no siento.
—Ya, pero si le pones mala cara también es normal que apenas quiera hablar contigo.
—Joder, pero si es que no me traga desde que aparecí por aquí para quedarme a vivir entre vosotros. Imagínate si algún día nos da por casarnos o vivir juntos, ¡ésa me asesina!
—Ay, hijo, mira que eres exagerado. Tampoco es para tanto. Hombre, Ascen es… es... muy suya.
LO QUE ENTIENDE LAURA POR “MUY SUYA”:
Rarita pero “buena gente”, con un encanto oculto, tímida incorregible; una joyita que guarda preciosos secretos por descubrir.
LO QUE ENTIENDO YO POR “MUY SUYA”:
Un cayo malayo.
—Que no, Laura, que no me convences. Te digo yo que esa tía a mí no me traga. Oye, que nadie debe obligarnos a llevarnos bien con todo el mundo, ¿eh?
—No, claro, pero entiéndeme, Pablo, nos conocemos desde que éramos pequeñas e íbamos al cole juntas, y yo la quiero a pesar de sus rarezas.
Rarezas que incluían el no salir nunca de fiesta o el no haber practicado sexo jamás. Años después, Ascen se metería en la Congregación Carmelitana del Silencio. Amén.
Rocío era todo lo contrario a Ascen. De hecho, eran la noche y el día. Rocío adoraba salir de fiesta y más de una vez tuve que poner a mi novia entre la tesitura de su amiga o yo, porque, a ver, yo veía bien que saliera con sus colegas, y especialmente con Nata y Rocío, sobre todo con esta última, que no tenía novio y tenía más oportunidades para salir. Pero es que a veces Laura se olvidaba de que yo existía. No tenía celos, a pesar de que, repito, yo los sufro bastante. Lo que ocurre es que me sentía a ratos muy desplazado, sobre todo cuando las dos decidían ir de tiendas. Entonces... me llevaban los demonios, porque como Laura se empeñaba en que yo también fuera con ellas, sabía que iba a perder toda la tarde soportando cómo se probaban trapitos. Por complacer a Laurita, yo no me negaba, aun-que la verdad era que en ese momento hubiera copiado sus artes de descuartizamiento avanzado, y la hubiera asesinado a ella. Bueno, a las dos. Lo único que me animaba cuando iba de tiendas con ellas era el house que sonaba machaconamente por los altavoces.
—Pablo, por Dios, podrías ser menos parado, hombre, y decirme si te gustan estos pantalones. ¿A que me sientan bien? —A Laura generalmente la ropa le sentaba genial, pero me encantaba hacerla rabiar. Tenía que entretenerme de alguna manera, ¿no?
—Laura, no insistas porque te quedan bastante feos.
—¿Feos? ¡Tú sí que eres feo! —terciaba Rocío, indignadísima, porque a su amiga del alma yo poco menos que la estaba torturando psicológicamente. Vamos, ni que la hubiera teletransportado a Guantánamo.
—Sí, le están horribles. ¿No ves las bolsas que se le forman en la parte de atrás de los muslos? —Laura giraba el tronco y, de espaldas al espejo del probador, intentaba ver unas bolsas inexistentes. Pobrecilla, se podía pasar así toda la tarde, pero yo disfrutaba como un enano.
—Bolsas, sí, bolsas. Y horrendas. Ese pantalón ni se te ocurra ponértelo —insistía yo, muerto de risa por dentro. Vaya pedazo de cabrón que estaba hecho.
Podían pasar perfectamente cinco minutos antes de que se descubrieran mis bromas. A pesar de mi desgana a la hora de ir de compras con las chicas, ellas tomaban muy en cuenta mis opiniones. Vamos, ni que yo fuera Karl Lagerfeld.
—Pero, cómo…
Entonces Rocío advertía mi cara de guasa y estallaba en una mezcla de ira y cachondeo.
— ¡Serás guasón! ¿No te da cosa de tenernos aquí como dos bobas, venga a buscar fallos cuando no hay ninguno?
Todo terminaba en carcajadas. Sí, con Rocío me lo pasaba muy bien. Me gustaba como amiga de mi novia.