Notas de la nota y del capítulo 2
[*] La localización precisa de todos los documentos, ya sean originales o copias, se detalla en la bibliografía. <<
[1] Véase Le contrat de travail dans la république espagnole, p. 18. <<
[2] España, p. 513 <<
[3] Vale la pena reproducir aquí el siguiente pasaje de un discurso de José Antonio Primo de Rivera, el jefe falangista, pronunciado ante la legislatura española, el 23 de julio de 1935: «… la vida rural española es absolutamente intolerable… Ayer he estado en la provincia de Sevilla; en la provincia de Sevilla hay un pueblo que se llama Vadolatosa; en este sitio salen a las tres de la madrugada las mujeres para recoger los garbanzos; terminan la tarea al mediodía, después de una jornada de nueve horas que no puede prolongarse por razones técnicas, y a estas mujeres se les paga una peseta…» Discursos frente al parlamento, p. 224. Refiriéndose a un decreto promulgado en 1934, rescindiendo cuantas leyes que la República habla impuesto sobre las horas de trabajo, el salario y la localización del trabajo en las zonas rurales, un historiador Izquierdista escribe: «Los salarlos disminuyeron en el cincuenta por ciento y hablan lugares donde los campesinos no trabajaban a sueldo, sino por la subsistencia, es decir, por un plato de gazpacho y un pedazo de pan». A. RAMOS OLIVEIRA, Politics, Economics and Men of Modern Spain 1808-1946, p. 493. <<
[4] 9 de junio de 1936. <<
[5] Entrevista concedida a El Debate, publicada el 6 de marzo de 1936 <<
[6] Dos versiones de este aspecto de la crisis agraria, que se complementaban en vez de contradecirse, fueron dadas a conocer por la prensa republicana. «Todos los días recibimos cartas en que se nos dice lo mismo —escribió el periódico republicano de derechas El Sol (14 de junio de 1936)—. La cosecha es menos que mediana. Y los peones, sin preocuparse de ello, exigen para trabajar en la siega y la trilla condiciones absurdas. En algunos pueblos estas condiciones son tales que los labradores, terratenientes, pegujaleros y colonos, y más los últimos que los primeros, afirman que dejarían que el grano se pudra o se queme, porque si accedieran a las demandas hechas con imperio y amenaza de los Sindicatos, tendrían que vender cada fanega a un precio que escandalizaría a los compradores… No hay únicamente poderosos terratenientes y cómodos absentistas entre las clases que cultivan el agro hispano. Son cientos de miles los pequeños propietarios y colonos para quienes es cuestión de vida o muerte la resolución equitativa de las huelgas agrarias actuales».
Por otra parte, el periódico republicano de Izquierda La Libertad escribió (26 de junio de 1936): «Pero en el campo… hay en los elementos reaccionarios un propósito claro y firme de boicotear al régimen, de llevar la desesperación a las masas campesinas y colocar a los gobernantes en situación harto difícil. ¿Cómo se explica que haya provincias enteras donde los patronos pretenden dejar la cosecha en los campas, hacen que la devore el ganado, utilizándola exclusivamente como forraje, cuando recogiéndola y pagando los salarios que deben pagar podrían obtener un beneficio muy superior? ¿Cómo explicar si no casos como el de Almendralejo, donde los patronos se Juramentaron para no dar un solo jornal, amenazando de muerte al propietario que diera trabajo a un obrero?» <<
[7] El Obrero de la Tierra, 30 de mayo de 1936. Este periódico era órgano oficial de la Federación Socialista de los Trabajadores de la Tierra. Véanse los números del 23 de marzo y del 11 y 25 de abril de 1936 con editoriales protestando contra las dilaciones del gobierno. <<
[8] PAUL NIZAN en la International Press Correspondence, del 1 de agosto de 1936. Aunque publicado en agosto, este articulo fue escrito antes del estallido de la guerra civil. <<
[9] El Obrero de la Tierra, 7 de marzo de 1936. <<
[10] El 17 de marzo, el periódico republicano de Izquierdas La Libertad, publicó él siguiente telegrama de Menasalbas, en la provincia de Toledo: Dos mil hambrientos de esta localidad acaban de apoderarse de la finca «El Robledo» de la que se apropió Romanones hace veinte años sin dar nada al pueblo. <<
[11] CÉSAR FALCÓN en La Correspondance Internationale, 9 de mayo de 1936. Véase también PEDRO CHECA, ibíd.; E. VARGA, ibíd. 4 de junio de 1936: el periódico de los refugiados españoles, El Socialista (Argel), 16 de octubre de 1944; The Times, 15 de abril, 1936 (corresponsal en Madrid); GERALD BRENAN, The Spanish Labyrinth, p. 312; JOSÉ MARÍA CAPO, España Desnuda, pp. 87-89; HORSFALL CARTER en The Listener, 29 de abril de 1936; JOSÉ PLÁ, Historia de la segunda república española, IV, pp. 356-357; RAMOS OLIVEIRA, Politics, Economics and Men of Modern Spain 1809-1946, p. 539. La obra de Capo adquiere más autoridad del prefacio comendatorio por Marcelino Domingo, ministro de Educación en el gobierno formado después de las elecciones de febrero de 1936. <<
[12] Dentro de los límites de este breve informe es imposible hacer más que dar una idea general de la magnitud de la oleada de huelgas; el enumerarlas todas requerirla muchas páginas. El cuadro general que aquí se da se basa en informes de los siguientes periódicos españoles: El Adelanto, Salamanca, La Batalla, Barcelona, Claridad, Madrid, El Día Gráfico, Barcelona, Diario de Burgos, Burgos, La Libertad, Madrid, Mundo Obrero, Madrid, El Noticiero, Zaragoza, Política, Madrid, El Socialista, Madrid, El Sol, Madrid, Solidaridad. Obrera, Barcelona, Unión, Sevilla. <<
[13] Gaceta de Madrid, 1 de marzo de 1936. Esta medida había sido prometida en la sección I del programa del Frente Popular: (La Libertad, 16 de enero de 1986) y había sido resentida por los patronos en forma especial. Véase, por ejemplo, el manifiesto firmado por sus varias asociaciones, El Sol, 1 de marzo de 1936, y el informe de Sir Auckland Geddes, presidente de la compañía Río Tinto, de propiedad inglesa, a sus accionistas en abril de 1936: «Han sido repuestos forzosamente en nuestra nómina hombres para los que carecemos de trabajo económico —dijo— y en los últimos días hemos tenido un paro irritante, resultado de demandas de compensación por acusaciones de despedidas Injustas de hombres que estaban en realidad presos, por haber tomado parte en el movimiento revolucionarlo de octubre de 1934, y a quienes, naturalmente, no pagábamos salarios mientras estaban en la cárcel». Tío Tinto Co. Ltd., Report of the Transactions at the Sixty-Third Ordinary General Meeting, p. 7. <<
[14] Miembros de los sindicatos orientados hacia el anarquismo. <<
[15] ABC, Sevilla, 20 de enero de 1937. <<
[16] CLARA CAMPOAMOR, La révolution espagnole vue par une républicaine, pp. 7172. <<
[17] Al preparar este sumario de acontecimientos, los periódicos mencionados en la nota 12 de este capítulo fueron consultados. Debido a la censura de prensa, innumerables incidentes quedaron sin publicar, pero una relación cronológica, lo suficientemente veraz, aunque necesariamente parcial, y por tanto incompleta, que comprende parte de dicho periodo la da el historiador derechista PLÁ en Historia de la Segunda República española, t. IV, pp. 290-330, 311-323, 341-356, 375-383, 411-422. Un Informe izquierdista de los actos de violencia llevados a cabo durante dicho periodo figura en Politics, Economics and Men of Modern Spain 1808-1946, de RAMOS OLIVEIRA, pp. 540-541, 546-547. Refiriéndose a la censura de prensa, FRANK E. MANUEL (The Politics of Modern Spain, p. 168) atestigua: «La censura gubernamental intentó suprimir toda noticia de huelgas y asesinatos, porque los ministros temían que dicha violencia se hiciera contagiosa. Los ejemplares de cada diario habían de ser llevados apresuradamente a la oficina de prensa oficial para su examen; las secciones suprimidas aparecían como espacios en blanco o bien cubiertas con tipos de imprenta mezclados. El diario Temps de París, que llegaba a Madrid con varios días de retraso, resultaba con frecuencia más informativo que los propios diarios de la capital española. Sólo después de haber reunido un montón de diarios provinciales y escrutado las páginas tituladas «Conflictos Sociales» podía uno darse cuenta del alcance logrado por el descontento laboral, para el que no existían estadísticas oficiales. <<
[18] MARTÍN BLÁZQUEZ, I Helped to Build an Army, p. 67. <<
[19] FELIPE BERTRÁN GÜELL, Preparación y desarrollo del alzamiento nacional, p. 116. La historia oficial (Franco) del alzamiento, Historia de la cruzada española, II, 467, revela que una reunión de generales se celebró a principios de marzo, «para una acción defensiva de España, si, como se temía por la marcha de las cosas, se producía una situación de gravísimo peligro para la patria». Véase también, MANUEL GODED, Un «faccioso» cien por cien, p. 26. El autor de este libro, hijo del general Goded, que fue el jefe de la revuelta en las Islas Baleares y en Barcelona, cuenta que antes de las elecciones, figuró con su padre en diversas reuniones de conspiradores. <<
[20] Ibíd., pp. 99-100. En un discurso pronunciado el 22 de noviembre de 1937, Antonio Goicoechea, jefe de Renovación Española, declaró que en marzo de 1934, él y otros partidos de derecha hablan «planeado un golpe de estado apoyado por una insurrección del ejército». Dijo también que él y otros monárquicos españoles hablan visitado Italia para conseguir el apoyo del gobierno italiano en caso de que una guerra civil estallara en España. Así Informa el Manchester Guardian, el 4 de diciembre de 1937. Véase también reproducciones de documentos manuscritos por Goicoechea, narrando su entrevista con Mussolini en 31 de marzo de 1934, en How Mussolini Provoked the Spanish Civil War, pp. 6-9. <<
[21] JULIO ROMANO, Sanjurjo, p. 188. Vale la pena recordar que Sanjurjo fue designado jefe de la rebelión militar; pero perdió la vida al comienzo de la guerra, cuando iba en avión de Portugal a España, y entonces ocupó su lugar el General Franco. <<
[22] La derogación de dos de estas medidas fue prometida en la sección III del programa del Frente Popular (La Libertad, 16 de enero de 1936), es decir, la ley que devolvía sus líneas a los terratenientes complicados en la rebelión de Sanjurjo (Gaceta de Madrid, 25 de abril de 1934) y la Ley de Arrendamientos (ibíd, 24 de marzo de 1935). Según Política del Frente Popular en agricultura, p. 14, la última tuvo como resultado la expulsión de ochenta mil arrendatarios durante los primeros dos meses. Véanse también Claridad, de 5 y 26 de octubre de 1935; Democracia, 22 de noviembre de 1935; La reforma agraria en España, pp. 40-41. <<
[23] Sección VII del programa del Frente Popular (La Libertad, 16 de enero de 1936) declaró que la legislación social seria restablecida «en la pureza de sus principios». <<
[24] Refiriéndose a la situación después de la formación del gobierno de derechas, en diciembre de 1933, el republicano conservador Salvador de Madariaga escribe: «siguieron dedicándose a la enseñanza los jesuitas, se dio carpetazo a los planes de Azaña para sustituir la enseñanza religiosa por otra laica en instituciones de nueva planta y se votó una ley concediendo a los curas dos tercios de su sueldo para el año 1934, como acto libre de la República, políticamente sabio quizá, pero de dudosa fidelidad a la Constitución». España, p. 512. Véase también E. ALLISON PEERS, The Spanish Tragedy, pp. 145-146. La sección VIII del programa del Frente Popular, (La Libertad, 16 de enero de 1936) declaraba que «la República tiene que considerar la enseñanza como atributo indeclinable del Estado…»Después del estallido de la guerra civil, el ministro de Educación publicó un decreto en el que ordenaba a las autoridades locales tomar posesión en nombre del estado de todas las escuelas religiosas. Gaceta de Madrid, 28 de julio de 1936. <<
[25] Si se desea un resumen equilibrado de dichos agravios por parte de un oficial republicano, véase Coronel JESÚS PÉREZ SALAS, Guerra en España, pp. 22, 47-53 y 85. <<
[26] Manuel Azaña, hablando en las Cortes como Primer Ministro antes de su elevación a la presidencia, declaró, según La Libertad (4 de abril de 1936), que su gobierno llevaría a cabo el programa del Frente Popular «sin quitar punto ni coma y sin añadirle punto ni coma…» <<
[27] M. LIÉBANA y G. ORIZABA, El movimiento nacional, p 5. <<
[28] La creencia de los militares rebeldes de que una vez declarada la ley marcial todo se desarrollaría perfectamente, queda confirmado por JUAN ANTONIO ANSOLDO (¿Para qué?, p 120), quien ayudó en la preparación de la insurrección. <<
[29] Discurso reproducido por Solidaridad Obrera, el 22 de diciembre de 1936. <<
[30] Confederación Nacional del Trabajo. <<
[31] Vale la pena recordar que había ignorado las advertencias de los oficiales republicanos respecto a las actividades conspiratorias en el Ejército (véanse, por ejemplo, las quejas del general Núñez de Prado, citadas por Diego Martínez Barrio en Hoy, de 13 de abril de 1940, y el comandante Aberri, ibíd., 29 de julio de 1939), y que no había tomado acción ninguna contra los jefes derechistas del Ejército, sin duda por miedo a precipitar el golpe militar, un golpe que según una fuente autorizada (PÉREZ SALAS, Guerra en España, p. 79) sabía que se estaba preparando. El mismo temor había guiado la política de Manuel Azaña como Primer Ministro antes de su elevación a la presidencia en mayo de 1936. Como réplica a los ataques a los Jefes del Ejército, su ministro de Guerra había hecho público un comunicado en el que, entre otras cosas, se decía: «Han llegado al conocimiento del ministro de la Guerra ciertos rumores, que al parecer circulan insistentemente, acerca del estado de ánimo de la oficialidad y clases del ejército. Estos rumores, que desde luego se pueden clasificar de falsos y desprovistos de todo fundamento, tienden sin duda a mantener la inquietud pública, a sembrar animosidad contra las clases militares y a socavar, si no a destruir, la disciplina, base fundamental del Ejército. El ministro de la Guerra se honra en hacer público que toda la oficialidad y clases del Ejército español, desde los empleos más altos a los más modestos, se mantienen dentro de los límites de la más estricta disciplina, dispuestos en todo momento al cumplimiento exacto de sus deberes —y no hay que decirlo—a acatar las disposiciones del Gobierno legalmente constituido». El Sol, 19 de marzo de 1936. Es digno de hacerse resaltar que según el jefe socialista moderado Indalecio Prieto, Azaña se hizo sordo a cada advertencia que se le hizo con respecto a la sublevación militar que se acercaba. Palabras al Viento, pp. 279-81.
Julián Zugazagoitia, director antes de la guerra del órgano socialista moderado, El Socialista, cuenta que al comentar en su diario ciertas actividades militares subversivas de las que había sido informado por amigos militares, Manuel Azaña le reprendió personalmente, basándose en que tales comentarios hacían más daño que bien. La verdad era, añade, que Azaña «tenía muy serios motivos para sentirse contrariado, no por los militares, que mantenían cuidadosamente tapados sus designios con el ejercicio de una perfecta disciplina, pero sí por la suma fabulosa de conflictos sociales y de orden público que le provocaban los electores que habían hecho triunfar las candidaturas del Frente Popular». Historia de la guerra en España, pp. 5-6. <<
[32] Respecto a su negativa a proporcionar armas, véase a Zugazagoitia en su Historia de la guerra en España, pp. 39-41. <<
[33] La libertad, 16 de enero de 1936. Por lo que respecta a la agricultura, el programa prometía: rebaja de impuestos y tributos, represión especial de la usura, disminución de rentas abusivas, intensificación del Crédito Agrícola, revalorización de los productos de la tierra, estimulo del comercio de exportación de productos agrícolas, obras hidráulicas y transformación de terrenos para regadío, repoblación forestal, una política de asentamiento de familias campesinas Y derogación de las dos medidas mencionadas en la nota número 22 de este capítulo. <<
[34] Unión General de Trabajadores. <<
[35] Se enfrentaban dos posiciones igualmente desinteresadas y honestas: —escribe Julián Zugazagoitia, que era socialista moderado— «la mayoría encabezada por Largo Caballero que consideraba cancelada la experiencia republicana y defendía la constitución de la unidad obrera con vistas al ejercicio íntegro del poder…; la minoritaria, corporizada en Prieto que tomaba en cuenta la realidad española en la que operaban con fuerza los partidos conservadores y reputaba peligrosísimo separarse de los republicanos y de la República». Historia de la guerra en España, p. 4. <<
[36] Véanse sus discursos, publicados en El Socialista, 2 de mayo de 1936; La Libertad, 26 de mayo de 1936. <<
[37] Entrevista publicada en La Libertad, 21 de febrero de 1936. <<
[38] Discurso, ibíd. 4 de abril de 1936. Según el periódico republicano de derechas, El Sol (28 de marzo de 1936), los comentaristas políticos hicieron notar que el gobierno de Azaña se veía presionado cada día más con más tensión por su extrema izquierda, que no solamente pide y obtiene los puntos esenciales del pacto, sino que en muchos casos se apresura a ocupar las posiciones que tardan en serle entregadas. «Pugna esta táctica con la seriedad del presidente del Consejo —dijo el diario—, esto no lo duda nadie; pero ¿qué puede hacer en estos momentos»? <<
[39] INDALECIO PRIETO, en Correo de Asturias, el 1 de mayo de 1943. <<
[40] Su declaración no se publicó entonces, pero la cita el propio Martínez Barrio en Hoy, el 20 de abril de 1940. <<
[41] Estos fusiles fueron entregados por el teniente coronel Rodrigo Gil, Jefe del parque de artillería y asociado político desde hacía muchos años de Largo Caballero, socialista de Izquierda y jefe de la UGT. Esta información fue facilitada al autor por Margarita Nelken, diputada socialista de izquierdas al ocurrir estos acontecimientos, quien fue enviada al parque de artillería por la Casa del Pueblo, central de la UGT. Como testimonio corroborativo, véase General José Asensio en Nuestra España, noviembre de 1939, y MARTÍN BLÁZQUEZ, I Helped to Build an Army, p. 112. La versión que da LÁZARO SOMOZA SILVA en su biografía del general José Miaja (El General Miaja, pp. 124-25) en que el general, que era comandante militar de Madrid entonces, ordenó la distribución, no sólo carece de confirmación sino que contradice la presencia de aquél, unas horas más tarde, en el gobierno de Martínez Barrio, que como se verá, se opuso a la distribución de armas. En realidad, cuando Núñez Mazas, entonces secretario técnico de la Dirección de Aviación le pidió armas a Miaja para la Casa del Pueblo, el general se negó a darlas, según informaciones dignas de crédito facilitadas al autor por Ignacio Hidalgo de Cisneros, segundo jefe, por aquel entonces, de la Dirección General de Aviación, bajo el general Núñez de Prado. <<
[42] Hoy, 20 de abril de 1940. <<
[43] CÉSAR FALCÓN, Madrid, p. 60. <<
[44] Felipe Sánchez Román, que fue miembro del gobierno de Martínez Barrio y jefe del Partido Nacional Republicano, que se había negado a formar parte del Frente Popular, dijo al autor, al ser entrevistado después de la guerra civil, que al llegar al palacio presidencial, a donde había sido llamado por el Presidente Azaña, antes de la formación del nuevo gobierno, se le advirtió acerca de lo que era llamado un «contratiempo grave», es decir la aparición de obreros exigiendo armas frente al Ministerio de la gobernación. Martínez Barrio, dijo, ya estaba allí e insistía que no se distribuyeran armas. Cuando Barrio le preguntó cuál era su opinión, Sánchez Román contestó que si se distribuían armas sería «ineficaz bajo el punto de vista militar y preñado de peligros políticos inconcebibles». Véase CLARA CAMPOAMOR, La révolution espagnole vue par une républicaine, pp. 42, 133, núm. 1, quien confirma y apoya la oposición de Barrio a la distribución de armas. Clara Campoamor fue diputada del Partido Radical hasta 1934 y se mezclaba en los círculos políticos madrileños en la época del alzamiento (ibíd., p. 11). El propio Barrio relata (Hoy, 20 de abril de 1940) que en una reunión del gobierno de Casares Quiroga a las seis de la tarde del sábado (18 de julio) y a la que asistieron Indalecio Prieto, el socialista moderado, y Largo Caballero, socialista de izquierda, todos, con la excepción suya, permanecieron en silencio cuando Largo Caballero expresó su «opinión resuelta»: que había que armar al pueblo. Por su parte Barrio opinó que había que incitar al país a que «se agrupara detrás de los poderes legítimos de la República». Es digno de notarse que Indalecio Prieto, en un artículo en el que comenta la narración de Barrio acerca de la crisis gubernamental, no confirma ni niega el aserto de que él haya sido uno de los que guardaron silencio cuando Caballero propuso la distribución de armas. Correo de Asturias, 1 de mayo de 1943. <<
[45] Hoy, 27 de abril de 1940. <<
[46] Véase, por ejemplo, FELIPE BERTRÁN GÜELL, Caudillo, profetas y soldados, p. 202. <<
[47] Citado por BERTRÁN GÜELL, Preparación y desarrollo del alzamiento nacional. p. 76 y por JOAQUÍN MADRIGAL, Augurios, estallido y episodios de la guerra civil, p. 168, ambos partidarios del alzamiento militar. Una versión distinta de esta parte de la conversación la aporta Martínez Barrio, (Hoy, el 17 de abril de 1940), quien dice que Mola contestó a su pregunta: «¿Mide usted bien la responsabilidad que contrae?» con las palabras siguientes: «Sí, pero ya no puedo volver atrás. Estoy a las órdenes de mi general Francisco Franco y me debo a los bravos navarros que se han colocado a mi servicio. Si quisiera hacer otra cosa me matarían. Claro que no es la muerte lo que me arredra, sino la ineficacia del nuevo gesto y mi convicción. Es tarde, muy tarde». El Pensamiento Navarro, publicado en Pamplona, el Cuartel General de Mola, dijo en su edición del 19 de julio de 1936, que apareció breves horas después de dicha conversación, que Barrio le ofreció a Mola el Ministerio de la Guerra. Véase también INO BERNARD, Mola, mártir de España, p. 77, y JOSÉ MARÍA IRIBARREN, Mola, p. 107, quienes confirman esta oferta. Sin embargo Barrio no la menciona. <<
[48] Hoy, 27 de abril de 1940. <<
[49] La lista completa de nombres, según la Gaceta de Madrid, el 19 de junio de 1936, es como sigue: Diego Martínez Barrio, Manuel Blasco Garzón, Antonio Lara, Plácido Álvarez Buylla, Bernardo Giner de los Ríos. Felipe Sánchez Román, Justino Azcárate, Ramón Feced, Enrique Ramos, Augusto Barcia, Marcelino Domingo, José Giral, Juan Lluhí y Vallescá, y José Miaja. En su relato de la crisis gubernamental Martínez Barrio declara en Hoy, 20 de abril de 1940, que invitó a Indalecio Prieto a formar parte de este Gabinete, pero que la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista, controlado por el ala moderada, decidió no participar en él (véase también MARCELINO DOMINGO, España ante el mundo, p. 231), aunque ofreció su apoyo «decidido y leal». Este ofrecimiento de apoyo es confirmado de modo implícito por Julián Zugazagoitia, director de El Socialista, órgano de la Comisión Ejecutiva, quien declara que cuando el director de otro periódico le preguntó cuál sería la actitud del suyo hacia el nuevo gobierno en vista de que Martínez Barrio negaría las armas, como lo había hecho Casares Quiroga, respondió: «Limitarme a dar la noticia de la crisis y su solución. No creo que debamos producir ningún comentario violento. Causaríamos más daño que beneficio. El Socialista será de ahora en adelante, por todo el tiempo que dure la guerra, y salvo que el Partido disponga diferente, un órgano escrupulosamente gubernamental. Historia de la Guerra en España, p. 45. <<
[50] En Burgos, según el Diario de Burgos, 20 de julio de 1936, «la Guardia Civil y la de asalto se sumaron al movimiento desde el primer instante». Véase también M. LIÉBANA y G. ORIZABA, El movimiento nacional, p. 175. En Valladolid, según el Norte de Castilla del 19 de julio de 1936, publicado en esa ciudad, «todas las fuerzas de Seguridad, Asalto, Guardia Civil y Ejército se sumaron unánimemente al movimiento». Véase también FRANCISCO J. DE RAYMUNDO, Cómo se inició el glorioso movimiento nacional en Valladolid, p. 19. Sin embargo, en Sevilla, Cádiz y Málaga según fuentes insurgentes, los Guardias de Asalto, con pocas excepciones, apoyaron al Frente Popular. Véase, por ejemplo, MANUEL SÁNCHEZ DEL ARCO, El sur de España en la reconquista de Madrid, p. 24; GUZMÁN DE ALFARACHE, ¡18 de julio!, pp. 68-92; ANGEL GALLONET y JOSÉ MORALES, Sangre y fuego, Málaga, pp. 24-25. En Córdoba, por otra parte, hubo sólo una oposición leve por parte de los Guardias de Asalto al levantamiento. Véase por ejemplo, LIÉBANA y ORIZABA, El Movimiento Nacional, pp. 144-45. Debe notarse que la Guardia de Asalto, aunque creada por la República con el fin de defenderse de derechas e izquierdas, comprendía muchos individuos hostiles al régimen, que habían entrado en el cuerpo cuando éste se hallaba bajo el control de Muñoz Grandes durante el período de gobierno de derechas anterior a la victoria electoral del Frente Popular. Véase por ejemplo ZUGAZAGOITIA, Historia de la guerra en España, p. 131. Estas personas al parecer no fueron destituidas después de las elecciones; pues según la versión oficial (Franco) de la rebelión militar, Historia de la cruzada española, IV, 381, abundaban en este cuerpo los adversarios del régimen republicano. Y añade: «El teniente coronel don Agustín Muñoz Grandes, que hasta el advenimiento del gobierno del Frente Popular había sido jefe de esta fuerza, mantiene relación con muchos oficiales del Cuerpo, y por ellos sabe la excelente disposición de centenares de guardias, para intervenir en un movimiento contra el Gobierno». <<
[51] Hora dada por Barrio en Hoy, 27.de abril de 1940. <<
[52] El Noticiero, 23 de julio de 1936. <<
[53] Véase MARTÍNEZ BARRIO en Hoy, 27 de abril de 1940. <<
[54] Véase nota número 49 para los nombres de los ministros. Claridad, órgano de los socialistas de izquierda, dijo cierta vez de Felipe Sánchez Román (18 de enero de 1936), que mientras era «republicano de indiscutible sinceridad», era «una de las figuras más reaccionarías que en lo social ha descubierto el nuevo régimen (republicano) y de Antonio de Lara, otro miembro del gobierno, escribía (12 de octubre de 1935), que era «un marrullero de baja política». En cuanto a Martínez Barrio, el periódico anarcosindicalista Solidaridad Obrera decía pocos meses antes del comienzo de la guerra civil (2 de abril de 1936) que poseía íntimos amigos entre los terratenientes andaluces y que se le habla visto frecuentemente en las antesalas de las Cortes, «conversando amigablemente con los más acérrimos enemigos del proletariado». <<
[55] España ante el mundo, p. 233. Según JULIÁN ZUGAZAGOITIA (Historia de la guerra en España, p. 45), Isaac Abeytua, el director de Política, órgano de Izquierda Republicana, se oponía enérgicamente al gobierno. <<
[56] EDUARDO DE GUZMÁN, Madrid Rojo y Negro, p, 37. Véase también MARTÍNEZ BARRIO en Hoy, 27 de abril de 1940; MANUEL BLASCO GARZÓN (miembro del gobierno de Barrio), España Republicana, 6 de noviembre de 1947; ARTURO BAREA, The Forging of a Rebel, p. 510. <<
[57] Hoy, 27 de abril de 1940. Vale la pena notar que Sánchez Román, miembro del gabinete, confirmó al ser entrevistado por el autor, que Prieto Instó a Martínez Barrio a permanecer en su cargo, aduciendo que las manifestaciones callejeras no justificaban su dimisión. <<